DisclaimerTodos los personajes y lugares mencionados en esta narración pertenecen a J.R.R. Tolkien, y son usados sin fines de lucro, simplemente con la intención de entretener.
Advertencia. Contenido explícito y relaciones. H/L
CAPITULO 4
Legolas se encontró de pronto bajo los besos y caricias de alguien mas, alguien quien no era se persona con quien pensaba y soñaba.
- ¡Haldir! - exclamó el príncipe tratando de sacar sus brazos que se encontraban aprisionados entre su pecho y el del capitán. - ¿Qué haces?
- ¡Legolas! – exclamó Haldir sin dejar de besar su cuello.
- ¿Cómo te atreves? ¡¿Por quien me tomas?! – exclamó el príncipe enfadado alejándole por los hombros.
El elfo de Lorién se detuvo, mirando a los ojos de Legolas se dio cuenta de que su sonrisa no se debía a su presencia, mas bien, soñaba con alguien mas, pensaba en alguien mas y él desafortunadamente había confundido las señales.
No supo que decir, no supo que hacer ni como reaccionar, quito lentamente la mano que tenia sobre la cintura del joven que le miraba con ojos llenos de furia y la otra la retiro del cabello que empezaba a enredar entre sus dedos. Se irguió y quedo sentado dándole la espalda a Legolas.
- Yo.. Lo siento, creí que tu también..
- ¿Yo también que?
El príncipe pudo ver que Haldir temblaba, muy a su pesar, sus hombros se encogían como para protegerse a sí mismo de la vergüenza que debía estar pasando. Aunque firme, su cabeza no dejaba por eso de estar echada hacia delante, sus manos se buscaban una a otra tratándose de darse valor.
- Será mejor que te retires, Haldir, te agradezco mucho lo que..
- No me agradezcas, yo lo hice con buena intención..
- Espero que esto no vuelva..
- No te preocupes, pero mucho te agradecería que nadie se enterara de este asunto..
Haldir se puso de pie, y rodeo de nuevo la cama dirigiéndose hacia la puerta, el ruido de pasos en el pasillo le hizo detenerse.
- ¡No puede ser!
- ¿Qué sucede? – preguntó Legolas tomando asiento al ver que no se retiraba
Dos golpes secos se escucharon en la puerta, Haldir hizo la seña a Legolas de que no hiciera ruido a lo que este contesto con un ceño fruncido.
- ¡Luces! – alguien gritó desde afuera.
Haldir apagó las lámparas y los pasos alejándose por el pasillo se volvieron a escuchar.
- ¿Qué haces? ¿Por qué nos dejaste a ciegas?
- ¿No escuchaste? Es la ronda de las 10, hora en que Lord Elrond a dispuesto para el descanso.
- ¿Es que estamos en sitio?
- En estas épocas se deben extremar precauciones.
- No me importa, retírate.
- No puedo.
- ¿Cómo que no puedes?
- Hay guardias apostados en cada extremo del pasillo, en cada esquina y cada lado. Incluso en donde los ojos no ven.
- Tu habitación es la siguiente, ¿no es así? Además no te harán ningún daño pues te conocen.
- Por mucho que me esconda no llegaría a abrir la puerta sin sufrir un interrogatorio y por lo mismo que me conocen, les parecerá sospechoso que yo salga de una habitación a oscuras en medio de la noche.
- No podrán creer que tramas algo en contra de Rivendel
- Eso no, pero tal vez den con la verdadera causa.
Los ojos de Haldir suplicaban en la oscuridad de la habitación por la comprensión del joven, no podía obligarlo a salir así de la habitación, ¿qué pasaría cuando le preguntaran que hacia allí, a solas con el príncipe en la noche, y más aún a oscuras? Por mucho que él les explicara el verdadero motivo, el cual le obligo a asistirle en su curación, habrían sabido lo del pie, lo del baño, el vendaje y lo de.. No podía obligarle a salir, de ningún modo. Sería una total vergüenza para él, vergüenza que no podría cargar de vuelta a Lothlorien.
Legolas pensaba en cambio que con la salida de Haldir de la habitación, se enterarían del problema que tuvo al tropezarse con las ramas del árbol, y de todo lo demás que había pasado en la habitación, no podía arriesgarse que tal historia llegará a oídos de su padre, no podría avergonzarle mas al saber que su hijo había pasado la noche con un elfo por hermoso y gallardo que fuera este. No podía dejar que eso llegará a oídos de esa persona que le esperaba ansiosa en su reino.
