Negación. Todos los personajes y lugares mencionados en esta narración pertenecen a J.R.R. Tolkien, y son usados sin fines de lucro, simplemente con la intención de entretener.
Advertencia. Posible insinuaciones.H/L
CAPITULO 2
Haldir había hablado y atrajo las miradas de los tres del claro. Aragorn y Legolas se separaron y dieron paso a Arwen.
- ¡Aiya, Haldir! – exclamó la princesa con aire delicado y luego volviéndose a Aragorn le tomó del brazo y añadió – vamos que mi padre te espera.
Legolas se quedo estupefacto viendo el cambio tan radical que expresaba la princesa al estar en compañía de otras personas, su perfil cambiaba por completo y de ser una joven elfa alegre, encantadora y sociable, paso en un momento a interpretar el papel de una dama elfa, tranquila, tierna con la misma belleza pero más seria y discreta, algo totalmente nuevo a la vista del joven.
La pareja se alejó lentamente hablando como en susurros mientras dejaba detrás a un elfo del bosque negro totalmente fuera de lugar en compañía de un total desconocido. No pudo mas que reconocer que Arwen cambiaba completamente delante del dueño de su corazón.
El silencio se volvió algo difícil mientras veían alejarse al montaraz y a la princesa, Haldir se acercó a Legolas para presentarse y saludarle.
- Creo que la princesa se ha olvidado de hacer las presentaciones debidas – afirmó el capitán de guardias con la sonrisa más franca y sincera que pudo expresar su hermoso rostro acostumbrado a las rutinas y a los ejercicios, al don de mando y a los enfrentamientos.
Legolas correspondió a su saludo y ambas brazos elficos se cruzaron y las miradas se encontraron.
- Legolas del bosque oscuro
- ¡Ah! ¿Venís a traer alguna noticia de los enfrentamientos con los Orcos en aquellos lugares?
- ¡Oh! No, mi padre me ha enviado a extenderle una invitación a Lord Elrond para que visite nuestro bosque… y claro! Esta invitación también se extiende a…
Haldir escuchaba la dulce voz del joven como en sueños y no comprendió hasta que el joven hizo un movimiento inclinando su cabeza hacia él.
- ¡Oh! ¡Disculpad! Soy Haldir, capitán de guardias del Bosque de Lothlorien, he venido de parte de la Dama Galadriel con un mensaje para Lord Elrond.
- ¡Ah! Debe de ser todo un honor poder conocer en persona a tan hermosa dama.
- Ella es la dama más admirable de todas las criaturas que he conocido, tan solo su poder podría equiparársele a su belleza.
El príncipe sonreía, fuera de los pocos elfos que conocía en Rivendel nunca había conocido a nadie mas allá de Sir Ninglor, en sus múltiples viajes se había topado con diferentes criaturas, orcos, hombres, hobbits aún, pero elfos de aquellas tierras muy pocos, y no con el suficiente tiempo como para cruzar mas de dos palabras con ellos.
Además esta nueva compañía le traía la posibilidad de escuchar noticias frescas de las batallas que se generaban mas allá de los límites de su reino. Encuentros en los que hubiera deseado estar para defender su raza, su mundo, su libertad.
- He debido de estar mas informado pero mi padre me mantiene muy ocupado en otros asuntos.
- ¿Os apartan de las batallas?
- No, mi padre es un hombre muy severo y estricto, creo haber tenido una excelente educación en cuanto a defensa y ataque mas no he sido muy avezado en la batalla.. no tanto como yo quisiera.
- ¡Oh! Mas me gustaría a mi gozar de un hogar, paz y alguien a mi lado que cuide de mis heridas y comparta mis sueños y deseos.
Mientras hablaban la noche se acercaba y las luces se encendían alrededor de ellos dejándolos en una penumbra velada.
- Es noche ya, es tiempo de retirarse a sus habitaciones
Legolas dio un paso pero no más.
- Pero.. Arwen no me ha mostrado donde he de pasar la noche y mis pertenencias fueron tomadas por uno de los guardias de la casa de Lord Elrond a mi llegada y no sé mas de ellas.
Haldir sonrió y una extraña se reflejo en sus bellos ojos grisáceos.
- Yo podría mostrarte..
Empezaron a llegar a sus oídos extrañas y hermosas melodías provenientes de voces elficas, un coro de jóvenes entonaban viejas y agradables cantares de antiguas leyendas de los elfos. No se les veía por los arbustos mas se les escuchaba cerca.
- Desearía saber de quien entona tan dulce canto.
- Seguidme y te enseñare un lugar tan secreto como admirable, tiene una de las vistas más hermosas de Rivendel y podrás admirar de cerca los cánticos.
- ¿Dónde es eso? ¿Tendremos que caminar mucho?
Haldir le tomó de la mano y le guío hacía el árbol que hace poco observaba.
- Subid con cuidado, hay un pequeño talan que mi hermano Orophin improviso la ultima vez que ha visitado Rivendel. Él me ha dicho su secreto.
Aunque Legolas en su vida había visto un talan sabía de ellos por cuenta de su padre que estuvo varias veces en Lorién. Subió con la experiencia de haber subido a otros en todo lo largo de su vida. Encontró un pequeño descanso o plataforma de madera muy sólida que permitía a dos o tres personas sentarse y disfrutar de la vista de una manera cómoda y sin interrupciones. Pensó al llegar en que la vista aunque hermosa no dejaba por eso de estar muy cerca del lugar en que Arwen había elegido para su distracción y reposo, Haldir parecía haber adivinado este pensamiento, y al encontrar al príncipe mirando hacía el claro donde anteriormente hablaban y comentó.
