Las Aventuras de la Compañía: La Batalla del
Abismo de Helm.
Capítulo 5to: La Compañía perdura.
Dos horas. Dos horas habían pasado y Gimli seguía aun en el mismo estado. Aragorn miraba con mucha preocupación cómo Legolas continuaba con sus esfuerzos para devolverle la salud. El elfo estaba inmóvil. No se movía ni un milímetro. Ni sus ojos, centrados en el rostro enfermizo de Gimli, parpadeaban. Aragorn contemplaba la firmeza con la que Legolas agarraba la mano de Gimli, poniendo toda su concentración y espíritu en darle fuerzas al enano por medio de ése contacto.
Hacía tiempo que Legolas había llegado a la fase crítica de la curación: él y Gimli estaban totalmente conectados espiritualmente y psíquicamente. No debían estorbarle, pues podría ser fatal para ellos, y tanto Aragorn como Gandalf aguardaban profundo silencio.
El Montaraz miró a Gandalf sentado a su lado. El anciano fumaba su pipa, sujetándola en la fisura de sus labios con su mano derecha, haciendo anillos de humo de vez en cuando, cada uno de diferentes colores, que se disipaban al llegar a tocar el techo. Bajo sus espesas cejas blancas, tenía los ojos cerrados, como sumido en profundos pensamientos. Aragorn se preguntó en que estaría ahora pensando. En Legolas y Gimli, seguramente, o puede que pensase en Frodo. Aragorn sabía que el mago le tenía mucho cariño al hobbit y estaba completamente seguro de que deseaba haber podido acompañarle a él y a Sam hasta el fuego de Mordor. Hasta el final.
Gandalf pareció sentir su mirada, porque abrió los ojos azul claro como el cielo de primavera y se volvió a él. Notó la preocupación en Aragorn y le sonrió posando una mano en su hombro, como diciéndole que todo saldría bien, que confiase en la voluntad de Legolas.
Justo entonces los dos volvieron su atención a sus amigos; hasta ahora el silencio de la armería había sido llenado con la constante fuerte respiración de Gimli, pero ahora eran dos respiraciones las que oían. La otra pertenecía a Legolas. No se oía tan fuerte como la de Gimli, pero el que ellos pudiesen oír la respiración del elfo era una mala señal, lo que les decía que algo no iba bien.
Sin decir una palabra ambos hombre y mago se acercaron a Legolas y se arrodillaron uno a cada lado para verle el rostro. Legolas seguía en shock, con los ojos bien abiertos y sin parpadear, pero sus mejillas palidecían y gotas de sudor se formaban en su frente. Era evidente que no lo conseguía.
Legolas sentía como la fuerza volvía a Gimli, pero también sentía como sus propias fuerzas se agotaban. Aun no había podido curarle ¿y cómo iba a poder hacerlo? La suerte le abandonaba.
Le había hablado a Gimli con la mente, diciéndole que todo saldría bien, que aguantase por él, por Aragorn y por Gandalf, que no se rindiese; y Gimli le había escuchado y le había respondido que confiaba en él. ¿Mas qué podía hacer un elfo sin experiencia alguna en la curación y a demás sin haber nacido para curandero? Pero parte de él le decía que tuviese fe en lo que había heredado de su madre, por más pequeño que fuera aquello.
Gandalf el Blanco posó su mano en el hombro derecho de Legolas y cerró los ojos. Tras un corto tiempo, Aragorn se percató de lo que Gandalf estaba haciendo: estaba ayudando a Legolas, ofreciéndole su fuerza de mago. Lo notó en la profunda concentración que mostraba su rostro. Aragorn se sintió inútil. Él era el único que no hacía nada que les fuera de ayuda. No era elfo, ni mago, tan sólo era un hombre mortal. ¡Pero no iba a dejar las cosas así! ¡Si Legolas y Gandalf arriesgaban su vida por Gimli, él también debía hacerlo! Se armó de valor y posó su mano en el hombro izquierdo de Legolas. De repente, notó una rara sensación recorrerle todo el cuerpo y se sintió extrañamente cansado. Intentó ignorarlo y cerrando los ojos empezó a concentrarse y a relajarse, queriendo con todo su ser transmitir algo a Legolas, fuera como fuera.
Ninguno sabía cuanto tiempo había pasado, pero tiempo después Aragorn y Gandalf abrieron los ojos simultáneamente y lo que vieron no lo olvidarían, porque no fue otra cosa que Gimli, pero no en el horrible estado en el que le habían visto la útlima vez, sino que sus heridas habían curado y cicatrizado. El color de la salud estaba volviendo al rostro del enano, que dormía profundamente.
Sintieron como el cuerpo de Legolas se relajaba y le vieron soltar la mano de Gimli.
"¿Legolas? ¿Cómo te encuentras, jovencito?" - le preguntó Gandalf. Legolas no le miró, sino que prefirió acariciar el rostro de Gimli para comprobar su estado o simplemete para que el enano supiera que él estaba ahí, al igual que Aragorn, que ya estaba mirando las heridas otra vez y preparaba las vendas para envolverlas con hojas de Athelas para terminar de calmarlas.
"Te he dicho miles de veces que no me llames 'jovencito', Mithrandir. Ya he visto 2931 inviernos cubriendo de nieve mi hogar. No soy un niño." - respondió. Aragorn sonrió, mas el tono de Gandalf no cambió.
"Respóndeme a la pregunta, jovencito."
Legolas suspiró dándose por vencido. "Estoy...bien." - Gandalf seguía mirándole como si supiera que el elfo no lo había dicho todo - "Me siento agotado." - admitió Legolas.
"Lo has hecho muy bien, Legolas." - le felicitó Aragorn con una sonrisa - "Gimli se va a poner bien. Su fiebre pronto cesará."
"No hubiera podido hacerlo sin vuestra ayuda." - dijo él mirando a mago y Montaraz - "He sentido vuestra presencia, dándome fuerzas y animándome a no abandonar." - Entonces pareció perder el equilibrio, y Legolas cayó de espaldas, pero Gandalf y Aragorn estaban ahí para agarrarle a tiempo.
"Legolas,"
"Tengo...mucho sueño..." - dijo soñoliento. Le tumbaron gentilmente.
"Le anta kaim, mellon nin. ¿Le anta yulna en alu?" - le preguntó Aragorn, pero no recibió respuesta: Legolas ya se había sumergido en los bellos sueños élficos, soñando en hermosos bosques de altos árboles cuyas hojas silbaban en la brisa matinal. Dormía con los ojos medio cerrados, lo que indicaba su agotamiento, porque algo especial en los elfos era que siempre duermen con los ojos abiertos. Por lo que todo el mundo sabía que si una vez se encontraban con un elfo tumbado con los ojos cerrados, era seguro que el pobre estaba muy mal herido. Sin embargo ellos sabían que no tenían por qué preocuparse. Legolas sólo necesitaba descansar.
Legolas abrió los ojos. Podía sentir mantas cubriéndole y manteniéndole caliente en el frío suelo de la armería. Algo le dijo que ya había llegado el atardecer y por más cansado que se sentía aun se incorporó. A su lado, Gimli dormía profundamente y el elfo se sintió aliviado al ver el buen aspecto que tenía. Notó una presencia más en la habitación, que lo obligó a volverse a su otro lado. Era Aragorn, sentado en una silla cercana. El hombre sonrió y se acercó a él.
"¿Cómo te encuentras?"
"Perfectamente, Aragorn." - respondió él con una sonrisa - "¿Y dónde está Gandalf?"
