¡¡¡Ya estoy aquí de nuevooooo!!!! ¡Muchísimas gracias por los reviews! Me encanta que os haya gustado el capítulo 8. Este capítulo me ha costado un poquito más pero aquí está. Espero que también os guste. ¡Adelante con él!.

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Capítulo 9: Conociendo a los dragones.

Silvart despertó y abrió un poco los ojos. Inmediatamente los volvió a cerrar. Aquel dichoso rayo de sol que se colaba entre las cortinas le daba en plena cara. Murmuró algo ininteligible y continuó durmiendo.

Pero no podía. Algo le estaba haciendo cosquillas en el oído. Giró la cabeza y abrió los ojos. Estos se encontraron con un par de ojos negros y profundos que la miraban divertidos.

--"Buenos días cariño"--dijo medio dormida.

--"Buenos días bella durmiente"--Severus le retiró un mechón de pelo plateado que caía sobre su frente. Se acercó y le dio un suave beso en los labios.--"Casi te despiertas".

Silvart pareció espabilarse un poco. Se estiró y se apoyó sobre su codo para poner su cara a la altura de la de él.

--"¿Qué quieres decir?"--preguntó mirándole.

--"Pues que ya son casi las diez y media. Desde luego te encanta dormir"--dijo él con un brillito divertido en los ojos.

--"Bueno, supongo que si alguien no me tuviera despierta hasta la madrugada probablemente me levantaría antes"--contestó ella con una sonrisita divertida.

--"No es que opongas mucha resistencia"--Severus rodeó su cintura con la mano y la atrajo hacia sí.

Silvart lo miró con un brillo picante en los ojos. Le dio un beso y se desprendió del abrazo.

--"Bien. Creo que voy a darme un baño antes de bajar a las cocinas para buscar algo para desayunar"--dijo mientras se levantaba y, envolviéndose en una sábana se dirigió al cuarto de baño.

Severus la vio alejarse. Por las mañanas estaba realmente preciosa, con el largo pelo revuelto y las mejillas sonrosadas. Habían pasado tres semanas desde el baile de Navidad. Desde aquella noche prácticamente vivían juntos. Unas veces estaban en sus aposentos en las mazmorras y otras veces en la habitación de ella en la torre. En aquel momento estaban en la habitación de Silvart.

Se dejó caer sobre la cama cubierta con sábanas de raso azul oscuro y cerró los ojos.

--"Por cierto, no me vendría mal un poco de ayuda para frotarme la espalda"--la cabeza de Silvart se asomó por el quicio de la puerta con una sonrisa bailándole en los labios.

Una opción muy tentadora, pensó Severus. Sonrió y se levantó, tapándose con la única sábana que quedaba. Entró en el baño y cerró la puerta tras él.

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Horas más tarde, durante la comida, las puertas del Gran Comedor se abrieron de golpe dejando paso al grupo de chicas y chicos más sorprendente que habían visto nunca (con la excepción de cuando entró Silvart al principio de curso). En cuanto Silvart los vio, se levantó corriendo de su silla y se dirigió rápidamente hacia ellos mientras la seguían las atentas miradas de toda la escuela. Después de contemplarse unos instantes se fundieron en un abrazo multitudinario.

El Gran Comedor, que se había quedado en silencio cuando irrumpió el grupo, estalló ahora en murmullos, preguntándose quienes serían aquellos chicos.

El resto de profesores los observaban desde la mesa, esperando a que se acercaran y Silvart realizara las presentaciones.

Después de unos minutos en los que se estuvieron hablando, Silvart los condujo a la mesa.

--"Buenos días, caballeros y señoritas"--dijo Dumbledore cuando se acercaron--"Me alegro de que al fin hayan podido venir".

--"Y nosotros le agradecemos que nos deje hospedarnos aquí profesor Dumbledore"--habló un joven alto de ojos ambarinos y extraño cabello verdoso.

--"Las gracias os las doy yo pero ahora será mejor que os sentéis y os unáis a la comida"--Dumbledore les indicó una mesa que estaba a un lado.

