Negación. Todos los personajes y lugares conocidos mencionados en esta narración pertenecen a J.R.R. Tolkien, y son usados sin fines de lucro, Minya, Altadil, Pirré y demás personajes ajenos a esta historia son de mi propiedad.. Les sugiero vehementemente que escuchen la canción "Bésame"de Ricardo Montaner antes de leer esta historia, por que creo que el final no les sabra muy bien sin ese efecto..Canción utilizada sin permiso para un buena causa =^_^=.. Hinotori No Jun gatchaman001@hotmail.com
CAPITULO 13
Aragorn adelantó un paso como vio que Haldir se dirigía a su espada.
- ¡Alto ustedes dos! Trancos sal de esta habitación, tu presencia me enferma. – dijo Legolas poniéndose en pie lentamente, mientras componía sus vestiduras
- ¿Y la de el no?. – preguntó Aragorn mostrando una sonrisa llena de malicia
Haldir dio un paso al escuchar la sentencia mas Legolas le detuvo con el brazo tratando de serenarlo.
- Déjalo Haldir, no merece la pena molestarse..Sal de aquí por favor.. – dijo el príncipe imperturbable, tratando de contener sus enojos.
- Lo haré yo si el lo hace primero. – afirmó el montaraz cruzándose de brazos.
Aragorn seguía firme ante su decisión, bien sabía el joven elfo que nada le haría cambiar de parecer. Mas también pensaba que una disputa entre Haldir y Aragorn no le convenía ni a uno y a otro por pertenecer a las altas sociedades de Lorien y de Rivendel respectivamente, además creía que sería mas probable que el montaraz esperara al elfo a que saliera tratando de saldar cuentas con el, mientras si Haldir lo hacía primero no correría Aragorn el mismo peligro, ya que el guardia de Lorien estando en su territorio no se arriesgaría a que una querella con el Heredero de Isildur llegara a oídos de la Dama Galadriel o Lord Celeborn.
- Bien, Haldir, retírate gracias por tus atenciones, pero creo que podré valerme por mi mismo.
- Legolas, si no te importa deseo quedarme
- ¡Haldir!
- No deseo que el tome represalias contigo Legolas.
- Nada haré contra él, no podría tomar ventaja de su debilidad.
- No hablen ignorando mi presencia, mucho les agradecería que se retiren ambos..
Ambos quedaron retándose con la mirada, esperando a que el otro diera el siguiente paso.
- ¡Haldir por favor!
El Loriende vio al joven príncipe elfo palidecer un poco mas y temiendo una recaída por su culpa se encaminó a la salida, Aragorn mostró una sonrisa triunfadora a lo que Haldir contestó con una mirada fría y aterradora como solo un elfo podría ostentar.
Aragorn y Legolas quedaron solos por un instante, Legolas se había puesto de pie sin ayuda y eso alegraba al montaraz pues sabía que se estaba recuperando, mas el verlo al lado de Haldir, tan cerca, sus celos se despertaron nublando su juicio.
El elfo miraba al mortal con ojos llenos de rencor y enojo, no tenía ningún derecho sobre él ni dudar de sus principios, no después de lo que había pasado, el montaraz le había ofendido cruelmente y sin pruebas. Mas también recordaba que a no ser por el, hubiera muerto en manos de Pirre en aquel despreciable lugar y bajo circunstancias que le apenarían llegaran a oídos de la gente de su reino y mucho menos a oídos de Minya y de su padre.
- Has actuado mal juzgando temerariamente, hijo de Arathorn. Sal ahora de aquí.
Aragorn dio un paso hacia el elfo quien no quería viera la confusión que se mezclaba en su espíritu. Se dividía entre el agradecimiento que le debía y el dolor de sentirse ofendido.
- Lo he hecho por ti.
- No tienes que cuidarme, bien sabes que no permitiría que nadie pusiera una mano en mi sin mi consentimiento.
- ¿Y el si lo tenía?
- ¡Trancos! Me ofendes de nuevo.. Te he pedido que te retires, por favor.
- ¿No podría hacerte cambiar de parecer? – preguntó acercándose mas al elfo.
