¡Muchas gracias por los reviews! Me animan a seguir escribiendo. Como dije
en el capítulo anterior, este fanfic se lo dedico a Javi:
TE QUIERO. Gracias por animarme.
Y ahora os dejo con el capítulo.
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Capítulo 6: El secreto de Silvart.
Severus salía de la mazmorra de dar la última clase de la mañana. Se sentía feliz, como no se había sentido en años. Y todo se lo debía a ella.
Había pasado un mes desde que ocurrió lo de la mazmorra. Desde entonces pasaban mucho más tiempo juntos.
Se dirigió por los pasillos hacia el despacho de Silvart, suponiendo que ya habría terminado sus clases y que tal vez podrían dar un paseo antes de comer.
Severus miró por una de las ventanas. Hacía un día soleado y hermoso que deshacía la nieve que había caído en días anteriores. De pronto vio una melena conocida. Silvart. Estaba paseando cerca de los rosales pero... no estaba sola. La acompañaba un anciano de pelo negro con algunos mechones grises.
El anciano la miraba sonriente y asintió varias veces con la cabeza mientras la miraba. Al cabo de unos minutos, Silvart estrechó la mano del anciano y se dispuso a volver al castillo. El anciano la contempló unos instantes más y después desapareció.
Severus la vio dirigirse al castillo.
--"Si me doy prisa tal vez pueda alcanzarla antes de que llegue a su despacho"—pensó.
Aceleró el paso por los pasillos, esquivando a los alumnos que le miraban sorprendidos.
Cuando ya estaba a medio camino se fijó en que una de las aulas estaba entreabierta. Murmuró algo sobre lo descuidados que eran algunos profesores y se acercó a cerrarla. Dentro oyó unas voces.
--"Hermione Granger"—murmuró. Ya estaba dispuesto a entrar cuando oyó la voz de Ron diciendo sorprendido y bastante excitado.
--"¡¿Entonces ella es un dragón?!"—exclamó en voz más alta de lo normal.—"No me lo puedo creer. Silvart es un dragón. ¡Cómo mola!".
--"¡Baja la voz Ron!"—ordenó Hermione.—"No tiene que enterarse nadie".
--"Oh oh"—dijo Harry.—"H-Her-Hermione".
--"¿Qué pasa Harry?"—preguntó Hermione mirándole.
Harry miraba algo tras ella. Hermione se giró lentamente.
En la puerta estaba Severus, mirándoles con cara de consternación.
--"¡Mierda!"—fue lo único que consiguió decir Hermione.
Severus los miró unos instantes más y salió corriendo.
--"¿Y ahora que hacemos?"—preguntó Ron en tono preocupado.
--"Nada"—Hermione todavía miraba la puerta.—"Solo esperar a ver que pasa".
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Silvart estaba sentada ante su escritorio corrigiendo trabajos. De pronto la puerta de su despacho se abrió de golpe.
--"¡Severus!"—dijo alegremente.
La puerta se cerró tras él con un violento golpe. Su expresión era furiosa y consternada.
--"¡¿Cómo pudiste ocultármelo?!"—gritó. Estaba realmente furioso.
--"¿O-O-cultarte q-que Severus?"—aunque sabía que esa pregunta sobraba. La cara de Severus se lo decía todo. Lo sabía.
--"¡Que eres un dragón!"—Severus la miró. Estaba rojo de furia.—"¡Por qué no me lo dijiste! ¡Esas cosas no se ocultan!".
Silvart estaba apoyada contra el escritorio. Empezaba a llorar. Intentaba hablar pero no le salían las palabras.
--"Severus yo... No sabía... no podía"—farfullaba sin parar. Empezó a llorar amargamente, presa de un ataque de nervios.
Levantó la vista cuando oyó un nuevo portazo. Severus se había ido. Silvart se derrumbó en el suelo, llorando sin parar.
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Severus estaba en su habitación. Estaba fuera de si. Algo resbalaba por su mejilla. Una lágrima.
¿Por qué lloraba? ¿De rabia? ¿De dolor? ¿Por sentirse engañado? ¿Por qué la quería y ella...?
--"¡¡Un dragón!!"—exclamó. Por eso tenía esos extraños poderes. Por eso la varita era tan rara. Y también sabía donde conseguir a los dragones de pura raza.
En aquel momento se sintió completamente perdido. Se echó sobre su cama y enterrando la cara entre las almohadas sollozó amargamente.
