The Sword of Darkness



Capítulo III: "Ephel Dúath"



El salón del comedor era una gran habitación, rodeada de vitrinas con finas estatuas de porcelana y otros materiales, las paredes se adornaban por faroles de tenues luces, contrastando perfectamente con el acabado de oro de los candelabros, que iluminaban desde las alturas. El acabado dorado de las sillas, relucía ante el reflejo de la luz, al igual que las esquinas de la enorme mesa que se extendía a todo lo largo del cuarto. Distribuidos de igual manera sobre la mesa, se encontraban hermosas vajillas de oro, platos, cubiertos y copas estaban dispuestas para la cena...lo que más gustó a los invitados fue el banquete, exquisitos platillos habían sido preparados por los mejores cocineros del reino, gracias a las ordenes del rey, lo mejor para sus invitados...

Yamatto y Taichi, veían la cena asombrados, sus ojos irradiaban un gran resplandor, en su vida habían visto tanta comida junta, ni tampoco platillos más deliciosos. A los dos se les habían dispuesto ropas que solo podían ser usados por la realeza, azules escarlata, con adornos dorados, y con nuevas fundas de espada, adornadas de metales preciosos y labradas por los mejores artesanos, en realidad parecían caballeros del rey.

El los observaba con una sonrisa en el rostro, le recordaban a si mismo cuando era joven.

Los tres tomaron asiento, pero no empezaron a comer, esperaban a algunas personas. El rey quería presentarlos ante algunos de sus mejores caballeros, algunos de sus consejeros, y a su hija. Nada mejor que hacerlo durante la cena...

A los pocos minutos, las puertas se abrieron dando paso a un desfile de hombres venerables, algunos de ellos jóvenes, solo unos cuantos años mayores que Taichi y Yamatto, otros, personas mayores, adornados por largas barbas blancas, e hilos de plata en su cabeza. Iban ataviados con los trajes tradicionales de consejeros, con grandes túnicas, y listones dorados en sus cinturas, los caballeros, iban casi iguales a los invitados, solo que con una banda que les atravesaba desde el pecho a la cintura.

Todos ellos pasaron inclinándose hacia el rey, y tomaron asiento a lo largo de la mesa. Solo una silla quedó desocupada, al lado del rey. En ese momento, las puertas se abrieron de nuevo, dando paso a la persona que hacía falta, la princesa..

Todos quedaron asombrados, era una mujer sumamente hermosa. A su paso, dejo un camino de un delicado aroma, que refrescaba el ambiente. Todos los presentes se levantaron, e hicieron una profunda reverencia, Yamatto y Taichi los imitaron.

Todos se volvieron a sentar, cuando la dama tomo asiento.

-Oye Matt- dijo Tai, en un susurro solo perceptible para su amigo -¿Esa es la chica de la que me hablaste?-

-Si -respondió con una linda sonrisa- ¿Que te parece?-

-Jamás había visto a una mujer tan hermosa. Buena elección...-

-Señores- empezó a decir el rey- estamos reunidos esta noche, para dar la bienvenida a dos soldados de nuestro reino, dos jóvenes que a pesar de su edad, han demostrado ser dignos de altos honores, caballeros, Yamatto Ishida, y Taichi Yagami-

Todos los presentes voltearon a ver a los jóvenes nombrados. Al ser blanco de las miradas, los dos chicos de sonrojaron, solo acertaron a inclinar un poco la cabeza.

-Esta cena es en su honor, esperando que acepten mi propuesta, jóvenes, sean bienvenidos a nuestra mesa.-

El rey levanto su copa en lo alto, siendo seguido por los demás, un juego de luces alumbró la habitación.

Después de un rato, sirvieron la comida, los presentes dieron las gracias y dieron rienda suelta a sus mandíbulas. Taichi tomo una pierna de cordero, iba a darle una gran mordida, cuando Yamatto tomo su brazo y lo detuvo.

-Tai, estamos en un castillo, debes mostrar un poco de cortesía, usa tus modales...-

-A si, lo siento.- Taichi tomó los cubiertos y comenzó su comida decentemente.

-Increíble- pensó Yamatto.

El mismo iba a comenzar a comer, cuando sintió una mirada penetrante que estaba sobre el..miró a su alrededor, todos los presentes platicaban entre si, inmiscuidos en sus propios asuntos.

