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2. Descubriendo el Mundo

Las estrellas me miraban ahora con atención, ya las lágrimas habían dejado de brotar y rodar por mi rostro, se habían secado al igual que el tiempo, Recosté mi cabeza sobre la piedra fría y la frondosa hierba mientras que cerraba lentamente los ojos con pesadez. Ante mis ojos se abría un vació que corría en espiral cubriendo todo mi rededor y caí rápidamente por aquel agujero, cada vez mas hondo y espeso… me estaba hiendo.

-Despierta Muchacho- dijo Emored sacudiéndome violentamente mientras abría sorpresivamente mis ojos. Emored tenía sus dos manos aferrabas a mis desgastadas ropas.

-¿Qué pasa?- dije aturdido y molesto, al instante me di cuenta que había sido una imprudencia y en cualquier momento él podría matarme, al fin y al cabo, contaba con armas que yo no tenía.

-Tienes Fiebre- dijo Inmutable soltándome y pasando un viejo trapo por mi frente. Hasta ahora no me había percatado que las heridas habían empeorado y que en el interior de mi cuerpo estaba ardiendo. Trate de moverme pero Emored me detuvo gentilmente.

Dejó el trapo viejo sobre mi frente en tanto tomaba una jarra que tenía cerca, puso algunas hojas en él y velozmente empezó a triturarlas con el dedo, inmediatamente el aire se purifico, era una aroma difícil de olvidar, todos los olores de los riachuelos y las flores que me habían fascinado en el pasado se juntaban en esos momentos. Emored tomó una hoja triturada y cubrió con ellas mis heridas, casi instantáneamente se evaporo el dolor y la fiebre había bajado considerablemente, por un momento vi el reflejo de la luna que se proyectaba en la débil sonrisa que Emored había esbozado.

-Hay un olor en el aire- dije incorporándome.

-Hoja de Reyes- dijo él agitando las manos en el aire.

-Athelas- murmuré. Había oído hablar de ellas y de sus propiedades, en viejas leyendas, pero hasta ahora creí que eran tan sólo un mito.

-Hay algunos mitos que cobran vida- me dijo como si leyera mis pensamientos y sin apartar la mirada de la fogata frugal que tenía al frente. –Bebe- dijo pasándome una jarra llena de algún liquido, la mire de reojo, Emored había resultado ser leal, vacile por unos segundos, sin embargo decidí beberlo. De súbito, un repentino fuego me lleno la boca extendiéndose hasta todas las extremidades de mi cuerpo. Deje la jarra a un lado y me recosté nuevamente sobre la roca.

-¿Por qué razón habéis salvado mi vida?- dije al fin –Habían otros aldeanos que lo hubiesen merecido- dije pesadamente, recordando las horripilantes imágenes de mi aldea, sucediéndose una a una. Emored se giró hacía mi y sentí como su mirada oscura y penetrante atravesaba mi corazón y palpaba mi mente.

-Nirya- Estuve apunto de replicar, pero evite hacerlo –Hay algunas cosas que suelen pasar sin que nosotros lo planeemos- dijo lentamente y escogiendo las palabras. Todo quedo en silencio hasta que Emored nuevamente habló –Es hora de dormir muchacho, yo haré la guardia de esta noche- revolvió mi cabello y con paso lento se dirigió hacia la corteza de un árbol de aspecto carrasposo –Lissi Olóri- Oí en un débil susurro, más no entendí, nuevamente cerré mis ojos hundiéndome rápidamente en sueños.

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La noche empezaba a envejecer y la luna se erguía orgullosa en el cielo cuando desperté, los movimientos de Emored eran veloces y cautelosos, estaba agitado y en el rostro se notaba la preocupación. Me froté el semblante con las mangas de mis gastadas ropas mientras seguía con la mirada a Emored, de pronto se acercó a mí y me sacudió fuertemente.

-Nirya, levantaos, los orcos vienen- dijo con palabras agitadas.

-¿los… los orcos?- Balbucee

-Si- dijo secamente –vamos, tenemos que ocultarnos, seguramente ya habrán saqueado la aldea y vienen a ocultarse al bosque-.