"Con Théoden, preparando la partida. Me he tomado la libertad de curarte la herida mientras dormías. Era más grave de lo que creías. Te la he tenido que coser. Han sido cuatro puntos."
"¡Debo de estar horrible!"- exclamó Legolas llevándose las manos a la cabeza, donde sus dedos podían sentir el raspor de un fino hilo en el centro de una pequeña calva. Entonces se dio cuenta de que sus largos cabellos rubios estaban sueltos y caían libremente por sus hombros. Donde antes había habido trenzas, ahora había una melena rizada.
Aragorn hizo una risita ante su reacción. "¡No te preocupes Legolas! Cuando te peines, el pelo lo ocultará. Dime, ¿tienes hambre, amigo?" - Legolas afirmó con la cabeza. Aragorn se puso en pie. - Pediré a las mujeres que traigan algo de comer y beber. Ahora que ya has despertado, iré con los hombres a ayudarles en lo que pueda. Tenemos mucho trabajo aquí antes de partir. No te pediré que me acompañes porque aun necesitas descanso. Y supongo que querrás permanecer al lado de Gimli, ¿verdad?" - Legolas volvió a afirmar con la cabeza. Aragorn le sonrió. Era increíble ver tal bella amistad entre un elfo y un enano. - Si despierta, avísame en seguida. - dijo Aragorn por último y se fue.
Llegada la noche, Legolas no se había movido del lado de Gimli. El enano dormía plácidamente y el color de la salud había vuelto a su rostro, mas sabía que necesitaría un tiempo más para recobrarse del todo.
En todo ese tiempo a solas junto a Gimli, Legolas estuvo explorando sus recuerdos en la Compañía de los Nueve, desde la partida de Rivendel hasta la Guerra del Abismo de Helm, y se sintió triste y sólo otra vez, como cuando empezó en su misión. Sí, recordaba que al principio se sintió muy sólo en la Compañía, por ser el único elfo. Pero las cosas cambiaron con el trascurso de los días, sobre todo después de haber partido hacia el bosque de Lothlórien. Cada día se sintió más a gusto con todos los de la Compañía y pronto llegó a reír como nunca había hecho en cientos de años. Entonces, un día, se dio cuenta de lo mucho que les quería a todos, y en especial de lo mucho que quería a Gimli el enano. ¡El enano! Ni siquiera él podía creerse que hubiera hecho amistad con un enano, y aun menos con éste, pues era el hijo de Gloin, al que su padre Thranduil había encarcelado una vez en las mazmorras de su palacio. Imagináos: Un Rey Elfo y un enano enemigos de por vida y sus dos hijos amigos inseparables. Y lo más curioso era que no entendía como tal fuerte amistad se había formado, porque Legolas admitía que al principio rehusaba tener que viajar con un enano que le había insultado en el Concilio de Elrond ¡y delante de todo el mundo!
Pero con el tiempo supo que todos esos rumores de que los enanos son ambiciosos, egoístas y que se desentienden de los problemas ajenos, eran sólo eso, rumores. Legolas encontró en Gimli a un fiel compañero, valiente, generoso y cuidadoso con sus amigos. En él encontró la compañía que necesitaba para no sentirse sólo. Y sabía que Gimli pensaba lo mismo, porque él también se había sentido sólo.
Entre todo eso recuerdos, Legolas se sintió echando de menos a los muchos días en que contaba historias sobre elfos a Gimli y le enseñaba los nombre de cada planta y de cada estrella de la noche, cuando a los dos les tocaba montar guardia nocturna. Y también hechaba de menos a las historias que le contaba el enano, tales como la del Dragón Smaug, el cual se apoderó de sus tesoros en la Montaña Solitaria. También deseaba poder a volver a ver a Gimli sentado a sus espaldas sobre el robusto cuerpo de Arod, el caballo blanco que Éomer les había prestado para el largo viaje. Echaba de menos la cara de pánico que ponía Gimli cuando él soltaba las riendas del caballo, a propósito para molestarle. Incluso Legolas había compuesto una canción, la que cantaba cada vez que cabalgaban, para molestar más al enano. Decía así:
Gimli, hijo de Gloin, de la rama de Durin
el valiente guerrero enano armado con cinco hachas de guerra
no teme al más temerario monstruo de la tierra Media
ni orcos, ni goblins, tumularios o balrogs,
pero sí teme al dócil caballo de Rohan.
¡Agárrate bien, Gimli, que el elfo soltará las riendas!
Una sonrisa se dibujo en los labios de Legolas al pensar en ello, aunque una de triste. Su tristeza había vuelto cuando se separaron de los hobbits y la soledad volvió a atormentarle cuando Gimli cayó. Tan sólo deseaba que Gimli despertara, y su corazón volvería a rebosar de alegría...
Entonces, como llamado por sus deseos, Gimli se movió. Estaba a punto de despertar. Lo primero que se le ocurrió a Legolas al verle volver en sí fue entonar una canción para que Gimli oyera su voz. Legolas solía cantar todas las noches, mirando la tenue luz blanca de la luna, y todas las noches Gimli se lo reprochaba, porque según decía el enano, Legolas le estorbaba con sus estúpidas canciones élficas y no le dejaba dormir.
Lirnen lassion, laurië lassion ar laurië lassi tuianer:
súrio lirnen, súrë utúlië ar súyanes olwassen.
Anar pella, Isil pella, Eärë falastanë,
ar mi Ilmarino hresta Alda laurëa ortanë.
Oiosinyëo nu eleni mi Eldamar cacálala,
mi Eldamar, Tiriono ara rambar Eldaiva.
Laurelassi lohtier andavë et olwava yénillon,
nan Alatairë pella sinomë sí Eldanier lantëar.
A Lóriendë! Sí Hrívë utúlië, Arë helda lassevalta;
lantëar lassi celumenna ar síra Sírë oar.
A Lóriendë! Fárië yéni mi Falas Sina amárien,
ar fifírula rië irícien laurëa elanarnen.
Nan ciryaron sí liruvan, quí tuluva nir cirya,
i cirya i nyë atacoluva ter Eärë allanda?
Gimli podía oír la dulce voz de su amigo cantando una melodiosa canción, la cual ya había oído muchas otras veces. No sabía lo que decía, porque no entendía el élfico, pero do todos modos le gustaba esa canción, sólo por el modo en que Legolas la cantaba. no se lo había dicho, pero le encantaba oír sus canciones por la noche. Le ayudaban a caer en el mundo de los bellos sueños.
Gimli parpadeó y despacio abrió los ojos y miró a su amigo elfo, arrodillado a su lado. Legolas dejó de cantar para sonreírle.
"Legolas..." - habló Gimli con voz débil - "Cuarenta y dos. ¡Ay! Se me ha mellado el hacha. El cuadragésimo segundo tenía un capacete de hierro... ¿Y a tí cómo te ha ido?" - Al oírle decir esas palabras Legolas sintió tremendas ganas de llorar de alegría. Pero se mantuvo sereno.
"Me has ganado por un tanto." - respondió sonriendo vigorosamente - "Pero no te celo, ¡tan contento estoy de verte recuperado!"
Gimli olvidó el hecho de que por fin había ganado al elfo, conmovido por la simpatía de Legolas. "Y yo también me alegro de verte sano y salvo, Legolas. Y debo darte las gracias; sé lo que has hecho por mí. Te debo la vida."
"No me debes nada, amigo mío. Esta ha sido mi recompensa por haberme protegido cuando caí en batalla, ¡y por haber desperdiciado tu tiempo en ayudarme cuando habrías podido acabar con más Uruck-hai!" - añadió Legolas con una risa clara. Gimli rió también.