Por la esquina de su ojo izquierdo, alcanzó a ver una sombra que se movió en una de las puertas...pero al voltear ya no pudo ver nada. Un poco confundido, volvió a mirar al frente, solo para encontrarse con una mirada que esta vez si le era conocida...unos lindos ojos color miel lo veían.

El se quedó petrificado, se puso muy nervioso, la chica que le gustaba lo veía, ¿Que debía hacer?. Antes de que se le ocurriera algo, la princesa le regalo una dulce sonrisa, dándose cuenta de el nerviosismo que el poseía. Al principio se sorprendió, pero después dándose cuenta de lo que pasaba, le lanzó una sonrisa coqueta, llena de galantería.

La cena fue muy amena y divertida, algunos caballeros se acercaron a los jóvenes, iniciando una conversación acerca de sus viajes, o las aventuras que habían pasado a lo largo de su vida.

Al fin, el rey se levantó, señal de que la cena había llegado a su fin, los demás también se levantaron de sus asientos, y desfilaron hacía la salida, haciendo reverencias al salir.

Su majestad y la princesa, se quedaron en el umbral de la puerta, despidiendo a sus invitados. Yamatto y Taichi quedaron hasta el final. Al llegar a la puerta, se detuvieron.

-Esperamos que la cena haya sido de su agrado-

-Gracias por todo su majestad, su generosidad es grande.- dijo Taichi

-Disculpen mi descortesía, en la cena no tuve la oportunidad ya quería que fuera algo más propio...caballeros, tengo el gusto de presentarles, a la persona que alegra mi existencia todos los días, mi hija, la princesa Mimi Tachikawa.-

Mimi hizo un ademán con la cabeza, y sonrió, los dos jóvenes se inclinaron, y besaron su mano con delicadeza.

-Innumerables veces se han oído nombrar en este castillo, son personas de alto prestigio caballeros, es un honor el poder conocerlos- la princesa por fin había pronunciado algunas palabras, su voz era suave y melodiosa.

-El honor es nuestro, su belleza es suficiente para satisfacer a un corazón agotado.- Taichi estaba inspirado.

-Bueno, sus habitaciones están dispuestas, descansen bien está noche, y reflexionen. quiero su respuesta mañana por la mañana.-

-Si su majestad-

-Pasen buenas noches.-

Los chicos se despidieron, y caminaron solos por el pasillo, ya sabían en donde iban a quedarse.

-Bueno, mañana será un gran día..- comento Yamatto.

-Entonces ya has tomado una decisión ¿cierto?-

-Si, desde está tarde.-

-Tienes buenas razones... yo aun no lo se, no soy tan bueno como tu, y tal vez no logre nada más que quitarle a alguien más un lugar que podría ser de utilidad.-

-El rey te escogió a ti especialmente, es porque eres digno del puesto que se te otorga..Tai, esta es nuestra oportunidad, no la desperdicies, piénsalo bien amigo.-

Los dos se separaron, entrando cada quien a su habitación. Para Taichi sería una larga noche.

Yamatto salió un momento al balcón, y se quedó admirando por largo tiempo el cielo estrellado...al fin estaba donde había deseado de niño, su sueño, siempre había sido estar en aquella gran construcción, y poder formar parte de la compañía del rey...y de alguien más que la del el.

En ese mismo momento, esa canción que había escuchado apenas esa tarde, comenzó a sonar... pero no alcanzó a ver a la persona que la interpretaba.

Escucho por largo rato la melodía, hasta que por fin, siendo arrullado por su dulce sonido, cayo en un profundo y tranquilo sueño.

La luz de la mañana, despertó a Taichi, se había quedado pensando hasta altas horas de la noche, en todo lo que podía suceder si decidía ir. Encontró varios puntos en contra, su oponente decidiría su destino si el perdía...¿y si escogía su muerte?, el no quería morir aun, todavía no había conocido el verdadero amor, además de que quería formar una familia, y no podía abandonar a su hermana, el había prometido que la entregaría ante el altar...no tenía grandes oportunidades de ganar, su técnica era más bien dedicada a la defensa, no al ataque, eso no serviría de mucho ante los mejores espadachines de otros reinos, su amigo tendría más oportunidad, el solo serviría de estorbo...