- Necesito descanso pues deseo partir de aquí cuando antes, así que por favor..
Aragorn le tomo de la cintura tal como hubiera podido hacer con una mujer mortal, Legolas envío su puño contra él mas el montaraz le paro deteniéndolo por el brazo.
- No hagas nada que pueda lastimar tus manos.
- ¡Retírate Trancos!
- ¿Llamaras a Haldir para que te defienda?
Esto era lo ultimo que podía soportar el elfo de parte de este mortal que le ofendía deliberadamente.
La Dama Galadriel acompañada de Haldir acertaron a entrar en ese momento, la mirada del guardia expresaba lo que minutos antes había los ojos de Aragorn. Ambos recobraron su compostura casi por magia.
- Legolas. Veo que tu cuerpo esta ya casi recuperado, aunque aun puedo ver la incertidumbre y pesar que hay en tu alma.. Aragorn... me alegro que hallas recuperado tus fuerzas, espero que las dirijas hacia objetivos mas.. benéficos para todos.
La excelsa elfo alternaba sus miradas entre uno y otro, Aragorn hizo una reverencia tan profunda como vio que Legolas lo hacía.
- No deseo que la paz de Lorien se turbe con tormentas ajenas a este, tomad las precauciones necesarias para que todo prevalezca en calma. Legolas, seguid con el tratamiento, solo esta noche necesitaras para que tus manos recobren su antigua forma.
- Le agradezco la atención que ha tenido conmigo, Dama Galadriel, en cuanto recupere por completo mi fuerza, partiré a mi hogar donde escucharan las bondades que la Dama del bosque eterno ha tenido conmigo.
- Me complace Legolas, que tu espíritu se fortalezca rápidamente, mas llevaras contigo un sello que te hará recordar los abismos por los que tu espíritu ha atravesado.
El príncipe hizo un leve saludo recordando el color que le habían impuesto a su pesar. La dama continuó.
- He deseado que ese pesar no sea llevado por mucho tiempo, espero y mi anhelo se cumpla.
Y diciendo esto salió la Dama salió seguida de un elfo con celos reprimidos.
- A tenido ella razón y como ama de este lugar sabe todo lo que pasa – exclamó Legolas
- A menos que alguien le halla informado.
- Me admiraría que Haldir procediera de esa manera. Deseo, hijo de Arathorn, que no halla mas ofensas entre nosotros, así como entre tu y Haldir, todo mi corazón lo olvidará y prevalecerá siempre la gratitud que debo mostrarte.
Jamás le había parecido el elfo tan bello al pronunciar esas palabras, palabras a las cuales no podía negar la entrada en su corazón, mas aun si él era el que había ofendido tan terriblemente al príncipe
- Bien Legolas, no debí proceder tal como lo hice, lo reconozco, mas los celos son traicioneros y nos hacen imaginar lo peor. ¿Podrías quitar la venda que la inquietud coloco en mi ojos al entrar esta mañana aquí?
Legolas le miro tratando de averiguar si era fiel a las palabras que salían de su boca.
- Haldir permaneció cuidándome toda la noche, - decía el príncipe tomando asiento sobre su lecho - al encontrarle en la mañana, su cabeza yacía recostada sobre mi cama dejándome admirar el cabello tan admirablemente hermoso que posee, esto me hizo recordar el mío propio y le expresaba mi deseo por recuperar mi antigua tonalidad cuando tu acertaste a entrar.
El Heredero de Isildur vio la tristeza del elfo ante este hecho, que como bien decía la dueña del lugar, le había arrastrado hacia un abismo sobre cual estuvo a punto de perderse.
- He creído ver ciertos cabellos en tu mano, he pensado en verlos muy próximos uno al otro, todo lo reduce mi ceguera ante la imagen que se me presentó.
- ¿Puedes retirarte ahora?
- Cierto, necesitas descanso, mas el alimento también es indispensable aún a los elfos, ¿Bajaras a tomar el desayuno? ¿Deseas tomarlo aquí?
- Bajare y mucho me alegraría encontrar que la tormenta que Haldir y tu crearon, se halla convertido en lluvia de primavera, segura y benefactora.