"No importa, amigo mío. Recuperé el tiempo perdido en el patio interior de la muralla, cuando nos separamos. ¡Deberías haberlo visto! ¡Había cientos, que digo, miles de Uruck-hai para matar! Hubiera eliminado muchos más si no hubiera sido por esos dos elfos que salieron de la nada y se me llevaron a rastras al fortín..." - Gimli se extrañó al ver como las mejillas de Legolas se sonrojaban ligeramente - "¿Qué ocurre, Legolas?"
"Les ordené que vinieran a buscarte."
"¿Qué?"
"No iban a dejarme salir de Cuernavilla para ir a por tí, porque el rey Théoden me había ordenado subir a la almena. Por eso les ordené que salieran a buscarte. No podían negarse a las órdenes del príncipe del Bosque Negro." - dijo Legolas guiñándole un ojo. Gimli quedó estupefacto. Nunca antes había visto a Legolas asumiendo autoridad real; no daba órdenes, ni se llamaba a si mismo príncipe, porque odiaba todo eso. ¿Qué más sería Legolas capaz de hacer por aquellos a los que ama? Pero poco sabía Gimli que Legolas había arriesgado su propia vida cuando decidió curarle personalmente con la medicina élfica.
"Traidor." - bromeó Gimli. Legolas hizo una risita. Tras un corto silencio, Legolas volvió a hablar.
"¿Cómo te encuentras? ¿Tienes hambre? ¿Te traigo algo de comer, agua, té caliente, vino, te canto una canción? ¿Quieres más mantas, o almohadas o-"
"Está bien, sólo necesito un poco de comida y agua." - le interrumpió - "pero antes ayúdame a ponerme en pie. Necesito estirar las piernas."
Legolas le tomó por los hombros para ayudarle. Tan pronto como Gimli se incorporó, las mantas que le cubrían cayeron y entonces se percató de que no vestía nada bajo ellas.
"¡¿Qué demonios hago desnudo?!"
"Eeehh... Aragorn y yo te desnudamos para poder bañarte y curarte las heridas."
"¡¿Qué tú y Aragorn me desnudasteis y me bañasteis?!"
"Tampoco no hay porqué alarmarse tanto..."
"Dime una cosa: ¿cómo te hubieras sentido si Aragorn y yo te hubiésemos desnudado completamente y te hubiésemos bañado?"
Legolas se erguió de repente y se llevó un dedo al labios "¡Ay!" - dijo, como si acabara de recordar algo - "Acabo de recordar que Aragorn me pidió que le avisase cuando despertaras. Será mejor que me vaya. ¡Adiós!"
Tan rápido dijo Legolas aquellas palabras y salió a toda prisa de la armería, que Gimli no tuvo tiempo de detenerle. Cuando Legolas ya había salido y cerrado la puerta, oyó la voz grave del enano quejándose solo por lo ocurrido y sonrió al oírle decir también : "¡Vuelve aquí, elfo, que aun no he acabado contigo!"
Llegó el día. Por más que Aragorn, hijo de Arathorn, le hubiese dicho a Gimli que estuviese en cama un día más, él se negó rotundamente. Quiso salir fuera a estirar las piernas y ni Aragorn ni Legolas pudieron convencerle de lo contrario, así que Legolas se ofreció a acompañarle, mientras que Aragorn y Gandalf revisaban los últimos preparativos; su próximo destino era Isengard, fortaleza situada en el Paso de Rohan entre las Montañas Blancas y las Montañas Nubladas, donde reside el mago Saruman el Blanco y en cuyas cavernas subterráneas creó el temible ejército Uruck-hai.
Durante mucho tiempo Gimli y Legolas andaron, hablando alegremente entre ellos, discutiendo sus hazañas en la batalla del día anterior, y sintiendo el calor del sol de la mañana en sus mejillas. Muchos les miraron; hombres, mujeres y elfos; sorprendidos al ver tal amistad entre un elfo y un enano. Incluso algunos niños, al verlos pasear juntos - un bello elfo alto, de piel fina, ojos azules y largos y suaves cabellos rubios, y un enano que le llegaba al otro por el pecho, fornido, de piel rugosa y con una espesa y rasposa cabellera y barba marrón rojiza adornada en trenzas que le llegaban al estómago - se agarraban a las ropas de su madre y les musitaban cosas que sólo el fino oído de Legolas podía alcanzar a oír. Éste sonreía al sentir lo que los niños decían.
Gimli convenció a Legolas de que entraran a ver las Cuevas Centelleantes. Gimli, observando cada roca, estalactita y estalagmita y escuchando cada gota que caía y resonaba en el vacío, mostraba maravilla en lo ojos. Sin duda Gimli le habló de las maravillas que los enano podrían hacer allí. Con sus picos de mithril podrían hacer que las joyas y cristales brillaran con más vitalidad y belleza. Pondrían luces en cada rincón, para que así se pudiera disfrutar de las vistas de las asombrosas estalagmitas y estalactitas. Descubrirían los cristales de cuarzo blanco y rosado para exponerlos a la luz de las antorchas y que estos iluminasen con espejismo de colores gracias a sus vidrios mágicos.
"De todos modos," - dijo Legolas, su voz resonando en el eco de las cavernas - "prefiero sentarme en un bello jardín de rosas, violetas, margaritas y petunias, antes que en una fría cueva de joyas, diamantes y cristales. Sólo tendrías que ver el jardín de flores silvestres que poseo en mi hogar. Es como un sueño..."
"Para mí el poder estar aquí, contigo a mi lado, ya es un sueño." - replicó Gimli y sonriendo miró a Legolas, pero la sonrisa fue reemplazada por un rostro perturbado cuando vio que el otro estaba sumido en intranquilos pensamientos, mirándose las manos con preocupación en el rostro. - "¿Té pasa algo, Legolas?"
Legolas levantó la mirada rápidamente cuando se dio cuenta de que no había estado prestando atención al enano. "No, todo va bien, Gimli... Sólo qué..."
Cómo Legolas no siguió hablando, Gimli se inclinó más hacia él y preguntó amablemente: "¿Qué? Puedes contármelo... ¿Es que no te encuentras bien? ¿Te duele la herida? ¿Quieres que salgamos de aquí y-"
"Estoy bien, Gimli, es que..." - Legolas se aclaró la garganta y le miró fíjamente a los ojos marrones. - "Cuando caí inconsciente, en el muro, creí ver algo."
Gimli se acercó más al elfo con curiosidad. "¿Qué viste?"
"Mi vida." - dijo. Legolas comprendió por la cara que ponía el enano que éste no había entendido nada. - "Ví mi vida pasar por delante de mis ojos, Gimli. Me ví de niño, jugando en el Bosque Negro con mis amigos de la infancia. Ví a mi padre, echándome la bronca por algo que había hecho" - y al decir esto Legolas echó un risita, pero sus ojos azules seguían mostrando preocupación - "Me ví viajando hasta Rivendel, ví la formación de la Compañía, ví... Lo ví todo, ¿entiendes? Toda mi vida, pero reduciéndola a segundos."
"No tienes porqué preocuparte por eso, amigo. Sólo han sido recuerdos."
"Pero eso no es lo que me preocupa," - exclamó Legolas - "Lo que me preocupa fue lo que ví después. Me preocupa porque no lo comprendo, Gimli."
"¿Qué viste después?" - preguntó Gimli tratado de tranquilizarle.
