CAPÍTULO 3
El motor se sentía muy ahogado y posiblemente no resistiría el viaje de regreso, tendría que llevársela a Nigel para que la revisara, después de todo solía tener abierto el taller hasta tarde. Era eso o volver a su casa caminando con la moto a cuestas. El trayecto desde Hot Legs hasta el taller no era muy grande. Al final tendría que enfrentar a Nigel antes de lo que tenía pensado, era como si su moto si hubiese descompuesto a propósito. Llegó al taller y le sorprendió encontrar todo cerrado y oscuro. Se detuvo, bajó para poder investigar, era obvio que no había nadie allí.
- ¡Maldición! ¿Nigel dónde te metiste?
Tal vez la moto podría aguantar un día más, pero debería traerla a la mañana siguiente para no perder más tiempo. Se subió nuevamente e intentó ponerla en marcha. No pasó nada.
- ¡Por favor nena! ¡No me hagas esto ahora! Resiste, sólo un poco.
No había caso, Priss pensó rápidamente cuales eran las opciones que tenía. Caminar hasta su casa era una locura, tanteó en los bolsillos para ver si tenía algunas monedas para el tren, pero había gastado el poco dinero que llevaba en un par de cervezas. La idea de dejar su preciada motocicleta sola en la calle toda la noche no le agradaba demasiado. Esperar a Nigel parecía ser la opción más viable. Así que acomodó la moto delante de la puerta del taller y se sentó en el suelo para aguardar.
Observando la moto, pensó por un instante lo que esa máquina significaba para ella. Hiroshi se la había regalado hacía casi un año para navidad, según él, la había conseguido con la ayuda de un amigo, era uno de los mejores regalos que había recibido en su vida. No le había tomado mucho tiempo poder dominarla, estaba acostumbrada a andar en moto desde chica, podía decirse que era una costumbre familiar. La había acompañado en muchas cosas ese año, era su tesoro. Y la única persona fuera de ella autorizada a ponerle un dedo encima era Nigel. Ese sujeto sí que sabía como arreglarla y hacer que pareciera siempre nueva, era como si tuviese un vínculo especial con las máquinas. La moto y Nigel…la herencia que Hiro le había dejado.
*****
Unos sueños extraños la acosaron durante toda la noche, imágenes entrecruzadas del pasado y del presente. Su padre arreglando las motocicletas en el taller que tenía cuando ella apenas era una chiquilla…Hiro dándole su regalo de Navidad y enseñándole a montar una moto que parecía imposible de manejar…y Nigel. Los tres rostros mirándola, los hombres que habían marcado su vida de una forma u otra, uniéndose en una sola figura sin rostro…¿su futuro? Todo parecía incierto y confuso, dos de ellos ya no estaban más, el destino se los había arrebatado, igualmente ella podía sentirlos porque sabía que desde algún lugar la estarían observando. Nigel…él si estaba allí, era su amigo, su confidente. Ella lo quería pero la pregunta era ¿cómo a un padre o cómo a un amante? No importaba de que forma, se sentía sumamente atraída a él, pero tenía miedo. El temor de perderlo, de que no estuviera nunca más allí, como había sucedido con sus otros dos amores. La angustia estaba ganando su corazón y su mente, se sentía ahogada como si quisiese gritar y no pudiese. Se dio cuenta que nada de lo que la rodeaba era real y que la llave para salir del sufrimiento era simplemente abrir los ojos. Se despertó de golpe, agitada y sudorosa y lo que vio la alarmó mucho más que sus pesadillas. Estaba vestida, inclusive con la chaqueta y las botas puestas, se encontraba en una cama que no era la suya, en una habitación totalmente desconocida y pensó por un momento que aún se encontraba soñando.
Se levantó y se dispuso a inspeccionar el lugar, cuando un ruido proveniente de abajo captó su atención, era el sonido de alguien trabajando con un soldador. Abrió la puerta y bajó una corta escalera. El ruido acababa de cesar.
- Hola ¿Descansaste bien?
- ¡Nigel!
Priss no entendía bien que sucedía, se encontraba en el taller, pero el último recuerdo que tenía era en la puerta esperando. Nigel se puso de pie y se quitó los guantes.
