Bueno, aquí estoy de nuevo. Este capi tardo un pcoc mas porque no tuve
tiempo. Si no se acuerdan mucho toda la historia les recomiendo volver a
empezarla, por que tienen que tener frescas todos las pistas. Se esta
viniendo la mejor parte.
Para los que pidieron mas de cindy, aca tienen un poco, para los que pidieron alina, no se desesperen que ya habra para hartarse. Se sabran cosas.
Pero por ahora tranquilos, estoy tratando de escribir lo mas rapido que puedo, pero estoy muy ocupado, asi que sepan disculpar.
Bueno los dejo con el capi y que lo disfruten
PD: que empiecen o hayan empezado bien las clases, los que todavia estudian
SIRIUS BLACK
CAPITULO 9
La tragedia
Los días pasaban rápidamente, demasiado rápido para el gusto de Harry. Muy pronto llegaría el momento de regresar al colegio, y Harry, por primera vez en su vida, no estaba deseoso de recomenzar las clases. Se sentía muy bien en la casa de los Weasley, SU familia. Estaba dentro del mundo mágico, no estaba con los Dursleys después de todo. Volver al colegio significaba volver a los problemas diarios. Y no sólo las tareas o exámenes , lo que sí representaba una preocupación para muchos, sino que a Harry se le agregaba el hecho de estar constantemente en peligro. Volver al colegio, con Karkaroff, con Voldemort al acecho.
Mañana por la mañana iremos a King Cross - anunció la señora Weasley cuando Harry, Ron, Fred y George entraban a la cocina para desayunar. - Debo ir al callejón Diagon para hacer algunas compras y luego iremos todos juntos a la estación.
Magnífico - dijo Fred. - Tengo que comprar algunas cosas indispensables para volver a Hogwarts. Más bengalas del doctor Filibuster...
La señora Weasley lo miró amenazadoramente.
Era una broma, mamá, era una broma - se apresuró a añadir.
Al día siguiente, Harry se levantó temprano y terminó de armar su baúl. Cuando todo estuvo listo, el señor Weasley les ordenó que guardaran todo en dos coches del ministerio, que nuevamente los esperaban en la puerta.
El viaje fue largo, muy largo. Luego de mucho tiempo llegaron a Londres. Por fin entraron al Caldero Chorreante, y abrieron el pasadizo para entrar en la Calleja Diagon, que, como siempre, estaba llena de magos que se apretujaban a la entrada de extravagantes locales.
Ron, creo que le compraré un regalo de Navidad a...
¿Hermione? - le interrumpió el pelirrojo.
No - le espetó Harry. - A Cindy.
Ah, ya...
¿Me acompañas? - le dijo a su amigo.
Por supuesto, vamos - contestó éste.
De modo que se dirigieron a la tienda de animales mágicos, y compraron un hermoso gatito blanco, en reemplazo del que se le había muerto a la niña.
Cuando por fin arribaron a King Cross, ya era muy tarde. Sólo tenían diez minutos para tomar el tren. Subieron todo en carritos y comenzaron la carrera hasta la plataforma 9 y ¾. Llegaron y pasaron por la sólida barrera de hierro de dos en dos. Finalmente, se encontraron todos del otro lado de la barrera. Entre cientos de brujos y brujas que se habían acercado para acompañar a sus hijos. Subieron todos los baúles y bajaron nuevamente para despedirse del señor y la señora Weasley.
Adiós, Harry, cariño. Cuídate mucho. - Le dijo ella abrazándolo.
Lo haré, señora Weasley - le respondió éste para tranquilizarla.
Todos se despidieron de todos y se subieron a uno de los últimos vagones, el cual estaba completamente vacío.
El expreso de Hogwarts comenzó a moverse y todos se asomaron a las ventanillas para saludar con la mano a los señores Weasley. Por fin doblaron una curva y se perdieron de vista. Harry miraba el paisaje, al tiempo que conversaba con Ron de temas diversos, Hermione, la escuela, Snape, Hermione. cuando el sueño lo venció, se dio vuelta en su asiento y allí se quedó durante un rato, tratando de no pensar en nada.
¡Harry! ¡Harry!
Cuando le dio la impresión de no haber dormido más de un instante, escuchó su nombre desde el hueco de la puerta del compartimento. Se dio vuelta y vio a Cindy Consun, que se acercaba a toda velocidad por el vagón, y se le echó encima cuando llegó hasta él.
¿Cómo estuviste, Harry? - le preguntó ella. - Te extrañé. Mucho. De verdad - le dijo, mirándolo a los ojos.
Muy bien - le respondió Harry, tratando de desprendérsela de encima. - Muchas gracias por el reloj. También tengo algo para ti - agregó, con una sonrisa. Se levantó y sacó de la rejilla portaequipajes un pequeño cesto. Se lo entregó a Cindy, quien lucía muy contenta, y no pudo evitar sonreir.
