Negación. Todos los personajes y lugares mencionados en esta narración pertenecen a J.R.R. Tolkien, y son usados sin fines de lucro, simplemente con la intención de entretener.

Advertencia. Movimientos e insinuaciones. H/L

CAPITULO 3

Al sentir el nivel del suelo Legolas soltó la espalda de Haldir

- ¿Puedes caminar en ese estado? - pregunto el elfo mayor

- Si, creo que podré ir saltando un trecho, mas tal vez mas adelante necesitaré ayuda.

Haldir lo acompañaba sin tocarle, le miraba listo para asistirle, mas no le parecía muy buena idea que se agitará tanto.

- Será mejor que aceptes mi apoyo, pero, ¿no te parecería mejor que llame a otros para que te ayuden?,Se te prestaría ayuda mas rápido.

- ¡No! Quiero que esto no salga de entre tu y yo, por favor... Haldir.

- Bien, esta bien, dadme acá tu brazo - dijo Haldir mientras le tomaba de la cintura y le obligaba a apoyarse en él.

- ¡Esto es sumamente vergonzoso!

Caminaron lentamente hasta la habitación que acostumbraba usar Haldir cuando su hermano ocupaba la siguiente. Una figura femenina se acercó a ellos al verlos en el pasillo.

- ¡Aranel! - murmuró Legolas mientras soltaba del brazo a Haldir quien lo último que había sentido era un ligero apretón en forma de señal.

- ¡Aquí estáis! ¡Disculpa mi torpeza! La llegada tan inesperada de Aragorn me ha tomado por sorpresa..

Arwen se interrumpió al ver que por accidente había dejado escapar el nombre de su amado. Haldir miro a Legolas como para ver el grado de sorpresa que le causaba, el príncipe esbozó una sonrisa y dijo:

- No te preocupes Arwen, me imagine de quien se trataba. Su secreto esta a salvo. - aclaró mientras se recargaba en la pared para tener la oportunidad de descansar su pie lastimado.

Ella sonrió. Mas viendo al capitán y al príncipe frente a ella, junto a la habitación destinada a Legolas recordó su olvido.

- Veo que Haldir ha hecho el deber que me corresponde a mí, al guiarte hasta tus habitaciones, bien esta, encontraras tu equipaje dentro. ¡Lisse oloori!

Legolas dio un vistazo a Haldir y supo adivinar sus pensamientos, rápidamente se apresuró Haldir a ofrecerle el brazo a la dama y acompañarla a su destino. Antes de que la pareja pudiera perderse de vista, Haldir hecho un ultimo vistazo a Legolas quien abría la puerta sin darse cuenta de la mirada de preocupación que expresaban sus hermosos ojos verdes.

Gracias a Dios había luz en su habitación, no tendría que esforzarse en buscar el aceite y ponerlo dentro de la perilla. Toda la habitación se encontraba delicadamente iluminada con varias lámparas que emanaban al mismo tiempo una luz tenue y un aroma suave y dulce en el ambiente.

La cama estaba hermosamente arreglada con exquisitas sabanas de seda en color melón, grandes almohadones le esperaban para su descanso, su bolsa de viaje, situada encima de la cama así como su arco y su carcaj le esperaban junta a ella. Una mesa grande y otras mas pequeñas, dos cómodas sillas, y un espejo acompañaban su noche. Cerca del espejo, en la orilla mas alejada de la ventana frontal, pudo observar el joven elfo que una tina le esperaba con el baño ya preparado. Aun se veía que agua se encontraba caliente, presentaba a sus ojos un hermoso color rosado indicando que había sido preparada para su deleite y confort.

Se dejo caer suavemente en su lecho, sentía su pie pesado y quería inmediatamente saber si se encontraba luxado el tobillo o en el peor de los casos fracturado.

Removió la bota de cuero negro lentamente tratando de contener el dolor que sentía mordiendo su labio inferior, ya había sufrido luxaciones con anterioridad mas ninguna de ellas le pareció que dolía tanto como esta. Al remover enteramente el calzado pudo observar que su pie estaba hinchado como lo imaginaba y esperaba que pronto bajara la inflamación para saber si había algún tipo de lesión grave en sus huesos.