Mientras el variopinto grupo se dirigía la mesa, Silvart volvió al lado de Severus.

--"¿Quiénes son?"--preguntó él aunque ya se imaginaba la respuesta.

--"Mis amigos. Los que me ayudaran con las clases"--ella le cogió la mano--"Ven, quiero presentártelos".

Severus se levantó y se fue con ella hacia la mesa donde estaban sentados. Ocuparon dos sillas vacías.

--"¡Vaya Silvart!"--exclamó un joven de cabello plateado como el de ella y ojos de un azul tan claro que casi parecían translúcidos.--"¿Así que este es Severus Snape? ¿No?".

Silvart asintió al tiempo que miraba a Severus con cariño.

--"Ya tenía ganas de conocerte. Silvart me hablaba mucho de ti en sus cartas"--el joven le alargó la mano.--"Yo soy Alexis Dragg. Soy primo hermano de Silvart".

--"Severus Snape. Encantado de conocerte"--Severus estrechó la mano del joven.

Uno por uno empezaron a presentarse todos:

--"Yo soy Max Brer"--habló un chico de cabello cobrizo y ojos verdes.

--"Y yo Angel Proof"--este chico también tenía el pelo cobrizo pero de un tono más oscuro y sus ojos eran castaños.

--"Mi nombre es Anabel Golden"--la joven estrechó su mano. Tenía una larga melena de un tono rubio dorado y los ojos eran azules salpicados de gotitas doradas.

--"Yo soy Penelope Darksun"--la chica apretó su mano vigorosamente. Llevaba su negro pelo recogido en una cola alta y sus ojos negros lo miraban con curiosidad.

--"Mi turno. Me llamo Valerie Fire"--la muchacha que hablaba ahora tenía una impresionante melena de un tono rojo fuego y ojos verdes y ambarinos.

Severus observó a los que faltaban todavía. Sólo quedaban tres por presentarse. Se levantó una joven y se acercó, dándole la mano.

--"Yo soy Samantha Sky"--apretó su mano y se sentó. Esta tenía el pelo de un tono azul oscuro, casi negro, y ojos de un color entre amarillo y anaranjado.

Se acercó el joven que había hablado con Dumbledore.

--"Mi nombre es Jonh Greentea"--estrechó la mano de Severus.--"Espero que la trates bien"--dijo mientras miraba a Silvart.

--"Por supuesto. Nunca haría nada que pudiera hacerle daño"--dijo Severus. El joven sonrió y volvió a su silla.

Se levantó la última joven.

--"Blanche Fantasie"--apretó su mano levemente y se sentó. Tenía el pelo por los hombros y era de un blanco sorprendente y sus ojos eran de un azul chispeante.

--"Bueno. Creo que una vez ya están hechas las presentaciones podemos seguir comiendo"--dijo Silvart cuando todos estuvieron sentados.--"¿Quieres que nos quedemos aquí o volvemos a la mesa?"--preguntó ella dirigiéndose a Severus.

--"Quedémonos aquí. Así aprovecho y voy conociendo mejor a tus amigos"--contestó él mirándola. Ella sonrió y asintió. Se sirvieron la comida y empezaron a charlar.

Severus pronto se vio arrastrado en una conversación con Alexis, el primo de Silvart. Primero se dedicó a interrogarle sobre la marcha de su relación.

--"Te puedo asegurar que ella es lo mejor que me ha pasado en la vida"--le dijo Severus.

--"Y... bueno... ¿pensáis formalizar la relación?"--preguntó Alexis en voz baja.

Severus se sonrojó un poco.

--"Bueno... eso es algo que todavía no hemos discutido"--dijo él. Y añadió--"Aunque espero poder formalizarla pronto".

Alexis sonrió y le dio una palmadita en el hombro.

--"Pues ánimo y a ver cuando fijáis una fecha"--le dijo alegremente--"Y si necesitas ayuda o consejos no dudes en llamarme".

