The Sword of Darkness

Capitulo XV: "La ayuda de mi hermano"



Koushiro Izumi se encontraba sentado en una mesa frente a su oponente en el ajedrez, pensando cuidadosamente cada uno de sus movimientos. Aquel joven de lentes era el unico lo suficientemente audaz como para desafiarlo a ese juego, y si habian de ser sinceros, no lo hacia nada mal.

Joe Kido miraba distraidamente el tablero mientras el pelirrojo analizaba su proximo movimiento. En ese lugar, no habia nada mejor que hacer, no podía salir del castillo, ya que debía acudir inmediatamente, si el rey solicitaba su ayuda.

-Escuche que Yamatto tiene una pelea hoy.- comento Izzy, después de hacer un inteligente movimiento.

-Asi es, su oponente viene de Asgard, y por lo que e oido, no es un chico de capacidades despreciables. Su nombre es Michael. Y es un gran amigo de nuestro país.-

-Si, eh escuchado de el, la princesa lo tiene en un muy buen concepto.-

-Eso me sorprende mucho- Joe levanto los ojos hacia su oyente, mientras acomodaba sus anteojos -Estuvieron comprometidos desde su nacimiento.-

-¿En serio?-

-Si, pero el compromiso fue desecho hace poco tiempo, causando un rompimiento en las buenas relaciones que manteniamos con el reino.-

-Eso es muy extraño.-

-Lo se, jamás supe las verdaderas razones para que eso sucediera, supongo que han de haber tenido algunas fricciones privadas-

-¿Eso fue hace mucho tiempo?-

-No, solo hace algunos meses.- el hechicero se quedo pensando, buscando en su memoria algunos detalles que pudieran ser de interes. -Ahora que lo pienso bien, fue pocos días después de que llegara la invitación a este torneo.-

-¡Que curioso!- exclamo Izzy, parecia que tenía algunas sospechas, que involucraban aquellos acontecimientos.

-¿Que es curioso?-

-Nuestras relaciones con Ningloron se rompieron después de la decición de realizar este torneo.-

-¿Era una alianza importante?-

-Involucraba al futuro poseedor del trono.-

-¿Eso significa que...?-

Izzy asintió con la cabeza. -Rompimos convenios con la prometida de el principe Shinishi Tachikawa. En estos momentos estariamos gozando de un nuevo reinado, y de una nueva adición a nuestro territorio.-

-¿Era un compromiso importante?-

-No sabria decirtelo, su país no cuenta con muchas tierras, ni tampoco con grandes riquezas en ninguno de los recursos, lo unico talvez destacable, era su fuerza militar. Han ganado varias guerras. No de gran importancia, pero no es de despreciarse.-

Un silencio abarroto la habitación. El debil susurrar del viento se podía escuchar atravez de la ventana abierta, mientras movia en una lenta danza, a las cortinas de seda purpura. El juego continuo, hasta que quedaron ya pocas piezas en el tablero.

-Es algo extraño el que nuestros paises hallan terminado asi de repente todas las relaciones que habían guardado por tanto tiempo.- Izumi seguia pensando en aquel asunto, que le habia llamado la atención tan profundamente.

-Tal vez sea solo una coincidencia-

Koushiro levantó sus ojos hacia Joe, mostrando un brillo en ellos, que se le observaba muy pocas veces.

-Yo no creo en las coincidencias- dijo en un tono serio y profundo, poco caracteristico de su juvenil voz. -Jaque Mate- exclamo antes de levantarse de su asiento, y marcharse de la habitación, dejando a un Joe pensativo, en la tranquilidad de la soledad.



Yamatto Ishida admiraba a contraluz el brillo de su espada, mientras pasaba un paño humedo por sus bordes plateados. Había pasado gran parte de la mañana empeñado en esa tarea, pensativo ante la nueva batalla que libraría a primera hora de la tarde.

Taichi Yagami estaba sentado frente a el, en silencio, solo observando atentamente, aquella acción que desenpeñaba su amigo tan cuidadosamente. Habían estado sin cruzar palabra alguna desde que se sentaron en aquel lugar.

-¿Sabes quien es tu nuevo oponente?- preguntó Taichi, sin apartar sus ojos de la espada que Matt sostenía entre las manos.

