10
La prima de James Potter
A la mañana siguiente Harry, Ron y Hermione se reunieron para ir a desayunar. En el trayecto Hermione les contó lo ocurrido y ambos se mostraron muy sorprendidos.
– ¿Dices que ella te defendió de esa manera? – pregunto Harry cuando Hermione les termino de contar la historia.
– Si – contesto Hermione – nunca la habia visto tan molesta.
– Jamás pensé que pudiera defender asi a un alumno – dijo Ron cuando llegaron al gran comedor y se sentaron.
El profesor Dumbledore entro, se sentó en su silla y Harry pudo ver que Snape no se atrevía ni a mirar a los ojos a la profesora McGonagall, quien se levanto y se dirigió hacia Dumbledore, le dijo algo al oido y le entrego un sobre. Dumbledore se puso de pie y lo abrió.
– Bien – dijo mientras sacaba la hoja del sobre – hoy sabremos quienes conformarán el equipo de Hogwarts. Pónganse de pie para poder verlos. Espero un excelente equipo – añadió guiñándole un ojo a Harry.
Todo el Gran Comedor estaba en silencio pero todos estaban impacientes.
– Bien, como cazadores del equipo tenemos a...¡Katie Bell, de Gryffindor! – la mesa de Gryffindor estallo en vivas – ¡Blaise Zabini, de Slytherin y Samantha Astrot , de Ravenclaw!
Para sorpresa de Harry la joven del cabello rizado se levanto, inclino la cabeza y volvió a sentarse.
–Como guardián y capitán del equipo tenemos a...¡Justin Finch–Fletchey, de Hufflepuff!
Justin se levanto y saludo a todos cuando los Hufflepuffs aplaudieron con animo.
– Como golpeadores tenemos a ... ¡Jim Rumbling, de Slytherin y Fred Weasley de Gryffindor!
Ambas mesas aplaudieron sonoramente cuando sus dos respectivos jugadores se levantaron.
– Finalmente como buscador tenemos a ...¡Harry Potter, de Gryffindor!
La mesa Gryffindor estallo en hurras y solo se oía ¡POTTER! ¡POTTER!
El resto del almuerzo transcurrió en calma, pero cuando ya iban saliendo, la profesora McGonagall llego corriendo hasta ellos.
– Potter..necesito hablar contigo – dijo con semblante preocupado – Granger y Weasley acompáñennos por favor.
Los cuatro se dirigieron hasta el despacho de la profesora, al entrar les pidió que se sentaran.
– Bien...Harry...yo sabia que ibas a quedar como buscador...pero no estoy conforme con eso.
– ¿Por qué no? – pregunto Harry exaltado.
–Yo se que es lo que mas quieres...pero tengo miedo de que te ocurra algo...a los tres – miro a Ron y Hermione, suspiro y continuo – El jugador elegido tiene permiso de invitar a quien quiera de la escuela...se que ellos irían contigo, Harry, el caso es que...
– Minerva – dijo Dumbledore que habia entrado de golpe – hubo una pelea, necesito que vengas, enseguida.
La profesora los miro y se levanto de la silla.
–Quédense aquí...volveré enseguida – dijo, y cerro la puerta tras de si.
Los tres se miraron confundidos y por un instante nadie dijo nada.
– ¡Miren ahí! – grito Ron de repente señalando una luz plateada que salía de una rendija en el armario del fondo – ¿qué es eso?
Harry se levanto y se dirigió hasta el armario, abrió la portezuela y entro.
– Es un pensadero – declaro.
–¿Un que? – pregunto Ron cuando caminaba hasta Harry.
– Un pensadero – confirmo Hermione – sirve para poner ahí tus recuerdos y examinarlos.
Harry saco la varita y toco con ella la cosa plateada extraña que habia en la vasija, se movió por unos instantes y se aclaro, mostrando una sala en la que estaba una pareja. El era alto y de pelo y ojos cafés, ella era alta, tenia cabello negro suelto y abrazaba a un bebe.