--"Gracias Alexis"--agradeció Severus. Le caía bien aquel chico. La verdad es que se parecía mucho a ella, la única diferencia eran los ojos.

Después la conversación derivó hacia Hogwarts y las clases de Silvart.

Cuando finalizaron la comida, Severus y Silvart condujeron al grupo hacia la sala de profesores para presentarles al resto de compañeros. Cuando entraron ya estaban esperándoles.

--"Bien"--dijo Silvart--"Creo que empezaré con las presentaciones y os diré a que raza pertenece cada uno de mis amigos".

Empezó a nombrarlos uno a uno y después de su nombre especificaba su clase:

Alexis era como ella, un dragón plateado. Anabel era un dragón dorado, Valerie era un dragón, Jonh era un dragón verde, Blanche un dragón blanco, Max uno cobrizo, Penelope era un dragón negro, Samantha pertenecía a los azules y Angel era un dragón broncíneo.

Cuando ella terminó se acercó Dumbledore.

--"De verdad que os estamos muy agradecidos de que hayáis podido venir"--les dijo mientras les miraba. Añadió--"Por cierto, me dijo Silvart que algunos de vosotros os quedaríais una vez finalizadas las clases prácticas para ayudar en la protección de la escuela"--esto último lo dijo seriamente.

Las miradas de todos los presentes se oscurecieron. Desde el regreso de Voldemort se habían incrementado las medidas de seguridad en la escuela, sobre todo para proteger a Harry Potter y a los alumnos que eran hijos de muggles.

--"Sí"--dijo Alexis.--"Pero todavía no hemos decidido quienes nos quedaremos. Estamos pensando en ir turnándonos, quedándonos cinco cada vez".

--"Muy bien"--asintió Dumbledore.--"Y ahora Silvart os acompañará a vuestras habitaciones para que podáis descansar un poco".

Se despidieron de los profesores y siguieron a Severus y a Silvart por los pasillos. Estos los condujeron hasta una de las torres, la Torre Andrómeda, situada entre la Torre de Gryffindor y la Torre de Astronomía. Había nueve habitaciones bien acondicionadas en las cuales ya ardían un gratificante fuego. Sus cosas ya estaban allí, sin desempaquetar.

--"Bueno. Espero que las habitaciones sean de vuestro agrado"--dijo Severus.--"Esta es una de las mejores torres".

--"Sí. Además se os a puesto aquí para que tengáis más intimidad"--explicó Silvart.--"La contraseña para que podáis entrar en la torre es "Rayo azul"."--les indicó.

--"Ahora os dejamos para que podáis desempaquetar vuestras cosas y descanséis un rato"--habló Severus.--"Nos veremos en la cena."--y dicho esto salió.

Silvart se quedó unos instantes más hablando con sus amigos y después salió tras él. Salieron de la torre y se dirigieron hacia las mazmorras.

--"Son muy agradables tus amigos"--comentó Severus mientras caminaban.

--"¿Verdad que sí?"--dijo ella.--"Lo mejor de todo es que siempre que los necesito puedo contar con ellos. Por cierto, ¿De que hablabais Alexis y tu durante la comida?"--le preguntó mientras le miraba inquisitivamente.

--"Eso es un secreto"--contestó él. Silvart puso las manos en sus costados y empezó ha hacerle cosquillas.

--"Pues me lo vas a decir"--insistió ella mirándolo divertida.

Severus intentaba soltarse mientras se reía.

--"¡Para por favor! No vas a conseguir que te lo diga... por ahora"--Silvart se enfurruñó pero dejó de hacerle cosquillas. Severus recuperó el aliento.--"No te preocupes, que algún día te enterarás."--le dijo mientras la cogía por la cintura y la apretaba contra su costado.

Silvart iba a decir algo pero no pudo. Inesperadamente un globo lleno de agua le dio en la cabeza, dejándola chorreando. Abrió la boca con la sorpresa. Severus empezó a reír otra vez pero se le cortó la risa de inmediato cuando un segundo globo le dio de lleno, dejándolo en la misma situación que Silvart. Sorprendido empezó a mirar en todas direcciones.

