Negación. Todos los personajes y lugares conocidos mencionados en esta narración pertenecen a J.R.R. Tolkien, y son usados sin fines de lucro, Minya, Altadil, Pirré y demás personajes ajenos a esta historia son de mi propiedad.. Bueno por fin se ve un poco de felicidad en el elfo. Hinotori No Jun gatchaman001@hotmail.com
CAPITULO 14Ambos se perdieron en el primer beso, se entregaban uno a otro caricias sublimes, eternas y cariñosas. Minya recorrió su cintura con ambas manos, le apretaba exquisitamente, le atraía hacia ella para fundirse entre sus brazos. El elfo se encontraba perdido en un paraíso inexpugnable para el como era el amor, había regalado cariño, afecto, tal vez había querido, mas nunca amado realmente a alguien y eso le asustaba, y a la vez le agradaba la idea de que alguien entrara en su vida para no salir jamás.
Asaltada por el temor de sus acciones, de los primeros impulsos que sintió al sentirse besada por el príncipe, Minya recapacitó, ¿cómo era posible que siendo la primer vez que cruzaba palabra con él, ya esté rendida en sus brazos? La dama elfo lo apartó con suavidad.
- No. Por favor.
- ¿qué sucede Minya?
- Esto no esta bien, debemos irnos.
Legolas reflexionó a su vez que había hecho mal en seguir el ímpetu de su juventud, contuvo un suspiro
- es cierto, disculpa mi actitud, no debió pasar, es muy pronto...
La joven le miraba, mientras el príncipe se alejaba unos pasos de ella sin mirarle.
- ¿Me ayudaras a llegar hasta el castillo?
- ¡Ah! Claro, pero..
Ella le extendió los brazos, en la tomó en los suyos y juntos llegaron a espaldas del castillo donde dos guardias esperaban algún ataque por parte de orcos.
- ¡Su alteza! ¿Se encuentra bien?- preguntó uno de ellos acercándoseles
- Si, ella ha sufrido una lesión en el pie pero se encuentra en perfectas condición.
Ambos guardias sonrieron ante el cuadro que se les presentaba, Minya había enrojecido un poco al notar la mirada de los centinelas y Legolas continuó su camino. Se encontró que no había mucha gente en las plazas ni fuentes, habían dado la alerta y solo los guardias del reino se encontraban en espera de ordenes. En una de las rondas se encontraba Rair, que a lo lejos no pudo menos que sorprenderse de ver a Minya en brazos del príncipe, quien se dirigía a la casa de su prima Denn´ya.
Rair no podía en ese momento dejar su grupo de centinelas por ir a encontrar a Minya y ayudarla primero para luego exigirle una explicación de los sucedido. El corazón del guardián se encontraba lleno de celos y envidia, no comprendía como era posible que Minya se hubiera topado con el príncipe mas.. Sí, sus sospechas eran ciertas Altadil se había encargado de poner a su hermano en la ruta por donde ella acostumbraba a pasar, algo habrá ocurrido cuando recordó que fue Ascar, el mejor amigo de Legolas, quien había dado la señal de alerta a la guardia real.
¿Por qué ella estaba en sus brazos?¿habría sido herida y el príncipe tuvo oportunidad de salvarle la vida? ¿Habría el mismo tipo de agradecimiento que tuvo con él, como para con el príncipe? Estas dudas acechaban su mente, le daban vueltas en la cabeza, agradeció a su jefe de regimiento que le dejará de guardia en las mismas puertas de palacio.
- ¿Es aquí? – preguntó Legolas llegando a las puertas de la casa de su prima.
- Si, puedes bajarme, por favor.
- Llama primero, te dejare en un lugar seguro.
Minya sonrió y llamó a la puerta tres veces esperando contestación, mas sin embargo nadie acudió a su llamado.
- ¡Oh! Debe haber salido y encontró refugio en otra parte.
- Bien, no queda mas remedio que llevarte a palacio.
- ¿A palacio? ¿Pero que puedo hacer yo allí? No, por favor, déjame en otro lugar...