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Cuando Severus pareció calmarse un poco, se levantó y se dirigió al baño. Tenía que limpiarse la cara. Sus alumnos no podían verle así. Se miró en el espejo con una expresión vacía. En aquel momento llamaron a la puerta.
--"Adelante"—su voz aún sonaba quebrada.
Albus Dumbledore entró en su habitación. Lo miraba con benevolencia, como entendiendo por lo que estaba pasando.
Severus le miró fríamente.
--"¿Por qué no me lo dijiste?"—preguntó con voz ahogada.
--"Porque ella me pidió que no lo hiciera, que todavía no era el momento"—respondió Albus.
--"¡¿Qué no era el momento?!"—Severus le miró fijamente—"¿Y cuando iba a llegar ese momento Albus?"—y añadió en un susurro—"Creí que eras mi amigo".
--"Y soy tu amigo Severus. Amigo y compañero"—Dumbledore se acercó y le puso una mano en el hombro.—"Ven conmigo a mi despacho".
--"¿Para qué? No quiero hablar con ella"—dijo cortante.
--"Pero ella sí que necesita hablar contigo. Ven conmigo. Escúchala. Lo necesita"—y añadió—"Y tú también lo necesitas".
Después de pensárselo unos instantes, Severus cedió y acompañó a Albus a su despacho.
Allí estaba Silvart, con la cara enterrada entre las manos. No alzó la vista cuando entraron.
--"Bueno""—dijo Albus.—"Os dejo solos".
Severus asintió, agradeciendo el gesto. Cuando se cerró la puerta se volvió para mirarla. Continuaba sacudida por ligeros sollozos. Durante un instante estuvo tentado de acercarse a ella y abrazarla y pensar que todo aquello no estaba pasando. Se acercó y se sentó en la silla que había delante de ella.
Silvart levantó la cara. A Severus le dolió ver su hermoso rostro arrasado por las lágrimas. Pero no dijo nada. Su cara permaneció inmutable. Primero tenía que entender el por qué.
Silvart empezó a hablar.
--"Yo nunca quise que esto pasara. Las personas no podemos elegir como queremos nacer. Yo nací dragón. Mi padre lo es. Toda la familia por su parte han sido dragones. Era del todo inevitable que yo no lo fuera"—su voz sonaba triste.—"¿Crees que me ha resultado fácil vivir ocultándolo?. No, no es fácil. He conocido a mucha gente y cuando descubrían lo que era enseguida se olvidaban de mi y sólo veían al dragón, al terrible monstruo. Los pocos amigos que tengo son los únicos que supieron ver a la persona que había tras el "monstruo", como la gente se empeña en decirnos".
Severus la miraba con un brillo comprensivo en los ojos. Aquel había sido también su sino, siempre rechazado por todos.
--"Lo único que quiero que entiendas"—prosiguió ella—"Es que si te lo oculté fue para evitarme de nuevo sufrir más daño. Necesitaba saber que esto podía funcionar. Saber si de verdad te quería y tu sentías algo por mí. Y cuando hubieras estado preparado, te lo haría contado todo. Ahora ya no tiene remedio. Ya lo sabes. Ahora, lo que debas hacer queda en tus manos."—y dicho esto se levantó y salió.
Severus contemplaba la silla vacía, perdido en sus pensamientos. Albus volvió a entrar.
--"¿Y bien?"—preguntó.
--"No lo se Albus, no lo se"—respondió él con la mirada todavía perdida. Al cabo de unos instantes se levantó y se dirigió a la puerta. Cuando estaba a punto de salir la voz de Dumbledore lo detuvo.
--"¿Has pensado que tal vez ella podría ser la oportunidad que tu vida estaba esperando para poder cambiar y tener una vida mejor? Piénsalo Severus, piénsalo".
Severus le miró durante un instante y después salió rumbo a su despacho. Tenía que preparar su siguiente clase. No sabía como, pero tenía que prepararla.
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Los días pasaban muy lentamente. Sólo faltaba una semana para las vacaciones de Navidad. Severus no había vuelto a hablar con Silvart desde aquel horrible día. Apenas la había visto.
Silvart no bajaba al comedor para nada. Solicitó a los elfos que le trajeran la comida a su habitación. Sólo la vio un día, y porque Albus le ordenó que bajara a comer con todos los profesores y alumnos. Ella accedió a regañadientes. Cuando entró en el comedor se hizo un silencio repentino.
