The Sword of Darkness
Capitulo XVI: "El deseo más anhelado del corazón"
Yamatto por fin estaba recuperando el conocimiento. Mientras iba regresando poco a poco del mundo de la fantasía, se iba dando cuenta que sentía a su alrededor algo diferente. Él se sentía diferente. Una presencia que lo incomodaba en sobremanera, podía percibirse a solo unos cuantos metros de su cama, casi a su lado.
-Esta despertando.-dijo una voz que se le hacia sumamente familiar. Aquella que había oído minutos antes de caer inconsciente.
El ojiazul por fin alcanzó a ver la luz. Deslumbrado por su brillo, pero a la vez contento de observar su majestuosidad de nuevo. Sentía su cuerpo pesado, y los ojos parecían no responder a sus ordenes, rehusándose a vislumbrar de nuevo el esplendor del mundo.
-¿Yamatto?- Ahí estaba ella. La mujer dueña de sus pensamientos. ¡Como había extrañado su melodiosa voz mientras vagaba en el mundo de la inconciencia! Le había hecho falta su luz de esperanza, en aquellas largas y amargas pesadillas en medio de la oscuridad. Pocas personas podían sacarlo de sus sueños, y ella, era sin duda una de esas personas especiales.
Al enfocar bien a todas las personas de su alrededor pudo reconocer a dos siluetas que le eran sumamente conocidas, pero una de ellas, era sin duda la que causaba aquel extraño presentimiento en sus pensamientos, aquella sombra de duda en su corazón.
A su lado, tomando su mano en un gesto protectivo y maternal, estaba la princesa de Argorlad, Mimi Tachikawa, con una sonrisa de felicidad en su rostro, realmente deslumbrante.
Más allá, un joven rubio se paraba frente a su cama, de hermosos ojos azules, y vestimenta de señor, sin empuñar una espada, pero de gran porte y hermosa sonrisa.
-¿Takeru?- se oyó decir así mismo, con voz cansada y ausente, pero llena de alivio y esperanza. Estiró su mano libre, intentando tocar a aquella persona que a sus ojos, no parecía más que un espejismo, tratando de asegurarse que su querido hermano en verdad estaba ahí, a su lado, apoyándolo, e impulsándolo a salir adelante.
-Aquí estoy hermano- el joven se acercó, tomando su mano con fuerza, tratando de transmitirle su calor y determinación. Sus ojos se nublaron un poco al observarlo de esa forma. Jamás lo había visto en un estado similar, mucho menos implorando por la compañía de su hermano.
Yamatto se tranquilizo, por primera vez desde que había llegado a ese país de desdicha, se había sentido completamente seguro. Saber cerca a su hermano, era una experiencia alentadora. Además, él era la persona que lo había salvado, de morir a manos de Michael.
Con mucho trabajo había conseguido la victoria, y se veía que su oponente había estado muy arrepentido al haberle deseado la muerte...Sin embargo, no sabía si en verdad debía confiar en él. No podías confiar en todas las personas de tu alrededor, aunque sus actos demuestren lo contrario. ¿Quién le podía asegurar que no iría detrás de Mimi aunque le hubiera dado su palabra? La gente de aquellas tierras se caracterizaba por su obstinación. Él mismo era uno de ellos, y Michael, siendo el futuro heredero al trono, no debía de serlo menos.
-Abre los ojos Yamatto Ishida.- Matt abrió los ojos rápidamente, esa voz lo había despertado de su sueño completamente. Una voz profunda y melancólica. Llena de sabiduría y experiencia.
Frente a su cama, se encontró con un hombre mayor. De larga barba blanca y espalda encorvada. En esos momentos era solo un viejo consumido, pero por su semblante, se notaba que en otros tiempos, podía haber llegado a alcanzar el esplendor de los reyes. Sus ojos azul cielo lo veían con detenimiento, mientras una sonrisa bondadosa se dibujaba en sus arrugados labios.
-¿Quién es usted?- preguntó Matt, olvidando sus modales.
El viejo sonrió aún más. Los otros dos jóvenes sólo los observaron.
