"¡Ah!" Su mente se llenó de imágenes, golpeándole la conciencia. Al principio todo era felicidad, pero de repente sintió el dolor. Un dolor que conocía bien. Era punzante, hiriente, que llegaba al propio hueso y que a partir de él le llegaba hasta el propio alma. Las lágrimas podrían haber brotado en aquel momento, pero no lo hicieron. Hace tiempo aprendió que el valor de una lágrima era demasiado alto como para poder ir vertiéndolas a su capricho. Hace tiempo...pero no recuerda cuando exactamente. Tal vez fue cuando aun pertenecía a este mundo...no, no cree realmente haber estado nunca. Su cuerpo se estremece de nuevo, toda ella tiembla y su corazón se encoge un poco más, pero desde fuera nadie advertiría el más leve sentimiento. Por fin se arma de valor y decide abrir los ojos. Es el momento más cruel que tiene que afrontar cada día. "¿Dónde estaré?" siempre se pregunta lo mismo. Sus grandes ojos verdes se abren. Si alguien se fijara con cuidado podrían ver todo el miedo, toda la culpa, todo el amor que transmiten,...pero nunca nadie la ha mirado a ella, sólo han contemplado su propio reflejo. Aún todo está un poco confuso. A pesar de estar mirando lo que la rodea la oscuridad no le deja ver. Sus ojos se acostumbran poco a poco. Entonces la ve. Un precioso pelo rosa le cubre la cara, pero sabe que es ella. Duerme tan tranquila, envuelta de su pureza, su nobleza y también de toda su inocencia. -Utena sama- murmura suavemente. Ahora ya sabe dónde está: está durmiendo junto a su nuevo amo. A pesar de que es con el que más tiempo lleva es el que más le desconcierta. Es fuerte y valerosa... igual que un niño. Se empeña en pensar que es un príncipe salvando princesas. "Entonces yo debo ser la princesa" piensa mientras sonríe, "no, yo soy una bruja". De todas maneras, su joven "príncipe" pretende salvarla. Tal vez... tal vez... tal vez si en este justo momento su príncipe la mirara ella dejaría de ser una bruja y podría ser salvada. "Si fuera justo ahora. Si los abriera ahora mismo los ojos. Si me mirara a mí a los ojos. Si mirara los mios y no los suyos" Entonces, levemente, se empezó a vislumbrar un resplandor. La puerta de la habitación se abrió. Anshi se levantó suavemente, con la ligereza que da la experiencia. Poco a poco se dirigió a la puerta sabiendo que al otro lado sólo le esperaba la tortura de algo que fue hermoso pero que se rompió. Poco a poco empezó a empujar la puerta para salir al exterior sin hacer el menor ruido. "Si sus ojos hubieran mirado el interior de los mios tal vez me hubiera podido salvar como a una princesa, pero continuo siendo sólo una bruja" y cerró la puerta tras de si.