- No puedo llevarte en brazos atravesando todo el reino, además de que es peligroso si hay alguna confrontación, y no se vería bien. Puedes quedarte en palacio el tiempo que necesites, pasando la alerta te traeré con tu prima o si lo prefieres regresaras a tu hogar.
- ¡Ay! – exclamó Minya abrumada mientras se recostaba en el pecho de Legolas, un brazo rodeaba al elfo por la cintura mientras con el otro se sostenía de la camisa, por donde se filtraban unos cuantos finos dedos que le rozaban tiernamente a cada paso.
Legolas marchó a las escaleras principales, subió peldaño uno a uno, respirando lentamente y con serenidad no dispuesto a mostrar sus sentimientos ante ojos extraños. Ojos que le veían llegar llenos de celos.
El príncipe marcho sin tomar en cuenta el rostro de Rair, pálido como la muerte, dio dos pasos ante los recién llegado y exclamó presuroso:
- ¡Su alteza!, permítame ayudarle con la dama.
Minya le reconoció y creyó leer en su expresión todo lo que el alma de Rair guardaba, un profundo rencor mezclado de celos y codicia. Supo entonces que Rair no le amaba, que solo era para él un objeto, tal vez un trofeo que ostentar ante sus amigos.
- No, he sido yo quien la he traído hasta aquí y no la dejaré hasta que este a salvó, gracias Rair por su ofrecimiento.
- Pero conozco a la dama, y ella sabe que yo deseo que encuentre pronto reposo, la podría llevar con su prima Denn´ya, yo sé donde se encuentra.
Rair esperaba ganar el favor de ella con esta sentencia, y además hacerle saber al príncipe que el tenía mas derecho sobre Minya, puesto que conocía a sus amistades y familia de hace tiempo. Legolas miro a Minya esperando su decisión, ella evitaba la mirada directa de ambos y respondió.
- Deseo pronto descanso Legolas. Continua por favor
- Ya escuchó a la dama, y ahora si nos disculpa, puede volver a su guardia.
Esto fue una bomba para los oídos de Rair, quien les miraba lívido alejarse y atravesar las grandísimas e imponentes puertas del castillo de Thranduil.
- ¡Alto!
Rair camino directo hacia ellos olvidándose, de su guardia, del lugar donde se encontraba y a quien le llamaba así. La pareja se detuvo un instante, sabía Legolas que el ánimo de Rair no era calmado y tranquilo, y que bastaba una chispa para encender el fuego que se hallaba inundado su corazón, y temiendo un ataque de su parte puso de nuevo a Minya en pie, y la protegió poniéndola detrás de él.
- ¿Qué desea?
- Ella vendrá conmigo, no se sentirá a gusto estando allí, ... su alteza. – declaró Rair conteniéndose, las ultimas palabras le salieron de su boca como si le atravesaran el alma.
- Ya ha escuchado la decisión de Minya y no creo que deba preocuparse por ella, vuelva a su guardia por favor.
- No volveré si no viene ella conmigo – y diciendo esto Rair dio un paso hacia ambos – vamos Minya, te llevare con tu prima, allí estarás mejor.
- No deseo ir contigo, Rair. Regresa a tus ocupaciones y no te preocupes por mi – contestó la joven aferrándose al brazo del príncipe.
- No, Minya no sabes lo que quieres, ven conmigo.
- ¡Alto! – exclamó Legolas poniendo un alto al avance del guardia – Aléjese de ella, no se atreva a tocarla, ella ha decidido ir conmigo.
- ¡Ella vendrá conmigo! – exclamó Rair sacando su espada y apuntando al príncipe indefenso.
Dos guardias se acercaron presurosos apuntando a Rair con sus arcos, el no bajaba su espada del punto en el pecho en que había fijado en Legolas.
- Rair, estas arrestado por insubordinación, confinado a las celdas durante dos semanas.
Estas fueron las palabras del jefe del regimiento de Rair, que se aproximaba al grupo.
- Creí que el príncipe protegía a la dama, solo deseaba saber que tan segura esta ella bajo su protección – observó el guardia con una sonrisa triunfadora.