-Mi nombre es Gennai, Yamatto. Estuviste a mi cargo durante toda tu recuperación.-
Otro dolor de cabeza atacó a Matt. Ahora recordaba el porque se había desmayado después de haber ganado el combate. El haber utilizado aquella técnica en su última batalla, había sido demasiado para él. Después de todo, nunca antes en su vida la había intentado. Era lógico que la carga mental hubiera sido demasiada para él.
-Aún no te recuperas completamente. Debes permanecer en cama al menos un día más.- Gennai abrió la puerta silenciosamente, y salió antes de que Matt pudiera decirle nada más.
-¿Como te sientes hermano?- interrumpió T.K, con voz consternada.
-Takeru ¿Que haces aquí?-
-No lo se. Tuve un mal presentimiento hace algún tiempo.-
-¿Un mal presentimiento?-
-Si, es algo que sólo sentí cuando murió nuestro padre.-
Hubo un silencio inesperado entre los dos. Parecía que muchos recuerdos dolorosos retornaban a sus memorias. Mimi se sintió un poco incomoda. Se levantó sigilosamente de su silla, y se encaminó a la puerta.
-No tienes que irte.- dijo Yamatto, con la atención sobre ella. -Quédate conmigo.-
La chica sonrió, y con paso gracioso, regresó al lado de Yamatto, tomando la mano que él le alargaba.
-Takeru. supongo que ya conoces a Mimi.-
-Como no conocerla. Muchas veces e escuchado de la belleza sin igual de nuestra princesa. Me alegro al ver que los rumores son completamente ciertos.- la joven Tachikawa se sonrojó. Yamatto puso una sonrisa.
-Con su permiso, iré a ver como se encuentra Hikari.- el rubio hizo una reverencia a la princesa, y salió de la habitación.
Los dos jóvenes se quedaron solos en la habitación, en un silencio reconfortante. La princesa arrojo los brazos alrededor del cuello del rubio, sin poder contener más su sonrisa, se hecho a llorar en su hombro. Yamatto sonrió, y la abrazó también.
-Estaba muy preocupada por ti.- dijo ella entre sollozos, cerrando los ojos con fuerza.
-No te preocupes, estoy bien ahora.- Matt recorrió su espalda con las manos, agradeciendo silenciosamente, el que los dioses le hubieran mandado aquel ángel para estar a su lado. Jamás en su vida había querido a alguien de esa manera. Ella era la primera mujer que había despertado en él ese sentimiento de afecto y protección. Ese cariño sincero. Ese deseo puro. Al abrazarla sentía que todo el mundo a su alrededor desaparecía, dejándolo sólo al lado de aquella belleza. Junto a ella no se sentía solo.
Sin embargo, su conciencia se nublaba a cada momento. Amaba a una mujer imposible. A una mujer que nunca, jamás podría estar a su lado. Ella era una princesa. La única heredera al trono de su país. La futura reina de Argorlad. Lo justo era que se casara con un rey poderoso.
¿Que futuro le podía ofrecer él, un simple soldado?
Los hermosos ojos de Matt se entristecieron.
-Mimi.- dijo con melancolía. -¿Como pudiste fijarte en mi? Yo no me merezco tu cariño.-
Ella se secó sus lagrimas. -¿Que como pude fijarme en ti? ¿Porque lo preguntas?.-
-Eres una princesa. Eres además la mujer más hermosa de todo el reino...Podrías haber obtenido al rey que quisieras, a cualquier noble, al más grande de los duques...¿Porque en lugar de todo eso, elegiste a sólo un soldado?-
Mimi lo vio con detenimiento a los ojos. Quería notar en sus gestos, algún signo que le indicara que era lo que estaba sintiendo por dentro, él no solía actuar de aquella manera. Lo besó dulcemente en los labios, antes de responderle.
