Negación. Todos los personajes y lugares conocidos mencionados en esta narración  pertenecen a J.R.R. Tolkien, y son usados sin fines de lucro, los demás personajes ajenos a la historia original son inventos míos. Clasificado R por contener escenas un tanto eroticas.

"Amarte es un placer" – Luis Miguel

**Noche de Boda**

Las fiestas habían terminado con la llegada del anochecer, los invitados ya se habían retirado a descansar, muchas felicitaciones y regalos había recibido la pareja por su enlace, y ya se despedían cada uno de sus amigos y familiares que se retiraban a descansar.

- Minya, hija mía, se muy feliz en esta nueva vida que inicias, cuida bien a tu esposo, y dame la alegría de ver pronto a un nieto mío.

- Si, Minya, yo quiero un sobrinito. – agregó Elenia con una gran sonrisa

- Elenia, no te puedo aun prometer nada.. mas.. haré lo que este de mi parte. – respondió Minya ruborizándose un poco

- ¡Ay! Prima mía, me alegro mucho por ti! – exclamó Denn´ya abrazándole

- Gracias Denn´ya, tu apoyo me ha sido muy útil

- Descansa.. mas bien.. Feliz noche, hija mía.

Estas palabras hicieron a Minya sentirse muy triste y feliz al mismo tiempo, empezaba su etapa como mujer libre del yugo de la familia materna. Silodriel abrazo una vez mas a su hija, así lo hizo Elenia también y le dio un beso en la mejilla y se despidieron.

Quedaba Arwen observando separada la despedida de la novia con su familia, al ver que se retiraban se acercó siempre portando esa bella sonrisa que tan bien quedaba en su rostro elfico.

- Minyawethiel, poco tiempo tenemos de conocernos, mas ya te quiero como si toda mi existencia estuvieras tu a mi lado – exclamó la princesa ofreciendole las manos a la joven

- Arwen gracias por tener la amabilidad de brindarme tu amistad. Legolas y yo estamos muy contentos de haber contado con tu presencia.

- Hazle feliz, por favor, nunca te perdonaría que algo dañe su corazón – declaró Arwen con seriedad en sus ojos – pero sé que asi lo harás por eso no me preocupo, concédeme el participar de su felicidad a la llegada de su primogénito.

Minya volvió a ruborizarse de nuevo  y asento con la cabeza sonriendo

- Que la paz y dicha que ofrecen las estrellas este siempre brillando sobre sus cabezas. Me he de retirar mañana con mi padre así que hoy me despido.

- Descansa y buen viaje, espero tener oportunidad de encontrarte en un futuro cercano

Allí quedo la joven esposa al pie de la escalera que la conduciría a sus habitaciones. Un poco mas allá de ella, se veía al grupo de amigos de Legolas despidiéndose a su vez.

- Tienes mi aprobación Legolas, puedes portarte mal esta noche. – dijo Ascar seriamente dando su mano a su amigo.

- Ascar..  – respondió su amigo con sonrisa ligera.

- En serio, quiero que seas muy feliz mi amigo, en tanto yo tratare de lograr en un mes con Elithil lo que tu has conseguido en dos con Minya.

- ¿En verdad piensas comprometerte? – preguntó el príncipe sorprendido.

- ¡No! ¡Para nada! Yo me refiero a esta noche..

- Ascar..cada vez me asombras mas, yo creí que tu amor por ella era sincero.

- Y claro que lo es, maldito sería si no la tomara para mi.. mas me es difícil terminar esta soltería, pero ¿qué puedo hacer yo en contra de la voluntad de cientos de elfas? – se preguntó el joven de cabellos oscuros a si mismo suspirando – No sería justo para ellas, y yo amigo mío soy una persona muy justa.

Legolas rió de la broma que le jugaba su amigo, bien sabía que Ascar no tardaría en decidirse a dar el paso que el ahora tomaba, después de despedirse con un fuerte apretón de manos se retiró.

Arwen aprovecho ese momento adelantandose al Loriende, que con gusto cedió su turno de hablar al príncipe, bien sabía la relacion amistosa que llevaban ambos desde niños.

- ¡Legolas! Vengo a desearte lo mejor, mi corazón siempre estara con ustedes, en mis pensamientos los mejores deseos.

- Arwen, hermosa y dulce Arwen, mis ojos quedarían ciegos ante tu belleza si no los cegaran yo otra luz.

- Tus palabras me halagan, feliz vida le espera a Minya a tu lado. Me despido para no verte hasta que el destino asi lo quiera.

- Deseo que lleven buen viaje, da mi adios a tu señor padre por si no alcanzo a verle. Mi sincera lealtad y corazon con ustedes.