Los alumnos desconocían lo que había sucedido pero podían notar el cambio que se había operado en ella. Sus ojos ya no brillaban. Estaban vacíos, y apenas sonría. Y cuando lo hacía, su sonrisa era triste. Silvart se sentó a su lado, como siempre.
--"Buenos días profesor Snape"—saludó en voz baja.
Severus se quedó parado un momento. Ella nunca le había llamado así.
--"Buenos días profesora Dragg"—respondió.
Silvart no dijo nada más durante la comida. Ella podía notar la mirada de la mayoría de sus alumnos, que la observaban fijamente. Alzó la vista. Hermione la miraba con tristeza. Silvart le sonrió y movió la cabeza, como indicándole que no pasaba nada, que lo hecho, hecho estaba.
La profesora Sprout intentó entablar conversación con ella acerca de unos rosales azules que había recibido. Aquello pareció distraerla un poco.
McGonagall hizo lo mismo con Severus. Todos los profesores estaban al tanto de lo ocurrido. Albus consideró apropiado contárselo. Reaccionaron con sorpresa, pero más favorablemente que Severus. Después de todo, la relación que mantenía con Severus no era la misma que la mantenía con el resto de profesores.
Silvart, cuando terminó de comer, se levantó y se marchó, alegando que tenía que terminar unas cosas. Severus la vio alejarse.
--"Deberías hacer algo Severus"—dijo McGonagall.—"No podéis seguir así".
Severus la miró pero no dijo nada. La profesora McGonagall no insistió más.
Al cabo de un rato, Severus también se retiró a su despacho. Tenía que pensar.
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Silvart estaba trabajando en su despacho. Tenía bastantes trabajos atrasados. Llamaron a la puerta.
--"Adelante. Está abierto"—dijo sin siquiera alzar la vista de lo que estaba haciendo.
La puerta se abrió.
--"Me preguntaba si todavía querrías ir al baile de Navidad con alguien que se ha comportado como un autentico imbécil".
--"¡Severus!"—Silvart alzó la cabeza sorprendida y se puso en pie precipitadamente, derramando en el proceso un tintero.
Severus entró en el despacho. Silvart iba a empezar a hablar pero la detuvo.
--"Deja que sea yo quien hable esta vez"—Silvart le miró y asintió.—"Como he dicho antes, me he portado como un imbécil. Reaccioné de la misma manera que la gente que has conocido y te han descubierto. Solo vi el dragón y olvidé a la maravillosa mujer que hay tras él. Quiero pedirte que me perdones y preguntarte si todavía hay alguna posibilidad de que esto funcione"—Severus la miró esperanzado.
Silvart se acercó y tomó sus manos.
--"La que tiene que pedirte disculpas soy yo. Te oculté algo muy importante".
Severus pareció pensar un momento una cosa.
--"Yo... también te oculto algo... sobre mi pasado"—dijo dubitativo.
Silvart le miró y sonrió tranquilizándole.
--"No te preocupes. Lo sé"—dijo al tiempo que miraba su brazo izquierdo.
Severus la miró sorprendido.
--"¿L-Lo sabes? ¿Desde cuando?".
--"Desde aquel día en el baño. Hubo un momento que sacaste el brazo del agua y vi la marca. A mi no me importa tu pasado. Me importas tú".—sus ojos volvían a tener un ligero brillo.—"Más tarde hable con Albus y él me lo explicó todo. Nunca quise preguntarte al respecto. Sabía que algún día me lo contarías por ti mismo".
--"¿Entonces no te importa mi pasado, lo que he sido?"—preguntó él.
--"No, en absoluto. Me importa el presente y... el futuro. Lo que está hecho no puede cambiarse".—Silvart le sonreía. Volvía a mirarle con esa maravillosa sonrisa.