-Porque tu no eres como cualquier duque ó rey Matt. Desde que te conocí, demostraste ser una persona diferente. No me viste jamás como a una princesa, sino como lo que soy. Una mujer. - Lo besó de nuevo.- Eres más noble y sincero que cualquier príncipe que halla conocido. No eres como los demás. Y te quiero por eso...-
La puerta se abrió de repente, dejando ver en su marco, a un Tai que se veía muy apurado.
-Matt, el rey desea hablar contigo.-
Los dos enamorados se separaron, y miraron a su compañero. Mimi se levantó, justo en el momento en que él rey aparecía por el pasillo, atrás de Taichi.
-Gracias por anunciar mi presencia joven Taichi. Puede retirarse.-
-Si señor.- dijo Tai un poco apenado, saliendo de la habitación después de una larga reverencia.
-Hija mía.-dijo solemnemente, dirigiéndose a Mimi. -Quisiera hablar con el joven Ishida un momento.-
-S-Si padre.- la chica le lanzó a Yamatto una mirada desesperada. Él la tranquizó con su aparente serenidad. Aunque estaba aún más nervioso que ella.
La princesa besó a su padre dulcemente, y salió de la habitación, sin volver a mirar hacía atrás. Matt se quedó solo en presencia del rey. Nunca le había pedido una entrevista a solas, por ello se sentía tan nervioso, lleno de incertidumbre.
-No sientas miedo Yamatto.- dijo el anciano, adivinando su pensamiento. -No voy a morderte.-
-E-Es solo que...-
-A decir verdad, vine a felicitarte.-
-¿Felicitarme?- el rubio sonaba incrédulo. ¿De que lo felicitaría?
-Así es. Te enfrentaste a un oponente fuera de tus propias posibilidades, y supiste salir airoso de la situación a la que te enfrentaste.-
Yamatto se sonrojó.
-No muchas personas logran derrotar a un hijo de Asgard. Ni siquiera conociendo sus habilidades.- el rey se sentó, extendiendo sus pálidas manos sobre su regazo.-De hecho, tenía mis propias dudas acerca de los resultados del combate. Nadie había derrotado nunca a Michael.-
El rubio agacho la cabeza. ¡Que poca confianza tenía el rey en él! ¡Dudaba de su capacidad en la pelea!
-Sin embargo muchacho, me demostraste lo contrario. Le demostraste al mundo que no solo un rey puede ganar este torneo. Y eso me hace tener más esperanzas en tu persona.-
-Gracias señor.- las palabras de el joven no se oían muy alentadoras para si mismo. Las palabras del rey no habían servido para resolver los comentarios anteriores.
-Has llegado muy lejos. Y no quisiera que llegaras a desperdiciar esta oportunidad. Estás arriesgando mucho en este juego.-
Las últimas palabras del rey le habían sonado muy extrañas a Yamatto. En lugar de un consejo, le había parecido una advertencia. Ahora que lo pensaba, siempre había insistido mucho en que la victoria de uno de sus soldados era esencial. Siempre insistía en que debía ganar el torneo. ¿Porque tenía tanto interés en ello? ¿Que obtendría si acaso alguien de Argorlad ganara aquella gloria?
-¿Porque me dice esto sólo a mi? ¿No debería de estar Taichi con nosotros?-
-Él no tiene tu capacidad, y lo sabes muy bien. Yamatto, tu eres el único que puede ganar este torneo.-
-¿Porque? ¿Porque su corazón ansia tanto la victoria?- Que osado era al cuestionar las decisiones del rey. Por menos que eso, habían mandado a decapitar a muchos otros.
-¿No te has dado cuenta?- la sonrisa del rey se desvaneció. Se levantó de la silla, y fue a colocarse más cerca de Matt. Sentándose en su cama, hablo en solo un susurro.
-¿No sabes lo que esta victoria significaría para Argorlad?- un brillo siniestro había aparecido en los ojos del soberano, haciendo que perdiera su nobleza, reconociendo en ese semblante, casi a cualquier ladrón.
