Disculpen mi ignorancia pero creo que debí poner esto en el primer
capitulo:
Inuyasha y Compañía no es mío, pero lo que yo piense o sueñe es otra cosa.
Quiero dar las gracias a Sakura Kinomoto, no sabes como me has alentado
RENCUENTROS
Tercer Capitulo
Kagome despertó sobresaltada, su habitación estaba a oscura a excepción de la luz de la luna que se filtraba por su ventana, una mano tapaba su boca impidiéndole gritar y en la oscuridad distinguía unos ojos color ámbar .
-Inuyasha, que haces aquí?- pregunto mientras se sentaba en su cama y lo miraba atónita, presintiendo que solo era un sueño del que no quería despertar.
-Agregando otra vergüenza a mi decaído honor- fue la amarga respuesta que le escucho decir.
Kagome encendió la lampara de su velador, la tenue y blanquecina luz, le permitió contemplarlo y comprendió que este mes de distancia tampoco había tratado bien a Inuyasha, pero fue sus ojos lo que más le impactaron, había tanta pena, que toda la rabia que sentía por él se desvaneció como si nunca hubiera existido.
-Inuyasha, a que has venido- su voz sonó sincera y tranquila, suavizando el pánico del joven hanyou.
Inuyasha se sentó a los pies de la cama contemplándola, su voz era una caricia a su angustiada alma, además significaba que ella estaba dispuesta a escuchar y sabia que había llegado el momento de hablar.
-Se que acabo de romper una promesa, no debía estar aquí, pero tenia que verte, hablarte, explicarte, hacerte entender- y sus palabras se atragantaban, su voz se moría en su garganta, su equilibrio le fallaba sintiendo que se caía a un pozo profundo, cuando sintió la mano de Kagome como una suave caricia en su brazo, que lo alentaba a seguir.
-Tranquilo, estoy aquí para escucharte- y la sonrisa que recibió el joven hanyou por unos momento lo transporto a la única época en que había sido feliz, cuando al ser rechazado y maltratado por lo aldeanos siempre encontraba consuelo en los dulces brazos de su madre, y este recuerdo lo sintió como un presagio de esperanza.
-Kagome, te quiero, se que no me porte bien contigo, es cierto, yo amé a Kikyo, reconozco que todavía siento algo por ella, pero ese sentimiento no se iguala con la angustia que sentir al perderte, y escúchame bien- y su voz sonaba extremadamente segura y su mirada traslucía calma y cariño- solo a ti te escogí como compañera, solo contigo hice el rito de unión.
Inuyasha se acercaba gateando lentamente a la joven, mientras ella se sentía hipnotizada con esos destellos de color ámbar.
-Kagome recuerdas cuando te abrace al terminar- y la muchacha dio las gracias de estar en penumbras en su habitación porque sentía que se incendiaba -te abrace, llore y susurre tu nombre al terminar, eso no es una mentira y no lo puedes negar- y respiro profundamente para poder dar un poco de aire a sus pulmones.
-El no tenerte a mi lado en estas semanas ha sido suficiente castigo. Se que no puedo presionar las cosas, en definitiva es tu decisión- le escucho decir mientras se lanzaba por la ventana, y corría por el jardín, girando su cabeza para oler rogando que no fuera la ultima vez el aroma de su amada.
Kagome estaba en su cama con su cabeza como torbellino, la verdad que esa situación la había dejado en extremo cansada y tratando de recordar palabra por palabra lo que el joven le digiera rápidamente el sueño la invadió.
Kagome se despertó cuando ya había amanecido hace algunas horas, y escondió su cabeza entre las sabana, la verdad es que había tenido un dulce sueño, no era justo tener que despertarse, pero debía levantarse sino no llegaría a la escuela.
-AHHHHHHHHHHHHHHHHH- se escucho por toda la casa, mientras fuertes pisadas se sentían por todo el pasillo y que frenaban bruscamente en la puesta de la habitación de Kagome.
El ultimo en llegar fue el abuelo y miro con extrañeza a su hija y nieto, de verdad no entendía nada, lo que había escuchado era un horrible alarido, y ahora veía a su nieta saltando desde los brazos de su madre a los de su hermano, gritando de alegría. Y silenciosamente se alejo pensando seriamente que algo había contaminado a su familia convirtiéndoles en un montón de maniáticos.