- Te prepararé café, en la cocina hay unas galletas si quieres.
Ella siguió sin decir nada, todo le parecía muy confuso. Miró su reloj y no pudo evitar una exclamación.
- ¡Las 12 PM!
Nigel continuaba imperturbable.
-¿Cuánto tiempo estuve durmiendo? ¿Y cómo demonios llegué a tu cama?
- Te encontré durmiendo en la puerta junto a la moto, eran las 7 AM.
- ¡Mierda! ¿Dónde diablos te habías metido?
- Tuve que atender un negocio urgente.
- ¿Por qué demonios no me despertaste?
- Lo intenté, pero estabas profundamente dormida. Además temblabas de frío, así que decidí alzarte y llevarte a la cama. Al menos estarías más cómoda.
El hombre fue hasta la cocina y calentó un poco de café. Priss repasaba todo lo que había sucedido, si bien se encontraba muy cansada, nunca pensó que se quedaría dormida en la calle. Después de todo no era la primera vez, antes de tener su remolque, había tenido que pasar muchas noches a la intemperie. Por suerte esos días habían quedado en el pasado. Nigel sirvió café para ambos, aprovechaba el desayuno de Priss para tomarse unos minutos de descanso.
- Toma unas galletas.
Priss bebió el café y comió las galletas como si fuera la primera vez que comía, tenía mucha hambre, puesto que no había probado bocado alguno desde el día anterior.
- Estará lista por la noche.
- Está bien.
- Si tienes algo que hacer, puedes irte.
El hombre acabó el café y se dirigió a su área de trabajo donde se colocó nuevamente los guantes y retornó a la actividad. Priss recordó la conversación que tenía pendiente con él sobre lo que había sucedido en Hot Legs, y juntando algo de coraje sacó el tema.
- Nigel…con respecto al otro día…yo…
Él continuaba con su trabajo sin prestarle atención aparentemente. Priss vaciló por un instante haciendo que el temor se apoderara de ella.
- Está bien, no te preocupes.- le respondió antes que ella pudiera continuar. Priss optó por no seguir, y tácitamente ambos aceptaron la situación. Decidió marcharse, tenía muchas que cosas que atender durante el día, esperando encontrar las fuerzas necesarias para hablar seriamente por la noche.
- Volveré esta noche. Adiós.
- Adiós.
*****
- ¡Ese vestido te queda de maravilla!
- ¿En serio? ¿No cree que es un escote…demasiado provocativo?
- ¡No seas tímida!
- Umm, está bien. Pero quiero probarme ese otro también.
La joven tardó un par de minutos en el cambiador, mientras Sylia acomodaba otras prendas. La chica se asomó tímidamente, así y todo captó rápido su atención.
- Me da vergüenza, creo que prefiero el otro.
- ¿Por qué? El vestido que llevas puesto no tiene escote.
- Si…pero…es muy corto.- Las mejillas de la muchacha estaban encendidas.
- A ver, déjame ver como te queda.
El vestido de un azul oscuro, ciertamente no tenía escote, era totalmente cerrado con un cuello alto. Era ajustado y remarcaba la figura, pero sumamente corto con un tajo en cada lado. Uno de los mejores diseños de Silky Doll. Sylia la observó detenidamente de arriba abajo y le acercó.
- No te preocupes, te queda perfecto.- La chica se sonrió tímidamente. Sylia se aproximó aún más y comenzó a acariciarle el rostro suavemente.
- Además tienes un cuerpo bellísimo.
- Gracias…
- Bueno, entonces ¿Cuál llevaras?
- Me gustan los dos pero…
- No te preocupes, si tienes un cuerpo bien dotado debes lucirlo.
Tras un breve momento de vacilación, y sintiéndose extraña ante el comportamiento de la dueña de la boutique, se decidió.
- Llevaré los dos.
- ¡Así me gusta!
Sylia sabía como convencer a sus clientas de cual era la mejor opción a la hora de elegir la vestimenta adecuada. Su poder de persuasión era enorme, como una especie de juego. Lo suyo no se trataba sólo de convencerlas, sino que las seducía hasta el punto de rendirlas a su voluntad. Era un juego peligroso, pero ella sabía muy bien con quien jugarlo.