La princesa que ya le tomaba las manos no pudo resistir dar un dulce y delicado beso en los labios tersos del príncipe, tan fugaz e inocente fue que ambos se despidieron con una sonrisa.

Haldir se acercó a su vez dejando a Aragorn y Altadil platicar un momento.

- He venido a desearte la mejor de las suertes y a despedirme al mismo tiempo.

- ¿Te marchas ya?¿No esperaras a tus señores?

- Salgo mañana temprano y no tendré tiempo de despedirme. Debo llegar antes que ellos y cuidar de la seguridad en su camino y llegada.

- Bien, deseo un feliz viaje, y.. espero tener la oportunidad de saludarte de nuevo.

- Legolas..

Haldir puso la mano izquierda en el hombro derecho del príncipe mientras con la otra le estrechaba la mano, el elfo mayor lo acercó a él y le abrazo.

- Deseo lo mejor para ti y tu esposa. Buenaventura hoy y siempre

- Haldir, te agradezco todo lo que has hecho por mi.

- Siempre te he deseado lo mejor, y nunca cambiara lo que siento por ti.. y tu familia.

El Loriende se despidió dando un cálido beso en la mejilla del príncipe. Legolas se quedo pensativo imaginando en la tristeza que provocaría a Merien tal separación, o ¿sería capaz el capitán de guardias del bosque dorado, llevarse a tan encantadora criatura? No sabía la respuesta.

Aragorn se acercó sonriendo a su antiguo compañero de viaje.

- Parece que se retira ya Haldir, ¿cierto?

- Si, se ha despedido ya de mi.

- Vengo a lo mismo. Debo regresar a Rivendel con Lord Elrond para después escapar a mi cautiverio.

- No entiendo.

- La misma Tierra Media es mi encierro hasta que esta llave que porto en mi cuello me abra las rejas de mi encarcelamiento.

- Palabras muy profundas dices, mas también lamento tu adiós.

Ambos amigos se abrazaron, un deseo del montaraz de hacer algo mas quedo recluido en su corazón, una fuerza secreta le obligaba a seguir un sendero definido. Se retiro por fin el heredero de Isildur a su habitación, la mañana llegaría antes para él.

- Al fin hermano mío, soy el ultimo que te deseo lo mejor, mas el primero que estaré allí cuando tu lo necesites.

- Altadil, me alegro que tu permanezcas.

- Pues hermano, siento que tener que defraudarte, parto mañana temprano con las gentes de Haldir, he encontrado que en aquella hermosa tierra de Lorien se aprende mucho, además, mi corazón se encuentra por allá.

- ¡Ah! Eso no lo sabía y me alegro.

- Bien hermano dame un abrazo.

Ambos hermanos se entrelazaron, el corazón del joven esposo latía de fuerte emoción, cerro sus ojos para estampar ese momento entre sus gratas memorias y recordarlo con alegría en días venideros. Altadil se sentía feliz y en paz, aquel abrazo era su despedida, su adiós a ese hermano suyo que tanto amaba, una lágrima quiso salir de sus ojos, mas la contuvo por que sabía lo tonto de su reacción.

Legolas le vio desaparecer, se había apagado una vieja antorcha a su paso por una suave brisa que le alcanzó. Entre luz y sombras marchó Altadil. El esposo lanzó un suspiro mientras sentía delicadas manos aferrarse a su brazo izquierdo.

- Esposo mío, ¿serías tan amable de mostrarme el camino?

- En todos los caminos te guiare y en los que tu elijas te seguiré. – respondió Legolas con dulce mirada acariciando la mano de su esposa.

Juntos subieron aquellas escaleras dirigiéndose a la hermosa habitación preparada para ellos. Adornada con fino encaje, las blancas telas de la mullida cama, brillaban ante las luz de velas colocadas estratégicamente a los lados del lecho. Una hermosa cabecera de marfil sería el marco testigo de sus caricias. Un ventanal con cortinas color marfil permitía el paso de un tenue rayo de luna entrando a su habitación, para perderse con las luz de los cirios.

- ¡Ah! Es hermoso Legolas

El príncipe no dijo nada mas sonrió, Arwen misma había preparado la habitación en compañía de sus damas mas cercanas.

Lentamente cerró la puerta detrás de ellos y Minya sintió su corazón latir un poco mas rápido. Aun llevaba aquel hermoso vestido de novia color marfil que su amiga Denn´ya le había ayudado a confeccionar debido a la premura del tiempo. Sus hombros se hallaban cubierto por solo tres lazos que se cruzaban detrás de su cuello, dejando al descubierto la mitad de su espalda.