Una madre contemplaba a una hija que corría en dirección a su nueva vida e independiente de la pena que sentía por su partida sabia que su niña estaría bien.
Kagome se paro en la puerta del pozo, y miro a su madre, la casa donde se había criado, y se despidió de todos ellos lanzando un beso, mientras apretaba fuertemente el collar de los fragmentos de la perla que Inuyasha había dejado la noche anterior en su velador, dándole a entender que ahora toda la decisión estaba en sus manos y sin dudarlo un momento salto hacia el futuro que le esperaba.
-Kagome, regresaste...- grito Shippo, siendo el primero en reaccionar al ver en la lejanía la figura de la muchacha y sin esperar a los demás se hecho a correr para abrazarla, vio los hermosos ojos de Sango que la abrazaba y besarla con felicidad, se encontró con los risueños ojos de Miroku, a quien saludo cariñosamente tratando de mantener cierta distancia. De golpe su corazón empezó a latir violentamente, lentamente se giro sintiendo que se ahogaba, y vio a Inuyasha, y en ese momento se sintió como una tonta, no sabia como acercarse a él, que decirle y se dio cuenta que no sabia como enfrentar esta situación, cuando unos labios hambrientos y apasionados interrumpieron sus pensamientos, mientras un remolino se sensaciones la embargaban al sentir el cuerpo del joven hanyou junto al suyo y dándose cuenta que era besada sin vergüenza frente a los demás.
La reacción de Inuyasha había dejado desencajados a más de una persona, Sango se restregaba una y otra vez los ojos sin entender nada de lo que sucedía, Shippo se cayo de la impresión y estaba tratando de ver lo que sucedía escapando del sobreprotector de Miroku, la anciana Kaede sonreía, la reacción de Inuyasha la había conmovido en extremo (recordando además lo insufrible que había estado Inuyasha las semanas anteriores), y Miroku, Miroku solo recordaba la conversación sostenida con Inuyasha unos días atrás.
Flash -Inuyasha, creo que debemos hablar- y se sobresalto al escuchar la voz del monje y vio a Miroku que lo miraba seriamente- esto no puede continuar, no te hace bien a ti, a Kagome o ninguno de nosotros-
-Miroku, la verdad es que no estoy de humor para hablar contigo ni para escuchar ninguna de tus idioteces- le responde hoscamente, mientras sigue caminando, cuando una mano como una garra lo gira bruscamente.
-Pero ahora me vas a escuchar...- dice el monje
-Cómo te atreves, insolente, recuerda que solo eres un humano y si quisiera te destrozaría en este mismo lugar- susurra, con su voz vibrando de rabia y tomando amenazadoramente su colmillo.
Miroku mira al joven hanyou y se da cuenta de su error, el joven Inuyasha, piensa, es una persona solitaria no acostumbrada a expresar lo que siente, frágil e inestable dado su actual condición y sabe que un paso en falso y podría traer su propia perdición y calmadamente se sentó.
-Inuyasha, con esa actitud solo lograras que nos maten a todos- e Inuyasha se descolocó completamente no esperaba ese rumbo en la conversación y silenciosamente se sentó al lado del monje, la verdad es que si necesita un amigo, o lo más parecido posible a eso, nunca tuvo un padre a su lado, de su medio hermano solo ha tenido odio y dolor, ha vivido desde niño solo protegiéndose de todo el mundo, no era algo fácil para él confiar en alguien.
-Inuyasha, no me quiero entrometer entre tu y Kagome, pero con esta situación solo lograras que algunos de nuestros aliados muera, y sabes que no soy lo suficientemente fuerte para enfrentarme a todos estas bestias y más si saben que andas como alma en pena-.
Inuyasha de verdad se sintió agredido, pero sabia que el monje tenia razón, aunque no había sido su intención había tomado cariño a su grupo, como si fuera su manada, y solo pensar en el dolor que le produciría a Kagome que alguno de ellos muriera lo hacia sentirse responsable de la protección de todos ellos. De verdad no podía molestarse con Miroku, seria un monje libidinoso, pero era sabio y el único con cabeza en el grupo, eso si que había que reconócelo.