-Me parece que se llama Michael.-

-A si, ya lo recuerdo ¿Que piensas de el?-

-Nada, no todavia. No me gusta formar juicios antes de tiempo. Podría formular una teoria erronea, y eso me perjudicaría mucho.-

-Ah, ya veo.-

Tai recargó su cabeza en el respaldo de la silla, guiando su mirada hacia el cielo. A pesar de que era de mañana, el cielo se veía gris, apunto de descargar su furia ante aquel desdichado país. Observo tambíen a la torre negra. Su aspecto le desagradaba profundamente. Si el gobernara aquel lugar, ya abria hecho algo para arreglarla. Pensaba talvez que una de las soluciones seria recubrirla toda de marfil ó de perla, convirtiendo esa estaca negra, en la reluciente torre blanca de Ephel Dúath.

-Eso costaría mucho trabajo.- se dijo a si mismo en voz baja. Y sin embargo, penso después, en algo que sería aun más complicado... estar al lado de la chica que el amaba.



La tarde llegó rapidamente. Mientras el sol se empezaba a ocultar en el horizonte, la actividad en la ciudad apenas comenzaba.

En las calles, abundaban las personas, que caminaban apresuradamente hacia el lugar en donde se realizaría el próximo combate.

Las conversaciones hacerca de ese tema no se hacían esperar, sobre todo en los labios de las jovenes.

Entre ellas discutian constantemente, eligiendo a su favorito. Las chicas se dejaban guiar más en el aspecto de los combatientes que en sus propias habilidades. Los dos chicos tenía nuevas admiradoras incontables, que irian a apoyarlos, de la mejor manera posible.

Esta vez, y no como en otras ocaciones, el numero de apuestas se inclinaba más a favor del caballero de Asgard. Todos pensaban que el tenía más posibilidades de triunfar, ya que además de ser un caballero, era el futuro heredero al trono en su reino. Las chicas en cambio estaban del lado de Matt, ya que pensaban que era mucho más atractivo y encantador. Todas ellas iban a apoyarlo.



Michael mientras tanto, se encontraba en uno de los jardines, meditaba un poco, como cada vez antes de salir a combatir. Pensaba detenidamente, en lo que obtendría si acaso llegara a ganar aquel torneo. Para empezar, si le ganaba a aquel chico con el que estaba a punto de pelear, ganaría de nuevo el respeto del rey de Argorlad, y con ello, talvez la mano de la princesa.

Se le hacia algo injusto el que su compromiso hubiera sido cancelado. Por mucho tiempo habia planeado la boda, y hasta había empezado a hacer planos del castillo al que los dos se mudarían.Y de un momento a otro, todo habia pasado a la historia.

El amaba a Mimi Tachikawa, y aunque sabía que el sentimiento no le era correspondido en una medida tan grande, se habia decidido a convertirla en su esposa apesar de lo que dijera. Sabía que con el tiempo, ella aprendería a quererlo. Un año encerrada en el castillo, mientras esperaban a su primogenito, sería suficiente.

Por ello no podía perder. Su destino, como el pensaba, era estar al lado de la princesa, formando con ella, una vida feliz juntos.



A las afueras de la arena de combate, lejos de los ojos de cualquier ser viviente, se encontraban dos sombras, que se escondian en aquel lugar de los comentarios de la gente de la nobleza. En los ojos de los dos se reflejaba un sentimiento, que irradiaba pasión a más no poder. Dulces palabras de cariño se recitaban los dos amantes, mientras estrechaban sus manos, sin el deseo de la separación. El combate estaba a punto de comenzar, y el momento de alejarse el uno del otro, había llegado, muy a su pesar. Mimi Tachikawa rodeo con sus delgados brazos el cuello del rubio, causando un leve sonrojo en sus mejillas.

-Mucha suerte Matt, cuidate mucho.- sus ojos no se veían del todo contentos. Jamas estaría tranquila, sabiendo que su nuevo amor, se encontraba peleando, y que podía encontrar la muerte en cualquier momento.

-No te preocupes- contesto el nombrado, mientras apartaba suavemente a la princesa, y la miraba a los ojos. Sin atreverse a tocarla.

Ella solo sonrió, se apartó de su lado, y se alejó a paso lento, saliendo por una de las puertas traseras, casi segura de que nadie la observaba, y sin embargo seguida sin que se diera cuenta, por unos hermosos ojos azules.