Movió un poco el pie para saber hasta que grado de daño había sufrido y se dio cuenta que sí intentaba estirarlo a todo lo largo el pie no baja mas allá de unos centímetros.

Subiendo la pierna izquierda a la cama empezó a buscar entre sus pertenencias algún tipo de esencia o hierba que le calmara el dolor sino la hinchazón.

"¿Cómo me pudo pasar esto? ¿Cómo si soy un elfo del bosque? ¿Por qué no pongo en mas ridículo a mi reino vistiéndome de bufón?... Bueno, que no gano nada con enfadarme, además, no me siento bien, que el viaje a sido cansado y deseo asearme..."

Empezó Legolas a despojarse de sus ropas, su capa, su camisa, medias y demás hasta quedar enteramente desnudo, dejaba al descubierto toda la belleza de su ser, respiraba libremente, su pecho varonil y vigoroso se expandía en libertad, sacó un cambio de ropa de su bolsa y se acercó a una de las sillas más próximas a la tina, dejo sus ropas allí, acercó una de las toallas y se metió al agua cuidando de no resbalarse, tomó asiento y procedió a liberar a su cabello del trenzado que llevaba, dejando caer su sedoso cabello suelto sobre su espalda y hombros, y respiro de nuevo profundamente, llenando sus pulmones del suave aroma que despedían las velas.

Se hundió lentamente en las aguas, mojando enteramente su cabeza para salir a respirar después de 20 segundos con una sonrisa de optimismo. Le parecía que el dolor había bajado de intensidad sino es que había sido reemplazado momentáneamente por el placer del baño.

Cerró sus hermosos ojos y reclinó la cabeza en la toalla que le servía de respaldo. Pasaba sus manos a lo largo de su pecho recordando que no hacía mucho alguien mas lo acariciaba de esa forma, pero con mas ternura y cariño, luego su mano izquierda subió hasta su cuello haciéndolo girar como para quitarse la tensión que llevaba encima.

No se había percatado de que alguien pero estaba en la habitación mirándole con sumo placer desde que salió a respirar nuevamente. Haldir había creído en un principio que Legolas había salido de su habitación, pues al tocar a la habitación nadie le contestaba, entró y no vio nadie en la habitación a excepción de la ropa tirada en el suelo.

Dejó en la pequeña mesa que estaba junto a la puerta la bolsa con hierbas, esencias y aceites para su curación, se disponía a salir cuando repentinamente una hermosa cabeza salió de la tina dejándole ver el rubio cabello de su poseedor.

Le iba a llamar pero al ver que recargaba su cabeza en la tina, y empezaba a esbozar una sonrisa en su rostro, se detuvo, tratando de averiguar que es lo que el joven hacía se acercó un poco más por detrás de él, llenó de curiosidad y malicia.

A sus ojos el magnífico cuerpo del elfo parecía resplandecer, Haldir contuvo un suspiro, admirable en verdad era el príncipe Legolas y a su vista le representaba un bello regalo.

- ¡Allí estas! – exclamó muy a su pesar interrumpiendo el descanso del joven.

- ¡Ah! ¿Haldir? –preguntó Legolas abriendo sus ojos y mirando a su interlocutor.

- Vendré un poco mas tarde, si lo deseas… Traeré... Agua nieve para tu pie...

- Te lo agradezco.

Salió lentamente como esperando palabras del príncipe que nunca escuchó. Como deseaba asistirle en su baño, llenarlo con fragancias, jugar su cabello húmedo mientras lo lavaba. Pero reprimió estos y otros pensamientos mientras se alejaba rápidamente a buscar el agua más helada que pudiera encontrar, lo cual era difícil, pues en Rivendel siempre había buen tiempo, aunque se tratara de otoño.

Legolas volvió a sus más queridos pensamientos, frotó sus brazos con ternura, recordando los que había dejado en su reino y solo sus labios dijeron Minyawethiel... Minya...

Después de un breve descanso en sus sueños, procedió a remover toda la suciedad que había en su cuerpo, rostro y cabello, el cual como siempre trataba con mucho esmero, pues su madre hacía mucho tiempo le había dicho que era el tesoro que ella mas amaba después del amor de sus hijos y esposo.

