Negación. Todos los personajes y lugares mencionados en esta narración pertenecen a J.R.R. Tolkien, y son usados sin fines de lucro, simplemente con la intención de entretener. Minyawethiel = Minya.. Es creación mía.
Advertencia. Contenido explícito.
CAPITULO 5
El príncipe se había detenido en una pequeña cueva en los campos de Gladden a pasar la noche, aviso a Aragorn de su hallazgo y le indico con una mano que el lugar era seguro.
Tan sólo necesitaba unas horas por descansar, pero el aire empezaba a enfriar demasiado como para que la vista pudiera soportar tanta presión, ya por la tarde del siguiente día tendría el placer de llegar su hogar, no les faltaba ya mucho, Aragorn a su lado se había portado algo raro durante esos días, sobreprotegiéndolo de un camino que el ya había andado con anterioridad, se le veía muy amable con él y lo atribuía a su trato de tantos años con los elfos.
En cambio Aragorn no dejaba pasar la oportunidad de sentarse a platicar con el elfo acerca de los sitios y personas que había conocido, su posición como Jefe de los Dúnedain del Norte, y su relación con Lord Elrond y demás Elfos. Legolas le escuchaba con interés, mas no se mezclaba en la platica con alguna critica o consejo, su tiempo en esas materias políticas aun no había llegado. A pesar de ser un príncipe, solo le atañía por ahora lo referente a su reino y a la posición que ocupaba por su relación con Lorién y Rivendel.
La luz de la luna se encontraba oculta por nubes pasajeras, el fuego a sus pies iluminaba la cara de preocupación y duda que llevaba el joven desde su salida de Rivendel.
- ¿Qué es lo que te sucede? ¿Algo te atormenta? – preguntó Aragorn llevando su pipa a su boca.
Nada respondió el elfo, tan solo salió de entre sus pensamientos.
- Tienes toda la confianza para hablarme. Ten la seguridad de que no saldrá de mí.
- Me ha pasado algo que quisiera olvidar, por favor no me preguntes más.
- ¿Se trata de Haldir? ¿No es cierto?
El rostro del elfo se sorprendió y Aragorn no dejo de notarlo, sabía a que el se debía la pesadumbre que presentaba el príncipe.
- ¿Te ha comentado algo? – pregunto palideciendo un poco.
- El no me ha comentado nada..
Legolas respiró..
- Mas yo he visto cosas..
Volvió a palidecer
- ¿Puedo saber que has visto?
- ¿Qué paso esa noche?
Y palideció un poco mas pero no respondió.
- ¿Te hizo algún daño? – preguntó Aragorn preocupado.
- No. Creo que no...
- ¡¿Cómo que crees que no?! – interrogó sobresaltado.
- ¡No pasó nada!
- ¿Entonces que te preocupa?
De nuevo no contesto el elfo y se levanto para recargarse junto al árbol mas alto que encontraba. Aragorn también se alejo del fuego y se acercó al Elfo.
- No hagas esto y no te atormentes mas, no lleves esa carga tu solo.
Legolas le miro con agradecimiento, sonrió con esa sonrisa ligera que tan bien le sentaba en su rostro elfico. Sus brazos cruzados sobre su pecho, sus pies cruzados, no mostraron ningún deseo de seguir la conversación, lo cual molesto al Montaraz.
- ¡Demonios! ¿Puedo saber que es lo que te pasa? – preguntó intrigado poniendo ambas manos sobre sus hombros.
- ¡No me pasa nada! – exclamó el elfo alejando ambas manos de su cuerpo. – Será mejor que descanses yo haré la primera guardia.
- No, no será así.. ¡No soporto verte así! – expresó Aragorn alejándose para volver inmediatamente a su lado.
- ¿Así?
- ¡Tu no eres así! Siempre hay luz en tus ojos, no angustia no pesadumbre – dijo tomándole de la barbilla - ¿Pasó algo entre Haldir y tu?
- ¡No me trates como a un niño! – protestó Legolas tomándole fuertemente de la mano que el hombre acercara a su rostro para después rechazarla– Retírate.
Antes de que pudiera hacer algo Aragorn encerró al príncipe entre sus dos brazos impidiéndole salir por un lado u otro. Los labios de Aragorn estaban tan cerca de los suyos, podía sentir su aliento, podía perderse en el oscuro ámbar de sus ojos, podía sentirse terriblemente intimidado por el heredero de Isildur.
