El escape y un niño.
- Albus... te tengo malas noticias...
- ¿Qué fue lo que pasó Cornelius? – El hombre sacó el diario El Profeta.
- Harry se ha escapado... Y no sólo eso, ha puesto a los dementores de su parte, es decir, que ahora todos los presos están libres, y no dudo que se estén aliando.
- ¿Cómo pudo pasar? – Preguntó el director.
- No lo sé... Pero ahora todos estamos en grave peligro, y sobre todo Hogwarts. Tengo la ligera impresión de que Harry, bueno, el-que-no-debe-ser-nombrado va a venir por la chica.
- ¿Hermione? – El hombre asintió – ¿Pretendes con eso que cierre la escuela?
- Muchos padres prefieren en estos momentos, tener a sus hijos en casa. Creo que... será necesario – Albus se quedó pensativo. No podía ser tan grave o ¿si? Bueno, sí estaba al tanto de la gravedad, pero no creía que fuese necesario cerrar el colegio, pero si eso era lo que los representantes querían para sus hijos.
- De acuerdo. Pero más te vale que hayan sido la mayoría de los padres.
El hombre abandonó el despacho. Necesitaba ver a Hermione, contarle lo que había pasado, aunque no le fuera a caer muy bien. Analizó por unos segundos su situación, no tenía más remedio que aceptar cerrar el colegio, pero ya había pasado algo así una vez, con la cámara de los secretos, claro que esta vez el problema era mayor.
Salió entonces apresuradamente de su despacho. Muchas dudas invadían su pensamiento, lo que estaba pasando no demostraba ninguna buena señal, si la situación continuaba de aquella forma, la vida de casi todos estaban en peligro, incluso la de los muggles. Tenía curiosidad por saber qué planeaba hacer Voldemort con Harry, ¿Tomaría su cuerpo para siempre?, ya no quería imaginarse nada, por alguna extraña razón sentía que debía proteger a ese niño que venía en camino. Mientras se encaminaba hacia la habitación de Hermione, se encontró con Minerva, la cual parecía muy asustada, lo más seguro era que algo malo había pasado.
Trató de calmarla y hacer que hablara, pero ella parecía muda de la impresión. De sus labios no salían más que agitados quejidos por la corredera, que de seguro se había tomado la molestia de echar. Después de calmarse un poco suspiró profundo y le comunicó la noticia al director quien ya parecía alterado.
- Albus... Es... Es Hermione... Ella... Ella está dando a luz – Pronunció aún con dificultad. El director no espero ni un segundo más y se echó a caminar más velozmente hacia aquella recámara. Minerva le siguió las espaldas, con algo de miedo por el estado de su ex alumna.
Mientras pasaban por los pasillos podían percibir el miedo de los alumnos, escuchar los llantos de algunos por las muertes de algunos de sus familiares, las caras desalentadas, y los murmullos interminables. Muchos de los rumores hablaban de las ya muertes de algunos padres de alumnos, todos eran sucesos recientes, por lo tanto aún más dolorosos. Después de unos cuantos minutos pudieron salir de aquellos pasillos deprimentes, ahora se escuchaba más cerca el llanto incontrolable de Hermione. Al instante que abrieron la puerta se encontraron con la joven gimiendo de dolor, con el rostro pálidos y a la vez rojo por las lágrimas. La enfermera Pomfrey trataba de ayudarla a sentarse, pero ésta no quería, simplemente seguía sujetándose el vientre con los brazos.
- ¿Cuántos meses tiene? – La pregunta obtuvo una respuesta enseguida, la cual no daba ninguna buena señal.
- Siete. Sólo siete – Esto le preocupó, se acercó a ella para ayudarla y logró apoyarla contra la cama.
- Hermione, cuánto te falta para llegar al octavo mes – La chica no se dignaba a responder, simplemente seguía llorando, se sentía muy mal, tenía el presentimiento de que iba a perder de nuevo su bebé. Eso la hacía sentirse cada vez peor, la asustaba incontrolablemente y no le permitía respirar. Nada podía calmarla en ese entonces, nada exceptuando por supuesto la noticia de que todo estaba bien. Claro que obviamente no lo estaba.
- Un mes casi exacto... – Logró pronunciar débilmente. La enfermera del colegio le hizo unas señales al director, quien pareció entender lo que ésta intentaba decirle.