Sin darle tiempo para tomar acción, Legolas tomo las dagas que llevaba en su espalda, sorprendiendo a la misma Minya que no había reparado en ellas mas que en su carcaj y flechas, lío la espada de Rair haciéndola volar por los aires y apunto uno de sus puñales a su garganta dejándole indefenso.
- Ella esta muy bien protegida – dijo el príncipe – gracias por su interés. Pueden llevárselo.
Rair no dijo nada, había escuchado lo bueno que era Legolas en batalla mas nunca había tenido la oportunidad de verlo en acción. Los dos guardias acompañados del jefe de guardias saludaron y se alejaron con Rair entre ellos.
Una vez que se hubieron alejado lo suficiente para no volver a temar un ataque Legolas volvió su rostro a Minya, quien había palidecido antes los recientes sucesos.
- ¿qué pasa? Minya, ¿te encuentras bien?
- Yo.. lo siento, siento que Rair se halla comportado de esa manera, no es su costumbre, además no quería provocar una pelea entre ustedes dos, debí hacerle caso desde un principio e ir con el.
- ¿Querías retirarte con el?
- No..
- Entonces esta bien tu elección, ven..
-
Legolas le ofreció los brazos pero ella en vez de tomar su cuello como apoyo, le abrazo apoyando su cabeza en su pecho.
- No temas, aquí estarás a salvo. – dijo el abrazándola a su vez.
El rey Thranduil acompañado de un grupo de consejeros y jefes de regimiento del imperio acertaron a salir del salón de juntas, y se encontraron con la pareja abrazándose en la entrada de palacio.
- ¡Legolas! – exclamó el rey enfadado. Vestiduras verdes y negras hacían al rey recaer toda su luz en su mirada, en los ojos azules y fríos que ostentaba.
- Su majestad..
El rey se acercó dejando al grupo detrás, quienes intercambiaban comentarios cuestionables acerca de las nuevas atenciones del joven príncipe. Thranduil hizo una pequeña reverencia ante la joven elfa a la cual no reconocía como alguna de las que figuraban entre su corte.
- Creí que te encontrarías en tu sitio, Ascar se encargo de dar la alarma, mientras tu... Te encontrabas acompañando a la dama aquí presente.
- Padre, ella fue la primera victima de los orcos y resultó herida, la he traído hasta aquí deseando su recuperación.
- Bien, haz que alguien mas la lleve a una habitación donde la atiendan, te quiero de vuelta en tu posición lo mas pronto posible. Sin tu hermano aquí, debes hacerte cargo de ciertas cosas, ¿recuerdas?
Así habló el soberano y reuniéndose de nuevo con los altos jefes salió del palacio sin molestarse en mirar siquiera a la joven
- ¡Oh! Solo sirvo para darte problemas, será mejor que regreses a tu posición.
- No, aun no, - contestó Legolas viendo retirarse a su padre – Ven.. – agregó tomándola en sus brazos, para después atravesar el salón principal y subir por las escaleras que le llevarían a las habitaciones principales.
Al pasar por el gran salón, Minya pudo observar los retratos de los antiguos soberanos elfos del Bosque Oscuro, y reparo por primera vez en la fotografía de un elfo muy familiar que parecía reconocer. No podía creerlo, pero se trataba de él.
Por fin entraron en la habitación donde podría descansar la joven mientras se recuperaba de su lesión. Legolas la deposito con sutileza en su cama.
- Aquí podrás descansar, ¿deseas que avise a alguien de que te encuentras bien?
- No, gracias, mi madre sabe que duermo con mi prima Denn´ya cuando no voy a casa, mas..
- ¿Si?
- Nada.
- Debo retirarme enseguida vendrán.. ¿qué sucede?
La joven hacía señas a Legolas para que se acercara a ella, como quien quiere susurrarle al oído. Ella le rodeo el cuello con sus brazos y le dio un tierno beso en los labios, el hubiera deseado tener mas tiempo para acompañarla, pero no podía hacer esperar mas a su padre.