Secó su cuerpo y lo mejor que pudo su cabello, tomó sus ropas y procedió a tomar el cepillo para arreglar su cabello mas aun no empezaba separar su cabello cuando Haldir pensó él, llamó a su puerta.

- Pasa.

Haldir llevaba en sus manos una cubeta con el agua nieve que le había dicho que llevaría. No dejo de asombrarse del cambio que observaba en el príncipe al llevar sus ropas de noche. Le parecía tan sublime y etéreo, pero no dejo que su rostro delatará sus pensamientos. Colocó la cubeta cerca del pie izquierdo de Legolas y le pidió que lo metiera en él.

- ¡Fresca! –exclamó Legolas al sentir la frialdad del agua, mas no le importaba pues como todos los elfos era inmune a las enfermedades.

Haldir vertió unas hierbas en el agua y dejo por unos minutos que se disolvieran.

- Esto ayudará a que baje la inflamación, además las hierbas quitaran el dolor para que puedas dormir tranquilo.

Una vez que las hierbas terminaron de deshacerse, Haldir se puso de rodillas y empezó a frotar con cuidado el pie de Legolas sin sacarlo del recipiente. Empezó a acariciar la piel del príncipe mientras el se ocupaba de su cabello, una vez que terminó de cepillarse lo dejó libre para que se secara completamente.

Después de unos minutos Haldir levantó la mirada y vio en los ojos del elfo la mas profunda gratitud por sus actos. Tal vez, solo tal vez, el guardia de Lorién lo confundía con algo más. Tomo una pequeña toalla y secó el pie de Legolas, lo subió con delicadeza hasta la cama y dijo sin levantar la mirada.

- He de vendarlo para que no se mueva en la noche. Recuéstate.

Así lo hizo Legolas y cerró los ojos, puso sus brazos encima de su pecho como cuando se disponía a descansar y suspiró. Haldir no pudo dejar de notar el suspiro, se acercaba de nuevo a la cama y se detuvo un momento mas para admirar al joven elfo, y tomando asiento a sus pies venda lenta y sigilosamente el pie del joven.

Pasaron varios minutos hasta que Haldir hubo terminado con el vendaje, no sabía en verdad si Legolas estaba dormido, pues bien conocía que como elfo dormía con los ojos ligeramente abiertos, atravesando con su mente hermosos sueños y bellos lugares.

- He terminado. ¿Cómo lo sientes?

Nada respondió Legolas, simplemente volvió la cabeza hacia su lado derecho, y sonrió.

- ¡Ah! – exclamó Haldir como entendiendo mal el gesto del joven - ¿te encuentras bien?

No hubo respuesta de nuevo, ninguna respuesta.

Haldir se puso en pie y rodeo al joven por el otro extremo de la cama y se sentó junto a él. Unas tiras de cabello le caían galantemente por la cara, la bata de fina batista le dejaba al descubierto el torso desnudo, en su semblante una sonrisa que cautivaba enteramente el corazón.

El capitán de guardias de Lorien, se acercó un poco mas, tímidamente hizo el cabello a un lado despejando el encantador rostro del tendido. Muchas hermosas damas elfas habían pasado por las manos del apuesto capitán de guardias de Lorién pero ninguna le había causado tal efecto como lo hacía este joven. El mismo se sentía extraño ante este nuevo e inesperado sentimiento.

- Legolas – susurró Haldir por ultima vez antes de hacer algo que podría quebrantar la pronta confianza que se había ganado.

Lentamente, con el mayor cuidado como si la vida le fuera en ello, fijo sus labios en los suaves de Legolas, primero un roce, un ligero y delicado beso, al no encontrar respuesta y ver que la sonrisa seguía aun allí, le beso de nuevo, su mano derecha se posó en su cintura, parte de su pecho pronto encontró asilo sobre los brazos cruzados del joven, su mano izquierda acariciaba el cabello del joven, aún húmedo, pero suave al tacto y agradable a la vista.

Pronto sus besos se hicieron mas apasionados, sus caricias más ardientes, la sonrisa de Legolas empezaba a cambiar, sus párpados empezaron a moverse, abriéndose ante la inesperada mirada de Haldir.

TBC...