El, penso Harry, no tenía familia, sin contar a los Dursley, no tenía una familia que lo quisiera, o a la cual querer. Ni una madre, ni un hermano. Pero con Cindy sentía algo que no lo sentía ni con los Weasley. Ella lo hacía sentirse su hermano mayor. Y cuando Harry la vio allí, parada. Tan hermosa. Tan sonriente. Harry se alegró inmensamente por dentro.
Cindy abrió la canasta con impaciencia y sacó de adentro el gatito, que no paraba de mover sus patitas de un lado a otro.
Oh, Harry, muchas gracias, es justo lo que quería - le dijo, y lo abrazó.
Cindy se sentó en el compartimento con Harry y Ron, al parecer estaba un poco aburrida, porque se sentó contra la ventana y al poco tiempo se quedó dormida.
Harry jugaba a las cartas explosivas de Ron, hablando de todo un poco. Ron no paraba de fastidiarlo con respecto al tema de Hermione, y a Harry se le carcomía el corazón. Por un lado, sus sentimientos le decían que tenía que disculparse. Pero todavía tenía esa pizca de orgullo que no le dejaba hacerlo. Después de todo, el no era culpable. ¿O sí?
Estoy muy cansado, Harry - la voz de Ron parecía lejana, y lo sacó de sus pensamientos. - Creo que voy a dormir un rato. ¿No te enojas?
Harry negó con la cabeza. En realidad, el también estaba muy cansado. No dormía bien desde hacía semanas, con excepción quizás de los primeros días en la casa de los Weasleys. El tema de Karkaroff lo tenía preocupado. El tema de Hermione lo tenía preocupado. Voldemort lo tenía preocupado.
De pronto, cuando el tren giró bruscamente, Cindy casi se cae hacia adelante. Harry la agarró rápidamente de los hombros y la recostó sobre su regazo. Le quitó el pelo de la cara al tiempo que la observaba. Sentía su respiración suave. lo invadió un sentimiento paternal que lo asustó un poco, y levantó la cabeza para mirar el paisaje.
Las puertas del compartimento se abrieron con mucha fuerza, y Ron giró en su asiento, al tiempo que gruñía. En el hueco aparecieron las tres personas a las que Harry tenía menos deseos de ver. Malfoy y sus dos amigotes.
Malfoy se adelantó con su sonrisa fría y despectiva, y le echó una mirada a Cindy, y luego a Ron. Ambos seguían durmiendo. Finalmente, levantó la vista y miró a Harry a los ojos.
Vaya vaya Potter, otra sangre sucia - le dijo con su habitual voz - que bajo que has caído.
Largate, Malfoy - Harry no tenía ganas de discutir en ese momento.
Oh, oh, Potter - siguió hablando Malfoy, esta vez sin mirarlo a la cara, sino caminando a través del vagón, al tiempo que Crabbe y Goyle seguían en la puerta. - ¿Qué modales son esos? ¿No te ha enseñado modales Dumbledore? Los necesitaras, por supuesto. Para pedir piedad, Potter. Al Señor Tenebroso. Porque caerás, Potter. Todos caerán. La escoria con la cual te juntas será la primera en caer. Esos días están muy próximos. Muy próximos. Extremadamente, Potter. Más de lo que piensas.
Harry sentía que las orejas le ardían y el pecho se le hundían, pero no quería seguirle el juego a Mañfoy. Respiró hondo y habló:
¿Tu qué sabes, Malfoy? Tu y tu padre no son más que sirvientes de Voldemort. Yo estuve, Malfoy. Lo he visto. Ví a tu padre humillándose delante de Voldemort - Harry pronunciaba el nombre una y otra vez, no muy consciente de sus palabras, pero Malfoy no se estremecía - llorando piedad, ¿y luego de eso puedes llamarte sangre limpia, Malfoy? ¿Para que te sirve, si ni siquiera puedes mantener tu buen nombre?
Malfoy estaba furioso.
Antes de hablar de mi familia o de mi padre, Potter, lávate la boca. Se más de lo que tú crees. Yo se todo lo que están tramando. Mi padre me lo cuenta TODO. Y te queda poco tiempo. A todos ustedes.
Malfoy giró sobre sus talones y les hizo una seña a sus dos guardaespaldas, que lo siguieron a través de la puerta.
Harry volvió a recostar su cabeza hacia atrás, pero no para dormir. Estaba pensando en las palabras de Malfoy. Malfoy sabía algo que el y Ron no sabían. Harry estaba seguro de eso. Quizás era verdad, después de todo, que su padre se lo había contado. Harry se imaginó a toda la familia Malfoy comiendo en la cena de Navidad, brindando por la muerte de Harry.