-Hice algo torpe..- dijo Inuyasha en un susurro, que Miroku casi no pudo escuchar, pero sabia que debía esperar que el otro volviera a hablar -... y de verdad lastime a Kagome, pero en ese momento no me importaba nada, solo quería estar con ella, sentir su piel, acariciarla.- y simplemente se callo profundamente sonrojado, era bastante vergonzoso tener que hablar de cosas tan intimas con una persona y dejar en tal evidencia su afecto por la joven -..y como soy un estúpido, todo en ese momento se me confundio y la lastime, ella no me quiere ver más.
Pasaron unos tensos y largos minutos.
-La dañaste...- y la voz del monje sonó filosa y dura.
-No Miroku, te lo juro, la trate con cuidado, pero en mi caso mis palabras dañan más que mis actos.
-Kikyo.- solo dijo el monje e Inuyasha asintió si atreverse a levantar su cabeza.
-Por qué viajas todas las noches?- pregunto haciéndose el inocente el Monje.
-Por qué viajo? Porque necesito sentirla cerca, porque aunque me impuso esa cruel promesa no puedo dejar de pensar en ella, porque aunque el dolor de tener que dejarla es insoportable, esos son los únicos momentos que soy feliz...- e Inuyasha miro asombrado al monje mientras este se levantaba y se iba, dejándolo solo y avergonzado.
-Creo que esta todo claro, ve a buscar a tu mujer- le dijo el monje mientras se iba sonriendo. Flash
Han pasado algunos meses y sobre la colina se ve la figura de dos mujeres que con ansiedad observa el horizonte cuando en sus rostros fatigados se expresa la más infinita felicidad, mientras que la más pequeña hace señales a una caravana que avanza a lo lejos.
Kagome esta feliz, siente que nada a cambiado, Inuyasha persigue a un más alto Shippo que escapa de él insultándolo, a su derecha escucha un fuerte golpe dado a un descarado monje que nuevamente se sobrepaso con la mujer menos indicada ( pero no por eso la más adecuada ) y siente como la abrazan por la espalda mientras siente unos suaves labios en su cuello.
-Kagome..- y los ojos que la observan la dejan sin aliento, presintiendo que debe reaccionar o podría pasar una tremenda vergüenza -...hueles distinto- y en esa mirada hay un dejo de inquietud, cuando una hermosa sonrisa le da entender que el joven ya ha comprendido -...es cierto, los dioses me concedieron una nueva oportunidad -.
FIN
Espero que les haya gustado, solo les pido que dejen sus reviews para saber como estuvo.
Quiero dar las gracias a Sakura Kinomoto, no sabes como me has alentado
RENCUENTROS
Tercer Capitulo
Kagome despertó sobresaltada, su habitación estaba a oscura a excepción de la luz de la luna que se filtraba por su ventana, una mano tapaba su boca impidiéndole gritar y en la oscuridad distinguía unos ojos color ámbar .
-Inuyasha, que haces aquí?- pregunto mientras se sentaba en su cama y lo miraba atónita, presintiendo que solo era un sueño del que no quería despertar.
-Agregando otra vergüenza a mi decaído honor- fue la amarga respuesta que le escucho decir.
Kagome encendió la lampara de su velador, la tenue y blanquecina luz, le permitió contemplarlo y comprendió que este mes de distancia tampoco había tratado bien a Inuyasha, pero fue sus ojos lo que más le impactaron, había tanta pena, que toda la rabia que sentía por él se desvaneció como si nunca hubiera existido.
-Inuyasha, a que has venido- su voz sonó sincera y tranquila, suavizando el pánico del joven hanyou.
Inuyasha se sentó a los pies de la cama contemplándola, su voz era una caricia a su angustiada alma, además significaba que ella estaba dispuesta a escuchar y sabia que había llegado el momento de hablar.
-Se que acabo de romper una promesa, no debía estar aquí, pero tenia que verte, hablarte, explicarte, hacerte entender- y sus palabras se atragantaban, su voz se moría en su garganta, su equilibrio le fallaba sintiendo que se caía a un pozo profundo, cuando sintió la mano de Kagome como una suave caricia en su brazo, que lo alentaba a seguir.
-Tranquilo, estoy aquí para escucharte- y la sonrisa que recibió el joven hanyou por unos momento lo transporto a la única época en que había sido feliz, cuando al ser rechazado y maltratado por lo aldeanos siempre encontraba consuelo en los dulces brazos de su madre, y este recuerdo lo sintió como un presagio de esperanza.