- Bien puedes quedarte.
Haldir saludo con la cabeza, y volvió su mirada hacia las sillas, acercó una de ellas y tomó asiento.
La luz de la exquisita luna iluminaba con dos suaves rayos la cama de Legolas, permitiéndole ver entre las sombras cuando el elfo descubría su cuerpo ante la mirada incrédula de Haldir, su esbelta silueta le revelaba la fisonomía más exquisita que hubiera imaginado sus ojos, su pecho suave y terso como de porcelana a la vez que varonil y atractivo debía ser el sueño de muchas damas elfas, sus brazos firmes y vigorosos habían de ser a la vez que potentes y peligrosos en la pelea, tiernos y seguros en el abrazo a una persona amada. Si Haldir se encontraba soñando no quería ser despertado, si el momento había pasado en unos segundos él no había dejado pasar ningún detalle. Ninguno.
Sus fuertes y torneadas piernas le habían quitado la respiración, al ver los músculos tan desarrollados en muslos y pantorrillas, no pudo menos que asombrarse de que aquel elfo acostumbrado a los árboles y viajes rudos, hubiera tropezado simple y tontamente con unas ramas escondidas. Sin embargo, dio gracias a esas ramas por encontrarse en un lugar que le permitían contemplar esa maravilla.
Como si leyera sus pensamientos, como si viera la mirada atónita de Haldir que se encontraba frente a su lecho, Legolas abrió la cama, tomo dos sabanas y se dispuso a descansar, mas viendo a su acompañante tan concentrado en su forma e indefenso ante el fresco del aire que comenzaba a entrar por la ventana, estiro una suave manta y la puso cerca de sus pies de manera que Haldir la tomará, así lo hizo también con uno de los almohadones.
- Toma
- Gracias
Se volvió sobre su costado izquierdo, acomodó su pie de forma que no sufriera daño y respiro profundamente, trataba de emprender ese viaje a la tierra del sueño que hace unos momentos Haldir había interrumpido, trataba de pensar en aquellas manos acariciando su rostro y su cabello, aquella boca que tan bien se complementaba con la suya.
Minutos después entraba ya a ese lugar tan maravilloso donde descansaban sus fatigas los elfos cuando escuchó que algo movía la cama a sus pies.
Saliendo de su aletargamiento miró alrededor y no encontró a Haldir, se incorporó para buscarle entre la oscuridad, tratando de distinguir la silueta del capitán, le vio tirado en el frío piso sujetando la almohada con ambos brazos, su mirada aunque perdida no por eso parecía dormir. La ventana dejaba entrar las primeras brisas heladas de la noche, frió que daba de lleno donde se encontraba Haldir. El mismo lo sentía en sus pies ya que removió la otra manta que le cubría.
- Hum! – exclamó el príncipe sin dejar de observar el gran espacio que había en su cama. Espacio suficiente para compartir, mas no quería que se repitiera lo de hacia unos momentos. Mas sin embargo no quería ser tan desagradecido con Haldir, después de todo le debía el alivio que ahora ya sentía en su pie, la inflamación había desparecido por completo y parecía que no presentaba ninguna fractura.
- ¿Qué pasa? – pregunto el elfo mayor.
- Sube, aquí estarás mejor.
- ¿No te importa? Te sentirías incomodo.
- No, sube.
Haldir tomó la manta que le cubría apenas, el almohadón lo situó al lado derecho de los de Legolas y le vio que le daba la espalda disponiéndose a dormir. Desplegó la sábana de forma que le cubriera tanto a él como a Legolas, quien al sentir la sabana encima de sus hombros no supo como responder.
El elfo mayor miro a su derecha ocultando su sonrisa de agradecimiento, cruzo sus brazos encima de su pecho cuando sintió la mirada del príncipe sobre su hombro.
- ¿Qué sucede?
- Entra.
- ¿Qué? – respondió Haldir sorprendido al ver la invitación del joven, al ver que descubría su pecho como invitándole en un abrazo.
- Una sabana no te cubrirá lo suficiente, toma esta también y descansa.
- No lo creo prudente...
- Tú dormirás de ese lado, esta almohada nos separara...
- ¡Ah! – exclamó el guardia desmoronándose sus esperanzas.
