Capítulo 5: La venganza puede ser dulce...

Silvart se encontraba en su despacho cuando llamaron a la puerta.

--"Adelante. La puerta está abierta"—dijo sin levantar la vista de los pergaminos que tenía delante.

--"Buenos días".—Severus entró cerrando la puerta tras de sí.

--"¡Hola Severus!"—Silvart levantó la cabeza.—"¿Qué se te ofrece?".

Severus la miró extrañado.

--"Me preguntaba por qué no has bajado a desayunar"—dijo mientras se acercaba y tomaba asiento frente a la mesa.

Silvart se quedó un momento parada, pensando. Miró el reloj y exclamó:

--"¡Mierda!"—rápidamente se llevó la mano a la boca—"No me había dado cuenta de la hora. Me he liado con estos trabajos y se me ha ido el tiempo volando".

Severus suspiró y sacando la varita conjuró unas tostadas y una cafetera.

--"Gracias"—dijo ella al tiempo que hacía levitar una taza que estaba encima de un estante. La limpió un poco y se sirvió café.

Severus se dedicó a observarla mientras desayunaba. Le encantaba mirar aquellos cabellos plateados, ahora sueltos sobre sus hombros, y el brillo de aquellos maravillosos ojos cercados de oscuras pestañas, su piel ligeramente tostada... todavía recordaba la sensación que le produjo el beso en la mejilla que le dio en el Caldero Chorreante. Silvart notó la mirada y levantó la vista. Al ver como se sonrojaba Severus, sonrió.

--"Quiere decirme algo y no sabe como"—pensó para si misma mientras terminaba su café.

Al ver que Severus no decía nada, preguntó:

--"¿Han dicho algo interesante en el desayuno?"—dijo mientras se levantaba y se dirigía al baño para limpiar la taza.

--"No. Solo que este fin de semana habrá una visita a Hogsmeade"—respondió él mientras la seguía con la mirada.

--"¡Estupendo!"—exclamó Silvart—"Tengo ganas de ir. Además quiero comprarme algunas chucherías en Honey Dukes".

--"Pareces una niña pequeña"—Severus sonreía.

--"¿Por?"—preguntó ella poniendo cara de inocente.

--"Por que no he visto a ningún profesor que tenga ganas de ir a Hogsmeade para comprar dulces"—le encantaba cuando ella ponía esa cara de inocencia.

Silvart sonrió.

--"Desde pequeña me han gustado los dulces"—dijo al tiempo que se acercaba a su escritorio y sacaba de un cajón una bolsita con algunos caramelos.—"¿Quieres uno?"—preguntó alargando la bolsa a Severus.

--"No gracias"—y levantándose se dispuso a salir.—"Bueno, tengo clase y no me gusta llegar tarde".

--"Espera, me voy contigo"—dijo ella al tiempo que recogía unos pergaminos y se dirigía con él a la puerta.—"Yo también tengo clase ahora".

Salieron y se dirigieron cada uno a su clase.

--"Te veré en la comida Silvart".

--"Sí. Esta vez procuraré no olvidarme. Hasta luego"—y dicho esto entró en su aula.

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Cuando Silvart entró, los alumnos ya estaban empezando a sentarse.

--"Gryffindor y Slytherin otra vez"—dijo mientras los miraba. Aquellos chicos eran un verdadero problema. Se notaba siempre un ambiente de tensión en la clase que no le gustaba nada.

--"Buenos días chicos"—dijo mientras tomaba asiento.—"Hoy hablaremos un poco sobre el origen de algunas de las razas de dragones. Corrigiendo vuestros trabajos he observado que no tenéis muy claro ese punto".

Los miró y empezó a hablar:

--"Cómo todos sabéis, los dragones son los seres mágicos más poderosos que existen. Actualmente predominan las razas secundarias, como os diría un dragón"—la clase la miró. ¿Los dragones hablaban?. Una mano se alzó. Silvart giró la vista.

--"Dime Draco".

Draco formuló en voz alta la pregunta que rondaba en la cabeza de todos:

--"¿Los dragones hablan?"—su cara era de incredulidad.

--"Sí, hablan. Pero no todos".—miró a la clase.—"¿Alguien sabría decirme cuales?".

Hermione levantó la mano. Silvart asintió, dándole la palabra.