Harry corría y corría através del bosque. Detrás de él corría una docena de mortífagos, con sus capuchas y máscaras. De pronto, delante suyo aparece Karkaroff, con una mano sujetando la varita y con la otra enrulándose la barbita de chivo. Con una sonrisa muy fría. Lo apunta directo a los ojos. Harry gira y comienza a correr en otra dirección, pero tropieza al pie de un acantilado, y antes de caer se sujeta con la punta de los dedos. Mira para abajo, y la altura lo marea. Se le cansan las manos. Es el fin. Aparece Hermione. Harry la llama desesperado, pero ella no responde. Por último, llega Lucius Malfoy, y le pisa una mano. Harry queda colgando de la otra. Escucha, muy lejana, la voz de su madre, tratando de salvarlo de la muerte. Pero ya es tarde, porque Lucius termina de empujarlo y Harry cae. se oye una risa muy aguda. y Harry sigue cayendo. y cae. y cae. de pronto, todo se llena de una enceguecedora luz verde.
Harry despertó muy agitado y sudando frío. Le llevó unos instantes recordar que estaba en el Expreso de Hogwarts, totalmente a salvo de cualquier daño. Cindy aún apoyaba la cabeza sobre sus piernas. De repente, entró Ron.
Que suerte que despertaste, Harry, ya llegamos - le dijo.
Harry miró por la ventana y vio la estación de Hogsmeade. Sin decir una palabra, despertó a Cindy y se dirigieron hacia la puerta.
Abajo en la estación hacía un frío espantoso. Todos estaban envueltos con sus capas y nadie parecía querer abrir la boca para no tragar una bocanada de aire helado.
Se subieron a los carruajes, Harry, Ron y Neville. Cuando estaban a punto de cerrar la puerta porque no parecía quedar nadie allí, se subió otra persona. Hermione. No hablaron durante todo el camino. Harry había tenido intenciones de hacer que la chica se bajara, pero Ron, entendiendo las intenciones de su amigo, le dirigió una mirada de advertencia.
Bajaron en Hogwarts y se dirigieron lo más rápido posible al castillo, porque en los terrenos el frío era terrible. Cuando entraron, se dirigieron al Gran Comedor para la cena, la cual a Harry lo reanimó muchísimo, mientras comía y charlaba con sus compañeros. Luego subieron a la torre de Gryffindor.
Harry y Ron estaban sentados en la sala común. Ron se devoraba el nuevo libro de los Cannons. Harry se moría de ganas de hacer lo mismo, pero de ninguna manera iba a hacerlo delante de Hermione.
Vamos, Harry - lo incitó Ron por vigésima vez. - Trágate el orgullo y pídele perdón.
Que lo haga ella, ¿por qué yo? - se defendió Harry.
En verdad, Harry apreciaba mucho a Hermione, y extrañaba tenerla como amiga. Pero ella era la que se había equivocado. Ella debía disculparse. Sí, eso era. Se caía de cansancio, por lo tanto, se fue a dormir.
Los días siguientes se sucedieron sin sobresaltos. Ni Harry ni Hermione agachaban la cabeza y entre ellos todo estaba como siempre. Los entrenamientos de Quidditch se hacían cada vez más intensos, sobre todo después de la histórica victoria de Ravenclaw frente a Slytherin por 410 a 130. El equipo que había formado Cho (que ahora estaba como capitana) era extremadamente bueno. El partido fue sin duda el más largo que Harry había visto en su vida. ¡Casi 10 horas! Pero a pesar que Harry se había alegrado por Cho y por la derrota de Malfoy, pronto comenzó a preocuparse. Como se los recordaba Angelina una y otra vez, era absolutamente necesario ganar.
En tanto, las clases eran cada vez más duras. Harry no podía entender como era posible aprender tantas cosas nuevas en tan poco tiempo. En realidad, a la única a la que parecía entrarle todo era a Hermione.
Con la profesora Trelawney también repasaban. Volvieron a ver la bola de cristal.
Era un día muy fresco. Pero por supuesto esto no se extendía al aula de Adivinación. Allí hacía más calor que nunca. El perfume era agobiante y las ventanas estaban herméticamente cerradas.
Queridos míos, les diré lo que he visto en la bola de cristal, aunque les advierto que no se asusten - comenzó la profesora con su voz más tenue.
No diga nada - la interrumpió Harry, demasiado acostumbrado a este tipo de predicciones - ¿cuánto tiempo me queda de vida?
Nadie podía saber si la profesora había escuchado o no. De todos modos, prosiguió en el mismo tono que siempre.
Se acercan tiempos muy duros en este colegio... no quisiera estar en el pellejo de unos cuantos por aquí. Incluyéndote a ti, muchacho - dijo dirigiéndose hacia Harry.
Lavender y Parvati gritaron horrorizadas. Ron las imitó, pero luego lamentó haberlo hecho. Fueron diez puntos menos para Gryffindor y una cantidad de deberes extra para todos.
Cuando salieron de allí, se encaminaron al salón de la profesora McGonagall. En el camino vieron a Hermione. Naturalmente, estaba con Kevin.
Vamos - lo apremió Ron - discúlpate de una vez por todas.
Pero Harry no podía hacerlo. Aunque verla con aquel papanatas le provocaba un sentimiento dentro de él que no era capaz de describir. Se lo comentó a Ron.
Son celos. Está claro que te gusta Hermione y no puedes soportar el verla con otro.
