CAPÍTULO 5

Si bien el invierno no había hecho su arribo oficial, el frío de diciembre se estaba haciendo notar en la ciudad de Tokyo. Las bajas temperaturas y algunas nieves tempranas anunciaban el clima de los próximos tres meses.

La temporada navideña ya había comenzado. En los negocios podían escucharse villancicos como música ambiental, y los anuncios electrónicos de la calle informaban que Genom estaba trabajando para garantizarles a todos los ciudadanos la paz y armonía en estas fiestas. Tokyo era sin dudas la ciudad más occidental de Japón en cuanto a las costumbres, donde casi todas las culturas se encontraban, relegando lo tradicional y ancestral a los pueblos del interior.

Priss consideraba a esta época como la de mayor hipocresía, no le molestaban las fiestas en sí, sino la gente que se comportaba amablemente durante esas semanas y después parecía olvidarse de todos los modales y educación. O el caso de Genom haciendo promesas que jamás cumpliría, aunque para eso no era necesaria la Navidad, cualquier excusa era buena. Parecían perdidos en el tiempo los momentos en que ella disfrutaba de esos festejos, decorando el árbol en nochebuena, o luciendo su único kimono para visitar los templos en Año Nuevo. Pero eso había sido antes de Genom, del terremoto. El mundo era un lugar mejor en ese entonces, o al menos para ella lo había sido.

A su moto le había afectado el frío repentino, Nigel le estaba haciendo los ajustes necesarios, mientras ella se perdía en sus reflexiones y preparaba chocolate caliente para comenzar la fría mañana. Una costumbre que aún guardaba en su memoria de su infancia no tan lejana. El aroma del chocolate inundó el taller y Nigel tomó su taza.

- ¿Qué sucede? Pareces preocupada.

- No es nada, sólo recordaba cosas.

- ¿Qué cosas?

- Cuando mi vida no apestaba.

Nigel le dirigió una mirada inquisidora.

- No me quejo, me siento bien ahora a pesar de todo, pero no puedo evitar pensar en todo lo que perdí y que jamás volverá.

- Te entiendo.

- ¿Cómo piensas pasar la Navidad?

- Supongo que será como un día más.

Priss terminó de beber su chocolate. Para ella también sería como un día más y si bien había renunciado hacía mucho tiempo a ese tipo de festejos, seguía sintiendo la necesidad de estar acompañada, aunque se negara a admitirlo.

- Entonces imagino que no te molestará que la pase contigo.- Dejó la taza en una mesa, se aproximó hacia él y comenzó a masajearle los hombros.

El timbre sonó dos veces. Desde afuera de la casa podían sentirse  los pasos apresurados de alguien que bajaba por las escaleras.

- ¡Yo abriré mamá!- exclamó la muchacha rubia antes de pegar un salto desde el último escalón que le quedaba por bajar.

Al abrir la puerta, la joven se encontró con un voomer que sostenía en sus manos dos sobres.

- Entrega especial para Nene Romanova- dijo la voz electrónica del cartero.

- Si, soy yo.

- ¿Usted es Nene Romanova?

-¡Sí!- La joven comenzaba a impacientarse ante la escasa inteligencia de la máquina.

- Deje su huella aquí por favor.- el voomer le extendió un tablero con una pantalla de LCD y un censor para registrar la huella. Al instante todos sus datos aparecieron y una ventana con el mensaje de "recibido" comenzó a titilar.

La chica cerró la puerta y empezó a inspeccionar los sobres.

- ¿Quién era Nene?- Preguntó su madre desde la cocina.

- El cartero. Aún no entiendo por que envían esto por correo cuando podrían hacerlo por e-mail.

- Es una cuestión de seguridad, cariño. Las cosas importantes no se pueden confiar en Internet, hay muchos hackers y delincuentes merodeando por la red.

Nene rió de forma nerviosa, sintiéndose descubierta por el comentario de su madre. La mujer se acercó para ver de qué trataba la correspondencia que habían recibido, ya que era poco común que el cartero visitara la casa de los Romanova.

- Y… ¿Piensas quedarte parada todo el día allí sin abrir las cartas?

- Creo que ya sé la respuesta…

- Vaya… ahora también puedes adivinar el futuro.