-Oye Mimi...- escucho la princesa mientras caminaba por el pequeño jardin, atravezando el castillo para llegar a su habitación. Volteo hacia arriba, y descubrio entre las ramas de los arboles, a un chico rubio, sentado en un grueso tronco mientras jugueteaba con algunas hojas doradas que habia arrancado.

-Hola Michael.- contesto ella, contenta de por fin encontrarse con su amigo. No lo habia visto desde aquella vez en el comedor.

El nombrado descendio de el arbol de un agil salto. Poniendo una gran sonrisa en su rostro.

-¿Porque no platicamos un rato? Hace mucho que no nos vemos, debes tener muchas cosas que contar ¿no?-

-Pero, tu pelea va a comenzar pronto. ¿No deberias estar ahi en este momento?-

-Si, pero primero quisiera hablar contigo.-

-Esta bien.- los dos se sentaron bajo el frondoso arbol, esperando de el un poco de refugio de el frio clima.

-Y ¿como has estado?- dijo Mimi, tratando de romper un poco el silencio que se empezaba a crear a su alrededor.

-Mi padre se a puesto muy exigente conmigo, se la pasa recordandome mi futuro puesto y todas las responsabilidades que debo de cumplir.-

-Mi padre tambien me lo recuerda todos los días.-

-¿Sabes algo? desde hace algunos meses e estado tratando de convencer a mi padre que reanude las relaciones con Argorlad.-

-Sería algo fantastico.-

-Claro, pero que todo fuera como antes.-

-¿A que te refieres?-

-Mimi, ¿no quisieras que la propuesta de nuestro compromiso siguiera en pie?-

Ella se quedo callada, quería mucho a Michael, pero no lo quisiera tener como esposo.

-Imaginate, en estos momentos ya estariamos juntos en nuestro castillo, esperando a nuestro primogenito.-

-Michael, tu eres una persona muy importante en mi vida, te conozco desde hace mucho tiempo, y te quiero mucho, pero...la verdad no se si quiera permanecer el resto de mi vida a tu lado, de esa forma.-

-Sabes que yo podría darte todo lo que desearas, a mi lado no te faltaria nada.-

-Lo se, pero tu sabes que eso para mi no es importante.-

-Entonces prefieres a un pobre soldado de clase baja.- en su varonil voz se notaba un tono de sarcasmo, celos y enojo mezclados.

-¿Porque lo dices?-

-¡Vamos Mimi! ¡No puedes engañarnos todo el tiempo! ¡por lo menos no a mi!- Michael comenzaba a alterarse -¡¿Crees que no me e dado cuenta de las cosas?! ¡¿Me crees tonto?! ¡Si lo sospeche desde el principio, el como le sonreias, el como te miraba!-

-¡Michael, calmate, no se de que me hablas!- en la voz de la princesa se empezaba a dar un tono temeroso.

-¡¡Dime la verdad!!- Michael la tomo de los hombros, y la sacudio con fuerza de un lado a otro, sin la mas minima muestra de delicadeza.

-¡Dejame!- gritó ella, tratando de ganar su compasión.

-¡¿Que tienes que ver con el?!-

-¡Eso no te importa!-

-¡No puedes librarte de mi tan facilmente Mimi! ¡yo soy tu destino! ¡y no puedes hacer nada para cambiarlo!-

-¡Nunca me veras como tu esposa!-

Estas palabras hirieron a Michael, dandole en lo más profundo de su ego.

-Ya veremos si dices lo mismo cuando acabe con tu querido caballero-

-¡No puedes vencerlo!-

-Puedo y lo hare. Cuando lo mate, tu padre vendra corriendo a rogar que regrese contigo-

Michael puso una sonrisa sadica en su rostro, mientras reflejaba en sus ojos maldad en estado puro. Soltó a la princesa, y se alejó con paso engreido, en dirección al estadio, donde empezaria pronto, su combate con Yamatto.

Mimi se quedo atonita ante el arranque de celos de Michael, jamas lo habia visto enojado de aquella manera, y mucho menos lo habia visto formulando una amenaza de muerte. Cuando salio de su estado de shock, salio corriendo al castillo rapidamente.