"Fue algo muy extraño. Me ví a mí mismo, en el muro inferior, tumbado sobre los cadáveres de los Uruck-hai... No me movía y tenía los ojos abiertos, cómo si estuviera dormido. Tenía sangre en la frente, que caía por mi mejilla. Me asusté, Gimli, parecía estar flotando sobre mi cuerpo..." - Legolas hizo una pausa para echar un suspiro - "Entonces te ví llegar y tomándome en tus brazos me apartaste de la batalla, llevándome a un lugar seguro. Ví y te oí decirme cosas...pero todo a mi alrededor empezó a volverse oscuro, hasta que la batalla a nuestro alrededor desapareció sólo pude verte a tí, tomándome en tu lecho y sacudiéndome. De repente volví a mi cuerpo y me encontré sobre tus rodillas. Recuperé mis sentidos y sentí otra vez el dolor y los mareos que antes habían desaparecido... El resto, ya fue tal y como tu sabes que ocurrió."
Gimli le miraba sin decir nada, así que Legolas hizo la pregunto que le había estado quemando por dentro. "¿Qué fue eso, Gimli? ¿Qué significará?"
Gimli temió decirlo. No sabía cual sería la reacción del elfo, mas no quería dejarle en la duda. Optó por decírselo. "Lo que éso ha sido, amigo mío, es la muerte." - los pupilas de Legolas se encogieron - "Has estado muy cerca de la muerte. Incluso mucho más que yo cuando enfermé. Yo mismo sostuve tu cuerpo sin vida, cuando te encontré en el muro." - Legolas quedó en profundo silencio, meditando las palabras de Gimli. - "Ha sido una mala experiencia que tienes que olvidar." - le sonrió - "Vámonos."
Y así, Gimli y Legolas, volvieron con Gandalf y Aragorn, los miembros no perdidos de la Compañía. Su importante misión encomendada aun no había finalizado, a pesar de que la Compañía se disolvió tiempo atrás; la batalla del Abismo de Helm había terminado, la batalla por la Tierra Media no había hecho más que comenzar. Sus esperanzas residían en dos pequeños hobbits perdidos en la inmensidad.
~Fin~
The Balrog of Altena: ¡Terminado al fin! ¡Por Valar! ¡Creí que no lo acabaría nunca! Espero que el final haya sido de vuestro agrado ^_^
He echo un pequeño cambio en el comienzo del primer capítulo de éste fic y en la conversación que mantienen Legolas y Gimli antes de la llegada de Haldir en el primer capítulo también. Por favor, leedlo y decidme si debo dejarlo como estaba antes.
¡Muchas gracias por vuestros reviews!
CARMENCHU: ¿Pobre Legolas dices? Bueno sí, pobrecito, ¿pero y Gimli qué? ¡Pobre Gimli no te preocupas por él ja ja! ^_^ Je je pues no tengo la peli bajada de internet, pero sí que encontré muchas cosas útiles!
Tengo muchas ganas de escribir el fic de toda la Compañía, pero por votación primero escribiré la de Gollum, Frodo y Sam (aunque aun no tengo ni idea de qué escribir *¡¡ayudaaaaa!!*)
Oh! Te entiendo perfectamente, yo también necesito a veces pastillas anti-gollum, cuando mis amigos intentan cogerme el Anillo Único que me regaló mi hermano (y lo llevo todo el dia colgado del cuello) Yo les digo "¡Ssssssuciosss ladronesss!" y ellos me responden "Mi tessssoro" ja ja ^_^ es que Gollum mola un montón!
Inwon Derland: ¡Gracias por tu review! Escribiré las tres hisorias, claro, pero por votación el orden será el siguiente: 1) el de Frodo, Sam y Gollum, 2) el de toda la Compañía, 3) el de Aragorn, Legolas, Gimli y Saruman. ¡Lo siento! vas a tener que esperar para leer la que has votado. ¿Pero me vas a ayudar a elegir un título para el fic que has votado, verdad? ^_^ Puedes elegir entre estos dos: 1) La Amenaza del Mago Blanco 2) El Viejo Anciano Encapuchado.
¡Oh! Y gracias por el review que me dejaste en mi otro fic. Sí, me he leído El Hobbit, pero eso de que tengo buenos conocimientos de élfico no te lo creas porque todo lo he encontrado por internet ^_^ Tienes razón en eso de que tardan demasiado poco en llegar al Bosque Negro, pero no quería retrasarles, así que pensé que no pasaría nada por acortar el camino ^_^!! Me alegro de que te gustara mi visión de el Legolas no perfecto, porque la verdad es que ya estoy cansada de leer fics donde Legolas es el mejor y el más guapo (a mi no me parece guapo, la verdad. ¡Los guapos son Aragorn, Boromir, Éomer y Frodo! ¡Mi Aragorn es el mejor! Je je) A demás, en el libro Legolas me parece un poco gay (sin ofender)...ya sabes: "¡Ay! ¡Ay! ¡Un Balrog! ¡Ha venido un Balrog!" ja ja ¡menos mal que no lo pusieron tan mariola en la peli!
Lothluin: ¡Me alegro de que mi historia te guste! Escribiría una de larga, pero ahora prefiero seguir con los de 'Las Aventuras de la Compañía' y a demás ya tengo empezada una historia muy larga que quiero terminar. Se titula 'La Leyenda de Zelda: El Oráculo de la Muerte' y trata sobre los personajes del videojuego 'La leyenda de Zelda' y otros que yo misma me he inventado.
Creo que te van a gustar las tres pox. historias porque lo que escribiré no aparece ni en el libro ni en la peli; sobre todo el que escribiré sobre toda la Compañía unida, donde aparecerá al menos un personaje nuevo.
Anariel: ¡Aiya! ^_^ No quiero decirte que no a eso de la historia larga, la verdad es que me gustaría escribir una historia muuuuy larga sobre, por ejemplo, Legolas y Gimli viviendo juntos aventuras y marchando de los Puertos Grises, o por ejemplo sobre la vida de Smeagol (su juventud, como su amigo encontró el anillo y él le mató, como le hecharon de casa, se convierte en Gollum y lo que viene luego ^.~), o una sobre la vida de Frodo al ser adoptado por su tío Bilbo. Pero por ahora no puedo escribir nada de eso, porque ya tengo una de larga empezada (no de ESDLA) y quiero terminarla.
Mi porx. fic será el de Gollum, Frodo y Sam, ¡pero tengo un problema! De los tres que tengo que escribir (hasta que se me ocurran más) éste es el único del que no tengo idea de que hacer. No se que hacer con Gollum, Frodo y Sam para que sea interesante. Creo que éste va a ser un fic muy corto ;_; ¡Ya tengo ganas de escribir el de toda la Compañía!
Choichi: ^_^ pues ya ves, no he matado a Legolas je je ¡Espero que mi fic te haya gustado!
Evan: ¿Qué te ha parecido? ¡Me encanta intrigar a la gente! MUAJAJAJAJA ¡Gracias por tu review!
Dinadan Feasin: ¡Gracias por leer mi fic, lo aprecio de veras!
**-¡Cuarenta y dos, Maese Legolas! -gritó-. ¡Ay! ¡Se me ha mellado el
hacha! El cuadragésimo segundo tenía un capacete de hierro. ¿Y a ti
cómo te ha ido?
-Me has ganado por un tanto -respondió Legolas-. Pero no te celo, ¡tan
contento estoy de verte todavía en pie!**
JRR Tolkien -El Señor de los Anillos: Las Dos Torres
* Le anta kaim, mellon nin = Necesitas dormir, amigo mio.
