CAPÍTULO 2: EL CHICO CHINO

Miraba fijamente la pantalla del portátil mientras hablaba por el móvil. Llevaba toda la tarde trabajando en lo mismo y estar tanto tiempo con las gafas puestas le estaba cansando la vista.

- Bueno, si no puede ser hoy lo quiero mañana en  mi despacho lo antes posible, ¿de acuerdo? Hasta mañana – dijo el muchacho colgando el teléfono. Miró de nuevo la pantalla del ordenador y se acercó a él para guardar el archivo en el que estaba trabajando y apagar el aparato. Acto seguido se dejó caer resoplando en el respaldo del mullido sofá donde estaba sentado. Tras acomodarse se quitó las gafas y las dejó en el lugar donde antes estaba el mando de la gran televisión que tenía enfrente. Con él en la mano comenzó a cambiar por todos los canales que había, pero ninguno lograba atraer su atención.

A la vez que un gran bostezo se dejaba escapar de su boca, un hombre con bigote entró en la sala.

- Se le ve cansado señor – dijo desde el umbral de la puerta mientras hacía una leve reverencia.

- Hoy me he pasado todo el día trabajando – contestó el muchacho mientras se frotaba los ojos con las manos.

- ¿Desea que le traiga algo?

- Me gustaría un whisky o un balleys, por favor – le pidió el muchacho mientras tapaba con la mano otro gran bostezo.

- Mejor que sea un refresco, – dijo el hombre a lo que el muchacho le miró confundido mientras levantaba una ceja, pero el otro sólo comentó mirando el jardín a través de la ventana que se encontraba detrás del muchacho – su madre y la señorita Tomoe acaban de llegar.

El muchacho se dio la vuelta y comprobó que, efectivamente, una lujosa limusina negra estaba estacionada enfrente de la puerta principal. De ella estaban bajando dos bellas mujeres morenas, una más joven que la otra. El muchacho volvió a darse la vuelta hacia el hombre y con una sonrisa le dijo:

- Gracias Wei, que sea un refresco – el hombre sólo sonrió y con otra leve inclinación se retiró. El muchacho se levantó y se dirigió a la puerta principal para dar la bienvenida a las dos mujeres. Cuando llegó al vestíbulo de la gran casa, las dos mujeres ya se encontraban en él. Unos cuantos sirvientes aparecieron de repente caminando hacia el coche, con intención de coger el equipaje de la madre del muchacho.

- Ping – llamó la mujer. El aludido se dio la vuelta.

- ¿Qué desea señora? – dijo el muchacho con una leve inclinación.

- Por favor, recoged el equipaje de Tomoe – dijo la mujer mirando a la sorprendida muchacha.

- Sí señora – dijo el muchacho con otra inclinación y acto seguido se retiró hacia el coche.

- Gracias señora Li, pero no hace falta, de veras – se excusó la muchacha.

- Llámame Iera. Es tarde, será mejor que pases la noche aquí – luego se dio la vuelta y vio a su hijo apoyado en una de las paredes y con una sonrisa se dirigió hacia él.

- Bienvenidas – dijo el muchacho también acercándose a la mujer. Cuando la tuvo enfrente de él inclinó levemente la cabeza y le dio dos besos en la cara. Después se dirigió a la otra muchacha y le dio otros dos besos – Decidme, ¿qué tal os ha ido el viaje?

- Muy bien, pero en estos momentos yo estoy muy cansada como para comenzar una charla – comentó la mujer mientras se volvía hacia los dos muchachos que tenía detrás de ella. Acto seguido comenzó a caminar hacia las escaleras mientras decía – Voy a mi habitación, mañana hablamos ¿de acuerdo?

- ¿Te encuentras bien? ¿Quieres que te acompañe hasta la habitación? – preguntó el muchacho preocupado.

- Sí, sólo estoy cansada. No te molestes – le contestó la mujer quien ya estaba subiendo las escaleras.

- De acuerdo. ¡Que descanses! – comentó el muchacho.

- Buenas noches – corroboró la muchacha. Cuando la vieron desaparecer el muchacho pasó un brazo alrededor de los hombros de Tomoe mientras ella le cogía de la cintura y juntos comenzaron a caminar hacia el comedor de la casa. Cuando estaban entrando apareció Wei con una bandeja y el refresco:

- Aquí tiene señor – le ofreció al muchacho – Bienvenida señorita Tomoe. ¿Desea cenar algo?