-No comprendo.-
-Las relaciones con los demás reinos aledaños a nuestro país penden de un hilo. Hemos tenido conflictos internos por muchos años, manteniéndolos en secretos de familia. Muchas veces a estado a punto de estallar la guerra, pero hemos sabido mantenernos al margen de ellas. No por ello significa que no existan conspiraciones en nuestra contra. Se han encontrado muchos espías en nuestro reino, calculando nuestro armamento, dejando al descubierto nuestra fuerza militar. Con esos reportes en manos enemigas ¿Cuanto tiempo crees que se demoren en atacar a nuestra gente? ¿Cuanto tardaran en adueñarse de nuestras tierras?-
-Y-Yo no lo sabía...-
-Nadie lo sabe. Ni siquiera mi hija tiene conocimiento de ello...Es por eso que aceptamos el venir a este lugar. No porque quiera mejorar nuestras relaciones con los demás países, claro que no. Venimos a demostrarles lo que puede hacer alguien de nuestro país.-
-P-Pero...-
-Entiende esto Yamatto. Si ganamos el torneo, no solo nos ganamos el respeto del mundo entero, también nos ganamos su temor, su miedo. ¿Quién atacaría nuestro reino, sabiendo que éste tiene al mejor capitán del mundo? Si resultaras vencedor, infundirías el patriotismo en nuestras tierras. ¿Como no sentirse orgulloso del país que dio vida al mejor espadachín?-
Matt se quedó callado. ¿Como podían ser esas las palabras de un rey? ¿Los pensamientos de un soberano orgulloso?
-Yo, no me hubiera imaginado que esos fueran sus pensamientos...- su voz se escuchó dura y decepcionada, cosa que el rey Tachikawa captó de inmediato.
-¿Porque lo dices?-
-Escúchese usted mismo. Es demasiado ambicioso.-
-No puedes hablarme de ambición tan libremente Yamatto Ishida.- dijo acusadoramente. -Tu corazón a deseado por mucho tiempo algo que tu persona es incapaz de poseer. ¿O me equivoco?.-
Matt rehusó su mirada. -No se a que se refiere.-
-A algo que un soldado de clase baja no puede poseer, algo que ni un noble consigue tan fácilmente. Sabes que es casi imposible obtenerlo, y la esperanza sigue viva en tu corazón. Tu deseo se vuelve cada vez más imperante en tu memoria.-
Él rubio lo miró asustado, el rey sonrió burlonamente.
-¿Como esperabas conseguir aquello que ansia tu corazón siendo lo que eres? ¿Esperabas que un milagro te concediera el deseo que tanto añoras?-
-No hay nada que desee de esa manera tan desesperada.- mintió, claro que había algo.
-No puedes engañarte a ti mismo, tus ojos no te dejan mentir. Se lo que deseas, y yo te lo puedo dar.-
-No juegue conmigo.-
-No lo hago. Escúchame Yamatto, gana este torneo para mi, y yo te daré aquello que ansias más que cualquier cosa en el mundo.-
Matt lo miró ansiosamente, pero con miedo de ya conocer la respuesta.
-Si tu me traes la victoria...La mano de mi hija es tuya.-
El rubio se quedó sin habla. El rey tenía razón. Ese era el deseo más añorado por su corazón y su mente. Se lo estaban ofreciendo libremente. La oportunidad única de tener a la mujer que más había amado en su vida, a su lado, se le presentaba con las puertas abiertas. No podía dejar escapar esa oportunidad. El rey le ofrecía su mano en matrimonio, no a un noble, no a un rey, a él. Y solo por ganar ese torneo. Sería rey de Argorlad y gobernaría el país al lado de Mimi si ganaba.
-Dime Yamatto ¿Aceptas mi oferta?- inquirió el rey.
-Ganaré este torneo de la forma que sea.- Los pensamientos de Matt se perdieron en futuros planes que empezaba a realizar en su memoria. Tendría a Mimi a su lado, y además sería rey de Argorlad. uno de los países más poderosos del mundo. Esta vez debía ganar ese torneo...al precio que fuera...
Continuara...
(Gracias por tu apoyo Maleysin /todavía no se me olvida mi promesa no te desesperes/ y también a ti mimiyyamato me ayudaron a continuar con esta historia muchas gracias!!)
