El Sentimiento más fuerte.

No es amor.

Era un territorio oscuro, como le gustaba. Solitario... ¿Le gustaba la soledad? Siempre la había sentido, porque por más que tuviera tanta gente de su lado, ninguna realmente lo consideraba su amigo, sólo estaban sedientos de poder al igual que él, o sólo se le unían porque el miedo les vencía. ¿O qué? ¿De verdad existía una posibilidad de que fuera por otra cosa? No. Al menos para él no existía. ¿Pero qué quería? A él qué le importaba estar lleno de personas que le agradasen, a él nunca le llegó a importar ninguna de esas (según él) estupideces. A lo mejor estaba siendo influenciado por Harry...

¿Qué estaba haciendo? Estaba ocultando su realidad detrás de Harry. Ahora temía a la soledad. ¿Qué podía importarle a él quedarse sólo? Se quedaría con todo el poder que un hombre puede desear. ¿De qué se quejaba?, de nada en realidad, simplemente estaba confundido. ¿Pero por qué estarlo?...

Unos pasos se percibían cerca. Eran de un hombre. Lo más seguro es que fuera Steve, solamente él se le acercaba a hablarle. Pero no resultó serlo. Frente a él se divisó un efectivamente un hombre, pero ciertamente de apariencia contraria a la de Steve, puesto que él era bajo, flacucho y peludo, éste era alto, flaco pero no más de lo debido y de unos despampanantes ojos grises.

- Que bueno que llegaste Draco... Te estaba esperando – Murmuró al reconocer aquel rostro - ¿Trajiste lo que te pedí?

- No. Es algo imposible, el niño está rodeado de aurores por todos lados – Respondió con poca importancia.

- Ya veo, entonces sí estaba en lo cierto... es un niño... es mucho más peligroso... Necesito traerlo aquí, pero ahora que mencionas lo de los aurores se vuelve más difícil por supuesto – Draco parecía ignorar las palabras de ese hombre, trataba al máximo de no verle directamente a la cara. El verlo y divisar al físico de Harry le provocaba darle unos cuantos golpes –Ya sé Draco, no te acostumbras a ver a Harry como tu amigo, pero esto no será por mucho tiempo, cuando todo el poder ya esté en mis manos tendré mi propio cuerpo, viviré sin depender de nadie...

- Como si sólo lo hicieras por eso... Sabes perfectamente que le temes tanto a Harry como temes reconocerlo. ¿Qué acaso tú no eres como una especie de dios? Por qué entonces alguien como tú necesitaría librarse de una sabandija como él. Anda, explícame – No esperó ninguna respuesta – No espero que me respondas, sé perfectamente que no lo harás, después de todo, por qué un casi dios le respondería a alguien de tan poca importancia como yo. Debo reconocer algo, si querías que todo el mundo conociera tu nombre y le temiera, lo lograste, eso es lo único que puedo reconocerte.

- ¿Qué te molesta Draco? ¿qué es lo que quieres para complacerte a ti mismo? ¿Poder? ¿Quieres más poder? ¿O qué? Algo más simple tal vez... ¿Acaso amas a alguna mujer? ¿Quieres que haga que te ame? ¿es eso? – Preguntó en cierto tono sarcástico.

- No necesito nada que venga de ti, créeme, si quiero algo, lo busco y lo obtengo, a cambio de ti, yo no necesito a nadie.

- ¿Y qué es lo que estás buscando ahora?

- Matarte – Pronunció simplemente – Claro que no precisamente a ti. Sino a Harry. Quiero hacer de Harry Potter una historia muy cruel, y vuélveme a creer, lo lograré.

- ¿Y qué obtendrás? ¿Qué es lo que te interesa? Anda, estás en confianza.

- Mmmm, tantas cosas puedo lograr con solo matarlo... Mi nombre saldrá en todos los libros de historia. Pero no es eso lo que me interesa. Me interesa es ella.

- ¿Ella? ¿te refieres a su esposa la sangre sucia? – Soltó una carcajada - ¿No me digas que te gusta esa muchachita? Ha!, y yo pensaba que tenías buen gusto... Aunque bueno, pensándolo bien no está tan mal.

- ¿No crees que eso sea posible? – Recibió un simple "no" como respuesta – Ha! – Dijo haciendo el mismo gesto que su "amo" – Como si me importara, es más, no me gusta, simplemente deseo tenerla, y creo que ya te mencioné que cuando quiero algo lo obtengo, en este caso la quiero a ella.

- Bien, yo te daré a la muchacha, sólo, sólo si me traes a ese niño a cambio.

