~ BEFORE THE DAWN ~

By Raquel

Esta historia se ubica luego de Harry Potter y El Cáliz de Fuego

Capítulo 1 ~ Severus Snape

En medio de la oscuridad en la que se encontraba sumergido, el prisionero favorito de aquel cuyo nombre nadie se atrevía a mencionar, abrió sus ojos finalmente, después de mucho tiempo. Estaba echado en el suelo húmedo de un calabozo albergado en las mazmorras más profundas de la mansión de Lord Voldemort. En un primer momento sólo se quedó allí, inmóvil, tratando de llamar a sus recuerdos, tratando de averiguar cómo había llegado a un estado tan deplorable y decadente, aunque todo intento fue completamente inútil. No podía recordar nada y el solo intento le produjo un dolor de cabeza tan terrible, que tuvo que empuñar sus manos para no gemir.

Lentamente fue moviendo sus manos, que descansaban sobre su pecho, hacia sus costados, tratando de hallar un punto de apoyo que le permitiera levantarse un poco; sabía que era imposible que en sus actuales condiciones pidiera ponerse en pie, pero al menos quería lograr cambiar esa incómoda postura por una que su cuerpo dolorido pudiera sentir más reconfortante. Sus manos tocaron aquel suelo frío y húmedo e hicieron algo de presión hacia arriba, tratando de empujar a su cuerpo y sólo bastaron dos segundos de agónicos intentos para saber que no iba a lograrlo, que estaba en un estado tal de debilidad que no entendía cómo podía estar conciente. Mordió sus labios, ahogando el grito de dolor que luchaba por escapar de su boca, mientras caía nuevamente, sintiendo a sus ojos inundarse de lágrimas causadas por el dolor y la frustración.

Si al menos pudiera recordar... pensó en medio de la agonía sin fin a la que se había reducido su cuerpo. Su mente estaba en blanco y descubrió con asombro que estaba sufriendo las consecuencias de una de las maldiciones imperdonables. Su enorme sufrimiento se había generado porque alguien le había torturado sin misericordia durante quién-sabía-cuánto-tiempo. Su piel ardía a tal grado que sentía que se derretía, que al más mínimo movimiento podría romperse, caerse en sanguinolentos pedazos... no podía verlas pero sentía que las llagas se habían dispersado como un virus letal a través de toda su piel y que de alguna manera su sangre estaba envenenada, que poco a poco se coagulaba dentro de sus venas, haciendo más dificultoso el bombeo de sangre desde su corazón, que poco a poco palpitaba más lentamente, cada vez más cansado y con menos energías para continuar con su labor vital. Pero lo peor de todo era el tener que respirar... cada nuevo suspiro generaba oleadas de dolor tan profundas que simplemente era insoportable... quería gritar de dolor, pero no iba a hacerlo. Por nada en el mundo se lo iba a permitir y su mente aún poseía control sobre ese cuerpo abatido.

No tenía que ser un genio para comprender que se estaba muriendo y ya no le quedaba mucho más tiempo... pero el dolor era tan intenso que muy dentro de su ser lo único que deseaba era que todo aquello terminara de una vez para acabar con tanto sufrimiento inútil y agotador...

Por otro lado estaba lleno de rabia y odio, y no se quería morir sin antes poder vengarse de quien le había destrozado tan profundamente; realmente no era difícil imaginar quién lo había hecho, quién poseía ese increíble dominio de las artes oscuras y disfrutaba enormemente en ponerlas en práctica, aunque sabía que aquello sería una tarea imposible. Cerró sus ojos con fuerza, cuando sintió a esas lágrimas pujar nuevamente por escapar; no importaba el sufrimiento, las náuseas, el mareo, ¡nada! No se iba a permitir llorar jamás porque él no era un ser débil que le iba a dar esa satisfacción a Lord Voldemort. Nunca permitiría que lo viera derrotado a tal grado, ¡prefería la muerte! Y quizás ese pequeño gesto, que para él lo era todo, no sería tan grande ante los ojos de quien-no-debe-ser-nombrado, pero era todo lo que podía hacer, todo a lo que se podía aferrarse ahora, y esa idea le era gratificante. Lo suficiente como para morir en paz, con su orgullo intacto y ya nada más importaba.