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Al terminar el almuerzo Legolas quiso pasear unos momentos por las plazas de Lorien, tanto Haldir como Aragorn se ofrecieron acompañarle, Altadil había sido llamado por la Dama Galadriel al salón de juntas, y Haldir fue requerido por sus obligaciones muy a su pesar y toco el turno a Aragorn de acompañarlo y vigilar sus casi curadas heridas. Paseaban en silencio caminando lentamente por los bosques de Lorien, muy apreciados para Aragorn, aunque diferentes en muchos aspectos le recordaban de alguna forma Rivendel, aquel día en que teniendo 20 años, se paseaba cantando por los bosques, y vio caminando por su paso a Arwen, aquella memorable ocasión en que cantaba la canción de Luthien, y vio a la hermosa princesa confundiéndola con ..
- Tinúviel.. – dijo Legolas como respondiendo a las memorias del montaraz.
- ¿Dices?
- Nada. Que son hermosos estos parajes, Estel, casi extraño los míos, si no es por que la vista de estas maravillas de la naturaleza, nublan mis recuerdos mas queridos.
- ¿Todo recuerdo es nublado?
- No, ni con la neblina mas densa o el ventarrón mas oscuro podrían opacar el recuerdo que alberga mi corazón.
- Te lo pregunté una vez, mas aquella ocasión tu mente vagaba por abismos inmensos. ¿Quién es Minya?
Legolas recordó que entre sus ofensas Aragorn había hecho mención del ser que el amaba.
- ¿Cómo sabes de ella?
- Tu mismo la nombraste en tu momento de enfermedad.
El rostro del príncipe se palideció, regresaban a su cabeza los pensamientos elaborados durante su fiebre, la suciedad de las manos de Pirre volvía a recorrer su cuerpo haciéndole estremecer de miedo e impotencia, el cabello que le caía por los hombros se presentaba ante él como, la inmensidad en la que estuvo a punto de perderse. Las manos aún seguían vendadas por aquellas heridas que el mismo se creo al tratar de escapar. Ella, ¿le recibiría así? De una u otra forma tendría que decirle la verdad, tendría que explicar los momentos terribles y dolorosos por los que paso, las vejaciones y abusos de los que casi fue objeto, eso era una gran pena para él, aun con su hermano le preguntó no fue del todo sincero, pero no podría pasar lo mismo si regresaba al reino con el cabello negro. No podría ocultar el cambio efectuado en él que debería desaparecer con el paso del tiempo
- Te escucho Legolas.
- Ella es una amiga muy querida para mi.
- ¿Solo amiga? – preguntó Aragorn tomando asiento en un viejo árbol caído.
- Aún no se resuelve nada..
La tristeza en los ojos del hermoso elfo volvió a aparecer.
- ¿Temes que no te acepte en tus condiciones?
Las palabras de Trancos parecían hacer eco a las mismas que el escuchaba constantemente en su cabeza. Nada respondió el elfo
- Si ella no te recibe en alegría y regocijo no conviene que sigas con ella, el amor proviene del alma no de los ojos.
El elfo suspiro, y como era su costumbre, se recargó en uno de los árboles mas grandes y viejos que encontró, puso su mano sobre la corteza, y dejo que el árbol le contará mil historias que solo los elfos podían entender.
Mientras tanto otro diálogo se realizaba en el salón de juntas donde Galadriel esperaba a Altadil.
- He visto el corazón de Legolas y la pesadumbre aun no ha cesado, temo que pudo afrontar la realidad de su pasado, mas en el futuro, si el presente no es cambiado en forma radical, será mucho peor para él.
- ¿cómo podría ayudar yo para que eso no suceda?
- Dadme tu mano.
Así lo hizo Altadil, la hermosa dama Galadriel tomo la daga de empuñadura plateada y trazo una franja roja sobre la palma del asombrado elfo. La dama se dirigió hacia la mesa colocada junto al gran ventanal que daba al jardín, a través de los rayos del sol se veía caer la gota de sangre que se deslizo por el filo hasta un pequeño recipiente cristalino.
