Disclaimer – Lo mismo, los personajes de Gatchaman pertenecen a Tatsunoko Producciones, los demas siguen siendo inventos míos.

18 años han pasado desde el escape de Sayuri y Kentaro de la base secreta de Galactor en Huntwall, el niño que ella llevaba en su vientre se ha convertido en un vigoroso joven llamado Ken Washio quien no sabe mas de su origen que el hecho de que su madre había muerto hace 5 años de un extraño caso de Leucemia y a la cuál extrañaba mucho, su guardián el Doctor Kozamburo Nambu se había encargado de ellos desde la muerte de su padre primero en un fingido accidente de vuelo y después, después de saber toda la verdad, al detener el plan de Van Allen

- ¿Qué no piensas ir con los demás a festejar el cumpleaños de Jun? – preguntó Joe al ver recostado a Ken en el viejo sillón de casa leyendo una revista.

- No, estoy esperando un paquete para entrega. – contestó Ken sin dejar de observar la revista

- ¿La vas a dejar sola? Vamos hombre, que así no vas a avanzar mucho.

- ¿Avanzar mucho?  - cuestionó Ken sin entenderlo – Lo que pasa es que necesito el dinero para comprarle algo..

- Debí imaginarlo, no eres muy bueno para manejar las finanzas. Bueno ya me retiro, tu tendrás la culpa si ella encuentra a alguien mejor, dispuesto a pasar con ella sus mejores días.

Y mientras hablaba Joe arreglaba su cabello enfrente del espejo frente a su amigo.

- No me parece justo, ¿qué le llevas?

- Mi sola presencia le basta.

- Ja! Eso es difícil, Jinpei no te dejará pasar de la puerta si no llevas algo.

- Eso lo veremos, nos vemos.

Joe salió de la pequeña casa dejando a su amigo pensativo e inquieto. Durante la tarde había estado hojeando un catálogo de joyería, pero ninguno de los artículos presentados allí era lo suficiente accesible a sus bolsillos. Además ya no hallaba como encarar todas las cuentes pendientes que tenía con Jun en su restaurante. El pago de Nambu le sería lo suficiente si no fuera por todas las otras deudas que contraía por el mantenimiento del avión y de la pista. "Esas cosas no se reparan por ellas solas", le dijo un día a Nambu al pedirle un pequeño aumento en sus ingresos, sólo con eso le habían aumentado 5 doláres en su sueldo. Pero ¿qué tanto se puede hacer con eso?

El ruido de golpes en la puerta lo sacaron de sus pensamientos.

- Buenas tardes – saludo un hombre de mediana edad y de baja estatura. Los lentes le hacía parecer un profesor de historia y la mitad de su cabeza estaba descubierta de cabello.

- Buenas tardes, ¿qué se le ofrece?

- Creo que hable con usted en la mañana, necesito que me lleve a esta dirección.

- ¿Llevarlo? Creo que usted me entendió mal, mi avión es de una plaza y no puedo llevar pasajeros. Pensé que sólo iba a dejar un paquete a la Isla cien fuegos.

- Si, eso quería al principio pero no me parece seguro, así que decidí llevarlo yo mismo.

- Yo le garantizo que su paquete va a llegar, pero eso es decisión suya. – indicó Ken cruzando los brazos y recargándose en el marco de la puerta

El hombre titubeo, examino a Ken detenidamente, y pensó que los papeles que llevaba no le serían de mucha utilidad si no representaban algún dinero.

- No llevo nada de valor, salvo que unos papeles de familia que me urgen que lleguen hoy mismo.

- Si quiere llamar a sus familiares para avisarles del paquete y que le devuelvan la llamada para confirmarlo...

- A donde va el paquete no hay comunicación...Pero me urge que lo lleve..

Ken suspiro para sus adentros pues dejaba ir un cliente

- Puede recomendarle a alguien más que puede transportarlo a usted también pero ellos no trabajan el día de hoy.

El señor volvió a titubear y volvió a examinar a Ken. Este sintió la desconfianza de la persona y le sugirió:

- Si gusta le traigo un recibo por alguna persona que usted reconozca su firma.

