SI! SI! SI! SI!!!!!!!!

Creer o reventar!!!! Soy yo de nuevo despues de taaaaaaaaaaaaaaaanto tiempo. Les cuento que estuve a punto de subir este capi antes de irme pero no pude y me fui de vacaciones. Estuve 40 dias afuera sin dar señales de vida. Perdooooon. A todos los que me leen

Espero que este capitulo les guste y ya se vienen los mas importantes.

SIRIUS
Final del capitulo anterior

Esa noche, Harry se fue a dormir muy confuso, aún con todos los acontecimiento ocurridos durante el día en su memoria. Se acostó pensando en que el otro día sería mejor. Después de todo, ¿qué más le podía ocurrir?
CAPITULO 9

Nuevamente, Karkaroff

Lo primero que vio al día siguiente fue la respuesta a su pregunta. Abrió los ojos, y vio que su pieza estaba hecha un desastre, estaba todo tirado, incluso algunas cosas rasgadas. Miró hacia los costados. Miró por la ventana y vio que estaba saliendo el Sol. Todavía ningún chico de su cuarto había despertado, pero Harry se apresuró en sacudir a Ron para mostrarle lo ocurrido.

¿Qué quieres Harry? - le preguntó éste, con voz soñolienta y muy despeinado.

Han revisado en mis cosas.

¿Te falta algo?

Aún no lo comprobé.

Entonces hazlo y luego me avisas - miró su reloj - son las siete de la mañana Harry, y además hoy es domingo.

Vamos - lo instó Harry - ayúdame.

Ron se despabiló con un tremendo bostezo, al tiemnpo que se sentaba en la cama. Ayudó a Harry a ordenar todo, y no encontraron señal alguna de que algo faltara. Esto los preocupó todavía más. ¿Quién había sido el que revolvió todo el cuarto pero no llevó nada? ¿Qué es lo que estaba buscando?

Harry se sentó en su cama, pensativo. Ron ya había vuelto a quedarse dormido. Miró por la ventana. Era uno de aquellos días en los que se podía seguir durmiendo hasta el almuerzo. Estaba muy frío y nublado. Pero harry no tenía sueño. Todo lo que estaba sucediendo lo preocupaba mucho. Se vistió y bajó a desayunar. En la mesa de Gryffindor sólo encontró a Cindy, quien conversaba con otras dos chicas de su curso, y a Angelina Johnson, que hablaba con otra chica de septimo a la que Harry sólo conocía de vista.

Hola - saludaron.

Hola - contestó Harry.

Harry ,- le dijo Angelina - necesito hablar contigo. - Se paró y se alejó un poco de la mesa - Ya se cumplieron los tres meses desde tu suspensión, y queremos que vuelvas a tu puesto de capitán.

Angelina...- comenzó Harry - creo, que... creo que haces un magnífico trabajo, y no me parece justo quitártelo. Quédate tú con ese puesto.

Harry...a mi no me molesta...

No te preocupes, quédate tú. Sí -añadió al ver que Angelina abría la boca para objetar - creo que es demasiada responsabilidad, de todos modos - terminó con una sonrisa. Está bien - dijo ella. - Pero... si cambias de parecer sólo dímelo.

Está bien, no te preocupes.

Harry se sentó solo en la punta de la mesa y paso la vista del Gran Hall semivacío al techo, que representaba el cielo nublado de afuera, y de allí a su plato. Ocupó su mente en los huevos revueltos y en la extraña intrusión que había sufrido durante la noche. Volvió a levantar la vista, y esta vez vio a Hermione hablando con Kevin y ella también le dirigió la mirada. Por un momento, Harry creyó que ella había estado a punto de sonreírle, pero en lugar de hacerlo, le giró bruscamente la cara y lo dejó bastante confudido.

Pasaban los días, y la gente comenzaba a anotarse para volver a sus casas con el Expreso de Hogwarts para Navidad. Harry, como siempre, firmó para quedarse, por supuesto, era mejor que volver con los Dursley.

Los días pasaban y Harry pensaba que, sin Hermione, estas navidades no iban a ser lo mismo. Todos hablaban de volver a sus hogares con mucho entusiasmo, quizás, demasiado, llegó a pensar Harry. No pudo contener un pequeño sentimiento de envidia.