Claro que no - exclamó tajantemente Harry. Pero él sabía que no era tan así. Además, ¿qué ganaba con estar peleados durante tanto tiempo? Era una tontería. Una verdadera tontería.
Al tiempo trataba de convertir un conejo en un despertador, Harry luchaba con su conciencia, que le pedía a gritos que le pida perdón a Hermione. Sin duda, Ron tenía razón, Hermione definitivamente le gustaba. Y además, no podían seguir peleados por toda la eternidad. Simplemente no podían arruinar cinco años de amistad por una estupidez como esa. Tarde o temprano se iban a reconciliar, los dos sabían eso. De modo que, pensó Harry, mejor que sea temrpano. No podía ser tan orgulloso. Tenía que hacerlo.
Salió de la clase de Transformaciones, no tan concentrado en el sermón de la profesora McGonagall (se había enfadado porque sólo Hermione había logrado hacer las cosas como correspondían. De hecho, el reloj despertador de Neville tenía orejas de conejo en lugar de agujas y el de Harry tenía bigotes), sino con una idea fija en la cabeza: sería ahora. iba a pedirle perdón a Hermione, cueste lo que cueste.
Hasta que guardó sus pertenencias en la mochila Hermione ya había desaparecido. La buscó por todos lados durante unos minutos y finalmente la encontró en uno de los corredores.
Llegó hasta ella y la vio nuevamente con Kevin. El estomago le dio una tremenda patada, pero se la aguantó.
Este...Hermione... - comenzó - ¿Podría hablar contigo un momento... a solas? - agregó lanzándole una clara insinuación a Kevin.
Si, por supuesto - contestó ella comenzando a ponerse colorada.
Harry también se sentía algo embarazado. Pero juntó el valor necesario y dijo:
¿Sabes?... quería pedirte disculpas por...bueno, ya sabes, sé que he sido un tonto, pero creo que no tiene sentido que sigamos peleados. Yo se que ninguno de los dos queremos eso. Sólo me gustaría que me perdones y...
Se calló, esperando la respuesta por parte de ella. Hermione tardó unos instantes, pero de pronto, como saliendo de un trance, le respondió:
Olvídalo, Harry, yo he sido una estúpida... - Harry se preguntó si le iba a mencionar algo de lo ocurrido con Cho, pero ella no lo hizo, y el no creyó que ese sea un buen momento - perdóname, no se que me pasó, es sólo que. ay, olvídalo, de verdad - concluyó.
La muchacha tenía los ojos brillantes, pero en la cara lucía una amplia sonrisa. La primera que Harry le había visto durante semanas. Le echó a Harry los brazos al cuello y lo abrazó muy fuertemente, al tiempo que estallaba en llanto. Harry se sentía muy incómodo, pero ésta era una reacción natural en Hermione y el ya estaba casi acostumbrado. Sabía que Hermione necesitaba descargarse, y se quedó callado, palmeándole la espalda, y sonriendo. Levantó la vista. Vio a Kevin, que los observaba a lo lejos con una expresión indefinida en el rostro.
Por fin, Hermione lo soltó y Harry se sintió muy agradecido. Hermione se despidió de Kevin y se fueron a sentar con Ron, que se puso muy contento. Por primera vez, después de mucho tiempo, los tres amigos volvían a estar juntos. Harry estaba verdaderamente feliz.
Aunque aún habían muchas cosas sin resolver. Voldemort estaba al acecho. Eso estaba más que claro. Y Harry siempre era un objetivo. Pero, de todos modos, esa noche se fue a dormir casi contento. Sentía que absolutamente nada podía turbar su felicidad, al menos no en ese momento.
Qué equivocado que estaba.
A la mañana siguiente, cuando entró al Gran Salón, pudo notar colgaduras negras detrás de la mesa de los profesores. Le dio un tremendo pinchazo en el estómago. Miró hacia abajo, y vio a todos los profesores con caras largas. La profesora McGonagall parecía hacer esfuerzos para no llorar, y Dumbledore tenía apollada la barbilla en las manos, mirando al vacío muy preocupado.
La sensación punzante se le acentuó. Nada bueno había ocurrido, eso podría haberlo jurado.
Se sentó y se sirvió avena en el plato. Ron y Hermione ya estaban allí.
¿Qué ocurrió? - les preguntó.
Ambos se encogieron de hombros. Harry recorrió todo el comedor con la vista. En las mesas había miradas de incertidumbre, algunas sombrías. Se oían murmullos. El profesor Dumbledore se paró y les puso fin.
Queridos alumnos - comenzó con la voz quebrada. Se aclaró la garganta y prosiguió - Siento mucho tener que comunicarles esta triste noticia, pero la profesora Fleur Delacour ha fallecido durante la noche.
¿qué tal? Soy maaaaaaaaloooooooooo, je je je. Las deje con la intriga. Necesito que me manden reviews. Me cuesta mucho encontrar tiempo libre para escribir, y yo se que lo leen, por eso me gustaria que me escriban cualquier pavadita. Es gratis y me pone contento
acepto criticas, tomates, etc. Solo quiero un review!!!!!!!!!!!
