Negación. Todos los personajes y lugares conocidos mencionados en esta narración pertenecen a J.R.R. Tolkien, y son usados sin fines de lucro, Minya, Altadil, Ascar y demás personajes ajenos a esta historia son de mi propiedad.. Depre! Ven a mi!..Escuchen la cancion "Temblando" de Hombres G, usada para una triste causa
CAPITULO 15Aragorn y Haldir salieron de la habitación dejando a los hermanos a solas.
- ¿Has observado el cambio tan completo que experimento Legolas?
- Si, se veía muy bien.
- Me refiero a su animo Haldir.
- Yo igual, la luz de sus ojos volvió a brillar, su rostro volvió a resplandecer como deber de ser.
- Espero que ahora marche todo mejor para él. Seguramente mañana querrá emprender el viaje de regreso.
- ¿Le acompañaras?
- Claro, ese era nuestro ultima meta.
- Yo me les uniré.
- ¿Tu?
- La Dama Galadriel y Lord Celeborn me han enviado en su nombre para arreglar su llegada al reino del Bosque Oscuro
- Bien, pasa buena noche Haldir
- Feliz descanso Aragorn.
Mientras tanto en la habitación Legolas y Altadil hablaban tranquilamente.
- ¿Te sientes ahora mejor?
- Si, gracias hermano – respondió Legolas separándose del abrazo que le daba su hermano para darse cuenta que algo faltaba en su arreglo - ¿qué ha pasado? ¿Por qué no veo la delgada trenza que ostentas del lado derecho? ¿Olvidaste tejerla?
- No, yo..
- ¡Pero que veo! ¡Te falta este mechón de cabello! ¿Lo has cortado?
- No importa Legolas es un regalo para ti.
- No entiendo.
- El mechón ha sido agregado a la fórmula que vertieron en tu cabeza.
- ¡Altadil!
Ambos hermanos intercambiaron de nuevo un abrazo.
- Ella te recibirá con los brazos abiertos, hermano, no temas.
- ¿qué dices? ¿Cómo sabes tu?
- Yo lo sé hermano, ¿piensas que por mantenerme fuera del reino, no llegan a mi las noticias sobre tu reciente conquista?
- ¿Sabes de Minya?
- Si
- ¡Ah! ¿no repruebas nuestra relación?
- No tengo por que aprobar o desaprobar nada, eres libre hermano para unirte a quien tu desees.
- ¿Unirme? ¿sabes tu acaso..
- Claro que lo sé y solo espero el momento de darte mi felicitación el día en que unan sus corazones para forma uno solo.
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Minya se encontraba ya en casa de su prima Denn´ya hablando de su nuevo encuentro con los orcos, y el rescate de su persona por Ascar y Legolas.
- He conocido a Ascar, es un gran guerrero, de Legolas no puedo decir que tenga el honor de conocerlo mas que de vista, solo sé que ambos son muy buenos amigos y nunca se les encuentra separados.
- Mas algo atormenta mi corazón, una sospecha me inunda.
- ¿Qué es lo que pasa?
- Aun no lo sé con certeza, no termino de atar todos los cabos.
- ¿Desconfías de los sentimientos de Legolas?
- No, mas.. Ha sido tan poco el tiempo y las casualidades..
- ¿De que casualidades hablas, prima?
- Nada, no me hagas casos, esta cabeza mía que da tantas vueltas con tantas ideas. ¿Dejarás las medicinas a mi madre? ¿Me harás ese favor?
- Claro, Minya, ella las tendrá tan pronto como pueda.
- Gracias no sabes lo preocupada que debe estar mamá por que no le lleve las hierbas antes, espero que la pequeña Elenia este bien.
Los días pasaban conforme la naturaleza dicta, Minya y Legolas se veían frecuentemente después de que el terminaba su guardia y ella acabara con sus deberes, se citaban por lo menos 3 veces a la semana, siempre en aquel paraje en que habían compartido el primer beso, su vida era placentera, sus encuentros apasionados y amorosos, ella le amaba profundamente, el se encontraba totalmente enamorado, como nunca lo había estado, como nunca lo había recordado.