Los gritos euforicos de las chicas no se hicieron esperar al ver al participante rubio que caminaba hacia el centro del gran coliseo. Yamatto no se hacia del rogar, lanzando un saludo a sus admiradoras con galanteria.

El rey de Argorlad observaba divertido el espectaculo que su caballero estaba dando a las chicas, olvidando por unos momentos los futuros planes que tenía en mente para el.

Michael llego a la arena sumamente agitado, apenas abrochando su espada a su cintura, y acomodando su cabello detras de su oreja. El fue recibido también de buena manera, por parte de las chicas, y las personas que habian apostado a su favor.

Se paró al lado de Yamatto, y miro hacia el palco del rey. Este se levanto de su asiento y comenzo a dar la bienvenida a los espectadores, con su voz seguida por el eco.

Mimi llegó en ese momento, sin hacer ningun ruido, del brazo de Taichi. Tomaron asiento al lado de Sora, y fijaron su vista en los dos rubios parados en medio del estadio. Los dos se veian algo preocupados. Taichi especialmente clavaba sus ojos nada amistosos en el caballero de Asgard. Ya estaba enterado de lo sucedido.

Michael miraba con ansiedad a su oponente, imaginaba sus palabras, al momento de dictaminar la sentecia de muerte. En ese momento, verlo derrotado a sus pies se habia vuelto su máxima prioridad.

Yamatto volteo a verlo distraidamente, encontrandose con esa fria mirada. La actitud de aquel chico era inexplicable, iban a pelar era cierto, pero la actitud de odio que mostraba hacia el era irrelevante.

El rey termino con su bienvenida, siendo seguido de una gran ovación por parte del publico. Los dos caballeros se colocaron en su lugar, y el combate dio comienzo, después de el estruendoso grito del gobernador.

Un silencio se sucedio a esta explosión de clamor. El publico estaba intrigado, ya que ninguno de los chicos se habia movido.

Se veian a los ojos mutuamente, tratando de descifrar el pensamiento de el contrario. Yamatto se preguntaba una y mil veces el motivo por el cual el rubio frente a el lo veia con tanto odio. Michael desfundó su espada y con asombrosa rapidez se lanzo en contra de su oponente.

Matt logro esquivar el golpe a duras penas, sin siquiera tener tiempo para el contrataque. Los ataques de Michael eran sin duda lanzados para matar.Yamatto podía esquivarlos, fruto de gran esfuerzo. El lanzaba sus ataques, pero siempre eran evadidos, sin ningun problema.

¿Que estaba pasando? Lo que el hacia debía tener algun resultado, él era muy rápido, y aun así no lograba acertar en el blanco. ¿Que clase de técnica utilizaba aquel muchacho?

-Esa pregunta es muy sencilla.- exclamó Michael, viendo maliciosamente a su contrincante.

-¿Que?- dijo Yamatto asombrado ¿Como podía saber lo que estaba pensando?

-Pense que habias conocido a muchas personas en tus viajes, pero perece que no le tomaste mucha importancia a la gente de Asgard.-

-¿Porque lo dices?-

-Somos los decendientes de los dioses, una raza superior bendecida por sus dones...Nosotros tenemos la habilidad de leer la mente en la pelea si asi lo deseamos.-

-¿La raza de Asgard?- pregunto Matt un poco incredulo de el origen de aquellos hombres.

-Asi es. ¿Sabes lo que eso significa Ishida?...Significa que tu no puedes vencerme. Puedo saber tus movimientos antes de que los hagas, y ahora se tus técnicas completamente. No hay forma en que puedas vencerme ahora.

Michael se lanzó al ataque de nuevo, disfrutando cada vez más su encuentro con el otro rubio. Su espada choco contra la suya, ejerciendo fuerza sobre ella, mientras Matt ejercia resistencia.

Michael acerco su boca a su oido, y le susurro algunas palabras maliciosamente.

-Cuando gane esta batalla, vas a rogar para que no te mate. Entonces Mimi será mia.-

Yamatto se quedo estupefacto ¿Que tenía que ver Mimi en esa pelea?