Faltaba una semana para las vacaciones, fuera del castillo hacía un frío espantoso y estaba comenzando a nevar, y esa tarde los encontró a Harry y a Ron en una clase de adivinación, donde por primera vez se sentían muy a gusto con el fuego encendido.

Harry, ¿quieres venir conmigo a mi casa para pasar la Navidad? - le dijo Ron - Mi madre me ha dicho que te invite.

Harry no quería ir si iba a ir Hermione, y Ron sabía eso. Por un momento, Harry sospechó que era una treta de Ron para que vuelvan a hacer las paces. Harry lo miró, y Ron comprendió al instante lo que quería decirle.

No va a venir Hermione, si es por eso.

En ese caso, pensó Harry, no es necesaria mucha persuasión. Si Ron se iba, se quedaría completamente solo.

Lo pasaremos genial, te lo aseguro -le decía Ron una y otra vez. - Vendrán Bill, y Charlie, y, por supuesto, - Ron hizo una mueca de desagrado -, también Percy.

Harry aún no había oído muchas noticias de Percy. Suponía que no le había sentado bien lo del señor Crouch, y no sabía que es lo que estaría haciendo ahora.

Está bien - dijo Harry - gracias por invitarme, y agradece a tu madre también.

¿Me están escuchando, mis queridos? - les llegó la voz de la profesora Trelawney, desde su sillón al lado del fuego.

Harry asintió, pero no pudo evitar marearse. Como siempre, y a pesar del frío, los vapores perfumados que emanaban de la chimenea conseguían atontarlo.

Entonces me dirás, si eres tan amable - siguió hablando la profesora - sobre que estaba hablando hace un momento.

- Ehhhh. - Harry miró a la clase, quienes lo miraban todos a él, Parvati y Lavender parecían molestas. Pensó en como salir de esa, pero no se le ocurrió mejor idea que decir:

¿Ha dicho que voy a morir, verdad?

Ron, Neville, Seamus y Dean se rieron. La profesora frunció la nariz, y prosiguió como si no lo hubiera oído.

Pero Harry no escuchó nada más de lo que dijo la profesora. De hecho, sabía que ninguna de sus predicciones le gustaría. Ni siquiera eran verdaderas, pensó.

Así pasó el resto de la clase, tan aburrida como siempre. Sin embargo, cuando Harry salió de allí se sentía un poco mejor que hacía varias semanas. Se iba a pasar la Navidad con los Weasley, quienes, sin lugar a dudas, eran su familia favorita.

Unos días antes de que terminara el trimestre, comenzaron las pruebas. En ese momento, Harry extrañó más que nunca a Hermione. A él y a Ron les costaba muchísimo hacer todas las tareas que les entregaban y estudiar para las pruebas. Harry había visto en varias ocasiones a Hermione estudiando con Neville. Él, personalmente, creía que su cabeza estallaría en cualquier momento.

Y además estaba el Quidditch. Angelina no quería que pierdan la forma durante las vacaciones, porque para el momento de regresar jugarían contra Hufflepuff. Una tarde, Harry volvía precisamente de un entrenamiento, mugriento y transpirado, sólo con ganas para ducharse y comer y sin ganas de estudiar, cuando Cindy se le acercó.

Harry - le dijo - mis padres te han invitado para que pases la Navidad con nosotros. - Viendo la cara que ponía Harry, agregó rápidamente - no tienes que estar con tus tíos si no lo deseas. En realidad mi madre ha dicho que podrás dormir en la habitación con Pete. Ni siquiera tienen que saber que estás por allí. ¿Qué dices?

Cindy, lo siento - respondió Harry - pero ya me han invitado. De verdad me hubiera gustado ir a tu casa, pero no puedo.

Bueno, quizás en otra ocasión -dijo la niña.

Si, quizás. - contestó Harry.

Harry siguió subiendo por las escaleras, muy cansado y con la intención de ducharse y echarse en la cama. Pero cuando entró en la Sala Común, vio a Fred y a George probando nuevos chascos. Colin Creevey tenía una lengua de casi un metro de largo, y a otro chico de tercero le había crecido lo que sin duda era una cola de zorrino. Toda la Sala Común se desternillaba de la risa, y Harry decidió quedarse allí.