--"¡¡¡¡¡¡Siiiiiiiiii!!!!!!"--aquella voz chillona no era otra que la de Peeves.--"¡¡¡Os he dadoooooo!!!! ¡¡¡¡Atención que vienen másssssss!!!!"--bramó mientras aparecía de detrás de una armadura con un arsenal de globos llenos de agua. Empezó a lanzarlos mientras Severus y Silvart corrían por los pasillos, esquivando los proyectiles. Para cuando consiguieron llegar a las mazmorras, estaban empapados y sin aliento. Desde luego, no había forma de deshacerse de esa molestia de Peeves. El único que le tenía controlado era el Barón Sanguinario, y en aquellos momentos no se encontraba por allí.

Entraron en la habitación de Severus maldiciendo al poltergeist. Silvart murmuró una palabra y prendió un fuego en la chimenea. Se acercó para secarse un poco. Severus la siguió y se puso a su lado.

--"Creo que voy a cambiarme la túnica"--dijo él.--"Esta aún tardará en secarse un buen rato y no me apetece coger un resfriado".

--"A tus alumnos seguro que les gustaría que te pusieras enfermo por unos días"--dijo Silvart en tono divertido.

--"Probablemente"--contestó él.--"Pero no les voy a dar el gusto. Además tampoco me apetece que la señora Pomfrey me de su poción para curar los resfriados. No quiero pasarme todo el día echando humo por las orejas. Es realmente incómodo".

Silvart intentó imaginarse a Severus con las orejas humeantes, lo cual le produjo un ataque de risa.

--"¿Se puede saber que te pasa?"--Severus la miró extrañado por el súbito ataque.

--"Nada, nada"--dijo cuando se calmó un poco.--"Es que trataba de imaginarte echando humo por las orejas. Y no he podido resistirlo. Es demasiado hilarante"--todavía reía un poco.

--"Pues yo no le veo la gracia. Habría que verte a ti pareciendo una chimenea"--contestó él un poco molesto.

--"Venga hombre, no te enfades que era broma"--dijo ella cuando notó el tono de voz de Severus. Se acercó y le abrazó. Severus la rodeó con sus brazos y le dio un beso en el mojado pelo.

--"Creo que tendría que ir a cambiarte o tu también te pondrás enferma"--le sugirió Severus.

--"Sí, tienes razón. Además, ahora que me acuerdo, todavía tengo algunos trabajos por corregir"--comentó ella.--"¿Nos vemos luego en la cena?".

--"¿Tan tarde? Esta tarde quería estar un rato contigo"--se quejó Severus.--"¿Tantas cosas tienes que hacer?".

--"Sí. También tengo que hablar con mis amigos para preparar las próximas clases"--Silvart le miró y le dio beso.--"Así que no te enfades".

--"¿Te quedarás esta noche conmigo?"--ronroneó Severus abrazándola.

Silvart frunció el entrecejo, como si estuviera pensándoselo.

--"No se, no se..."--dijo ella.

Severus se inclinó y le murmuró algo en el oído.

--"Creo que me has convencido. Eres un chantajista"--le dio una suave palmadita en la mejilla.

--"A mucha honra"--contestó él mientras la soltaba del abrazo.

Ella se dirigió hacia la mesa, dónde había un tarro con polvos flú. Cogió unos pocos y volvió al lado de él.

--"Bueno. Mejor me marcho. Esta ropa empieza a resultar incómoda"--Silvart lanzó los polvos a la chimenea mientras decía a dónde quería ir.

--"Hasta la cena entonces"--se despidió Severus. Ella le lanzó un beso al aire y desapareció por la chimenea.

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Cuando Severus llegó al comedor para la cena se encontró con que Silvart ya le estaba esperando. Le sorprendió no ver a ninguno de sus amigos. Se acercó y se sentó a su lado.