- ¡Maldición! –exclamó el hombre golpeado al árbol del lado de Legolas y se retiró. – ¡Yo haré la primera guardia!
Aragorn se dirigió al umbral de la cueva, el frío amainaba y el fuego parecía querer extinguirse, echo un poco mas de leña para mantenerlo vivo. Seguía con su pipa en mano perdido entre las luces del fuego que ardía frente a él.
Legolas se quedo unos minutos mas sumido en sus pensamientos, hasta que decidió entrar a la cueva, y descansar, no había notado que al pasar Aragorn lo había seguido con la mirada.
El elfo se recostó sobre su capa sin cubrirse, no padecía del frío que sentía el humano y sin poder entrar en sus sueños, reflexionaba sobre lo que había sucedido.
Haldir se separó lentamente de Legolas al escuchar esa palabra que le seguía como una maldición, cuantas veces había escuchado comentarios por parte de sus compañeros a cerca de sus conquistas, pero su profundo miedo a compartir su vida entera y eterna con alguien, le obligaba a no llegar a nada mas que una noche de exquisita pasión y desenfreno, ese alguien debía ser perfecto para que llenara sus requisitos, se asusto al pensar que lo que buscaba con tanto fervor entre las elfas lo encontrara tan repentinamente en un joven elfo. Pero no por eso le dejaba de asustar la idea de que Legolas le quiera como esposo.
Escucho un leve gemido salir de los labios del joven. No lo podía dejar así, debía terminar lo que había empezado, el mismo había llegado hasta el punto de no retorno y no le gustaba la incomodidad que empezaba a sentir.
Volvió a los brazos del elfo que le recibieron contentos, sus manos le acariciaban el cabello, tratando de encontrar el prendedor que él reconocería, algo no le parecía bien a su tacto, no encontraba partes que esperaba encontrar, pero el placer, el placer que sentía le hicieron olvidarse de eso y le envió a los límites de su imaginación. El mismo Haldir le había acompañado, en el éxtasis de su encuentro ambos quedaron exhaustos uno al lado del otro.
Como pudo Haldir volvió a su sitio y se cubrió con las sabanas que compartía con Legolas, le arropó bien y descanso.
Horas después Legolas salió de su sueño, y se sentía cansado y sucio, sentía el gran trabajo que había pasado su abdomen y sus piernas, como si por mucho tiempo hubieran sostenido un fuerte peso sobre él. Miro a Haldir quien le daba la espalda, parecía estar algo cansado también, pues respiraba aun agitadamente. Algo le llamo la atención al príncipe, y es que la almohada ya no estaba en su lugar, había desaparecido. Al incorporarse vio que estaba tirada a los pies de Haldir, al sentarse sintió dolor en otra parte que había descuidado, se sintió húmedo, se sintió sucio... ¡Ultrajado!
¿Haldir habría cumplido su cometido? ¿Había llegado mas allá del simple roce? ¿Cómo es que el no se dio..cuenta? "¡Aah!" Exclamó Legolas al recordar el hermoso sueño que tenía hacía poco tiempo. Volvió a mirar a su compañero, le despojó lentamente de las mantas que le cubrían para darse cuenta de que solo llevaba la camisa puesta. Y él, él se encontraba totalmente desnudo de pies a cabeza. Su ropa había sido puesta en la mesa a un lado de el, sintió su corazón latir demasiado aprisa para contenerle.
- ¡¿Cómo pudiste?! ¡Haldir! – exclamó Legolas lo suficientemente fuerte para que le oyera su acompañante mas no las personas de fuera.
Haldir salió desconcertado de su sueño, pero al ver a Legolas furioso juntó él, se reincorporó para notar en mala hora lo hermoso que se veía el príncipe con el cabello desarreglado y además enojado.
- ¡Legolas!
- ¡Dime que es lo que paso aquí, sí no quieres que aquí mismo te mate!
- Yo.. Tu.. Tú mismo accediste..
- ¿Yo?
- Sí, tu mismo...
- ¿A qué?
- No podría decirlo... Incluso me propusiste.. Matrimonio.
- ¡MATRIMONIO! ¿YO?
Legolas hubiera reído si alguien mas se lo hubiera contado mas en su estado, se sereno e intento hacer memoria, pero por ningún motivo podría haber dicho eso, no cuando..
- ¡Eso es imposible! Dime ¿qué hiciste conmigo?
- ¡Ah! ¿No lo recuerdas?
