The Sakura Files
Episodio Tres
"Con el Paso del Tiempo"
Por Rainy
NOTA DEL AUTOR: Bueno, es oficial.
Este fic es visto por todo el mundo en
Fanfiction.net y eso esta de pelos. Apenas
lo puse no mas de 26 horas y ya tengo
mi primer "review". Estoy emocionada. En fin.
Espero disfruten de este episodio.
SCC y todos sus personajes son propiedad de
CLAMP y asociados. No tengo nada que ver
con ellos. Personajes extras son propiedad
de Moon_Vortex (antes Moonlight Productions
Inc. 2000) y son usados con toda la
autorización correspondiente.
ADVERTENCIA
Este fic puede contener material no apto
para menores de edad.
* * * * * * * *
El despertador sonó y fue en ese momento
cuando se dio cuenta de que había olvidado
ponerlo a la hora correcta la noche anterior.
Se levantó como centella al ver la hora y en
un dos por tres se vistió con sus usuales
pantalones de mezclilla deslavados y camiseta
blanca. "Esta vez sí que la he hecho", pensaba al
ir a la velocidad de la flecha, preparando café,
poniendo un pan en el tostador y alimentando al
gato, todo al mismo tiempo. Salió de su
departamento ubicado en lo suburbios de Baton Rouge,
Louisianna, directo a las oficinas del S.I.A., en donde
tenía una junta hace cinco minutos. A esas horas,
las calles estaban prácticamente vacías, todos
dormidos antes del amanecer, pues Baton Rouge
no era de las ciudades que se quedaban despiertas
toda la vida. "¡Ese maldito mentecuato me las
paga!", pensaba. ¡Claro! Podrían dominar a casi
todo el universo, pero no podían hacer nada
para mejorar el servicio meteorológico, el cual
había dicho que haría calor.
Hacía un frío del demonio...
Y era que el invierno (para él) era frío. Sí, frío.
No como el simple frío siberiano, sino frío
como el mismo infierno lo pondría. La peor
parte era de que no era invierno, sino
verano, y no sabía lo que detestaba más,
si el clima frío en verano o ser lo
suficientemente ingenuo como para creer que
el servicio meteorológico había mejorado. Ese,
junto al servicio postal eran la misma chingadera.
Ayer no hacía tanto frío. De hecho, el día
anterior ni siquiera estaba tan enojado con
el mundo. Y la cosa era de que todos pensaban
que él lo sabía todo, como si fuera el "Yoda del
conocimiento analístico angelical" o algo así.
Por ejemplo, anteayer, Io lo había mandado
a Ultarsiep pero no se tomó la molestia de
preguntarle si estaba de vacaciones.
Eso le recordaba sólo una cosa: que realmente
odiaba su vida. En fin. Llegó a Ultarsiep, ¿no?,
¡y lo primero que ve es nieve! Fue en ese momento
en particular cuando deseó con toda su fuerza
tener a Io frente a él para extrangularlo y
darle la notificación que su bilis le acababa
de hacer: "¡RENUNCIO!".
Así que ahí estaba. Totalmente desnudo porque
el famoso transportador había transportado
todo menos su ropa, todos lo veían raro, ¡y ni
siquiera había tocado el tequila!. La policía
llegó, cargó con él, mordió a uno en un brazo,
le dieron una santa madrina que en su vida iba
a olvidar, le dieron un baño con agua helada,
le pusieron una vacuna antirrábica y lo encerraron
en una de las celdas. Al primer vistazo de
su compañero de desgracia, éste le sonrió
maliciosamente y se le acercó.
"Ni se te ocurra", dijo apuntándolo a toda velocidad.
Su bilis estaba a punto de estallar cuando se dio
cuenta de que estaba en San Petesburgo. Tuvo
que hacer circo, maroma y tatro para que lo
dejaran comunicarse con Nereo, en las oficinas
del S.I.A. en Moscú. A las pocas horas, Nereo
le envió identificaciones, dinero y ropa y,
luego de un "disculpe usted" en ruso, logró
que lo dejasen salir y regresar nuevamente a
Baton Rouge en donde, de nueva cuenta, apareció
en su traje de cumpleaños.
Al menos lo del transportador era universal...
¡Pero eso no le quitaba culpa a Io! Estaba
dispuesto a contratar a cinco hampones y
propinarle tremenda madrina esa misma noche.