El príncipe se acercó a ella y le recogió el cabello rojizo hacia un lado, permitiéndole ver su suave piel blanca, murmuró un "Te amo" en aquella oreja, para después besar su cuello con delicadeza, Minya disfruto mucho ese momento y cerró sus ojos para alargarlo, los fuertes brazos de su amado rodearon su cintura y la atrajeron hacia el.

Ella tomó sus manos y las acarició antes de que una de ella subiera a la rubia cabeza detrás de ella, Legolas daba un beso en el cuello a la vez, suavemente se mecían de un lado hacia el otro, como si se tratara de un baile lento y cadencioso.

- ¿Qué piensas.. cariño? – preguntó el sin dejar de moverse.

- Me siento extraña.. me siento feliz a tu lado.. – respondió ella sin abrir sus ojos, su mano derecha jugaba con el trenzado fino de su esposo.

- ¿acaso no te sientes a gusto? – dijo el príncipe poniendo su barbilla en su hombro derecho.

- Demasiado a gusto, es tus brazos podría pasar la vida entera.

- Tenemos una eternidad para estar juntos.

Ambos se pusieron de frente, no resistían la tentación de un beso, el príncipe lucía radiante, sus ojos expresaban felicidad, sus labios un deseo desesperado, su cuerpo atlético y esbelto el momento del dulce encuentro con su amada. Rodeo con sus manos la pequeña cintura de la joven para subir por su espalda y palpar aquella delicada piel. Se miraron a los ojos por un momento, ella sonrió y fue el comienzo de la dulce luna de miel.

Sus labios se encontraron, los brazos de ella le tomaron, las manos de el se perdían entre su ondulante cabello escarlata y la piel de su espalda. Suaves ondas cálidas sentía Minya correr por sus venas, mientras Legolas a nada respondía mas que al exquisito manjar que presentaba la boca de Minya a sus labios.

- ¡Oh! Legolas, te amo tanto.

- Minya.

El joven elfo bajo sus labios por su cuello mientras ella se entregaba a tales delicias, apretaba con sus manos los brazos nervudos de su amado tratando de atravesar aquel fino traje negro que llevaba. Mientras el se deleitaba en rosar con ambas manos los hombros de la, volvió a besarla mientras ella se agitaba un poco mas, las manos de Legolas recorrían la espalda buscando los botones adecuados para liberarle de ese encierro que le consumía. Al ver que no conseguía su propósito, le hizo ponerse de espaldas a el, para iniciar a besarle el cuello nuevamente, ella no entendía bien ese cambio de posición, hasta que sintió con sumo agrado los labios de Legolas en la espalda recorrerla lentamente mientras unos ágiles dedos empezaban a trabajar con sus botones. Arqueo su cabeza hacia atrás, intensificando sus sentidos.

Un delicado vestido cayó a sus pies, la joven se reveló ante su esposo con la timidez de la primera vez, mas con la experiencia de los incontables años de juventud. Una fina tela de batista le cubría escasamente. Había cerrado los ojos para no ver la expresión de su marido, mas al abrirlos contemplo la satisfacción y amor en los ojos del príncipe.

- Eres mas hermosa a mi juicio, que miles de estrellas brillando a la par.

- Legolas, yo..

- No digas mas, tuyo soy en este momento hasta la eternidad de nuestros días.

Minya sonrió, sus mejillas revelaban el beneficio de la duda que ofreció su esposo. El príncipe le recibía con los brazos abiertos, esperaba el joven un beso mas no fue eso lo que recibió. Ella le ofreció uno en la oreja derecha, para pasar a la izquierda, luego recorrió la mejilla con sus labios hasta llegar a su boca que pedía mas, mas no se lo concedió, ambas manos se deleitaban palpando el pecho de Legolas, que se agitaba bajo esa fina tela negra, los adornos plateados brillaban a la luz de las velas, ella le observó complacida cuando el joven cerraba los ojos y no le tocaba.

Beso su cuello, paso sus manos por el varias veces, para acabar en su pecho, una vez ubicado el fino cordón plateado que le guardaba, se acercó hasta él para besarle con pasión, mientras sus manos deshacían los nudos corredizos y liberaba a su esposo de su traje de gala, mas allí aun se encontraba la fiel espada en el cinturón y la aparto también de su camino.