--"Se dice que los únicos dragones que podían hablar eran aquellos que pertenecían a las razas puras. Estos eran los dragones dorados, cobrizos, plateados, de latón, azules, verdes, rojos, blancos, etc."—y mirando a Silvart dijo—"Pero actualmente se duda de su existencia. No se les ve desde hace siglos".

Silvart sonrió satisfecha.

--"Veo que has hecho los deberes"—y continuó.—"Como muy bien ha dicho Hermione, las razas puras prácticamente no se dejan ver. La mayoría de magos dudan de su existencia. Yo os aseguro que existen y si preguntáis en el Ministerio de Magia os dirán que existe una lista que lleva un control exhaustivo de estos dragones."

Prosiguió con su explicación:

--"Las razas puras tienen grandes poderes. Y uno de ellos es que pueden asumir la apariencia de personas. La mayoría de veces optan por esconderse entre los magos, simulando ser uno más entre ellos. A veces, incluso, viven entre los muggles."—las caras de los alumnos ya no podían tener una expresión más sorprendida. Añadió rápidamente.—"Pero este último caso solo suele darse entre dragones plateados y cobrizos".

Neville levantó la mano:

--"Por qué no pueden hablar las... razas secundarias?".

Silvart continuó con la explicación:

--"Según se cuenta, incluso los mismos dragones de razas puras desconocen el origen de las razas secundarias. Se rumoreaba que fueron fruto de algunos experimentos mágicos que no salieron bien, haciendo extrañas combinaciones con la sangre de varios dragones. Se dice que el experimento no salió bien porque la propia sangre de los dragones es mágica y chocó contra el hechizo que se intentaba aplicar en ella. Esto provocó la aparición de nuevos dragones, pero totalmente diferentes a las razas puras. Tenían características de los puros pero habían perdido completamente todas las cualidades que los hacían seres sociables, entre ellas la capacidad de hablar. Espero que os haya quedado más claro ahora este punto".

La clase escuchaba muy interesada. De pronto sonó un timbre. Empezaron recoger sus cosas.

--"Antes de que os vayáis"—dijo Silvart reclamando su atención.—"Quiero que para la próxima semana me hagáis un estudio sobre cuales son los cruces que pudieron generar a las razas secundarias, ¿de acuerdo?. Bien, hasta luego".

Silvart estaba a punto de salir cuando notó que alguien la observaba desde la puerta: Hermione.

--"¿Sucede algo Hermione?"—la mirada de Hermione era extraña.

--"No, nada"—dijo. Y se marchó con Ron y Harry, que la esperaban al final del pasillo.

Silvart de pronto tuvo el presentimiento de que Hermione lo sabía o por lo menos lo intuía.

Tendría que hablar con ella... y con Dumbledore. 

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Severus se dirigió a la sala de profesores cuando terminó su clase. Por lo menos hoy no había tenido problemas con los Ravenclaw. Esperaba encontrar allí a Silvart. Cuando llegó ante la puerta de la sala de profesores se detuvo. Dentro se oía hablar a alguien. Una de las voces era la de Albus.

No entró y escuchó:

--"No te preocupes"—decía en tono tranquilizador—"Hablaré con ella. Seguro que lo arreglamos".

Severus se sorprendió. La voz que respondía no era otra que la de Silvart.

--"Eso espero"—se notaba intranquila.—"No quiero tener problemas con los alumnos y menos con sus padres...".

Se oyó un suspiro.

--"En fin... Habla tu con ella Albus".

--"De acuerdo"—respondió él.

Severus se quedó pensativo. Había estado a punto de descubrir el secreto de Silvart pero había llegado tarde a la conversación. Al ver que no decían nada más, abrió la puerta y entró.

Silvart estaba sentada cerca del fuego, contemplándolo ensimismada. Albus estaba sirviéndose un poco de agua. Al oír la puerta volvieron las cabezas.

--"Buenos días Severus"—saludó Dumbledore.

Severus correspondió al saludo inclinando levemente la cabeza.

Silvart le dedicó una tranquila sonrisa.

--"¿Qué tal tus clases?"—preguntó Dumbledore dirigiéndose a Severus.

--"Muy bien. Los Ravenclaw no dan muchos problemas."—y mirando a Silvart preguntó—"¿Qué tal las tuyas? Creo que tenías clase con Gryffindor y Slytherin".