Estaba tan cansado que comenzó a quedarse dormido, o a perder el conocimiento quizás, pero entonces las puertas de acero oxidadas se abrieron bruscamente emitiendo un chirrido ensordecedor. El hombre logró mover dolorosamente un brazo, cuando una línea de luz dorada y poderosamente radiante atravesó la celda directo hasta su rostro, pues sus ojos acostumbrados a la oscuridad ardieron de repente y de manera insoportable.

"Buenas noches, mi querido Severus...", escuchó que alguien le saludaba con voz rastrera, viperina, haciéndole evocar la imagen de muchas serpientes en movimiento, arrastrándose en las sombras.

"V-Voldemort...", logró responder con su voz débil, pero aun así llena de rencor.

Su enemigo sonrió, disfrutando enormemente la visión lastimera de su odiado traidor echado en el suelo de esa sucia celda, herido, moribundo... sin duda había hecho un buen trabajo con él. Uno de los mejores de toda su vida.

"Veo que a pesar de haber sufrido la maldición Cruciatus durante horas aún conservas algo de cordura, ¡muy bien! Temía que te hubieras vuelto loco y no disfrutaras al máximos de sus secuelas... de veras me esmeré mucho para que quedaras en este estado, Severus, y me entristecía la idea de que no llegaras a sentirlo antes de morir"

Y vaya que lo sentía, pensó él hecho un furia, tratando de observar a los ojos al otro, es un intento desesperado por hacerle ver que a pesar de todo, su espíritu indomable permanecía tan vital como siempre, pero todo intento fue infructuoso.

"Idiota", fue toda su respuesta.

La sonrisa en el rostro psicópata de Voldemort se borró al instante, cediendo su lugar a una furia desenfrenada. Con una rapidez sobrenatural, caminó al encuentro de su prisionero y se arrodilló a su lado. Snape apenas pudo percibir el aleteo suave de su larga y negra túnica antes de sentir una de las garras que tenía por manos posarse en su rostro y apretar con fuerza, obligándolo a sentarse sin ninguna pizca de consideración.

Luchó con todas sus fuerzas, valiéndose de sus agallas, su orgullo, su alma completa, pero finalmente no pudo contener un doloroso quejido de dolor.

"Ah...".

Quejido que le llenó de una enorme frustración, mientras que fue un sonido maravilloso para el hombre oscuro que había vuelto a sonreír, complacido esta vez.

Rió quedamente ante de sisear: "Así me gusta, Severus, compórtate como el saco de huesos en que te has convertido. No quieras ser un mártir, un héroe, porque no lo eres y nunca lo fuiste", se burló, recorriendo su rostro manchado de sangre por las heridas causadas con ese arranque espontáneo con la punta de uno de sus dedos largos y verdes, llenos de escamas de serpiente.

Severus conservó sus ojos cerrados, tratando en lo posible de no quejarse de nuevo, mientras sentía cómo el líquido tibio y espeso rojo descendía de su rostro hacia su cuello, manchando aun más los harapos en que se habían convertido su túnica. Pensó que era imposible sentir más dolor pero esas nuevas heridas sangrantes le demostraban lo equivocado que podía estar.

A pesar del sufrimiento que implicaba el más mínimo movimiento, logró sonreír con malicia. "No trato de ser un mártir, estúpido, pero no voy a permitir que te lleves mi dignidad así como me arrancas la vida".

"Vaya, vaya", dijo el mago oscuro, burlándose más abiertamente. El aliento nauseabundo que emanaba de esa boca repulsiva le provocaba arcadas de asco al ex-mortífago cuando chocaba contra sus mejillas encendidas en fiebre. "Así que aún conservas algo de esas agallas que siempre admiré en ti, ¿eh?".