Al fin dejo a Legolas parcialmente desnudo, con el varonil pecho descubierto, a su entera disposición. Ella le beso por ultima vez antes de dirigirse hacia el lecho, mas el príncipe la detuvo, le sonrió, le beso y le tomo en brazos para que no tocara sus pies ahora desnudos el suelo. La colocó en la mullida cama, mientras ella se deshacía de su guirnalda y diadema y la colocaba en la mesita de noche junto a la cama, Legolas se desprendía de sus mallones quedando en simple ropa interior. Unas velas de su lado se apagaron y él termino con las dos ultimas que se resistieron a la brisa.

Ella le miro de pie junto a la cama, casi desnudo, sus fuertes piernas a la vista, su abdomen fuerte y definido, esos fuertes brazos que le llevaban hacia unos minutos y el pecho rígido y atlético que trataba de tranquilizarse ante la vista de aquella hermosa dama elfa que le ofrecía los brazos.

Legolas volvió a besarle acercándose a ella, que yacía recostada en uno de los grandes almohadones, besos y caricias se otorgaban por aquí y allá, las manos de la joven recorrían el pecho desnudo, la espalda, los brazos sin saber que parte le agradaba mas a su tacto. El conservaba su cabeza entre sus manos, dirigiéndose únicamente sus sentidos a disfrutar la miel de los labios.

- Legolas..

- Minya..

Paso al fin el elfo sus manos sobre el hombro de la joven mientras ella le besaba el cuello, le beso después el pecho haciendo a Legolas contener un gemido. Muy tenue se encontraba la iluminación y le agradaba en sumo a la joven el poder gozar de aquella manera su primera experiencia matrimonial.

La fina bata de la joven y otra prenda intima cayeron a un lado de la cama, desnuda ante él se hallaba su joven y hermosa esposa, en todo su esplendor, bajo la luz de las candelas cercanas, Minya sentía mucho nerviosismo, ganas de llorar de alegría al ver a Legolas mirarla de esa manera.

El se acercó nuevamente, le beso mientras sus manos jugaban con el cabello en su espalda, sus labios no resistieron mucho el encanto de aquellos senos firmes y redondos que se encontraba ante el, dos suaves y tersos tesoros se perdían en las caricias de sus manos, ella mostraba una sonrisa, cerraba sus ojos una vez mas mientras alcanzaba su sueño al sentir los labios de su amado posarse sobre su seno derecho, mientras el otro no era desatendido pues una mano le acariciaba y le apretaba suavemente.

* El vino es mejor en tu boca

Te amo es más tierno en tu voz

La noche en tu cuerpo es más corta

Me estoy enfermando de amor.

Minya coloco su mano en la rubia cabellera, deseaba deshacerle esas trenzas y verle con el cabello enteramente suelto, rubio y sedoso, como un verdadero ángel guerrero que le llevaba al cielo. El joven esposo se extasiaba en las carnes de ella, besando y apretando, mordiendo ligeramente el rosado pezón de ella haciendo escapar ligeras expresiones de placer. Sus caricias se hacían cada vez mas intensas y su cuerpo reclamaba ya aquel premio tan merecido.

* Quisiera caminar tu pelo

Quisiera hacer noche en tu piel

Pensar que fue todo un sueño

Después descubrirte otra vez

Y mientras sus manos se hallaban jugando con los senos de Minya, sus labios disfrutaban el paseo dado por su cintura y torso desnudo. Ella había conseguido con gran fuerza de voluntad, deshacer el cabello del príncipe, nunca le había visto así, con el cabello rubio cayendo libremente por su espalda.

Deseaba entonces ella dar tanto placer a su ahora esposo como el que ella misma recibía, le retiro lentamente y le sonrió con singular dulzura, cambio entonces de lugares colocándose ella ahora encima de el, permitiendo al elfo disfrutar de aquellas hermosas formas que poseía su dama, mas sin embargo, el príncipe no sabía a ciencia cierta que había molestado a Minya, creyó que tal vez había sido muy rápido en sus movimientos y ella deseaba ir un poco mas despacio, mas las acciones que ella realizaba, las caricias que daba a su pecho, le decían algo muy diferente, y su cuerpo reaccionaba con mas intensidad y Minya parecía disfrutar esa pequeña tortura que daba a su marido, había notado aquella marca en su hermoso cuerpo, aquella cicatriz que había dejado la daga de un pasado que ella no conocía y del cual no era el momento para cuestionar, sin mas que le beso con suma reverencia.

- Minya, yo..

- No digas nada amor... Ya habrá tiempo

* Y amarte como yo lo haría

Como un hombre a una mujer

Tenerte como cosa mía

Y no podérmelo creer

Una ligera palidez asomó por el rostro de Legolas mas rapidamente sus sentidos volvieron a vivir ese exquisito momento que pasaba con ella.

