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Arabella Figg

Un ruido proveniente de la calle, despertó a Harry de su sueño. El muchacho tomo sus lentes del buró y prendió la pequeña lámpara junto él.

El reloj que se encontraba en la pared, sobre el escritorio que estaba enfrente de su cama, le indico que se habia pasado de sueño.

– Las nueve de la mañana... –murmuro Harry, somnoliento, levantándose lentamente de su cama – es tarde...

Se levanto completamente y en medio de un gran bostezo, se dirigió hacia su baúl y saco una camisa amarilla y unos pantalones azules. Se vistió rápidamente y abrió la puerta lentamente. Al parecer la señora Figg se habia levantado ya, pues la puerta de su habitación, que estaba enfrente de la de Harry, estaba abierta.

Bajo las escaleras en silencio, tratando de no hacer ruido. Llego al vestíbulo, volteo a la derecha y vio la puerta de salida, entonces camino derecho hacia la sala. La chimenea enfrente de él tenia fuego crepitando en ella. En el centro de la sala, arriba de una alfombra habia una pequeña mesa y alrededor de esta tres sillones.

A la izquierda de la sala, se encontraba una puerta que daba a la cocina. Harry entro a la sala, para dirigirse a la cocina cuando tropezó con una arruga en la alfombra y se precipito al suelo, pero con su mano golpeo algo, que hizo un ruido de vidrio roto al caer al piso.

– ¿Qué ocurre? –exclamo alarmada la señora Figg, saliendo de la cocina y viendo a Harry –. Muchacho... ¿estas bien? ¿no te has hecho daño?

– No... estoy bien... –murmuro Harry, incorporándose.

Miro el retrato que habia tirado al piso, la imagen debió quedar hacia abajo, pues se veia la parte de atrás del portarretrato.

– Lo siento... yo... me tropecé... –explico Harry, mirando a la señora Figg.

– No te preocupes, Harry... –murmuro ella, sonriendo –esta bien. Iré a traer una escoba.

Harry se inclino y levanto el portarretrato. En cuanto lo hubo hecho, la foto contenida cayo al piso, con la imagen hacia abajo. Era mas pequeña que el portarretrato, por lo cual, al romperse el vidrio, no tuvo soporte en la parte delantera.

Harry dejo el portarretrato en la mesita, tomo la foto y miro lo que estaba escrito en ella: "Arabella Figg. 1964"

– ¿Arabella Figg? –musito Harry, dando vuelta a la foto, para revelar a la señora Figg, visiblemente mas joven, sosteniendo un bebe en sus brazos.

– ¡No toques nada, Harry! –chillo la señora Figg, que traía una escoba y un recogedor en su manos –. Puedes cortarte con los vidrios.

– ¿Usted es Arabella Figg? –pregunto Harry, sosteniendo la foto.

– ¿Cómo lo sabes? –pregunto la señora Figg, acercándose a Harry –¡Oh! –musito, cuando él le enseño la parte trasera de la foto.

– ¿En verdad es usted?

– Si... –respondió ella, recogiendo los pedazos de vidrio con la escoba.

– El año pasado... el profesor Dumbledore dijo que habia un "antiguo grupo", formado por el profesor Lupin, Mundungus Fletcher y... y usted –dijo Harry –. ¿Qué es el antiguo grupo?

– Bueno... en los días oscuros... en los que Voldemort tenia el poder... –contesto ella, sentándose en un sillón. Harry se sorprendió, ya que no mucha gente decía el nombre de Voldemort directamente –decidí unirme a Dumbledore, para ayudarlo en lo que fuera necesario... Remus decidió unirse también, hace un par de años que habia terminado la escuela y finalmente Mundungus, un viejo amigo mío lo hizo también...y asi se formo el grupo...

– ¿Quién es Mundungus Fletcher? –pregunto Harry con interés.

– Lo siento, Harry... –dijo la señora Figg –. No puedo decirte mas. Iré a tirar esto.

Entonces se incorporo, tomo la escoba y el recogedor y se retiro a la cocina. Harry miro la foto de nuevo. Tenia tantas preguntas en su cabeza, que no podían ser contestadas ahora.

– ¡Harry, Harry! –gritó la señora Figg, desde la cocina –. ¡Creo que tienes correo!

Harry entro rápidamente a la cocina. Sobre la repisa de la ventana habia una lechuza gris.

– ¡Pig! –exclamo Harry, sonriendo al ver a la lechuza, que seguramente habia crecido bastante en un año, propiedad de su amigo, Ron.

Harry tomó emocionado la carta que estaba ataba a la pata de Pig y la leyó:

Querido Harry:

El problema que tenia mi padre se ha resuelto mas rápidamente de lo que pensábamos

asi que mañana a las cinco de la tarde iremos a visitarte.

Podemos aprovechar el viaje, para ir la Callejón Diagon y comprar todos los útiles que

necesitemos para el nuevo curso.

Ron

– Señora Figg... –murmuro Harry, cerrando la carta con una sonrisa.

– ¿Si? –contesto ella, acomodando unos platos en la alacena.

– ¿Me permitiría ir con mi compañero, Ron Weasley, a comprar todos los útiles que necesitemos del Colegio?

– Claro, Harry... –contesto ella, sonriendo –. ¿Es el hijo de Arthur Weasley, cierto?

– Si. ¿Lo conoce?

– Por supuesto que si. ¡Cuando llegas a mi edad, conoces a casi todo el mundo! –afirmo ella, con una sonrisa –. En fin... ¿Cuándo vendrán?

– Mañana –contesto Harry –. A las cinco de la tarde.

– Muy bien –dijo la señora Figg –. ¿No vas a avisarle que si vas a ir?

Harry asintió y rápidamente salió de la cocina, subió a su cuarto. Tomo un trozo de pergamino de su baúl y escribió un mensaje.

Querido Ron:

Todo muy bien, Ron: La señora Figg me dio permiso de ir contigo.

Hasta mañana a las cinco.

Harry

Harry cerro la carta, saco a Hedwig de su jaula y le ato el mensaje.

– Entrégasela a Ron –le indico Harry –. Pronto.

Hedwig ululo. Harry abrió la ventana y Hedwig salió volando apresuradamente, hasta desaparecer de vista.

Harry cerro la ventana y bajo las escaleras para ir a desayunar. Durante todo el día no pudo dejar de pensar en la visita de Ron.

Cuando anocheció, se metió a la cama y trato de conciliar el sueño. Habia tenido muchas emociones en los últimos dos días: Habia descubierto que la señora Figg, quien él habia creído que estaba loca, era una bruja y la madre de la profesora McGonagall, muchas cosas sobre sus padres y por fin habia logrado descubrir quien era Arabella Figg.