- Está bien. Veamos, abriré primero este- el sobre tenía el logo de la Nasa en el margen superior izquierdo, haciendo que la expectativa fuese aún mayor. Nene sacó el contenido, una carpeta y una carta. Mientras leía detenidamente la carta, mostraba en su rostro cierta decepción.

- ¿Qué sucede?

- No me aceptaron. Dicen que no cumplo con los requisitos físicos necesarios…de estatura y peso. Pero tendrán en cuenta mis demás referencias en el futuro. Sí…claro…eso dicen siempre.

- No te preocupes, ellos se lo pierden. Eres una niña muy inteligente, vas a tener oportunidades mejores.

- ¿Mejores?

- Ya sé que tu sueño es ser astronauta y viajar al espacio…

- Me han rechazado en todos lados por el mismo motivo. Creí que buscaban astronautas no basketbolistas.

- Tienes otro sobre sin abrir ¿De qué es?

- De la Policía A.D.

- ¡¿Qué?! ¿Piensas entrar en la policía?

- Había puestos vacantes en la sección de comunicaciones, el requerimiento era tener alto conocimiento de computación. Al menos no les preocupa lo físico.

Nene abrió el sobre, extrajo la carta y no pudo evitar una enorme sonrisa y una exclamación de alegría.

- ¡Me aceptaron! ¡Me aceptaron!- abrazó a su madre y luego comenzó a saltar de felicidad.

- Déjame ver- su madre tomó la carta para leerla y la alegría del momento se vio opacada repentinamente.

- ¿Qué sucede mamá?

- ¿Tokyo? ¿Tienes que ir a Tokyo?

- Por supuesto, allí está la central de la Policía A.D.

- ¿Acaso te has vuelto loca?

- ¿Por qué?

- ¿Piensas irte a vivir sola a Tokyo?

- Sí.

- De ninguna manera voy a permitírtelo.

- Pero…

- Y no pongas esa cara de cachorrita abandonada, porque no lograrás convencerme.

- ¡No es justo!

- Cuando llegue tu padre hablaremos de que es justo y que no.

Y cuando su madre estaba a punto de iniciar uno de sus sermones, Nene subió corriendo las escaleras para encerrarse en su habitación. No sabía si llorar o gritar. Era su oportunidad de independizarse, crecer y hacer lo que ella quería. Pero sus padres siempre sobreprotegiéndola y decidiendo por ella. Entrar en la Policía A.D. no sólo hablaba bien de sus conocimientos de computación, sino también de sus habilidades como hacker, después de todo parte de su aceptación se debía a algunos "ajustes" que había hecho a través de la red.

Se acercó al escritorio y tomó la comadreja de peluche que estaba sobre el monitor de la computadora, y con el muñeco en la mano se tiró en la cama.

- ¿Puedes creerlo Uprio-chan?

- ¿Qué sucede Nene?- se respondió a si misma fingiendo ser la comadreja.

- Consigo mi primer trabajo y mi madre se pone como loca diciendo que no me dejará hacerlo. Es increíble, prefiere que vaya a una misión en el espacio, en vez de dejarme vivir sola en Tokyo.

- Quizás ella sabía que nunca ibas a ser aceptada como astronauta y por eso te alentaba.

Nene abrazó al muñeco y se quedó un rato mirando el techo.

- Igual pienso hacer lo que yo quiera- cerró los ojos y sin darse cuenta se quedó dormida.

- Y bien ¿Tienes pensado algo?

- Aquí tienes Maxon, esta es la canción en la que estuve trabajando, aún puedo modificarle algunas cosas.

- Me gusta ¿Y la música?

- Préstame la guitarra, pensé algunos acordes mientras la escribía.

- Toma Priss.

Las notas que comenzaron a sonar eran dulces y tranquilas y la voz de Priss se escuchaba de la misma manera. Al terminar la primera parte, hizo una pausa. Fox rompió el silencio aplaudiendo, Jaid lo imitó e hizo lo mismo.

- Creí que íbamos a hacer un tema movido, no una balada.

- Lo siento Maxon, pero mi inspiración sólo dio para esto.

- A mi me parece que está bien- dijo Fox.

- A mi me da lo mismo.- agregó Jaid.

- AHHGG, está bien, si es eso lo que quieren…debemos ponernos a trabajar seriamente en los arreglos, recuerden que hay que dejar todo listo para antes de Navidad.

- ¿Y cómo se llama este tema?

- Todavía no le he puesto título.