Besos y no desesperne, que voy a tratar de subir el proximo lo antes posible
Sirius Black
Para los que pidieron mas de cindy, aca tienen un poco, para los que pidieron alina, no se desesperen que ya habra para hartarse. Se sabran cosas.
Pero por ahora tranquilos, estoy tratando de escribir lo mas rapido que puedo, pero estoy muy ocupado, asi que sepan disculpar.
Bueno los dejo con el capi y que lo disfruten
PD: que empiecen o hayan empezado bien las clases, los que todavia estudian
SIRIUS BLACK
CAPITULO 9
La tragedia
Los días pasaban rápidamente, demasiado rápido para el gusto de Harry. Muy pronto llegaría el momento de regresar al colegio, y Harry, por primera vez en su vida, no estaba deseoso de recomenzar las clases. Se sentía muy bien en la casa de los Weasley, SU familia. Estaba dentro del mundo mágico, no estaba con los Dursleys después de todo. Volver al colegio significaba volver a los problemas diarios. Y no sólo las tareas o exámenes , lo que sí representaba una preocupación para muchos, sino que a Harry se le agregaba el hecho de estar constantemente en peligro. Volver al colegio, con Karkaroff, con Voldemort al acecho.
Mañana por la mañana iremos a King Cross - anunció la señora Weasley cuando Harry, Ron, Fred y George entraban a la cocina para desayunar. - Debo ir al callejón Diagon para hacer algunas compras y luego iremos todos juntos a la estación.
Magnífico - dijo Fred. - Tengo que comprar algunas cosas indispensables para volver a Hogwarts. Más bengalas del doctor Filibuster...
La señora Weasley lo miró amenazadoramente.
Era una broma, mamá, era una broma - se apresuró a añadir.
Al día siguiente, Harry se levantó temprano y terminó de armar su baúl. Cuando todo estuvo listo, el señor Weasley les ordenó que guardaran todo en dos coches del ministerio, que nuevamente los esperaban en la puerta.
El viaje fue largo, muy largo. Luego de mucho tiempo llegaron a Londres. Por fin entraron al Caldero Chorreante, y abrieron el pasadizo para entrar en la Calleja Diagon, que, como siempre, estaba llena de magos que se apretujaban a la entrada de extravagantes locales.
Ron, creo que le compraré un regalo de Navidad a...
¿Hermione? - le interrumpió el pelirrojo.
No - le espetó Harry. - A Cindy.
Ah, ya...
¿Me acompañas? - le dijo a su amigo.
Por supuesto, vamos - contestó éste.
De modo que se dirigieron a la tienda de animales mágicos, y compraron un hermoso gatito blanco, en reemplazo del que se le había muerto a la niña.
Cuando por fin arribaron a King Cross, ya era muy tarde. Sólo tenían diez minutos para tomar el tren. Subieron todo en carritos y comenzaron la carrera hasta la plataforma 9 y ¾. Llegaron y pasaron por la sólida barrera de hierro de dos en dos. Finalmente, se encontraron todos del otro lado de la barrera. Entre cientos de brujos y brujas que se habían acercado para acompañar a sus hijos. Subieron todos los baúles y bajaron nuevamente para despedirse del señor y la señora Weasley.
Adiós, Harry, cariño. Cuídate mucho. - Le dijo ella abrazándolo.
Lo haré, señora Weasley - le respondió éste para tranquilizarla.
Todos se despidieron de todos y se subieron a uno de los últimos vagones, el cual estaba completamente vacío.
El expreso de Hogwarts comenzó a moverse y todos se asomaron a las ventanillas para saludar con la mano a los señores Weasley. Por fin doblaron una curva y se perdieron de vista. Harry miraba el paisaje, al tiempo que conversaba con Ron de temas diversos, Hermione, la escuela, Snape, Hermione. cuando el sueño lo venció, se dio vuelta en su asiento y allí se quedó durante un rato, tratando de no pensar en nada.
¡Harry! ¡Harry!
Cuando le dio la impresión de no haber dormido más de un instante, escuchó su nombre desde el hueco de la puerta del compartimento. Se dio vuelta y vio a Cindy Consun, que se acercaba a toda velocidad por el vagón, y se le echó encima cuando llegó hasta él.
¿Cómo estuviste, Harry? - le preguntó ella. - Te extrañé. Mucho. De verdad - le dijo, mirándolo a los ojos.
Muy bien - le respondió Harry, tratando de desprendérsela de encima. - Muchas gracias por el reloj. También tengo algo para ti - agregó, con una sonrisa. Se levantó y sacó de la rejilla portaequipajes un pequeño cesto. Se lo entregó a Cindy, quien lucía muy contenta, y no pudo evitar sonreir.