Pero lo primero era lo primero y ahora era otra
su preocupación. De alguna manera, el camino a
las oficinas del Servicio de Inteligencia
Angelical (SIA) se le hizo más eterno que su
vida. Ahora, mientras corría a toda velocidad,
pensaba que tal vez no fue buena idea el almorzar
dos piñas coladas...
"¡Vaya!" exclamó Micael al verlo entrar,
resbalándose, "Pero si es Sean Matthers. Me da
gusto el que hayas decidido llegar, Sean,
estábamos hablando de tí".
Eso no era bueno.
* * * * * * * *
Encendió un cigarrillo mientras se recargaba
en una de las paredes del exterior del
aeropuerto Kennedy, Nueva York. Era tarde,
pero la ciudad que no duerme no lo había
notado todavía. Su equipaje (una mochila
del ejército) estaba a sus pies,
esperando - como él - el ser recojida pronto.
Hacía frío y trataba de no pensar en eso.
"Deberías dejar de fumar, muchachote.
Te puede dar cáncer", dijo una voz femenina.
El se volvió a verla: alta, sensual,
pelirroja, con gafas de diseñador cubriendo
sus ojos.
"Verónica, presumo", dijo él.
"Sean Matthers. Lamento llegar tarde", dijo
Verónica tomando el cigarrillo y tirándolo
lejos, "El tráfico es espantoso... y los
taxistas son tan... ¡bueno! Mas vale que
nos apresuremos. Tu vuelo sale en diez minutos"
Mientras caminaban, Verónica hablaba y
explicaba, "Creo que Micael ya te dijo de
lo que se trataba, ¿cierto?"
"No quiso entrar en detalles. Dijo que mi
contacto me daría más información, pero creo
que se trata de una chiquilla..."
"Magia nivel 5, mi amigo. Estamos
hablando de un code-Y"
"¿Tan grave?"
"Tan grave. No creo que tenga que repetirte
que esto es de _extrema_ confidencia"
"No soy novato, Verónica"
"Toma", dijo Verónica entregando el boleto,
"Este es tu boleto a Tokio. Tu contacto se
comunicará contigo en cuanto llegues allá y
haya sido confirmada tu estancia por nuestros
sensores"
"¿Sensores?"
Verónica sacó una pistola inyectora, pequeña
y sin aviso la colocó en el brazo de Sean,
inyectando algo. Sean sólo pudo quejarse.
"¡AUCH!"
"He colocado un rastreador. Nos permitirá
seguir tus pasos y verificar que estés bien",
y entregando un sobre amarillo, prosiguió, "Aquí
tienes la dirección y las llaves de tu casa.
Una vez en Tokio, te dirigirás al distrito
de Tomoeda. Tu contacto, como ya te lo dije,
se comunicará contigo en esa dirección".
"¿Y qué hay del dinero y todas esas cosas
que necesito para sobrevivir?"
"En el sobre hay suficiente para que puedas
tomar un taxi del aeropuerto hasta la
puerta de tu casa. Tu contacto se encargará
del resto. Bueno, hemos llegado a la garita
de abordaje. Lo único que me queda es desearte
suerte, campeón. Recuerda que estamos
en una carrera: los demonios ya deben de
haberse dado cuenta de lo mismo y créeme
que ellos no escatimarán en llegar a esa magia
antes de nosotros. Tu misión es la de
encontrar la fuente de la magia y hacer un
reconocimiento. Nosotros nos haremos cargo
del resto".
"Vaya drama"
Sean subió al avión. Era un asiento de
ventana. "¡Grandioso!", pensó
sarcásticamente, "Voy en camino a una misión
para salvar al mundo y no me pueden conseguir
un maldito boleto de primera clase...
¡típico!... tacaños..."
Varias horas después, Sean se vio inmerso
en un mundo de letritas curiosas y de
gente pequeña hablando rápido. Lo único
que entendió fueron los cartelones de
'Bienvenido a Tokio', 'Baños', 'Salida'
y 'Taxi', porque tenían traducciones con
letras enormes, blancas.
El viaje en taxi no fue nada agradable.
Primero, porque Sean no sabía japonés y
segundo porque el inglés del tipo no iba
más allá de 'MacDonalds', 'cat' y 'MTV'. Por
fin, optó por mostrarle el papelito de la
dirección y, después de lo que parecieron
eternidades, llegó a casa.