- Bueno, ve pensándolo, quiero que cuando volvamos de las vacaciones, sólo tengamos que grabarlo

Hacía ya dos horas que Nigel estaba trabajando en la armadura de Sylia, siguiendo las instrucciones dictadas por ella. Las reformas eran internas y el diseño no había sufrido modificaciones. Pero tener que manipular los circuitos era un trabajo agotador donde cualquier error podía ser fatal.

Sylia se encontraba atendiendo la boutique, aunque ya se aproximaba la hora de cerrar. Nigel trabajaba tranquilo, y su única compañía era una botella de vino que Sylia le había dejado. De repente, el silencio se vio interrumpido por el teléfono celular, observó la pantalla y reconoció el número al instante, era Priss. Activó el modo sin imagen, no quería tener problemas si Sylia llegase a aparecer de improviso.

- Hola.

- Hola Nigel.

- ¿Estás ensayando?

- Ya acabamos, iré al taller ahora.

- No estoy allí.

- ¿Dónde estás?

- Estoy haciendo un trabajo para un cliente importante. Regresaré tarde.

- ¿Quieres venir a mi casa?

- Bueno.

- ¿Sabes dónde queda verdad?

- Sí, tengo tu dirección.

- Entonces te espero. Adiós.

- Adiós.

Sylia ya había acabado en la boutique. En su habitación cambió su vestimenta por algo más cómodo, y se fue a la cocina en busca de algo para comer. Henderson no estaba allí, así que preparó ella misma unos emparedados y se dirigió hacia el foso donde estaba Nigel.

- ¿Tienes para mucho?

- No, pero creo que continuaré mañana. Quiero revisar algunos datos en mi computadora primero.

- Traje algunos refrigerios, si quieres algo más elaborado, le diré a Henderson que prepare algo.

Nigel no respondió, tomó uno de los sándwiches, y ambos comieron en silencio.

Una vez acabada la liviana cena, Nigel continuó trabajando un poco más. Sylia lo devoraba con su mirada y trataba de iniciar una conversación, pero la actitud distante del hombre la frenaba en sus intentos. Él se encontraba sentado en el suelo, haciendo unas pruebas en la armadura. Sylia se acercó con unos movimientos casi felinos, lo rodeó con sus brazos por detrás y comenzó a masajearlo, lo notó tenso por un momento, como si no esperase en absoluto ese tipo de contacto. Nigel no pudo evitar cierto rechazo en un principio, pero no aceptar semejante demostración de parte de Sylia sería provocar una situación que no estaba dispuesto a soportar. Sin embargo el tacto de la joven le recordó inmediatamente a Priss.

- Trabajaste mucho por hoy…- le susurró al oído.- No crees que deberías distraerte un poco.- Sus manos ya se deslizaban por el pecho debajo de la ropa, insinuando algo más que un simple masaje. Sylia había comenzado su juego y al ver que no obtenía respuesta alguna a sus avances, se detuvo. Nigel continuaba en lo suyo, tratando de permanecer imperturbable.

- ¿Sabes? Ya que la fecha está próxima, quiero decirte que pasaré la Navidad contigo, o mejor dicho pasaremos la Navidad juntos aquí.- Sylia mostró en su rostro una sonrisa inocente para hacer aún más convincente su invitación, Nigel la miró de reojo.

- ¿Qué opinas Nigel?

- Tengo un compromiso para ese día.

- ¿De qué hablas?

- Fue algo repentino, gente que conozco de hace tiempo.

- Puedes invitarlos a ellos si quieres…le diré a Henderson que prepare una gran cena, pero por favor quédate conmigo. ¡No quiero estar sola!

Nigel sabía que lo que Sylia le estaba pidiendo era imposible, y también sabía cuan sola se encontraba, pero si aceptaba estar con ella, le rompería el corazón a Priss.

- Ya veré que hago.- Esa fue la única respuesta que ella obtuvo, al tiempo que Nigel se ponía de pie y se disponía a recoger sus cosas. Sylia se paró delante de él y lo abrazó.

- No te vayas todavía.- comenzó a besarlo en el cuello, mientras sus manos buscaban abrirse camino nuevamente por debajo de la ropa.

- Hoy no Sylia.- la apartó suavemente con su mano, tomó su campera y se marchó.