Aragorn salió en busca de Haldir, deseaba ofrecer sus excusas una vez que el asunto se había aclarado.
Le encontró terminando de despedirse de la Dama en los jardines centrales de Lorien, al verlo su mirada se enfrío como hacia poco y no evadiendo su camino continuo hasta topárselo de frente. Aragorn le detuvo el paso.
- ¿Qué deseas Aragorn, hijo de Arathorn?
- Presentarte mis disculpas, Haldir, me he equivocado en tomar un juicio errado, deseo que me otorgues el perdón que tal vez no merezco.
Haldir le miró complacido, mas una disculpa por sincera que fuera, no cambiaba el hecho de que la ofensa siguiera allí. El no tenía, como Legolas, una razón poderosa para olvidar los agravios hacia su persona.
- Nada mi mente tramara contra ti, como una vez dije, deseo el bienestar de Legolas, y si el padece por nuestra discusión, puedo olvidar si el así lo ha hecho.
- El ha sido grande en alma y pensamiento al otorgarme la gracia de volver a estrechar mi mano y aunque aspiraría mucho a que lo mismo se logre entre nosotros, no desearía que la comunicación entre nosotros termine.
Haldir ofreció su mano la cual Trancos acepto, el elfo esbozo una ligera sonrisa mientras el mortal una mirada agradecida.
- ¡Haldir! He estado buscando por todos los sitios y mi corazón se regocija al encontrarte. – declaró una voz elfica acercandose a ellos.
- Altadil, me he olvidado por completo de tu presencia y en estas circunstancia, es imperdonable.
A los ojos de Aragorn se presentó un hermoso elfo un poco mas alto que Haldir, cabello rubio el cuál le caía un poco mas bajo de los hombros, con ojos grises e iluminados, algo en él le resultaba familiar y no comprendía el porque. Delgado como la mayoría de los elfos ostentaba una silueta digna de admiración, ancho de hombros y con cintura definida, unas fuertes piernas se dibujaban dentro de las mallas negras que usaba, sus vestidos color castaña y verde le recordaban los de Legolas la primera vez que le conoció en Rivendel.
Su voz era serena y ceremoniosa, grave y dulce a la vez, tal vez si le hubiera conocido antes.. aun el acento que dejaba fluir en su corto diálogo con el guardián de Lorien le revelaba que el elfo no habitaba en Lorien ni en Rivendel de donde el había pasado su niñez.
Ambos elfos trocaron saludos y viendo al mortal junto a Haldir le saludo con una reverencia sencilla, el montaraz respondió de igual manera y Haldir prosiguió a las presentaciones.
-Aragorn, hijo de Arathorn, Heredero de Isildur, te presento a Altadil, hijo de Thranduil, rey del Bosque Oscuro y futuro soberano de aquellas tierras lejanas.
Aragorn se quedo sorprendido, ¡claro que se trataba de el hermano de Legolas! Nadie mas a su juicio podría tener tan bello porte, tan hermosa voz y forma de expresarse, se encontraba por tanto ante el hermano mayor de Legolas.
- ¡Oh! Usted es el mortal quien la Dama Galadriel tuvo a bien informarme que había salvado la vida de una persona, que tal vez temiera perder. ¿Puedo atreverme a preguntarle de quien me hablaba?
Aragorn se quedo sin habla no bien escuchando lo que decía aquel elfo de formidable aspecto.
- ¿Me escucha usted? – repitió Altadil no comprendiendo que el mortal no entendiera la lengua común.
Haldir le observaba tratando de esconder la sonrisa que se había formado en su interior.
Los pensamientos del mortal se desvanecieron por un segundo volviéndole a tomar la rienda de la realidad.
- Si.. Solo que.. ¡Ah!... He tenido el honor de acompañar a Legolas, en su regreso al bosque Oscuro y..
El guardia de Lorien le miro con ojos muy expresivos, Aragorn entendió que no debía revelar detalles que no le correspondían a él explicar.
- ... ayudarle en un momento crítico en el trayecto, me alegra informarle que se encuentra bien de salud, reposando en su habitación.
