¡Y aquí está el cuarto! Cuando estoy de exámenes me viene la inspiración así que para no desaprovecharla escribo el fic. Espero que les guste.

************************************************************************

Capítulo 4: Primeras clases.

Severus se levantó de muy buen humor aquella mañana (algo inusitado en él). Todavía recordaba la agradable sensación que tuvo cuando vio a Silvart avanzando por el pasillo central del Gran Comedor. Se levantó y se dirigió al baño. Todavía era pronto, las siete y media, así que abrió los grifos de la bañera y esperó a que esta se llenara. Mientras tanto, se miró en el espejo y cogiendo algunas cosas de un estante empezó a afeitarse. Cuando hubo terminado, cerró los grifos de la bañera y se metió dentro. El agua estaba agradablemente caliente. Cerró los ojos y se perdió en sus pensamientos.

Silvart también se había despertado ya. Cansada de estar en la cama, se levantó y se puso un pantalón de chandal y una camiseta de tirantes. Su idea era ir a hacer un poco de ejercicio antes del desayuno. Miró su reloj: las siete y media. Buena hora para salir. Cogió una botella de agua y salió de su habitación, cerrando la puerta con un hechizo. Una vez salió al exterior se dirigió al campo de quidditch y dejando la botella en una esquina empezó a dar vueltas alrededor de él. Pero al cabo de unos quince minutos se cansó. No conseguía centrarse y no regulaba bien la respiración, con la consecuencia de que se ahogaba.

--"Tal vez sean los nervios"—dijo para si misma.—"Hoy tengo la primera clase y no tengo muy claro como tratar a los alumnos"—suspiró—"Espero que no se me coman en el primer día".

Viendo que no conseguía correr sin asfixiarse, recogió la botella y dando pequeños sorbos al agua se dirigió al castillo.

Cuando estaba entrando tuvo la ocurrencia de ir a visitar a Severus.

--"Tal vez ya se haya despertado"—pensó. Y se encaminó hacia las mazmorras. Tuvo que preguntar a varios alumnos porque se perdió tres veces. Al final, consiguió llegar. Se detuvo ante la puerta y respirando hondo llamó.

--"Que extraño, no contesta"—murmuró.—"A lo mejor está durmiendo".

Volvió a llamar. Le pareció oír un ruido dentro y el sonido de agua corriendo.

De pronto se le ocurrió una brillante idea. Comprobando que no había ningún alumno o profesor cerca sacó su varita y dirigiéndose a la puerta dijo:

--"¡Alohomora!"—y la puerta se abrió.

Silvart la entreabrió y asomó la cabeza. La cama estaba desecha y él no estaba dentro. Vio la puerta del baño entreabierta y la luz que salía de él. Sin hacer ruido entró y cerró la puerta tras de sí. Andando sigilosamente se acercó al baño. Se asomó ligeramente. Sí, allí estaba Severus, dentro de una bañera llena de espuma y con los ojos cerrados.

Silvart volvió a respirar hondo y dijo:

--"Sabes, si metes la cabeza en el agua no te ahogas".

Severus dio tal respingo que se resbaló y dio con la nuca en el borde de la bañera. La miraba con los ojos terriblemente abiertos.

--"¡¿S-se p-puede sa-saber q-que haces a-qui?!—dijo tartamudeando. Estaba rojo como la grana.

Silvart lo observaba divertida, aunque también estaba bastante roja. Todavía no se explicaba su osadía.

--"Llamé a la puerta y no contestaste"—dijo mientras se acercaba.

--"¡No te acerques!"—Severus estaba a punto de darle un ataque.

--"¡Tranquilo! No voy a entrar ahí contigo"—le tranquilizó mientras buscaba algo.

Severus todavía tenía los ojos como platos. ¡¿Cómo había osado entrar en SU habitación y más aún, en SU BAÑO?!.

Silvart, al no encontrar lo que buscaba, suspiró y se acercó aún más. Sacó su varita y musito un conjuro. Aparecieron un par de botellas. Parecía champú.

Severus la miró con cara de terror.