Capitulo XVI: "El deseo más anhelado del corazón"
Yamatto por fin estaba recuperando el conocimiento. Mientras iba regresando poco a poco del mundo de la fantasía, se iba dando cuenta que sentía a su alrededor algo diferente. Él se sentía diferente. Una presencia que lo incomodaba en sobremanera, podía percibirse a solo unos cuantos metros de su cama, casi a su lado.
-Esta despertando.-dijo una voz que se le hacia sumamente familiar. Aquella que había oído minutos antes de caer inconsciente.
El ojiazul por fin alcanzó a ver la luz. Deslumbrado por su brillo, pero a la vez contento de observar su majestuosidad de nuevo. Sentía su cuerpo pesado, y los ojos parecían no responder a sus ordenes, rehusándose a vislumbrar de nuevo el esplendor del mundo.
-¿Yamatto?- Ahí estaba ella. La mujer dueña de sus pensamientos. ¡Como había extrañado su melodiosa voz mientras vagaba en el mundo de la inconciencia! Le había hecho falta su luz de esperanza, en aquellas largas y amargas pesadillas en medio de la oscuridad. Pocas personas podían sacarlo de sus sueños, y ella, era sin duda una de esas personas especiales.
Al enfocar bien a todas las personas de su alrededor pudo reconocer a dos siluetas que le eran sumamente conocidas, pero una de ellas, era sin duda la que causaba aquel extraño presentimiento en sus pensamientos, aquella sombra de duda en su corazón.
A su lado, tomando su mano en un gesto protectivo y maternal, estaba la princesa de Argorlad, Mimi Tachikawa, con una sonrisa de felicidad en su rostro, realmente deslumbrante.
Más allá, un joven rubio se paraba frente a su cama, de hermosos ojos azules, y vestimenta de señor, sin empuñar una espada, pero de gran porte y hermosa sonrisa.
-¿Takeru?- se oyó decir así mismo, con voz cansada y ausente, pero llena de alivio y esperanza. Estiró su mano libre, intentando tocar a aquella persona que a sus ojos, no parecía más que un espejismo, tratando de asegurarse que su querido hermano en verdad estaba ahí, a su lado, apoyándolo, e impulsándolo a salir adelante.
-Aquí estoy hermano- el joven se acercó, tomando su mano con fuerza, tratando de transmitirle su calor y determinación. Sus ojos se nublaron un poco al observarlo de esa forma. Jamás lo había visto en un estado similar, mucho menos implorando por la compañía de su hermano.
Yamatto se tranquilizo, por primera vez desde que había llegado a ese país de desdicha, se había sentido completamente seguro. Saber cerca a su hermano, era una experiencia alentadora. Además, él era la persona que lo había salvado, de morir a manos de Michael.
Con mucho trabajo había conseguido la victoria, y se veía que su oponente había estado muy arrepentido al haberle deseado la muerte...Sin embargo, no sabía si en verdad debía confiar en él. No podías confiar en todas las personas de tu alrededor, aunque sus actos demuestren lo contrario. ¿Quién le podía asegurar que no iría detrás de Mimi aunque le hubiera dado su palabra? La gente de aquellas tierras se caracterizaba por su obstinación. Él mismo era uno de ellos, y Michael, siendo el futuro heredero al trono, no debía de serlo menos.
-Abre los ojos Yamatto Ishida.- Matt abrió los ojos rápidamente, esa voz lo había despertado de su sueño completamente. Una voz profunda y melancólica. Llena de sabiduría y experiencia.
Frente a su cama, se encontró con un hombre mayor. De larga barba blanca y espalda encorvada. En esos momentos era solo un viejo consumido, pero por su semblante, se notaba que en otros tiempos, podía haber llegado a alcanzar el esplendor de los reyes. Sus ojos azul cielo lo veían con detenimiento, mientras una sonrisa bondadosa se dibujaba en sus arrugados labios.
-¿Quién es usted?- preguntó Matt, olvidando sus modales.
El viejo sonrió aún más. Los otros dos jóvenes sólo los observaron.