Inmediatamente la dama se dirigió hasta Altadil, le tomo por la mano sana y le condujo hasta la mesa.
- ¿Estas dispuesto a hacer un sacrificio por el amor a tu hermano?
Altadil no entendía bien a que se refería la dama, mas su respuesta fue afirmativa. Galadriel procedió a cortar un mechón del cabello del elfo, aquel trozo que tanto quería.
Aun en los Bosques, Legolas y Aragorn hablaban de la vuelta a casa, de la situación que estaría ahora en la comunidad de los Merkang del sur, que ya sin líder habrían de enfrentar fuertes cambios en sus políticas y decisiones.
- No quiero volver a pasar por allí, Trancos.
- No te preocupes, las minas están ya lejos de nosotros, no pasara ya nada mas. Espero que la pareja que nos ayudo este con bien.
- ¿Pareja? ¿Qué pareja?
- ¡Ah! No lo recuerdas por que estabas inconsciente. Legolas una pareja nos ayudo a salir de allí, sin ellos no sé lo que hubiera pasado.
- Yo hubiera muerto.
- De eso estoy casi seguro.
El príncipe volvió a mostrarse sombrío y triste, lamentablemente tenia que tocar el punto sobre el que temía hablar si quiera.
- Tu, ¿estas bien?
- ¿qué quieres decir?
- ¿No fueron tus heridas mas allá de manos y pies y algunos rasguños en el cuerpo?, temí llegar muy tarde..
A Legolas le pareció una pregunta brutal, tanto en la forma como con el objetivo, en cambio Aragorn le tomaba como especie de terapia, para que el elfo desterrara todos sus temores y angustias, los cuales insistía en encerrar dentro de su corazón, quería que el Legolas de antes volviera, que fuera y tal como le conoció, libre de toda culpa y temor, seguro de si mismo.
- No hubo en mi ningún tipo de contacto mas cercano.
El elfo se dio media vuelta, el paseo le había servido para comprobar el estado que mantenían sus pies, la fuerza recuperada de su cuerpo, y creyó que también le ayudaría a mejorar el animo.
- Es mejor ya regresar, deseo asearme.
Aragorn sonrió, un elfo que se preocupa por su apariencia es un elfo en estado normal. Ambos caminaron hasta sus habitaciones, de Altadil no se tenía conocimiento.
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Ya de noche cuando la calma había regresado al reinado y los orcos no se veían llegar por ninguna parte, Legolas regresaba al lado de Minya acompañado como siempre por Ascar.
- ¿Y que paso? Dime, ¡por favor! No he querido preguntarte antes por que estábamos en guardia roja, pero ¡¡Dime!!
- ¿Qué quieres que te diga Ascar?
- ¿qué paso entre ustedes dos cuando yo les dejé?
- La lleve a palacio por que no se pudo hospedar con su prima y la deje en una de las habitaciones.
- ¡Noo! Tu lo resumes en simple palabras, ¡quiero detalles!
- ¿Detalles? ¿Quieres que te dé detalles? ¡Ascar!
- ¡De algo debió servirte mi ayuda!, bien pude yo acompañarla y tu avisar a la guardia como tal vez hubiera deseado tu padre, pero nooo, yo fui quien corrió como alma que lleva el oscuro a dar la alerta.. nadie se compadece del pobre Ascar, ¡pude morir al correr por esos caminos sin flechas ni compañeros que me guarden la espalda!
- ¡Ay, Ascar!
- No, nadie quiere a Ascar..- dijo el joven elfo guardia compadeciéndose a si mismo – nadie le comprende ... tal vez Merien si..
- Yo no te pregunto detalles de tus citas con Merien.
- ¡Por que Merien se encarga de dárselos a todo el mundo! Dime por favor, ¿hubo acercamientos?
- ¿Me seguirás atormentando hasta que confiese, cierto?
- Siii..
- Pregunta, pues..
- ¿La tocaste?
- Si te refieres a rozar con mis manos sus mejillas, si.
- ¿La besaste?