- Gracias Wei. La verdad es que estoy un poco hambrienta.

- De acuerdo señorita, mandaré que le preparen el comedor – dijo el hombre mientras se retiraba.

- No Wei, no te molestes, puedo comer en la cocina – dijo la muchacha con una sonrisa y con una mirada que no permitieron ninguna objeción. Después le quitó el refresco sin empezar al muchacho y siguieron caminando hacia la cocina, esta vez, acompañados por el mayordomo de la familia. Cuando llegaron todos los sirvientes que se encontraban allí les saludaron alegremente. Con ellos y con Meiling, la prima del muchacho, eran con los únicos con los que se podían tomar un poco de confianza.

Los muchachos se sentaron en la alargada mesa del centro, donde se solían preparar las comidas, e inmediatamente los sirvientes comenzaron a servir a la muchacha. Después de que todo estuviese dispuesto el muchacho se volvió a levantar y se dirigió, con un vaso, al armario de los licores.

- Señor, ¿y el refresco? – dijo Wei mientras veía como el muchacho se servía su ansiada copa de whisky. Éste sólo señaló con el vaso hacia la muchacha y cuando el hombre miró, ésta le enseño el vaso con una sonrisa. – No te preocupes Wei, mi madre ya se ha ido a dormir.

- Perdona Wei, ¿puedo hablar un momento contigo? – dijo la madre del muchacho apareciendo de repente por la puerta. El muchacho abrió los ojos de par en par, pero con un rápido movimiento deslizó el vaso hasta dejarlo escondido detrás de unos cuantos cacharros. La mujer miró al muchacho que sólo sonrió y después se dirigió a la muchacha – ¿Cómo es que estás comiendo aquí?

- Oh, lo he pedido yo, no se preocupe. No hacía falta que se molestasen – contestó la muchacha mientras Wei pasaba por su lado, mirando de reojo al muchacho, para llegar donde su señora.

- Como quieras – dijo con una sonrisa y dirigiéndose a todos se despidió – Buenas noches.

Todos contestaron lo mismo con una leve inclinación pero cuando Iera y Wei dejaron la habitación, los sirvientes y la muchacha hacían grandes esfuerzos por no estallar en una carcajada mientras miraban al muchacho. Éste estaba con las manos en la cabeza revolviéndose el pelo mientras se mordía el labio inferior y paseaba la mirada por todos los que se encontraban en la sala. Cuando ya no oyó el eco de los pasos alejándose se dirigió a la puerta y se asomó. Una vez hubo comprobado que se habían ido volvió a donde había dejado el vaso de whisky y suspiró.

- Por qué poco ¿eh? – dijo tomando el primer trago.

- Lo ves, no debes beber. Me gustaría ver la cara el día que tu madre te pille Shaoran – dijo una mujer gordita y baja, pero muy amable, que llevaba cuidándole desde que era un bebé.

- Su Ying, Su Ying, Su Ying... – dijo el muchacho pasando el brazo alrededor de los hombros de la mujer. Todos rieron, siempre hacía lo mismo cuando no sabía que decir. La mujer le miraba con una media sonrisa en su cara y con las cejas levantadas, muy atenta a lo que el muchacho iba a decir - Su Ying, ¿cómo explicártelo?

- Cuidado Su Ying, son sus nuevas tácticas para ligar – dijo Tomoe riendo. El muchacho se llevó un dedo a los labios, con una cara muy cómica, pidiendo silencio. Luego cogió por los hombros a la mujer y después de un momento de expectación, mirándola a los ojos le dijo:

- ¿Quieres un poco? – todos rieron, incluso él. La mujer puso los ojos en blanco y dándole un leve empujoncito se deshizo de él.

- El día que te pille tu madre me voy a reír a carcajada limpia – dijo la mujer intentando parecer enfadada, pero la expresión de su cara la delataba.

- Todos nos vamos a reír, excepto su madre y él – comentó Tomoe con una sonrisa. – No quiero que le des ese susto a tu madre. Es muy amable con todo el mundo y no se merece eso. Ver a su hijo, el perfecto caballero, convertido en un alcohólico.