-No soy tonto- contestó Michael- Se lo que hay entre los dos. Se a lo que quieres llegar con ella.-mientras hablaba soltó una carcajada burlona- Mirate bien. ¿Que futuro le podrías ofrecer? Es una princesa, y tu eres un simple soldado, jamás podrías darle todos los lujos a los que ella esta acostumbrada. ¿Crees que te va a seguir queriendo cuando se acaben tus bienes? ¿Que te va a ser fiel mientras tu sales a combatir?, o si te va muy bien ¿Que mereces el trono de Argorlad cuando lo podrías llevar al fracaso? Los gobernantes son sabios y nobles, y sabes que tu no tienes ninguna de las dos...piensa bien Yamatto ¿eres digno de ser el rey?-

Yamatto se quedó callado. Jamás había pensado en eso de ser rey. Para él, el gobernante de un país, debia provenir de la nobleza, debia ser fuerte, sabio, poderoso y benévolo. Michael talvez tenía razón. ¿Que podía ofrecerle a su reino? Por su sangre corría la historia de la traición y la venganza. Si su padre se había vuelto en contra de su reino. ¿Era él, la persona apropiada para gorbernar a los Argorlianos? No sabía. Lo que le habia pasado a su padre, le podía ocurrir a él también.

Michael no puso mucha atención a los pensamientos de su contrincante, estaba en su propio mundo, imaginando a el chico vencido, y él, reclamando la mano de la princesa. Si, él llevaría a Argorlad hasta su mayor esplendor, bajo el método que fuera. Siguió atacando sin compación. El filo de su espada pasaba rozando a penas por la rojiza piel de Matt. Su ropa ya tenía algunos rasguños, y su cuerpo, con varias heridas sangrantes, no tardaba en sucumbir.

En el palco, sus amigos miraban la pelea con desesperación. Esta vez Joe Kido los observaba desde el mismo lugar que el rey. Se mordía el labio inferior en preocupación, y acomodaba sus lentes constantemente.

-Debí haberle advertido a Matt sobre las capacidades de este chico.- se reprendió a si mismo en voz alta.

Sin querer, ya que estaba inmiscuido en la pelea, Taichi Yagami había oido sus palabras. Volteó a ver al hechicero, y le lanzó una mirada amenazante.

-¿Tu sabías acerca de su poder?- el joven castaño era en realidad muy perceptivo. Además de que gracias a su agudo oido había podido escuchar la platica de los combatientes en su totalidad.

-Si-

-¿Porque lo dices hasta ahora?-

-Yo pensé que el sabía acerca de ese don.-

-¿Que te hizo pensar eso?- Tai comenzaba a perder la paciencia.

-Es el hijo de una mujer de Asgard.-

-¡Es cierto! ¿Como pude olvidarlo? El también podría leer sus movimientos...Pero que yo sepa jamás lo puso en practica. Me temo que ni siquiera conocia su existencia.-

-Es una mala noticia. La única forma en que el puede ganarle, es utilizando la misma tecnica.-

-Ojala y se de cuenta a tiempo- suspiró Taichi, regresando su mirada hacia la arena de combate.

Yamatto sostuvo su brazo izquierdo con dolor. Un golpe de la espada de Michael lo habia alcanzado inesperadamente. Le causaba sufrimiento indescriptible, pero no podía darse por vencido, sería un acto de suprema cobardía. Tenía solo dos salidas, ganar el combate, o morir en el intento. Y la segunda opción no era de su agrado en lo más mínimo. Debía ganar. Pero primero debía idear una manera de hacerlo

Michael conocia sus movimientos, así que ninguna de sus tenicas, serviría en su contra. O peleaba sin pensar, ó inventaba una nueva técnica de la nada. ¿Cual era su mejor opción? Ninguna.

Por primera vez desde que había empezado con sus combates, se sintió desesperanzado. ¿Cual era su posibilidad de ganar en aquellas circunstancias? No habia previsto esos poderes en su oponente. ¿Como iba a saber que la gente de Asgard tenía tal poder?

-La gente de Asgard tiene poderes ocultos Yamatto- era la voz de su madre. Un recuerdo llegó a su mente, en un recuento del pasado.

