The Sakura Files
Episodio II
"Un día en Septiembre"

Por Rainy
Moon_Rainy@spellbox.com


NOTA DEL AUTOR: Bienvenidos a este el segundo
episodio de The Sakura Files. Recientemente me
he dado cuenta de que Editorial Toukan en México
sacó el manga de Cardcaptors Sakura. ¡Enhorabuena!
Sólo espero que este proyecto no corra la
misma suerte que los otros proyectos que esta
editorial ha sacado, se ha rajado (así, gachamente
escrito) y ha optado por no seguirlos (¿ejemplos?
Ranma, Sailor Moon Anime Comic, Guerreras
Mágicas, I. Doll, ¿necesito mencionar más?)

En fin. Cardcaptors Sakura y sus personajes me
pertenecen sólo en mis más remotas fantasías.
En realidad, pertenecen a CLAMP, Kondasha y todo
ese séquito de empresas japonesas que no puedo
mencionar. Por supuesto que están siendo
utilizados sin autorización. Personajes de
"Medianoche" son propiedad de Moonlight
Productions Inc., y están siendo utilizados con
previa autorización.


ADVERTENCIA

Este fic puede contener situaciones, escenas o
lenguaje no aptos para menores de edad.


* * * * * * * * *

Si llegaras a imaginarte un diablo, ¿cómo sería?

Estoy seguro de que lo imaginarías como siempre te
lo han puesto en libros y revistas esotéricas, ¿no?:
rojo, con cuernos, calvo o con pelos por todos lados,
con pezuñas o con una pata de cabra y una normal,
grandes garras negras, un rabo al final del culo,
colmillos, de olor repugnante al igual que su
apariencia, ojos amarillos como los de un gato,
una larga lengua de serpiente y gordo... gordo y
enano. Torpe, de seguro. Sí, puedo imaginarme lo
que estás pensanso. Y, probablemente tengas razón
si es que no has ido nunca a Roma, en donde la
gran congregación de diablos se realiza cada año.
Y es que esa es la verdad: recientemente, los
de arriba se comportan cada vez más como los de
"abajo". Pero no estamos aquí para hablar de lo
que pienso que es correcto o no. Estamos aquí para
hablar acerca de lo que pasaba por las calles de
Berlín a eso de las 11 o 12 de la noche en un día
de septiembre como cualquier otro.

Un ferrari rojo.

Recién sacado de la agencia, con un motor que
rugía a la velocidad que iba y placas que estaban
en un montaplacas plateado. Por dentro cubierto
de cuero, podías oler el olor de carro nuevo,
en color negro con letras plateadas que grababan
el nombre del auto, "Ferrari" y el nombre del
dueño: Oskar Schiller.

Era alto, joven, bien parecido. Tenía una naríz
fina, ni el más talentoso de los cirujanos
plásticos podría igualarla. Su cabello era
corto, rojo como el fuego de su interior.
Tenía una voz sensual y varonil, igual que
su sonrisa. Los ojos extraordinariamente verdes
los ocultaba tras unas gafas oscuras que iban
de acuerdo al diseñador de moda, esta vez le tocó
a Calvin Klein. Vestido de smokin casual negro,
sin corbata, con cuello de sacerdote, guantes
blancos y zapatos negros, Oskar Schiller se
dirigía hacia la discoteca de moda, Höller,
en el centro de los tugurios de Berlín. La cola,
como el Sr. Schiller pudo ver desde un par de
cuadras, era enorme. Era aquí en donde las máximas
estrellas mundiales se hacían ver si es que andaban
en Europa, pues el no haber sido visto en Höller
era como si hubieses pasado de moda en un
abrir y cerrar de ojos. Pero el Sr. Schiller
no tenía que preocuparse por la cola de gente,
al contrario, esto quería decir que el negocio
andaba bien.

¿Olvidé mencionarlo? Oskar Schiller era el dueño
del antro.