Acomodó los vestidos en bolsos separados y una vez que la joven pagó, la acompañó hasta la puerta, augurándole mucha suerte. Pero algo sorprendió a Sylia, la chica ya había partido y antes de que cerrara la puerta, alguien pasó por delante de ella. La misma persona que se había apoderado de sus pensamientos y de sus sueños, la presa que buscaba cazar. Cuando volvió en sí, después de su sorpresa, Priss ya estaba doblando la esquina. "¿Quién eres? ¿De dónde eres? ¿O acaso estás sólo en mi mente?" Los interrogantes la desesperaban, esa mujer misteriosa la estaba enloqueciendo.
Regresó al interior del negocio, observó por un instante a través del muro de cristal a los peces que nadaban placidamente, tratando de encontrar ella misma esa paz Comenzó a maquinar en su mente la forma de apoderarse de Priss, por el momento no tenía apuro, prefería tomarse las cosas con calma.
*****
- Priss, debemos sacar un tema nuevo. Tenemos que ampliar nuestro repertorio.
- Ya lo sé Maxon. Estoy trabajando en eso.
- Sería mejor un tema fuerte con toques de tecno. Ya tenemos baladas y al público le gusta moverse.
- Falta poco para las vacaciones navideñas ¿Crees que llegaremos a tener listo un nuevo tema?
- Jaid, falta un mes para Navidad, al menos podemos dejar lista la melodía y la letra. Cuando regresemos de las vacaciones ya podremos grabarlo.
- ¿Piensan irse de vacaciones? - preguntó Priss con preocupación.
- Hace mucho que no veo a mi familia y aprovecharé estas fiestas para visitarlos.
- Si, yo igual- agregó Maxon.
- Y tú Priss ¿Adónde iras?
- A ningún lado. No tengo familia ¿recuerdas?
- Lo siento.
- Si te sirve de consuelo, yo tampoco iré a ningún lado. También estoy solo.- dijo Fox desde el fondo de la habitación mientras fumaba un cigarrillo.
- OK, ya tuvimos demasiadas distracciones, vamos a trabajar.- Priss se puso de pie y se encaminó hacia el estudio para comenzar los ensayos. Halló en la música y en las letras de las canciones, el escape momentáneo de siempre, evadiendo todo lo que la rodeaba. Al mismo tiempo que fortalecía su espíritu buscando la manera de hacer frente a los sentimientos que tanto temía.
Otra vez esa maldita época del año, donde todos debían ser felices y celebrar. Por suerte Japón no era un país que se dejara llevar demasiado por esos festejos. Únicamente la fiesta de Año Nuevo tenía su importancia. La Navidad había sido una herencia de occidente, era más un festejo comercial para la mayoría de los japoneses y la forma de mantener vivas las costumbres para los cristianos y occidentales que desde hacía mucho tiempo se habían establecido en el país oriental.
Priss no odiaba ese tipo de festejos en sí, sino que detestaba estar totalmente sola. Hacía 5 años ya que había tenido que pasar su primera navidad en solitario, sin afectos, sin regalos, rodeada de extraños en un orfanato que aborrecía con toda su alma. Luego vinieron muchos cambios en su vida, hasta que conoció a Hiroshi y a los chicos de la banda. Momentos colmados de una felicidad pasajera que ya no volverían. Ahora Hiroshi ya no estaba, y hasta sus compañeros tenían una familia.
Cuando terminaron con el ensayo, compartieron unas pizzas y unas cervezas entre los cuatro. Priss se percató de la hora, ya era tarde y aún tenía que pasar a buscar la moto por el taller.
- Debo marcharme.
- ¿Ya? ¿Tan pronto? Ni siquiera nos hemos emborrachado aún.- dijo Maxon.
- Hey Priss ¿Dónde está tu moto?
- En el taller. Tengo que ir a buscarla.
- OK, si tienes que irte…
- Adiós. Nos vemos mañana.
Priss se sentía extraña sin su moto, era como si estuviera incompleta. Esperaba que Nigel ya hubiese terminado de arreglarla. Aunque esta vez tenía dinero para el tren, no estaba dispuesta a pasar un día más sin ella.