--"No pensarás hacer eso ¿verdad?"—le preguntó imaginándose lo que iba a hacer.

Silvart sonrió.

--"Pues si no lo haces tu lo haré yo"—y acto seguido se arrodillo detrás de Severus que seguía sentado en la bañera totalmente alucinado.—"Mete la cabeza en el agua".

--"NO"—exclamó él.

--"No me obligues"—intentaba ponerse seria pero no lo conseguía. Al contrario, cada vez estaba más roja.

--"¡HE DICHO QUE NOOO!"—Severus buscaba una forma de huir.

--"Muy bien, tu lo has querido"—y alargando la mano, la puso sobre la cabeza de Severus y con una fuerza inusitada le empujó hacia abajo, metiéndole la cabeza en el agua.

Cuando le soltó Severus salió tosiendo y escupiendo jabón.

--"¡¡¡SE PUEDE SABER QUE HACES!!!"—dijo mientras se quitaba la espuma de la cara.

--"Lo que tu no haces"—dijo ella—"Y ahora ponte de espaldas y estate quieto de una vez o te vuelvo a meter bajo el agua".

Severus cerró la boca. No quería volver a bucear entre la espuma. Se puso de espaldas a ella y apoyó su espalda contra la bañera.

Silvart cogió una de las botellas y se echó un poco de champú en la mano y empezó a lavarle el pelo a Severus. Éste todavía no se creía que esto le estuviera pasando a él.

--"Cuando te conocí no eras tan atrevida"—le dijo algo malhumorado.

--"Ya te dije un día que soy imprevisible y que no me conocías bien"—Silvart frotaba su cabeza con entusiasmo.

--"Todavía no entiendo cómo te has atrevido a entrar"—continuó él.

--"Yo tampoco"—dijo mientras cogía su varita y hacía levitar hasta ella el mango de la ducha. Con otro movimiento de varita abrió los grifos y empezó a quitarle a Severus el jabón de la cabeza. Después le puso un poco de crema que había en la otra botella, frotó un poco más y se lo quitó.

--"¿Lo ves como no era tan difícil?"—dijo sonriendo mientras miraba su trabajo.

Severus musitó un "de esta de acuerdas" y le dirigió una significativa mirada.

--"Si, ya me voy"—dijo mientras se levantaba y se dirigía a la puerta.

Antes de salir se volvió y le dijo:

--"Por cierto, bonita espalda"—y salió del baño.

Cuando Severus oyó cerrarse la puerta de la habitación, se puso en pie y cogió una toalla. Se envolvió con ella y salió del baño, todavía preguntándose si aquello había pasado en realidad o era un sueño que había tenido. Se llevó la mano a la cabeza: su pelo estaba mojado y limpio. No había sido un sueño.

--"De esta te acuerdas Silvart"—dijo para si mientras salía a su habitación y empezaba a vestirse.

**********************************************************************

Silvart caminaba por el pasillo, todavía sorprendida con su propia osadía pero se dijo a si misma mientras reía:

--"¡Por lo menos he conseguido lavarle el pelo!"—y recordando la cara de terror y pasmo de Severus se dirigió riendo hasta su habitación.

Una vez allí, se dio una ducha rápida y se puso una túnica azul oscura con runas plateadas. Se recogió el pelo en una cola alta, dejando libres algunos mechones y, mirándose una última vez al espejo, salió rumbo al comedor.

***********************************************************************

Cuando llegó, Severus ya estaba sentado a la mesa, aguantando las miradas jocosas de sus compañeros. Silvart se llevó la mano a la boca para evitar reírse. Respiró repetidas veces y cuando recobró la compostura se acercó a la mesa. Saludó al resto de profesores mientras se sentaba al lado de Severus.

--"¿Todavía estas enfadado?"—le preguntó al tiempo que cogía la cafetera con una mano y hacia levitar una tostada con la varita que tenía en la otra.

--"¡Que si estoy enfadado!"—susurró—"No sabes como estoy. Estoy... estoy...".

--"¿Cómo estas?"—dijo Silvart mientras se servía el café y hacia que un cuchillo untara su tostada con mermelada.