* Le anta yulna en alu? = ¿Quieres un poco de agua?
Capítulo 5to: La Compañía perdura.
Dos horas. Dos horas habían pasado y Gimli seguía aun en el mismo estado. Aragorn miraba con mucha preocupación cómo Legolas continuaba con sus esfuerzos para devolverle la salud. El elfo estaba inmóvil. No se movía ni un milímetro. Ni sus ojos, centrados en el rostro enfermizo de Gimli, parpadeaban. Aragorn contemplaba la firmeza con la que Legolas agarraba la mano de Gimli, poniendo toda su concentración y espíritu en darle fuerzas al enano por medio de ése contacto.
Hacía tiempo que Legolas había llegado a la fase crítica de la curación: él y Gimli estaban totalmente conectados espiritualmente y psíquicamente. No debían estorbarle, pues podría ser fatal para ellos, y tanto Aragorn como Gandalf aguardaban profundo silencio.
El Montaraz miró a Gandalf sentado a su lado. El anciano fumaba su pipa, sujetándola en la fisura de sus labios con su mano derecha, haciendo anillos de humo de vez en cuando, cada uno de diferentes colores, que se disipaban al llegar a tocar el techo. Bajo sus espesas cejas blancas, tenía los ojos cerrados, como sumido en profundos pensamientos. Aragorn se preguntó en que estaría ahora pensando. En Legolas y Gimli, seguramente, o puede que pensase en Frodo. Aragorn sabía que el mago le tenía mucho cariño al hobbit y estaba completamente seguro de que deseaba haber podido acompañarle a él y a Sam hasta el fuego de Mordor. Hasta el final.
Gandalf pareció sentir su mirada, porque abrió los ojos azul claro como el cielo de primavera y se volvió a él. Notó la preocupación en Aragorn y le sonrió posando una mano en su hombro, como diciéndole que todo saldría bien, que confiase en la voluntad de Legolas.
Justo entonces los dos volvieron su atención a sus amigos; hasta ahora el silencio de la armería había sido llenado con la constante fuerte respiración de Gimli, pero ahora eran dos respiraciones las que oían. La otra pertenecía a Legolas. No se oía tan fuerte como la de Gimli, pero el que ellos pudiesen oír la respiración del elfo era una mala señal, lo que les decía que algo no iba bien.
Sin decir una palabra ambos hombre y mago se acercaron a Legolas y se arrodillaron uno a cada lado para verle el rostro. Legolas seguía en shock, con los ojos bien abiertos y sin parpadear, pero sus mejillas palidecían y gotas de sudor se formaban en su frente. Era evidente que no lo conseguía.
Legolas sentía como la fuerza volvía a Gimli, pero también sentía como sus propias fuerzas se agotaban. Aun no había podido curarle ¿y cómo iba a poder hacerlo? La suerte le abandonaba.
Le había hablado a Gimli con la mente, diciéndole que todo saldría bien, que aguantase por él, por Aragorn y por Gandalf, que no se rindiese; y Gimli le había escuchado y le había respondido que confiaba en él. ¿Mas qué podía hacer un elfo sin experiencia alguna en la curación y a demás sin haber nacido para curandero? Pero parte de él le decía que tuviese fe en lo que había heredado de su madre, por más pequeño que fuera aquello.
Gandalf el Blanco posó su mano en el hombro derecho de Legolas y cerró los ojos. Tras un corto tiempo, Aragorn se percató de lo que Gandalf estaba haciendo: estaba ayudando a Legolas, ofreciéndole su fuerza de mago. Lo notó en la profunda concentración que mostraba su rostro. Aragorn se sintió inútil. Él era el único que no hacía nada que les fuera de ayuda. No era elfo, ni mago, tan sólo era un hombre mortal. ¡Pero no iba a dejar las cosas así! ¡Si Legolas y Gandalf arriesgaban su vida por Gimli, él también debía hacerlo! Se armó de valor y posó su mano en el hombro izquierdo de Legolas. De repente, notó una rara sensación recorrerle todo el cuerpo y se sintió extrañamente cansado. Intentó ignorarlo y cerrando los ojos empezó a concentrarse y a relajarse, queriendo con todo su ser transmitir algo a Legolas, fuera como fuera.
Ninguno sabía cuanto tiempo había pasado, pero tiempo después Aragorn y Gandalf abrieron los ojos simultáneamente y lo que vieron no lo olvidarían, porque no fue otra cosa que Gimli, pero no en el horrible estado en el que le habían visto la útlima vez, sino que sus heridas habían curado y cicatrizado. El color de la salud estaba volviendo al rostro del enano, que dormía profundamente.
Sintieron como el cuerpo de Legolas se relajaba y le vieron soltar la mano de Gimli.
"¿Legolas? ¿Cómo te encuentras, jovencito?" - le preguntó Gandalf. Legolas no le miró, sino que prefirió acariciar el rostro de Gimli para comprobar su estado o simplemete para que el enano supiera que él estaba ahí, al igual que Aragorn, que ya estaba mirando las heridas otra vez y preparaba las vendas para envolverlas con hojas de Athelas para terminar de calmarlas.
"Te he dicho miles de veces que no me llames 'jovencito', Mithrandir. Ya he visto 2931 inviernos cubriendo de nieve mi hogar. No soy un niño." - respondió. Aragorn sonrió, mas el tono de Gandalf no cambió.
"Respóndeme a la pregunta, jovencito."
Legolas suspiró dándose por vencido. "Estoy...bien." - Gandalf seguía mirándole como si supiera que el elfo no lo había dicho todo - "Me siento agotado." - admitió Legolas.
"Lo has hecho muy bien, Legolas." - le felicitó Aragorn con una sonrisa - "Gimli se va a poner bien. Su fiebre pronto cesará."
"No hubiera podido hacerlo sin vuestra ayuda." - dijo él mirando a mago y Montaraz - "He sentido vuestra presencia, dándome fuerzas y animándome a no abandonar." - Entonces pareció perder el equilibrio, y Legolas cayó de espaldas, pero Gandalf y Aragorn estaban ahí para agarrarle a tiempo.
"Legolas,"
"Tengo...mucho sueño..." - dijo soñoliento. Le tumbaron gentilmente.
"Le anta kaim, mellon nin. ¿Le anta yulna en alu?" - le preguntó Aragorn, pero no recibió respuesta: Legolas ya se había sumergido en los bellos sueños élficos, soñando en hermosos bosques de altos árboles cuyas hojas silbaban en la brisa matinal. Dormía con los ojos medio cerrados, lo que indicaba su agotamiento, porque algo especial en los elfos era que siempre duermen con los ojos abiertos. Por lo que todo el mundo sabía que si una vez se encontraban con un elfo tumbado con los ojos cerrados, era seguro que el pobre estaba muy mal herido. Sin embargo ellos sabían que no tenían por qué preocuparse. Legolas sólo necesitaba descansar.
Legolas abrió los ojos. Podía sentir mantas cubriéndole y manteniéndole caliente en el frío suelo de la armería. Algo le dijo que ya había llegado el atardecer y por más cansado que se sentía aun se incorporó. A su lado, Gimli dormía profundamente y el elfo se sintió aliviado al ver el buen aspecto que tenía. Notó una presencia más en la habitación, que lo obligó a volverse a su otro lado. Era Aragorn, sentado en una silla cercana. El hombre sonrió y se acercó a él.
"¿Cómo te encuentras?"
"Perfectamente, Aragorn." - respondió él con una sonrisa - "¿Y dónde está Gandalf?"