--"¡Oh! Muy bien. Sólo he tenido que amordazar a media clase"—tanto Albus como Severus las miraron sorprendidos.—"¡Es broma!"—añadió ella al ver sus caras.—"Se portan muy bien".—ahora las expresiones eran de escepticismo.—"En serio. Les gusta la asignatura. Aunque ya tienen ganas de ver algún dragón de cerca."

--"Hablando de dragones"—dijo Albus al tiempo que sacaba un papel de su bolsillo.—"Aquí tienes los permisos. Lo que no se es de dónde vas a sacarlos".

--"¿Sacar el qué?"—preguntó Severus mientras veía como Silvart tomaba el papel que Albus le entregaba.

--"A los dragones Severus"—contestó ella.

--"¿Vas a traer dragones?"—Severus miró a Albus sorprendido—"El curso pasado ya tuvimos bastantes problemas para controlar a los del torneo. ¿Otra vez tendremos que pasar por lo mismo?".

Aquello no pareció hacer mucha gracia a Severus. En aquel momento entraban el profesor Flitwick, la profesora McGonagall, el profesor Lupin y Fleur Delacour.

--"¿He oído bien Albus?"—preguntó McGonagall con expresión interrogativa.—"¿Dragones?".

Fleur Delacour dio un pequeño respingo. Ella había participado en el torneo y sabía lo que era enfrentarse a ellos.

--"No os preocupéis"—explicó Albus, intentando tranquilizarlos.—"Silvart no piensa traer esa clase de dragones".

--"¿Entonces cuales?"—preguntó Lupin.

Silvart los miró.

--"Voy a traer pura razas"—sonrió ante la mirada de incredulidad de la mayoría de los presentes.

--"Vamos, profesora Dragg"—dijo Flitwick—"Esos dragones están casi extinguidos, si no es que han desaparecido ya todos. No se donde espera encontrarlos".

Silvart lo miró seriamente y respondió.

--"¿Sabe que me decía mi padre cuando era más pequeña profesor Flitwick?"—observó a Flitwick, que esperaba una respuesta.—"Me dijo que no hiciera preguntas de las cuales no quería saber la respuesta". Y con aquello dio por finalizada la conversación.

--"¿Y cuando piensa traerlos? Si puede saberse..."—preguntó McGonagall.

Silvart sonrió.

--"Si no pasa nada, después de Navidad."—y mirando su reloj exclamó—"¡Vaya! Ya casi es hora de comer".

Con aquello dejó bien claro que el interrogatorio había terminado.

Silvart se acercó a la ventana y sacando un pequeño silbato plateado silbó y después se sentó a escribir una carta.

Severus se acercó y se sentó a su lado. Se inclinó hacia ella y le murmuró al oído:

--"Después pásate por mi despacho".

Silvart alzó la vista, lo miró y asintió. Antes de volver a centrar su atención en la carta, alzó los ojos y miró severamente al profesor Flitwick, que los miraba atentamente, aguzando el oído al máximo. Al verse descubierto, dio la vuelta y se alejó.

Al cabo de unos minutos una animal se posó en el alféizar de la ventana. Era Blade. Silvart se acercó y la abrió para que este pudiera entrar. Blade entró y se posó delante de Severus, mirándole.

Severus observaba al animal con algo de desconfianza. Tenía un pico grande y probablemente muy fuerte. Dudaba de si podría tocarlo. Silvart pareció darse cuenta y le dio las indicaciones adecuadas para hacerlo.

--"Acerca la mano lentamente y deja que la mire. Cuando agache la cabeza podrás tocarlo".

Severus hizo lo que ella le dijo. Al cabo de unos segundos, Blade le dio el visto bueno y agachó la cabeza. Severus la acarició con suavidad. Al pasar la mano por sus alas plegadas notó que tenía algo cogido. Blade dio un pequeño chillido y Severus retiró la mano inmediatamente.

--"Parece que tiene algo en una de las alas".—dijo dirigiéndose a Silvart.

--"Pues quítaselo"—le indicó—"Haz lo mismo de antes, pero cuando tengas la mano sobre las alas, intenta girarla suavemente. Si chilla no retires la mano o te picará. Cuando vea que no le vas a hacer nada, te ofrecerá el ala para que se lo quites".

Severus volvió a empezar con el mismo procedimiento de antes. Silvart lo observaba atentamente, así como el resto de profesores que estaban en la sala.