Rair había salido de su encarcelamiento y las primeras noticias que obtuvo traspasaron su corazón haciéndole padecer, Minya se encontraba feliz al lado de Legolas, muchos le comentaban que la pareja lucía muy feliz y contenta, otros le aconsejaban que la olvidará y reiniciara la búsqueda por alguien mas. Pero Rair era muy testarudo, ni su cabeza ni su corazón admitían una derrota en ese campo, tenía que esperar el momento adecuado, hacer su aparición en el minuto preciso.
Sucedió un día en que Legolas regresaba a su cita con Minya, en aquel paraje del beso, como le llamaban, en que ella le esperaba y desde que llegó veía en su cara un poco de tristeza y preocupación.
- Legolas, ¿qué te sucede? ¿qué puede nublar tu corazón ante la dicha que compartimos?
- Mi padre me ha llamado esta mañana, al ver que mi hermano tardara un poco mas de lo previsto en regresar, me envía a mi Rivendel a extender la invitación para los festejos del reino.
- ¡Ah! ¿cuánto durara la jornada?
- Supongo que en tres semanas estaré de regreso, a lo mucho me tomará un mes.
- ¿Irás tu solo?
- Ascar había decidido en acompañarme como siempre lo hace, mas se ha lastimado una pierna el día de hoy, y no le será posible, mi viaje por esos caminos es conocido y no tendré ningún problema.
Minya cambio su mirada, estaba triste por la partida de su amado, mas tendría que acostumbrarse a ellas si quería que la relación llegara mas allá. Además como natural a todo corazón flechado, temía perderlo ante la mirada de nuevos rostros elficos, nuevas caras y personas, también reflexionaba la joven elfa, acerca de los peligros que podría enfrentar el príncipe, su corazón se hallaba meditabundo cuando Legolas le tomo una de la las suaves manos y declaró:
- Minyawethiel, no deseo que tu mirada se turbe con mi partida, mas mi pensamiento y animo siempre estarán contigo, no deseo dejarte al descubierto de toda ofensa y agravio hacia tu persona en mi ausencia, por lo cual deseo asegurar mi futuro próximo así como el tuyo, deseo por tanto aceptes el regalo de entregarte a ti mi mano y espero con gran anhelo pongas la tuya sobre la mía, como símbolo recíproco de aceptación, para sellar este compromiso que un día cercano llevaremos a cabo frente nuestros seres querido, dando gracias a Eru por las bendiciones que ha vertido sobre nuestras vidas. ¿Deseas, Minya compartir la eternidad a mi lado?
La joven callaba, tenía apenas un mes de conocer al príncipe, un mes en que todo sus momentos a su lado habían sido dicha y felicidad, en los que habían intercambiado opiniones, sueños y deseos. Todo esto le parecía muy repentino, pero su amor era verdadero en lo que ella podía asegurar, nunca en su corazón brillo la flama tan grande y majestuosa como en esos momentos, era inmensamente feliz cuando puso su mano sobre la del príncipe sellando así su amor.
Legolas fue sumamente dichoso, la tomó en sus brazos y la beso con dulzura, los labios de Minya alimentaban su hambre de ternura, sus manos se deslizaban por la esbelta cintura, subiendo hasta encontrarse con las cascadas de cabellos rojizos que se perdían entre sus manos. Ella se derretía en sus manos tratando de fundirse a él en cada beso, en cada caricia, en cada roce suyo sobre su cuello, dulces sonidos de placer salían de su boca sonrojando sus mejillas.
Los ojos cerrados a todo el mundo envolviéndose en cálidos sentimientos, en suaves placeres, las manos recorriendo los rostros y cabelleras, las respiraciones fatigosas, el deseo del príncipe de besar delicadamente cada parte de esa oreja haciéndole a ella exhalar un pequeño gemido de placer, bajando lentamente, besando el blanco y terso cuello de la joven, haciéndola subir entre las nubes, fundiéndose en su calor, con los labios sobre los hombros, con las manos en la espalda, con el animo dispuesto.
Ambos se separaron tan solo un instante, ambos quisieron seguir adelante, mas no era el lugar ni el momento indicado, Minya revelaba una hermosa figura casi celestial, el amor le sentaba muy bien pensaba Legolas, sus mejillas rosadas, sus labios hinchados prontos a recibir mas roces embriagados de fervor, su pecho agitado tratando de contener sus deseos, sus manos aun sobre los hombres del elfo, frotándole y acariciándole, mientras él, detenía sus acciones recapacitando, un brazos la sostenía, la acercaba hacia él, como deseando mezclar sus jóvenes espíritus en uno solo, su cabello se hallaba un poco desarreglado, bañado por el sol y removido suavemente por la brisa, su aliento consumido enteramente por sus pasiones, desbordaban ríos de exaltación en sus venas...