Se echó en uno de los sillones, miró hacia un lado y en la mesa más cercana estaba Ron, con unos complicados mapas del cielo para los exámenes de Astronomía. Se lo veía con un montón de instrumentos extraños y haciendo cuentas, con cara de fastidio. A Harry sólo pensar le daba náuseas.

Miró hacia el otro lado, y vio a Hermione, quien, para variar, estaba enfrascada en uno de sus enormes libros, sin prestar atención de lo que pasaba a su alrededor. Se quedó mirándola detenidamente. La vio allí, tan linda e inocente. Era una de esas personas buenas de verdad, con un corazón puro. Sintió un repentino deseo de pedirle disculpas e incluso besarla ahí mismo. Pero lo pensó mejor. No iba a hablar con ella a menos que ella lo haga primero.

Finalmente, y después de una exhaustiva semana, terminaron todos los exámenes. Harry pasó con lo justo en pociones (Neville sufrió un colapso nervioso porque su poción era azul brillante en lugar de transparente) y en adivinación, donde siguió el consejo de Ron e inventó todo lo que veía en las cartas del Tarot (en realidad no estuvo muy seguro si la profesora Trelawney la había creído o no). En el resto de las materias incluso tuvo notas más altas. Se sorprendió a sí mismo con la nota máxima en Defensa Contra las Artes Oscuras (Draco Malfoy alegaba que Harry tenía una aventura con Fleur, y por eso le subía la nota), y en Transformaciones.

Después de todo esto, rápidamente sus baúles estuvieron listos. Llegaron las vacaciones, y Harry se sintió aliviado, incluso contento después de mucho tiempo. Iba a pasar dos semanas en La Madriguera.

Las carrozas negras que los habían traído a principio de curso los esperaban fuera del colegio para llevarlos a la estación de Hogsmeade. En la plataforma hacía mucho frío, y las pesadas capas que llevaban puestas no alcanzaban para abrigarlos. Harry tenía la cara helada. Miró al cielo y los densos nubarrones anunciaban tormenta de nieve. Sonrió.

Se subió junto a Ron y el resto de los chicos al expreso de Hogwarts. Como Harry suponía, Hermione se fue adelante, al vagón de los prefectos. Pero no le importó.

El viaje fue muy agradable. Los paisajes y campiñas, a las que Harry sólo había visto en verano, ahora estaban desiertos y repletos de nieve. Hacía bastante frío aún dentro del tren, y todos llevaban las capas puestas.

A la media tarde se abrieron las puertas del compartimento que ocupaba con los Weasley y aparecieron Malfoy, Crabbe y Goyle.

Vaya Potter, ¿no te atreviste a quedarte en el colegio? ¿Qué es lo que ocurre? Ah, ya se... -dijo con una sonrisa maliciosa - tienes miedo. Por supuesto. Aunque no quieras admitirlo, sabes que el señor tenebroso está juntando poder. Muy pronto el mando lo tomará él, Potter, y tú serás el primero en caer. Bueno, tú y los sangre sucia. como tu amiguita Granger. ¿Qué te ocurre? ¿Ya no la defiendes? Oh - dijo llevándose una mano a la frente - casi lo olvido. He oído que últimamente las cosas entre tú y ella no están del todo... bien.

Harry estaba que estallaba, pero Entre Ron y Fred se encargaron de sostenerlo. Ellos también estaban enojados. Pero Harry sentía que si lo soltaban, sería capaz de lanzarle a Malfoy un embrujo lo suficientemente poderoso como para dejarlo inconsciente hasta la vuelta a Hogwarts.

Vaya, Potter -prosiguió Malfoy con tranquilidad - te lo he dicho una y otra vez. Debiste escoger mejor tus compañías. Ahora, por supuesto, es demasiado tarde. Apuesto que ahora estarás yendo a casa de tus amigos amantes de muggles. Quizás puedas decirme a tu regreso como te sentiste durmiendo dentro de la chimenea. Porque no creo que haya suficiente lugar para todos...

Ahora era Harry el que tenía que sostener a Ron. Pero se le hacía imposible sujetar a los tres Weasley (Ginny observaba retraída en su asiento). Fred y George parecían a punto de explotar, y quizás Malfoy lo notó, porque le hizo una seña a sus dos amigotes y partieron rápidamente.

Te juro que una más y lo mato - dijo Ron. - Una sola y...