Cuando llegó a las alas, bajó su mano hacia un costado y empezó a girarla. Blade chillo y el detuvo la mano. El animal lo observaba como si estuviera analizando la situación. Después de unos segundos, Blade acabó de girarse por sí mismo y extendió el ala izquierda hacia Severus.

Tenía enganchada una pequeña rama de zarza. Con cuidado, Severus la soltó. El animal le miró y le dio un suave picotazo en la manga.

Silvart sonreía.

--"Te está dando las gracias".

--"De nada"—respondió Severus mirando al animal.

--"Bien, esto ya está"—Silvara enrolló la carta y la ató a la pata de Blade.—"Y no te entretengas por el camino".

El animal lanzó una última mirada y esperó a que le abrieran la ventana. Silvart la abrió con un golpe de varita y esta salió volando.

--"Bueno señores y señoras"—dijo Dumbledore. Fleur y Silvart lo miraron con expresión ceñuda. Dumbledore rió—"Y señoritas. Creo que es hora de comer".

Dicho esto empezaron a salir de la sala y se dirigieron todos juntos hacia el gran comedor charlando animadamente.

Durante la comida, Dumbledore anunció que ese año también habría un baile el día de Navidad, pero sólo para los cursos de cuarto, quinto, sexto y séptimo. El comedor se convirtió en un torrente de excitados murmullos. El baile del año anterior había sido magnífico y este año volvía a repetirse.

Cuando terminaron la comida, Severus se excusó alegando que tenía que terminar de corregir unos trabajos. Silvart se quedó un rato más hablando con Fleur sobre dragones. A los diez minutos, el comedor empezó a quedarse vació y los profesores que aun quedaban se levantaron para dirigirse a sus clases o a sus despachos. Silvart se despidió de Fleur y se encaminó a las mazmorras.

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Severus estaba en su despacho, dando vueltas y murmurando.

--"Tengo que decírselo... tengo que decírselo.."—repetía una y otra vez.

En aquel momento llamaron a la puerta.

--"Adelante".

Una cabeza plateada se asomó.

--"¿Puedo pasar o estas en el baño?"—dijo en tono divertido.

--"Muy graciosa. Puedes pasar"—dijo Severus, recordando la vez que ella se metió en su baño. No pudo evitar ponerse rojo.

--"Mal empezamos"—pensó. Hasta el mismo había notado como le subían los colores. Trató de iniciar una conversación.

--"¿Cómo piensas conseguir los dragones?"—aquella le pareció una buena pregunta.

Silvart lo miró y sonriendo pícaramente le dijo:

--"No es eso lo que me quieres preguntar".—Severus la miró y volvió a agachar la cabeza, azorado.

--"Estoooo... No"—Silvart esperaba de pie, mirándole con una expresión divertida y una sonrisa bailándole en los labios.—"Yo quería...."

--"Venga, dilo, que no te voy a comer"—le animó Silvart.

--"Quería preguntarte si vendrías conmigo a Hogsmeade y..."—esto lo dijo más bajito.—"y al baile de Navidad". Severus estaba completamente rojo. Aquello era bastante nuevo para él. Si sus alumnos le pudieran ver ahora, probablemente les daría un ataque: el profesor más frío y duro de Hogwarts muerto de vergüenza e intentado quedar con una chica.

Silvart pareció pensárselo. Severus empezó a ponerse tenso.

--"¡Claro que si!"—alzó la vista hacia ella—"Te ha costado pedírmelo".

Severus suspiró aliviado. Al menos no le había rechazado.

--"Por cierto"—continuó ella.—"Tengo que ir a Londres. Salgo dentro de una hora. Volveré el viernes por la noche"—añadió.

--"¿Por qué te vas?"—preguntó él.

--"Tengo que solucionar unos... asuntos"—y mirándole añadió—"Y no me preguntes al respecto".

--"Bien, pues entonces te veré el viernes en la cena"—dijo Severus. Ya estaba menos rojo pero todavía mantenía un ligero tono sonrosado en las mejillas.

Silvart se dirigió a la puerta. Antes de salir se volvió y le dijo:

--"Gracias por invitarme Severus"—y salió rumbo a su habitación.

Cuando la puerta se cerró tras ella, Severus no pudo evitar alegrarse. ¡Por fin se lo había pedido!. Ahora tenía que empezar a preparar sus clases y esperar hasta el viernes.

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¡Por fin era viernes! Era lo que pensaba Severus constantemente desde que se había levantado. Le costaba reconocer que echaba de menos a Silvart.