– ¿Es McGonagall? – pregunto Ron.
– No lo se – dijo Harry – lo averiguaremos. Si tocamos al mismo tiempo esa cosa podemos entrar a sus recuerdos. Ellos no podrán vernos.
– Harry... no creo que sea apropiado husmear en...
Pero Hermione no tuvo tiempo de discutir, porque Ron le tomo la mano y al mismo tiempo los tres tocaron la sustancia. Entonces el despacho comenzó a dar vueltas y ellos fueron propulsados hacia la vasija. No cayeron, suavemente aterrizaron en el piso, atrás de la pareja.
– Es muy linda...¿no Hermes? – dijo la mujer tomando a la niña y pasándosela al hombre.
– Claro, se parece a su madre – dijo el hombre, abrazando a su esposa.
De repente el viento comenzó a soplar, y una risa estridente se escucho afuera de la casa.
– Minerva, toma a la niña y corre – dijo el hombre entregándole a la niña y tomando la varita con decisión – sal por la puerta trasera.
– Hermes...no...no lo voy a permitir – tartamudeo ella, tomando su varita tambien.
– ¡Debes hacerlo!, yo estaré bien! – dijo el hombre, entonces la beso cariñosamente – te amo...nunca lo olvides.
Ella comenzó a llorar pero corrió a toda prisa sosteniendo a la bebe. Harry, Ron y Hermione corrieron tras ella. Entonces se escucho una carcajada y el sonido que indicaba que la puerta se habia abierto con fuerza.
La profesora comenzó a buscar frenéticamente las llaves de la puerta trasera.
– ¿Dónde esta? – grito una voz fría y temible: Lord Voldemort
– ¡Quédate donde estas! – grito Hermes .
– ¡No vengo a pelear contigo! – grito Voldemort – dime donde esta esa Gryffindor y su hija, y no te lastimare.
– ¡Nunca! – grito firmemente Hermes, empuñando la varita.
– ¿Crees que puedes vencerme? – grito Voldemort burlándose – ¡Solo inténtalo!
La profesora no encontraba las llaves, pero pareció haber recordado que era una bruja porque tomo la varita y dijo "Alohomora" para abrir la puerta. Se escucharon gritos y un relámpago cegador de luz verde ilumino toda la casa.
La profesora ahogo un grito y las lagrimas corrieron por sus mejillas.
– Lo ha hecho– dijo Harry, mientras la profesora salía velozmente.
– ¡Alto ahí! –grito una voz. Harry, Ron y Hermione miraron atras, para ver a un Snape, quince años mas joven. La profesora se paro en seco y miro a Snape.
–Snape... –murmuro, mirándolo duramente.
– Voldemort quiere matarte –contesto Snape, bajando la varita –. Huye... huye ahora. Antes de que te encuentre. Yo no dire nada...
La profesora se quedo con la boca abierta, asintió y comenzo a alejarse velozmente.
Harry, Ron y Hermione corrieron tras ella. Parecía que Voldemort se habia quedado a buscarla en la casa. La profesora se paro enfrente de la calle y levanto la varita. De la nada aparecio un vehículo con llantas enormes, faros delanteros y de un rojo vivo.
– El autobús noctámbulo – murmuro Harry.
Las puertas se abrieron y un muchacho de cara redonda y cabello pelirrojo salió al exterior.
– Bienvenida al autobús noctámbulo, el transporte de emergencia para el brujo abandonado a su suerte. Alargue la varita, suba a bordo y la llevaremos a donde quiera. Me llamo Dan Coliff y...
–¡Voldemort me viene persiguiendo! – grito desesperada la profesora.
– ¿QUÉ? – grito el muchacho asustado – ¡Suba ahora mismo!
– ¡A Hogwarts, por favor! – grito la profesora cuando subió al autobús, con los tres muchachos atrás de ella – ¡De prisa!