--"¿Dónde están tus amigos?"--preguntó un poco extrañado.

--"¡Oh! Han ido a cenar a Hogsmeade."--contestó ella.--"No les apetecía quedarse aquí. Nos habían invitado a ir pero... les dije que teníamos algo pendiente"--le dijo mirándole con un brillito extraño en los ojos.

--"Por supuesto. Tenemos mucho trabajo pendiente"--murmuró él con una sonrisa.

--"¿Se puede saber de que habláis pareja?"--sonó la voz de Flitwick.

Los dos le miraron.

--"¡No!"--respondieron al mismo tiempo. El profesor no insistió más. Desde luego con aquellos dos no había forma de enterarse de ningún cotilleo.

Después de la cena, se reunieron todos los maestros en la sala de profesores para tomarse un te y charlar un poco más tranquilamente que en el comedor.

--"¿Cuándo tienes la primera clase con tus amigos?"--preguntó Minerva mientras removía su te.

--"Tengo pensado empezar mañana. Aunque solo quiero hacer una toma de contacto entre los alumnos y mis compañeros"--explicó Silvart mientras se sentaba cerca del fuego.

--"La verdad es que tus amigos son muy agradables"--dijo Remus.--"Nunca pensé que los dragones podían ser así".

--"Tieneg gazón Remus"--apoyó Fleur. Le había sorprendido como eran aquellos chicos después de la mala experiencia que tuvo con dragones el año anterior.

--"Sí, son muy buena gente"--dijo Silvart.--"Además, me alegro de que se queden después de las clases para ayudarnos a proteger Hogwarts. Toda ayuda siempre es bienvenida."

--"Eso lo agradecemos todos"--habló Dumbledore.--"No creo que los mortífagos se acerquen tanto si descubren que tenemos dragones protegiendo la escuela"--suspiró.--"Cuanto desearía que todo esto no fuera necesario".

--"Eso lo querríamos todos Albus"--dijo Severus.--"Y algunos más que otros"--añadió en voz baja para sí mismo.

Silvart le oyó le apretó la mano, dándole ánimo. Albus, que también tenía el oído muy fino, se acercó y le dio una suave palmada en el hombro.

--"No te preocupes Severus. Ya verás como todo esto acabará bien"--dijo en tono tranquilizador.

--"Eso espero Albus pero, ¿cuándo terminará?"--su voz sonaba amarga.

La sala estaba en silencio. La respuesta a aquella pregunta no la sabía nadie, ni siquiera Sybill, la profesora de adivinación (en el caso de que consiguiera encontrar su "ojo interior") conocía la respuesta. Pero todos esperaban que la guerra terminase pronto.

Se recibían noticias constantemente de la muerte de muggles sin ningún motivo aparente. Otros aparecían torturados y de algunos ni siquiera se sabía el paradero.

Por el momento no había habido ningún ataque contra aurores o padres de alumnos de la escuela. Todos temían la hora de la llegada del correo por si entraba algún búho con una carta negra, lo que indicaba que un familiar de algún alumno de la escuela había caído.

--"¡Bueno señores!"--exclamó Albus.--"Creo que no es hora de entristecerse y preocuparse. Eso solo nos provocará pesadillas y no podremos dormir."--dijo en tono un poco más animado.

El resto de profesores parecieron animarse un poco tras las palabras del director y regresaron a sus charlas.

--"Bien. Creo que yo me voy a dormir"--dijo levantándose y disimulando un bostezo.--"Buenas noches a todos. Mañana los veo en el desayuno".

Los demás maestros también le desearon buenas noches y salió de la sala.

--"Si me disculpáis"--dijo Severus mientras se dirigía a la puerta y salía tras Silvart.

La mayoría de sus compañeros de profesión no pudieron evitar mirarlo ir con una sonrisa divertida.

Severus alcanzó a Silvart a mitad de camino. Se acercó por detrás sin hacer ruido y la cogió por la cintura.

--"¿Creías que ibas a escapar tan fácilmente?"--le murmuró al oído.

