El Amor de un Amigo (II Parte)

Por: Fuu-chan y Dana Daidouji.

Disclaimer: Card Captor Sakura no nos pertenece de ninguna forma y bajo ningún concepto, sino esto lo hubieran visto como OVA's especiales ^_^

Capítulo VI: ¡¿Antojos?!

Tomoeda, días después...

Habían pasado ya aproximadamente seis meses desde que la pareja Daidouji-Hiragizawa comenzaron a vivir juntos. Ahora vivían en la residencia que el joven hechicero tiene en Japón, evocando el hermoso retrato de una pareja de recién casados... aunque no lo estaban, Nakuru y Spinel estaban más que encantados con su nueva 'ama', la cual era muy amable y cariñosa con ellos, los tres mantenían una relación muy abierta; incluso Spinel, que siempre se mantenía un poco distante de las personas a excepción de su amo, disfrutaba mucho compartir con Tomoyo, cosa que Eriol pudo notar enseguida, desde que ella llegó a la casa.

Hacía un frío tremendo la noche en que comenzaron los primeros síntomas de un precioso milagro de la vida. Tomoyo se movía de un lado para otro sin cesar, incapaz de conciliar sueño alguno, había algo que no la dejaba dormir... un antojo. Su compañero pudo notar la intranquilidad de su pareja y se levantó para preguntarle lo que le pasaba.

- ¿Qué sucede Tomoyo-chan?, ¿por qué estás tan inquieta? – preguntó el apuesto joven vestido con un pijama azul naval, un poco preocupado.

- No lo sé, es que no puedo dormir y... ¡me han dado unas ganas tremendas de comer mango! – respondió la joven mujer envuelta en un camisón blanco, empuñando con vehemencia sus manos al pronunciar la última frase.

- ¿Mangos?, ¿a ésta hora? – inquirió Eriol extrañado.

- ¡Sí, mangos!... ¿verdad que es extraño?... creo que no voy a poder dormir si no como uno de ésos – dijo Tomoyo.

- Bueno, si tanto lo quieres, haré hasta lo imposible por traértelos, sólo espera un poco – prometió él mientras pensaba: '¿En dónde se supone que encontraré mangos a ésta hora y en éste país?'.

- ¿Te había dicho alguna vez que eres adorable? – preguntó ella dulcemente después de besarlo con ternura.

- No, no me lo habías dicho – respondió él mientras tocaba con la punta del dedo índice la nariz de ella.

Así pues, Eriol se levantó completamente y cambió de ropa dispuesto a encontrar un par de mangos a como de lugar, sin sospechar lo ardua que sería su tarea.

Estuvo dando vueltas en su automóvil por largo rato pensando dónde rayos podría encontrar mangos en un país donde era completamente desconocida la existencia de dicha fruta y a semejante hora, hasta que catalogó como buena idea o más bien buen intento ir hasta la casa de Touya con la pequeña esperanza de encontrar un ejemplar de tan exótica fruta, pues recordaba que el prometido de Rika había llevado varios a la fiesta, y que Touya se había traído unos cuantos al país. Al llegar, tocó el timbre varias veces hasta que una adormilada voz proveniente del interior pedía de favor esperar un momento. Luego de algunos segundos de espera que a él le parecieron eternos, la puerta se abrió con un leve chirrido de bisagras.

- ¡Eriol-san!... ¿qué rayos estás haciendo a ésta hora aquí?... ¿ha pasado algo malo? – preguntó esto último con un tono preocupado el mayor de los hermanos Kinomoto.

- Tranquilo Touya-san, no ha pasado nada malo, sólo pasaba por acá para pedirte algo – respondió Eriol pasando al interior de la vivienda ante el gesto del dueño.

- ¿Para pedirme algo?... ¡vaya!... ¿qué se te ofrece? – inquirió el joven moreno con interés e incredulidad.

- Verás... necesito un par de mangos y pensé que tal vez tú todavía tendrías algunos – dijo el joven visitante dejando traslucir un poco de esperanza en su voz.

- ¿Mangos?, ¿y para qué?... si se puede saber claro – dijo Touya mientras se dirigía rumbo a la cocina para inspeccionar el refrigerador.

