Lo de siempre los personajes de R.K. involucrados en este fic. no son míos.


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Sobreviviendo.


Después de haber sufrido el atentado de los nuevos regentes del país, Makoto Shishio obtuvo un nuevo sentido de lo que era su vida.
Mientras sus llamas se consumían y quemaban la piel exterior de Makoto, entró al umbral que separa la vida de la muerte; como explicarlo.
No era lo que tal vez muchos de nosotros pensamos, no, ese era como si su mente y su persona que aún sufría el ardor de las llamas
estuviesen en un cuarto obscuro, en el cual Makoto no podía distinguir nada; era como si sus ojos no pudiesen distinguir la luz.
Mientras estuvo en este lugar, hubo un momento de plena claridad. Se encontró con su abuelo el cual le reclamaba su ineptitud,
su debilidad por haber confiado en unos hombres los cuales no eran siquiera de su condición social. Pero, también sintió como
las manos de su abuelo lo ayudaban a apagar las llamas que lo quemaban.

Mientras estuvo inconsiente, recordó muchos pasajes de su vida, su niñez al lado de su abuelo; la muerte de su padre; todo lo que había
pasado junto con su abuelo para poder ser el mejor, las enseñanzas y sobre todo la filosofía que lo había guiado toda su vida,
"el débil es el alimento del fuerte, es por eso que el débil debe morir para que el fuerte sobreviva",
Eso era, él se había comportado como un ser débil al dejar que unos tontos se acercaran a él, dejo que lo útilizaran en vez de él utilizarlos.
Que error más grande. Pero nunca volvería a pasar.

Se despertó y encontró la tela de sus ropas pegadas a lo que quedaba de su piel. El dolor era intenso, pero él era más fuerte que el dolor.
La piel de sus manos estaba casí carbonizada, sentía cada vez que quitaba pedazos de tela que su piel caía despedazada, sabía que tal
vez no durara mucho, ya fuera por el dolor o tal vez por que los animales al oler sangre podrían buscarlo para comerlo. Tenía que
encontrar alguna de esas plantas que su abuelo le había enseñado que podian curar a las personas de pequeñas quemaduras, aunque no sabia
a ciencia cierta si con el tipo de quemaduras que el tenía podría resultar.

No importaba, no podía morir, no debía morir. Aún tenía que controlar el Japón y el mundo entero.

Logró quitarse toda la tela que pudo y entre ésta varios trozos de piel. Encontró un riachuelo el cual lo ayudó a mitigar un poco el calor
que aún despedía su piel; el dolor era horrible, no soportaba ni siquiera un poco de agua. Encontró la planta y empezó a moler las hojas,
con la pasta que poco a poco se iba formando Makoto la iba utilizando para aplicarla sobre su cuerpo; ya que era la carne viva la cual dejaba
ver los músculos que se habían quedado sin la protección de la piel, podía ver sus venas, como sus músculos se contraían al contacto de la
pasta que untaba en ellos, la sangre brotando de lugares donde si alguna vez se había llegado a golpear o a razguñar con la espada de un
contrincante o con alguna rama solo habían derramado unas cuantas gotas o simplemente ni siquiera se habían notado.

Tenía que encontrar un refugio no podía seguir allí, en campo abierto, ahora más que nunca era un ser sumamente vulnerable.
Poco tiempo después de estar caminando, el cual parecía haber sido una eternidad para Makoto; ya que con cada paso el dolor era casi
anestiesiante. A lo lejos divisó una pequeña casa, no parecía estar en buenas condiciones, lo más probable es que se encontrara deshabitada.
Y al llegar se dió cuenta para su suerte de que en realidad esta se encontraba deshabitada. Eso era magnífico, así nadie se horrorizaría por
el estado de su persona.

Encontró varias cosas dentro de la casa, unas útiles otras no tanto pero le servirian para alguna otra ocasión. Lastimosamente no encontró
alimentos. No importaba mucho. Lo que más le interesaba en ese momento era poder cubrir su cuerpo, sentía como si aún la brisa más pequeña
hiciese que su cuerpo ardiera una vez más. Encontró varias camisas roidas, sábanas, pequeñas servilletas y un fultón. Como pudo hizo
vendajes y empezó a cubrir su cuerpo. Cada movimiento era doloroso, pero ya no sentia el dolor en sí, ahora el dolor era como algo relajante,
algo placentero, le agregaba algo especial a su cuerpo y su mente. Empezó a disfrutar el dolor, era delicioso.

El sueño venció su resistencia, y en ese instante se abandonó al descanso.
Pasaron varios días, pero Makoto no lo sintió así. Su cuerpo necesitaba reposo, debía fortalecerse y recuperarse. Mientras que su mente y
su espíritu conversaban.

El dilema entre ambos era acabar con sus enemigos al instante o hacer que ellos mismos se destruyeran. ¿Cómo encontrar el mejor método para
qué todo pudiese ser como debía de haber sido desde un inicio?.

Aún en ese estado de inconciencia recordaba las palabras de su abuelo al indicarle que la mejor estrategia era buscar la debilidad del oponente,
destruir sus barreras y su defensa.

Entonces recordó que su cuerpo estaba casi deshecho, no podía vengarse él solo; debía encontrar alguien
quien hiciera el trabajo, pero alguien competente en este nuevo y estúpido gobierno era algo casi imposible de conseguir. Pero, ¿qué acaso
él mismo no era algo imposible?; nadie con sus quemaduras podria haber sobrevivido, eso solo habia pasado ya que él era demasiado fuerte y el
gobierno se habia dado cuenta de ello.