Sin embargo, pensó en todos los beneficios que podía obtener, sería reconocido en todo el mundo, además de las grandes recompensas que recibiría por ganar honor tan importante, su familia estaría orgullosa, y nada más que eso lo haría feliz.

¿Porque no intentarlo?...después de todo no estaría solo, tendría el apoyo de su amigo, y el del rey también.

Su decisión estaba tomada, participaría en el torneo, y haría su mejor esfuerzo.

En ese mismo momento, las trompetas sonaron a lo lejos, el reino por fin había despertado. Y era tiempo de que el también lo hiciera.

En poco tiempo, el ya se había aseado, y vestido, salió de su habitación, encontrándose con su amigo.

-Ya te habías tardado.- recrimino el rubio

-Lo siento...estaba pensando-

-¿Y?, ¿Que decidiste?-

-Amigo, puedes contar conmigo-

Yamatto sonrió, estaba feliz, podría compartir otra aventura con su mejor amigo, para así, poder relatarlas juntos en el futuro.

Los dos se dirigieron al salón del trono, en donde seguramente estaría el rey.

Pasaron inmediatamente, ya que su presencia había sido requerida desde hacía unos minutos.

-¿Y bien?- el rey fue directo al grano

-Su majestad, esta a sido una decisión realmente difícil...sin embargo, mi amigo y yo estamos completamente a su servicio.- Yamatto respondió, muy seguro de sus actos, y de que los dos habían tomado el camino correcto.

Una sonrisa provino de los labios del rey, se levanto de su trono, y avanzo hacia ellos, recargando sus manos en el hombro de cada uno de los chicos.

-Hijos míos, esta acción es la mas noble de todas, ustedes, son dignos del reino de Argorlad.- Los miró a los ojos, con gran respeto, pronunciando esas palabras tan conmovedoras. -¡La decisión está tomada entonces!, ¡Que preparen los caballos y las armaduras, las espadas y los escudos, partiremos a la caída del sol!-

En ese momento, de la nada aparecieron varios sirvientes, todos ellos se arremolinaron al rededor de los chicos, comenzando a tomar medidas, y a hacer anotaciones.

-Sus caballos están siendo preparados para el viaje, nos tomara menos de dos días el poder llegar a nuestro destino.-

-Por cierto su majestad, ¿En que reino es el torneo?- preguntó Yagami intrigado.

-Este torneo se realizara en Ephel Dúath.-

-¿Ephel Dúath?, ¿Porque en ese lugar?-

- No lo se, pero ahí es adonde fuimos convocados.-

Matt y tai se miraron mutuamente, hacía mucho tiempo que habían visitado esa región, era oscura y tenebrosa, una pequeña ciudad, muy pocas veces iluminada por la luz del sol. Ciudad de sombras, y de desventuras, sus alrededores estaban cubiertos por bestias salvajes, no normales, sino bestias que encarnaban a los mismos demonios.

-Hubiéramos preguntado en que lugar era antes de aceptar...-le dijo Taichi en voz baja, sin que los sirvientes dejaran de hacer su trabajo.

-Ya no hay opción, tenemos que ir...aunque esa ciudad me trae malos recuerdos...-

-Si lo se, en esa ciudad fue en donde tu padre cayó en batalla ¿cierto?.-

-Si, fue en ese lugar...- le dijo a Taichi.- Y en ese mismo lugar fue en donde encontró su desventura- pensó Matt, ese lugar era muy conocido para el y su familia, al igual que para la familia de Taichi, ya que ahí habían muerto los dos progenitores de los chicos. Yamatto suspiró, recordando el nombre que muchos le daban a ese lugar.

-Ephel Dúath...las montañas de la sombra...-



Continuara...



Hola!!!!! ¿Que tal este capitulo?, digamos que es un momento de paz en el reino, pronto se iniciara el viaje a el reino, quien sabe a que nuevas aventuras y retos se tendrán que enfrentar nuestros amigos, los combates empezaran a aparecer, y nuevos secreto serán revelados. No se decepcionaran si gustan de la aventura.

Gracias por seguir la historia!!! ^o^

Tiffany Dincht.