- Hermione... Creo que vas a tener que hacer un gran esfuerzo por aguantar el dolor, te llevaremos a una clínica, es imposible que tengas a tu hijo con esas condiciones aquí. No tenemos suficiente material y menos somos expertos.
Ella entendió a la perfección, pero le daba terror el imaginar que durante el trayecto pudiera perderlo. No obstante, algo la alivió, tenían un translador que daba al hospital, claro que estaba en Hogsmeade. Podría aguantar un poco, con tal de que no le pasara nada a su hijo, podría hacerlo.
*
- ¿Qué has averiguado Steve? – Se escuchó preguntar a una voz áspera.
- Solamente que su esposa... digo, que su hijo ya está naciendo – El hombre le dirigió una mirada fría, y luego esbozó una leve sonrisa.
- Bien, entonces llama a Draco y dile que vaya por el niño, él está más cerca. Dile que lo quiero aquí mañana en la mañana. Y sé eficiente por favor – Con esto último le hizo unas señas para que se marchara.
Las cosas estaban saliendo según los planes, dentro de poco nadie tendría más opción que obedecerlo, o sino recibiría la muerte. Por fin lograría cumplir lo que siempre había deseado, ya nada podía evitarlo, porque la única persona que podía ahora estaba en sus manos, o mejor dicho, en su cuerpo.
- Ah, y Steve, por favor, tráeme algo de comida – Su sirviente no movió un dedo, se quedó mirándolo con cierta expresión de miedo - ¡¿Qué esperas?! Apúrate. Ay que ver que ineficiencia...
- Sí mi señor.
Con esas últimas palabras lo vio marcharse velozmente con el mismo gesto de espanto en el rostro. Eso se le animaba aún más, le encantaba ver las caras de terror, le hacía sentirse superior, poderoso, todo lo que siempre había querido. Lo único que le faltaba para alcanzar la gloria era ese niño, si lograba matarlo, así si no habría nada que impidiese su éxito, o tal vez si lo criara como suyo... No tendría que matarlo, y tendría a alguien poderoso de seguro a su lado.
Es más, ahora que lo pensaba mejor, eso era lo que haría, no mataría al niño, se quedaría con él después de quitárselo a la madre. Y con respecto a ella... Si lograba llegar a algún acuerdo tal vez la dejara criarlo un poco, pero si se ponía terca... Simplemente la mataba.
*
- Minerva, escucha, apenas nazca ese niño lo pondremos bajo protección. Tengo la ligera impresión de que Voldemort lo quiero, y si no es para matarlo será para aliarlo – Al escuchar esas palabras la profesora palideció.
- ¿Tú crees Albus? Pero... Pero... – Albus Dumbledore asintió brevemente.
- No lo creo, estoy mucho más que seguro. Él no permitiría que un niño así viviera... y bueno, si lo llegase a hacer, no dejaría que fuese en su contra.
- Está bien... Entonces me comunicaré con el ministerio, de seguro ellos nos pueden enviar algún auror... – Se quedó en silencio y avanzó por los pasillos del hospital.
*
- Hermione, necesito que te relajes... Por favor, respira profundo. Vamos, tú puedes – La muchacha aún seguía llorando, respiraba con dificultad, y sin embargo murmuraba el nombre de Harry varias veces seguidas.
- Doctor, yo creo que...
- Bien, déjenme hablar un segundo con ella por favor – Las enfermera entendieron el mensaje y salieron en absoluta discreción de la habitación.
Hermione se quedó en silencio. Miraba fijamente hacia la nada, como si se le hubieran acabado los pensamientos. Las lágrimas cesaron, el doctor no sabía si eso significaba que podía hablarle, pero de lo único que estaba seguro era de que de una u otra manera ella tendría que escucharlo, claro, si quería salvar a su hijo.
- Bien, escucha Hermione, debes tener a este niño ahora ¿Entiendes? Después será tarde... Lo vas a perder, sinceramente no creo que quieras... Hermione… Escúchame por favor, no estoy bromeando, tú lo sabes – Entonces reaccionó, volteó su mirada encontrándola con la del doctor.
- Dígame... ¿hay alguna posibilidad de que mi hijo se salve? – Preguntó con una mueca de dolor.