--"No. Pero casi lo consigo"--contestó ella.--"Y ahora que el cazador tiene a la presa... ¿qué?"--su voz tenía un tono sugerente.

--"No se... creo que ya se lo que voy a hacer con mi presa"--dijo Severus con voz suave.

Llegaron a la habitación de Silvart, entraron y cerraron la puerta tras ellos. Ninguno de los dos saldría hasta la mañana siguiente.

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Cuando Severus y Silvart entraron a la mañana siguiente al comedor fueron recibidos con un montón de nerviosos murmullos que procedían de los alumnos de quinto curso. Esto no les sorprendió demasiado. A fin de cuentas, aquel día iban a tener su primera clase con dragones.

Como Severus pudo comprobar al pasar por la mesa de Slytherin, gran parte de los alumnos de quinto todavía tenían la mayor parte del desayuno en el plato. Los nervios habían hecho un nudo en su estómago y no parecían capaces ni siquiera de tomar un vaso de leche.

--"Creo que voy a intentar tranquilizarlos un poco"--le dijo a Silvart.

--"Me parece una buena idea"--asintió ella mientras dirigía su mirada hacia los alumnos de Gryffindor, que compartían la clase con los Slytherin. Allí también habían nervios, aunque menos que entre los alumnos de la otra casa.

--"Creo que a los de Gryffindor no tengo que calmarlos. Parecen bastante tranquilos"--le comentó a Severus.--"Aunque ya veremos luego como están, en cuanto tengan a nueve dragones en las narices"--sonrió.

--"Sí, tienes razón. Muy valientes ahora pero después ya veremos"--comentó Severus.--"Es típicamente Gryffindor"--tenía una sonrisa ligeramente despreciativa "made in" Severus, exclusiva para los alumnos que no pertenecían a su casa.

--"Bueno. Te espero en la mesa"--dijo ella mientras se encaminaba hacia la mesa alta, donde estaban desayunando el resto de profesores.

Severus se dirigió donde estaban sus alumnos y después de unos cinco minutos también ocupó su lugar en la mesa. Silvart ya le había preparado un café y le había puesto un par de tostadas en el plato.

--"Muchas gracias"--Severus acarició su mano. Aquel era uno de los pocos gestos cariñosos que le dedicaba en público. Severus no era muy dado a demostrar tan abiertamente sus sentimientos ante sus alumnos, principalmente porque tenía que mantener su imagen de profesor duro e inflexible.

--"De nada cariño"--respondió ella. Esta vez Severus no se atragantó, puesto que ella lo llamaba cariño muchas veces en privado. Silvart comprendía que Severus quería mantener su imagen y en muy contadas ocasiones se dirigía a él de esa forma en público.

Cuando estaban a mitad del desayuno entraron en el comedor Alexis, Anabel, Max, Penelope y Valerie. Estas dos últimas tenían una cara de sueño impresionante. Les saludaron agitando levemente la mano y se sentaron en la mesa donde comieron el día anterior.

--"Creo que tus "dragones" van a estar un poco lentos de reflejos hoy"--comentó Severus divertido mientras veía como Penelope casi tiraba su taza al intentar cogerla".

--"Pues más les vale espabilarse o me encargaré de despertarlos con agua fría"--la voz de Silvart sonaba ligeramente enfadada.

--"Siempre puedes llamar a Peeves y darle unos cuantos globos"--dijo él recordando el ataque del día anterior.

--"Esa sería una buena idea"--Silvart sonrió solo de pensarlo.--"Aunque de todas formas en la clase de hoy no tenía pensado que empezaran las prácticas. Sólo quería que los alumnos se acostumbraran a los dragones sin morirse del susto"--añadió ella.

Severus la miró, dudando de si hacer una pregunta que le rondaba por la cabeza desde hacía varios días.

--"Esto... Silvart. Yo quería preguntarte..."--empezó con voz dudosa.