"Con Théoden, preparando la partida. Me he tomado la libertad de curarte la herida mientras dormías. Era más grave de lo que creías. Te la he tenido que coser. Han sido cuatro puntos."
"¡Debo de estar horrible!"- exclamó Legolas llevándose las manos a la cabeza, donde sus dedos podían sentir el raspor de un fino hilo en el centro de una pequeña calva. Entonces se dio cuenta de que sus largos cabellos rubios estaban sueltos y caían libremente por sus hombros. Donde antes había habido trenzas, ahora había una melena rizada.
Aragorn hizo una risita ante su reacción. "¡No te preocupes Legolas! Cuando te peines, el pelo lo ocultará. Dime, ¿tienes hambre, amigo?" - Legolas afirmó con la cabeza. Aragorn se puso en pie. - Pediré a las mujeres que traigan algo de comer y beber. Ahora que ya has despertado, iré con los hombres a ayudarles en lo que pueda. Tenemos mucho trabajo aquí antes de partir. No te pediré que me acompañes porque aun necesitas descanso. Y supongo que querrás permanecer al lado de Gimli, ¿verdad?" - Legolas volvió a afirmar con la cabeza. Aragorn le sonrió. Era increíble ver tal bella amistad entre un elfo y un enano. - Si despierta, avísame en seguida. - dijo Aragorn por último y se fue.
Llegada la noche, Legolas no se había movido del lado de Gimli. El enano dormía plácidamente y el color de la salud había vuelto a su rostro, mas sabía que necesitaría un tiempo más para recobrarse del todo.
En todo ese tiempo a solas junto a Gimli, Legolas estuvo explorando sus recuerdos en la Compañía de los Nueve, desde la partida de Rivendel hasta la Guerra del Abismo de Helm, y se sintió triste y sólo otra vez, como cuando empezó en su misión. Sí, recordaba que al principio se sintió muy sólo en la Compañía, por ser el único elfo. Pero las cosas cambiaron con el trascurso de los días, sobre todo después de haber partido hacia el bosque de Lothlórien. Cada día se sintió más a gusto con todos los de la Compañía y pronto llegó a reír como nunca había hecho en cientos de años. Entonces, un día, se dio cuenta de lo mucho que les quería a todos, y en especial de lo mucho que quería a Gimli el enano. ¡El enano! Ni siquiera él podía creerse que hubiera hecho amistad con un enano, y aun menos con éste, pues era el hijo de Gloin, al que su padre Thranduil había encarcelado una vez en las mazmorras de su palacio. Imagináos: Un Rey Elfo y un enano enemigos de por vida y sus dos hijos amigos inseparables. Y lo más curioso era que no entendía como tal fuerte amistad se había formado, porque Legolas admitía que al principio rehusaba tener que viajar con un enano que le había insultado en el Concilio de Elrond ¡y delante de todo el mundo!
Pero con el tiempo supo que todos esos rumores de que los enanos son ambiciosos, egoístas y que se desentienden de los problemas ajenos, eran sólo eso, rumores. Legolas encontró en Gimli a un fiel compañero, valiente, generoso y cuidadoso con sus amigos. En él encontró la compañía que necesitaba para no sentirse sólo. Y sabía que Gimli pensaba lo mismo, porque él también se había sentido sólo.
Entre todo eso recuerdos, Legolas se sintió echando de menos a los muchos días en que contaba historias sobre elfos a Gimli y le enseñaba los nombre de cada planta y de cada estrella de la noche, cuando a los dos les tocaba montar guardia nocturna. Y también hechaba de menos a las historias que le contaba el enano, tales como la del Dragón Smaug, el cual se apoderó de sus tesoros en la Montaña Solitaria. También deseaba poder a volver a ver a Gimli sentado a sus espaldas sobre el robusto cuerpo de Arod, el caballo blanco que Éomer les había prestado para el largo viaje. Echaba de menos la cara de pánico que ponía Gimli cuando él soltaba las riendas del caballo, a propósito para molestarle. Incluso Legolas había compuesto una canción, la que cantaba cada vez que cabalgaban, para molestar más al enano. Decía así:
Gimli, hijo de Gloin, de la rama de Durin
el valiente guerrero enano armado con cinco hachas de guerra
no teme al más temerario monstruo de la tierra Media
ni orcos, ni goblins, tumularios o balrogs,
pero sí teme al dócil caballo de Rohan.
¡Agárrate bien, Gimli, que el elfo soltará las riendas!
Una sonrisa se dibujo en los labios de Legolas al pensar en ello, aunque una de triste. Su tristeza había vuelto cuando se separaron de los hobbits y la soledad volvió a atormentarle cuando Gimli cayó. Tan sólo deseaba que Gimli despertara, y su corazón volvería a rebosar de alegría...
Entonces, como llamado por sus deseos, Gimli se movió. Estaba a punto de despertar. Lo primero que se le ocurrió a Legolas al verle volver en sí fue entonar una canción para que Gimli oyera su voz. Legolas solía cantar todas las noches, mirando la tenue luz blanca de la luna, y todas las noches Gimli se lo reprochaba, porque según decía el enano, Legolas le estorbaba con sus estúpidas canciones élficas y no le dejaba dormir.
Lirnen lassion, laurië lassion ar laurië lassi tuianer:
súrio lirnen, súrë utúlië ar súyanes olwassen.
Anar pella, Isil pella, Eärë falastanë,
ar mi Ilmarino hresta Alda laurëa ortanë.
Oiosinyëo nu eleni mi Eldamar cacálala,
mi Eldamar, Tiriono ara rambar Eldaiva.
Laurelassi lohtier andavë et olwava yénillon,
nan Alatairë pella sinomë sí Eldanier lantëar.
A Lóriendë! Sí Hrívë utúlië, Arë helda lassevalta;
lantëar lassi celumenna ar síra Sírë oar.
A Lóriendë! Fárië yéni mi Falas Sina amárien,
ar fifírula rië irícien laurëa elanarnen.
Nan ciryaron sí liruvan, quí tuluva nir cirya,
i cirya i nyë atacoluva ter Eärë allanda?
Gimli podía oír la dulce voz de su amigo cantando una melodiosa canción, la cual ya había oído muchas otras veces. No sabía lo que decía, porque no entendía el élfico, pero do todos modos le gustaba esa canción, sólo por el modo en que Legolas la cantaba. no se lo había dicho, pero le encantaba oír sus canciones por la noche. Le ayudaban a caer en el mundo de los bellos sueños.
Gimli parpadeó y despacio abrió los ojos y miró a su amigo elfo, arrodillado a su lado. Legolas dejó de cantar para sonreírle.
"Legolas..." - habló Gimli con voz débil - "Cuarenta y dos. ¡Ay! Se me ha mellado el hacha. El cuadragésimo segundo tenía un capacete de hierro... ¿Y a tí cómo te ha ido?" - Al oírle decir esas palabras Legolas sintió tremendas ganas de llorar de alegría. Pero se mantuvo sereno.
"Me has ganado por un tanto." - respondió sonriendo vigorosamente - "Pero no te celo, ¡tan contento estoy de verte recuperado!"
Gimli olvidó el hecho de que por fin había ganado al elfo, conmovido por la simpatía de Legolas. "Y yo también me alegro de verte sano y salvo, Legolas. Y debo darte las gracias; sé lo que has hecho por mí. Te debo la vida."
"No me debes nada, amigo mío. Esta ha sido mi recompensa por haberme protegido cuando caí en batalla, ¡y por haber desperdiciado tu tiempo en ayudarme cuando habrías podido acabar con más Uruck-hai!" - añadió Legolas con una risa clara. Gimli rió también.