- Es que... a Tomoyo-chan de pronto se le ha antojado comer esa fruta y no puede dormir a causa de ello – explicó Eriol sin percatarse del posible significado de su respuesta.

- Ya veo... – dijo el joven Kinomoto un poco distraído – lo siento Eriol-san pero no tengo, mi padre debió haberse comido los que quedaban – informó a un desilusionado Eriol.

- Bueno, hiciste lo que pudiste y te lo agradezco, ahora será mejor que me marche, buenas noches y disculpa por haberte despertado – dijo el hechicero sinceramente mientras se dirigía a la puerta seguido por el joven moreno.

- No importa, espero que puedas encontrar lo que buscas – deseó Touya.

- Ojalá que así sea, con tu permiso – dijo Eriol mientras salía de la casa dejando nuevamente solo a Touya.

- ¡Un momento!... – se dijo el hermano de la ahora Maestra de Cartas Sakura – si mal no recuerdo, dijo que Tomoyo... tenía... tenía... ¡¿antojos?!... y si mi memoria no me falla, ésos dos han estado viviendo juntos por algún tiempo... aaaayyy chicos, no saben lo que les espera – finalizó con una sonrisa pícara mientras subía las escaleras rumbo a su habitación.

Hiragizawa seguía en su búsqueda, con los mismos resultados... nada. El pobre hombre estaba desmoralizado, él no podía llegar a su casa con las manos vacías, eso sería lo último que pasaría. De pronto recordó algo de sus clases de primaria: 'los mangos son frutas exóticas que se dan en climas templados como los que hay en América, es por eso que ahí abundan éstos árboles frutales, especialmente en Rivas – Nicaragua, donde puedes encontrarlos en cualquier parte'...

- ¡Eso es!... ¡viajaré hasta Nicaragua para buscar esos dichosos mangos!... aunque, no creo que a ésta hora hayan aviones disponibles con esa ruta... ¡rayos, tengo que pensar en algo y pronto! – hizo una pausa en su monólogo – ¡Lo tengo!... me teletransportaré hasta Rivas... esto de poseer magia tiene sus ventajas – dicho y hecho, estacionó el auto frente a su casa y desapareció.

América Central y del Caribe – Rivas, Nicaragua 6:00 PM...

Eriol estaba un poco asombrado... ¡eran las seis de la tarde del día anterior!, lo cual quiere decir que si en Japón eran las tres de la mañana del, digamos, martes... aquí eran las seis de la tarde del lunes, ¿increíble no?, ésos son los efectos de tener quince horas de diferencia. El joven hizo su aparición lo más discretamente posible, en aquellos momentos lo último que quería era causar pánico popular o algo similar. Nada más llegar, pudo percibir el provocativo aroma de la fruta característica del lugar, estaba en medio de un mercado donde pudo divisar lo que parecía una frutería, ya que no entendía lo que el anuncio que portaba quería decir porque estaba en español y para su desgracia él no entendía ni una pizca. Entró cuidadosamente al lugar y vio con gran alegría una cesta atiborrada de mangos, se dirigió hasta ella y tomó todos los que podían caber entre sus brazos, de pronto notó que alguien le hablaba.

- Buenas tardes señor... ¿necesita ayuda? – preguntó cordialmente un hombre de estatura media, moreno, de contextura robusta y cabello negro que seguramente era el dependiente.

- ... – Eriol se quedó en blanco, no entendía nada, pero seguro le estaban ofreciendo ayuda, guiándose por la expresión del señor, entonces pensó que antes de actuar como sordomudo mejor probaba con el inglés, tal vez sirviese de algo – yes, please... I want to buy all of these mangos – dijo él con un inglés impecable, después de todo es su lenguaje natal.

- ... – ahora era el turno del dependiente de quedarse alucinado, no entendió ni papa de lo que aquel elegante hombre extranjero quiso decirle, aunque sospechó que tenía algo que ver con la fruta que cargaba entre sus brazos mientras hacía malabares para que no se cayeran – I don't speak english – fue lo único que pudo decirle, recordando los lejanos días de escuela donde pudo aprender aquella sencilla frase.