--"¡No lo se como estoy!"—acabó diciendo y mirándola le susurró.—"Pero de esta te acuerdas".

Silvart lo miró mientras cogía la tostada. La expresión de Severus no le dejaba dudas: se vengaría.

--"Si eso lo hubieras hecho tu te habrías evitado el mal trago".—le dijo en voz baja mientras intentaba alcanzar el azucarero.

Severus se lo alcanzó y le volvió a decir:

--"Tu di lo quieras, pero me vengaré".—y continuó desayunando.

Dumbledore miraba la escena divertido. Se imaginaba lo que había pasado: Severus con el pelo mojado y Silvart sonriendo inocentemente mientras él le echaba lo que parecía una bronca, pero en voz baja. Tenía que intentar averiguar lo que había pasado, pero mejor le preguntaría a Silvart. Severus podía arrancarle la cabeza si lo intentaba.

En aquel momento entraron unas cuantas lechuzas llevando el correo. Tras ellas venía el águila de cabeza blanca de la noche anterior. Las lechuzas se apartaban a su paso. El águila se poso delante de Silvart y la miró. Ella sonrió y acariciándole la cabeza con una mano, cogió la carta que tenia en una pata con la otra. Desenrolló el pequeño pergamino y sonrió. Era de una amiga suya y por la expresión de Silvart parecían buenas noticias. Volvió a enrollar el pergamino y se lo guardó.

El águila todavía continuaba delante de ella y dio un chillido reclamando su atención.

--"Perdona Blade, me había olvidado. ¿Qué quieres?"—preguntó al animal al tiempo que señalaba la mesa.

Blade giró la cabeza hacia unas galletas enormes que habían al lado de Severus.

--"Severus, ¿puedes pasarme una de esas galletas, por favor?"—dijo dirigiéndose a él.

Severus la miró extrañado y le pasó una galleta.

--"Gracias"—y miró a Blade—"¿A qué esperas?".

El águila emprendió el vuelo. Y cuando empezó a ganar un poco de altura Silvart lanzó la galleta al aire. Blade giró en redondo y la atrapó, saliendo por la ventana al tiempo que daba un chillido de satisfacción.

Silvart la observó alejarse y volvió de nuevo toda su atención al desayuno.

Severus parecía más calmado.

--"¿Cuándo tienes la primera clase?"—le preguntó.

Silvart se lo pensó un momento.

--"Ahora, con los de 5º año. Creo que con los Gryffindor y los Slytherin".

Severus la miró y estuvo a punto de decir algo pero le interrumpió el profesor Flitwick.

--"Pues entonces te recomiendo que te lleves unas cuantas aspirinas"—dijo mientras evitaba la mirada que Severus le dirigía.—"Son un autentico quebradero de cabeza. Te lo aseguro".

--"Gracias profesor, lo tendré en cuenta"—y murmuró—"¡Qué ánimos me dan!".

Se levantó de la mesa y se dirigió a Severus:

--"Si tengo algún problema, ¿puedo amordazar a los alumnos?".

Severus estuvo a punto de reírse, imaginándose a media clase amordazada. Desde luego, si gastaba el mismo carácter dando clase que cuando había entrado a su habitación compadecía a los alumnos.

--"No, si tienes problemas es mejor que des un grito".

--"Vale, pues gritaré".

Y dando media vuelta, salió por una puerta lateral. El resto de profesores la imitaron a los pocos minutos. Dumbledore, antes de salir, le preguntó a Severus:

--"¿Qué te ha pasado en la cabeza?"—parecía a punto de reírse pero la expresión de Severus le contuvo.

--"Que qué me ha pasado... Te lo contaré pero no se lo digas a nadie. ¿Me lo prometes?"—dijo mirando a Albus muy seriamente.

--"Por supuesto, por supuesto"—respondió éste al tiempo que cruzaba los dedos tras su espalda.

--"Pues veras..."—y hablando en voz muy baja, salieron juntos del comedor.