El, penso Harry, no tenía familia, sin contar a los Dursley, no tenía una familia que lo quisiera, o a la cual querer. Ni una madre, ni un hermano. Pero con Cindy sentía algo que no lo sentía ni con los Weasley. Ella lo hacía sentirse su hermano mayor. Y cuando Harry la vio allí, parada. Tan hermosa. Tan sonriente. Harry se alegró inmensamente por dentro.
Cindy abrió la canasta con impaciencia y sacó de adentro el gatito, que no paraba de mover sus patitas de un lado a otro.
Oh, Harry, muchas gracias, es justo lo que quería - le dijo, y lo abrazó.
Cindy se sentó en el compartimento con Harry y Ron, al parecer estaba un poco aburrida, porque se sentó contra la ventana y al poco tiempo se quedó dormida.
Harry jugaba a las cartas explosivas de Ron, hablando de todo un poco. Ron no paraba de fastidiarlo con respecto al tema de Hermione, y a Harry se le carcomía el corazón. Por un lado, sus sentimientos le decían que tenía que disculparse. Pero todavía tenía esa pizca de orgullo que no le dejaba hacerlo. Después de todo, el no era culpable. ¿O sí?
Estoy muy cansado, Harry - la voz de Ron parecía lejana, y lo sacó de sus pensamientos. - Creo que voy a dormir un rato. ¿No te enojas?
Harry negó con la cabeza. En realidad, el también estaba muy cansado. No dormía bien desde hacía semanas, con excepción quizás de los primeros días en la casa de los Weasleys. El tema de Karkaroff lo tenía preocupado. El tema de Hermione lo tenía preocupado. Voldemort lo tenía preocupado.
De pronto, cuando el tren giró bruscamente, Cindy casi se cae hacia adelante. Harry la agarró rápidamente de los hombros y la recostó sobre su regazo. Le quitó el pelo de la cara al tiempo que la observaba. Sentía su respiración suave. lo invadió un sentimiento paternal que lo asustó un poco, y levantó la cabeza para mirar el paisaje.
Las puertas del compartimento se abrieron con mucha fuerza, y Ron giró en su asiento, al tiempo que gruñía. En el hueco aparecieron las tres personas a las que Harry tenía menos deseos de ver. Malfoy y sus dos amigotes.
Malfoy se adelantó con su sonrisa fría y despectiva, y le echó una mirada a Cindy, y luego a Ron. Ambos seguían durmiendo. Finalmente, levantó la vista y miró a Harry a los ojos.
Vaya vaya Potter, otra sangre sucia - le dijo con su habitual voz - que bajo que has caído.
Largate, Malfoy - Harry no tenía ganas de discutir en ese momento.
Oh, oh, Potter - siguió hablando Malfoy, esta vez sin mirarlo a la cara, sino caminando a través del vagón, al tiempo que Crabbe y Goyle seguían en la puerta. - ¿Qué modales son esos? ¿No te ha enseñado modales Dumbledore? Los necesitaras, por supuesto. Para pedir piedad, Potter. Al Señor Tenebroso. Porque caerás, Potter. Todos caerán. La escoria con la cual te juntas será la primera en caer. Esos días están muy próximos. Muy próximos. Extremadamente, Potter. Más de lo que piensas.
Harry sentía que las orejas le ardían y el pecho se le hundían, pero no quería seguirle el juego a Mañfoy. Respiró hondo y habló:
¿Tu qué sabes, Malfoy? Tu y tu padre no son más que sirvientes de Voldemort. Yo estuve, Malfoy. Lo he visto. Ví a tu padre humillándose delante de Voldemort - Harry pronunciaba el nombre una y otra vez, no muy consciente de sus palabras, pero Malfoy no se estremecía - llorando piedad, ¿y luego de eso puedes llamarte sangre limpia, Malfoy? ¿Para que te sirve, si ni siquiera puedes mantener tu buen nombre?
Malfoy estaba furioso.
Antes de hablar de mi familia o de mi padre, Potter, lávate la boca. Se más de lo que tú crees. Yo se todo lo que están tramando. Mi padre me lo cuenta TODO. Y te queda poco tiempo. A todos ustedes.
Malfoy giró sobre sus talones y les hizo una seña a sus dos guardaespaldas, que lo siguieron a través de la puerta.
Harry volvió a recostar su cabeza hacia atrás, pero no para dormir. Estaba pensando en las palabras de Malfoy. Malfoy sabía algo que el y Ron no sabían. Harry estaba seguro de eso. Quizás era verdad, después de todo, que su padre se lo había contado. Harry se imaginó a toda la familia Malfoy comiendo en la cena de Navidad, brindando por la muerte de Harry.