--"Siéntate. Tengo algo que contarte"—prosiguió ella.—"Iba a decírtelo el día que... descubriste mi secreto".—Severus se sentó al lado de ella en un pequeño sofá que había cerca del fuego.—"Aquel día vino a visitarme uno de los dragones ancianos del consejo. Todos los dragones que nacemos de la unión entre un dragón y un mago o un muggle heredamos la apariencia de dragones porque la sangre de dragón es más fuerte que la humana y se impone. Pero, cuando llegamos a una cierta edad, pasados los 20 años más o menos, el consejo nos permite elegir el rumbo que queremos que siga nuestra vida."—Severus escuchaba atentamente, mirándola. Silvart prosiguió.—"Tenemos dos opciones: podemos escoger entre la vida casi inmortal de los dragones... o la vida más corta de los humanos. En ambos casos conservamos nuestros poderes y nuestra magia. Seguimos siendo dragones pero con una vida más o menos larga."—Silvart le miró fijamente.—"Aquel día yo tomé mi decisión... y te elegí a ti".
Severus no podía creer lo que oía.
--"¿Por qué?"—preguntó.
Ella sonrió.
--"Por que prefiero una vida corta a tu lado a pasar 600 años sin ti. Esa también fue la elección que hizo mi padre y prácticamente la que ha hecho toda mi familia por esa parte".—hubo un momento de silencio.—"Bien, ¿qué opinas?—preguntó dudosa.
Severus no dijo nada. Simplemente la abrazó con fuerza y la besó.
Permanecieron así un rato. Cuando se separaron, Silvart miró su reloj.
--"Es la hora de cenar. Tendremos que bajar al comedor".
Severus se puso en pie y le ofreció su brazo. Ella sonrió y se cogió a él. Salieron de su despacho y se dirigieron al comedor.
Cuando entraron al comedor, todavía cogidos, todos se les quedaron mirando. Y sonrieron. Se fijaron en ella. El brillo feliz de sus ojos habría bastado para iluminar todo el comedor. Los siguieron con la mirada hasta la mesa de profesores, donde se sentaron. Después continuaron con la cena.
Albus y el resto de profesores también los miraban con una sonrisa.
--"¿Todo bien Severus?"—preguntó Albus.
--"Todo bien Albus"—respondió él.
Albus asintió y continuó con su cena.
Silvart alzó la vista y buscó entre la mesa de Gryffindor. Hermione la miraba con una sonrisa feliz en la cara. Ella le correspondió y centró su atención en su cena.
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Bueno, terminé. Este es más corto que el anterior, pero espero que os guste. Como siempre os digo: ¡Dejadme reviews!!!!. ¡GRACIASSSSSSSSSSSS!!!!!!!!!!!!!!!
TE QUIERO. Gracias por animarme.
Y ahora os dejo con el capítulo.
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Capítulo 6: El secreto de Silvart.
Severus salía de la mazmorra de dar la última clase de la mañana. Se sentía feliz, como no se había sentido en años. Y todo se lo debía a ella.
Había pasado un mes desde que ocurrió lo de la mazmorra. Desde entonces pasaban mucho más tiempo juntos.
Se dirigió por los pasillos hacia el despacho de Silvart, suponiendo que ya habría terminado sus clases y que tal vez podrían dar un paseo antes de comer.
Severus miró por una de las ventanas. Hacía un día soleado y hermoso que deshacía la nieve que había caído en días anteriores. De pronto vio una melena conocida. Silvart. Estaba paseando cerca de los rosales pero... no estaba sola. La acompañaba un anciano de pelo negro con algunos mechones grises.
El anciano la miraba sonriente y asintió varias veces con la cabeza mientras la miraba. Al cabo de unos minutos, Silvart estrechó la mano del anciano y se dispuso a volver al castillo. El anciano la contempló unos instantes más y después desapareció.
Severus la vio dirigirse al castillo.
--"Si me doy prisa tal vez pueda alcanzarla antes de que llegue a su despacho"—pensó.
Aceleró el paso por los pasillos, esquivando a los alumnos que le miraban sorprendidos.
Cuando ya estaba a medio camino se fijó en que una de las aulas estaba entreabierta. Murmuró algo sobre lo descuidados que eran algunos profesores y se acercó a cerrarla. Dentro oyó unas voces.
--"Hermione Granger"—murmuró. Ya estaba dispuesto a entrar cuando oyó la voz de Ron diciendo sorprendido y bastante excitado.
--"¡¿Entonces ella es un dragón?!"—exclamó en voz más alta de lo normal.—"No me lo puedo creer. Silvart es un dragón. ¡Cómo mola!".
--"¡Baja la voz Ron!"—ordenó Hermione.—"No tiene que enterarse nadie".
--"Oh oh"—dijo Harry.—"H-Her-Hermione".