Tranquilízate, Ron - le advirtió Ginny.

El resto del viaje transcurrió en calma. A media tarde entraron Dean, Seamus y Neville, y jugaron todos juntos varias partidas de Snap Explosivo.

Cuando el tren comenzó a aminorar la marcha, Harry se sintió contento por primera vez en su vida de haber llegado a King Cross. Observó la plataforma y vio a Bill y a Charlie, los dos hermanos mayores de Ron, quienes obviamente los estaban aguardando a ellos.

Cuando bajaron, Ginny salió corriendo y se echó en los brazos de Bill. Todos se saludaron, y se dirigieron hacia la calle, donde nuevamente los esperaban dos autos del ministerio. Harry supuso que los mandaban para que él estuviera protegido, y sintió un pinchazo en el estómago al recordar a Lord Voldemort.

Subieron todos los baúles a los autos y partieron. El viaje fue un tanto largo, y no la pasaron bien. Estaban bastante apretados. Cuando, por fin llegaron, vieron a la Señora Weasley esperándolos en la puerta.

La señora Weasley era una mujer baja y rechoncha, con expresión bondadosa. Usaba su acostumbrado delantal sobre la túnica, y parecía muy feliz de verlos a todos allí.

Harry, querido... - le dijo ella al tiempo que lo abrazaba muy fuerte.

¿Cómo estás, Harry? - le dijo el señor Weasley afectuosamente, quien había salido de la casa hacía unos momentos, obviamente llamado por su esposa.

Harry siguió a Ron, ambos con sus baúles a rastras, por la estrecha escalera de madera hasta el último rellano. Abrieron la puerta y entraron. Lo primero que hizo Ron fue tirarse en una de las cuatro camas que apenas cabían en la habitación y estaban dispuestas de la misma forma que en el verano anterior. Harry dedujo que estaban allí por la presencia de Bill y Charlie. Luego de dejar los baúles y cambiarse con ropa cómoda, bajaron a cenar.

La comida de la señora Weasley, como siempre, fue magnífica. Harry vio a Percy y lo saludó. Se lo notaba preocupado y cansado. Como explicó muy pomposamente, se debía al exceso de trabajo causado por Lord Voldemort.

Harry comió y la pasó muy bien. Cuando ya era muy tarde y todos estaban que reventaban a causa de las tartas de dulce y los budines de chocolate que habían comido, se fueron a dormir.

Comenzaron a subir las escaleras, y Fred y George se detuvieron frente a su pieza.

Ustedes duermen con nosotros - les aclaró Ron.

Lo sabemos, querido hermanito - dijo Fred, intercambiando con George una mirada, y ambos sonrieron. - Pueden subir, sólo queremos buscar algunas... cositas.

Ah... -Ron también sonrió y le hizo una seña a Harry.

Vamos - le dijo.

¿Qué es lo que están tramando? - preguntó Harry muy intrigado a su amigo.

Seguro quieren enseñarte los nuevos Sortilegios Weasley.

En efecto, a los cinco minutos subieron Fred y George con los pijamas puestos y una bolsa en las manos. La dieron vuelta sobre una de las camas.

Mira esto Harry - le dijo Fred alzando lo que parecía un chicle común y corriente. Pensamos que debíamos mostrarte nuestros avances, ya que... tú sabes...

Ron miro a su hermano y luego a Harry con mucha curiosidad. Harry les había dado a los mellizos los mil galleons que había ganado en el Torneo de los Tres Magos, con lo que ellos podrían establecer su propio negocio. Pero Ron no sabía nada de todo eso.

Harry tomó el chicle de manos del mellizo, pero decidió que no era aconsejable metérselo a la boca. En su lugar preguntó.

¿Para qué sirve?

Es nuestra propia versión del chicle globo -le explicó George.

Te lo metes en la boca...

Y haces un globo...

Cuando de pronto, como por arte de magia...

Empieza a crecer sólo...
Entonces sólo es un chicle que hace los globos automáticamente - razonó Harry.

Por supuesto que no - le dijo Fred.

El globo alcanza casi un metro de diámetro...

Y luego...

¡ZAS! - terminó George. - Asombroso, ¿verdad?

C-c-c-creeeeeeeo que debemos irnos a dormir - dijo Ron, sin poder refrenar un tremendo bostezo. - Hasta mañana.