Me puse pie, estaba aturdido, no sabía que dirección tomar y ahora, los sonidos furtivos de las pisadas de los orcos se acercaban cada vez mas, resonaba la tierra y la hierba que era pisoteada, gimoteaban de dolor, los orcos maltrataban todo en cuanto encontraban. Emored me tomó rápidamente del brazo y me arrastró hasta unos zorzales que habían en junto, me raspe levemente, pero el movimiento que había realizado Emored había sido en el momento oportuno, ya los orcos junto a los Huargos habían invadido el claro y husmeaban todo en cuanto encontraban.

-Griskh- Gruñó un Orco, al parecer era mas corpulento pero mas ágil que los demás, por su aspecto era quien dirigía a la pequeña tropa – Estúpido, dijiste que uno de tus rastreadores vió que se habían dirigido el Bosque- Escupió sobre la Hierba. Un orco de menos estatura se había acercado al corpulento orco (al cual deduje era Griskh).

-Ibrilk- dijo el orco pequeño –uno de mis muchachos con algunos huargos lo vió- dijo con sequedad y blasfemando entre palabras.

-Sabed bien, tú y tus imbéciles escoltas que si atacamos esa aldea no fue sólo diversión, teníamos que haberlo atrapado, lo que lleva es mas importante de lo que pensáis- golpeó rápidamente al orco pequeño –lárgate y sigue buscando-. El orco pequeño se alejó no sin antes blasfemar contra el líder.

Aquellas palabras se repitieron en mi mente: si atacamos la aldea no fue por diversión… teníamos que haberlo atrapado, lo que lleva… lo que lleva esas palabras se repetían incansablemente, una y otra vez. Contemplé a Emored y noté que la preocupación se resaltaba en su frente bajo la capucha parda que se había puesto nuevamente. Pero, esta vez quería abalanzarme sobre ellos, hacerles pagar por lo sucedido a mi aldea, sin embargo de algún modo sentí que no era prudente.

-Vámonos- volvió a vociferar el Orco líder –Por lo visto Griskh eres un estúpido, tu y tus inútiles espías, aquí no hay nada, será mejor que nos retiremos, no creo que aquel individuo sea tan insolente de quedarse a descansar en un claro cuando porta algo tan importante, debió que haber escapado hace largo rato-. Tanteo con la mirada todo en cuanto se levantaba en el rededor, elevó la mano izquierda como señal de partida y una tropa de orcos empezaron a marchar, blasfemando y comunicándose por medio de esa asquerosa lengua que era propia de ellos.

Los furtivos sonidos se alejaron rápidamente, hasta que nuevamente volví a oír lo breves murmullos del bosque y la agitada respiración de Emored.

-¿Qué ha pasado?- pregunte con vacilación, pero Emored no me respondió tan solo me tomó nuevamente del brazo arrastrándome lejos del claro y sin pronunciar palabra, hasta que al fin nos detuvimos en una cavidad formada por algunos árboles caídos y hojas de otros otoños.

-Duerme, si es que puedes, ya esta pronto para que despunte el día- me dijo con tosquedad. Lo mire de reojo, todos sus gestos estaban contraídos. Tomó la daga que sostenía en la cintura, empuñándola con fuerza mientras se acomodaba entre algunos helechos. Recosté suavemente mi cabeza sobre las hojas muertas ¿Qué ha sucedido? Me pregunté recordando aquellas imágenes, todo había sucedido tan rápidamente… mi voluntad decaía con cada lágrima que derramaba mi rostro, cerré con fuerza los ojos tratando de conciliar el sueño.

***

Después de aquella noche los días se convirtieron mas crueles e implacables para mi vida, Emored me enseñaba a usar la espada y el arco correctamente habitando entre lugares yertos y en rara vez nos comunicábamos con otras personas y aun mas me sentía en soledad ya que él pocas veces hablaba y en las veces que preguntaba sobre su pasado comúnmente las evadía. Habían pasado al menos tres meses desde que sucedió aquel día tan lleno de muerte y de tristeza y rara vez topábamos con una pequeña tropa de orcos, hasta que un día Emored decidió que era mejor partir a Minas Tirith.