- ¡No recuerdo nada!
- ¡Oh! Lástima..
- ¡¿Lástima?! ¿Juegas conmigo acaso?
- ¡Claro que no!
Legolas tomó la bata que estaba a sus pies, se la puso sin salir de la cama y tomando un breve respiro se puso en pie, al no sentir nada fuera de lo normal se acercó a Haldir, le tomó de los brazos y con la voz mas dulce y firme que pudo cuando le iba la vida en ello exclamó:
- ¿Vas a decirme la verdad? ¡Demonios! ¿Hubo algún tipo de contacto?.. Algún tipo de..
- ¿Penetración? – agregó Haldir
Los oídos de Legolas desearon ser sordos en ese momento y tan solo asintió con la cabeza sin contestar.
- No, no paso de un ligero roce.
- ¿Qué tan ligero?
- Nunca hubo contacto "real" entre tu y yo.. No te preocupes.
Legolas no quiso escuchar mas, no quiso saber mas, le bastaba con saber que no hubo un contacto físico que produjera traerle problemas en el futuro.
- Sal de aquí. Ya deben de haber terminado las guardias cuando ha salido el sol.
Haldir a nada contestó, se vistió lo más rápido que pudo y antes de salir declaró:
- No temas, que no pasó nada entre tu yo, nada de lo que tengas avergonzarte, yo por mi parte nunca diré nada sobre esto, espero a cambio la misma discreción por parte tuya.
El príncipe no volvió la cabeza, tan solo asintió y el capitán de guardias de Lothlorién salió. No volvió a verlo Legolas durante el tiempo que permaneció en Rivendel, lo ultimo que supo por la misma Arwen es que había sido llamado de regreso a Lorién por la Dama Galadriel.
Paso los siguientes 6 días recuperándose por completo de su pie, que por fortuna paso por desapercibido para la mayoría, excepto para Arwen, a la cual había dicho el día que notó el ligero desbalance, que había pisado una piedra y le molestaba en la planta del pie.
El día que decidió partir de regreso para el Bosque Oscuro se despidió agradecido de Lord Elrond y de Arwen quien parecía igual de contrariada que cuando llegó, a la salida de Rivendel pudo saber la causa de la tristeza de la princesa, Aragorn marchaba delante de él tomando el mismo sendero que él tomaría.
- ¡Aragorn! ¿Tomarás el mismo camino que yo? - preguntó el elfo al alcanzar a Trancos
- Me parece que sí, si tu lo aceptas podremos emprender el camino juntos.
- Pero ¿hacía donde te diriges?
- Al mismo lugar que tu.
- ¿Al Bosque Oscuro? Pero creí que regresarías con tu gente..
- Daré un pequeño rodeo antes de regresar con los Dúnedain, Lord Elrond me ha pedido que vea que su mensajero del Bosque, llegué con bien a tierras tan lejanas.
Legolas no lo necesitaba, pero agradecía el gesto que Lord Elrond tenía para con él.
Legolas se encontraba en su mundo de sueño propio de los elfos cuando Aragorn entró a la cueva para tomar su descanso
- ¡Ah! ¿Es tiempo? – preguntó Legolas al sentirle acomodarse a un lado de él.
- No, es mejor que descanses, parece que con este viento helado nadie se atreverá a atacarnos, no siento ni veo nadie cerca, he apagado el fuego para no atraer miradas. Descansa.
Y al decir esto Aragorn trato de cubrirse con la manta que llevaba en su bolsa de viaje, además de la capa que llevaba no le servía para ocultar el frío que sentía, Legolas en cambio no parecía afectarle en lo mas mínimo la brisa que daba de lleno a Aragorn, quien se encontraba mas cerca de la entrada.
Cambio de lugar con él, se arropó con su capa y puso la manta que llevaba en su equipaje encima de Aragorn.
- ¿Qué haces?
- La necesitas mas que yo.
Aragorn sonrió y cerró los ojos buscando descanso, mas la cercanía del elfo le daban que pensar, y trataba de pensar en su amada Arwen, pero había algo que no se explicaba en este elfo que le llamaba la atención, tal vez sus ojos, pero ojos azules solo en Arwen los había visto hermosos, tal vez su cabello, pero Haldir lo tenía casi igual que él y le llevaban atado de la misma forma, tal vez su juventud, pero el mismo sabía que mas de 3 milenios habían pasado desde que el elfo vio por primera vez la luz, tal vez por que en él se reunían tantas cualidades, tantos detalles, príncipe, cabello suave y rubio, de ojos azules, elfo, joven, soltero, ágil y fuerte como el mas grande de los guerreros a la vez que gentil y amable como todo un caballero.