- Sí, eso estaría bien, ¿tiene usted un papel y una pluma que me facilite?

- Si, espere un momento.

Ken entró a su casa a buscar lo el señor necesitaba sin cuidar de cerrar bien la puerta, y este al ver lo solitario de la casa, empezó a dudar, no se veían muchos muebles en la casa, y los pocos que había ya tenían tiempo extra trabajando. Tan solo se veía una pequeña mesa de buena madera que le llamo la atención por una foto de familia que se encontraba encima de ella. Se mostraba en ella al pequeño Ken, su padre y su madre sosteniéndolo en brazos.

A punto estaba de tomar el retrato para verlo mejor cuando Ken lo interrumpió.

- Aquí esta lo que necesita  - exclamó Ken sospechando algo.

El señor notó su sospecha y sin inmutarse por los mismo preguntó:

- ¿Es su familia, joven?

- Si, son mi padre y madre cuando yo era pequeño.

- ¿Y ellos aún viven?

- No, señor, ambos murieron, ¿quiere usted hacer el recibo por favor?

El hombre escribió unas cuantas líneas en el papel con suma rapidez

- Aquí esta, al final viene la dirección a donde debe dirigirse y quien le firmara el recibo. Este es el paquete que debe entregar.

- Bien, ¿es todo? En 10 minutos salgo para allá.

- Ken, ¿estas aquí? ¡Que bueno que te encontré! – exclamó Ryu entrando a la casa al ver que aún se encontraba el allí.

- Ryu, ¿Qué haces aquí?

- Vine para irnos juntos a la casa de Jun, pero...

- Estoy a mitad de una entrega..

- Por favor me gustaría que ese paquete saliera ya mismo. – insistió el señor. – le entregaré la otra mitad cuando regrese con el recibo firmado ¿Tardará mucho?

Y al decir esto el hombre ponía en manos de Ken unos cuantos billetes

- No, cien fuegos no esta lejos, así como... en 2 horas estaré de regreso.

- Estaré aquí para entonces

- Bien, Ryu ¿me podrías hacer el favor de cerrar la casa?, dile a Jun que llegaré un poco tarde  –dijo Ken tomado su chaqueta y retirándose del lugar con el paquete en otro brazo

- Bien, no te preocupes... ¡Vaya quería preguntarle si podríamos compartir el regalo...

- ¿Usted conoce bien a ese jovencito? – preguntó el desconocido a Ryu

- Sí, somos buenos amigos...

- Es que se me olvido preguntarle su nombre, ¿Ken?

- Sí, Ken Washio, ahora si me permite quisiera cerrar la casa y...

- ¡Oh! Si claro, gracias yo me retiró.

Y diciendo esto el hombre lo saludó y se retiro muy pensativo, Ryu lo vio alejarse en auto de reciente modelo que le esperaba en la calle, se notaba el señor llevaba prisa pues el coche seguía encendido desde el momento que llegó y acelero a toda marcha.

"Bueno son las 3 de la tarde en dos horas de ida y vuelta, llego a las 5 a la casa y aun me queda tiempo para ir a comprarle el regalo a Jun y darme un baño" En eso pensaba Ken mientras sobrevolaba ya la isla cien fuegos. Pidió autorización a torre para aterrizar y dejo su avión en un hangar público.

"Esto va a ser fácil, no hay mucha gente en esta ciudad, será cosa de preguntar a alguna persona de por aquí, bien allí viene una muchachita"

Ken había salido del hangar llevando el paquete y la dirección en mano y encontrándose en un lugar tan alejado como el aeropuerto local se alegro de haber encontrado a alguien pasando por allí.

- Buenas tardes, disculpa...

- No hablo con extraños

- Yo sólo quiero preguntarte una dirección, no soy de aquí y me encuentro perdido.

- ¿Viene con ellos? – preguntó la jovencita de 13 años al ver la dirección que le mostraba Ken – Usted no parece tan malo como ellos

- ¿Ellos? ¿Quiénes? Yo solo he venido a dejar un paquete a esa dirección.