En una casa espaciosa, al lado de una gran chimenea con brasas ardiendo en su interior, en medio de un blanco invierno, pasaban las festividades de ese tiempo, una mujer y sus dos pequeños hijos. La mujer era hermosa, su rubia cabellera atada en una larga trenza desendia sobre su espalda, sus ojos azules como el mar reflejaban dulzura al contemplar a sus dos pequeños, a su imagen y semejanza, jugando con espadas de madera. Su caracter era como el de su padre, audaz, valiente y energico, demostrado en esos juegos infantiles. Uno de los niños rubios cayó al piso, soltando su espada, que rodo por el piso a unos pasos de el. Mientras tanto, el otro, sonrió triunfalmente, apuntando con su arma al pequeño que yacia en el piso indefenso. La mujer iba a regresar a su trabajo de costura, cuando escucho leves sollozos. -Takeru no seas lloron- recrimino su hermano mayor, bajando su espada, y poniendo una cara de disgusto. -Es- Es que yo...- la casa se llenó por completo de los agudos chillidos del niño, mientras gruesas lagrimas resbalaban por sus mejillas rojizas. La madre sonrio maternalmente, y se encamino hacia su hijo menor, recogiendolo de el piso entre sus brazos, y guiandolo a su pecho, para tratar de consolarlo. El chico de seis años miraba como su madre consolaba al pequeño de tres, que balbuceaba algo de nunca poderle ganar a su hermano mayor. Con cara de fastidio el rubio solto su espada en el piso, y fue a arrodillarse frente a su madre, que ya se había sentado en el amplio sillon, con Takeru aun en brazos. -No deberias ser tan duro con tu hermano.- dijo la mujer con tono dulce. -Es un llorón, así nunca lograra ser un caballero.- -El no quiere ser un caballero.- A Takeru jamás le habían gustado las peleas, y lo habia demostrado hacia algunos momentos. En cambio, para Yamatto eran una obseción incontrolable. ¿Que podía decir? Deseaba ser tan bueno como su padre. El era su ídolo, su heroe. Los sollozos de Takeru se detuvieron, cuando el pequeño calló en un profundo sueño, a causa de el calor y la confianza que le infundia la cuna maternal. Matt se sentó en el suelo, admirando la linda cara de su hermanito, a la debil luz del fuego. Parecia un pequeño querubin, cansado por los juegos vespertinos. Quedaban solo unos cuantos rastros del llanto en su rostro angelical. -¿Usted cree que pueda llegar a ser un caballero tan bueno como mi padre?- preguntó el joven Ishida a su progenitora. -¿Porque quieres ser un caballero?- -Quiero pelear para protegerla a usted y a mi hermano, además me gustaría mucho conocer al rey. ¿Puede imaginarselo? Estaría en la corte, y después iria a combatir a muchos lugares, conoceria el mundo y...- -La guerra no es una cosa tan maravillosa Yamatto, pelear con alguien no es el mejor camino. Puedes perder todo lo que tienes en solo un instante.- -Por eso voy a ser el mejor, ya verá, no tendrá que preocuparse ya de nada cuando este en la mesa del rey, con una espada plateada en mi costado, y una banda azul sobre mi pecho..- La mujer suspiró al escuchar los deseos de su primogenito. Siendo ella su madre, debía apoyarlo en lo que el eligiera. -Estoy segura que llegaras a ser un gran guerrero Yamatto. Tienes muchas habilidades para la batalla. Talvez no lo sabías, pero yo deciendo de una de las razas nacidas para la batalla por naturaleza.- su madre le había guiñado un ojo, como presumiendo un secreto. -La gente de Asgard tiene poderes ocultos Yamatto- hizo una pausa -Y siendo tu uno de ellos, podrías llegar desarrollarlos.-

Las ultimas palabras de su madre. Esa era la clave. ¡¿Como no lo había recordado?! ¡Su madre era de Asgard! Entonces, el también poseia esos poderes que tanto le estaban causando problemas. Talvez en esos momentos, su capacidad no era tan grande como la de Michael, ya que le faltaría muchisima practica, pero por lo menos, podría intentar el neutralizar el efecto, para que asi los dos pudieran pelear en una batalla más justa.

Ishida vio fijamente los ojos del otro joven, que habia cesado su ataque por unos momentos. Se concentró profundamente en tratar de entrar al pensamiento de su oponente, sin que fuera nada sencillo. Con Michael al ataque de nuevo, la tarea se volvio abrumadora. Jamás habia intentado algo así, le producia un dolor de cabeza intenso. Una capa de sudor frio se formo en su rostro, sus manos temblaron, y sus ojos se nublaron, hasta casi perder completamente el sentido. Lo que intentaba necesitaba gran energía, y el no estaba acostumbrado a liberar tal cantidad. Ya no sabía que hacer.