El príncipe contuvo su aliento y sonrió amorosamente a su prometida, a quien besó delicadamente en la frente interrumpiendo ese episodio para continuarlo en su noche de bodas, en días venideros.
- Debemos tomar conciencia de nuestros actos, cariño.. – expresó Legolas casi en un susurró tratando de darle a sus palabras la franqueza que ni el mismo creía.
- Legolas.. – murmuró Minya recuperando el aliento
- ¿Qué día podré hablar con tus madre? ¿Le has comentado algo de nuestra relación?
- ¡Ah! Mi madre sabe que salgo con alguien, tal vez sospeche se traté de Rair, mas no he querido hablar a ella acerca de lo nuestro.
Legolas no sabía esto, pensaba que al igual que su prima Denn´ya su familia también estaría enterada de la relación que ambos llevaban, el solo nombre de Rair hacía estremecer de celos el cuerpo de Legolas.
- ¿Te avergüenza? – preguntó Legolas seriamente.
- No puedo dejar que mi madre se enteré que salgo con el príncipe del reino, no lo aprobaría, temería de mi reputación..
- ¿A que te refieres, Minya? – pregunto el joven elfo dudando un instante.
- Nada, nada.. es solo que..Creerá que tu te fijas en mi como solo un juego.
- Lo nuestro no es un juego, al menos no a mis ojos.
- Tampoco para mi, Legolas, pero yo hablaré a mi madre una semana antes de tu regreso, y ella tendrá que aceptar lo que dicte mi corazón, el cual te he entregado hace un momento. Ese día de tu llegada te esperaré para juntos ir a hablar con ella. ¿Cuándo hablaras con tu padre?
Eso era un asunto delicado, Thranduil pudo bien enterarse de las relaciones amorosas que tenían ambos hijos, mas nunca las consideró serias, mucho menos si se trataban de damas elfas ajenas a la corte del reino.
- Yo hablaré a el, el mismo día de mi llegada, tal vez sería prudente que le hablé primero a solas. Después, juntos nos presentaremos ante él si da su consentimiento, para ir después a buscar el de tu madre.
El príncipe omitía al padre de Minya quien había sido asesinado por Orcos hacia ya mas de tres centurias. Así quedó establecido el pacto de amor entre Minyawethiel y Legolas
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Faltaba un día para la esperada reunión con su prometida y Legolas se hallaba en la mejor disposición de caminar todo el día y noche enteros si era preciso, con tal de volver a apreciar los dulces ojos de su amada. Mas el hombre necesita descanso y sueño, tiempo para recuperar su energías perdidas y Aragorn era un hombre.
Altadil había viajado con su compañía, quien seguía a los cuatro compañeros alejados tan solo por doscientos metros detrás de ellos. Aragorn se entretenía en calentarse cerca de las llamas del fuego encendido al centro del campamento mientras fijaba su vista en Legolas quien se encontraba en la cima de unas rocas apiladas cercano a él, veía el cielo estrellado y negro, se perdía entre sus pensamientos al mismo tiempo que Haldir le observaba.
Altadil maravillado de encontrar a semejante trío trataba de averiguar el asunto tan extraño que parecía envolver a los tres.
- Haldir, ¿Podrás decirme que tanto misterio rodea a Legolas?
- ¡Ah! – exclamó el Loriende como saliendo de un trance - ¿Dices?
- Mi pregunta es por que tanto tu como Aragorn no le han quitado la vista de encima a mi hermano, ¿hay algo malo en el?
- No, no hay nada de malo en él...
- ¡Haldir! Responde por favor, ¿sabes que le ocurrió cuando fue hecho prisionero?
El heredero al trono del reino del bosque oscuro sabía muy bien a lo que se enfrentaban los elfos solitarios, al estar a merced de hombres envidiosos y malintencionados con su bella raza. Crueles historias habían llegado a sus oídos, acerca de los maltratos y vejaciones de los que eran objetos los desafortunados elfos antes de morir.