La chica sonrió y dejo ver sus dientes aperlados y pequeños. El viento jugaba rudamente con su rubio cabello y ella se empeñaba en arreglarlo con un listón. Por un momento pudo ver los hermosos ojos verdes que se ocultaban entre sus párpados semi-cerrados.

- Yo te llevaré cerca de allí.

- ¿Me costará algo? Por que no tengo...

- No te costará nada, vivo cerca de aquí, mi nombre es Suay

- Yo soy Ken.

- ¿El Cessna es tu avion? Es muy bonito.

- Sí, es mío. ¿Y tu haces por aquí?

- A veces ayudo en la limpieza de hangares pequeños, como en los que llegan esos hombres de mala reputación.

- ¿Con los que me confundiste al llegar?

- Si, salgamos por aquí.

Ken y Suay salieron caminando del aeropuerto y ella caminaba apenada y a la vez orgullosa de llegar su barrio al lado de un joven guapo y amable como él. Cada vez que ella podía no dejaba de admirar los hermosos ojos azules de Ken, y a el le gustaba admirar su sonrisa tan cálida y franca.

Llegaron hasta la pequeña ciudad capital de la isla Cienfuegos y entraron en un barrio muy pobre, a la orilla de este sobre una colina se podía ver una gran mansión que contrastaba mucho con la apariencia de los demás hogares humildes.

- Bueno mi casa queda por este lado, no tenemos mucho pero te puedo ofrecer un vaso con agua.

- Gracias, eres muy amable pero debo ir a entregar este paquete con urgencia. ¿Entonces esa es la casa? ¿Estas segura? Me dijeron que allí no hay comunicación telefónica.

- Bien, adonde tu vas es la casa que esta a un lado, la que es muy pobre y oscura, ten cuidado allí es donde llegan esos hombres.

- Gracias de nuevo Suay – dijo Ken dándole la mano en señal de despedida.

- De nada, vuelve cuando gustes, pregunta por mi a cualquiera por aquí y ellos te dirán donde encontrarme.

Suay se acercó tímidamente y dio un beso en la mejilla de Ken, quien involuntariamente se ruborizó. Ella se alejo despacio como no queriendo separarse de él tan rápido. El se dirigió a la pequeña casa cerca de la gran Mansión.

Como no encontró persona alguna al llegar, tocó fuertemente la puerta, después de unos segundos salió un hombre de alta estatura que sorprendió a Ken.

- Buenas tardes, he venido a entregar este paquete y...

- Gracias – dijo el hombre tomando el encargo y cerrándole la puerta en las narices.

- ¡Oiga! – gritó Ken golpeando fuertemente la puerta - ¡necesito que me firme de recibido, ¡Abra la puerta!

Y mientras así hablaba golpeo tan fuerte la puerta que por lo vieja y corroída se cayó ante el.

Todo estaba oscuro ante el, cuando sus ojos se acostumbraron a la falta de luz pudo ver al fondo del único cuarto del que se constituía la casa un foco alumbrando a la persona que había tomado el paquete haciéndole curaciones a otro hombre que se encontraba sentado frente a él.

- ¡Oye! – exclamó el herido a su compañero – llegó visita

El que le curaba volteo y reconoció al chico y exclamó enojado:

- ¿Qué es lo que quieres? ¿acaso no te pagaron?

- Si, señor, yo solo necesito el recibo para recibir la otra parte de mi pago.

- Dame – contestó furioso el grandulón. Sobre la mesa donde estaban la caja de primeros auxilios, puso el recibo y trato de leer. ¡Pero esto esta en chino!

- Japonés señor – dijo el herido – déjame ver eso.

El herido tomó el papel de manos de su curador y leyó.

- Es de Russell, quiere mi firma

- ¿Cómo sabe Russell que esta aquí, Señor Mekai?

El hombre de la silla miró al más grande como dándole entender que no abriera la boca más de la cuenta frente a un desconocido, pero no pareció entender. Firmo el recibo y lo entrego a Ken.

- Toma aquí esta y retírate.

Así lo hizo Ken y se retiró sin decir nada mas que "Gracias".