- Claro que sí, si no la hubiera, ¿por qué crees que estoy haciendo que te esfuerces? Te haría daño en vano. A ver, mírame. Esto dolerá, no estoy diciendo que no, pero créeme, dolerá mucho más si retienes al niño allí. Te doy un cincuenta... bueno, un cincuenta y cinco por ciento de que tu hijo se puede salvar...
- Pero es que sino... es que yo... Yo no podría otra vez... ¿Me entiendes David? – Le dijo a su doctor – No podría soportarlo... Te juro que me muero si eso pasa.
- Precisamente por eso Herms... Por eso es que debes hacerlo. ¿Me prometes que los harás? ¿De verdad estás dispuesta a hacerlo?
- Sí... supongo que sí.
- Bien... Pero necesitaré mucha colaboración de tu parte, tu esfuerzo es lo más esencial, ya verás que todo va a salir bien y dentro de poco tendrás a tu hijo en tus brazos.
- Cuando nazca... ¿podrían avisarle a Ron? Sabes, Ron, mi mejor amigo... Es que... me gustaría que al menos él estuviese aquí ya que...
- No, no digas más, si te me deprimas más de lo que estás va a ser peor. Apenas abras los ojos lo primero que verás será a tu amigo... Ahora, ahora sí prométeme que te portarás bien y harás el máximo esfuerzo.
- Está bien... te lo prometo... – Trató de esbozarle una sonrisa pero no pudo. David, su doctor, le tomó las manos tiernamente en señal de apoyo.
- Es más, para que estés más segura te voy a hacer una promesa, si sale mal dejaré mi carrera como doctor y trabajaré en lo que más odio... Servicios de comida – Después de escuchar aquello no pudo evitar el esbozar una sonrisa precedida por una risita corta.
- No... No creo que vayas a hacer eso...
- Por eso te lo digo, porque sé que todo va a salir bien – Sus ojos azules se posaron en su mirada. Hermione comenzó a sentir más confianza, tenía que hacerlo, debía dejar a un lado la cobardía y hacer su propio esfuerzo.
Ya muy dispuesta a hacerlo logró llenarse de calma, el doctor llamó a las enfermeras para que la llevaran a una nueva sala. Ya satisfecho por adquirir la confianza de Hermione, se dispuso a hacer el trabajo difícil.
*
- Ahora sí señor. La llevamos a la sala de parto, al parecer el doctor logró convencerla.
Dumbledore le sonrió débilmente a la amable muchacha, sabía que de alguna forma Hermione terminaría por aceptar, ese niño iba a nacer, e iba a formar buena parte de la historia. O tal vez no, tal vez simplemente se quedara como hijo del famoso Harry Potter, pero de algo había que estar seguro, iba a ser un gran mago, con poderes jamás vistos, después de todo, todo dependía de la familia.
Aguardó unas horas más sentado cabizbajo y esperando algún signo de vida por parte de la chica pero al parecer no había nada más que un frío silencio.
Pronto consiguió visualizar una enfermera, cargaba un niño en los brazos, éste parecía sereno a simple vista. Notó que ella se le acercaba, lo más seguro es que ese fuese el niño. No esperó más y se levantó para verlo más de cerca. No había nadie a su alrededor, ya era muy de noche, sólo iluminaba las salas una pequeña luz en los techos. Al encontrarse frente a frente con la mujer que sostenía al niño recibió una sonrisa, a la cual supo responder muy bien. A primera vista observó a un pequeño muy débil, estaba muy pálido pero eso no era especialmente extraño porque Harry y Hermione lo eran. Sus manitos se movían endeblemente y jugueteaban un poco con el aire.
- Es un niño muy bonito, aunque está un poco endeble, pero eso se le pasará con los días. Su madre ha sido muy valiente al enfrentar un parto tan difícil, creo que tendrá que quedarse aquí por un largo tiempo.
- Sí...
Notas de la autora (Frustrada):
Bien, no sé por qué continúo con este fic, quizás porque tengo buenas ideas para terminarlo, pero bueh, espero que les haya gustado, jeje, perdón por lo corto, pero así serán los demás.
Fue difícil describir como piensa Dumbledore y eso, no estoy acostumbrada, así que si lo hice muy mal, sorry^^
Por favor si lo siguen leyendo dejen su review^^ no sean malitas jejejeje
Bien ahora sí me despido.
Byes, byes, byes.
Lis Jade.