- ¿Qué no sabes escuchar? ¿O es que necesitas que te lave los oídos? Bien, te lo volveré a repetir, y con más calma para que lo proceses. No-necesito-tú-ayuda – Dijo pronunciando cada sílaba cuidadosamente.

- Eso es lo que crees... Bueno, el caso es que no requiero de tu sarcasmo para entender. Te haré el plan mucho más simple. Me traes a la chica y a su hijo, y yo me quedo con el mugroso chiquillo y tú con la "hermosa" chica.

- Me parece razonable, pero creo que aún no captas bien, así que te lo explicaré mejor. Ella y el niño están llenos de aurores por doquier ¿No es cierto? Como pretendes entonces que yo, el sobre todas las cosas "confiable" Draco Malfoy me le acerque. Oh no, ya sé, entro y le digo "Siento mucho haberte tratado mal estos años, de haberte insultado y lastimado, ahora ven conmigo para que te quiten a tu hijo  lo maten"

- No. Simplemente le escribirás una carta a la chica diciéndole que necesito hablarle para llegar a un acuerdo, y si todo va bien hasta puedo devolverle a su marido.

- Y debe ser que va a creerte, me impresiona lo gracioso que puedes llegar a ser.

- Sí, a mí también me impresiona que todo lo que digo te parezca gracioso.

- ¿No lo es? Con sólo decirte que hasta pagaría por ver un show de tus bobadas. Si fuera por mí no estaría aquí, pero entonces está mi padre, claro, todo padre quiere que su hijo siga su ejemplo, y en mi caso me tocó lo peor, seguir a un idiota que se cree Dios.

- Bien Draco, sólo has lo que te dije, eres más terco de lo que pensé.

- Sabía yo que para colmo tenía que obedecer tus órdenes, y dime algo saliendo del temita. ¿Qué e harás sino te obedezco? ¿Cien latigazos? ¿Me pondrás bajo un hechizo para hacer que me arrodille a tus pies?

- Ya no sé quien es más gracioso, tú o yo.

- Quien sabe, a lo mejor deberíamos hacer un concurso – fijó su fría mirada en la puerta – Voy a pensar bien si hacerlo o no.

Desapareció de su vista. Draco no se le iba a hacer un trabajo fácil, a diferencia de Lucius, él era mucho más reflexivo, mucho más listo... Pero igual ansiaba poder. Era lo único que le encontraba en común.  Aunque de algo no tenía duda. El chico escribiría la carta y ella vendría a él.

*

         Ella reposaba tranquilamente en una de las habitaciones del hospital. Mantenía su mirada fija en la ventana que daba vista a un gran paisaje. No obstante unas cuantas lágrimas se fluían por sus pálidas mejillas. Acariciaba las nubes con su mirada. Muy lentamente fue cerrando los ojos e incorporándose a sus pensamientos. Ansiaba tenerlo cerca.

         Tristemente volvió a abrirlos. Se encontraba ahora con una nueva imagen, una que conocía hacía ya varios años. Era un hombre alto y delgado, la miraba compasivamente mientras esbozaba lo que podía llamarse una sonrisa. Ella intentó corresponderle con otra forma que también podía llamarse sonrisa, pero no lo logró y mucho menos se esforzó por hacerlo.

- ¿Estás bien Herms? – Sabía que era una pregunta estúpida, pero en ningún momento como ese había sabido consolarla como se debía. Siempre resultaba saber pronunciar las palabras más tontas en tiempos como esos, sin embargo de algo ayudaban.

- Gracias por venir Ron. ¿Cómo están Belinda y tus hijos? – Preguntó tratando de no tocar el tema, según el momento "prohibido".

- Están muy bien. Belinda llevó a los niños al parque. Es que no quería que tan pequeños estuvieran en un hospital. Sabes que siempre me han parecido lugares horribles.

- Sí... a mí también... Y más aún en esta situación...

En la habitación se guardó un extraño silencio. Ninguno de los dos sabía qué decir. Mucho menos Ron. No tenía ni la más mínima idea de cómo consolarla, nunca la llegó a consolar... Siempre era Harry el que lo hacía... Todos los recuerdos le llevaban a él.

- Ya verás como todo se arregla 'Mione. Harry volverá... Mira, sé que no debería hablarte de él ahora pero...

- No importa Ron. Puedes hablar de él... ¿Me harías un favor? ¿Puedes pedirle a David que me traiga a mi hijo? Es que no lo he visto y me gustaría... Si no es molestia claro – Ron negó.

- No, no es ninguna molestia Herms. Ya vengo, voy a buscarlo entonces...