A su salida y sin esperarlo alguien le estiro de la chaqueta. Era Suay que le esperaba para acompañarlo de regreso al hangar.

- ¿Te ha ido bien en la entrega del paquete?

- Si, pero ha sido muy extraño, casi creo que no querían recibir el paquete, ¿pero que haces aquí? ¿Creí que ya no te volvería a ver?

- ¿Ya no me querías ver entonces? – dijo ella ruborizándose. El también se ruborizó y ella sonrió.

- No es eso, me alegra encontrarte. Son las 6, es tarde, pensé que haría menos, ¿sabes de algún lugar donde pueda comprar algún obsequio?

- ¿Para hombre, mujer o niño?

- Para una amiga de mi edad mas o menos.

- ¿Tu novia? – preguntó la jovencita desilusionada

- No, no, es mi amiga, hoy es su cumpleaños y quiero comprarle algo bonito, pero...

- ¿Pero?

Ken sonrió y exclamó:

- Algo que no cueste mucho pero que no sea muy ordinario como una caja de chocolates o rosas...Algo bonito y diferente, ¿me podrías ayudar?

- ¡Claro! – expresó ella tomándole del brazo y arrastrándole a una diferente dirección.

Mientras un par de hombres entraban sigilosamente a la casa de Ken mientras el estaba en su entrega, trataron de no forzar la entrada demasiado, no querían que él notará su presencia a su regreso, primero tendrían que cerciorarse por completo antes de seguir.

Un joven hombre alto y fornido espero afuera cerca de la casa para vigilar, el otro entraba a la casa y siguiendo indicaciones no tardo mucho en encontrar el retrato que le había comentado, sus manos enguantadas lo tomaron y retiraron el marco de la foto, lo acercó a luz de la ventana y tomo unas instantáneas de él, era todo lo que necesitaba, devolvió la foto a su marco original y lo puso tal y como lo había encontrado sobre la mesa.

En su retirada observo una curiosa foto de un grupo sentado en una banca, 4 jóvenes, 1 niño y hombre adulto observándolos componían la imagen completa, dudo por un instante su valor,  pero al final también obtuvo una foto de el.

Ambos hombres salieron sin contratiempos del lugar sin llamar la atención de alguna persona.

En el snack J, los chicos habían puesto música para bailar mientras Jun se arreglaba, Joe y Ryu se habían aparecido temprano mientras que Jinpei daba los últimos toques al excelente pastel que acababa de preparar.

- Soy un gran chef, no cabe duda. – dijo el niño al ver casi coronada su obra.

- ¿Puedo probarlo? – preguntó Ryu acercándose con ojos hambrientos al ver el suave betún rosa que Jinpei untaba sobre el pastel

- ¡Claro que no! Y no te atrevas a tocarlo hasta que Junny lo halla partido

- Me extraña que Ken no halla llegado – dijo Joe sentándose a la barra al lado de Jinpei – Van a dar las 7 y Jun no tarda en bajar.

- Debe estar entregando un correo. Me dijo que tardaría un poco en llegar

Justo en ese momento Jun apareció ante los tres chicos que le esperaban sorprendidos al verla tan arreglada y bella como nunca antes la habían visto. Sus grandes ojos azules irradiaban felicidad y una inmensa alegría se posaba en sus labios. El hermoso vestido blanco que llevaba le hacían parecer una linda novia en el día de su boda. Dibujaban finamente cada curva de su cuerpo dejando a los sus compañeros boquiabiertos. Joe no podía decir palabra alguna y casi contenía la respiración, tal parecía que su corazón corría  mas acelerado que su auto de carreras.

- ¡Dios mío! Quisiera tener un anillo en estos momentos – murmuró Joe siendo solo alcanzado a oír por Jinpei quien frunció el ceño al escuchar tal comentario.

- Junny solo puede ser para una persona, y ya sabes quién... – dijo el niño en voz tan baja que solo Joe pudo oírle.

- Pues esa persona no esta y yo...

- Hola chicos, me alegra que hallan venido – interrumpió Jun saludando en general.

- Ya sabes que nunca te podríamos dejar sola... – contestó Joe dando un fuerte abrazó a Jun y disfrutando del suave aroma a rosas que despedía su sedoso cabello.