--"¿Qué pasa Harry?"—preguntó Hermione mirándole.
Harry miraba algo tras ella. Hermione se giró lentamente.
En la puerta estaba Severus, mirándoles con cara de consternación.
--"¡Mierda!"—fue lo único que consiguió decir Hermione.
Severus los miró unos instantes más y salió corriendo.
--"¿Y ahora que hacemos?"—preguntó Ron en tono preocupado.
--"Nada"—Hermione todavía miraba la puerta.—"Solo esperar a ver que pasa".
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Silvart estaba sentada ante su escritorio corrigiendo trabajos. De pronto la puerta de su despacho se abrió de golpe.
--"¡Severus!"—dijo alegremente.
La puerta se cerró tras él con un violento golpe. Su expresión era furiosa y consternada.
--"¡¿Cómo pudiste ocultármelo?!"—gritó. Estaba realmente furioso.
--"¿O-O-cultarte q-que Severus?"—aunque sabía que esa pregunta sobraba. La cara de Severus se lo decía todo. Lo sabía.
--"¡Que eres un dragón!"—Severus la miró. Estaba rojo de furia.—"¡Por qué no me lo dijiste! ¡Esas cosas no se ocultan!".
Silvart estaba apoyada contra el escritorio. Empezaba a llorar. Intentaba hablar pero no le salían las palabras.
--"Severus yo... No sabía... no podía"—farfullaba sin parar. Empezó a llorar amargamente, presa de un ataque de nervios.
Levantó la vista cuando oyó un nuevo portazo. Severus se había ido. Silvart se derrumbó en el suelo, llorando sin parar.
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Severus estaba en su habitación. Estaba fuera de si. Algo resbalaba por su mejilla. Una lágrima.
¿Por qué lloraba? ¿De rabia? ¿De dolor? ¿Por sentirse engañado? ¿Por qué la quería y ella...?
--"¡¡Un dragón!!"—exclamó. Por eso tenía esos extraños poderes. Por eso la varita era tan rara. Y también sabía donde conseguir a los dragones de pura raza.
En aquel momento se sintió completamente perdido. Se echó sobre su cama y enterrando la cara entre las almohadas sollozó amargamente.
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Cuando Severus pareció calmarse un poco, se levantó y se dirigió al baño. Tenía que limpiarse la cara. Sus alumnos no podían verle así. Se miró en el espejo con una expresión vacía. En aquel momento llamaron a la puerta.
--"Adelante"—su voz aún sonaba quebrada.
Albus Dumbledore entró en su habitación. Lo miraba con benevolencia, como entendiendo por lo que estaba pasando.
Severus le miró fríamente.
--"¿Por qué no me lo dijiste?"—preguntó con voz ahogada.
--"Porque ella me pidió que no lo hiciera, que todavía no era el momento"—respondió Albus.
--"¡¿Qué no era el momento?!"—Severus le miró fijamente—"¿Y cuando iba a llegar ese momento Albus?"—y añadió en un susurro—"Creí que eras mi amigo".
--"Y soy tu amigo Severus. Amigo y compañero"—Dumbledore se acercó y le puso una mano en el hombro.—"Ven conmigo a mi despacho".
--"¿Para qué? No quiero hablar con ella"—dijo cortante.
--"Pero ella sí que necesita hablar contigo. Ven conmigo. Escúchala. Lo necesita"—y añadió—"Y tú también lo necesitas".
Después de pensárselo unos instantes, Severus cedió y acompañó a Albus a su despacho.
Allí estaba Silvart, con la cara enterrada entre las manos. No alzó la vista cuando entraron.
--"Bueno""—dijo Albus.—"Os dejo solos".
Severus asintió, agradeciendo el gesto. Cuando se cerró la puerta se volvió para mirarla. Continuaba sacudida por ligeros sollozos. Durante un instante estuvo tentado de acercarse a ella y abrazarla y pensar que todo aquello no estaba pasando. Se acercó y se sentó en la silla que había delante de ella.
Silvart levantó la cara. A Severus le dolió ver su hermoso rostro arrasado por las lágrimas. Pero no dijo nada. Su cara permaneció inmutable. Primero tenía que entender el por qué.
Silvart empezó a hablar.