Sylia no dijo nada, se mantuvo calma, y sonrió levemente como si no la sorprendiese esa reacción. Pero quizás esa tranquilidad no era más que el presagio de la tempestad.

- ¡Nene! ¡Ya es hora de cenar! ¡Nene!

Anya Romanova ya estaba perdiendo la paciencia. Sabía que su hija probablemente estaba molesta por la discusión que habían tenido durante la tarde, pero esto ya era el colmo. Subió las escaleras y entró en la habitación de la joven, esperando encontrarla frente a su computadora.

- ¡¿Qué crees que estás haciendo?! - Pero su actitud cambió bruscamente cuando vio que su hija no la estaba ignorando, sino que se hallaba profundamente dormida. Se acercó observándola con ternura, se sentó a los pies de la cama, y le corrió el pelo que caía de forma juguetona sobre su frente.

- Cariño, la cena está servida.- Nene se dio vuelta, se despertó lentamente y se desperezó.

- Umm, ¿Qué pasa?

- Es hora de cenar, vamos.

       La siesta que había tomado la había hecho olvidar momentáneamente lo que había sucedido, pero al ver a su padre, recordó de inmediato la conversación que tenía pendiente.

- Hola papi.

- Hola.

Los tres se dispusieron a comer en silencio, hasta que Anya decidió romper el hielo.

- Nene, ¿Por qué no le cuentas a tu padre sobre hoy?

- ¿Sobre qué cosa?- Nene trataba de evitar el asunto, haciéndose la tonta.

- Vamos, no seas tímida. Sabes muy bien de que estoy hablando.

- ¿Qué me tienes que contar hija?

- Es que hoy…

- Sí.

- Recibí una carta de la Nasa…

- Vaya…¿Y qué te dijeron?

- Que no cumplo con los requisitos necesarios…

- Es una pena, tienes una inteligencia increíble. Hubieses hecho una excelente carrera allí.- contestó su padre sin siquiera dejarla terminar la frase.

Continuaron con su cena y Nene dio por acabada la conversación.

- Cariño, ¿Por qué no le cuentas a papá sobre la otra carta que recibiste?

- ¿Qué otra carta Nene?

- Bueno…es que …fui aceptada en la Policía A.D. de Tokyo y…

- ¡¿En la Policía A.D.!?- su padre se ahogó con el vino que estaba bebiendo.- ¿Has perdido la cabeza?- continuó mientras limpiaba con la servilleta el desastre que había hecho. Nuevamente sus palabras quedaron en el aire y su padre se hallaba gritando sin saber de que trataba todo el asunto.

- Lo mismo le dije yo.- agregó su madre.

Nene los observó por un instante, luego se levantó y se dirigió hacia las escaleras que llevaban a su dormitorio, ajena al revuelo que se había armado.

- ¿A dónde vas?- preguntó su padre.

- A mi habitación, prepararé mis cosas y tomaré el primer vuelo de la mañana a Tokyo.

- ¡¿Qué?!- gritaron al unísono.

- No pueden impedírmelo.

- Somos tus padres podemos impedirte lo que queramos.

- Yo haré lo que quiera.

- No vas a ir a Tokyo a poner en riesgo tu vida peleando contra esas bestias descontroladas de los voomers.- Nicolas Romanova estaba perdiendo el control.

- Yo no voy a pelear papá, voy a estar en la sección de comunicaciones frente a una computadora todo el día.

- Pero hija, no necesitas irte a Tokyo para eso.

- Aún no entiendo bien algo…Me postulé en todas las agencias espaciales con la esperanza de ser aceptada, y ustedes me apoyaban. ¿Acaso prefieren que esté en el espacio en vez de Tokyo?

Ambos se callaron, se miraron mutuamente sin saber que responder. Su hija había tocado nervio.

- Es que…la posibilidad de que viajaras al espacio era poco probable, pero esto no. Y la idea de que te vayas de casa y vivas lejos de nosotros no nos agrada, eres muy joven aún.

- Lo sabía, todo este tiempo me apoyaron sólo para dejarme conforme… Mamá tengo diecisiete años y "gracias a mi increíble inteligencia terminé la escuela dos años antes que los demás. Si voy a la universidad de seguro sabré más cosas que los mismos profesores. ¿Qué quieres que haga? ¿Qué permanezca aquí encerrada jugando con las computadoras, sólo porque ustedes no soportan la idea de que su pequeña hija ya creció?