"¡Dioses!" exclamó resignado. Era claro
que la casa había estado deshabitada por
alrededor de veinte años y probablemente
el último dueño había sido una viejita
con muchos gatos. Era como si con un
soplido del lobo feroz aquella cosa se
cayera. El interior era casi o más
patético que el exterior. "Nadie ha vivido
aquí durante siglos... ¡Hey! ¡Tengo una idea!
¡Démosle la casa a Sean! Vive en un chiquero,
estoy seguro de que no se molestará...
¡Sheesh! Pueden dominar al mundo, pero no
me pueden dar una casa decente... bastardos".
Cerró la puerta y un poco de polvo del
techo cayó sobre sus hombros. No había
muebles mas que un teléfono en el piso,
mismo que sonó en cuanto se hubo cerrado
la puerta. Esto no era nada extraño. Debía
ser el contacto.
"¿Hola?"
"¡Ahoy!" exclamó el otro, "¿Adaptándote a tu
vida de soltero?"
"Púdrete, Vodka"
"Eso mismo me dijo mi padre ayer. Pero, en
fin, no te llamo para hablar de tiernos
momentos familiares, sino porque, como ya
lo has de haber adivinado, soy tu contacto,
lindo angelito _undercover_. Supongo que
Verónica te puso tu rastreador"
"Sí, ya tuve el gusto", dijo Sean doliéndose
del brazo. En eso, al lado del teléfono,
aparecieron dos maletines negros. Sean se
sentó a un lado y abrió ambos. Dentro
habían docuemntos, cajas y una laptop que
Sean reconoció como suya.
"Ahí está todo lo que tienes que saber
y necesitas para la chamba", dijo
Vodka, "Identificaciones, actas de registro,
licencia para conducir, fotografías, hojas
de aseguranza. La cajita gris se llena de
dinero cada quince minutos cuando está
vacía, así que no tendrás que preocuparte
por eso. Tu laptop quiso acompañarte, así
que te la mandamos. Te sugiero que la
saques, porque tu gato te extrañaba también..."
"¿¡QUE!?" gritó Sean. Quitó la laptop y
sumergió sus manos hacia el interior
del maletín, sacando a su temblorino
gato momentos después. Aquel maletín era
como un limbo, en donde no solo el gato
de Sean había viajado, sino una serie de
botellas, la cafetera de su casa, las
cazuelas del gato (y su comida), la cajita
de arena, en fin. Las botellas estaban
etiquetadas con nombres como "cocina",
"jardín", "baño", etc. Vodka explicó cómo
utilizar estas botellas y a Sean le pareció
muy ingeniosa la idea. Luego de varios
minutos de hablar, Vodka dijo:
"Prepárate. Mañana tendrás que ir a la
preparatoria del distrito de Tomoeda.
En el sobre rosa están todos tus libros,
lo que necesitas saber y todo eso"
"¡Pero si yo no he ido a la prepa desde
hace 50 años!"
"Ese no es mi problema, ¿verdad? Bueno,
¿dudas? ¿no? ¡Ciao!"
"Espe---ra..." dijo, pero Vodka había colgado.
Dentro de uno de los maletines había
un fajo de boletos de avión, ruta Tokio-Moscú,
Moscú-Tokio. "En pocas palabras, ven a
mi casa... ¡bastardo!"
Tomó uno de los archivos. Había fotos
de una hermosa criatura de extraordinarios
ojos verdes.
* * * * * * *
Buena idea: recorrer terreno.
Mala idea: recorrer terreno en un país
desconocido del cual no sabes ni el idioma.
Así que ahí estaba Sean, tratando de
descifrar el horario del tren para
volver a casa. Era tarde ya. No entendía
ni una pizca de japonés y había demasiada
gente para poder hacer lo que siempre hacía
en situaciones así.
"¿Y ahora qué diablos voy a hacer?",
pensaba viendo la hoja de horarios, "Si no
logro descifrar esto voy a estar más perdido
que... que.. ¡Que el arca de Noé!"
En eso, una voz lo hizo volverse. Eran
dos jovencitas de aproximadamente 17 años,
acompañadas de dos chicos mayores. Los
enormes ojos verdes de una de ellas lo
dejó sin aliento. Tenía una figura
atlética y cortos cabellos castaños.
Era de su misma estatura, probablemente
un poco menor. De su espalda colgaba una
mochila en forma de osito y era captada
por la cámara de video de su amiga, una
joven de piel pálida, largo cabello negro
y hermosos ojos azules.