--"Creo que se lo que quieres preguntarme"--le cortó ella mirándole.--"Quieres saber si yo también me transformaré en dragón, ¿no?"--inquirió tranquilamente.

--"Sí, la verdad es que tenía curiosidad"--Severus la miraba interrogativamente.

--"No creo que me transforme. Tengo que mantener un control sobre los alumnos y convirtiéndome en dragón tal vez lo único que conseguiría es asustarlos"--explicó ella.--"¿Te habría molestado mucho que me transformara?"--le preguntó suavemente mientras apretaba su mano.

--"No, al contrario"--dijo él cubriendo la mano de ella con la suya.--"Me habría gustado verte en tu forma de dragón. Nunca he visto un dragón plateado de cerca y si en tu forma animal eres tan hermosa como en tu forma humana, entonces es algo digno de ver"--explicó Severus mirándola cariñosamente.

Silvart contuvo el impulso de darle un beso allí mismo cuando le dijo aquello.

--"Severus, eso es lo más hermoso que me han dicho nunca"--dijo ella con voz emocionada.

--"Sólo he dicho la verdad"--Severus acarició levemente su mano.

--"Entonces, ¿de verdad te gustaría verme en mi forma de dragón?"--preguntó ella tímidamente.

--"Claro que sí"--dijo él.--"Es algo que me encantaría".

--"Bueno... hace mucho tiempo que no me transformo. Aunque podría hablar con Hagrid para que vigilara a los chicos mientras yo estoy en mi forma dragonil"--comentó ella después de pensárselo un momento.--"Además, creo que Albus también quería venir a mi clase para ver a mis amigos en su estado natural. Podrá ayudar a Hagrid"--dijo bastante más animada.

--"A esa hora yo no tengo clase así que puedo ir a veros"--le indicó Severus.

Silvart se quedó pensativa un momento. Después le miró fijamente y le dijo:

--"Entonces pídemelo. Quiero que me lo digas directamente. Solo lo haré si tu me lo pides"--su voz era seria y firme.

Severus clavó sus ojos negros en los azul cobalto de ella.

--"Quiero que te transformes en dragón"--le dijo con un tono seguro en su voz.

Silvart sonrió.

--"Entonces lo haré. Voy a informar a Dumbledore de los cambios"--dijo mientras se levantaba y se acercaba al director. Le murmuró algo al oído, este asintió y ella volvió a ocupar su puesto.

--"¿Qué te ha dicho?"--preguntó Severus.

--"Que no hay ningún problema. Luego avisará a Hagrid"--le contó ella.--"Cuando termine con el desayuno iré a hablar con mis amigos para comentarles los cambios".

Cuando terminaron de desayunar, Silvart se levantó y se dispuso a marcharse. Miró nuevamente a Severus.

--"¿De verdad estás seguro de que quieres que me transforme?"--volvió a preguntar.

--"Sí, muy seguro"--asintió él.

--"Pues entonces nos veremos en mi clase"--dijo ella.--"Hasta luego".

Severus la vio salir del comedor junto a sus amigos. No quería reconocerlo pero estaba realmente nervioso. Ella iba a transformarse en dragón sólo porque él se lo había pedido. Por fin vería su otra mitad. Se levantó de la silla y se dirigió a su despacho. Tenía que preparar una clase que empezaría en quince minutos y después...

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Como Severus pudo comprobar cuando salió al exterior, Silvart había reunido a todos sus alumnos cerca del campo de Quidditch. Dumbledore y Hagrid también estaban allí. Se apresuró para alcanzarlos.

Silvart estaba explicando a los estudiantes cual sería el funcionamiento de la clase.