Oskar Schiller era el dueño de la vida nocturna
en el mundo. No hay mejor manera de ponerlo.
Tenía discotecas regadas por todo el globo, desde
Londres hasta Madrid, Moscú, New York, Río de
Janeiro, Buenos Aires, sólo por mencionar algunos.
También tenía algunos bares de baja categoría por
aquí y por allá. No sólo eso. También era conocido
por ser uno de los promotores de conciertos
más poderosos de la industria, organizando
conciertos en Japón, China, India, Australia,
Estados Unidos, México, Brasil, Europa y Nueva
Zelanda, sólo por mencionar algunos. Pero sobre
todo era carismático y de buen corazón: contribuía
fuertes sumas de dinero a fondos contra el cáncer,
el SIDA, las enfermedades infantiles y la
protección de fauna y flora a nivel mundial.
Organizaba bailes contra la pobreza, teletones
a favor de las vítimas de algún ataque terrorista
o algún desastre natural, radiotones contra el
cáncer infantil y maratones en pro de la defensa
de los derechos humanos. Su rostro era conocido
pues aparecía en televisión, revistas, periódicos,
boletines. Todo el mundo lo amaba pues no se le
conocían enemigos y - por más asombroso que
parezca - nunca había sido víctima de la violencia
citadina.

Y todo esto, a sus 20 años, eran logros simplemente
asombrosos.


Se estacionó frente a la entrada y todas las
cámaras de televisión, los periodistas,
las luces fotográficas y los micrófonos se
avalanzaron para tratar de ser los primeros
en entrevistarlos. Oskar nunca les diría que no:
amaba a la cámara y ésta lo amaba a él;
nunca rehusaba una entrevista, ni un spot
publicitario. Le encantaban las relaciones
públicas, ser visto por reporteros y fotógrafos,
seguido por papparazis. Le encantaba. Al
salir, dio las llaves al vallet parking
y, en un mar de medios de comunicación se
dirigió al centro de la alfombra, en donde
concedió entrevistas y fotos a todos los que
quisieran tomarlas.

"Herr Shiller", dijo el gorila de la puerta
haciendo un saludo respetuoso. Adentro,
la musica ruidosa y las luces rojas hacían
de aquello un verdadero infierno. Tres niveles
y dos plataformas de baile, sillas y mesas en
imitación madera, dos barras de cristal con neón
que brillaba de azul por dentro. Meseros,
cantineros, chicas en bikini bailando dentro
de enormes jaulas que colgaban de los techos,
un D.J. famoso invitado, estrellas, fiesta,
reventón. Oskar Schiller caminó de largo por
todo eso y se dirigió hacia la puerta que se
encuentra entre ambos baños que siempre permanece
cerrada y guardada por dos gorilas que nunca
se mueven de su puesto. Oskar subió escaleras
arriba y entró al privado, en donde las paredes
a prueba de sonido mantenían la música fuera de
ella y un ambiente relajante dentro. El interior
era decorado con colores claros pero elegantes,
alfombra no muy felpuda. Un escritorio de caoba
estaba dando la espalda a los grandes vitrales
desde donde podía ver perfectamente lo que ocurría
afuera sin que los de afuera vieran absolutamente
nada de lo que ocurría dentro. Sillas reclinables
de cuero negro, sumamente confortables estaban
esparcidas por toda la habitación, misma que contaba
con un baño con regadera privado y un clóset
con varios cambios de ropa. Teléfono inalámbrico,
computadora, televisión con cable por satélite,
videograbadora, estéreo, un enorme librero en
donde guardaba libros, revistas y más libros,
y un cuadro de Picasso adornando la pared norte,
con un acuario de pared a pared en donde los
pececillos dorados invadían el ambiente. Cuando
Oskar entró, otro joven esperaba pacientemente su
llegada. Era alto, de cabello oscuro, largo y
recogido, piel blanca y ojos grises que miraban fieros
a su alrededor. Vestía un Armani gris con camiseta
blanca y zapatos negros.

"Amon", saludó Oskar al joven, "Recibí tu mensaje.
Dime, ¿qué ocurre?"


"Actividad inestable en la Zona 3, Rati", dijo
Amon sacando unos documentos de su saco y
entregándolos a Oskar, quien los leyó
inmediatamente, "Al parecer, nuestros cazadores
han detectado algo más que ángeles haciendo trucos
de magia.".

"¿Una niña?" preguntó Oskar sumamente extrañado,
viendo a Amon.