"No importa, amigo mío. Recuperé el tiempo perdido en el patio interior de la muralla, cuando nos separamos. ¡Deberías haberlo visto! ¡Había cientos, que digo, miles de Uruck-hai para matar! Hubiera eliminado muchos más si no hubiera sido por esos dos elfos que salieron de la nada y se me llevaron a rastras al fortín..." - Gimli se extrañó al ver como las mejillas de Legolas se sonrojaban ligeramente - "¿Qué ocurre, Legolas?"
"Les ordené que vinieran a buscarte."
"¿Qué?"
"No iban a dejarme salir de Cuernavilla para ir a por tí, porque el rey Théoden me había ordenado subir a la almena. Por eso les ordené que salieran a buscarte. No podían negarse a las órdenes del príncipe del Bosque Negro." - dijo Legolas guiñándole un ojo. Gimli quedó estupefacto. Nunca antes había visto a Legolas asumiendo autoridad real; no daba órdenes, ni se llamaba a si mismo príncipe, porque odiaba todo eso. ¿Qué más sería Legolas capaz de hacer por aquellos a los que ama? Pero poco sabía Gimli que Legolas había arriesgado su propia vida cuando decidió curarle personalmente con la medicina élfica.
"Traidor." - bromeó Gimli. Legolas hizo una risita. Tras un corto silencio, Legolas volvió a hablar.
"¿Cómo te encuentras? ¿Tienes hambre? ¿Te traigo algo de comer, agua, té caliente, vino, te canto una canción? ¿Quieres más mantas, o almohadas o-"
"Está bien, sólo necesito un poco de comida y agua." - le interrumpió - "pero antes ayúdame a ponerme en pie. Necesito estirar las piernas."
Legolas le tomó por los hombros para ayudarle. Tan pronto como Gimli se incorporó, las mantas que le cubrían cayeron y entonces se percató de que no vestía nada bajo ellas.
"¡¿Qué demonios hago desnudo?!"
"Eeehh... Aragorn y yo te desnudamos para poder bañarte y curarte las heridas."
"¡¿Qué tú y Aragorn me desnudasteis y me bañasteis?!"
"Tampoco no hay porqué alarmarse tanto..."
"Dime una cosa: ¿cómo te hubieras sentido si Aragorn y yo te hubiésemos desnudado completamente y te hubiésemos bañado?"
Legolas se erguió de repente y se llevó un dedo al labios "¡Ay!" - dijo, como si acabara de recordar algo - "Acabo de recordar que Aragorn me pidió que le avisase cuando despertaras. Será mejor que me vaya. ¡Adiós!"
Tan rápido dijo Legolas aquellas palabras y salió a toda prisa de la armería, que Gimli no tuvo tiempo de detenerle. Cuando Legolas ya había salido y cerrado la puerta, oyó la voz grave del enano quejándose solo por lo ocurrido y sonrió al oírle decir también : "¡Vuelve aquí, elfo, que aun no he acabado contigo!"
Llegó el día. Por más que Aragorn, hijo de Arathorn, le hubiese dicho a Gimli que estuviese en cama un día más, él se negó rotundamente. Quiso salir fuera a estirar las piernas y ni Aragorn ni Legolas pudieron convencerle de lo contrario, así que Legolas se ofreció a acompañarle, mientras que Aragorn y Gandalf revisaban los últimos preparativos; su próximo destino era Isengard, fortaleza situada en el Paso de Rohan entre las Montañas Blancas y las Montañas Nubladas, donde reside el mago Saruman el Blanco y en cuyas cavernas subterráneas creó el temible ejército Uruck-hai.
Durante mucho tiempo Gimli y Legolas andaron, hablando alegremente entre ellos, discutiendo sus hazañas en la batalla del día anterior, y sintiendo el calor del sol de la mañana en sus mejillas. Muchos les miraron; hombres, mujeres y elfos; sorprendidos al ver tal amistad entre un elfo y un enano. Incluso algunos niños, al verlos pasear juntos - un bello elfo alto, de piel fina, ojos azules y largos y suaves cabellos rubios, y un enano que le llegaba al otro por el pecho, fornido, de piel rugosa y con una espesa y rasposa cabellera y barba marrón rojiza adornada en trenzas que le llegaban al estómago - se agarraban a las ropas de su madre y les musitaban cosas que sólo el fino oído de Legolas podía alcanzar a oír. Éste sonreía al sentir lo que los niños decían.
Gimli convenció a Legolas de que entraran a ver las Cuevas Centelleantes. Gimli, observando cada roca, estalactita y estalagmita y escuchando cada gota que caía y resonaba en el vacío, mostraba maravilla en lo ojos. Sin duda Gimli le habló de las maravillas que los enano podrían hacer allí. Con sus picos de mithril podrían hacer que las joyas y cristales brillaran con más vitalidad y belleza. Pondrían luces en cada rincón, para que así se pudiera disfrutar de las vistas de las asombrosas estalagmitas y estalactitas. Descubrirían los cristales de cuarzo blanco y rosado para exponerlos a la luz de las antorchas y que estos iluminasen con espejismo de colores gracias a sus vidrios mágicos.
"De todos modos," - dijo Legolas, su voz resonando en el eco de las cavernas - "prefiero sentarme en un bello jardín de rosas, violetas, margaritas y petunias, antes que en una fría cueva de joyas, diamantes y cristales. Sólo tendrías que ver el jardín de flores silvestres que poseo en mi hogar. Es como un sueño..."
"Para mí el poder estar aquí, contigo a mi lado, ya es un sueño." - replicó Gimli y sonriendo miró a Legolas, pero la sonrisa fue reemplazada por un rostro perturbado cuando vio que el otro estaba sumido en intranquilos pensamientos, mirándose las manos con preocupación en el rostro. - "¿Té pasa algo, Legolas?"
Legolas levantó la mirada rápidamente cuando se dio cuenta de que no había estado prestando atención al enano. "No, todo va bien, Gimli... Sólo qué..."
Cómo Legolas no siguió hablando, Gimli se inclinó más hacia él y preguntó amablemente: "¿Qué? Puedes contármelo... ¿Es que no te encuentras bien? ¿Te duele la herida? ¿Quieres que salgamos de aquí y-"
"Estoy bien, Gimli, es que..." - Legolas se aclaró la garganta y le miró fíjamente a los ojos marrones. - "Cuando caí inconsciente, en el muro, creí ver algo."
Gimli se acercó más al elfo con curiosidad. "¿Qué viste?"
"Mi vida." - dijo. Legolas comprendió por la cara que ponía el enano que éste no había entendido nada. - "Ví mi vida pasar por delante de mis ojos, Gimli. Me ví de niño, jugando en el Bosque Negro con mis amigos de la infancia. Ví a mi padre, echándome la bronca por algo que había hecho" - y al decir esto Legolas echó un risita, pero sus ojos azules seguían mostrando preocupación - "Me ví viajando hasta Rivendel, ví la formación de la Compañía, ví... Lo ví todo, ¿entiendes? Toda mi vida, pero reduciéndola a segundos."
"No tienes porqué preocuparte por eso, amigo. Sólo han sido recuerdos."
"Pero eso no es lo que me preocupa," - exclamó Legolas - "Lo que me preocupa fue lo que ví después. Me preocupa porque no lo comprendo, Gimli."
"¿Qué viste después?" - preguntó Gimli tratado de tranquilizarle.