- Eres todavía una chiquilla malcriada.

- No se hablará más de esto, no lo voy a tolerar. Te quedaras aquí en Nagoya con tu familia. ¿Has entendido?- su padre le gritó de una forma que nunca lo había hecho antes.

Nene contuvo sus lágrimas, no quería demostrarles debilidad. Fue a su habitación y empezó a pensar en la manera de hacer lo que quería sin lastimar a sus padres. En realidad eran ellos quienes debían madurar, ella ya lo había hecho y estaba segura de lo que quería. Iría a Tokyo a como diera lugar y les demostraría que ya no era una niñita.

Priss se hallaba preparando el desayuno, mientras Nigel aún dormía. Esta vez le tocaba ser a ella la anfitriona, era la primera vez que él iba a su casa. También era la primera vez que llevaba a un hombre a su cama después de la muerte de Hiro, sentía que poco a poco iba superando la pérdida y que amar a alguien no significaba traicionar la memoria de su gran amor.

Había notado que Nigel se hallaba distante, como si algo lo perturbara. Igualmente ella se había encargado de hacerle olvidar aunque sea por una noche todas sus preocupaciones.

Una vez listo el café, llevó los jarros a la cama. Se sentó a su lado y lo despertó. Nigel abrió los ojos y le dirigió una sonrisa.

- El desayuno está listo.

El aroma del café caliente terminó por despertarlo. Se incorporó en la cama, vio a Priss a su lado aguardándolo con los jarros en la mano y no pudo evitar sentirse feliz aunque sea por un instante. Esa muchacha desalineada, de carácter huraño que tanto se le parecía, se mostraba ante él como la mujer con la que podría compartir su vida. Estaba ante una Priss desconocida, que sólo él tenía el privilegio de conocer. Mientras bebían el café y compartían ese breve momento de intimidad y tranquilidad, Nigel miraba a su alrededor, el desorden que había en todo el remolque evidenciaba de cierta forma la personalidad de su dueña.

- No sé por que dices que tu casa no es cómoda, yo me siento a gusto aquí.

- Es que todo está fuera de lugar, no me quejo, me gusta vivir así. Pero debo admitir que no es el sitio ideal para recibir visitas.

- Es tu casa al fin y al cabo.

- Hiro solía decir lo mismo…después de todo tengo este remolque gracias a él.

- No logro imaginar a Hiro viviendo en un remolque rosa…

- Era de color gris antes. Después que él murió, decidí hacer algunos cambios…el gris era demasiado deprimente…además quería que todo el mundo supiera que esta era mi casa, por eso pinté mi nombre en aerosol, fue una manera de marcar mi territorio.

Priss acabó su café y se recostó sobre él tratando de evitar que se levantara y se marchara. Nigel debía regresar a la casa de Sylia para continuar trabajando con la armadura, si no fuera por la buena paga que le ofrecía, no hubiese aceptado. Los planes de Sylia no le gustaban en absoluto, ya habían fracasado en el pasado, y no sabía con exactitud que tenía pensado hacer ahora.

- Debes ir a trabajar ¿Verdad?

- Sí, pero aun es temprano…y tengo ganas de comenzar bien el día.- Priss alcanzó a dejar las tazas en el suelo, cuando Nigel la atrajo hacia sí, y al tiempo que la besaba, comenzó a desabrocharle la camisa.

Un hombre alto, delgado y de piel pálida atravesaba unos corredores hasta que llegó frente a una inmensa puerta, se detuvo por un momento con expresión pensativa y luego entró. El recinto era enorme, repleto de cables y monitores y en el centro a modo de trono, se hallaba un hombre anciano inmóvil, con la mirada fija y cientos de cables conectados a su cuerpo. Quincy Rosenkreuz, dueño de Genom, cuya vida se prolongaba gracias a las máquinas, era el líder político y económico de toda una nación y sentado allí, observaba el mundo a través de las pantallas que se habían convertido prácticamente en el único vínculo con la realidad. Y si bien parecía perdido e inconsciente, esto no le impidió percatarse de la presencia del hombre que acababa de entrar en la habitación.

- Mason, ¿Ya están listos los voomers con apariencia humana que encargué?

- Aún no señor. Los ingenieros dicen que todavía les falta tiempo para que estén totalmente terminados.

- Pero imagino que los prototipos ya se han distribuido.