-Mi nombre es Gennai, Yamatto. Estuviste a mi cargo durante toda tu recuperación.-
Otro dolor de cabeza atacó a Matt. Ahora recordaba el porque se había desmayado después de haber ganado el combate. El haber utilizado aquella técnica en su última batalla, había sido demasiado para él. Después de todo, nunca antes en su vida la había intentado. Era lógico que la carga mental hubiera sido demasiada para él.
-Aún no te recuperas completamente. Debes permanecer en cama al menos un día más.- Gennai abrió la puerta silenciosamente, y salió antes de que Matt pudiera decirle nada más.
-¿Como te sientes hermano?- interrumpió T.K, con voz consternada.
-Takeru ¿Que haces aquí?-
-No lo se. Tuve un mal presentimiento hace algún tiempo.-
-¿Un mal presentimiento?-
-Si, es algo que sólo sentí cuando murió nuestro padre.-
Hubo un silencio inesperado entre los dos. Parecía que muchos recuerdos dolorosos retornaban a sus memorias. Mimi se sintió un poco incomoda. Se levantó sigilosamente de su silla, y se encaminó a la puerta.
-No tienes que irte.- dijo Yamatto, con la atención sobre ella. -Quédate conmigo.-
La chica sonrió, y con paso gracioso, regresó al lado de Yamatto, tomando la mano que él le alargaba.
-Takeru. supongo que ya conoces a Mimi.-
-Como no conocerla. Muchas veces e escuchado de la belleza sin igual de nuestra princesa. Me alegro al ver que los rumores son completamente ciertos.- la joven Tachikawa se sonrojó. Yamatto puso una sonrisa.
-Con su permiso, iré a ver como se encuentra Hikari.- el rubio hizo una reverencia a la princesa, y salió de la habitación.
Los dos jóvenes se quedaron solos en la habitación, en un silencio reconfortante. La princesa arrojo los brazos alrededor del cuello del rubio, sin poder contener más su sonrisa, se hecho a llorar en su hombro. Yamatto sonrió, y la abrazó también.
-Estaba muy preocupada por ti.- dijo ella entre sollozos, cerrando los ojos con fuerza.
-No te preocupes, estoy bien ahora.- Matt recorrió su espalda con las manos, agradeciendo silenciosamente, el que los dioses le hubieran mandado aquel ángel para estar a su lado. Jamás en su vida había querido a alguien de esa manera. Ella era la primera mujer que había despertado en él ese sentimiento de afecto y protección. Ese cariño sincero. Ese deseo puro. Al abrazarla sentía que todo el mundo a su alrededor desaparecía, dejándolo sólo al lado de aquella belleza. Junto a ella no se sentía solo.
Sin embargo, su conciencia se nublaba a cada momento. Amaba a una mujer imposible. A una mujer que nunca, jamás podría estar a su lado. Ella era una princesa. La única heredera al trono de su país. La futura reina de Argorlad. Lo justo era que se casara con un rey poderoso.
¿Que futuro le podía ofrecer él, un simple soldado?
Los hermosos ojos de Matt se entristecieron.
-Mimi.- dijo con melancolía. -¿Como pudiste fijarte en mi? Yo no me merezco tu cariño.-
Ella se secó sus lagrimas. -¿Que como pude fijarme en ti? ¿Porque lo preguntas?.-
-Eres una princesa. Eres además la mujer más hermosa de todo el reino...Podrías haber obtenido al rey que quisieras, a cualquier noble, al más grande de los duques...¿Porque en lugar de todo eso, elegiste a sólo un soldado?-
Mimi lo vio con detenimiento a los ojos. Quería notar en sus gestos, algún signo que le indicara que era lo que estaba sintiendo por dentro, él no solía actuar de aquella manera. Lo besó dulcemente en los labios, antes de responderle.
-Porque tu no eres como cualquier duque ó rey Matt. Desde que te conocí, demostraste ser una persona diferente. No me viste jamás como a una princesa, sino como lo que soy. Una mujer. - Lo besó de nuevo.- Eres más noble y sincero que cualquier príncipe que halla conocido. No eres como los demás. Y te quiero por eso...-
La puerta se abrió de repente, dejando ver en su marco, a un Tai que se veía muy apurado.