Harry corría y corría através del bosque. Detrás de él corría una docena de mortífagos, con sus capuchas y máscaras. De pronto, delante suyo aparece Karkaroff, con una mano sujetando la varita y con la otra enrulándose la barbita de chivo. Con una sonrisa muy fría. Lo apunta directo a los ojos. Harry gira y comienza a correr en otra dirección, pero tropieza al pie de un acantilado, y antes de caer se sujeta con la punta de los dedos. Mira para abajo, y la altura lo marea. Se le cansan las manos. Es el fin. Aparece Hermione. Harry la llama desesperado, pero ella no responde. Por último, llega Lucius Malfoy, y le pisa una mano. Harry queda colgando de la otra. Escucha, muy lejana, la voz de su madre, tratando de salvarlo de la muerte. Pero ya es tarde, porque Lucius termina de empujarlo y Harry cae. se oye una risa muy aguda. y Harry sigue cayendo. y cae. y cae. de pronto, todo se llena de una enceguecedora luz verde.
Harry despertó muy agitado y sudando frío. Le llevó unos instantes recordar que estaba en el Expreso de Hogwarts, totalmente a salvo de cualquier daño. Cindy aún apoyaba la cabeza sobre sus piernas. De repente, entró Ron.
Que suerte que despertaste, Harry, ya llegamos - le dijo.
Harry miró por la ventana y vio la estación de Hogsmeade. Sin decir una palabra, despertó a Cindy y se dirigieron hacia la puerta.
Abajo en la estación hacía un frío espantoso. Todos estaban envueltos con sus capas y nadie parecía querer abrir la boca para no tragar una bocanada de aire helado.
Se subieron a los carruajes, Harry, Ron y Neville. Cuando estaban a punto de cerrar la puerta porque no parecía quedar nadie allí, se subió otra persona. Hermione. No hablaron durante todo el camino. Harry había tenido intenciones de hacer que la chica se bajara, pero Ron, entendiendo las intenciones de su amigo, le dirigió una mirada de advertencia.
Bajaron en Hogwarts y se dirigieron lo más rápido posible al castillo, porque en los terrenos el frío era terrible. Cuando entraron, se dirigieron al Gran Comedor para la cena, la cual a Harry lo reanimó muchísimo, mientras comía y charlaba con sus compañeros. Luego subieron a la torre de Gryffindor.
Harry y Ron estaban sentados en la sala común. Ron se devoraba el nuevo libro de los Cannons. Harry se moría de ganas de hacer lo mismo, pero de ninguna manera iba a hacerlo delante de Hermione.
Vamos, Harry - lo incitó Ron por vigésima vez. - Trágate el orgullo y pídele perdón.
Que lo haga ella, ¿por qué yo? - se defendió Harry.
En verdad, Harry apreciaba mucho a Hermione, y extrañaba tenerla como amiga. Pero ella era la que se había equivocado. Ella debía disculparse. Sí, eso era. Se caía de cansancio, por lo tanto, se fue a dormir.
Los días siguientes se sucedieron sin sobresaltos. Ni Harry ni Hermione agachaban la cabeza y entre ellos todo estaba como siempre. Los entrenamientos de Quidditch se hacían cada vez más intensos, sobre todo después de la histórica victoria de Ravenclaw frente a Slytherin por 410 a 130. El equipo que había formado Cho (que ahora estaba como capitana) era extremadamente bueno. El partido fue sin duda el más largo que Harry había visto en su vida. ¡Casi 10 horas! Pero a pesar que Harry se había alegrado por Cho y por la derrota de Malfoy, pronto comenzó a preocuparse. Como se los recordaba Angelina una y otra vez, era absolutamente necesario ganar.
En tanto, las clases eran cada vez más duras. Harry no podía entender como era posible aprender tantas cosas nuevas en tan poco tiempo. En realidad, a la única a la que parecía entrarle todo era a Hermione.
Con la profesora Trelawney también repasaban. Volvieron a ver la bola de cristal.
Era un día muy fresco. Pero por supuesto esto no se extendía al aula de Adivinación. Allí hacía más calor que nunca. El perfume era agobiante y las ventanas estaban herméticamente cerradas.
Queridos míos, les diré lo que he visto en la bola de cristal, aunque les advierto que no se asusten - comenzó la profesora con su voz más tenue.
No diga nada - la interrumpió Harry, demasiado acostumbrado a este tipo de predicciones - ¿cuánto tiempo me queda de vida?
Nadie podía saber si la profesora había escuchado o no. De todos modos, prosiguió en el mismo tono que siempre.
Se acercan tiempos muy duros en este colegio... no quisiera estar en el pellejo de unos cuantos por aquí. Incluyéndote a ti, muchacho - dijo dirigiéndose hacia Harry.
Lavender y Parvati gritaron horrorizadas. Ron las imitó, pero luego lamentó haberlo hecho. Fueron diez puntos menos para Gryffindor y una cantidad de deberes extra para todos.
Cuando salieron de allí, se encaminaron al salón de la profesora McGonagall. En el camino vieron a Hermione. Naturalmente, estaba con Kevin.
Vamos - lo apremió Ron - discúlpate de una vez por todas.
Pero Harry no podía hacerlo. Aunque verla con aquel papanatas le provocaba un sentimiento dentro de él que no era capaz de describir. Se lo comentó a Ron.
Son celos. Está claro que te gusta Hermione y no puedes soportar el verla con otro.