Debia esconderse por algún tiempo y buscar quien hiciera el trabajo por él. Buscaría por todo el Japón si fuera necesario.
No podía pasar mucho tiempo, ya que aún no había completa paz; aquellos que fuesen competentes, posiblemente estarían trabajando para el nuevo
gobierno o tal vez por lealtad al shogunato no estuviesen con ellos, sino más bien, en contra de ellos.

De pronto despetó, varios de sus vendajes estaban cubiertos de sange, y estaban humedeciendo el fultón donde descansaba. Se levantó pesadamente y
haciendo uso de sus ahora renovadas fuerzas; fue a buscar la planta con la cual haria más medicina, agua y tal vez algo para comer.

El sueño habia sido bueno para él. Era tal vez la primera vez que dormia y que no tenía que preocuparse por que una espada le cortara el cuello.
Cuando estaba con su abuelo nunca sintió la necesidad de dormir profundamente, ya que él le había enseñado que nunca debía abandonarse a la
inconciencia. Después durante su estancia dentro de las fuerzas rebeldes tampoco dormia placidamente, en ese entonces estaba mucho más despierto
que cuando estaba con su abuelo. Pero los erorres se pagan, muy caro, mucho muy caro; era por eso que lo habian engañado, se habian burlado de él,
de su habilidad, y ahora pagaba el precio, lo mejor de todo era que no lo había hecho con su vida.

Ahora tenia la posibilidad de vengarse, de no dejar a ninguno de esos tontos con vida; claro, él mismo se aseguraría de que todos y cada uno de
ellos pagaran por lo que le habían hecho.
Lo más extraño ahora era que aunque sus quemaduras sangraban y la mayoria de los vendajes estaban manchados, no sentía dolor. No como antes,
y en realidad no era incomodo.

Habiendo recolectado las hojas de la planta, tomado un poco de agua, tanto para sus heridas como para beber y encontrado algunas frutas comestibles;
regresó a ese refugio que habia encontrado. Repitió el procedimiento de limpiar y curar sus heridas, e hizo más vendajes; pero aún sentía como
el viento que entraba por las rendijas de las ventanas o de la puerta hacía que sus heridas volvieran a arder. El calor del fuego que antes habia
consumido la mayoria de su piel no se iba. Era como... si él aún ardiera.

Comió las frutas que había llevado y tomó un poco de té. Cuando hacia el esfuerzo de tragar las frutas y el té; se dió cuenta de que el vaso donde
había puesto el té se calentaba, sus manos despedían el suficiente calor como para hacer que el té no se enfriara; ¿pero cómo podía ser eso posible?,
¿acaso él podia generar ese calor, o era el fuego que aún lo consumia?. Y si era así, entonces, ¿por qué seguia vivo?.
Tal vez solo estaba agonizando y su vida pronto llegaría a su fin. Pero, su fortaleza le había dado una nueva oportunidad; no era posible que muriera,
no debía morir, no podía morir.

Lo primero en que pensó fue en su hogar, en el lugar donde había compartido tanto con su abuelo; el lugar donde su abuelo le habia enseñado todo lo
necesario para ser un guerrero poderoso. Estaba lejos del lugar donde habia sido su casa de la niñez. Bueno, necesitaba acabar primero de esos
seres que hace tiempo le habian arrebatado la tranquilidad, no iba a morir sin matar primero a aquellos que lo habian molestado durante su infancia.

Sabia perfectamente que solo dependia de él, que no podia volver a confiar; que el destino es solo la realidad que uno mismo construye, que el destino
y los dioses solo eran una especie de falacia en la que creen los débiles para hacerse creer que alguien más manejaba su vida, y eso era en verdad una
tontería de los seres inferiores.

Ahora solo tenia que recuperarse lo más pronto posible, y tratar de practicar con la espada. Necesitaba saber si su habilidad no estaba dañada al igual
que su casi calcinado cuerpo. ¿Pero cuánto tiempo había perdido ya? Ni siquiera sabia en que dia vivia, no podia ser mucho tiempo el que había perdido
en ese lugar. Pero por si las dudas, tal vez oculto y preguntandole a algun viajero, éste le contestara.

Paso nuevamente una noche descansando y salió a tratar de encontrar el camino a la aldea más próxima. Vio a varios chiquillos jugando y les preguntó
en que día y en que lugar estaba. Estos pensaron que se trataba de algun demonio que habitan los bosques, pero uno de ellos le dijo en que dia.
Había perdido casi un mes de su vida, descansando y recuperandose en ese lugar. Tenia que apresurarse y aprovechar el tiempo. Necesitaba saber si sus
habilidades estaban intactas; entrenó un poco en los alrededores del lugar donde encontró un poco de refugio, no había entrenado desde el atentado que
habia sufrido; pero aunque el dolor no se habia ido por completo, era estimulante sentirlo y al cortar uno de los árboles que se encontraban en el lugar
se dió cuenta que podia utilizar el calor que su cuerpo aún despedía.

Por lo visto los títeres que había utilizado el nuevo gobierno solo había servido para darle una nueva perspectiva a su vida y tal vez sin querer le
habían entregado un nuevo poder.
Sus habilidades no lo habían abandonado, tal vez era un poco lento, pero eso se podría arreglar con un poco de camuflaje. Hacer que los demás creyesen
que era solo un ser indefenso, para así poder atacarlos y hacer que su guardia estuviera baja y fuera torpe. Los golpes que pudiese acertar serian
sumamente mortales y rápidos, que aún para la lentitud en la cual se movía serian perfectos y precisos sobre todo por la cercania a sus enemigos.

Recolecto lo necesario para poder viajar y se fue ocultandose del camino principal. Ahora iria hacia Ise, su ciudad natal; para poder iniciar su venganza.

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Lo siento si es que los aburrí un poco (tal vez demasiado), pero necesitaba escribir como creo que fué lo que pudo haber pasado con
Shishio, después de que trataron de eliminarlo.