Jun no pudo evitar el sonrojarse y saludo a Ryu con otro fuerte abrazo mas fraternal.

- Gracias chicos por los regalos, gracias Jinpei por el pastel ¿Dónde está Ken?

- Aun no ha llegado, no debe tardar... Mira Onechan! Feliz cumpleaños ¿Qué te parece mi pastel? – preguntó Jinpei sonriendo

- Te quedo muy bien, Jin, gracias...

Joe metió la mano a uno de los bolsillos de la chaqueta y sonriendo cortésmente presento una pequeña caja negra ante Jun

Jinpei sintió su corazón latir demasiado, creyó que todos lo escucharían y contuvo el aliento. ¿Podría Joe estar hablando en serio? La misma Jun se ruborizó ante la pose  tan seria que había adoptado Joe..

- ¿Qué.. que es esto Joe?

- Es un pequeño presente para ti, espero que lo aceptes con mis mas sinceras felicitaciones

Los presentes quedaron anonadados al escuchar a su compañero hablar de forma tan formal y correcta, Ryu creyó ver otra persona totalmente diferente. Aun había esperanzas para Joe. Jun un tanto incrédula frunció el ceño.

- ¿Para mí? Joe, no te hubieras molestado... Yo, yo no...

- Ábrelo por favor, ¿quieres? – insistió el número 2 con una leve sonrisa.

- Pero.. – decía Jun algo perturbada, sus suaves labios temblaban tímidamente esbozando una sonrisa, sus manos abrían lentamente la pequeña cajita negra.

Al abrirla todos los presentes con excepción de Joe mostraban un rostro de asombro al contemplar ante ellos un pequeño brazalete con forma de 2 pequeños corazones entrelazados a la mitad.

- ¡Joe!, ¿qué es esto?

- Esto simboliza nuestra ahora amistad ya que aún no puedo aspirar a algo más..

Jun se ruborizo y no supo que contestar, lo que le dio tiempo a Joe de tomar el brazalete y ponérselo en su blanca mano.

- ¡Oye! Onechan, ¿estas bien? – preguntó Jinpei al ver que su hermana se hallaba sin habla contemplando tan hermoso presente.

- Joe, es muy bonito gracias...

Joe la tomo de la mano y la abrazo tiernamente y besó su mejilla sonrojada.

Jinpei no  podía aun creer lo que veía, en cambio Ryu pensó que Joe merecía una oportunidad, tanto como Ken. Afortunadamente para Joe empezó a sonar una suave canción romántica para bailar con la pareja. El empezó a llevar a Jun lentamente hacia la pista, Jinpei no creía que él podría bailar, ella llevaba su mano hacia su rostro miraba a su pequeño hermano que les veía con ojos de asombro, "Esto no puede estar pasando" pensaba ella, nunca imagino pasar su cumpleaños con semejante regalo por parte de Joe y ese baile tan romántico, sus manos se entrelazaron, el la tomaba delicadamente de la cintura, ella entregaba su mano y se dejaba guiar por él, Ryu contribuyó al momento al apagar las luces y dejar solamente la esfera de espejo flotando sobre ellos, inundándolos con pequeños destellos de colores, Jinpei salto sobre la barra tratando de llamara su hermana pero ella ya estaba envuelta en la suave atmósfera del romanticismo y del ensueño.

- ¡Onechan!

- Silencio, no los interrumpas – dijo Ryu sujetándolo de la camisa

- ¡Ken debería estar aquí! Junny no haría esto si el estuviera aquí!

- Creo que Joe merece una oportunidad ¿no crees?

Jinpei no respondió nada y torció descontento la boca y después de un suspiro se quedo sentado sin decir ninguna palabra.

En esos precisos momentos llegaba Ken a su casa, y observando su reloj notó que había hecho más tiempo que lo esperado. Decidió hacer una llamada a sus amigos para que lo esperarán un poco más, pero primero. Puso el regalo que consiguió con la ayuda de Suay sobre la mesa a un lado del retrato de familia y tomó el teléfono

Jinpei se estaba durmiendo al ver a la pareja bailar y le parecía que la canción era interminable, era la segunda que bailaban y ya sentía que era lo suficiente para una noche. Escuchó el teléfono sonar por pura casualidad y corrió a la cocina a contestar para no ser molestado por la música.