- No sé si esta en mi darte esa respuesta, no es mi deseo proferir palabras y datos que a mi no me atañen.
- El es mi hermano y tengo derecho a saber a lo que fue expuesto.
- Pregunta entonces a él, el podrá darte esa información mejor que yo.
- No quiero traer a mi hermano esos horribles recuerdos, no quiero que su llegada el día de mañana se nuble ante tales memorias. Dime, lo exijo. Tengo derecho a saberlo.
- ¿Me obligas a hablar, entonces?
- Te lo pido con el corazón en la mano, te lo pido como un hermano preocupado por lo que el corazón de Legolas pueda albergar en un futuro, deseo que su presente sea claro y transparente como antaño.
- Bien, he aquí que me has obligado a revelar un secreto que no me pertenece.
Haldir dio a conocer a Altadil lo mismas palabras que había escuchado del montaraz, sin agregar o quitar una coma, tal como si el mismo Aragorn hablara.
- Pero en fin, no sabemos a ciencia cierta que ocurrió dentro, Aragorn solo me ha manifestado su testimonio. Legolas es quien tiene la ultima palabra. Mas las llagas y heridas sufridas en sus manos, me dieron a entender que el pudo defenderse de un ataque miserable.
El animo de Altadil se hallaba por los suelos, no comprendiendo como era posible que Legolas hubiera podido sobrevivir a tan cruel captura, a tan fatal encierro, su hermano debía poseer un espíritu fuerte e indomable incapaz de doblarse ante terribles tragedias. El amor a su amada debió ayudar mucho a su recuperación así como el apoyo y el rescate a tiempo de sus amigos.
Los pensamientos de Legolas fuera de ser los amargos recuerdos, se encontraban llenos de esperanza y regocijo ante el próximo encuentro de su amada, ante su decisión tomada en el camino de hablar a su padre el mismo día siguiente, una semana antes de las fiestas del rey. Debería ser una ocasión memorable que el rey anunciará el matrimonio de su joven hijo ante todos los invitados, haciéndoles partícipes de su alegría. Así debía ser.
A la llegada al reino finas nubes grises empezaron a ocultar la belleza del sol matutino, una fría brisa comenzó a sentirse en los alrededores.
Altadil y Legolas fueron directamente a saludar a su padre, quien se alegró en demasía al tenerlos al fin a ambos en casa, dieron los mensajes y respuestas de cada reino que visitaron para luego presentar a Estel, de la casa de Lord Elrond y a Haldir, capitán de guardias de Lorien, quien manifestó los saludos y felicitaciones que le enviaban tanto la Dama Galadriel como Lord Celeborn.
El rey Thranduil deseoso de tener noticias de ambos reinos, Rivendel y Lorien, se hizo acompañar todo el día por los emisarios, Altadil se disculpo para atender varios asuntos pendientes y Legolas hizo lo mismo, cambiando un poco de planes, decidió ver a Minya antes de hablar a su padre. En su camino encontró a Ascar en la antigua posición donde se hallaba hacia un mes, su pierna curada por completo ya no le molestaba al caminar. Colocado en su guardia matutina se escondía en el mismo árbol que anteriormente.
- ¡Legolas! ¡Has regresado! ¡Me alegro mucho!- exclamó el joven de cabellos oscuros saltando cerca de su amigo, quien no se había percatado de su presencia, tan absortó estaba en sus pensamientos.
- ¡Ascar! Si he regresado amigo, que gusto me da en verte ¿ estas en guardia?
- Si – contestó Ascar con ojos sombríos - ¿vas en busca de ..ella?
- Si, debo hablarle, debo encontrarla, ¿sabes tu donde esta?
La tristeza de Ascar fue notoria a los ojos del príncipe y no sabía cual era el motivo de su actitud.
- ¿Qué pasa, Ascar? ¡Le ha ocurrido algo? ¿se encuentra bien?
Nada respondió su amigo, mas que desviando la mirada en dirección al claro donde se solían encontrar.
- ¿Esta ella allí?
- Será mejor que no vayas, Legolas. – sugirió Ascar tomándole del brazo suavemente.
* Temblando
con los ojos cerrados
el cielo esta nublado
y a lo lejos tu.
