Una Boda y Tres Recuerdos
Los pensamientos de Koushiro
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- ¿¡Acaso no sabe la hora que es!?
- Discúlpeme, no pude llamar antes y yo...
- Está bien - Lo interrumpió - pero que no vuelva a suceder.
- Gracias, yo... - Antes de poder decir algo más, se oyó un pitido, indicándole que su jefe había colgado.
Dejando el aparato en su respectivo lugar, dirigió la mirada a un costoso reloj que yacía en la pared.
Las 3:00 de la noche
"Habrá pensado que soy un idiota que va despertando a cualquiera por la noche" - Susurró, cabizbajo.
Siempre había sido el típico hombre que se duerme nada más tocar la almohada, pero en ese momento no podía ni cerrar los ojos. No tenía ganas de acostarse y descansar de un duro horario de trabajo como el que había tenido ese día.
El único motivo por el que tendría que pasar una vergüenza terrible cuando volviera a ver la cara de su jefe era el de una boda en la que había estado pensando todo la mañana, toda la tarde y, podría decirse, casi toda la noche.
No iba a ir, eso lo había tenido claro hasta marcar el número de su jefe para pedirle permiso y tener el día libre.
A sus 30 años, jamás había tenido una indecisión que le durara tantas horas e incluso no lo dejara dormir.
"Tengo que ir... al menos por ella" - Se dijo a sí mismo, pasándose la mano por el cabello pelirrojo - "Aunque me arrepienta".
Se había quitado la camisa por el terrible calor que hacía, ahora le había entrado un horroroso frío. Alargó la mano hasta la mesa, donde yacía un abrigo negro, la arrastro hacia él, haciendo que cayeran varias fotos al suelo.
"Perfecto" - Murmuró sarcásticamente a la vez que se agachaba a recogerlas.
Las había estado contemplando por la mañana, antes de haberse ido a trabajar. No se acordaba de que estaban ahí.
La primera era de él con Tai, Matt y Joe. Sus 3 mejores amigos. Con ellos había compartido tantos momentos, de niñez como de adolescencia; cómo se había divertido en esas etapas con ellos.
La segunda de sus padres, a pesar de su edad, a ellos seguía sin gustarles que se hubiera ido de casa. Estaba muy agradecido con ellos.
Paró en seco al ver la tercera foto. Era él con Miyako y Ken.
Miyako sonreía abiertamente, Ken no parecía muy contento, y él... él no estaba contento. A pesar de tener una sonrisa en la cara que lo disimulaba perfectamente, no lo estaba. Recordaba ese momento como si acabara de ocurrir.
- ¡Vamos, vengan, quiero sacarme una foto con ustedes dos! - Gritó Miyako a los chicos que estaban a poca distancia de ella.
Giré mi vista hacia el chico que estaba unos cuantos centímetros a mi izquierda, descubriendo que éste me había mirado de reojo bruscamente.
- No me gusta sacarme fotos - Le soltó a Miyako cuando se acercó.
- Por una no pasa nada, además, es de recuerdo - Dijo después dirigiendo su mirada hacia mí - ¿No crees?
- No sé...
- ¿De recuerdo? No está mal, puede que nada más irme de aquí me muera, pero antes nos sacamos una foto de recuerdo, ¿no? Por si acaso. - Dijo brusca y sarcásticamente.
Sabía que se habían tomado un descanso como pareja, pero parecía que él se lo había tomado bastante mal. Jamás había visto tratar de esa manera a Miyako... y conmigo... se la ha pasado ignorándome cada vez que me ve, como si le hubiera hecho algo.
Juraría que a Miyako no le agradó nada lo que le dijo, por su cara, parecía que la habían abofeteado. Rabia fue lo único que sentí en ese momento, con un fuerte impulso, agarré su brazo.
- Por una no pasa nada, ¿no? - Le dije sonriendo, ignorando al chico que estaba a nuestro lado.
- No - Respondió sonriendo - ¿Ken? - Miró al chico, con sus ojos preguntándole.
- De acuerdo - Dijo
Miyako sonrío aún más, se le notaba un cierto nerviosismo, que no pude seguir observando al verla correr donde estaba Mimi.
Las dos nos hicieron señas para que nos acercáramos, Mimi llevaba la cámara en sus manos.
Me disponía a ir delante de él, pero me adelantó empujando mi hombro con el suyo a la vez que se iba deprisa a donde estaba Miyako. Ella miró a Ken con el ceño fruncido.
Sentí ganas de salir de aquel lugar lo más rápido posible. ¿Por qué? Me sentía como si yo fuera el centro de sus problemas.
- ¡Ven! - Gritó Mimi desesperada al verme parado.
Fui hacia allí con paso inseguro.
Miyako se puso en el centro de nosotros dos, a la vez que pasaba sus brazos por nuestros hombros y sonría abiertamente. ¿Tuve otro remedio?
¿Qué le pasaba a Ken conmigo?
- Y aún sigo preguntándomelo - Susurró, mientras volvía a poner las fotos en la mesa y se sentaba en el sillón.
Nunca había tenido rencor hacia Ichijouji, pero cuando lo veía sentía un nudo en la garganta. Cuando lo veía con Miyako, sentía celos, sentía que unas ganas de golpearle se apoderaban de él. Lo reconocía, siempre le había gustado Miyako y verla con él... era como si un puñal se le clavara en el corazón.
- A buena hora me empiezo a dar cuenta de todo - Murmuró, enojado.
Miyako parecía no darse cuenta de sus sentimientos, el único que lo supo fue Joe. Se lo confesó, sabía que él le ayudaría, le ayudaría a superar y a aceptar que ella era una mujer ajena.
- No lo conseguí, amigo - Dijo - Ni siquiera cuando salíamos con Tai y Matt - Recordó riéndose de las tonterías que hacían cuando él estaba desanimado.
Sólo sabía que si iba a esa boda, se moriría allí mismo. Pero tenía que hacerlo, tenía que ir. Por ella... por el apoyo que tantas veces se dieron mutuamente, por las risas que compartían, por el afecto que nacía entre ellos cada vez que se miraban, por todo.
- Te quiero, Miyako, te quiero mucho - Susurró tapándose la cara con las manos, llorando libremente.
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