-Kagome, te quiero, se que no me porte bien contigo, es cierto, yo amé a Kikyo, reconozco que todavía siento algo por ella, pero ese sentimiento no se iguala con la angustia que sentir al perderte, y escúchame bien- y su voz sonaba extremadamente segura y su mirada traslucía calma y cariño- solo a ti te escogí como compañera, solo contigo hice el rito de unión.
Inuyasha se acercaba gateando lentamente a la joven, mientras ella se sentía hipnotizada con esos destellos de color ámbar.
-Kagome recuerdas cuando te abrace al terminar- y la muchacha dio las gracias de estar en penumbras en su habitación porque sentía que se incendiaba -te abrace, llore y susurre tu nombre al terminar, eso no es una mentira y no lo puedes negar- y respiro profundamente para poder dar un poco de aire a sus pulmones.
-El no tenerte a mi lado en estas semanas ha sido suficiente castigo. Se que no puedo presionar las cosas, en definitiva es tu decisión- le escucho decir mientras se lanzaba por la ventana, y corría por el jardín, girando su cabeza para oler rogando que no fuera la ultima vez el aroma de su amada.
Kagome estaba en su cama con su cabeza como torbellino, la verdad que esa situación la había dejado en extremo cansada y tratando de recordar palabra por palabra lo que el joven le digiera rápidamente el sueño la invadió.
Kagome se despertó cuando ya había amanecido hace algunas horas, y escondió su cabeza entre las sabana, la verdad es que había tenido un dulce sueño, no era justo tener que despertarse, pero debía levantarse sino no llegaría a la escuela.
-AHHHHHHHHHHHHHHHHH- se escucho por toda la casa, mientras fuertes pisadas se sentían por todo el pasillo y que frenaban bruscamente en la puesta de la habitación de Kagome.
El ultimo en llegar fue el abuelo y miro con extrañeza a su hija y nieto, de verdad no entendía nada, lo que había escuchado era un horrible alarido, y ahora veía a su nieta saltando desde los brazos de su madre a los de su hermano, gritando de alegría. Y silenciosamente se alejo pensando seriamente que algo había contaminado a su familia convirtiéndoles en un montón de maniáticos.
Una madre contemplaba a una hija que corría en dirección a su nueva vida e independiente de la pena que sentía por su partida sabia que su niña estaría bien.
Kagome se paro en la puerta del pozo, y miro a su madre, la casa donde se había criado, y se despidió de todos ellos lanzando un beso, mientras apretaba fuertemente el collar de los fragmentos de la perla que Inuyasha había dejado la noche anterior en su velador, dándole a entender que ahora toda la decisión estaba en sus manos y sin dudarlo un momento salto hacia el futuro que le esperaba.
-Kagome, regresaste...- grito Shippo, siendo el primero en reaccionar al ver en la lejanía la figura de la muchacha y sin esperar a los demás se hecho a correr para abrazarla, vio los hermosos ojos de Sango que la abrazaba y besarla con felicidad, se encontró con los risueños ojos de Miroku, a quien saludo cariñosamente tratando de mantener cierta distancia. De golpe su corazón empezó a latir violentamente, lentamente se giro sintiendo que se ahogaba, y vio a Inuyasha, y en ese momento se sintió como una tonta, no sabia como acercarse a él, que decirle y se dio cuenta que no sabia como enfrentar esta situación, cuando unos labios hambrientos y apasionados interrumpieron sus pensamientos, mientras un remolino se sensaciones la embargaban al sentir el cuerpo del joven hanyou junto al suyo y dándose cuenta que era besada sin vergüenza frente a los demás.
La reacción de Inuyasha había dejado desencajados a más de una persona, Sango se restregaba una y otra vez los ojos sin entender nada de lo que sucedía, Shippo se cayo de la impresión y estaba tratando de ver lo que sucedía escapando del sobreprotector de Miroku, la anciana Kaede sonreía, la reacción de Inuyasha la había conmovido en extremo (recordando además lo insufrible que había estado Inuyasha las semanas anteriores), y Miroku, Miroku solo recordaba la conversación sostenida con Inuyasha unos días atrás.
Flash -Inuyasha, creo que debemos hablar- y se sobresalto al escuchar la voz del monje y vio a Miroku que lo miraba seriamente- esto no puede continuar, no te hace bien a ti, a Kagome o ninguno de nosotros-
-Miroku, la verdad es que no estoy de humor para hablar contigo ni para escuchar ninguna de tus idioteces- le responde hoscamente, mientras sigue caminando, cuando una mano como una garra lo gira bruscamente.