- ¡Oh! Me reconforta saber que mi hermanito se encuentra bien, siempre le he dicho que debe de llevar compañía, le felicito a usted y le hago extensivo el deseo de contarle entre mis amigos, mi gratitud con usted es inmensa y dudo alguna vez poder saldarla.
Altadil estrecho la mano del mortal quien sintió la suaves manos del elfo envolviendo la suya. Muchas cosas sucedían en la cabeza del montaraz, primero, ¿hermanito?, ¿cómo es posible que aun considerará a Legolas, un elfo enteramente formado en toda la extensión de la palabra, un hermanito? Le imaginaba a ambos tomados de la manos corriendo por las plazas del reino, el gran Altadil y el pequeño Legolas, debían presentar una hermosa estampa.
Lo otro que pensaba es que como era posible que Haldir hubiera olvidado por completo la llegada del hermano de Legolas, y considerando lo temprano del día, el elfo debió pasar la noche allí, además el mas que nadie debía estar enterado del estado tan crítico que tenía Legolas a su llegada.. Algo mas que turbaba el corazón del montaraz era que este elfo le parecía tan sorprendente y perfecto como una vez pensó de Legolas, mas sin embargo no encontraba tal calor y afecto que emanaba en el joven príncipe, no revelaba su sonrisa lo que el resplandor de los labios de Legolas ocultaban, en fin que no le dio realmente la primera impresión que Legolas había dejado en el.
- ¡Estoy deseando ver a ese hermano mío!
- Con gusto te conduciré,... Aragorn... – sugirió Haldir.
- Vayan ustedes, yo necesito alimentar un poco este cuerpo que aun se siente fatigado por el viaje.
Ambos se dirigieron a la habitación que ocupaba el mas joven de los dos hijos de Thranduil.
Legolas quedo vacío de nuevo, solo con su dolor y angustia, su cuerpo se había casi recuperado con los cuidados que le ofrecían desde su llegada el día anterior, su habilidad sanadora había hecho mucho por el. Mas sus manos y su corazón aun llevaban las heridas del pasado.
Necesitaba un poco de la ayuda de alguien mas para vestirse, y no lo había anticipado, con mucho cuidado había podido lograr entrar en las mallas negras que le habían proporcionado al llegar a Lorien, su cabello aun estaba sin trenzar, lo cual le disgustaba, pues sabía que no podía utilizar sus manos para tal caso, se hallaba el elfo con el torso desnudo, frente a un espejo. El cabello negro no le favorecía en nada, daba a su rostro una luz mas oscura, sus ojos no brillaban con tanta intensidad y no sabía si era a causa de su debilidad o de ese color tan triste.
Pensaba en Minya, en el triste aspecto que presentaría a sus hermosos ojos verdes, temía por un solo momento que perdiera el favor ante ella, que le disgustará su presencia y diera marcha atrás a los planes que ambos habían forjado. Suspiraba con melancolía, cuando escuchó que llamaban a la puerta para después reconocer dos rostros de elfos.
- ¡Altadil! ¡Anda Luumello! – exclamó Legolas asombrado
- ¿Legolas? ...¿Man nalye? – preguntó Altadil asustado.
Haldir no había tenido la precaución mas que comunicarle al príncipe mayor que su hermano había sufrido un cambio en su aspecto, mas no dio a conocer cual.
- Legolas, tu hermano a llegado el día de ayer, cansado del viaje a caído exhausto en sus habitaciones guardando reposo, hoy la dama Galadriel le ha informado brevemente de tu estado.
- ¡ah! – suspiro Legolas creyendo que su hermano sabría ya todo.
- Me han comunicado que tuviste un incidente en tu viaje al regreso al reino, pero no creí.. ¿cómo ha pasado esto?
Altadil se acercó a su hermano y sin saludarle si quiera examinó su cabello.
- ¿quién se ha atrevido a hacer esto?
El joven elfo no sabía que contestar, le era muy penoso para el explicar los detalles aún a su hermano
- ¡contesta!
- Fui hecho preso por un grupo de humanos y ..
- ¿Humanos? ¿Mortales? ¿Como el que te ha salvado?
- El tuvo el valor para ir en mi busca, hizo todo lo posible..
- ¡Basta! No digas mas..