Se abalanzaba suavemente sobre el, dejándole sentir sus firmes pechos sobre el suyo propio, rozándole, tentándole a tocarlos, sonreía la joven, besó su cuello y Legolas volvía a cerrar los ojos embriagado de sumo placer, entretanto recibía los suaves labios sobre los varoniles pezones en agradecimiento a lo que había sentido ya antes,  acaricio sus firmes abdominales mientras el trataba de contener sus impulsos apretando fuertemente sus puños contra las finas sabanas, su erotismo podría sentirse entre su ultima prenda húmeda, el joven esposo no resistía tal tormento, mucho mas estuvo a punto de explotar cuando ella paso ambas senos sobre esa parte tan delicada y sensible.

* Tan mía, mía, mía, mía

Que eres parte de mi piel

Conocerte fue mi suerte

Amarte es un placer

Mujer.

Con total voluntad y delicadeza el heredero del Bosque Negro retomó el control de la situación mientras Minya trataba de ocultar su gran satisfacción al lograr llevar a su esposo hasta ese punto.

Continuo el príncipe elfo sus caricias sobre sus costados, Minya aun se encontraba recostada ligeramente en el almohadón y el príncipe elfo encima de ella. Su mano derecha recorrió aquel vientre plano hasta acariciar el monte venus de su esposa, tiernamente disfruto de su encuentro. Sus ojos fijaron en su nuevo objetivo, levanto su cabeza para ver los brillantes ojos de su esposa pidiendo su aprobación para llegar al lugar mas intimo de su cuerpo elfico.

- Legolas..

- Dime, ¿deseas algo?

Ambos se besaron y no dijeron mas. Ella le había llamado para ayudarle a despojarse de su ultima prenda, por fin desnudos los dos retozaban en la cama. El consiguió que sus labios llegaran hasta aquel punto dándole infinito placer a los sentidos de ella, arqueándose y mordiendo sus labios Minya contenía sus ganas de gritar de satisfacción.

Momentos después la dama se acostó completamente entre dos almohadones, mientras el recorría enteramente su cuerpo con sus besos y caricias. La joven a saludaba a Isilmë que entraba y le acariciaba la mejilla.

* Quisiera beber de tu pecho

La miel del amanecer

Mis dedos buscando senderos

Llegar al fin de tu ser.

Al fin después de tanto éxtasis inimaginable, Legolas se poso sobre de ella y le retiro el cabello que le cubría aquel hermoso rostro, Minya tenía la ilusión de juventud, un guerrero fuerte y apuesto de cabellos rubios le hacía su esposa, el terso cabello dorado le caía de lado a Legolas haciéndole ver mas hermoso si esto era posible, le beso y suavemente entro en ella, brindándole tanto fuego a su cuerpo que parecía quemar la frescura de las sabanas.

Dulces gemidos de placer salían de Minya, él le contemplaba extasiado, feliz de lograr tal respuesta en su amada, deseaba complacerla en todo, como nunca había hecho en su vida, y ella sentía lo que ninguna dama elfa pudo en su vida sentir, el vibrar de un fuerte y orgulloso cuerpo elfico sobre ella, y el candor de unas manos suaves y firmes recorrer su cuerpo.

* Bailar el vals de las olas

Cuerpo a cuerpo tu y yo

Fundirme contigo en la sombra

Y hacerte un poema de amor.

Lentamente se balanceaban los dos, ella le atrajo hacia sí, pasaba sus brazos por su espalda, besaba los varoniles hombros al estar cerca. Satisfecho entraba y salía de sus suaves pliegues, tomaban cortos descansos para saciar su sed de besos, retomaban otros caminos, compartían diferentes posiciones, buscando unas veces el contemplar el bello cuerpo de la joven sobre, reluciendo a la luz de la luna, cubierta solo por el cabello rojizo.

* Y amarte como yo lo haría

Como un hombre a una mujer

Tenerte como cosa mía

Y no podérmelo creer

Así pasaron la larga noche y al asomarse la tierna aurora vestida de rosa, un canto de éxtasis y profunda satisfacción salía de ambas bocas como en un coro angelical. El sol entro por su ventana, encontrando al dulce príncipe elfo dormido con el cabello enteramente suelto, con su bella y amada esposa en sus brazos, protegiéndola de ese oscuro porvenir que le esperaba, cuanto se habían amado esa noche, y cuantas veces mas le repetirían para sustituir el mejor encuentro por el nuevo recién disfrutado.

* Tan mía, mía, mía, mía

Que eres parte de mi piel

Conocerte fue mi suerte

Amarte es un placer

Mujer.