Harry se acostó, sin ningún pensamiento extraño en su cabeza, con la inmensa alegría de estar nuevamente en la madriguera.

Los días pasaban y pronto llegó el veinticinco. Harry se despertó con los chillidos de Pigwidgeon, la pequeña lechuza de Ron. Al levantar la vista, vio a Ron despabilándose en la cama de al lado suyo, a los mellizos que dormían apaciblemente, y también vio una pila de regalos a los pies de su cama.

¡Vamos, despierten todos! - gritó Ron. - ¡Hay que abrir los obsequios! - Se dirigió a Harry, al ver que había despertado - ¡Feliz Navidad!

Feliz Navidad, Ron - le contestó Harry, mientras se restregaba los ojos con una mano y con la otra buscaba los anteojos de la mesita de noche.

Harry se abalanzó sobre su montículo y comenzó a rasgar el papel del superior, que era de la señora Weasley, con el habitual suéter, que ese año era de un azul intenso. Notó que faltaba la acostumbrada ración de tortas y pastelitos, pero supuso que los comerían luego, y que sería una tontería enviarlos. Luego abrió el de Sirius, que contenía un magnífico juego de gobstones, que Ron miró con admiración. Hagrid le envió una caja grande de golosinas y Ron un mazo de cartas para jugar Snap Explosivo. Harry le había obsequiado el nuevo libro de los Chuddley Cannons, y lamentaba no haber comprado otro para él. Los mellizos le enviaron muestras de todos sus nuevos chascos (no se porque estarán tan generosos - comentó Ron). Se dio cuenta de que aún le quedaban dos regalos. Se sorprendió. No sabía de quien más podrían ser. El primero parecía ser un libro. Lo abrió y vio una cubierta naranja con las letras "Volando con los Cannons II". Era exactamente el mismo libro que él le había dado a Ron. Sonrió y sacó la tarjeta. Era de Hermione. Harry sintió una pequeña sensación de culpa. El no le había enviado nada.

Vaya, - le dijo Ron - pensé que estabas enfadado con ella.

Ni siquiera nos hablamos - confirmó Harry.

¿Y entonces...?

Quiere hacer las paces - dijo una voz MUY somnolienta que salía de entre las mantas.

Tanto Ron como Harry se sorprendieron. Miraron hacia abajo, y Fred salía de su colchón improvisado y se sentaba en la cama de Ron.

¿Qué dices? - inquirió Harry.

¿Has escuchado lo que deciamos? - le preguntó a su vez Ron.

Por supuesto.

¿Y bien? - lo apremió Harry.

Te decía que de seguro quiere hacer las paces. Está de verdad arrepentida. Se nota. Te echa de menos.

¿Y tú que sabes de esto? - le preguntó Ron.

Más que ti seguro - contestó bruscamente Fred. Luego se dirigió a Harry - Si en verdad la quieres, creo que tú deberías ir a disculparte.

Ni loco - se atajó Harry.

Como quieras - le respondió el mellizo. Se dio vuelta para seguir durmiendo, pero vio los regalos y despertó a su hermano. - George, despierta - le dijo.

Harry se volvió hacia su último paquete. Era más bien pequeño. Lo abrió y se sorprendió. Era un reloj de pulsera muggle. Le era muy útil, ya que él no tenía desde que, en febrero del año anterior, se había sumergido con él en el lago. Miró la tarjeta.

Querido Harry: ¿Cómo estás? Esperamos que bien. Te compramos este reloj en un negocio muggle porque no pudimos acercarnos hasta el callejón Diagon. De todos modos, Cindy dijo que te hacía falta. Esperamos que te guste. Feliz Navidad, Cindy, Pete, y Alice.

Guau - dijo Harry al examinar el reloj y comprobar que era muy bonito. Se lo colocó inmediatamente. - Parece que es muy observadora.

O estuvo mucho tiempo tomada a tu mano como para no recordar si tienes o no reloj - le dijo Ron con una risita.

Ja, Ja - le respondió sarcásticamente Harry.

Se vistieron y bajaron a desayunar. Había nevado muchísimo durante la noche y hacía mucho frío. Ambos se habían colocado el suéter tejido por la señora Weasley.

Feliz Navidad - los saludó el señor Weasley, que estaba sentado leyendo el diario El Profeta y con una taza de café en la mano.