Entonces se oyó un estruendo y los cuatro se tambalearon por la velocidad del autobús.
– ¿No es usted Minerva McGonagall, auror del Ministerio? – dijo el muchacho cuando ya se hubieron alejado – Usted capturo a varios mortifagos hace unos días, ¿no es asi?
– Si – respondió ella sentándose en una cama y mirando a la ventana – temo que con eso firme mi sentencia de muerte – bajo la mirada y suspiro – Acaba de matar a mi esposo...el se quedo ahí, para impedir que me hiciera daño...ni a nuestra hija...¡nos quería matar!
– Lo siento – murmuro el muchacho melancólicamente – muchos magos están corriendo la misma suerte. Nadie sabe cuando acabara esto. Por cierto, no podemos ir a Hogwarts. Recuerde que no podemos aparecer ahí...
– Entonces lléveme a King Cross... –murmuro ella –. Lo antes posible.
La profesora se recostó y las lagrimas llenaron sus ojos. Tomo a la niña, que esta llorando, y la abrazo fuertemente, besándola.
– Todo estará bien mi amor – le decía dulcemente – nadie te hará daño.
Se quedo dormida por unos minutos. Harry, Ron y Hermione estaban a su lado. Los tres se miraron y estaban a punto de las lagrimas.
–Llegamos a King Cross – dijo el muchacho despertándola.
– Muchas gracias – dijo la profesora levantándose y caminando hasta la puerta.
– Mucha suerte – le dijo el muchacho.
La profesora corrió rápidamente a la entrada de King Cross y traspaso la barrera del anden nueve y tres cuartos. Parecía que ninguno de los trenes estaba en funcionamiento. Un empleado caminaba, cuidando los trenes.
– ¡Oiga! –grito la profesora McGonagall, corriendo.
– ¿Si?
– Necesito que me lleve a Hogwarts –contesto ella –. ¡Es muy urgente!
– Lo siento señora, pero ningún tren esta funcionando.
– ¿Y el espresso de Hogwarts? –pregunto ella esperanzada.
– No. Sale solo cada año, o para emergencias.
– ¡Por favor! –grito ella –. ¡Necesito ir! ¡Esto es una emergencia!
– ¡Ya le dije que no!
– Escúcheme... ¿sabe usted quien demonios soy yo? –dijo ella tratando de tranquilizarse –. Soy un auror del Ministerio...
– Muéstreme su licencia...
– No la traigo en este momento...
– Pues lo siento mucho –contesto el guardia, molesto, dándose la vuelta.
La profesora se lanzo hacia el, y tomándolo del cuello de la camisa lo empujó a una pared.
– ¡Estoy harta de ser amable! Voldemort acaba de estar en mi casa. Mato a mi marido. Me viene persiguiendo. Como se podrá dar cuenta, tengo un bebe en los brazos –grito ella, mirando al guardia furiosa –, ¡Ahora solo estoy tratando de salvar la vida de mi hija y la mía! ¿Hay algo mas que necesite saber?
El autobús desapareció y la profesora alzo la mirada. Hogwarts se hallaba ahí, imponente a la vista. Miro hacia el bosque prohibido y a la cabaña que estaba a su entrada; la puerta se abrió, y un hombre de barba plateada y gafas de media luna salió al exterior.
La profesora comenzó a correr hacia aquel hombre. Harry, Ron y Hermione la siguieron.
– ¡Albus! – gritaba conforme corría hacia el.
– ¡Es Dumbledore! – gritaron los tres al unísono.
– ¿Minerva? – grito sorprendido – ¿Qué haces aquí?
–¡Ha sido horrible, Albus! – grito ella abrazándolo – Hermes...el esta muerto.
– ¿Qué? – pregunto Dumbledore asustado – no...eso no puede ser.
– ¡Ayúdame, Albus! – lloraba la profesora, tomando la mano de Dumbledore – el...el quiere matarme...a mi y a mi pequeña.