Llegó al taller, había una luz encendida. Empujó la puerta, estaba abierta. Su moto estaba allí, relucía como nueva, pero Nigel no estaba por ninguna parte. Esperó un instante, seguro estaría ocupado adentro o no hubiese dejado el taller abierto. Cuando Nigel apareció, Priss no pudo evitar sorprenderse. Se había cambiado de ropa, no tenía puesto su característico mameluco y llevaba el cabello suelto y húmedo. Todo indicaba que acababa de darse una ducha. Si bien cuando lo encontró en Hot Legs estaba casi irreconocible, verlo en el taller vestido diferente le resultaba sumamente raro.
- Ya está lista. Solucioné el problema que tenía en el motor y le hice un mantenimiento general.
- ¿Cuánto te debo?
- Aún no saqué la cuenta.
Silencio absoluto. Priss no sabía de que hablar. Ya se aproximaba a la moto para retirarse, cuando Nigel habló.
- ¿Quieres algo de cenar?
- No, gracias. Ya cené.
- ¿Una cerveza?
No podía negarse a la invitación, después de todo estar con él era una de las cosas que más disfrutaba. Y tal vez el alcohol le daba la fuerza que necesitaba para iniciar la conversación que tenía pensada.
Mientras bebían, hablaron sobre motos, como siempre. Y ambos esquivaban tener una conversación más profunda. Esta vez Priss no quería hablar sobre el sábado pasado, quería confesar lo que sentía, pero la cobardía era más fuerte. Cuando terminó la cerveza, Priss miró el reloj que había en la pared, ya era demasiado tarde. Sería mejor regresar a casa, no quería correr la misma suerte del otro día y encontrarse en medio de otro incidente con voomers. Otra vez estaría huyendo sin siquiera intentarlo. Ya se preparaba para irse, estaba a punto de ponerse el casco.
- Debo irme Nigel.
- No.
-¿Cómo?
- No te vayas.- Nigel estaba detrás de ella y la rodeó con sus brazos, Priss frenó en seco sus movimientos. Sintió que sus labios la besaban en el cuello, se dio vuelta lentamente y se miraron por unos instantes. Su corazón latía más fuerte que de costumbre, tratando de adivinar en la mirada profunda del hombre que tenía frente suyo, el por que de semejante acción. Él tomó su rostro entre sus manos y besó sus labios suavemente. Ella cerró los ojos y se entregó por completo en un profundo beso unido en un apasionado abrazo, al tiempo que su mano derecha soltaba el casco y lo dejaba caer. No podía negarse, era lo que ella quería y deseaba que ese instante durase toda la eternidad. Fue casi un minuto que pareció un siglo, cuando se separaron, un silencio cómplice se generó entre ambos. Nigel recogió unas cosas y cerró el taller; ya se había excedido de horario. Priss aguardaba, no sabía exactamente que, pero lo intuía. Y aunque pareciese extraño, el temor y la cobardía la habían abandonado por completo. Nigel se acercó a ella nuevamente, y la tomó de la mano.
- Ven.
Priss no respondió nada y se dejó llevar. Se encontró en la misma habitación en donde había despertado ese mediodía. Nigel estaba frente a ella, la intensidad de sus miradas valía más que mil palabras. Sintió en su rostro el contacto de la mano de él, y después el toque de sus labios en los suyos, mientras ambos se perdían en un segundo beso interminable. Sin darse cuenta su chaqueta se deslizó de sus brazos y cayó al suelo, mientras sus manos comenzaron a desabotonar la camisa de él y a deslizarse por su pecho.
De repente se halló recostada en la misma cama en la que había dormido esa mañana. Priss no pudo evitar sonrojarse al sentir como él besaba su cuello al tiempo que desabrochaba su corsé. Se abandonó por completo a sus emociones y se dejó llevar por el presente. Por primera vez en mucho tiempo los fantasmas de su pasado dejaron de acosarla y pudo olvidar por un momento a Hiroshi. Ahora el rostro de su futuro parecía cobrar forma en la figura de Nigel. Finalmente había podido alcanzar la paz que tanto había buscado en los brazos del hombre que creía amar.
Continuará.