Feliz Navidad - respondieron.

Ya estaban sentados en la pequeña mesa de la cocina el señor y la señora Weasley, y también Ginny, quien saludó a Harry con su acostumbrado y tímido "hola".

Luego de desayunar, salieron a jugar en la nieve junto a Fred y a George. El frío calaba los huesos y llegó un punto en el cual no aguantaron más y tuvieron que entrar. De todos modos, había comenzado otra tormenta de nieve.

Entraron en la casa, empapados y congelados, y sólo atinaron a echarse delante de la chimenea para secarse un poco, pero sin lograrlo. De modo que Harry regresó a la pieza para buscar ropa seca.

Abrió su baúl y se percató del Mapa del Merodeador. No sabía si este funcionaba estando fuera de los terrenos. Decidió probarlo. Sacó la varita y lo tocó. Funcionaba. Le echó un vistazo. Y entonces lo vio nuevamente.

Allí estaba, merodeando por los terrenos detrás de la cabaña de Hagrid, en la orilla del bosque prohibido. Karkaroff. Pero no estaba sólo.

Snape estaba con él.

Nuevamente.

Harry se sorprendió. Nuevamente Snape. Sabía que ellos dos eran muy amigos, pero sus sospechas se acrecentaban. También sabía (o suponía) que Karkaroff estaba en Hogwarts clandestinamente. Snape había sido un mortífago y Harry hubiera sospechado tranquilamente de él, pero simplemente no podía, porque había algo que no le dejaba hacerlo. Dumbledore. El director había garantizado de que Snape ya no era malo. Y Harry no podía no confiar en él. Pero sin embargo...

De pronto, mientras Harry aún se encontraba entre sus pensamientos, alguien irrumpió en la habitación. Harry se asustó y escondió el mapa.

Era Ron.

¿Qué haces? - le preguntó.

Nada - contesto Harry - en realidad sólo esto - Harry volvió a sacar el mapa y se lo mostró.

Ron se sorprendió mucho y, por supuesto, echó la culpa de todo a Snape y dijo que él estaba encubriendo a Karkaroff. Harry no podía evitar pensar en que su amigo tenía razón. Siguieron observando el mapa. Snape y Karkaroff se separaron. El primero se dirigió al colegio y el otro se dirigió en sentido contrario hasta que salió de los límites del mapa.

Me gustaría saber qué significa todo esto - le dijo Harry a Ron.
Esa noche bajaron a la cocina para la cena de Navidad y todo estaba muy adornado. El señor Weasley hablaba con aire preocupado con Bill, su hijo mayor. Harry imaginó que hablaban de algo relacionado a Lord Voldemort. Charlie conversaba con los mellizos y Ginny, y Percy estaba sentado al lado de la señora Weasley. Harry y Ron se sentaron y se dispusieron a comer.

Charlie estaba hablando acerca del equipo favorito de Quidditch de toda la familia. Los Chuddley Cannons.

Les digo que éste año podemos ganar la Copa Inglesa. Hace 102 años que no lo logramos, pero ya estamos en las semifinales y no se nos escapará.

Harry no sabía que los Chuddley Cannons fueran tan malos. Tampoco sabía nada acerca de la Copa de Quidditch Inglesa. Este era precisamente uno de los momentos en los que más lamentaba su ausencia de información acerca del mundo mágico durante gran parte de su vida, y, por que no, durante las vacaciones de verano.

¿Contra quién será el partido? - preguntó.

Contra el Puddlemmure United, en febrero - le contestó rápidamente George.

La comida prosiguió hasta muy tarde, y finalmente todos se fueron a dormir. Harry se acostó. Pero no se durmió. Se quedó sumido en sus pensamientos. Tardó mucho en dejar de conjeturar acerca de Karkaroff o Snape o Filch, para quedarse completamente dormido.

¿QUÉ TAL? Se que tarde demasiadooooooooooooooooo, pero tienen que comprender. Al menos fue un capitulo MUY jugoso.

Dejen muchos reviews. Ya no prometo nada, pero voy a tratar de subir el proximo capitulo lo mas rapido posibles. Por favor entiendan que NO TENGO TIEMPO.

Besos a todos y que empiecen bien las clases!!!!!

SIRIUS BLACK