– Vamos – dijo Dumbledore tomándola del antebrazo y conduciéndola hasta el castillo – no permitiré que les haga daño.
– ¿Qué haremos? – pregunto ella mientras corrían a toda prisa.
– No te preocupes, no nos encontrara.
Entonces entraron rápidamente por la puerta del castillo, cerrando la puerta con llave y dirigiéndose a las escaleras.
– ¿A dónde vamos? – pregunto la profesora cuando bajaban las escaleras, hasta las mazmorras.
– Existe un cuarto secreto – explico Dumbledore – solo los directores saben donde se encuentra. Esta en las mazmorras...es sumamente secreto...solo emergencias.
Llegaron hasta la que actualmente era el aula de pociones y entraron cerrando la puerta. Dumbledore saco la varita y toco el suelo murmurando unas palabras. De repente aparecio de la nada un agujero en el piso y se empezaron a formar unas escaleras.
– Vamos – dijo Dumbledore – entremos.
La profesora pareció sorprendida, pero en opinión de Harry aquel no era un buen momento de rechazar una oportunidad de salvarse. Todos entraron rápidamente y Dumbledore golpeo el piso, que ahora era el techo, con la varita y este se cerro.
Agitó nuevamente la varita, y un centenar de velas aparecio de la nada.
– Ahora estas a salvo – dijo Dumbledore abrazándola.
– Gracias – murmuro ella – en cuanto me sea posible...renunciare al ministerio.
– ¿Cómo? – pregunto asombrado Dumbledore.
– Por mi culpa Hermes esta muerto – dijo la profesora con tristeza – si yo no fuera un auror...esto jamás habría ocurrido – hizo una pausa y continuo – ahora el quiere venganza...por que Alastor, Mundungus y yo capturamos a Bartemius Crouch. No va a renunciar a buscarme, ni a mi, ni a mi hija, ¡esta decidido a matar a todos los descendientes de Gryffindor! No puedo quedarme aquí para siempre, tengo que hacer algo...
–¿Qué? – pregunto Dumbledore intrigado.
–Que tengo que hacer algo para...
– No..no..no..lo otro que dijiste – dijo Dumbledore, moviendo su dedo en señal de retroceso – eso de los descendientes de Gryffindor.
–¿No te lo habia dicho? – pregunto la profesora, mientras Dumbledore negaba con la cabeza – es que...esto... yo soy descendiente de Godric Gryffindor.
– Minerva...¿tu? – dijo Dumbledore señalándola – ¿descendiente de Godric?
– Si... – murmuro ella – esa fue mi otra sentencia...y la de ella también – miro a la bebita –tengo que hacer algo...tal vez si la dejo con muggles... Voldemort no la hallara ahí.
– No puedes hacer eso, Minerva – dijo Dumbledore mirándola como si estuviera loca.
– ¡Es la única solución! – grito ella – solo será por un tiempo...
– ¡No sabemos cuanto vaya a durar esto! – exclamo Dumbledore.
– Quiza acabe pronto, Albus – dijo la profesora.
– En fin.. ¿qué harás cuando renuncies al ministerio? – pregunto Dumbledore.
–No lo se – dijo ella mirando a la bebe – no quiero volver a hacer nada peligroso.
–Tal vez...me preguntaba si...– comenzó a decir Dumbledore – bueno...tu eres un animago...y algún día reabriremos Hogwarts...esto...nos hace falta un profesor...de transformaciones... y talvez tu....talvez quisieras asumir el puesto...
– ¿Lo dices en serio? – pregunto la profesora .
– No...no te apresures – le dijo rápidamente Dumbledore – piénsalo...el lugar siempre estará disponible...por si decides ocuparlo.
– No, no tengo que pensarlo – dijo ella sonriendo entre sus lagrimas – acepto el trabajo.
Dumbledore la abrazo con alegria, pero de repente la solto y su expresión cambió.
– ¿Has hablado con tu primo James últimamente? – preguntó.