- Si.
- Le hiciste..
- ¡Ascar!
- ¡¡Le hiciste saber tus sentimientos!!
- ¡Ah! Si, creo que si..
- ¡Así no me gusta! No me convence, no me dice lo que paso entre ustedes. Me has dejado con los puntos importantes mas no se que llevo una cosa a otra. Eres malo para hablar de sentimientos. Eres malo con el pobre Ascar que se preocupa por su compañero.
Legolas rió, lo que le agradaba de su compañero de guardia es que siempre podía contar con el, siempre le alegraba el día con historias absurdas que solo a el podían ocurrir, siempre podía confiarle sus mas grandes secretos y aun confiarle la vida con los ojos cerrados, su forma de hablar en los momentos que se compadecía le animaban mucho, en cambio Ascar quería a Legolas como el hermano menor que nunca tuvo por ser hijo único, además tan solo era mayor que el príncipe por 7 años y eso le hacía a su parecer tener alguna responsabilidad con él, ambos compartían las historias de las damas elfo con quienes salían, sin agravio de la joven en turno, intercambiaban pareces a cerca de los gustos y afinidades, mas sin embargo, en esta ultima relación que Legolas comenzaba, Ascar se sorprendió de la reserva que tenía su amigo para con el.
Al llegar a las puertas de palacio, ambos jóvenes se separaron deseándose buena noche. El joven príncipe elfo subió con rapidez las escaleras y pidió detalles de su estado con el sanador real del palacio, el cual le comento había resultado con una fractura en su dedo pulgar, y cya recuperación sería en los próximos 2 días, Legolas se alegro del estado que llevaban las cosas, tal vez Minya podría pasar un tiempo mas a su cuidado. Tiempo para conocerla y llegar a saber que es lo que verdaderamente sentía por ella.
Tocó a su puerta y escuchó la señal de entrada, Minya se encontraba juntó a la ventana, mirando hacia el lado del reino donde debía estar su hogar.
- ¿Cómo te has sentido? Me ha dicho el sanador que tu estado es favorable y de aquí a dos días tu pie volverá a la normalidad.
- Si..
Un suspiro salió del pecho de Minya como si le desgarrara.
- He notado que algo te inquieta, ¿podría yo aligerar tu carga?
- Mi hermana necesitara unas hierbas medicinales para mañana temprano y debería llevárselas.
- ¿Podría yo entregarlas? ¿Haría bien en tomarme esa libertad?
Minya se sorprendió de que Legolas no actuara igual que Rair, quien ni tardo ni perezoso se dirigió a la casa de la joven sin ni siquiera avisarle de su llegada, mostrando con esto el interés que tenía en ella. El príncipe en cambio se preocupaba por las opiniones de ella, preguntándole si debía proceder de esa forma. Eso le agrado a Minya.
- Podría enviar un mensaje para mi madre y no se asuste de mi ausencia, mas..
- ¿Si?
- No creo conveniente que un príncipe me sirva de mensajero.
- ¿Deseas que alguien mas lo haga? – preguntó Legolas temiendo la respuesta.
- Tal vez mi prima Denn´ya pueda ayudarme, ¿podría hablar con ella mañana?
- Claro, recuerda que no estas prisionera aquí, eres totalmente libre, mientras no se moleste a mi padre y mi hermano.
- ¿Tu hermano? Lo he oído mencionar mas no tengo el gusto de conocerle, ¿cual es su nombre?
- Altadil.
- ¿Altadil? ¡Ah!
- ¿Le conoces? – preguntó el príncipe con duda en su rostro, su hermano era a su parecer, mas atractivo que él, por ser el heredero y el mayor de ambos.
- Creo conocerle..
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A la media noche Aragorn se encontraba en las habitaciones del elfo para proporcionarle la ultima aplicación de su tratamiento, al retirar sus vendajes sus manos estaban casi curadas, mas presentaban a la vista un aspecto pobre, pues las cicatrices de la piel sellada, permanecían allí.
- Coloca las manos sobre el recipiente, haré caer el liquido poco a poco.