- ¿Bueno? – contestó Jinpei

- ¿Jinpei? Soy yo, Ken.

- ¡Ken aniki! – exclamó Jin felizmente - ¿Dónde estas? Jun te esta esperando, no hemos partido el pastel por ti.

- Aun tengo que darme un baño, pero iré para allá en una media hora, ¿Esta enojada conmigo?

Jinpei se acercó a la puerta de la cocina y pudo observar a Joe pidiéndole la siguiente pieza mientras que Ryu aplaudía.

- No, no parece enojada, no ha tenido tiempo.

- Bien, entonces dile por favor que voy para allá...

- ¡Ken!

- ¿Sí?

- No tardes.

- Estaré allí pronto...

Ahora tendría que darse una buena baño ya que el polvo y calor habían hecho de él un total desastre. Se despojó de sus ropas, ya totalmente desnudo entro en la ducha, ni siquiera espero a que estuviera lo suficiente caliente, tal era su apuro que metió su cabeza debajo del abundante agua, su cabello suave y oscuro le caía por los hombros y con los ojos cerrados disfrutaba de la caricia del tibio elemento. Una blanca espuma empezó a cubrir su varonil pecho y se deslizaba lentamente por sus torneadas piernas. Dejo sus pensamientos fluir mientras el agua le enjuagaba totalmente.

Esperaba que el regalo que había conseguido para ella en verdad le gustará, gracias a Suay pudo encontrar algo muy bonito que entregarle a su amiga, su gran amiga. No sabía aún si era el momento, no sabía si alguna vez habría un momento, una oportunidad para confesarle sus sentimientos, y una vez hecho esto esperar que el sentimiento fuera mutuo. Nambu no lo aprobaría, el bienestar del equipo y la seguridad del planeta estaban por encima de su corazón. Pero abría que ser de piedra para no caer rendido ante la presencia de Jun, mucho le sorprendía que Joe no hubiera caído, aún siendo el un amante sin suerte, era imposible pensar que Joe se pudiera fijar en Jun, "Ni pensarlo", Joe no podría traicionarle al saber o al menos imaginar lo que sentía Ken por Jun. Incluso Jinpei y Ryu se daban cuenta del secreto a voces en el equipo, temía que Jun hubiera sospechado algo y negarle alguna esperanza. Pero si recibiera una negativa, sería ¿debido a su corazón o a su deber? Le haría sufrir cualquiera de esas dos respuestas, pero al menos con la primera sabría que ella le corresponde.

Esos eran los pensamientos que invadían la cabeza del líder del equipo ninja cuando fue abruptamente fue atacado por sorpresa por la espalda, sintió que dos musculosos brazos le sujetaban por la espalda impidiendo mover sus brazos y otra persona ponía un pañuelo en su boca mientras un tercero le sujetaba las piernas.

Imposibilitado para defenderse y rendido por el cloroformo que aspiraba, cayó rendido ante ellos.

- ¡ Trae esa toalla y cúbrelo!  - exclamó el que le había cubierto la boca - ¿qué esperas? Debemos atarlo, no vaya a despertar durante el viaje.

- Vamos el auto nos esta ... ¡Que demonios!!...

Ken había fingido desmayarse para poder librarse de sus captores aún desnudo trato de enfrentarles en la batalla, desafortunadamente el jabón y espuma que aún llevaba en las manos le impedían sujetar bien a su agresor quien al ver la reacción del joven sacó su navaja del bolsillo y clavo en la costilla al indefenso Ken.

- ¡Ahora muchacho será mejor que te calmes! – y diciendo esto el mas grande que le sujetaba por detrás lo golpeo en la cabeza con la cacha del arma lo suficiente para dejarlo inconsciente pero no demasiado como para matarlo. Habían recibido ordenes de no hacerle daños mayores a golpes y rasguños.