– No. Sabes que hace años que no nos hablamos – dijo ella tristemente – ¿qué tiene que ver James?
– Talvez como fallo en deshacerse de ustedes – contesto Dumbledore – ahora vaya a buscar a otros descendientes.
– ¡Es cierto! – grito la profesora McGonagall – ¡tengo que ir a alertarlo...a el y a Lily!
– No... – dijo Dumbledore deteniéndola.
– ¿Pero en que piensas? – grito ella tratando de soltarse – ¡Puede matarlos!
– Yo ire a alertarlos – dijo Dumbledore soltándola – Estarás segura aquí...Voldemort no se atreve a apoderarse de Hogwarts.
– Gracias Albus – murmuro la profesora cuando Dumbledore abría el techo – Cuídate mucho.
Dumbledore le sonrió y salió del cuarto, cerrando la entrada. La profesora se sentó en el piso, acaricio el rostro de su bebe y respiro profundamente.
De repente toda la habitación comenzó a dar vueltas y Harry sintió como eran propulsados hacia atrás. En un abrir y cerrar de ojos, ya no estaban en la mazmorra oscura, sino en el despacho de la profesora McGonagall, alumbrado por la chimenea.
– ¿Oyeron eso? – pregunto Harry con los ojos abiertos – ella...ella es...es mi pariente.
– ¡Rápido! – grito Ron cuando la perilla de la puerta se movió – ¡a las sillas!
Rápidamente Harry, Ron y Hermione corrieron hasta las sillas. La profesora McGonagall entro y los tres amigos la miraron con tristeza.
– Bueno... – dijo la profesora, sentándose en la silla – Harry...solo puedo permitirles ir, si prometen que no me desobedecerán, ni se separaran de mi, mientras estemos en el viaje. Son mi responsabilidad, y como tal es mi deber estar a su pendiente
– Lo prometo – dijo Harry
– Yo también – dijo Hermione.
– Y yo – dijo Ron finalmente.
– Bien – prosiguió la profesora – en ese caso, no me opondré a que asistan. – miro a los tres extrañada – ¿Pero por que están tan tristes?, tienen los ojos rojos...¿qué les ocurre?
– Nada – dijo Harry rápidamente – Profesora, muchas gracias por dejarnos ir.
– Esta bien, Potter – dijo la profesora – ahora...vayan a su sala común.
Los tres amigos se levantaron y se dirigieron hasta la puerta. En el camino nadie profirió absolutamente ninguna palabra. Los tres estaban muy entristecidos.
– Ella es la única pariente viva que tengo – dijo Harry tristemente cuando llegaron a la sala.
– La niña también seria de tu familia – dijo Hermione.
– El libro decía que esta desaparecida – le recordó Ron – talvez quien–ustedes–saben...
– No – dijo Harry firmemente – Dumbledore no lo hubiera permitido, ¿Recuerdan lo que oímos en las tres escobas?, Dumbledore les aviso a mis padres...justo después de lo que acabamos de ver...también...también les aconsejo el encantamiento fidelio...el se ofreció para ser su guardián... pero ellos eligieron a Sirius.
– Pero Sirius creyó tener una mejor idea ¿recuerdan? – dijo Ron – usar a Pettigrew.
– Y él...Pettigrew... – comenzó a decir Hermione
– Los entrego a Voldemort – termino Harry.
– Harry... – dijo Hermione jalándolo de la túnica – la profesora es tu tía, en segundo grado. Entonces la niña debe ser tu prima segunda.
–Es cierto...pero ...– le dijo Harry – no sabemos si esta viva.
– Harry, tu mismo dijiste que Dumbledore no lo habría permitido – dijo Hermione – talvez este escondida en algún lugar.
– ¿Tantos años? – dijo Ron cruzando los brazos.
– No podemos saberlo, Ron – dijo Harry – quiza si la dejó con muggles... no podemos preguntárselo.