Cuando Severus llegó al aula de pociones todavía podía oír las carcajadas de Dumbledore. Y estaba empezando a pensar que no tendría que habérselo contado. Es más, empezada a arrepentirse. En aquel momento empezaron a entrar los alumnos y tuvo que dejar sus pensamientos para otra ocasión.

*********************************************************************

Cuando Silvart entró en el aula los alumnos ya estaban sentados y esperándola. Respiró hondo y avanzó con paso firme.

--"Buenos días chicos y chicas"—la clase le devolvió el saludo—"Como ya sabéis, me llamo Silvart Dragg. Podéis llamarme Silvart o profesora Dragg, como gustéis. En esta asignatura trataremos no sólo como defendernos de los dragones sino también como convertirlos en nuestros aliados"

Se oyeron murmullos por toda la clase. ¡Aliarse con un dragón! ¡Guau!, eran las expresiones que más oía.

Alguien levantó la mano. Silvart reconoció al chico rubio platino del tren. Le miro.

--"Tu eres..."—esperó una respuesta.

--"Malfoy, Draco Malfoy"--.

--"Dime Draco, ¿tienes alguna duda sobre lo que he dicho?"—cuando hablaba miraba directamente a los ojos y le sorprendió la gelidez de los ojos de aquel muchacho.

--"Solo quería saber si veremos dragones de verdad"--.

Silvart pareció pensárselo un momento y respondió:

--"Bueno, si consigo los permisos, sí. Puede que veáis dragones de verdad"-- .

Un murmullo excitado recorrió el aula. Silvart los miró a todos y le sorprendió la cara de Harry Potter. No parecía agradarle la idea. Más tarde le preguntaría el por qué.

--"Bien. Entonces, si ya está todo claro, empecemos con la clase".—Silvart se sentó sobre la mesa con las piernas cruzadas.—"Bien, a ver quien me dice alguna especie de dragón".

Ron levantó la mano:

--"El dragón dorado"—dijo tímidamente.

--"Muy bien..."—Silvart esperó a que le dijera su nombre.

--"Ron, me llamo Ron Weasley".

Malfoy murmuró algo por lo bajo y Silvart giró sus ojos hacia él.

--"Cinco puntos menos para Slytherin, Malfoy. Si hay una cosa que no soy es sorda, así que guardate tus comentarios. ¿De acuerdo?"—su mirada era muy seria. Malfoy agachó la cabeza avergonzado. No esperaba que ella le oyese.

Y mirando a Ron dijo.

--"Muy bien Ron, cinco puntos para Gryffindor"—miró al resto de la clase—"¿Alguien más? Agradecería que me dijerais vuestro nombre antes de responder".

Harry levantó la mano:

--"Soy Harry Potter. Una raza es el colacuerno húngaro".

--"¡Estupendo Harry!"—exclamó ella—"Cinco puntos más para Gryffindor".

Volvió a mirar a la clase. Había otra mano levantada.

--"Tu nombre no hace falta que me lo digas. Ya me lo se"—dijo mientras miraba a Draco.

--"El dragón plateado"—dijo.

Silvart lo miró con un brillo extraño en los ojos. Después de unos segundos habló:

--"Bien Malfoy, cinco puntos para Slytherin".

La clase continuó así durante un buen rato. Después hablaron de las características de unos pocos y, viendo que se terminaba la clase, les mandó como tarea una pequeña descripción de todas las razas de dragones que conocieran.

En aquel momento sonó el timbre. Silvart levantó la vista y llamó:

--"¡Potter! Espera un momento"—dijo mientras se acercaba a Harry.—"No pareció agradarte mucho la idea de ver dragones de cerca".

Harry la miró y le contó lo sucedido el año anterior. Silvart asintió, comprendiendo la situación.

--"No te preocupes, evitaré traer colacuernos. Tenía pensado en traer dragones plateados, dorados y algún cobrizo. Son más pacíficos".

Harry suspiró aliviado, aquello era mejor idea. Se despidió de la profesora diciendo que llegaría tarde a clase y ella lo dejó marchar.

