CAPÍTULO 4: EN EL BOSQUE PROHIBIDO

Fue algo gracioso, ese beso no me lo esperaba, al fin sabía lo que era tener un novio que en realidad me gustase, y con quien no me la pasara peleando.

-¿qué fue eso?- pregunté al ver una sombra entre los arbustos en la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas

-No lo sé- respondió una compañera -pero ya no quiero estar aquí- dijo retrocediendo unos pasos

-¡no seas cobarde!- dije con una risilla -mejor investiguemos lo que es, seguramente solo es un animalillo

-¡Yo no lo he visto como un animalillo!- me dijo temblorosa -además sentí un escalofrío

-¡eres una miedosa! Si no quieres investigar conmigo mejor vete, no deberías de estar con los de Slytherin

-¡tu no eres un gran ejemplo!- me dijo molesta -Hay muchas cosas que aún desconoces

-Pero no le temo a una simple sombra- respondí dando la vuelta y dirigiéndome a los arbustos.

-No vayas o le diré a Hagrid- me dijo amenazante

-¡dilo a quien quieras, no me vas a detener!- respondí internándome en el bosque.

No supe cuanto había caminado desde el momento en el que me interné en el bosque, pero lo que allí encontré no fue exactamente lo que esperaba ver, habían pasado por mi lado dos o tres unicornios, dos centauros viejos me hicieron gestos de desaprobación y algunas otras criaturas místicas rondaban entre los árboles. Hubo un momento en el que sentí mucho miedo, sentía como si algo o alguien respirara por sobre mi hombro, los vellos de los brazos se me erizaron y la piel se me puso como de gallina, mi respiración se agitó y decidí que lo mejor era correr.

Corrí hasta que ya no pude, pero encontré un retorno sin salida, había una cabaña que parecía no haber sido usada durante mucho tiempo, no tenía ventanas y solo tenia una puerta que se atrancaba por fuera y se aseguraba por dentro. Entré allí, la noche comenzaba a caer y no sabría por donde regresar; atranqué la puerta con un hechizo y la aseguré firmemente por dentro, así nadie podría entrar, conjuré un "lumus" con mi varita que iluminó la habitación.

Yo era una de las mejores alumnas de mi generación, en realidad había puesto mucho empeño a las clases y todo lo que me enseñaban era interesante, aún las clases del profesor Binns se me hacían espectaculares, acudía regularmente a la biblioteca y me empapaba de todo lo que leía en los libros desde literatura clásica mágica hasta las enciclopedias de términos mágicos especializados de todas las materias.

Pensé que no me sería difícil sobrevivir, teniendo todos esos conocimientos y una gran capacidad de ponerlos en práctica (o eso pensaba yo); pero el momento de saber hasta donde podía llegar estaba por definirse. La noche cayó por completo, entre las rendijas del techo de la supuesta cabaña, se filtraban los rayos de la luna llena, el bosque comenzó a perder su silenciosa calma y los aullidos de los lobos se aproximaban al lugar en el que me encontraba, de nuevo el miedo me invadió, en un ataque de locura susurré para mí misma que Loraine había tenido razón y debí quedarme con ella alejada de los arbustos.

El sonido de unas garras que raspaban la madera de la vieja cabaña me sacó de mis pensamientos, decidí deshacer el conjuro de mi varita, pero el sonido de los hocicos olfateando alrededor de la cabaña proseguía, las garras volvían a escucharse constantemente por diversos puntos del recuadro de madera, por un momento sentí que lo que fuera que estuviese allá afuera podría entrar y atacarme, recordé algunos hechizos de defensa, pero no recordaba el más importante... quité con cuidado y sin hacer ruido los seguros de la parte de adentro del pequeño cuarto, después hice el "alohomora" para abrir la puerta por fuera, por un momento los sonidos se calmaron, una sensación muy leve de alivio me invadió, pero el nerviosismo se notaba en cada palmo de mi cuerpo. Abrí cautelosa la puerta, pero al abrirla completamente noté frente a mí la mirada tenebrosa y paralizante de una jauría de lobos hambrientos que rodeaban la pseudo-cabaña, intenté rápidamente un hechizo de rechazo, porque los lobos se acercaban a mí con paso lento.