- Sí, así es. Los centros comerciales de Tokyo y algunos negocios particulares ya los han adquirido.

- Y con respecto a los incidentes con esos voomers, que hubo recientemente, ¿Qué sabes al respecto?

- Aún estamos investigando señor, parece que el fenómeno del año pasado vuelve a repetirse.

- Espero que se resuelva pronto, Genom no puede perder dinero y poner en riesgo su imagen pública.

- Opino lo mismo señor.

Mason hizo una reverencia para despedirse del anciano y se retiró. Una sonrisa maquiavélica se dibujó en sus labios mientras se dirigía a su oficina.

Priss sabía muy bien que para estas Navidades no iba a recibir ningún regalo, pero eso no le importaba, si ella misma podía regalarse algo. Había ahorrado durante mucho tiempo, quería comprarse una computadora, aunque más no fuera un modelo viejo. Y aprovechando el hecho de que no tenía ensayo con la banda ya que Maxon y Jaid habían partido a sus casas con motivo de las fiestas, dedicó toda la tarde a recorrer negocios, buscando la computadora acorde a sus bolsillos.

Los centros comerciales se hallaban atiborrados de gente haciendo sus compras navideñas, y unos voomers grotescos de una incipiente apariencia humana, vestidos de Papá Noel, intentaban ser la atracción de los niños. Al parecer Genom había decidido mostrar sus juguetes nuevos en esta temporada. Priss no dejaba de sentir un escalofrío al pensar que sucedería si a una de esas criaturas se les zafara un tornillo.

Recorrer los centros comerciales no era algo que le fascinara justamente, pero en cuanto logró divisar una tienda de música, toda su filosofía barata sobre la sociedad de consumo se fue al infierno. Las guitarras y teclados eran muy tentadores y tuvo que recordarse a sí misma varias veces, que el dinero que llevaba era para una computadora y no para un sintetizador. Aún así no tenía que pagar para imaginarse a Sekiria con todos esos instrumentos de última generación.

La abstracción de Priss fue violentamente interrumpida por gritos que provenían de los pasillos, pero el desquicio fue total cuando todas las luces se apagaron repentinamente.

- ¡Mierda! ¿Y ahora qué sucede?- la respuesta a la pregunta de Priss pasó corriendo por delante del negocio en donde ella se encontraba.

A los voomers navideños de Genom efectivamente se les habían zafado varios tornillos, y si bien por suerte nadie había salido lastimado aún, el peligro era inminente. No sólo porque unos tres Papa Noel estaban mutando en algo repugnante, sino por el hecho de que todas las salidas del centro comercial se cerraron herméticamente para evitar que el caos saliera a las calles.

Las luces de emergencia se encendieron generando una breve tranquilidad entre la gente. Un guardia de seguridad entró en el local tratando de infundir la calma, mientras Priss aprovechó la ocasión para escabullirse e investigar. Los Voomers estaban reunidos en el hall de la planta baja, un guardia les hacía frente con un simple revólver y comenzó a disparar. Una de las criaturas cayó abatida por el impacto, el hombre siguió disparando hacia las otras dos con la esperanza de vencerlas.

- Vaya al menos es más efectivo que la Policía A.D.- pensó Priss mientras descendía hasta el hall para observar más de cerca la acción.

El guardia se quedó sin municiones y llamó a sus compañeros por el intercomunicador pidiendo apoyo. Ese instante de distracción sirvió para que el voomer que yacía inmóvil se recuperase de repente y se abalanzara sobre el hombre momentáneamente desprevenido. Priss estaba llegando hasta el lugar de los hechos cuando sintió un grito lastimero y el pánico ganó nuevamente a la gente. Apresuró su marcha y el espectáculo que encontró prácticamente le revolvió el estómago. El voomer había atravesado al guardia por el pecho y aún lo sostenía con su brazo derecho, el hombre se debatía entre la vida y la muerte, y la gente observaba horrorizada sabiendo cual era el destino que le esperaba. La bestia sacudió su mano liberando a su víctima y se reunió con los otros dos buscando la próxima presa. Priss miró a su alrededor tratando de encontrar algo que sirviese como arma, pero lo único que halló fue un extinguidor de fuego, lo tomó y comenzó a dispararlo contra los demoníacos Papa Noel. Al parecer el efecto del ataque produjo un corto circuito que atontó momentáneamente a uno de ellos.