- ¡Rayos... ¿ahora qué hago?! – pensó desesperado.

Pasaron como veinte minutos mientras Eriol intentaba decirle al dependiente que quería comprar los mangos, lo hizo en francés, portugués, ruso, latín, chino, japonés... pero nada, no hubo ningún resultado positivo, así que decidió aventurarse nuevamente con el inglés antes de considerar la idea de darse a la fuga con su preciosa carga, para eso, había depositado las frutas en el suelo.

- I – señalándose a sí mismo – want to buy – tomando todos los frutos del piso – all of these – finalizó señalando con su cabeza los mangos.

- Ah, creo que ahora sí entiendo lo que quiere decirme, usted quiere comprar los mangos – dijo señalando a éstos primeros y a Eriol después.

- Yes – dijo él mientras afirmaba con la cabeza y sentía que el alma le volvía al cuerpo.

- Pues bien... veamos... son 25 Córdobas  – informó el dependiente, luego de pesarlos cuidadosamente e introducirlos en una bolsa plástica.

- Wait a moment please – pidió Eriol haciendo señas de que esperara, mientras sacaba de su bolsillo una billetera donde, a parte de todas sus tarjetas de crédito, credenciales y documentos de identificación, lo único que pudo ver fueron Yens – he aquí otro problema – pensó cansado y después de pensarlo por un minuto, sacó 1000 Yens y se los entregó al dependiente, esperando que eso cubriera el precio.

- ... – fue lo único que pudo decir el señor moreno, comenzando a pensar que su 'cliente' le estaba tomando el pelo. Eriol notó esto y tomó la bolsa a la velocidad de la luz y en un descuido del señor, aprovechando que no había nadie más aparte de él en la tienda, desapareció.

De vuelta en Tomoeda – Japón, 3:45 AM...

Eriol al fin había llegado a casa, estaba feliz por haber cumplido su cometido, trayendo consigo  una bolsa repleta de unos apetitosos mangos. De inmediato entró a casa, subió las escaleras y se encaminó hasta su habitación donde seguramente Tomoyo estaba esperando.

- ¡Hola Tomoyo-chan!... ¿qué crees?... ¡conseguí los mangos! – Exclamó feliz.

- ¡Eriol-kun!... ¿sabes?... no sé cómo decirte esto pero... ya han pasado tres horas desde que te fuiste y... c... como no te llevaste el celular no pude avisarte que... que... c... cambié de parecer... ¡de pronto me dieron una ganas terribles de comer fresas!... pero no te preocupes... Nakuru fue a la cocina por ellas – dijo la chica apenada ante su novio.

En ése instante la identidad falsa de Ruby Moon hizo acto de aparición en la habitación con una taza hasta los topes de unas rojísimas y apetitosas fresas. El joven hechicero dejó caer la bolsa que traía y se quedó tieso cual piedra al escuchar las palabras de su pareja, después de tanto esfuerzo ahora resultaba que ella había cambiado de parecer, todo su ánimo se habían ido por el desagüe, aún no lo podía creer. La joven castaña entregó el plato a una expectante Tomoyo la cual comenzó a degustar los frutos rojos, sin embargo al ver aquellos hermosos mangos, sintió cómo de nuevo se le antojaban... era algo que ella no podía entender ni controlar, era espontáneo... el síntoma de algo mucho más grande.

- Pero ¿sabes una cosa? – Preguntó Tomoyo con una dulce sonrisa.

- ¿Qué cosa? – Dijo algo decepcionado.

- ¡Se me han vuelto a antojar los mangos!... ¡y de seguro estarán más ricos porque tú los trajiste! – Respondió ella con una sonrisa mientras se acercaba hasta él para darle un dulce beso en los labios, acto seguido tomó la bolsa, sacó un mango, lo peló y comenzó a comerlo con avidez a la par con las fresas.

- Después de todo, sí valió la pena el esfuerzo – pensó Eriol feliz al verla complacida, antes de irse a cambiar de ropa.

Dana-chan: Pobre Eriol-kun... Review onegai shimasu!