- Oye guapa tampoco te pases, – dijo riendo el muchacho ante la exageración de la muchacha – habla como si me pasara todo el día bebiendo y ésta es la primera copa que pruebo en toda la semana. Además ayuda a hacer la digestión – dijo Shaoran con una mueca porque dudaba mucho de lo que acababa de decir.

- Pues no será de lo que has cenado hoy ¿no crees? – dijo la mujer disgustada. Ella y el resto del mundo tenían una idea un poco diferente de cuánto se debía tomar en una comida – No sé como puedes ligar con lo escurrimiziado que estás.

- Pero bueno, no me voy a poner como la vaca esa que está comiendo ahí – dijo Shaoran señalando a la muchacha que se encontraba en la mesa quien en ese momento dejó de llevarse un trozo del pastel del postre a la boca. Evidentemente sólo quería molestarla porque la muchacha tenía un cuerpo perfecto.

- Gracias hombre – dijo Tomoe dejando el tenedor y el trozo de pastel en el plato, siguiéndole el juego. – Pero qué amable eres – se dirigió al muchacho y después a los demás, en especial a Su Ying – Ya no quiero más, muchas gracias.

- Muchachita, tú no hagas caso a esta cosa con patas – dijo señalando al muchacho – y sigue comiendo. No le creas nada de lo que ha dicho, porque tienes un cuerpo perfecto.

- Oh sí – dijo el servicio masculino que se encontraba en aquel momento en la cocina. Acto seguido se sonrojaron al darse cuenta de lo que habían hecho.

- Causas furor – comentó Shaoran con una sonrisa en el rostro y una ceja levantada, mientras señalaba a los muchachos. La muchacha se rió mientras miraba de reojo al muchacho y después se dirigió a Su Ying:

- Muchas gracias, de veras, pero no tengo más hambre. No es por lo que el estúpido ese diga, ya que casi nunca le hago caso, sino porque ya estoy llena.

- Como quieras – le dijo decepcionada la mujer mientras retiraba las cosas de la mesa – Bueno, ahora a la cama, que mañana tú tienes que ir a la universidad y tú, señorito, a trabajar – y acto seguido también le quito al muchacho el vaso, todavía sin acabar, de whisky. El muchacho vio sorprendido cómo se alejaba la mujer con los platos hacia el fregadero y luego miró a la muchacha encogiéndose de hombros.

- Por cierto, ¿está preparada su habitación? – preguntó el muchacho a Su Ying y luego dirigiéndose a Tomoe dijo – Porque sino puedes dormir conmigo, a mí no me importa.

- Sí, está lista – dijo la mujer acercándose mientras todo los demás ponían los ojos en blanco.

- Muchas gracias – dijo el muchacho mientras se daba la vuelta pero a medio camino volvió a donde se encontraba la mujer y con una gran sonrisa le dio un abrazo – Hasta mañana. Tú también puedes venir a dormir si quieres, a ver si te vas a poner celosa porque no te he invitado. Ya sabes que tú siempre eres bienvenida.

Todos allí rieron mientras veían como se alejaba el muchacho. Éste al pasar por el lado de Tomoe dijo:

- Oye que aunque tengas la habitación preparada te puedes venir a dormir a mi habitación.

- Sí, consideraré tu propuesta – le contestó la muchacha en el mismo tono burlón mientras salía de la cocina.

- Así me gustan a mí las mujeres – dijo el muchacho a los sirvientes con una ceja levantada y estos sólo sonrieron al verle salir de la cocina detrás de la muchacha. La alcanzó cuando ya estaba subiendo las escaleras en dirección a la habitación.

- Bueno, entonces dime, ¿cómo fue el negocio en París? – preguntó ansioso el muchacho. La muchacha le miró cansada:

- ¿Sabes que los franceses son muy guapos? – dijo con una sonrisa evadiendo la pregunta. Shaoran, con una mirada de desconfianza, le preguntó mientras le tocaba la barriga:

- ¿No me habrás puesto los cuernos con un francés verdad? – Tomoe rió ante la ocurrencia de Shaoran.

- El negocio ha ido fantástico. Hemos adquirido más del 50% de la compañía de textiles y el contrato de compra de la discográfica ya está cerrado – contestó al fin la muchacha todavía riendo.