- Parece que Genom no hizo control de calidad esta vez.- Priss se confió por un segundo y le dio tiempo suficiente a otro para que reaccionara, se defendió con el extinguidor pero esta vez no dio resultado. La gente le gritaba que estaba loca, que saliera de allí, pero ella no escuchaba a nadie y el voomer estaba cada vez más cerca suyo.

- ¡Feliz Navidad y Año Nuevo!- exclamaba con una voz electrónica que parecía provenir del propio infierno.

Priss caminaba hacia atrás, sin percatarse de que todo el piso se hallaba resbaladizo a causa de la espuma del extinguidor que ella misma había usado. Se resbaló y cayó encima del voomer que se hallaba caído, mientras que el que se le aproximaba, mostraba una doble hilera de dientes metálicos. Priss pensó por un instante que esa sería la última imagen se llevaría a la tumba, cuando de repente un estruendo de vidrios rotos sobresaltó a todos los presentes y distrajo por un segundo al monstruo que tenía encima de ella.

- ¡Genial! ¡Lo que me faltaba! Ser rescatada por la Policía A.D- dijo con lo que aún le quedaba de sarcasmo.

Una lluvia de cristales comenzó a caer y lo que vio a continuación la dejó sin habla. Una figura descendió por la enorme claraboya que había en la parte superior del centro comercial. La luz que provenía desde afuera dejaba ver sólo una silueta hasta que esa misma figura saltó sobre el voomer con la agilidad del un leopardo. Se hacía difícil describir lo que era, por sus movimientos sin duda se trataba de una persona y de una mujer más específicamente por sus formas. La armadura de un blanco metalizado relucía de manera que parecía que un aúrea se generaba a su alrededor.

- Es como un ángel…- pensó Priss, sintiéndose creyente repentinamente.

El "ángel" generó un puñal de su brazo derecho y atravesó al voomer cuyo alarido fue ensordecedor. Metió la mano en el interior, tanteó por un instante hasta que arrancó el corazón aún palpitante de la bestia y lo reventó con sus manos. Priss no salía de su asombro.

"Con que el corazón es el punto débil…" Priss sacaba conclusiones sin darse cuenta de que el voomer sobre el que ella había caído estaba despertando. La mujer de la armadura se precipitó sobre ella, apartándola del peligro y luego se abalanzó sobre el voomer para hacer lo mismo que había hecho con el primero. El tercero que quedaba, cuya transformación se hallaba en una etapa desquiciada se aproximaba para atacar a la guerrera, pero los reflejos de ésta fueron mucho más rápidos y logró ensartarlo con su puñal antes de que la bestia pudiera moverse.

Los helicópteros de la Policía A.D. se hallaban sobrevolando el sitio y algunos oficiales ingresaron por la claraboya rota, sólo para encontrase con que no había más nada por hacer.

La guerrera desplegó unas alas de su espalda y dándose un impulso, se fue por el mismo lugar por donde había entrado. Los tres Papá Noel mecánicos yacían en medio del desastre, cerca del cuerpo sin vida del guardia de seguridad. La alarma contra incendio se activó y una suave llovizna comenzó a caer y a mezclarse con la nieve que había empezada a filtrarse por el techo descubierto. La gente comenzó a tranquilizarse aún aterrorizada por lo que acababan de presenciar. Las puertas del centro comercial se abrieron y los medios ingresaron, mientras los oficiales generaban un cordón alrededor de la zona de desastre.

- Señorita debe correrse.- el oficial que estaba de pie junto a Priss trataba de advertirle que el sitio debía ser evacuado. Pero Priss permanecía inmóvil, totalmente empapada, mirando hacia arriba sin escuchar. Se preguntaba a dónde podría haberse ido la mujer de brillante armadura. ¿Había sido real o una alucinación? Bajó la vista y al ver a los voomer destrozados pudo convencerse de que el ángel metálico realmente había estado allí. Y ajena al caos que la rodeaba se marchó del lugar, ignorando a los policías y paramédicos que le preguntaban por su condición.

Había alguien en Tokyo capaz de destruir a los voomers y dejar en ridículo a los mismos policías. Alguien con tanta sed de violencia y de venganza como ella. Alguien sin miedo y dispuesto a todo. ¿Un ángel o un demonio? Eso no importaba realmente…

Continuará.