El día anterior había tenido una charla con Albus a propósito de ella.

--"¿Por qué no le dices lo que sientes?"—le decía Dumbledore.

--"Por que no estoy seguro de lo que siento. Esto es nuevo para mi, Albus"—respondió él. Y añadió—"Además, creo que oculta algo... y tu lo sabes".

Dumbledore le miró seriamente.

--"Tu también ocultas algo que yo se y ella no"—dijo mientras miraba significativamente el brazo izquierdo de Severus.

Este se llevó la mano hacia donde estaba la marca y asintió.

--"Tienes razón Albus"—suspiró.—"Y esto es mucho más grave".

En esto pensaba mientras se dirigía hacia la mazmorra para empezar la clase. Tenía que centrarse. Ahora le tocaban dos horas con los de 5º y prefería no tener que reparar los desperfectos que Neville provocaba casi continuamente.

Para cuando finalizó la clase, Severus agradeció silenciosamente que Hermione Granger no le hubiera quitado la vista a Neville de encima, evitando así alguna nueva catástrofe. Aquella había sido la última clase de la tarde. Cerró el aula y se dirigió a su habitación. Iba a darse un relajante baño cuando se acordó de la vez que entró Silvart. Sonrió y lanzó un potente conjuro sobre la puerta para evitarse nuevos sustos.

Después de dos horas, de las cuales una se la pasó dentro del agua, salió de su habitación y se dirigió al comedor.

Cuando entró, no pudo evitar sonreír. Silvart ya estaba allí sentada, hablando con Dumbledore sobre su viaje. Cuando lo vio acercarse le dedicó una maravillosa sonrisa. Subió y se sentó a su lado.

--"Buenas noches Silvart"—dijo al tiempo que se sentaba.

--"Buenas noches Severus"—contestó ella.

--"¿Qué tal el viaje?".

--"Muy bien. Estuve con unas amigas"—contó Silvart.—"Ya están solucionados todos mis asuntos"—dijo mientras alargaba la mano para asir una jarra de zumo de calabaza.

Entonces Severus se dio cuenta de que Silvart tenía la mano izquierda vendada.

--"¿Qué te ha pasado?"—preguntó preocupado.

--"¿Esto?"—respondió ella mirando su mano.—"No es nada. Sólo un pequeño accidente. Tranquilo".

Aquello pareció tranquilizarlo y empezaron a cenar.

--"¿A qué hora salimos mañana para Hogsmeade?"—preguntó Silvart mientras cortaba un poco de pan.

--"A las diez, después del desayuno"—contestó Severus.

--"¡Estupendo! Tengo ganas de ir".—y dicho esto continuó cenando tranquilamente.

Cuando terminaron de cenar, Silvart se levantó y se excusó diciendo que estaba muy cansada por el viaje.

--"Pues entonces hasta mañana"—Severus lamentó que no se quedara más rato.

Silvart les deseó buenas noches a todos y se retiró.

Al cabo de una media hora, y cansado de oír la cháchara de Flitwick, Severus también se retiró a su habitación.

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Había mucho nerviosismo durante el desayuno. A los alumnos les encantaba ir a Hogsmeade, sobre todo a Zonko, la tienda de bromas. Después de la visita al pueblo siempre volvían con los bolsillos repletos de caramelos mágicos, bombas fétidas y demás cosas.

Severus esperó delante de la puerta del comedor a que apareciera Silvart. La vio acercarse hablando con Hermione Granger. Hermione parecía muy interesada en algo que ella le estaba contando. Cuando llegaron a su lado, Silvart dejó de hablar.

--"Buenos días profesor Snape"—saludó Hermione.

Severus le correspondió inclinando la cabeza.

--"Bueno... mejor me voy con mis compañeros."—dijo.—"Gracias por la explicación profesora Dragg".

--"Gracias a ti Hermione"—respondió ella.—"Y llámame Silvart".

Hermione sonrió y se encaminó hacia donde estaban Harry y Ron, que trataban de llamar su atención. En cuanto llegó la acosaron a preguntas pero ella moviendo la cabeza les dejó claro que no iba a contarles nada.

--"¿Entramos?"—preguntó Severus.

Silvart dejó de mirar a Hermione y asintió.

Severus la observaba mientras caminaba a su lado.

--"Pareces preocupada".