.
- Déjame ir, no te necesito, debo hablar con ella.
- ¡Legolas! – exclamó Ascar tratando de alcanzarlo.
- Déjalo Ascar, el mismo se dará cuenta, así no podrá echarte la culpa. Vuelve a tu guardia. – dijo una voz proveniente de las ramos del árbol.
Legolas camino derecho hacia el claro en el centro del bosque, aquel claro donde tantas tardes habían platicado de su futuro juntos, de sus ambiciones y sueños, donde los árboles habían sido mudos testigos del amor que se profesaban el uno al otro, la futura dueña de su eternidad debía esperarle allí, como acostumbraba, era el día indicado, la hora precisa de su encuentro mas algo le decía en el pecho, que los ojos de Ascar querían informarle de razones que el no quería saber.
*Hablando
de lo que te ha pasado
intentando ordenar palabras
para no hacerme
tanto daño
tanto daño
y yo, sigo temblando..
Antes de llegar pudo escuchar risas y voces, una pareja elfica se encontraban en su lugar, en su sitio preferido, de ella no se podía ver mas que la cabellera rojiza, el resto de su cuerpo lo ocultaba el grueso árbol donde solían platicar, de él, el mal recuerdo que venía ligado a ese rostro, parecían despedirse, parecían compartir un beso.. parecía...
* De la manoy con mucho cuidado
os besasteis en silencio
donde no había luz
Parecía que el corazón se partía en mil pedazos, que la vida no valdría nada, que las gruesas nubes sobre su cabeza invadían infinitamente su alma, parecía que el cuerpo pesaba tanto como para poder moverle, que los miembros se entumecían y la vista se apagaba, que los sueños desquebrajados prorrumpían en fuertes ecos que atormentaban su ser, que la boca le amargaba mucho mas que la hiel, parecía que el mundo se había detenido un minuto a su alrededor para que el pudiera observar detenidamente, con suma calma, la traición hecha a su corazón adolorido.
Ella le despidió, una triste sonrisa se dibujaba en su rostro, le vio alejarse, para lanzar un penoso suspiro y volver sobre sus pasos a tomar el camino hacia su hogar. Sus ojos se encontraron y como esperando este difícil encuentro, como repasando en su mente las palabras que se negaban a salir de su corazón, se dirigió a Legolas, quien pálido y atormentado le miraba llegar.
* Y me hace gracia
Tu manera de contarlo
Como el cuenta
Que ha pensado
Que ha decidido
Que seguimos siendo amigos
Y yo estoy temblando..
- Minya, ¿pero que ha pasado? ¿Por qué te he visto en nuestro lugar, en nuestro claro besando a Rair?
Ella le observó con fría mirada, con pálido rostro y le dijo:
- El y yo somos pareja, lo nuestro ha sido disuelto y no es posible continuar.
- ¿Pero como? ¿cuál ha sido mi falta? ¿cuál ha sido el motivo? Responde Minya. – preguntaba Legolas desesperado
- Yo no te amo, y tarde lo he comprendido, cuando te he dado mi juramento de amor, si me obligas a cumplirlo así lo haré, mas mi corazón no te pertenecerá.
- ¡Minya! – exclamó Legolas entristecido ante esa respuesta tan cruel que quebraba sus esperanzas, que traspasaba su alma.
- ¿Me obligaras a cumplir mi palabra o me libraras de ella mostrando en ello tu nobleza?
- Nada te ata a mi, si no tu misma y puesto que quieres ser liberada.. eres libre.
- Gracias.
*Y llorando
Me había jurado
Que nunca iba a llorar
Escuchando, cada palabra que no
Quiero escuchar..
Desgarrándome
Suplicándote
Intentando hacerte recordar
Y diciendo esto Minya se marchó, dejando a sus espaldas el cuerpo de un elfo cuyas esperanzas en un futuro se encontraban desechas, a un elfo, que había perdido la batalla mas cruel de todas la que había librado y que habría de afrontar. No sentía mas Legolas que su respiración agitada, sus manos encrispadas, su boca reseca, el viento ondeando su cabello, y allí, iluminada por el rayo perdido de sol, una tibia lágrima rodaba sobre su hermoso rostro elfico.
*Pero tu..
Solo dices
Voy a colgar...