"Fue algo muy extraño. Me ví a mí mismo, en el muro inferior, tumbado sobre los cadáveres de los Uruck-hai... No me movía y tenía los ojos abiertos, cómo si estuviera dormido. Tenía sangre en la frente, que caía por mi mejilla. Me asusté, Gimli, parecía estar flotando sobre mi cuerpo..." - Legolas hizo una pausa para echar un suspiro - "Entonces te ví llegar y tomándome en tus brazos me apartaste de la batalla, llevándome a un lugar seguro. Ví y te oí decirme cosas...pero todo a mi alrededor empezó a volverse oscuro, hasta que la batalla a nuestro alrededor desapareció sólo pude verte a tí, tomándome en tu lecho y sacudiéndome. De repente volví a mi cuerpo y me encontré sobre tus rodillas. Recuperé mis sentidos y sentí otra vez el dolor y los mareos que antes habían desaparecido... El resto, ya fue tal y como tu sabes que ocurrió."
Gimli le miraba sin decir nada, así que Legolas hizo la pregunto que le había estado quemando por dentro. "¿Qué fue eso, Gimli? ¿Qué significará?"
Gimli temió decirlo. No sabía cual sería la reacción del elfo, mas no quería dejarle en la duda. Optó por decírselo. "Lo que éso ha sido, amigo mío, es la muerte." - los pupilas de Legolas se encogieron - "Has estado muy cerca de la muerte. Incluso mucho más que yo cuando enfermé. Yo mismo sostuve tu cuerpo sin vida, cuando te encontré en el muro." - Legolas quedó en profundo silencio, meditando las palabras de Gimli. - "Ha sido una mala experiencia que tienes que olvidar." - le sonrió - "Vámonos."
Y así, Gimli y Legolas, volvieron con Gandalf y Aragorn, los miembros no perdidos de la Compañía. Su importante misión encomendada aun no había finalizado, a pesar de que la Compañía se disolvió tiempo atrás; la batalla del Abismo de Helm había terminado, la batalla por la Tierra Media no había hecho más que comenzar. Sus esperanzas residían en dos pequeños hobbits perdidos en la inmensidad.
~Fin~
The Balrog of Altena: ¡Terminado al fin! ¡Por Valar! ¡Creí que no lo acabaría nunca! Espero que el final haya sido de vuestro agrado ^_^
He echo un pequeño cambio en el comienzo del primer capítulo de éste fic y en la conversación que mantienen Legolas y Gimli antes de la llegada de Haldir en el primer capítulo también. Por favor, leedlo y decidme si debo dejarlo como estaba antes.
¡Muchas gracias por vuestros reviews!
CARMENCHU: ¿Pobre Legolas dices? Bueno sí, pobrecito, ¿pero y Gimli qué? ¡Pobre Gimli no te preocupas por él ja ja! ^_^ Je je pues no tengo la peli bajada de internet, pero sí que encontré muchas cosas útiles!
Tengo muchas ganas de escribir el fic de toda la Compañía, pero por votación primero escribiré la de Gollum, Frodo y Sam (aunque aun no tengo ni idea de qué escribir *¡¡ayudaaaaa!!*)
Oh! Te entiendo perfectamente, yo también necesito a veces pastillas anti-gollum, cuando mis amigos intentan cogerme el Anillo Único que me regaló mi hermano (y lo llevo todo el dia colgado del cuello) Yo les digo "¡Ssssssuciosss ladronesss!" y ellos me responden "Mi tessssoro" ja ja ^_^ es que Gollum mola un montón!
Inwon Derland: ¡Gracias por tu review! Escribiré las tres hisorias, claro, pero por votación el orden será el siguiente: 1) el de Frodo, Sam y Gollum, 2) el de toda la Compañía, 3) el de Aragorn, Legolas, Gimli y Saruman. ¡Lo siento! vas a tener que esperar para leer la que has votado. ¿Pero me vas a ayudar a elegir un título para el fic que has votado, verdad? ^_^ Puedes elegir entre estos dos: 1) La Amenaza del Mago Blanco 2) El Viejo Anciano Encapuchado.
¡Oh! Y gracias por el review que me dejaste en mi otro fic. Sí, me he leído El Hobbit, pero eso de que tengo buenos conocimientos de élfico no te lo creas porque todo lo he encontrado por internet ^_^ Tienes razón en eso de que tardan demasiado poco en llegar al Bosque Negro, pero no quería retrasarles, así que pensé que no pasaría nada por acortar el camino ^_^!! Me alegro de que te gustara mi visión de el Legolas no perfecto, porque la verdad es que ya estoy cansada de leer fics donde Legolas es el mejor y el más guapo (a mi no me parece guapo, la verdad. ¡Los guapos son Aragorn, Boromir, Éomer y Frodo! ¡Mi Aragorn es el mejor! Je je) A demás, en el libro Legolas me parece un poco gay (sin ofender)...ya sabes: "¡Ay! ¡Ay! ¡Un Balrog! ¡Ha venido un Balrog!" ja ja ¡menos mal que no lo pusieron tan mariola en la peli!
Lothluin: ¡Me alegro de que mi historia te guste! Escribiría una de larga, pero ahora prefiero seguir con los de 'Las Aventuras de la Compañía' y a demás ya tengo empezada una historia muy larga que quiero terminar. Se titula 'La Leyenda de Zelda: El Oráculo de la Muerte' y trata sobre los personajes del videojuego 'La leyenda de Zelda' y otros que yo misma me he inventado.
Creo que te van a gustar las tres pox. historias porque lo que escribiré no aparece ni en el libro ni en la peli; sobre todo el que escribiré sobre toda la Compañía unida, donde aparecerá al menos un personaje nuevo.
Anariel: ¡Aiya! ^_^ No quiero decirte que no a eso de la historia larga, la verdad es que me gustaría escribir una historia muuuuy larga sobre, por ejemplo, Legolas y Gimli viviendo juntos aventuras y marchando de los Puertos Grises, o por ejemplo sobre la vida de Smeagol (su juventud, como su amigo encontró el anillo y él le mató, como le hecharon de casa, se convierte en Gollum y lo que viene luego ^.~), o una sobre la vida de Frodo al ser adoptado por su tío Bilbo. Pero por ahora no puedo escribir nada de eso, porque ya tengo una de larga empezada (no de ESDLA) y quiero terminarla.
Mi porx. fic será el de Gollum, Frodo y Sam, ¡pero tengo un problema! De los tres que tengo que escribir (hasta que se me ocurran más) éste es el único del que no tengo idea de que hacer. No se que hacer con Gollum, Frodo y Sam para que sea interesante. Creo que éste va a ser un fic muy corto ;_; ¡Ya tengo ganas de escribir el de toda la Compañía!
Choichi: ^_^ pues ya ves, no he matado a Legolas je je ¡Espero que mi fic te haya gustado!
Evan: ¿Qué te ha parecido? ¡Me encanta intrigar a la gente! MUAJAJAJAJA ¡Gracias por tu review!
Dinadan Feasin: ¡Gracias por leer mi fic, lo aprecio de veras!
**-¡Cuarenta y dos, Maese Legolas! -gritó-. ¡Ay! ¡Se me ha mellado el
hacha! El cuadragésimo segundo tenía un capacete de hierro. ¿Y a ti
cómo te ha ido?
-Me has ganado por un tanto -respondió Legolas-. Pero no te celo, ¡tan
contento estoy de verte todavía en pie!**
JRR Tolkien -El Señor de los Anillos: Las Dos Torres
* Le anta kaim, mellon nin = Necesitas dormir, amigo mio.
* Le anta yulna en alu? = ¿Quieres un poco de agua?