"Tal vez tenga suerte y uno de ellos pueda
decirme algo", se dijo mientras se
acercaba. La chica de los ojos verdes
se volvió asustada a verlo. "Perdone",
dijo él en inglés con marcado acento
escocés, "Estoy algo perdido... Me
preguntaba si podría ayudarme, señorita...".
Al ver que los cuatro lo miraban
extrañados, suspiró, "Creo que no entienden".
"Hola". Sean se volvió a ver a uno
de los jóvenes, el del cabello
plateado, tez pálida y ojos grices.
Le sonreía amable. "Yo sé un poco de
inglés"
"¡Gracias a Dios!" exclamó Sean casi
con lágrimas en los ojos, "Disculpe,
eeehhh... mi-mi nombre es Sean Matthers.
Acabo de mudarme a Japón y me he perdido
totalmente"
"Mucho gusto. Ellos son Sakura Kinomoto,
Tomoyo Daidouji, Touya Kinomoto y yo
soy Yukito Tsukishiro... "
Dejó de escucharlo al escuchar el nombre
de Sakura y quedarse perdido en los ojos
verdes de ésta, quien sonreía tímida y algo
incómoda. De todas las casualidades del
destino...
"¿En qué te puedo ayudar?"
"¿Eeeh?" dijo volviendo a la realidad, "Ah,
bueno, a traducir esto.." dijo señalando
el horario. Yukito se acomodó las gafas,
"¿A dónde quieres ir?"
Sean le mostró el papelito en donde traía
anotada su dirección. Al verla, Yukito
dijo sonriente, "Necesitas tomar la línea
dos. No tarda mucho en pasar. De hecho,
vives cerca de mi casa, puedes viajar
con nosotros si deseas..."
"¿¡De verdad!? ¡Muchas gracias!"
Todo el viaje estuvo contestando las preguntas
que le hacían tanto Yukito como Sakura y
Tomoyo, ambas siendo traducidas por el
paciente joven. Touya, por su parte, permaneció
silencioso, pues era claro que no le
agradaba su compañía (¿celos?...)
El viaje resultó ser sumamente agradable
para todos. Luego de encaminar a Sakura,
Touya y Tomoyo a la casa Kinomoto, Yukito
encaminó a Sean a la suya. En el camino, Yukito
platicaba acerca de los festivales, de
las costumbres y de Touya, sin embargo, Sean
pensaba en Sakura y en cómo era tan imposible
que una joven como ella controlara niveles de
magia tan poderosos. No había sentido la
presencia mágica por ningún lado y ahora
comenzaba a dudar de que su misión fuese
correcta. Al llegar a casa, Yukito se quedó
pasmado al ver semejante abandono. Sean
explicó que planeaba remodelar la casa,
haciendo arreglos por aquí, arreglos por allá.
Tomaría tiempo, pero no importaba. Luego de dar
las gracias, Sean se encaminó a la puerta,
pero una luz lo hizo detenerse. Sus sentidos
estaban fuera de control al sentir esa
presencia de magia. Se volvió rápidamente
para ver al ángel de la luna, que lo miraba
con una mirada de quien ha visto un insecto
peligroso que debe ser eliminado
inmediatamente. Sean se puso en guardia.
"¿Quién eres tú?" preguntó. Yue lo miró en
silencio.
"Aléjate de ella" fueron sus palabras.
"¿¡Quién eres tú!?" insistió Sean.
Yue no respondió con palabras, sino con
acciones. Elevó su mano y lanzó trozos
de hielo hacia Sean, quien con reflejos
de gato dio un gran salto hacia atrás,
cayendo sobre el techo de su casa. Yue
lo siguió con la mriada, sorprendido.
Sean puso su pose de batalla, pero el
techo no soportó su peso y así, Sean cayó
hasta tocar suelo (era una casa de dos
pisos). Al abrir los ojos, Sean pudo ver
el enorme agujero que había quedado en
su techo y los pedazos del mismo que
todavía colgaban. Todo su cuerpo le dolía.
"Ya no soy tan joven como antes..."
Afuera, Yukito miraba el camino que
conducía a esa casa. Era una expresión
seria la que daba su rostro.
"No permitiré que lastimes a Sakura", dijo
en voz baja.
CONTINUARA EN EL EPISODIO 4
"EL SOL Y LA LUNA"
Espero que hayan disfrutado de este episodio. Sí, yo
se que estoy enfocando muy poco a los personajes
de SCC, pero todo tiene su propósito. :)
Moon_Rainy@spellbox.com
Episodio Tres
"Con el Paso del Tiempo"
Por Rainy
NOTA DEL AUTOR: Bueno, es oficial.