Sabía muy bien que Ron no tenía mucho que decirle, pero su presencia la aliviaba mucho, aunque también la hacía recordar mucho a Harry. Cada objeto o persona que veía era un recuerdo más... una lágrima más. Su vida estaba tomando un rumbo que nunca llegó a imaginarse. Quería ver a Harry de nuevo, estar con él ahora que por fin tenían a su hijo, quería vivir esa felicidad maternal, pero ahora que la tenía no sentía nada. Absolutamente nada. Sólo tristeza y... odio. Rencor.

Recordaba la muerte de su hija... Como la había visto morir. Le produjo más nostalgia de la que ya tenía. Quiso llorar de nuevo, pero ahora las lágrimas no salían, se quedaban almacenadas en sus ojos y le originaban más dolor. Cerró los ojos por segunda vez y trató de calmarse un poco. En esos momentos lo el único sentimiento que le abundaba eran las ganas de morir. Le parecía que la muerte era lo mejor que ahora podía recibir. ¿Por qué? ¿Por qué cada vez que se nos derrumba una torre queremos recurrir a la muerte? ¿Es acaso la mejor solución?

No lo era.

Más bien eso era un grito de desesperación.

Alguien tocó la puerta. No tenía ya ánimos de ver a su hijo. ¿Qué clase de madre era? Después de esperar tanto tiempo, ¿ahora lo rechazaba? Lo único que salió de su boca fue un breve "pase", que dudosamente fue escuchado. Pero no era Ron, ni mucho menos su hijo. El que estaba allí era Draco. No sabía qué decir, y mucho menos él.

- ¿Qué haces aquí? –Dijo poniendo su tono de voz más frío por primera vez en el día.

- Mira, ni creas que me interesa si estás mal o estás bien, y mucho menos tu hijo. Es más, ni sé para qué hago esta estupidez «Yo creo que sí lo sé...» Toma, ten esta carta y léela cuando no haya nadie cerca, y trata que tus gorilas no la vean tampoco...

- ¿Gorilas?

- Bueno, los malditos aurores que tienes alrededor, fue mucho trabajo para mí poder pasar sin ser detectado, pero ya sabes, soy un Malfoy, puedo hacer lo que me propongo.

- ¿y qué? ¿Ahora tienes oficio de mensajero? Pensé que eso se lo dejabas a las lechuzas... o es que... Malfoy... -  Dijo con tono gracioso – ¿Tú querías verme?

- ¿yo? ¿a ti? Ha! ¿Para qué sangre sucia? – Preguntó.

- No me respondas con otra pregunta... Ay Malfoy... a mí se me hace que...

- Me vale lo que se te haga o no ¿Entiendes? ¿O es demasiado para el procesamiento de tu cerebro?

- No actúes como un niño de doce Draco, ya estás como bien grandecito para la gracia. De todos modos, tuviste que haber venido por algo, sino muy bien podías haber enviado a una lechuza.

- No. En realidad nada en especial. Pero algo sí puedo decirte, trata de ignorar lo que allí está escrito – Dijo señalando la carta.

- Bueno, supongo que tengo que darte las gracias – Comentó con una sonrisa.

- ¿por qué sonríes? ¿Sabes? Soy tu enemigo, se supone que deberías estar pensando que lo que hay allí dentro es un hechizo maligno o algo así, en cambio me estás sonriendo como si fueras mi amiga...

- Oh, vamos Draco...

- ¿Ves? Me llamaste Draco.

- No seas estúpido. Bien sabes que o eres mi enemigo, sólo te haces ser... Anda, dime a qué viniste.

- No.

- Dime.

- No

- Dime.

- No.

- ¡Dime!

- ¿Qué es lo que quieres que te diga? Maldita sea Hermione, no tengo nada que decirte ¿por qué habría de decirte algo? Yo...

- Me llamaste Hermione.

- No confundas las cosas, lo hice porque... porque... pues porque...

- Que lindo.

- Bien, ya es suficiente, me sonríes, me hablas bien, y ahora me llamas lindo ¿qué es lo que rayos te pasa? ¿Te picó algo o qué? – ella volvió a sonreírle. Él la estaba haciendo mejorar su humor.

- ¿Qué te pasa a ti Draco? – Preguntó aún sabiendo que probablemente no obtendría respuesta.

Aguardó silencio.

- Escucha. Sólo hazte de cuenta que yo nunca estuve aquí ¿de acuerdo?, esa carta te llegó por medio de una lechuza. Tú nunca me viste – Y esto último lo dijo ya casi abandonando la habitación.

- Espera... gracias Draco – El hombre hizo un gesto que Hermione entendió a la perfección – Por preocuparte por mí.