Snape abrió sus ojos del asombro que provocó esas palabras, llenándose de horror al ver ese rostro espantoso tan cerca suyo, observándolo fijamente con esas dos rendijas endemoniadas que tenía por irises; ¿acaso se estaba burlando de él...? No, probablemente estaba delirando...

Voldemort río cínicamente al percatarse de su confusión. "Oíste muy bien, aún no has perdido esa capacidad, ¿es que nunca te lo había dicho? Hum... supongo que lo pasé por alto, o quizás pensé que tendría tiempo suficiente de conversarlo contigo cuando llegara mi momento de gran triunfo, pero eso ahora ya no podrá ser... y aunque no lo creas lamento esto profundamente, Severus, porque fuiste el mejor Mortífago que estuvo a mis órdenes. Había reservado grandes planes para ti, ¡pero tú me traicionaste! –exclamó, tomando a su prisionero del cuello y empujándolo hacia atrás tan violentamente que su cabeza chocó en contra de la pared, emitiendo un sonido agudo- ¿Por qué, Severus? ¿Por qué?"

"Estás completamente loco! Jamás permanecería a tu lado... ¿es que aún no te has dado cuenta de lo que yo me percaté hace años atrás? El mal nunca vence y al final tú serás derrotado... Dumbledore se encargará de que eso ocurra, y yo confío en él".

Por un instante, Severus tuvo deseos de gritarle: Harry Potter te vencerá, pero prefirió no hacerlo. No quería que la ira de Voldemort cayera sobre el joven más de lo que ya lo hacía. No es que no pensara que Harry podría vencer a ese villano pero aún no era el momento; necesitaba aprender mucho antes de poder estar al nivel del mago oscuro y derrotarle. Tiempo, sólo necesitaba algo de tiempo... ya lo verás, asesino...

"¿De veras crees en esas ridiculeces? ¡Te creí más inteligente! Te estás muriendo y sólo puedes salirme con esas cursilerías sobre el bien y el mal, ¡el poder lo es todo, Severus! En este mundo el más fuerte es el que gana... y yo soy el ser más poderoso de este mundo!"

"Piensa lo que quieras, pero el tiempo me dará la razón"

"Pues al parecer contigo no se cumple esa regla, ¿no lo crees? Estás completamente derrotado y a mi merced, y no creo que llegues a vivir lo suficiente para ver un nuevo amanecer... El más fuerte vive y el débil muere, ésa es mi única creencia y es cierta, mi buen amigo. Una nueva era de oscuridad está por comenzar y me temo que tú no vas a verla"

"De ser así, entonces me alegro de morir...".

"Y que no te quepa duda de ello. Pero quiero hacer una buena obra contigo, en nombre de los buenos tiempos. No voy a dejar que te mueras solo, ¡he traído a alguien que te va a hacer compañía! ¿Qué te parece?"

"¿De qué demonios me estás hablando?"

"Enseguida lo vas a averiguar". Voldemort dejó libre el rostro de Severus, quien sintió un gran alivio en ello, y se puso en pie, encaminándose a la puerta y abriéndola completamente. "Tráiganlo".

En un principio Snape no vio nada, más que sombras oscuras moviéndose a contra luz, mortífagos sin duda, y pudo escuchar claramente varios pares de pisadas acercarse, arrastrando algo en el proceso, o a alguien... Cuando llegaron a la puerta, el mago oscuro se hizo a un lado, permitiéndole al profesor de Pociones ver a una pareja de lacayos de Voldemort sostener un cuerpo flácido por sus axilas y brazos.

En un principio no pudo reconocerlo, pero sintió un estremecimiento al notar sus ropas desgarradas y ensangrentadas. Su rostro estaba oculto por sus cabellos castaños desordenados y sucios.