Este fic es visto por todo el mundo en
Fanfiction.net y eso esta de pelos. Apenas
lo puse no mas de 26 horas y ya tengo
mi primer "review". Estoy emocionada. En fin.
Espero disfruten de este episodio.
SCC y todos sus personajes son propiedad de
CLAMP y asociados. No tengo nada que ver
con ellos. Personajes extras son propiedad
de Moon_Vortex (antes Moonlight Productions
Inc. 2000) y son usados con toda la
autorización correspondiente.
ADVERTENCIA
Este fic puede contener material no apto
para menores de edad.
* * * * * * * *
El despertador sonó y fue en ese momento
cuando se dio cuenta de que había olvidado
ponerlo a la hora correcta la noche anterior.
Se levantó como centella al ver la hora y en
un dos por tres se vistió con sus usuales
pantalones de mezclilla deslavados y camiseta
blanca. "Esta vez sí que la he hecho", pensaba al
ir a la velocidad de la flecha, preparando café,
poniendo un pan en el tostador y alimentando al
gato, todo al mismo tiempo. Salió de su
departamento ubicado en lo suburbios de Baton Rouge,
Louisianna, directo a las oficinas del S.I.A., en donde
tenía una junta hace cinco minutos. A esas horas,
las calles estaban prácticamente vacías, todos
dormidos antes del amanecer, pues Baton Rouge
no era de las ciudades que se quedaban despiertas
toda la vida. "¡Ese maldito mentecuato me las
paga!", pensaba. ¡Claro! Podrían dominar a casi
todo el universo, pero no podían hacer nada
para mejorar el servicio meteorológico, el cual
había dicho que haría calor.
Hacía un frío del demonio...
Y era que el invierno (para él) era frío. Sí, frío.
No como el simple frío siberiano, sino frío
como el mismo infierno lo pondría. La peor
parte era de que no era invierno, sino
verano, y no sabía lo que detestaba más,
si el clima frío en verano o ser lo
suficientemente ingenuo como para creer que
el servicio meteorológico había mejorado. Ese,
junto al servicio postal eran la misma chingadera.
Ayer no hacía tanto frío. De hecho, el día
anterior ni siquiera estaba tan enojado con
el mundo. Y la cosa era de que todos pensaban
que él lo sabía todo, como si fuera el "Yoda del
conocimiento analístico angelical" o algo así.
Por ejemplo, anteayer, Io lo había mandado
a Ultarsiep pero no se tomó la molestia de
preguntarle si estaba de vacaciones.
Eso le recordaba sólo una cosa: que realmente
odiaba su vida. En fin. Llegó a Ultarsiep, ¿no?,
¡y lo primero que ve es nieve! Fue en ese momento
en particular cuando deseó con toda su fuerza
tener a Io frente a él para extrangularlo y
darle la notificación que su bilis le acababa
de hacer: "¡RENUNCIO!".
Así que ahí estaba. Totalmente desnudo porque
el famoso transportador había transportado
todo menos su ropa, todos lo veían raro, ¡y ni
siquiera había tocado el tequila!. La policía
llegó, cargó con él, mordió a uno en un brazo,
le dieron una santa madrina que en su vida iba
a olvidar, le dieron un baño con agua helada,
le pusieron una vacuna antirrábica y lo encerraron
en una de las celdas. Al primer vistazo de
su compañero de desgracia, éste le sonrió
maliciosamente y se le acercó.
"Ni se te ocurra", dijo apuntándolo a toda velocidad.
Su bilis estaba a punto de estallar cuando se dio
cuenta de que estaba en San Petesburgo. Tuvo
que hacer circo, maroma y tatro para que lo
dejaran comunicarse con Nereo, en las oficinas
del S.I.A. en Moscú. A las pocas horas, Nereo
le envió identificaciones, dinero y ropa y,
luego de un "disculpe usted" en ruso, logró
que lo dejasen salir y regresar nuevamente a
Baton Rouge en donde, de nueva cuenta, apareció
en su traje de cumpleaños.
Al menos lo del transportador era universal...
¡Pero eso no le quitaba culpa a Io! Estaba
dispuesto a contratar a cinco hampones y
propinarle tremenda madrina esa misma noche.