- La vista aquí es muy buena, pero no creas que me aprovecho de ella, - observó poniendo una mano en el hombro derecho de Legolas -solo vengo aquí cuando sé que no hay nadie mas alrededor y si por alguna circunstancia alguien llega al claro, tengo una salida muy discreta al fondo del talan.
El joven elfo sonrió y al ver a Haldir tomar asiento en el filo del talan, quiso hacer lo mismo mas un par de ramas viejas oculta por la noche, le hicieron resbalar, perdiendo el piso fue a caer encima del capitán quien sorpresivamente le recibió con los brazos abiertos. El príncipe dejo escapar un ligero gemido al darse cuenta de que su pie había sido atrapado entre las dos ramas.
Un profundo sonrojó iluminó sus mejillas al sentirse rodeado por los brazos de Haldir y más aún tratándose él de un elfo de los bosques tropezar con un árbol, él que de pies tan ligeros tenía, el que miles de veces habían saltado por obstáculos impensables y mayores.
Al tratar de enderezarse volvió a sentir una molestia en su pie izquierdo que le hicieron dar un leve quejido.
- ¿Te encuentras bien, Legolas? ¿Te has lastimado? – preguntaba Haldir mientras le sostenía por los costados y sostenía con sus hombros las manos encrespadas del príncipe.
- Creo que mi pie se encuentra atorado.. Me he lastimado..
Haldir trato de incorporarlo pero observó que primero debía ser liberado su pie.Sus manos hicieron el trabajo rudo que fácilmente hubiera desempeñado de una manera más rápida su daga o espada, mas no quería correr el riesgo de dañar mas al joven.
Al sentirse liberado y atraer su pie hacia él para examinarlo y dolor volvió a atacarlo.
- ¡Oh! ¡No! Espero no haberme fracturado el tobillo! ¡Nunca podré correr igual!
- Espera, no lo muevas, permíteme examinarte..- dijo Haldir tomando gentilmente su pie. - Pero aquí no hay luz sufriente y temo que sería mejor llevarte con un sanador de inmediato…
- ¿Y como bajaré de aquí? ¿Tendré que pasar por la vergüenza de que más elfos vengan en mi ayuda?
Las lágrimas estaban por caer de los ojos de Legolas, quien trataba de ocultar su pena en la oscuridad sin saber que Haldir poseía casi la misma calidad de visión que la que sus ojos gozaban. Pero no se engañaba el capitán y no era el dolor lo que lo hacía sufrir, sino la pena y humillación de presentarse ante Lord Elrond y Arwen después de haber tropezado con las ramas de un árbol.
- No te preocupes, no harán más preguntas sobre tu ausencia pues Arwen habrá supuesto que te encuentras conmigo. Yo te llevaré hasta tu habitación…
- ¿Sabes el lugar donde se encuentra?
- Puedo suponerlo, debe ser la que ocupó yo cuando mi hermano ocupa en la que estoy instalado ahora.
- ¿Pero como..? – se interrumpió Legolas al observar como Haldir lo tomaba en brazos - ¡Espera! ¿Piensas cargarme como a una doncella? ¿En que concepto me tienes?
Haldir lo sujetó de forma mas firme y miró al joven elfo con respeto, mas sus brazos median el peso que soportaban y sus piernas medían el esfuerzo que debían de hacer si saltaban del talan desde aquella altura.
- Quería asegurarme si sería capaz de saltar contigo de este árbol.. ¿de alguna forma debemos bajar, cierto?
Legolas cerró sus ojos como confirmando sus sentencias y al abrirlos Haldir pudo observar la brillante y dulce mirada que este elfo poseía, la piel tan blanca como si le iluminaran a pesar de la oscuridad, los labios tan finos y tersos como la seda real.
- ¿Pensáis saltar conmigo desde esta altura? No se podría hacer nada si los dos salimos lastimados. – dijo el joven.
- Es verdad y por eso he medido tu peso, y a pesar de que soy fuerte y puedo soportar el impacto no me arriesgaría a que el pie u otra parte se lastimara aún más. Tengo otra idea.
Haldir bajó suavemente a Legolas, al estar seguro e su balance le tomo de ambas manos y le pidió que se montara en su espalda.
- ¿Qué? ¡Es ridículo! ¡No podría ir como niño!
- ¡Sube! No queda mas tiempo y se esta haciendo mas tarde además necesito mis manos para sujetarme y tu deberás cuidar que tu pie no sufra mas daño, así que bajaremos contigo en mi espalda.
El joven le miraba mientras Haldir se disponía a bajar y no tuvo mas remedio que hacer lo que él pedía. Cuando pudo posicionar su pie derecho en lugar seguro y asegurarse que el capitán estuviera fuertemente sujeto a las ramas del árbol le abrazó por la espalda.
Mientras iban bajando, Haldir se concentraba en dos cosas, la primera y la más importante, bajar cuidadosamente el trecho enramado del árbol sin hacer mas daño a su compañero y lo segundo era en disfrutar sin que el joven se diera cuenta de su aroma y suavidad, de la tersura y finura de su cabello, de sentir cerca de él la respiración agitada y temerosa de Legolas, quien teniendo la mirada en el suelo poco se percataba de la sonrisa tan extraña que llevaba su benefactor.
TBC...