Altadil empezó a albergar una especie de resentimiento contra los mortales que le habían herido hacía mas de 300 años, mas ese rencor se había estado diluyendo con el tiempo, logrando apreciar el valor de muchos, la amistad de pocos, y el cariño de ninguno.
- ¿Te hicieron algún daño? – preguntó el mayor poniendo sus manos sobre sus hombros.
- No, sólo..
- ¡Tus manos! ¿Qué le han hecho a tus manos! ¡Dime! – interrumpió el príncipe exaltado.
Haldir se encontraba cercano a la puerta y decidió salir sin avisar. El sonido de la puerta cerrándose no hizo a Altadil distraerse, veía a su hermano menor directo a los ojos, como para leer la verdad en ellos.
- Yo mismo me cause este daño al tratar de sacar las manos de unas cadenas que las sujetaban.
- ¿sujeto con cadenas? ¿estabas inmóvil? ¿atado de pies y manos? ¿Qué paso?
- No, no pasó nada,... Aragorn llego a tiempo antes de que yo pudiera morir de tristeza o de un puñal en mi pecho...
- ¡Hermano! – exclamó Altadil abrazándolo tiernamente.
Altadil nunca se había mostrado tan cariñoso y comprensivo con su hermano menor, siempre ocupado con los asuntos que el tomaría a cargo cuando su padre escuchará el llamado de los mares, le prestaba poca atención y cuando lo hacia, no era mas que para alegrarse sus días haciéndole reír, bromeando con el, tratando de hacerlo quedar mal con las damas elfas que el pretendía, galanteando con ellas, le quería profundamente, Legolas lo sabía, mas no lo externaba con mucha facilidad.
Aragorn se encontraba ya sentado a la mesa dispuesta para el y Legolas, ubicadas en el jardín que quedaba al pie de las escaleras privadas que conducían a las habitaciones de ambos. Veía a Haldir bajar por ellas y pasar junto a el esbozándole la sonrisa mas cordial que pudo, Aun le duraba un poco el resentimiento.
- ¡Haldir!
- Dime.
- ¿Deseas acompañarme? Mucho sentiría disfrutar de tan exquisita comida yo solo, además creo que es suficiente para 5 personas. No creo tener tanto apetito para terminar con ella. Y tu si bien no me equivoco, tampoco has probado bocado.
Bien decía el montaraz, apenas había despertado el apetito del elfo al llegar el aroma de tan ricos manjares.
- Bien, con gusto te acompañare, espero que pronto Altadil y Legolas puedan acompañarnos
- ¿Podría saber el motivo de la visita del hermano de Legolas?
- No es desconocido para ti la fiesta que preparan en el Bosque Oscuro para el rey Thranduil, Altadil fue el encargado de traer la invitación a la Dama Galadriel y Lord Celeborn, eso después de realizar la faena de extender aun la invitación a enanos y hobbits.
- Creí que no había buenas relaciones con los enanos y de hobbits no entiendo mucho, mas lo que Gandalf ha contado en mi presencia de cierta historia fantástica y maravillosa sobre un hobbit y un anillo.
- Lo mismo sé yo respecto a ese asunto, y por parte de los enanos se están realizando acercamientos para fortalecer y asegurar las alianzas en el futuro.
Ambos empezaron a comer en silencio, Aragorn aventuraba una mirada de vez en cuando sobre el elfo, quien no hacia caso a sus observaciones. El montaraz había tomado recientemente la costumbre de observar a los elfos que le rodeaban, no haciéndolo así cuando tanto tiempo vivió entre ellos. Haldir era joven y hermoso, mas recio y duro que Legolas, orgulloso de ser un guerrero elfo y sobre todo ostentaba el grado de capitán de guardias de Lorien con entera satisfacción. Sus facciones eran frías y directas, el respeto que debía infundir a los elfos bajo su mando debía haber sido ganado con cada batalla.
Legolas y su hermano bajaron minutos después, el joven príncipe ya lucía con el cabello trenzado, vestido enteramente con la ayuda de su hermano, quien sostenía una mano sobre su hombro como para protegerlo, ¿de que? No lo sabía.