Silvart entró dentro del aula y cerró la puerta. Lo que había dicho el chico Malfoy le había intranquilizado un poco pero después pensó que el no sospechaba nada. Mejor así. El único que sabia su secreto era Dumbledore y... bueno, en el Ministerio de Magia también lo sabían pero aquello era normal. Tal vez algún día se lo diría a Severus. Tal vez...

********************************************************************

Severus salió del aula de pociones rumbo al comedor. Tenía curiosidad por saber como le había ido Silvart. Cuando estaba llegando al comedor vio que ella estaba en la puerta esperándole.

Silvart, al verlo acercarse, sonrió.

--"¿Ya has planeado tu venganza?"—preguntó mirándole de forma divertida.

--"Todavía no, pero no dudes de que lo haré"—dijo mientras ponía cara de "te vas a enterar en cuanto se me ocurra algo".

Cuando estaban a punto de entrar en el comedor Silvart le soltó:

--"Por cierto, ¿Te he dicho que te ves muy atractivo con el pelo limpio?"—y dicho esto se dejó a Severus plantado en la puerta y con la boca abierta.

--"Esta chica tiene un don para dejarme de piedra"—pensó.—"Y la verdad es que no me desagrada del todo que lo haga...". Sacudió la cabeza y entró al comedor.

Una vez empezaron a comer, Severus le preguntó por las clases:

--"¡Oh! Muy bien"—dijo ella mientras se servía un poco de pollo con patatas.—"Tan sólo he tenido que poner al orden a un chico de tu casa".

--"Déjame que adivine"—Severus miró hacia la mesa de Slytherin.—"¿Draco Malfoy?".

--"El mismo"—Silvart se estaba peleando con el pollo.—"Es un poco arrogante".

--"Como su padre"—musitó Severus.

--"¿Cómo decías".—Silvart había conseguido partir el pollo a base de insistir.

--"Que tienes razón. Es un poco arrogante".—Severus agradeció que ella no oyera el comentario anterior.

Cuando terminaron de comer salieron del comedor.

--"Tengo clase ahora"—dijo Severus.—"Así que con tu permiso...".

--"Yo ya no tengo ninguna clase más por hoy".—contestó ella.—"Cuando termines, y si no tienes nada mejor que hacer, podrías recogerme en mi despacho y me enseñas el castillo. Esta mañana para llegar a tu habitación he tenido que preguntar tres veces".

--"Como pille al que te indico el camino lo mato".—murmuró Severus. Después la miró y le dijo que la recogería cuando terminara las clases.

--"Pues entonces hasta luego"—dijo Silvart. Y echó a andar hacia su despacho.

Severus la vio alejarse y se marchó hacia las mazmorras a dar su clase.

Cuando terminó su clase, Severus fue a buscarla a su despacho y le hizo de guía por todo el castillo. Incluso le enseñó algunos pasadizos por los que ir más rápido. Silvart parecía encantada. El único problema que tuvieron fue que se cruzaron con Peeves, que se empeñó en tirarles globos de agua. Menos mal que apareció el Barón Sanguinario y consiguió ahuyentarlo.

Entre clases, excursiones por el castillo y sus alrededores y discusiones sobre algunos temas pasaron dos meses de clases. Silvart todavía no había amordazado a ningún alumno. Es más, parecían muy interesados en la asignatura. Aquello la alegraba. Y ya casi había conseguido los permisos.

Severus ya había tenido algún problema con Neville. En dos meses había derretido cinco calderos y estuvo a punto de volar media clase en un par de ocasiones. Gracias a dios pudo evitarlo. Ahora se lavaba el pelo porque Silvart le amenazaba con volver a entrar a lavárselo y prefería que eso no volviera a ocurrir. Por lo demás, todo era bastante normal. Bueno casi, todo...

Severus no podía evitar pensar que le gustaba Silvart pero no sabía como plantearle el tema. No tardaría mucho en disponer de una buena ocasión...

***************************************************************

Aquí les mando el cuarto capítulo. Creo que no es tan bueno como los otros, pero, en fin. Mandad reviews y opinad.