--"No es nada"—dijo ella.—"Cosas mías".

Severus no parecía muy convencido pero no insistió más.

Cuando llegaron a la mesa la mayoría de los profesores ya estaban desayunando.

--"Casi llegáis pareja"—dijo Flitwick mirándolos con un brillo pícaro en los ojos.—"¿Os habías quedado encerrados en el baño?".

Severus iba a responder a Flitwick pero no hizo falta. Silvart le lanzó una gélida mirada y el profesor Flitwick empezó a desear haber mantenido la boca cerrada. Aquellos ojos podían ser muy hermosos pero... ¡en aquel momento parecían dos trozos de hielo azul con escarcha plateada!. Se volvió precipitadamente y tiró una jarra de zumo de naranja. Cuando el líquido estaba a punto de tocar la mesa se detuvo y empezó a flotar ante él junto a la jarra.

Hasta Severus se quedó sorprendido. La que mantenía el zumo así era Silvart y no estaba usando ni siquiera la varita. Con un movimiento de la mano enderezó la jarra y después volvió a meter el zumo dentro.

--"Debería tener más cuidado profesor Flitwick"—dijo mientras ignoraba las miradas sorprendidas de los demás profesores y alumnos. A los pocos segundos, todo pareció volver a la normalidad.

--"¿Cómo has hecho eso?"—preguntó Severus, todavía sorprendido.

--"Es muy fácil. Aprendí a canalizar mi magia a través de las manos. Así, en caso de que no pudiera usar la varita siempre podría seguir formulando conjuros."—explicó asiendo una tostada.—"No es muy difícil pero requiere práctica. Si quieres te enseñaré, ¿vale?".

Sus ojos volvían a brillar tan tranquilos como siempre. Todo rastro de la gelidez anterior se había esfumado. Durante un segundo, Severus pensó si lo había imaginado. Pero al mirar la cara de Flitwick supo que no. Sonrió. En cierto modo, se lo tenía merecido, por cotilla.

Y mirando a Albus pensó:

--"Y contigo ya hablaré más tarde".

Cuando terminaron el desayuno, organizaron a todos los alumnos que iban a ir a Hogsmeade delante de la puerta del castillo. Una vez estuvieron todos, subieron a las diligencias que les esperaban en la entrada. Al cabo de una media hora, llegaron a Hogsmeade.

Los chicos se dispersaron rápidamente y los profesores se dirigieron a la taberna.

--"¡Severus! ¡Espera!"—llamó Silvart—"Me gustaría dar primero una vuelta por el pueblo. ¿Vienes?".

--"Claro".

Hacía un día realmente hermoso, muy soleado y no muy frío. Caminaban uno al lado del otro, hablando tranquilamente. Silvart metió su brazo por debajo del de Severus. Este se quedó un poco sorprendido al principio pero después sonrió por dentro. Le gustaba que ella fuera a su lado.

Iban paseando por la calle principal cuando oyeron lo que parecía una discusión. Severus reconoció la voz que ahora hablaba.

--"Potter"—murmuró.

Después se oyó otra voz.

--"Y Malfoy"—dijo Silvart.

Se acercaron procurando no ser vistos. El que hablaba ahora era Malfoy.

--"¿Sabes Potter?, los perdedores como tu me dan lástima. Mírate, tan poderoso que se supone que eres y andas con un pobre de pelo rojo y con una sangre sucia sabelotodo".

--"¡Por qué no cierras tu asquerosa bocaza Malfoy!"—gritó Ron. Hermione lo sujetaba para que no saltara encima de Malfoy.

--"¡Cierra el pico imbécil! No hablo contigo"—contestó Malfoy desdeñosamente.

--"Será mejor que nos dejes tranquilos Malfoy"—ahora hablaba Potter.

--"¿Y si no me da la gana?"—dijo burlonamente. Sus eternos guardaespaldas rieron tontamente.

Severus estaba a punto de hablar cundo Silvart lo detuvo.

--"Déjame a mi, ¿vale?"—le dijo a Severus.

Este se encogió de hombros y la dejó ir.

--"Vaya, vaya. ¿Buscando problemas tan pronto señor Malfoy".

Todos dieron un salto al oír la voz. Silvart se acercó al grupo. Draco cometió el error de encararse con ella.

--"No se meta en lo que no le importa profesora".