Salieron los tres hombres de la casa llevando uno de ellos un bulto envuelto en sábanas sobre sus hombros, entraron a un lujoso carro negro y partieron tan rápido como pudieron.

Jun y Joe terminaban de bailar su sexta pieza, la cual le pareció extenuante a Joe por tratarse de música disco, ritmos que él nunca había probado y que según la última demostración llego a convencerse de que nunca más bailaría algo así.

Extenuados por el baile y casi sin aliento se sentaron en la barra junto con sus otros dos compañeros que les miraban en diferente forma, Ryu con signo de aprobación y gusto y Jinpei con señas de admiración y disgusto.

- ¡Onechan! Ken llamó, dijo que no tardaría en llegar

- ¿Llamó? ¿Por qué no me dijiste?

- Estabas ocupada...

- ¿Hace cuanto llamó, Jin? – preguntó Joe un poco mas relajado

- Hace como media hora

- Entonces no debe tardar en llegar... Pero debería llegar más temprano, ya va ser muy noche cuando llegue y...

- No te preocupes Jun – dijo Joe tomándole de la barbilla cariñosamente, como nunca lo había hecho – el llegará pronto...

La mirada de ambos se mezclo y hubo un momento en que Jun pensó estar tan solo con él, con Joe cuya mirada parecía mirar hasta el fondo de su alma, que parecía leer sus pensamientos y sintió miedo.

- ¡Con permiso! – exclamó Jinpei interrumpiéndoles para tomar el cuchillo a un lado del pastel y mostrándoselo a Jun le sugirió -- ¿Por qué no partimos ya el pastel? ¡Tengo hambre!

- ¡Sí! Ya es noche y mi estómago no aguanta más... – apoyó Ryu frotando su abultado abdomen y acercándose instintivamente al pastel

- ¡Quieto! – prorrumpió Jinpei parando en seco a su amigo, - que Jun debe pedir antes un deseo

Y diciendo esto el pequeño encendía una a una las 16 velas de la tarta. Ella no estaba muy convencida de realizar ya ese acto fundamental en todo fiesta.

- ¡Vamos Jun apaga las velas!

- Joe, quisiera esperar a que estemos todos completos...

- ¡Oh! No te preocupes, el llegara, ahora pide un deseo y apaga las velas.

La joven cerró los ojos, suspiro tristemente y sopló para beneplácito de sus compañeros, quien al haber finalizado exitosamente el evento aplaudieron y festejaron tirando cintas y confeti.

Había pasado ya dos horas desde que se partiera el pastel, una hora desde que abrió sus regalos y 10 minutos desde que empezaban a recoger los globos y a barrer el salón y aún su compañero no aparecía.

- Jinpei ¿Ya te contestó? – preguntó Jun al ver a su pequeño hermano salir de la cocina

- No, creo que no ha de estar en casa, abra salido...

- Usa el comunicador – sugirió ella

- Ya lo intenté pero tampoco contesta, si lo abra dejado en su casa.

- ¿Le abra pasado algo?

- No digas eso, Ryu el sabe cuidarse, además dijo que vendría ¿no? ¿Te dijo algo más? ¿Iría a alguna otra parte, Jin?

- No, Joe, el solo menciono que iba a tomar un baño y me preguntó que si Jun..

- ¿Qué si yo que?

- Que si estabas enojada con el.

- ¿Yo? ¿Por qué? ¿Qué le respondiste?

- No sé, yo le dije que estabas ocupada

- ¿Ocupada? ¿Le dijiste que bailaba con Joe? – pregunto preocupada ella sin darse cuenta que dañaba la estima de un presente

- No, sólo le dije que estabas ocupada, dijo que llegaría en media hora

- Estoy preocupada, vamos a buscarlo.

- No Jun ya es muy tarde, Ryu y yo iremos a su casa a buscarlo..

- ¡Yo quiero ir con ustedes! – prorrumpió Jinpei pasándose del otro lado de la barra

- No tu debes de quedarte aquí con Jun, por si llama o pasa algo, nosotros nos comunicaremos en cuanto lleguemos, no debe ser nada importante, pero mas le vale que lo sea si no ese idiota se las tendrá que ver conmigo... Vamos Ryu.