Aragorn le cubrió con su manta, protegiendole el rostro del viento. Retiro el cabello del rostro del elfo y paso sus manos sobre sus suaves y firmes labios, acercó sus labios a los del príncipe y los beso.
- ¡No! – dijo Legolas alejándose, Aragorn lo tomo de los brazos para que no rodará hacia las brazas del fuego moribundo.
- ¡Calma! Ven aquí
- ¡No! No creas que podrás lograr lo que Haldir – advirtió echando mano a su daga que llevaba en el cinto.
- No intentaré nada, ven. – aseguró el hombre haciéndole volver la daga a su lugar - ¿qué pasó? Dime Legolas.
- Él trató de..
- ¿Se sobrepaso?
- ¡No! No logró nada.. Mas sin embargo..
- ¡Demonios! – juró Aragorn
- No te preocupes, nada fue mas allá de un simple roce..
- ¿Tú estas bien?
- Sí, gracias. Descansa ya.
Aragorn se entretenía en quitar los cabellos rebeldes del rostro de Legolas, quien ya no le causaba desconfianza alguna.
"Es que eres tan hermoso e inocente que cualquiera podría atentar contra ti, me gustaría saber que todas tus fuerzas y habilidades sirvan algún día para algo mas que para defender tu honor"
Posó su mano sobre la mejilla del elfo sintiendo una suavidad eterna, Legolas no respondió mas que con una sonrisa, Aragorn se aproximo un poco mas hacía él y nuevamente le beso.
- ¡Por fav...
La protesta de Legolas fue acallada por el beso más suave y apasionado que había sentido desde que salió de su reino, no sabía si atacar al Heredero de Isildur o si con solo alejarle bastaría para terminar con ese problema.
Aragorn no retiraba su mano de su rostro y le acariciaba con ternura y él lo sentía tan cálido, tan lleno de bondad, no respondía a sus besos mas tampoco los detenía, la lengua del hombre suplicaba por asilo a los labios del elfo que se negaban a abrirse.
- Arag..- trató de decir el elfo pero las manos del mortal le sellaban los labios
- No digas nada, no temas, no pasará nada..
- No, no me entiendes, me malinterpretas..
- Legolas..
- Arwen te ama y tú lo sabes, y también tú a ella..
- Lo sé.
- ¿Entonces por que me miras con ojos que deberían fijarse nada mas en ella?
- Por que tu al igual que ella despiertan un hermoso sentimiento en mi, algo que no puedo evitar.
- Tal vez es solo protección hacía mi, no te confundas...
Aragorn volvió a besar a Legolas como para demostrarle lo contrario, le impedía mover los brazos y los dirigía hacia su espalda obligándole a que le rodearan, a que lo abrazara. Los fuertes brazos de Aragorn rodeaban el esbelto cuerpo del príncipe causándole una sensación de seguridad que nunca había sentido, trataba en vano de retirarlo de encima de él, sus piernas se hallaban enlazadas con las de él y le impedía cualquier movimiento brusco.
Con todas sus fuerzas empujó Legolas a Aragorn lejos de él, esquivando sus brazos se puso en pie y salió de la cueva en medio de la noche.
- ¡Legolas! - gritó
No hubo respuesta y el montaraz se puso en pie para buscarle, salió de la cueva y diviso al elfo que se encontraba cerca al árbol en que se hallaba anteriormente.
- ¡Legolas! – volvió a exclamar
- Vuelve, descansa.
- No, ven aquí es peligroso que estés..
Nada mas sintió el Montaraz, nada mas vio el montaraz, un fuerte golpe en la cabeza le nublaba la visión, alguien le atacaba por detrás.
- ¡Trancos! – exclamó el elfo al ir al rescate de su compañero.
Dos pares de manos vigorosas le tomaron de los brazos y le hicieron caer al suelo, figuras oscuras, al parecer hombres le tenían sometido y empezaban a sujetar las manos y pies con cuerdas extrañas.
- ¡Trancos!
- Legolas.. – murmuró Aragorn antes de perder el conocimiento, lo último que pudo ver es que Legolas iba llevado en brazos por figuras extrañas y oscuras.