--"Yo nunca quise que esto pasara. Las personas no podemos elegir como queremos nacer. Yo nací dragón. Mi padre lo es. Toda la familia por su parte han sido dragones. Era del todo inevitable que yo no lo fuera"—su voz sonaba triste.—"¿Crees que me ha resultado fácil vivir ocultándolo?. No, no es fácil. He conocido a mucha gente y cuando descubrían lo que era enseguida se olvidaban de mi y sólo veían al dragón, al terrible monstruo. Los pocos amigos que tengo son los únicos que supieron ver a la persona que había tras el "monstruo", como la gente se empeña en decirnos".
Severus la miraba con un brillo comprensivo en los ojos. Aquel había sido también su sino, siempre rechazado por todos.
--"Lo único que quiero que entiendas"—prosiguió ella—"Es que si te lo oculté fue para evitarme de nuevo sufrir más daño. Necesitaba saber que esto podía funcionar. Saber si de verdad te quería y tu sentías algo por mí. Y cuando hubieras estado preparado, te lo haría contado todo. Ahora ya no tiene remedio. Ya lo sabes. Ahora, lo que debas hacer queda en tus manos."—y dicho esto se levantó y salió.
Severus contemplaba la silla vacía, perdido en sus pensamientos. Albus volvió a entrar.
--"¿Y bien?"—preguntó.
--"No lo se Albus, no lo se"—respondió él con la mirada todavía perdida. Al cabo de unos instantes se levantó y se dirigió a la puerta. Cuando estaba a punto de salir la voz de Dumbledore lo detuvo.
--"¿Has pensado que tal vez ella podría ser la oportunidad que tu vida estaba esperando para poder cambiar y tener una vida mejor? Piénsalo Severus, piénsalo".
Severus le miró durante un instante y después salió rumbo a su despacho. Tenía que preparar su siguiente clase. No sabía como, pero tenía que prepararla.
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Los días pasaban muy lentamente. Sólo faltaba una semana para las vacaciones de Navidad. Severus no había vuelto a hablar con Silvart desde aquel horrible día. Apenas la había visto.
Silvart no bajaba al comedor para nada. Solicitó a los elfos que le trajeran la comida a su habitación. Sólo la vio un día, y porque Albus le ordenó que bajara a comer con todos los profesores y alumnos. Ella accedió a regañadientes. Cuando entró en el comedor se hizo un silencio repentino.
Los alumnos desconocían lo que había sucedido pero podían notar el cambio que se había operado en ella. Sus ojos ya no brillaban. Estaban vacíos, y apenas sonría. Y cuando lo hacía, su sonrisa era triste. Silvart se sentó a su lado, como siempre.
--"Buenos días profesor Snape"—saludó en voz baja.
Severus se quedó parado un momento. Ella nunca le había llamado así.
--"Buenos días profesora Dragg"—respondió.
Silvart no dijo nada más durante la comida. Ella podía notar la mirada de la mayoría de sus alumnos, que la observaban fijamente. Alzó la vista. Hermione la miraba con tristeza. Silvart le sonrió y movió la cabeza, como indicándole que no pasaba nada, que lo hecho, hecho estaba.
La profesora Sprout intentó entablar conversación con ella acerca de unos rosales azules que había recibido. Aquello pareció distraerla un poco.
McGonagall hizo lo mismo con Severus. Todos los profesores estaban al tanto de lo ocurrido. Albus consideró apropiado contárselo. Reaccionaron con sorpresa, pero más favorablemente que Severus. Después de todo, la relación que mantenía con Severus no era la misma que la mantenía con el resto de profesores.
Silvart, cuando terminó de comer, se levantó y se marchó, alegando que tenía que terminar unas cosas. Severus la vio alejarse.
--"Deberías hacer algo Severus"—dijo McGonagall.—"No podéis seguir así".
Severus la miró pero no dijo nada. La profesora McGonagall no insistió más.
Al cabo de un rato, Severus también se retiró a su despacho. Tenía que pensar.
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Silvart estaba trabajando en su despacho. Tenía bastantes trabajos atrasados. Llamaron a la puerta.
--"Adelante. Está abierto"—dijo sin siquiera alzar la vista de lo que estaba haciendo.
La puerta se abrió.
--"Me preguntaba si todavía querrías ir al baile de Navidad con alguien que se ha comportado como un autentico imbécil".
--"¡Severus!"—Silvart alzó la cabeza sorprendida y se puso en pie precipitadamente, derramando en el proceso un tintero.