Pero lo primero era lo primero y ahora era otra
su preocupación. De alguna manera, el camino a
las oficinas del Servicio de Inteligencia
Angelical (SIA) se le hizo más eterno que su
vida. Ahora, mientras corría a toda velocidad,
pensaba que tal vez no fue buena idea el almorzar
dos piñas coladas...
"¡Vaya!" exclamó Micael al verlo entrar,
resbalándose, "Pero si es Sean Matthers. Me da
gusto el que hayas decidido llegar, Sean,
estábamos hablando de tí".
Eso no era bueno.
* * * * * * * *
Encendió un cigarrillo mientras se recargaba
en una de las paredes del exterior del
aeropuerto Kennedy, Nueva York. Era tarde,
pero la ciudad que no duerme no lo había
notado todavía. Su equipaje (una mochila
del ejército) estaba a sus pies,
esperando - como él - el ser recojida pronto.
Hacía frío y trataba de no pensar en eso.
"Deberías dejar de fumar, muchachote.
Te puede dar cáncer", dijo una voz femenina.
El se volvió a verla: alta, sensual,
pelirroja, con gafas de diseñador cubriendo
sus ojos.
"Verónica, presumo", dijo él.
"Sean Matthers. Lamento llegar tarde", dijo
Verónica tomando el cigarrillo y tirándolo
lejos, "El tráfico es espantoso... y los
taxistas son tan... ¡bueno! Mas vale que
nos apresuremos. Tu vuelo sale en diez minutos"
Mientras caminaban, Verónica hablaba y
explicaba, "Creo que Micael ya te dijo de
lo que se trataba, ¿cierto?"
"No quiso entrar en detalles. Dijo que mi
contacto me daría más información, pero creo
que se trata de una chiquilla..."
"Magia nivel 5, mi amigo. Estamos
hablando de un code-Y"
"¿Tan grave?"
"Tan grave. No creo que tenga que repetirte
que esto es de _extrema_ confidencia"
"No soy novato, Verónica"
"Toma", dijo Verónica entregando el boleto,
"Este es tu boleto a Tokio. Tu contacto se
comunicará contigo en cuanto llegues allá y
haya sido confirmada tu estancia por nuestros
sensores"
"¿Sensores?"
Verónica sacó una pistola inyectora, pequeña
y sin aviso la colocó en el brazo de Sean,
inyectando algo. Sean sólo pudo quejarse.
"¡AUCH!"
"He colocado un rastreador. Nos permitirá
seguir tus pasos y verificar que estés bien",
y entregando un sobre amarillo, prosiguió, "Aquí
tienes la dirección y las llaves de tu casa.
Una vez en Tokio, te dirigirás al distrito
de Tomoeda. Tu contacto, como ya te lo dije,
se comunicará contigo en esa dirección".
"¿Y qué hay del dinero y todas esas cosas
que necesito para sobrevivir?"
"En el sobre hay suficiente para que puedas
tomar un taxi del aeropuerto hasta la
puerta de tu casa. Tu contacto se encargará
del resto. Bueno, hemos llegado a la garita
de abordaje. Lo único que me queda es desearte
suerte, campeón. Recuerda que estamos
en una carrera: los demonios ya deben de
haberse dado cuenta de lo mismo y créeme
que ellos no escatimarán en llegar a esa magia
antes de nosotros. Tu misión es la de
encontrar la fuente de la magia y hacer un
reconocimiento. Nosotros nos haremos cargo
del resto".
"Vaya drama"
Sean subió al avión. Era un asiento de
ventana. "¡Grandioso!", pensó
sarcásticamente, "Voy en camino a una misión
para salvar al mundo y no me pueden conseguir
un maldito boleto de primera clase...
¡típico!... tacaños..."
Varias horas después, Sean se vio inmerso
en un mundo de letritas curiosas y de
gente pequeña hablando rápido. Lo único
que entendió fueron los cartelones de
'Bienvenido a Tokio', 'Baños', 'Salida'
y 'Taxi', porque tenían traducciones con
letras enormes, blancas.
El viaje en taxi no fue nada agradable.
Primero, porque Sean no sabía japonés y
segundo porque el inglés del tipo no iba
más allá de 'MacDonalds', 'cat' y 'MTV'. Por
fin, optó por mostrarle el papelito de la
dirección y, después de lo que parecieron
eternidades, llegó a casa.