"Así es. Hace poco detectamos la presencia de
situaciones extrañas en la zona, pero... entonces
se elevó a grados de magia tipo 5"

"¿Qué?" dijo Oskar un tanto alarmado, revisando
rápidamente los documentos, "¡No es posible!"

"Lo es. Esa es la chiquilla..", dijo Amon mostrando
una fotografía, "Sakura Kinomoto, 11 años. Muy
pequeña para este tipo de magia, ¿no crees?"

"No es posible que una mortal de esa edad
controle este tipo de magia", dijo Oskar revisando
los documentos al sentarse detrás del escritorio.
Amon hizo lo propio frente a Oskar, "¿Estás
seguro de que no se trata de un error"

"Los nuestros no suelen fallar en cosas de
este tipo, Rati..."

"Ya veo. Si nosotros sabemos de esto..."

"Micael también lo sabe"

"Y si ellos se dan cuenta de lo que se
trata..." dijo Oskar pensativo, luego, dirigiendo
su mirada a Amon ordenó, "Debemos llegar a
esta chiquilla antes que Micael y los suyos,
¿entendiste?"

"Perfectamente, Rati. Una cosa me perturba..."

"Dime..."

"¿Que pasa en caso de que se trate de las
Cartas Clow?"

La mirada de Oskar fue amenazada por una sombra.
La seriedad en el rostro de Amon le indicaba
que esto no se trataba de una broma.

"Todas las indicaciones de que se trata
de ello están ahí, Rati. Dime, ¿qué haremos
entonces?"

"Lo que juramos que haríamos, Amon. Nada
menos que eso..."

Con esto dicho, Amon dio la vuelta y desapareció
tras la puerta, dejando a Oskar con un señuelo
de duda y preocupación en el rostro.

Las Cartas Clow...

El teléfono sonó. Oskar descolgó. "¿Helo?"

"Rati, soy yo..."

"¿Qué pasa?"

"Hay una actividad anormal en la Zona 3..."

"Sí, Amon ya me lo dijo"

"Pero apuesto a que no te dijo que se trataba de
las Cartas Clow..."

"¿¡Qué!?" gritó Oskar "¿¡Qué estás diciendo!?"

"Te confirmo que se tratan de esas cartas, Rati.
Yo mismo lo he visto. Esta chiquilla... Kinomoto...
tiene la llave para sellarlas... Lleva ya cinco
de las tantas que son..."

"Maldición, mierda, maldición, ¡mierda!"

"¿Qué hacemos ahora, Rati?"

En ese momento, Oskar - Rati - deseó con toda su alma
ser otra persona.

"¿Rati?"

"Mantengan vigilancia extrema. No quiero ni UN SOLO
emplumado cerca, ¿de acuerdo?"

"Sí"

"Traten de protegerla... no queremos que esto caiga
en manos de Micael, ¿entendido?"

"Perfectamente... Oh y, ¿Rati?"

"¿Qué?"

"Uno de los guardianes también está suelto"

"¡Oh, grandioso! ¿Y pensabas decirme esto nunca?"
dijo Oskar con sarcarmo y coraje.

"Lo siento..."

"¿De quién se trata?"

"Keroberos, señor"

"¿Keroberos? Entonces... podemos utilizar esto
a nuestro beneficio", dijo Oskar con más
tranquilidad, "Mantengan vigilancia estricta. No creo
que vean a ninguno de los de Micael cerca con
Keroberos ahí, sin embargo no cae mal un poco de
precaución. Deja que la chiquilla junte las cartas,
nos ahorrará el trabajo. Cuando llegue Amon, le dirás
lo que te he dicho ahora."

"Perfecto"

"Oh, y.. otra cosa..."

"Diga.."

"Si me vuelves a llamar 'Rati' por teléfono,
te haré colgar de las vergas desde una de las torres
de la Pradera Prohibida, te amarraré las entrañas
y te haré arder en los candentes pozos de aceite
hasta que tus bastardos me imploren que te deje
morir, ¿has entendido?"

Colgó.

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CONTINUARA EN EL EPISODIO III
"Con el paso del Tiempo"


Bueno, otro episodio mas. Espero os guste amados
lectores mios. Recuerden enviar sus comentarios
o quejas al e-mail que aparece debajo... ciao!!


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