-¡Flippendo!- grité con fuerzas y de mi varita salió un haz de luz que apenas deslumbró a los lobos frente a mí. -¡Flippendo!- volví a gritar aterrada y desesperada, lo que fuese que pasara podía entretener un rato a los lobos y tal vez yo podía escapar. -¡Flippendo!

Algo detrás de los lobos saltó frente a mí, un hermoso centauro se posó de espaldas a mí y con actitud de reto enfrentó a los lobos que poco a poco retrocedían.

-¡Súbete!- me dijo señalando su espalda, yo hice lo que dijo y a la velocidad de la luz me sacó de allí entre saltos. Corrió tanto y tan rápido que en unos minutos ya estábamos fuera del alcance de los lobos. Una vez a salvo me bajé de su lomo y lo miré al rostro.

-¡Gracias por ayudarme!- le dije sacudiéndome el polvo de la túnica

-no hay por qué- respondió -es mejor que te lleve a las afueras del bosque, es noche y no querrás encontrarte con más lobos ¿cierto?

-Gracias- dije asintiendo con la cabeza -¿puedo saber como te llamas?

-Firenze- me dijo -pero no veo por qué habría de importar

-es solo que me gustaría agradecer a Firenze lo que hizo por mí esta noche- contesté

-¡eres Slytherin!- exclamó -supongo que no te llevarás con Harry Potter

-supones bien- dije -su casa y mi casa son rivales, no me interesa entablar amistad con el enemigo

-pero supongo que Draco Malfoy te habla- me dijo un poco burlón -así es- asentí -¿por qué las preguntas? ¿Acaso los conoces?

-Ayudé a Harry Potter cuando estaba en primer curso, estaban cumpliendo un castigo y El-que-no-debe-ser-nombrado rondaba por aquí. Draco Malfoy y Harry Potter tenían que hacer ronda por aquí, ambos se toparon con lo que era la sombra de "aquel" y el joven Malfoy salió huyendo y gritando como un marica- dijo riéndose

-Así que ayudaste a Potter a salir solo del bosque- dije yo deduciendo lo que diría

-no, solo ahuyenté al "fantasma", Hagrid y sus amigos llegaron después y se lo llevaron. Fue un buen encuentro.

-¡wow!- exclamé. Habíamos llegado al final del camino, la entrada al bosque prohibido estaba a solo unos pasos, Firenze se despidió de mí y mandó saludos a Potter si algún día lo llegaba a tratar.

-¡ah! ¡Por cierto!- exclamó -¡debería practicar un poco más tus encantamientos y hechizos!- dio la vuelta y se perdió en la oscuridad del bosque.

Salí del bosque, e inmediatamente después legaron corriendo el profesor Dumbledore, Hagrid, el profesor Snape, la profesora McGonagall, Draco y Harry Potter con un pedazo de pergamino en las manos y Madame Pomfrey detrás de él.

-Jovencita ¿está usted bien?- preguntó Dumbledore -Nos ha dado un gran susto

-Estoy bien profesor, lamento haberlos preocupado- respondí

-todo el personal del castillo se ha movilizado para buscarte- me dijo Snape un poco molesto -¿crees que...?

-ya dije que lo lamento, vi una sombra entre los arbustos y quise ir a ver que era, no pensé que fuera tan fácil perderse en ese bosque

-bueno por algo está prohibido para los alumnos- dijo Hagrid con su voz bonachona

-profesor Dumbledore- llamó Draco -es una alumna de primero, usted conoce su situación, ¿no cree que debería darle una oportunidad?

-Bueno Draco- respondió Dumbledore -en parte tienes razón, pero las reglas las di a conocer desde el primer día

-es cierto profesor pero...- interrumpió Harry - ¿no cree que es curioso que comiencen a aparecer de nuevo sombras entre los arbustos?