"¡Dioses!" exclamó resignado. Era claro
que la casa había estado deshabitada por
alrededor de veinte años y probablemente
el último dueño había sido una viejita
con muchos gatos. Era como si con un
soplido del lobo feroz aquella cosa se
cayera. El interior era casi o más
patético que el exterior. "Nadie ha vivido
aquí durante siglos... ¡Hey! ¡Tengo una idea!
¡Démosle la casa a Sean! Vive en un chiquero,
estoy seguro de que no se molestará...
¡Sheesh! Pueden dominar al mundo, pero no
me pueden dar una casa decente... bastardos".
Cerró la puerta y un poco de polvo del
techo cayó sobre sus hombros. No había
muebles mas que un teléfono en el piso,
mismo que sonó en cuanto se hubo cerrado
la puerta. Esto no era nada extraño. Debía
ser el contacto.
"¿Hola?"
"¡Ahoy!" exclamó el otro, "¿Adaptándote a tu
vida de soltero?"
"Púdrete, Vodka"
"Eso mismo me dijo mi padre ayer. Pero, en
fin, no te llamo para hablar de tiernos
momentos familiares, sino porque, como ya
lo has de haber adivinado, soy tu contacto,
lindo angelito _undercover_. Supongo que
Verónica te puso tu rastreador"
"Sí, ya tuve el gusto", dijo Sean doliéndose
del brazo. En eso, al lado del teléfono,
aparecieron dos maletines negros. Sean se
sentó a un lado y abrió ambos. Dentro
habían docuemntos, cajas y una laptop que
Sean reconoció como suya.
"Ahí está todo lo que tienes que saber
y necesitas para la chamba", dijo
Vodka, "Identificaciones, actas de registro,
licencia para conducir, fotografías, hojas
de aseguranza. La cajita gris se llena de
dinero cada quince minutos cuando está
vacía, así que no tendrás que preocuparte
por eso. Tu laptop quiso acompañarte, así
que te la mandamos. Te sugiero que la
saques, porque tu gato te extrañaba también..."
"¿¡QUE!?" gritó Sean. Quitó la laptop y
sumergió sus manos hacia el interior
del maletín, sacando a su temblorino
gato momentos después. Aquel maletín era
como un limbo, en donde no solo el gato
de Sean había viajado, sino una serie de
botellas, la cafetera de su casa, las
cazuelas del gato (y su comida), la cajita
de arena, en fin. Las botellas estaban
etiquetadas con nombres como "cocina",
"jardín", "baño", etc. Vodka explicó cómo
utilizar estas botellas y a Sean le pareció
muy ingeniosa la idea. Luego de varios
minutos de hablar, Vodka dijo:
"Prepárate. Mañana tendrás que ir a la
preparatoria del distrito de Tomoeda.
En el sobre rosa están todos tus libros,
lo que necesitas saber y todo eso"
"¡Pero si yo no he ido a la prepa desde
hace 50 años!"
"Ese no es mi problema, ¿verdad? Bueno,
¿dudas? ¿no? ¡Ciao!"
"Espe---ra..." dijo, pero Vodka había colgado.
Dentro de uno de los maletines había
un fajo de boletos de avión, ruta Tokio-Moscú,
Moscú-Tokio. "En pocas palabras, ven a
mi casa... ¡bastardo!"
Tomó uno de los archivos. Había fotos
de una hermosa criatura de extraordinarios
ojos verdes.
* * * * * * *
Buena idea: recorrer terreno.
Mala idea: recorrer terreno en un país
desconocido del cual no sabes ni el idioma.
Así que ahí estaba Sean, tratando de
descifrar el horario del tren para
volver a casa. Era tarde ya. No entendía
ni una pizca de japonés y había demasiada
gente para poder hacer lo que siempre hacía
en situaciones así.
"¿Y ahora qué diablos voy a hacer?",
pensaba viendo la hoja de horarios, "Si no
logro descifrar esto voy a estar más perdido
que... que.. ¡Que el arca de Noé!"
En eso, una voz lo hizo volverse. Eran
dos jovencitas de aproximadamente 17 años,
acompañadas de dos chicos mayores. Los
enormes ojos verdes de una de ellas lo
dejó sin aliento. Tenía una figura
atlética y cortos cabellos castaños.
Era de su misma estatura, probablemente
un poco menor. De su espalda colgaba una
mochila en forma de osito y era captada
por la cámara de video de su amiga, una
joven de piel pálida, largo cabello negro
y hermosos ojos azules.