Estaba apunto de comentar algo pero prefirió callarse e irse, era mejor dejarla pensar eso. Pero si era lo cierto... ¿Acaso él había ido allí para ver cómo estaba? ¿Acaso realmente le preocupaba? No. Por qué habría de importarle ella.

*

Estaba devolviéndose a la habitación donde descansaba Hermione, tenía al niño en sus brazos. Apenas podía verlo, estaba muy tapado y dormido. Cuando casi entraba se encontró con cierta sorpresa que no resultó ser agradable en ningún aspecto.

- ¿Qué demonios haces aquí Malfoy? – Fue lo único que preguntó.

- Emmm déjame pensar si quiero responderte... a ver... ya lo pensé ¿Y sabes cuál es mi respuesta? Esfúmate.

- Ha!, ¿Y por qué no te vas tú? – Dijo alterado. Draco dejó de observarlo a él y posó su vista en la manta abultada que tenía en los brazos.

- ¿Qué es eso? Acaso es... Déjame verlo.

- ¿Para qué? ¿Para que le eches una maldición y crezca anormal? Nooo Malfoy, tú eres la persona menos confiable en todo el mundo.

- Buen razonamiento Weasley, se sabía que algún día tendrías que utilizar lo poco que tienes de cerebro, pero lamento informarte que echaste humo en vano, porque no pienso maldecir al niño. Es más, como si me importara lo que piensas – dijo marchándose.

- Hizo un gran favor al mundo al irse.

Entró en la habitación que recientemente había abandonado aquél hombre. Volvió a encontrarse con la chica de la que una vez estuvo enamorado, sólo que ésta vez ella no parecía triste, todo lo contrario, tenía una linda sonrisa en el rostro. Se veía mucho más animada que hace unos minutos. Alegre por el cambio de su amiga, se le acercó para mostrarle al niño.

- Ayy déjame verlo Ron, ¿es lindo verdad? – Preguntó con ánimos.

- No sé, aún no lo he visto, está dormido – Dijo poniéndole al niño en brazos.

Hermione lo tomó entre los brazos y le destapó un poco la pequeña carita. Estaba profundamente dormido, era blanco como Harry y ella, era tan chiquito que bien lo podría cargar cualquiera. Movía sus manitas lentamente. Volvió a sentir esa sensación que le había producido su hija Hamley, pero esa vez sintió miedo, miedo de perderlo como la perdió a ella. Cerró los ojos y lo apretó más fuerte contra sí. El niño comenzó a reaccionar y poco a poco fue abriendo los ojos. Ron se había sentado en una silla cercana a la camilla, observaba cada movimiento del pequeño. Cuando ya había abierto los ojos notaron como éstos brillaban.

- Ayy, pero mira que lindos sus ojitos. Son verdes al igual que los de su padre. Es una dulzura.

- Se parece mucho a los dos.

- ¿Cómo lo sabes? Es tan pequeño, no se parece a nadie – Ron negó.

- Sí, se parece a Harry, mírale los ojos, ¿No tienen el mismo color y tu misma expresión?

- Bueno... Supongo que sí – Dijo acariciando a su hijo. Guardaba aún una leve pero dulce sonrisa en sus labios.

- ¿Cómo vas a llamarlo? – Preguntó.

- Mmmm, hace tiempo le dije a Harry que me gustaría llamarlo Alex, ¿qué te parece?

- Sí, es bonito.

- Pero Andrew no suena mal, ¿Qué dices Ron?

- Creo que los dos están bien, pero Alex le combina más – Dijo esbozándole una sonrisa.

Hermione le colocó el niño de nuevo en los brazos de Ron. Posteriormente sacó la carta debajo de la almohada y se dispuso a leer. Ron la miraba extrañada puesto que no sabía que Draco se la había dado. Mientras iba leyendo se le dibujaba una extraña expresión en el rostro. Como era corta no tardó más de dos minutos en leerla. Miró desconcertada a Ron.

- Es... Es... Es Harry, Ron... él quiere... quiere que yo vaya allá...

Notas de la autora:

Wuiiiiiii!, hoy es mi cumple! Jejejeje, lo terminé justamente hoy el día de mi cumple, jeje, ustedes estarán diciendo, pero bueno, por qué se tardó tanto si es tan corto, pues es que no me podía concentrar, he estado desde las nueve y media de la mañana tratando de terminarlo y ahora a las 5:58 de la tarde es que vengo a terminarlo. XDDDDDD

Yum, acabo de comer torta, te dedico este cap Carol, jeje, muxas gracias de nuevo por tu llamada!

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Bueno ahora sí me despido, byes, byes.

Lis Jade Black Malfoy Lupin.