Aquella tarde no había sido muy diferente a las anteriores, los árboles erguidos a grandes alturas y sobre mi cabeza el susurro de las ramas y la brisa que agitaban las hojas mientras que el sol se enredaba en la hierba y permanecía mas tiempo en los reflejos del agua. Me encontraba cerca de la orilla del riachuelo introduciendo mis cansadas manos entre el agua clara cuando Emored me llamó.

-Nirya, acércate – lo mire de reojo sabía que había alguna decisión importante que tomar. –partiré a Minas Tirith a una misión. Ya por lo visto ya habéis aprendido lo que necesitabas para continuar vuestro propio camino-.

-Pero, no tengo a nadie- repliqué desconcertado –prefiero continuar con el que me salvo aquel día…-

-Correrás grave riesgo- me dijo en tono dulcificado, baje la cabeza como un niño caprichoso a quien no permiten partir a un viaje.

-Sin embargo puedo ser útil y si por el contrario muero, pues que así sea porque no tengo por quien pelear-.

Emored suspiró, ya me conocía bastante bien y últimamente mi espirítu se había fortalecido al igual que mi orgullo. Él se había convertido en parte de mi familia en mi mismo protector a pesar del corto tiempo que había transcurrido.

-Partiremos entonces hacía Minas Tirith- suspiró –donde algunas cuantas cosas se decidirán…-

Pasó al menos dos noches antes de que Emored decidiera realmente el día en que partiríamos, cuando al fin decidió el momento me lo dijo en una noche oscura donde las sombras devoraban todo en cuanto se extendía alrededor y el aullido de los lobos que habían cerca (que afortunadamente no eran huargos y sostenían una extraña amistad con Emored) había algunas estrellas en el firmamento, sin embargo una de ellas llamó en especial mi atención, era una estrella que se levantaba mas exactamente en el centro de la bóveda, su luz era realmente blanca y resplandeciente y las demás la reverenciaban de alguna extraña manera. Me encontraba recostado sobre una piedra lisa forrada por la piel de un ciervo, inconscientemente apunte con el dedo aquella estrella haciendo llamar la atención de Emored.

-Esa estrella… es la estrella de Eärendil – dijo muy convencido y con una media sonrisa que se asomaba en la cara, nunca me había fijado pero Emored denotaba que no era una persona común sino por el contrario que de algún modo se resaltaba de los demás guerreros, no sólo en su agilidad y fuerza, sino también por que era versado en las viejas historias de la tierra media, gracias a él aprendí muchas de las historias que desconocéis como esta y que no desconocéis.

-¿Quién sois?- pregunte. Emored me miró de repente con las cejas levantadas y evidentemente sorprendido.

-Soy un hombre-.

-Pero, ¿eso que significa?-.

-Al igual que es tan cierto que soy un hombre, es igual de cierto que soy Emored-

-Mas… ¿de donde habéis venido?- no podía evitar de hacer preguntas había ya largo tiempo que deseaba saber, cada segundo y cada minuto la duda carcomia mi mente en tan solo pensar quien era aquel hombre misterioso que había salvado mi vida.

-De Rohan, soy rohirrim- pauso un momento escogiendo perfectamente las palabras –soy Emored hijo de Emor hijo de Eomend hermano de Eomund-

En ese momento decidí callar, ya era suficiente aquella información y especial porque Emored no estaba dispuesto en seguir contestando, rumie cada palabra que me había dado como respuesta, sin embargo alguno de aquellos nombres me fue familiar.

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Espero que les halla gustado como los anteriores y muchas gracias por los reviews.

Lothluin, gracias por ser mi amiga y leer y escucharme todas mis locuras.

Sakura-corazón, pronto sabras quien es el misterioso extranjero.

Eowyn007, muchas gracias por la ayuda y por los reviews como siempre.

The balrog of altena, jejeje, si que me has dado una estima muy grande, pero estoy segura que te van a dejar mas reviews, es que escribes muy bien!!!.