CAP 2!!! A ver si este os lo leéis k no me kereis.... snif...snif..... por
fa... reviews!!!!!
-No será tan fácil acabar conmigo, hijo de Arathorn.- el cuerpo del Señor Oscuro se irguió, con toda plenitud, como si la espada que tenía en el pecho, entre pulmón y pulmón, atravesándole las costillas, no hubiera surgido efecto.
Aragorn abrió muy ampliamente los ojos, sorprendido, absorto, incrédulo, asustado, nadie hubiera sobrevivido a aquel golpe. Sauron acercó su mano al pecho, tembloroso de incógnita, de Aragorn, su mano de hierro y metal negro, fuerte y colérica y en un dedo un anillo. Se podían notar sus latidos al otro lado de la armadura.
Un dolor le inundó, un calor que le quemaba y abrasaba la piel tal como si fuera una verdadera llama incandescente aquella que tocaba su cuerpo. Un dolor que se le extendió desde el pecho hasta entrar en la sangre y fluir por sus venas y repartirlo por todas su células.
Respirar se le volvió difícil, el aire no le entraba en los pulmones ahora débiles, el pelo se le erizó en la nuca y escalofríos intensos recorrieron su cuerpo, un cuerpo que sentía un calor abrasador y un frío glacial al mismo tiempo.
El dolor traspasó músculos, huesos, pulmones y venas y llegó al corazón. Sintió que se le hacía trozos y que cada cierto tiempo uno de ellos se desmenuzaba, se disolvía, se partía, se hacía polvo y moría.
El dolor fue tan fuerte que un grito salió de su garganta, fuerte y prolongado, rasgando el aire que vestía su alrededor, de sangre y muerte. No pudo soportarlo, el dolor que le propiciaba aquella mano decidida, negra y oscura en su pecho le atormentaba más de lo que podía aguantar. Sauron apartó su mano del pecho de Aragorn.
Los ojos empezaron a cerrársele, ya casi no respiraba, iba a perder el conocimiento, las sombras que tenía delante se hicieron borrosas y confusas, las voces que oía desafinadas y lejanas, los latidos de su corazón se atrasaban en llegar cada vez más y calló al suelo de aquel valle sombrío.
Faramir se levantó, el cuerpo tendido de Aragorn en el suelo.
Cogió la espada que tenía a su lado, la espada negra del Señor Oscuro, aquel que había matado a su hermano, su capitán, aquel que había matado a su rey. Rabia apareció en sus ojos de agua.
Levantó el arma con fuerza. Gritó con furia y la clavó hondo, profundo, muy profundo, abriendo un nuevo agujero en la armadura negra de Sauron, en la parte trasera, en los riñones de su oponente.
Una risa oscura le congeló la sangre hasta llegar al corazón. Aquel al que había asestado se reía.
-¿Estas acaso buscando la muerte, querido Faramir? Permíteme que te la muestre.
-No será tan fácil acabar conmigo, hijo de Arathorn.- el cuerpo del Señor Oscuro se irguió, con toda plenitud, como si la espada que tenía en el pecho, entre pulmón y pulmón, atravesándole las costillas, no hubiera surgido efecto.
Aragorn abrió muy ampliamente los ojos, sorprendido, absorto, incrédulo, asustado, nadie hubiera sobrevivido a aquel golpe. Sauron acercó su mano al pecho, tembloroso de incógnita, de Aragorn, su mano de hierro y metal negro, fuerte y colérica y en un dedo un anillo. Se podían notar sus latidos al otro lado de la armadura.
Un dolor le inundó, un calor que le quemaba y abrasaba la piel tal como si fuera una verdadera llama incandescente aquella que tocaba su cuerpo. Un dolor que se le extendió desde el pecho hasta entrar en la sangre y fluir por sus venas y repartirlo por todas su células.
Respirar se le volvió difícil, el aire no le entraba en los pulmones ahora débiles, el pelo se le erizó en la nuca y escalofríos intensos recorrieron su cuerpo, un cuerpo que sentía un calor abrasador y un frío glacial al mismo tiempo.
El dolor traspasó músculos, huesos, pulmones y venas y llegó al corazón. Sintió que se le hacía trozos y que cada cierto tiempo uno de ellos se desmenuzaba, se disolvía, se partía, se hacía polvo y moría.
El dolor fue tan fuerte que un grito salió de su garganta, fuerte y prolongado, rasgando el aire que vestía su alrededor, de sangre y muerte. No pudo soportarlo, el dolor que le propiciaba aquella mano decidida, negra y oscura en su pecho le atormentaba más de lo que podía aguantar. Sauron apartó su mano del pecho de Aragorn.
Los ojos empezaron a cerrársele, ya casi no respiraba, iba a perder el conocimiento, las sombras que tenía delante se hicieron borrosas y confusas, las voces que oía desafinadas y lejanas, los latidos de su corazón se atrasaban en llegar cada vez más y calló al suelo de aquel valle sombrío.
Faramir se levantó, el cuerpo tendido de Aragorn en el suelo.
Cogió la espada que tenía a su lado, la espada negra del Señor Oscuro, aquel que había matado a su hermano, su capitán, aquel que había matado a su rey. Rabia apareció en sus ojos de agua.
Levantó el arma con fuerza. Gritó con furia y la clavó hondo, profundo, muy profundo, abriendo un nuevo agujero en la armadura negra de Sauron, en la parte trasera, en los riñones de su oponente.
Una risa oscura le congeló la sangre hasta llegar al corazón. Aquel al que había asestado se reía.
-¿Estas acaso buscando la muerte, querido Faramir? Permíteme que te la muestre.