Claro que no - exclamó tajantemente Harry. Pero él sabía que no era tan así. Además, ¿qué ganaba con estar peleados durante tanto tiempo? Era una tontería. Una verdadera tontería.
Al tiempo trataba de convertir un conejo en un despertador, Harry luchaba con su conciencia, que le pedía a gritos que le pida perdón a Hermione. Sin duda, Ron tenía razón, Hermione definitivamente le gustaba. Y además, no podían seguir peleados por toda la eternidad. Simplemente no podían arruinar cinco años de amistad por una estupidez como esa. Tarde o temprano se iban a reconciliar, los dos sabían eso. De modo que, pensó Harry, mejor que sea temrpano. No podía ser tan orgulloso. Tenía que hacerlo.
Salió de la clase de Transformaciones, no tan concentrado en el sermón de la profesora McGonagall (se había enfadado porque sólo Hermione había logrado hacer las cosas como correspondían. De hecho, el reloj despertador de Neville tenía orejas de conejo en lugar de agujas y el de Harry tenía bigotes), sino con una idea fija en la cabeza: sería ahora. iba a pedirle perdón a Hermione, cueste lo que cueste.
Hasta que guardó sus pertenencias en la mochila Hermione ya había desaparecido. La buscó por todos lados durante unos minutos y finalmente la encontró en uno de los corredores.
Llegó hasta ella y la vio nuevamente con Kevin. El estomago le dio una tremenda patada, pero se la aguantó.
Este...Hermione... - comenzó - ¿Podría hablar contigo un momento... a solas? - agregó lanzándole una clara insinuación a Kevin.
Si, por supuesto - contestó ella comenzando a ponerse colorada.
Harry también se sentía algo embarazado. Pero juntó el valor necesario y dijo:
¿Sabes?... quería pedirte disculpas por...bueno, ya sabes, sé que he sido un tonto, pero creo que no tiene sentido que sigamos peleados. Yo se que ninguno de los dos queremos eso. Sólo me gustaría que me perdones y...
Se calló, esperando la respuesta por parte de ella. Hermione tardó unos instantes, pero de pronto, como saliendo de un trance, le respondió:
Olvídalo, Harry, yo he sido una estúpida... - Harry se preguntó si le iba a mencionar algo de lo ocurrido con Cho, pero ella no lo hizo, y el no creyó que ese sea un buen momento - perdóname, no se que me pasó, es sólo que. ay, olvídalo, de verdad - concluyó.
La muchacha tenía los ojos brillantes, pero en la cara lucía una amplia sonrisa. La primera que Harry le había visto durante semanas. Le echó a Harry los brazos al cuello y lo abrazó muy fuertemente, al tiempo que estallaba en llanto. Harry se sentía muy incómodo, pero ésta era una reacción natural en Hermione y el ya estaba casi acostumbrado. Sabía que Hermione necesitaba descargarse, y se quedó callado, palmeándole la espalda, y sonriendo. Levantó la vista. Vio a Kevin, que los observaba a lo lejos con una expresión indefinida en el rostro.
Por fin, Hermione lo soltó y Harry se sintió muy agradecido. Hermione se despidió de Kevin y se fueron a sentar con Ron, que se puso muy contento. Por primera vez, después de mucho tiempo, los tres amigos volvían a estar juntos. Harry estaba verdaderamente feliz.
Aunque aún habían muchas cosas sin resolver. Voldemort estaba al acecho. Eso estaba más que claro. Y Harry siempre era un objetivo. Pero, de todos modos, esa noche se fue a dormir casi contento. Sentía que absolutamente nada podía turbar su felicidad, al menos no en ese momento.
Qué equivocado que estaba.
A la mañana siguiente, cuando entró al Gran Salón, pudo notar colgaduras negras detrás de la mesa de los profesores. Le dio un tremendo pinchazo en el estómago. Miró hacia abajo, y vio a todos los profesores con caras largas. La profesora McGonagall parecía hacer esfuerzos para no llorar, y Dumbledore tenía apollada la barbilla en las manos, mirando al vacío muy preocupado.
La sensación punzante se le acentuó. Nada bueno había ocurrido, eso podría haberlo jurado.
Se sentó y se sirvió avena en el plato. Ron y Hermione ya estaban allí.
¿Qué ocurrió? - les preguntó.
Ambos se encogieron de hombros. Harry recorrió todo el comedor con la vista. En las mesas había miradas de incertidumbre, algunas sombrías. Se oían murmullos. El profesor Dumbledore se paró y les puso fin.
Queridos alumnos - comenzó con la voz quebrada. Se aclaró la garganta y prosiguió - Siento mucho tener que comunicarles esta triste noticia, pero la profesora Fleur Delacour ha fallecido durante la noche.
¿qué tal? Soy maaaaaaaaloooooooooo, je je je. Las deje con la intriga. Necesito que me manden reviews. Me cuesta mucho encontrar tiempo libre para escribir, y yo se que lo leen, por eso me gustaria que me escriban cualquier pavadita. Es gratis y me pone contento
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Sirius Black