-bueno- dijo Snape -supongo que encontraste algo

-no, en realidad no encontré nada, solo me interné muy lejos, encontré una construcción de madera y allí me refugié, pero los lobos me rodearon y...

-¡Santo Dios! ¡Lobos!- exclamó Madame Pomfrey abriéndose paso entre la multitud -¿te han hecho algo los lobos?- preguntó alterada

-No- respondí -al...

-¿cómo es posible que no te hayan hecho nada?- preguntó Pomfrey poniéndose pálida

-es que...-comencé

-¡Hay muchas cosas allí adentro que pudieron hacerte daño!- exclamó Hagrid -¿cómo pudiste salir ilesa del Bosque prohibido?

-¡Un centauro me ayudó!- grité desesperada

-¡baja la voz!- dijo Hagrid -¡no queremos que toda la escuela se entere!

-Profesor Hagrid, es mejor que Poppy se lleve a Aiko a la enfermería para examinarla, además debe de descansar y ponerse al corriente con las clases que perdió- dijo Dumbledore

-Yo la acompaño- dijo Snape que había permanecido callado durante toda la conversación -después de todo es mi alumna, Malfoy y Potter pueden venir con nosotros, Dumbledore y Hagrid tendrán mucho de qué hablar

-Profesor Dumbledore- llamé -¿qué pasará con mi sanción?

-El profesor Snape te la dará- me dijo.

Caminamos por el pasillo hacia la enfermería muy cayados, comenzaba a hacer frío y un leve temblor recorrió mi cuerpo, Draco lo notó e inmediatamente me ofreció su capa; la tomé con gusto y rozó mi mano, con una mirada pícara me observó un momento y después soltó la capa.

Cuando llegamos a la enfermería Snape me dijo que pasara a su despacho a primera hora del día en la mañana. Se dio la vuelta y nos dejó a Potter, a Draco y a mí solos en la enfermería con Madame Pomfrey. Ellos se mostraron desde el principio muy interesados en mi aventura del día, les conté con lujo de detalle, omitiendo mis fallidos intentos por hacer algunos hechizos sencillos. Draco se dio cuenta y me dedicó una sonrisa, pero Potter estaba más interesado en la anécdota del centauro.

-¿cómo era?- me preguntó al fin

-Estaba oscuro, solo le pude ver el rostro, era amigable pero lleno de sabiduría- le dije - te mandó saludos y me dijo que ojalá te acordaras de él...

-¿Acaso era Firenze?- preguntó emocionado

-Así es- asentí

-Potter- comenzó Draco -¿puedes dejarnos solos un momento? Dijo tajante

-Claro- dijo y dobló el pergamino que traía en las manos. Se dio la vuelta y se fue.

-Por el momento no puedo estar mucho tiempo contigo- comenzó tomándome la mano -pero seré breve y te diré que me siento muy aliviado al ver que te encuentras bien

-Gracias Draco, eres un chico muy especial ¿sabes?- y me dio un tierno beso en la boca. -Draco- dije cuando se separó -no sé como lo vayas a tomar, pero he estado pensando mucho y creo que tu y yo no somos tal para cual- el rostro del chico palideció, podían notarse las venas que recorrían sus mejillas -de hecho creo que es una tontería pensar que podemos tener una relación de noviazgo... ¡pero eres completamente irresistible y no puedo negar que estoy feliz de tenerte a mi lado! ¡no renunciaría a ti por pequeñeces como esa!

El color le volvió al rostro, una sonrisa iluminó mi rostro y el de él también, me abrazó fuerte y me dijo:

-¡no vuelvas a hacer eso! ¡casi haces que me dé un infarto!

-Está bien, no lo volveré a hacer- le dije divertida

Madame Pomfrey llegó con una poción relajante y una emulsión para el sueño, me despedí de Draco y los tomé; esa noche dormí como núnca había dormido.

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N/A: primero que nada lamento mucho la tardanza, escribir cuatro fics al mismo tiempo no es tarea fácil, pero espero que este capítulo compense el tiempo que los hice esperar. Sigan dejando review que son los que me animan a seguir escribiendo, aunque no les haya gustado la historia.