"Tal vez tenga suerte y uno de ellos pueda
decirme algo", se dijo mientras se
acercaba. La chica de los ojos verdes
se volvió asustada a verlo. "Perdone",
dijo él en inglés con marcado acento
escocés, "Estoy algo perdido... Me
preguntaba si podría ayudarme, señorita...".
Al ver que los cuatro lo miraban
extrañados, suspiró, "Creo que no entienden".
"Hola". Sean se volvió a ver a uno
de los jóvenes, el del cabello
plateado, tez pálida y ojos grices.
Le sonreía amable. "Yo sé un poco de
inglés"
"¡Gracias a Dios!" exclamó Sean casi
con lágrimas en los ojos, "Disculpe,
eeehhh... mi-mi nombre es Sean Matthers.
Acabo de mudarme a Japón y me he perdido
totalmente"
"Mucho gusto. Ellos son Sakura Kinomoto,
Tomoyo Daidouji, Touya Kinomoto y yo
soy Yukito Tsukishiro... "
Dejó de escucharlo al escuchar el nombre
de Sakura y quedarse perdido en los ojos
verdes de ésta, quien sonreía tímida y algo
incómoda. De todas las casualidades del
destino...
"¿En qué te puedo ayudar?"
"¿Eeeh?" dijo volviendo a la realidad, "Ah,
bueno, a traducir esto.." dijo señalando
el horario. Yukito se acomodó las gafas,
"¿A dónde quieres ir?"
Sean le mostró el papelito en donde traía
anotada su dirección. Al verla, Yukito
dijo sonriente, "Necesitas tomar la línea
dos. No tarda mucho en pasar. De hecho,
vives cerca de mi casa, puedes viajar
con nosotros si deseas..."
"¿¡De verdad!? ¡Muchas gracias!"
Todo el viaje estuvo contestando las preguntas
que le hacían tanto Yukito como Sakura y
Tomoyo, ambas siendo traducidas por el
paciente joven. Touya, por su parte, permaneció
silencioso, pues era claro que no le
agradaba su compañía (¿celos?...)
El viaje resultó ser sumamente agradable
para todos. Luego de encaminar a Sakura,
Touya y Tomoyo a la casa Kinomoto, Yukito
encaminó a Sean a la suya. En el camino, Yukito
platicaba acerca de los festivales, de
las costumbres y de Touya, sin embargo, Sean
pensaba en Sakura y en cómo era tan imposible
que una joven como ella controlara niveles de
magia tan poderosos. No había sentido la
presencia mágica por ningún lado y ahora
comenzaba a dudar de que su misión fuese
correcta. Al llegar a casa, Yukito se quedó
pasmado al ver semejante abandono. Sean
explicó que planeaba remodelar la casa,
haciendo arreglos por aquí, arreglos por allá.
Tomaría tiempo, pero no importaba. Luego de dar
las gracias, Sean se encaminó a la puerta,
pero una luz lo hizo detenerse. Sus sentidos
estaban fuera de control al sentir esa
presencia de magia. Se volvió rápidamente
para ver al ángel de la luna, que lo miraba
con una mirada de quien ha visto un insecto
peligroso que debe ser eliminado
inmediatamente. Sean se puso en guardia.
"¿Quién eres tú?" preguntó. Yue lo miró en
silencio.
"Aléjate de ella" fueron sus palabras.
"¿¡Quién eres tú!?" insistió Sean.
Yue no respondió con palabras, sino con
acciones. Elevó su mano y lanzó trozos
de hielo hacia Sean, quien con reflejos
de gato dio un gran salto hacia atrás,
cayendo sobre el techo de su casa. Yue
lo siguió con la mriada, sorprendido.
Sean puso su pose de batalla, pero el
techo no soportó su peso y así, Sean cayó
hasta tocar suelo (era una casa de dos
pisos). Al abrir los ojos, Sean pudo ver
el enorme agujero que había quedado en
su techo y los pedazos del mismo que
todavía colgaban. Todo su cuerpo le dolía.
"Ya no soy tan joven como antes..."
Afuera, Yukito miraba el camino que
conducía a esa casa. Era una expresión
seria la que daba su rostro.
"No permitiré que lastimes a Sakura", dijo
en voz baja.
CONTINUARA EN EL EPISODIO 4
"EL SOL Y LA LUNA"
Espero que hayan disfrutado de este episodio. Sí, yo
se que estoy enfocando muy poco a los personajes
de SCC, pero todo tiene su propósito. :)
Moon_Rainy@spellbox.com