Severus entró en el despacho. Silvart iba a empezar a hablar pero la detuvo.
--"Deja que sea yo quien hable esta vez"—Silvart le miró y asintió.—"Como he dicho antes, me he portado como un imbécil. Reaccioné de la misma manera que la gente que has conocido y te han descubierto. Solo vi el dragón y olvidé a la maravillosa mujer que hay tras él. Quiero pedirte que me perdones y preguntarte si todavía hay alguna posibilidad de que esto funcione"—Severus la miró esperanzado.
Silvart se acercó y tomó sus manos.
--"La que tiene que pedirte disculpas soy yo. Te oculté algo muy importante".
Severus pareció pensar un momento una cosa.
--"Yo... también te oculto algo... sobre mi pasado"—dijo dubitativo.
Silvart le miró y sonrió tranquilizándole.
--"No te preocupes. Lo sé"—dijo al tiempo que miraba su brazo izquierdo.
Severus la miró sorprendido.
--"¿L-Lo sabes? ¿Desde cuando?".
--"Desde aquel día en el baño. Hubo un momento que sacaste el brazo del agua y vi la marca. A mi no me importa tu pasado. Me importas tú".—sus ojos volvían a tener un ligero brillo.—"Más tarde hable con Albus y él me lo explicó todo. Nunca quise preguntarte al respecto. Sabía que algún día me lo contarías por ti mismo".
--"¿Entonces no te importa mi pasado, lo que he sido?"—preguntó él.
--"No, en absoluto. Me importa el presente y... el futuro. Lo que está hecho no puede cambiarse".—Silvart le sonreía. Volvía a mirarle con esa maravillosa sonrisa.
--"Siéntate. Tengo algo que contarte"—prosiguió ella.—"Iba a decírtelo el día que... descubriste mi secreto".—Severus se sentó al lado de ella en un pequeño sofá que había cerca del fuego.—"Aquel día vino a visitarme uno de los dragones ancianos del consejo. Todos los dragones que nacemos de la unión entre un dragón y un mago o un muggle heredamos la apariencia de dragones porque la sangre de dragón es más fuerte que la humana y se impone. Pero, cuando llegamos a una cierta edad, pasados los 20 años más o menos, el consejo nos permite elegir el rumbo que queremos que siga nuestra vida."—Severus escuchaba atentamente, mirándola. Silvart prosiguió.—"Tenemos dos opciones: podemos escoger entre la vida casi inmortal de los dragones... o la vida más corta de los humanos. En ambos casos conservamos nuestros poderes y nuestra magia. Seguimos siendo dragones pero con una vida más o menos larga."—Silvart le miró fijamente.—"Aquel día yo tomé mi decisión... y te elegí a ti".
Severus no podía creer lo que oía.
--"¿Por qué?"—preguntó.
Ella sonrió.
--"Por que prefiero una vida corta a tu lado a pasar 600 años sin ti. Esa también fue la elección que hizo mi padre y prácticamente la que ha hecho toda mi familia por esa parte".—hubo un momento de silencio.—"Bien, ¿qué opinas?—preguntó dudosa.
Severus no dijo nada. Simplemente la abrazó con fuerza y la besó.
Permanecieron así un rato. Cuando se separaron, Silvart miró su reloj.
--"Es la hora de cenar. Tendremos que bajar al comedor".
Severus se puso en pie y le ofreció su brazo. Ella sonrió y se cogió a él. Salieron de su despacho y se dirigieron al comedor.
Cuando entraron al comedor, todavía cogidos, todos se les quedaron mirando. Y sonrieron. Se fijaron en ella. El brillo feliz de sus ojos habría bastado para iluminar todo el comedor. Los siguieron con la mirada hasta la mesa de profesores, donde se sentaron. Después continuaron con la cena.
Albus y el resto de profesores también los miraban con una sonrisa.
--"¿Todo bien Severus?"—preguntó Albus.
--"Todo bien Albus"—respondió él.
Albus asintió y continuó con su cena.
Silvart alzó la vista y buscó entre la mesa de Gryffindor. Hermione la miraba con una sonrisa feliz en la cara. Ella le correspondió y centró su atención en su cena.
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Bueno, terminé. Este es más corto que el anterior, pero espero que os guste. Como siempre os digo: ¡Dejadme reviews!!!!. ¡GRACIASSSSSSSSSSSS!!!!!!!!!!!!!!!