-Pero ahora me vas a escuchar...- dice el monje
-Cómo te atreves, insolente, recuerda que solo eres un humano y si quisiera te destrozaría en este mismo lugar- susurra, con su voz vibrando de rabia y tomando amenazadoramente su colmillo.
Miroku mira al joven hanyou y se da cuenta de su error, el joven Inuyasha, piensa, es una persona solitaria no acostumbrada a expresar lo que siente, frágil e inestable dado su actual condición y sabe que un paso en falso y podría traer su propia perdición y calmadamente se sentó.
-Inuyasha, con esa actitud solo lograras que nos maten a todos- e Inuyasha se descolocó completamente no esperaba ese rumbo en la conversación y silenciosamente se sentó al lado del monje, la verdad es que si necesita un amigo, o lo más parecido posible a eso, nunca tuvo un padre a su lado, de su medio hermano solo ha tenido odio y dolor, ha vivido desde niño solo protegiéndose de todo el mundo, no era algo fácil para él confiar en alguien.
-Inuyasha, no me quiero entrometer entre tu y Kagome, pero con esta situación solo lograras que algunos de nuestros aliados muera, y sabes que no soy lo suficientemente fuerte para enfrentarme a todos estas bestias y más si saben que andas como alma en pena-.
Inuyasha de verdad se sintió agredido, pero sabia que el monje tenia razón, aunque no había sido su intención había tomado cariño a su grupo, como si fuera su manada, y solo pensar en el dolor que le produciría a Kagome que alguno de ellos muriera lo hacia sentirse responsable de la protección de todos ellos. De verdad no podía molestarse con Miroku, seria un monje libidinoso, pero era sabio y el único con cabeza en el grupo, eso si que había que reconócelo.
-Hice algo torpe..- dijo Inuyasha en un susurro, que Miroku casi no pudo escuchar, pero sabia que debía esperar que el otro volviera a hablar -... y de verdad lastime a Kagome, pero en ese momento no me importaba nada, solo quería estar con ella, sentir su piel, acariciarla.- y simplemente se callo profundamente sonrojado, era bastante vergonzoso tener que hablar de cosas tan intimas con una persona y dejar en tal evidencia su afecto por la joven -..y como soy un estúpido, todo en ese momento se me confundio y la lastime, ella no me quiere ver más.
Pasaron unos tensos y largos minutos.
-La dañaste...- y la voz del monje sonó filosa y dura.
-No Miroku, te lo juro, la trate con cuidado, pero en mi caso mis palabras dañan más que mis actos.
-Kikyo.- solo dijo el monje e Inuyasha asintió si atreverse a levantar su cabeza.
-Por qué viajas todas las noches?- pregunto haciéndose el inocente el Monje.
-Por qué viajo? Porque necesito sentirla cerca, porque aunque me impuso esa cruel promesa no puedo dejar de pensar en ella, porque aunque el dolor de tener que dejarla es insoportable, esos son los únicos momentos que soy feliz...- e Inuyasha miro asombrado al monje mientras este se levantaba y se iba, dejándolo solo y avergonzado.
-Creo que esta todo claro, ve a buscar a tu mujer- le dijo el monje mientras se iba sonriendo. Flash
Han pasado algunos meses y sobre la colina se ve la figura de dos mujeres que con ansiedad observa el horizonte cuando en sus rostros fatigados se expresa la más infinita felicidad, mientras que la más pequeña hace señales a una caravana que avanza a lo lejos.
Kagome esta feliz, siente que nada a cambiado, Inuyasha persigue a un más alto Shippo que escapa de él insultándolo, a su derecha escucha un fuerte golpe dado a un descarado monje que nuevamente se sobrepaso con la mujer menos indicada ( pero no por eso la más adecuada ) y siente como la abrazan por la espalda mientras siente unos suaves labios en su cuello.
-Kagome..- y los ojos que la observan la dejan sin aliento, presintiendo que debe reaccionar o podría pasar una tremenda vergüenza -...hueles distinto- y en esa mirada hay un dejo de inquietud, cuando una hermosa sonrisa le da entender que el joven ya ha comprendido -...es cierto, los dioses me concedieron una nueva oportunidad -.
FIN
Espero que les haya gustado, solo les pido que dejen sus reviews para saber como estuvo.