Ambos salieron de la casa en plena oscuridad mientras que eran observados por los dos jóvenes inquietos desde el salón, ambos siguieron intentar llamarle, uno por el comunicador y el otro por teléfono. Cada vez con la misma respuesta: nada.

Habían pasado 3 horas desde que Ken estaba inconsciente y para su mala suerte lo primero que vio al abrir sus ojos fue la incandescencia de una lámpara de quirófano, al retomar la sensación de su cuerpo, volvía a sentir la sangre que fluía por su herida aun reciente, su cabeza la sentía tan pesada y tan dormida que no sabía a ciencia cierta si se trataba de un sueño, al tratar de incorporarse fue impedido por correas que le sujetaban las muñecas, la cintura y los pies.

La habitación en que estaba daba la apariencia de ser muy moderna, pero debido a la luz tan fuerte que despedía la lámpara encima de el no podía observar su alrededor claramente. Sintió que tan solo era cubierto por una delgada sábana blanca y que tenía compañía. Primero debería saber de que se trataba su cautiverio antes de realizar acción alguna. Sería Galactor o sería algo más?.

- Veo que ya despertaste. – dijo una persona vestida de medico llevando cubre bocas y gorro azul.

Por su voz y lo poco que podía observarse de sus facciones se trataba de un hombre de edad madura, como de 50 años quien parecía estar satisfecho con su presencia.

- ¿Quién es usted? ¿Y que hago aquí?

- ¿Eres tu el hijo de Sudzuki Sayuri? [1]

Ken no respondió pues le sorprendía que conocieran el nombre de soltera de su madre fallecida. El hombre pareció sonreír debajo de su máscara al darse cuenta de la sorpresa que causo al muchacho. Todo le parecía indicar que la respuesta era correcta.

- ¿Qué es lo que quieren?

- Lo que queremos ya lo hemos obtenido, y tu respuesta nos lo ha confirmado – dijo una voz proveniente de las sombras que hicieron latir presurosamente el corazón del joven. Sus oídos no lo engañaban ya que con tan solo ver su silueta reconoció frente a el a su enemigo. Katse, ¿habrá acaso averiguado el secreto de su identidad?

Reuniendo todo el valor y coraje que pudo y no sabiendo aún su situación pregunto una vez más:

- ¿A que se refieren?, creo que me confunden... – dijo Ken tratando de esbozar una sonrisa

- No nos equivocamos, ya te hemos hecho las pruebas suficientes y alguien te ha reconocido por las fotos – contestó el doctor poniendo sus manos sobre la camilla

- ¿Las fotos?

Su pregunta no fue respondida, Katse se acercó tanto a él que casi podía sentir su aliento.

- Esta vez ya no vas a escapar, ya no te iras mas, mi querido niño, ¡Prepárenlo para la cirugía!

- ¿Cirugía? ¡¿Qué intentan hacerme, malditos?!

- Unos cuantos exámenes, no te preocupes, querido mío - dijo Katse deslizando su mano blanca y huesuda por sus cabellos mientras el doctor ponía en su boca y nariz y una mascarilla para anestesiarlo.

Eran las 10:20 de la noche cuando los muchachos llegaron al lugar de Ken. Para su sorpresa ninguna luz estaba encendida y mas aún se admiraron al ver la puerta de entrada semi abierta.

- ¡Ten cuidado! – exclamó Joe tomando precauciones – Aquí pudo haber pasado algo

- No se ve que halla alguien dentro, ¿le abran asaltado la casa?

- No tendrían mucho que robar, mas que deudas – dijo Joe encendiendo las luces.

- Parece que hubo una pelea... Hay mucho agua tirada por aquí...

- Si, pero mira Ken le compro el regalo a Jun, y aquí esta...pero ¡Mira Joe! ¡Sangre! – gritó Ryu mostrándole la pequeña mancha en el papel de la envoltura

- No solo allí,  mira el piso, también hay varias gotas...  debo avisarle al Doctor Nambu.



[1] Sudzuki Sayuri .- Apellido ficticio de la madre de Ken