Tomaron en confianza el almuerzo, sobrias platicas sobre el encuentro de Altadil con los enanos, su estadía en Hobbiton y las costumbres extrañas de los hobbits prevalecieron durante la sobre mesa.
Legolas se contentaba en asentir con la cabeza a cada observación de su hermano de cómo sostener la cuchara sin lastimarse, y perdiéndose en sus pensamientos hacia la dama elfa amada.
Haldir escuchaba los informes de Altadil con magnetismo, enteramente militar, apegado a tácticas aplicadas a futuras batallas que se pudieran enfrentar.
Aragorn no se cansaba en comparar las dos bellas formas, veía al mayor expresarse con tanta vehemencia en sus historias, con tanta pasión, y en cambio a Legolas le veía algo cabizbajo y meditabundo, sumergido en sus pensamientos, el montaraz sabía lo que pasaba con el elfo, su cabello le estaba causando una gran pena. Aún más si el día de su partida estaba cerca y habría que llegar a su reino así.
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*Bésame la boca con tu lágrima de risa,
bésame la luna y tapa el sol con el pulgar,
bésame el espacio entre mi cuerpo y tu silueta
y al mar mas profundo bésale con tu humedad.
Minya cerró los ojos, recibió el beso de amor tan esperado para ella, el verdadero beso, no aquel que Rair había robado, este había sido por parte de ambos, sus manos acariciaban el cuello de Legolas pasando una de ellas entre sus suaves cabellos, la otra lentamente paso a recorrer la tersura de la oreja izquierda de su benefactor haciéndole estremecer.
*Bésame el susurro que me hiciste en el oído,
besa el recorrido de mis manos a tu altar,
con agua bendita de tu fuente,
bésame toda la frente, que me bautiza y me bendice
esa manera de besar...
Legolas descubría la dulce miel de los labios de ella, encontraba la suavidad de sus manos recorrer su cuello y hombros, lentamente si apresurarse, ella se incorporó un poco haciéndole saber a Legolas que deseaba ponerse en pie, él la bajó despacio y la coloco sobre el terreno firme junto a un árbol grueso que se alzaba orgulloso sobre ellos. La luz del mediodía se reflejaba como las llamas del fuego en el cabello de Minya, mientras el de Legolas resplandecía como oro líquido entre las manos de ella.
*Besa mis campos y mis flores,
con tus gotitas de colores,
besa la lluvia que resbala en la ventana.
El príncipe fijo sus manos sobre el rostro de ella, acarició sus mejillas con suavidad, le retiraba el cabello que le cubría parte del rostro, lucía encantadora, sus ojos aun permanecían cerrados y el los beso como si se tratara de algo sagrado, luego volvió a posar sus labios en los de ella, apretando suavemente, ambos daban y recibían calor, ambos sentían vibrar sus cuerpos y sentían sus corazones palpitar al mismo compás.
*Besa mi vida y mis cenizas,
y me dirás que voy de prisa
besa y deja con un grito que lo logre..
Ella que había permanecido con las manos sobre su cuello, acariciando y sintiendo la tersura de su cabello, bajo lentamente por sus hombros, palpando las definidas formas de el, sus fuertes brazos que le había brindado seguridad ahora le podrían brindar algo mas, paso a sentir aquel pecho lastimado tratando de no herirle, sus abdominales tensos y firmes se colapsaban ante el toque de sus dedos, rodeo su cintura abrazándole tiernamente hasta que sus cuerpos se encontraron.
*Besa el torrente de ilusiones
Bésame todas las pasiones
Besa mi río hasta su desembocadura..Besa mi vida y mis cenizas,
y me dirás que voy de prisa
Legolas no pudo escapar ante el tacto de ella, sus manos aun seguían sobre el rostro de Minya, acariciaba dulcemente el cuello desnudo de ella, no atreviéndose a seguir sus impulsos impropios para su persona, continuo sintiendo los hombros cubiertos de fino raso azul, apretó la tierna carne de sus brazos, para después al recibir los brazos de Minya rodearle para hacer lo mismo con ella.
*Besa mis días y mi noches, mis diluvios
y mi cielo a pleno sol...