-Matt, el rey desea hablar contigo.-
Los dos enamorados se separaron, y miraron a su compañero. Mimi se levantó, justo en el momento en que él rey aparecía por el pasillo, atrás de Taichi.
-Gracias por anunciar mi presencia joven Taichi. Puede retirarse.-
-Si señor.- dijo Tai un poco apenado, saliendo de la habitación después de una larga reverencia.
-Hija mía.-dijo solemnemente, dirigiéndose a Mimi. -Quisiera hablar con el joven Ishida un momento.-
-S-Si padre.- la chica le lanzó a Yamatto una mirada desesperada. Él la tranquizó con su aparente serenidad. Aunque estaba aún más nervioso que ella.
La princesa besó a su padre dulcemente, y salió de la habitación, sin volver a mirar hacía atrás. Matt se quedó solo en presencia del rey. Nunca le había pedido una entrevista a solas, por ello se sentía tan nervioso, lleno de incertidumbre.
-No sientas miedo Yamatto.- dijo el anciano, adivinando su pensamiento. -No voy a morderte.-
-E-Es solo que...-
-A decir verdad, vine a felicitarte.-
-¿Felicitarme?- el rubio sonaba incrédulo. ¿De que lo felicitaría?
-Así es. Te enfrentaste a un oponente fuera de tus propias posibilidades, y supiste salir airoso de la situación a la que te enfrentaste.-
Yamatto se sonrojó.
-No muchas personas logran derrotar a un hijo de Asgard. Ni siquiera conociendo sus habilidades.- el rey se sentó, extendiendo sus pálidas manos sobre su regazo.-De hecho, tenía mis propias dudas acerca de los resultados del combate. Nadie había derrotado nunca a Michael.-
El rubio agacho la cabeza. ¡Que poca confianza tenía el rey en él! ¡Dudaba de su capacidad en la pelea!
-Sin embargo muchacho, me demostraste lo contrario. Le demostraste al mundo que no solo un rey puede ganar este torneo. Y eso me hace tener más esperanzas en tu persona.-
-Gracias señor.- las palabras de el joven no se oían muy alentadoras para si mismo. Las palabras del rey no habían servido para resolver los comentarios anteriores.
-Has llegado muy lejos. Y no quisiera que llegaras a desperdiciar esta oportunidad. Estás arriesgando mucho en este juego.-
Las últimas palabras del rey le habían sonado muy extrañas a Yamatto. En lugar de un consejo, le había parecido una advertencia. Ahora que lo pensaba, siempre había insistido mucho en que la victoria de uno de sus soldados era esencial. Siempre insistía en que debía ganar el torneo. ¿Porque tenía tanto interés en ello? ¿Que obtendría si acaso alguien de Argorlad ganara aquella gloria?
-¿Porque me dice esto sólo a mi? ¿No debería de estar Taichi con nosotros?-
-Él no tiene tu capacidad, y lo sabes muy bien. Yamatto, tu eres el único que puede ganar este torneo.-
-¿Porque? ¿Porque su corazón ansia tanto la victoria?- Que osado era al cuestionar las decisiones del rey. Por menos que eso, habían mandado a decapitar a muchos otros.
-¿No te has dado cuenta?- la sonrisa del rey se desvaneció. Se levantó de la silla, y fue a colocarse más cerca de Matt. Sentándose en su cama, hablo en solo un susurro.
-¿No sabes lo que esta victoria significaría para Argorlad?- un brillo siniestro había aparecido en los ojos del soberano, haciendo que perdiera su nobleza, reconociendo en ese semblante, casi a cualquier ladrón.