"Déjenle aquí", ordenó el tirano.

Al escuchar este mandato, los mortífagos se adentraron en la celda y dejaron caer su carga al suelo. El hombre, o lo que fuera, cayó pesadamente, sin oponer ninguna resistencia. Severus esperó que estuviera inconsciente, suplicando en lo más interno de su alma que Voldemort no le fuera a encerrar con un cadáver.

"Aquí lo tienes, Severus, sin duda te vas a llevar una gran sorpresa al saber de quién se trata".

El sólo escuchar estas palabras imprimió energías a su cuerpo maltrecho. El dolor permanecía inalterable, pero sabía que ahora sí podría moverse. No correr o caminar, pero podría arrastrase, como en efecto comenzó a hacer inmediatamente, movido por un mal presentimiento. Ese cuerpo tirado en el suelo, respirando apenas... ese hombre le llamaba...

Cuando llegó al lado de esa persona, Severus notó con pesar muchos latigazos en su espalda, frescos, sangrantes aún y maldijo a Voldemort una vez más. Sus manos temblorosas se posaron en sus hombros y con un esfuerzo que iba más allá de sus escasas energía, logró voltear al sujeto.

Lo giró, y su rostro inconsciente y desencajado producto del dolor quedó apoyado en sus piernas, sin quererlo pero sin poder evitarlo, mientras lo sostenía entre sus brazos. Entonces sus ojos azabaches se abrieron con horror y asombro y estupor... lo había reconocido...

Lo conocía.

Era...

Él era...

"¿No te alegras de ver a tu viejo compañero de colegio?", preguntó Voldemort, disfrutando su cara de espanto.

Severus aún seguía observando ese rostro fijamente, pero inmediatamente alzó sus ojos encendidos en odio hacia su captor. "¡¿Qué significa esto?!"

"¿Es que no lo ves? Es el mentor de tu querido Harry Potter... El mismísimo Sirius Black".

"¡Eso lo sé! ¡Lo que quiero saber es qué está haciendo aquí...!"

"¿No es obvio? Lo capturé. El muy imbécil estaba tratando de infiltrarse en mis dominios convertido en perro. Por supuesto mis hombres dieron con él rápidamente y me lo trajeron... y fue una agradable sorpresa recibirlo", sus ojos sádicos brillaron al decirlo, rememorando los momentos en que lo había torturado a la antigua usanza del mundo mágico, es decir, con un látigo largo y delgado, hecho de cabellos de dragón y cuero entrelazados. "Black es torpe, pero es tan terco como tú; por más que le he dado latigazos no se ha ido de la lengua... no he podido averiguar cuál era su propósito al venir acá. Quizás a rescatarse a ti...", se mofó, divertidísimo con esa situación.

Snape gruñó como única respuesta ante esa idea tan ridícula; ¡¿Black arriesgando su vida para tratar de rescatarlo?! Por favor...

"En fin –concluyó Voldemort-, aquí te lo dejo para que te acompañe mientras mueres. A él tampoco le queda mucho tiempo pues pienso sacrificarlo al amanecer, ante todos mis seguidores, como ejemplo de lo que llegará a pasarle a todos aquellos que se atrevan a oponerse a mi voluntad. Adiós, Severus Snape".

Y con un revoloteo de su capa, Voldemort se dio la vuelta y se marchó, cerrando las puertas tras de sí. Todo era oscuridad de nuevo, pero Severus aún podía sentir el cuerpo de Black en sus brazos y en un acto inconsciente le apretó con fuerza pensando en la ironía de la vida. Oh, sí, esa vida que jamás había terminado de comprender y aceptar, pero que ahora le brindaba como regalo final la compañía de uno de los hombres que más había despreciado en su existencia.

~*~

Muchas gracias a mis beta readers: Yakin Wolfest y MiauNeko por haber revisado este fanfic

Finalizado el 09 de febrero de 2003