Silvart sonrió fríamente. Tenía la varita en la mano. Se puso a observarla a ella y a Draco de forma alterna. Finalmente habló:

--"¿Sabe señor Malfoy? Me han contado que es usted un excelente hurón botador."--Ante aquel comentario se oyó una risa apagada que venía de un callejón situado tras ellos. Silvart continuó.—"Y a Blade, mi águila, le encanta cazar hurones. Son su plato favorito".

Draco abrió los ojos desmesuradamente y volviéndose hacia Crabbe y Goyle les indicó que lo mejor era retirarse.

Cundo desaparecieron doblando la esquina, Harry y sus amigos giraron las caras para ver quien salía del callejón en el que habían oído reír a alguien. Cual no fue su sorpresa al ver al profesor Snape. Su expresión era seria pero tenía un ligero brillo divertido en los ojos.

Los miró.

--"¿Todo bien señor Potter?".

Harry asintió y dándole las gracias a Silvart se alejaron.

Silvart se volvió hacia Severus.

--"Gracias por dejarme a Malfoy. Ya le tenia ganas a ese chico".

--"Sabes desenvolverte muy bien. Pero podrías haberles restado puntos por pelearse".—dijo Severus.

--"No hacia falta. He tenido bastante con su cara de terror"—y sonrió—"Aunque reconozco que me hubiera gustado verlo convertido en un hurón botador".

Se echaron los dos a reír. Cuando pudieron sofocar la risa, regresaron a la taberna.

Entraron de muy buen humor.

--"¿Se puede saber que os pasa?"—preguntó McGonagall. Ver a Severus sonriendo tanto rato no era normal.

Severus les contó el encuentro con Draco. Cuando terminó, el resto de profesores también se reían a carcajadas. Justo cuando habían conseguido sofocar la risa entró Malfoy con sus sombras. Malfoy, al ver a Silvart, dio la vuelta y salió corriendo. Ya había tenido bastante por hoy. En la mesa, los profesores empezaron a reír otra vez.

--"¡Esto se lo tengo que contar a Albus!"—exclamó McGonagall limpiándose una lágrima.—"Bueno, ya está bien"—dijo más seriamente.—"Tampoco es necesario reírse así de un alumno... aunque sea un hurón botador". Y siguieron riendo por un buen rato.

El día acabó sin ningún otro incidente. A las siete, los profesores reunieron a los alumnos y regresaron al castillo. Después de la cena, en la que se oyeron bastantes risas por parte de Gryffindor, se retiraron todos a descansar. Había pasado un día más.

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Severus acababa de empezar la clase cuando llegaron Potter y Ron. Los miró fríamente.

--"¿Otra vez tarde señor Potter?"—sonrió con gelidez.—"Eso serán diez puntos menos para Gryffindor".

Harry puso cara de rabia y se sentó al lado de Ron.

--"Como les iba diciendo antes de que nos interrumpiera el señor Potter, en la clase de hoy realizaremos una poción herbovitalizante. Tomen nota de los ingredientes".

Después de darles lo ingredientes y de indicarles como prepararla se sentó en su escritorio y se dispuso a terminar de corregir unos trabajos. De pronto escuchó un grito que hizo que se le erizara hasta el pelo.

--"¡¡¡¡NEVILLE CUIDADO!!!!"—Seamus Finnigan gritó apartándose del caldero que había frente a ellos.

Severus se acercó rápidamente al tiempo que una gelatina, gris esta vez, salía a toda velocidad del caldero. Empezó a desperdigarse por el suelo. Gracias a Dios, esta vez no era corrosiva pero si muy resistente y resbaladiza.

Suspiró. Le lanzó cuatro gritos lo más hirientes posibles a Neville y les ordenó recoger sus cosas. La clase había terminado.

La gelatina había invadido todo el suelo. Aquello parecía una pista de patinaje. Sujetándose a las mesas consiguió llegar hasta su escritorio. Ya le extrañaba a él que Neville llevara dos semanas sin provocar accidentes. Miró la mazmorra. Estaba hecha un desastre. Se levantó y se dirigió hacia el armario en el que guardaba los ingredientes. Tenia que preparar un líquido que pudiera limpiar aquello.

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 Silvart caminaba deprisa hacia las mazmorras. Tenía que pedirle un poco de díctamo a Severus para hacer una crema calmante. La mano todavía le dolía un poco y sabía que aquello le iría bien.