Haldir entro en el lecho de Legolas, la almohada se encontraba entre ellos dos y Legolas se sumió el profundo mundo de los sueños y maravillas. Pasando una hora en la que el gallardo elfo de Lorién no pudo conciliar el sueño, volvió su mirada hacia Legolas, le contemplaba con la ayuda de un rayo que aun se filtraba entre las blancas cortinas de la ventana. Veía sus manos cruzadas sobre su pecho pero en su rostro una pequeña mueca de dolor, observó que el pie izquierdo se encontraba atorado entre la orilla de la cama y la sujeción de las mantas, se incorporó y ayudó una vez más a liberar al pie de tan dura molestia.
Sin darse cuenta, sin prevenirlo, Legolas quedo frente a él, con los párpados entre cerrados, aun con la molestia del pie, trato de moverlo a una posición más libre para él, se había recostado sobre su hombro derecho y su mano izquierda había abrazado el almohadón ligeramente.
Haldir también giro sobre su costado pero sobre su hombro izquierdo para contemplar el dulce rostro de Legolas. La mano encrispada apretaba firmemente la almohada atrayéndola hacia sí. "Minya" suspiró.
Comenzó a acariciar los dedos del príncipe, empezó a recorrer con su mano lentamente el dorso de la mano de Legolas quien a nada respondía. El brazo tan admirablemente nervudo salía para invitar a Haldir a tocarlo también, el cabello suave y radiante le caía de nuevo por los hombros haciéndole parecer casi angelical. Haldir quito la mano de la almohada, la mantuvo en el aire mientras retiraba la odiosa almohada que les separaba, se acerco a él, pero no le tocó mas que la mano que la había puesto junto a su pecho, entre sus manos.
El guardia no se había desvestido por completo mas que el calzado mientras Legolas se encontraba casi desnudo llevando solo encima la ropa interior. En un bonito color azul marino si no es mucho que decir.
Legolas rodó un poco mas hacia Haldir, quien le recibió sin tocarle, había levantado la cabeza para que no topara con la del príncipe, le removió los cabellos de la frente, le veía con exaltación, el joven retiro su mano de entre las de él y la replegó hacia el mismo.
Haldir no soportó más y empezó a besar su cabello, su mano derecha descansaba sobre el joven del hombro aun con la manta encima, subió lentamente por la oreja del joven hasta llegar a su mejilla izquierda sobre la cual estampo un beso cálido como lo haría un padre con su pequeño hijo.
Legolas puso su mano sobre el rostro del guardia tratando de reconocerlo, pero el tomo su mano y la beso delicadamente, la mano recorrió su cuello atrayéndolo hacia sí y sus labios se unieron, no fue Haldir quien esta vez había tomado la iniciativa, por lo mismo se asombro pero no rechazo el beso, lo robaba pensaba el, pues no iba destinado a él, si no a alguien mas, pero no le importó.
El beso se prolongo tanto que Haldir creyó estar soñando, los labios del príncipe eran tan cálidos y aterciopelados, inesperadamente Legolas puso una mano en su cintura a lo que él respondió haciendo lo mismo pero atrayéndolo un poco mas hacia él, aun si tocarse sus cuerpos.
El defensor de Lorién comenzó entonces a besar de nuevo el cuello de Legolas, quien continuaba perdido en sus sueños, lo hacía mas delicadamente que la vez anterior, cuidando de no molestarle o hacerle daño. Sus caricias se hacían cada vez más candentes, pero Haldir no sé ocupaba de sí, mas que todo deseaba darle placer al joven antes de proveerse a él mismo, siempre le había preocupado el confort de su pareja y esta vez no iba a quedar mal como amante, ninguna de sus anteriores damas de compañía habían tenido queja alguna de sus modos y maneras, y no quería quedar para nada mal con el príncipe, quería mas que todo que regresara en el futuro a buscarle si le complacía el trato que le estaba ofreciendo.
Se encontraba Haldir apoyado sobre sus dos manos, una a cada costado besando el pecho de Legolas, dirigiéndose hacia el sur, el joven respiraba con agitación y el elfo mayor sabía mejor que nadie él porque, con una sonrisa en el rostro empezó a trabajar como nunca antes lo había hecho, pero sintió las manos del príncipe sobre su cabeza deteniéndole.
- Noo... – murmuró Legolas
- ¿Mmm? – respondió Haldir incorporándose, mirándole de frente para saber si su acompañante había despertado pero parecía aun más perdido entre sus sueños.
- Aun no... espera hasta la boda
- ¡Aaah! - suspiro Haldir
TBC...