-No comprendo.-
-Las relaciones con los demás reinos aledaños a nuestro país penden de un hilo. Hemos tenido conflictos internos por muchos años, manteniéndolos en secretos de familia. Muchas veces a estado a punto de estallar la guerra, pero hemos sabido mantenernos al margen de ellas. No por ello significa que no existan conspiraciones en nuestra contra. Se han encontrado muchos espías en nuestro reino, calculando nuestro armamento, dejando al descubierto nuestra fuerza militar. Con esos reportes en manos enemigas ¿Cuanto tiempo crees que se demoren en atacar a nuestra gente? ¿Cuanto tardaran en adueñarse de nuestras tierras?-
-Y-Yo no lo sabía...-
-Nadie lo sabe. Ni siquiera mi hija tiene conocimiento de ello...Es por eso que aceptamos el venir a este lugar. No porque quiera mejorar nuestras relaciones con los demás países, claro que no. Venimos a demostrarles lo que puede hacer alguien de nuestro país.-
-P-Pero...-
-Entiende esto Yamatto. Si ganamos el torneo, no solo nos ganamos el respeto del mundo entero, también nos ganamos su temor, su miedo. ¿Quién atacaría nuestro reino, sabiendo que éste tiene al mejor capitán del mundo? Si resultaras vencedor, infundirías el patriotismo en nuestras tierras. ¿Como no sentirse orgulloso del país que dio vida al mejor espadachín?-
Matt se quedó callado. ¿Como podían ser esas las palabras de un rey? ¿Los pensamientos de un soberano orgulloso?
-Yo, no me hubiera imaginado que esos fueran sus pensamientos...- su voz se escuchó dura y decepcionada, cosa que el rey Tachikawa captó de inmediato.
-¿Porque lo dices?-
-Escúchese usted mismo. Es demasiado ambicioso.-
-No puedes hablarme de ambición tan libremente Yamatto Ishida.- dijo acusadoramente. -Tu corazón a deseado por mucho tiempo algo que tu persona es incapaz de poseer. ¿O me equivoco?.-
Matt rehusó su mirada. -No se a que se refiere.-
-A algo que un soldado de clase baja no puede poseer, algo que ni un noble consigue tan fácilmente. Sabes que es casi imposible obtenerlo, y la esperanza sigue viva en tu corazón. Tu deseo se vuelve cada vez más imperante en tu memoria.-
Él rubio lo miró asustado, el rey sonrió burlonamente.
-¿Como esperabas conseguir aquello que ansia tu corazón siendo lo que eres? ¿Esperabas que un milagro te concediera el deseo que tanto añoras?-
-No hay nada que desee de esa manera tan desesperada.- mintió, claro que había algo.
-No puedes engañarte a ti mismo, tus ojos no te dejan mentir. Se lo que deseas, y yo te lo puedo dar.-
-No juegue conmigo.-
-No lo hago. Escúchame Yamatto, gana este torneo para mi, y yo te daré aquello que ansias más que cualquier cosa en el mundo.-
Matt lo miró ansiosamente, pero con miedo de ya conocer la respuesta.
-Si tu me traes la victoria...La mano de mi hija es tuya.-
El rubio se quedó sin habla. El rey tenía razón. Ese era el deseo más añorado por su corazón y su mente. Se lo estaban ofreciendo libremente. La oportunidad única de tener a la mujer que más había amado en su vida, a su lado, se le presentaba con las puertas abiertas. No podía dejar escapar esa oportunidad. El rey le ofrecía su mano en matrimonio, no a un noble, no a un rey, a él. Y solo por ganar ese torneo. Sería rey de Argorlad y gobernaría el país al lado de Mimi si ganaba.
-Dime Yamatto ¿Aceptas mi oferta?- inquirió el rey.
-Ganaré este torneo de la forma que sea.- Los pensamientos de Matt se perdieron en futuros planes que empezaba a realizar en su memoria. Tendría a Mimi a su lado, y además sería rey de Argorlad. uno de los países más poderosos del mundo. Esta vez debía ganar ese torneo...al precio que fuera...
Continuara...
(Gracias por tu apoyo Maleysin /todavía no se me olvida mi promesa no te desesperes/ y también a ti mimiyyamato me ayudaron a continuar con esta historia muchas gracias!!)