Le extrañó cruzarse con los alumnos de 5º.

--"Ya habrán terminado"—pensó. Y continuó su camino.

Cuando llegó ante el aula, llamó a la puerta. Severus contestó desde dentro con una voz extraña.

Silvart abrió la puerta y vio como estaba la mazmorra pero no veía a Severus.

--"¿Severus?"—preguntó.

--"Estoy aquí".

La voz salía del suelo, cerca del armario de ingredientes.

Silvart se acercó un poco, pisando con cuidado la gelatina gris.

No pudo evitar soltar una carcajada. Severus estaba en el suelo, intentando ponerse en pie.

La miró enfadado.

--"Yo no le veo la gracia"—dijo mientras conseguía asirse a una mesa y se ponía en pie. Tenía la túnica hecha un asco.

--"¿Qué ha pasado?"—preguntó ella cuando paró de reír.

--"Neville"—dijo secamente.

Silvart asintió. Por eso se había cruzado con los de 5º.

--"¿Qué querías?"—preguntó Severus mientras intentaba moverse sin perder el equilibrio.

--"Un poco de díctamo".—Silvart empezó a acercarse cogiéndose a las mesas. Dio un patinazo y a punto estuvo de caer. Cuando recuperó el equilibrio continuó avanzando.

--"Lo tengo aquí, en la mesa"—Severus señalaba un frasco situado en su escritorio.

Silvart siguió acercándose. Severus ya había conseguido ponerse detrás del escritorio. Silvart, tras unos cuantos patinazos, llegó a su lado.

--"Toma"—Severus le alcanzó el frasco. Pero ella, al intentar cogerlo resbaló y perdió el equilibrio. Severus, instintivamente la sujetó pero al estar el suelo tan resbaladizo no pudo y cayeron al suelo.

--"¡¡¡Ay!!!"—exclamó Silvart.

Cuando abrieron los ojos se encontraron en una posición ya conocida.

--"Vaya"—dijo ella.—"Volvemos a estar como al principio".

--"Sí"—respondió Severus con un brillo extraño en los ojos.—"Pero al revés".

Efectivamente, esta vez era Severus quien estaba encima y Silvart debajo.

--"Tienes razón"—Silvart estaba empezando a ponerse roja.—"¿Te importaría quitarte de encima mío?".

--"No"—dijo él.

--"¿Cómo que no?"—Silvart abrió mucho los ojos.

Severus sonrió.

--"Te dije que me vengaría"—y sin pensárselo dos veces la besó.

Silvart se quedó de piedra pero correspondió al beso pasando sus brazos por su cuello.

No oyeron abrirse la puerta de la mazmorra, ni vieron a la figura que sonreía en la puerta.

Albus se había encontrado en el pasillo con los de 5º y cuando le contaron lo que había pasado bajó a la mazmorra. Cuando llegó vio los pies de Severus en el suelo. Estaba a punto de llamarlo cuando noto que en el suelo había cuatro pies, y no dos. Reconoció las otras botas: negras con un dragón plateado a un lado. Silvart. Sonrió una vez más y se marchó.

Los minutos parecieron hacerse eternos en aquel beso. Cuando por fin se separaron, se quedaron mirándose fijamente el uno al otro durante un rato.

Al fin, Silvart habló.

--"D-deberíamos levantarnos"—estaba roja como un tomate.

--"Si, tienes r-razón"—respondió Severus al tiempo que se quitaba de encima de ella.

Parecían dos amapolas de lo rojos que estaban. De pronto, Silvart se echó a reír.

--"¿Qué pasa?".—preguntó él.

--"Que tendrías que ver las pintas que llevamos"—reía a más no poder.

Severus se miró. Tenían gelatina gris por todo el cuerpo. Al darse cuenta de cómo iban también empezó a reír.

Cuando consiguieron calmar la risa Silvart dijo:

--"Creo que iré a mi habitación a darme un baño".

--"Si, yo también haré lo mismo"—secundó él.

Silvart se quedó un momento parada. Pensó durante unos segundos y, antes de salir, se volvió hacia Severus y le dio un suave beso en los labios.

--"Hasta luego".—y, sujetándose a las mesas, salió de la mazmorra.

--"Hasta luego Silvart"—dijo él. Y añadió tan bajito que solo pudo oírlo él.—"Creo que te quiero...".

Y, sujetándose y patinando, salió al pasillo y entró en su habitación.