Así lo hizo Legolas, disfrutó de nuevo la frescura sentida una noche antes, sus manos parecían congelarse a la vez que le ardían como las brazas del fuego, mas no percibía dolor alguno, sumergió las manos en el recipiente dejando que el agua plateada las cubriera por completo. Minutos después Legolas había recobrado por completo la movilidad y la tersura de sus manos de elfo.
- ¡Ah! Si tan solo pudiera pasar lo mismo con mi cabello, mi felicidad estaría completa
- ¡Oh! Legolas me duele verte en ese estado, me hubiera gustado hacer algo mas por ti.
Llamaron a la puerta, Altadil y Haldir entraron a la habitación llenos de felicidad,.
- Hemos creído hacerte un bien y no prolongar mas tu pena, hermano mío.
- Altadil, ¿qué dices?
La dama Galdriel acompañada por Lord Celeborn entraron después del guardia y del montaraz.
- He escuchado del dolor que sufres, Legolas hijo de Thranduil, y he recordado una fuente divina que te ayudara. – dijo Lord Celeborn
Legolas hizo una reverencia así como lo hicieran los demás.
- A esa fuente, he unido el amor fraternal junto con un poco de vanidad, toma el resultado en tus manos.
Haldir paso el frasco de cristal cortado a manos del príncipe, quien le recibió con cuidado.
- Gracias Dama Galadriel pero, ¿podría ser tan amable de decirme que contiene este envase?
- Ese frasco lleva en su interior lo que puede ayudarte a recuperar tu antigua apariencia, y esperemos que con ello, se renueve tu espíritu y vuelva a volar por cielos mas claros
Tanto Galadriel como Celeborn salieron de la habitación dejando a los tres compañeros en la habitación.
- Aun no entiendo, ¿de que se trata esto? ¿Haldir?.
- Ven a darte un baño y te lo mostrare.
- ¡Haldir! – exclamó Aragorn dando un paso entre ellos
- Déjale el paso, Aragorn – dijo Altadil con una sonrisa en los labios.
- ¿Tu lo permites? ¿que clase de hermano eres?
- Simplemente ayudara a Legolas a lavar su cabello de toda impureza que pueda tener en el, devolviéndole su antigua tonalidad.
- ¡Ah! ¿es cierto Haldir? – preguntó Legolas entusiasmado, la felicidad en sus ojos azules se volvía a reflejar haciendo el corazón de los tres regocijarse de alegría.
- Si, la dama Galadriel y Lord Celeborn se han encargado de hacer un nuevo presente.
- ¡Gracias! – exclamó Legolas abrazando a Haldir quien le recibió gustoso en sus brazos, apretándole suavemente.
Momentos después Legolas yacía en manos del Loriende, sentado sobre un montón de cojines a un lado de la tina de baño, con la cabeza descansando en la orilla de la tina, dejando a Haldir el trabajo de enjuagarle su cabellera, el guardián vertió el agua cristalina sobre el cabello del príncipe, quien le miraba trabajar desde el principio, mas cuando empezó con la fórmula cerró sus ojos dando una vista muy deseable a Haldir.
Su piel había recobrado su juventud después de que la fiebre había pasado y parecía que brillaba aun mas con la fórmula que vertía, su sedoso cabello se perdía entre sus dedos haciéndole recobrar esa sensación extraña, Aragorn y Altadil le miraban y en ningún momento revelo ese sentimiento ante ellos, en especial ante el montaraz que le observaba detenidamente.
Los tres se asombraron cuando al enjuagar el cabello de Legolas, todo el tinte caía sin dañar ni uno de sus cabellos y devolviéndole el brillo y tersura de antes, su cabello rubio caía elegantemente sobre sus hombros y espalda. Tanto Aragorn como Haldir se hallaban fascinados de la vista que les proporcionaba el elfo con el cabello húmedo.
Altadil se acercó a su hermano y le abrazo durante unos segundos. Pasó a brazos de Aragorn quien lleno de alegría le recibió. Al fin Legolas se sentía un poco mas feliz.