-¡¡Tu puedes Matt!!- Yamatto abrió los ojos sorpresivamente. Esa voz... Volteó a su alrededor, buscando al poseedor, pero no pudo distinguirlo entre la gente. ¿Habia sido su imaginación? ¿Talvez un delirio en su atroz agonia? Quien sabe, pero eso lo había alentado mucho. Su mirada se torno amenazadora, intimidando asi a su oponente. Michael detuvo su ataque, y observo a Yamatto detenidamente. Intentando entrar en sus pensamientos de nuevo.

Esta vez no lo logró. '¿Que esta pasando?' se preguntó a si mismo.

-La gente de Asgard fue bendecida por los dioses ¿recuerdas?-

Michael se quedó boquiabierto. ¡Habia leido sus pensamientos! ¡Yamatto estaba utilizando su propia técnica!

-Soy decendiente de Asgard también.- Matt empuño su espada una vez más, y se lanzó al ataque, esta vez, uno que Michael no pudo esquivar.

Su costado derecho y su antebrazo quedaron heridos gravemente, impidiendole el uso de la espada. Esta calló al piso, levantando una polvareda sobre ella.

Michael sostuvo su herida, intentando que no sangrara tanto. Un silencio general se produjo en el público, ante la tensión generada en el lugar.

-Rindete- dijo Yamatto calmadamente, bajando su arma, pero no sin estar prevenido.-Con tu brazo así, ya no puedes empuñar tu espada-

El chico calló de rodillas al suelo, sin dejar de sostenerse el costado. El tenía razón, no podía continuar. Yamatto había ganado la pelea limpiamente.

-Tu ganaste- exclamó el derrotado, bajando su mirada al suelo. Cerró los ojos lentamente, mientras una ligera sonrísa aparecia en su rostro. -Estoy listo para morir-

Matt se sorprendió demasiado, jamás habia sido su intención el matar a ese chico, a pesar de todo lo que le había dicho. En su corazón, no guardaba ningun rencor.

-No voy a matarte.-

-¿Porque?-

-No me has hecho nada, y este es solo un combate.-

-Pero yo...te dije muchas cosas...intente matarte-

-Y creeme, me alegro de que no lo hallas hecho.- Matt le sonrió calidamente.

Michael agacho la cabaeza y sonrió tristemente. Ese chico era una persona de buen corazón.

-Me rindo-

El aplauso en el estadio se dió, pero esta vez no para el ganador. Las personas alabaron con entusiasmo al chico que estaba aun en el piso. Su esfuerzo se había visto recompensado.

Yamatto se acercó al chico, y le ofreció su mano. Michael dudo unos momentos, pero después aceptó la ayuda. Con la ayuda de Ishida, se levantó, y camino poco a poco hacia afuera del estadio, sin que su herida dejara de sangrar. Cuando por fin alcanzaron la puerta, los medicos reales lo recibieron, y se dispusieron a llevarselo.

-Ahora se porque Mimi te eligió a ti...Hazla feliz, se lo merece.- Michael le dió una ultima mirada y una sonrisa llena de gratitud, antes de desaparecer por la puerta, delante de los doctores.

Matt sonrió un momento. Sin embargo todo se esfumó, cuando su vista se vio borrosa de nuevo, y su cabeza presentó de nuevo ese repentino dolor. Se recargó en una pared, intentando desaparecer el mareo, pero no lo logró, se sentó en el piso y cerró los ojos, empezando a perder el conocimiento.

-Matt.- esucho algo frente a el, la misma voz que se habia escuchado en el estadio, la que le habia ayudado. Esperaba que no se tratara de una ilusión.

Abrió los ojos, y alcanzo a ver en su nuevo mundo de sombras, una imagen borrosa de alguien que se acercaba lentamente. Una sonrisa se dibujo en su rostro, al reconocer a la persona frente a el...

-Takeru...-alcanzó a murmurar, antes de caer en el sueño profundo de la inconciencia.

Continuara...