- ¡Vaya! – dijo Shaoran sorprendido – Con eso, te perdono todas las infidelidades que hallas podido tener con un europeo.

Tomoe puso los ojos en blanco, Shaoran nunca cambiaría. Siguieron comentado el viaje y los negocios llevados a cabo en París en la habitación de la muchacha. Después de largo tiempo hablando, ambos jóvenes comenzaron a bostezar, por lo que Tomoe echó de su habitación al muchacho:

- Estoy cansada y tú también, seguimos hablando mañana ¿de acuerdo?

- Claro bella dama – dijo dándole un beso en el dorso de la mano, lo que arrancó una pequeña sonrisa a la muchacha. – Bueno si tienes miedo a mitad de la noche ya sabes dónde está mi habitación.

- Estando tu madre no me atrevería a ir – comentó con un suspiro apoyada en la puerta. Acto seguido le dio un beso en la mejilla al muchacho y con un leve "Buenas noches" cerró la puerta de la habitación.

El muchacho dio media vuelta y se dirigió a su cuarto. Llegó a la puerta de su habitación y entró en ella. Encendió la luz y la contempló. Era enorme y, gracias al servicio, no estaba tan descolocada como siempre la dejaba. Había dos grandes ventanales, uno enfrente del otro a cada lado de la habitación, que iban desde el techo hasta el suelo y daban paso a un gran balcón que los comunicaba. A un lado estaba el ropero con una parte donde guardaba los trajes ceremoniales y en otra la ropa de calle que generalmente utilizaba. Varias estanterías guardaban la habitación, con grandes cantidades de libros, donde no cabía otra cosa más que polvo. Es por ello que numerosos libros descansaban en pilas alrededor de la habitación y, a veces, hacían de improvisadas mesas. Sólo un mueble, que estaba enfrente de la inmensa cama que estaba en el centro de la habitación, no contenía libros. En ella se encontraba la delgada y gran pantalla de plasma de la que salían cables que iban a parar a varias consolas, reproductores de vídeo y dvd y una cadena musical. Las películas en dvd y vhs descansaban recogidos y amontonados, seguramente gracias a Su Ying o Wei, junto a los videojuegos y cds de música que probablemente no estuvieran en sus cajas correspondientes.

Shaoran se dirigió al mueble y cogió la caja de un dvd, la abrió y comprobó que allí estaba el videojuego del Final Fantasy XI. Acto seguido tomó la caja de dicho videojuego y allí se encontraba un programa del ordenador. Sonrió, ya que no le quedaba duda de que la responsable de aquel "desbarajuste" era Su Ying. ¡El ordenador! Miró rápidamente para la mesa de "estudio" donde un ordenador descansaba junto a otra pila de libros y juegos y discos para el aparato. Allí no se encontraba el portátil y en ese momento recordó que lo había olvidado en la planta baja de la casa.

- Todos están dormidos, así que será mejor que lo recoja por la mañana – se dijo a sí mismo, ya era bastante tarde.

Entró en el baño de la habitación y tras lavarse la cara salió para cambiarse. Una vez que estuvo con el pijama puesto, se dejó caer en la cama y encendió la televisión. Tras mirar la programación que los canales le ofrecían, extendió una mano hacia las películas y con un movimiento de ella, una película comenzó a flotar hasta introducirse en el aparato de vídeo. Lo que en un principio parecía una película de Ang Lee terminó siendo un film de Takeshi Kitano. Volvió a sonreír y se acomodó para ver la película. Pasados cinco minutos, el muchacho ya estaba dormido.

Notas de la autora: Muchas gracias a los que estáis leyendo este fic. Sinceramente ya me había olvidado de esta historia, pero gracias al review de luna-kotori he puesto el segundo capítulo. También agradezco a Helen Sakura Li su review ya que me lo dejo hace mucho tiempo y todavía no la había contestado. Aquí tienes el segundo capítulo, espero que lo disfrutes.

Sinceramente no sé si voy a seguir con el fic, todo depende de si le gusta a la gente o no. De todas maneras, si quereis hablar conmigo mediante el messenger, añadidme a vuestra cuenta que yo os aceptaré en la mía y podremos chatear. Para ello la dirección de correo que utilizo es: gevhaudan@hotmail.com

Nos vemos.