--"Bueno chicos. Hoy vais a tener vuestra primera experiencia con dragones. Aunque para algunos será la segunda"--dijo mientras miraba a Harry.--"Hoy no tendréis que poner en práctica los hechizos que hemos estado estudiando. Mi objetivo es que os acostumbréis a estar rodeados de dragones sin que os de un ataque de pánico, ¿de acuerdo?.--explicó.--"Para haceros las cosas un poco más fáciles yo también me transformaré en dragón."--hubo una explosión de murmullos asombrados entre los alumnos.--"¡Silencio por favor! Como podéis ver están aquí el profesor Dumbledore, el profesor Snape y el profesor Hagrid. Si en algún momento tenéis alguna duda preguntadles a ellos."--dijo mientras miraba hacia las puertas del castillo. Estas se abrieron y empezaron a salir los amigos de Silvart.

--"Bien, mis compañeros ya vienen, así que si tenéis alguna pregunta podéis hacerla ahora."--les indicó.

Ron levantó la mano.

--"¿Cuándo seas un dragón podremos hablar contigo?"--preguntó.

--"¡Por supuesto Ron! Si tenéis alguna duda que los otros profesores no puedan contestaros no dudéis en preguntarme a mi o a cualquiera de los otros dragones, ¿vale?"--contestó ella. Los alumnos asintieron.

Silvart se acercó hacia los otros maestros.

--"Muchas gracias por ayudarme"--les dijo a los tres.

--"No es necesario que nos lo agradezcas. No me lo habría perdido por nada del mundo"--dijo Dumbledore sonriendo.

--"¡Y que lo digas! Nunca creí que vería dragones como vosotros."--Hagrid estaba más ilusionado que un niño pequeño el día de Navidad.

Silvart les sonrió, se volvió hacia Severus y se lo llevó aparte.

--"Todavía estás a tiempo de arrepentirte"--le dijo seriamente.--"No quiero que el verme transformada en dragón afecte a nuestra relación. No lo soportaría Severus".

--"Esto no cambiará en nada a nuestra relación. Simplemente me ayudará a conocer esa parte de ti que nunca he visto"--le contestó mientras ponía sus manos sobre sus hombros.

--"Pues entonces será mejor que empecemos"--Silvart se dirigió hacia sus compañeros.

Se alejaron un poco de los alumnos y profesores y se desperdigaron. Evidentemente, al tomar cuerpo de dragón necesitaban espacio. Se miraron entre ellos durante un instante y después empezaron a emanar luces de diferentes colores, que se iban incrementando a medida que su cuerpo cambiaba.

El campo de quidditch parecía una feria con tanto colorido. Al cabo de unos minutos las luces empezaron a remitir para comenzar a desvelar las formas que habían debajo.

Tras una resplandor rojizo emergió el inmenso cuerpo de un dragón rojo: Valerie. Tendría una envergadura de por lo menos 20 metros desde la punta de la cola hasta el hocico, del cual salían sendas volutas de humo gris. Volvió sus ojos entre verdosos y ambarinos hacia las personas que estaban más abajo y extendió las alas. Después miró las formas que la rodeaban.

Tras una luz azul apareció la que se suponía que era Samantha. Su cuerpo recubierto de escamas azules era algo más pequeño que el de Valerie, pero lo compensaba con unos impresionantes cuernos negro-azulados que le sobresalían de la cabeza. Sacudió sus alas para desentumecerlas.

Cuando se extinguieron la luz verde y la negra dejaron ver a Jonh y a Penelope. El primero mediría alrededor de unos 16 metros de envergadura y su lomo estaba surcado por una cresta de pequeños cuernos. Penelope tendría unos 15 metros y por su hocico entreabierto se asomaban unos terroríficos colmillos.

Después de estos dos pudieron ver a Anabel y a Max que empezaban a desplegar sus alas, provocando auténticas ventoleras. Anabel tenía un cuerpo de 18 metros recubierto de pequeñas escamas doradas que refulgían con la luz del sol. Alzó la cabeza y lanzó un potente bramido. Max volvió sus enormes ojos hacia ella y respondió a su llamada extendiendo sus alas de color cobre. Mediría sobre unos 16 metros y tenía una complexión bastante ligera para su tamaño.

Los dos siguientes fueron Angel y Blanche. Estos dos eran los más pequeños en tamaño, aunque Blanche era ligeramente más grande que Angel. El dragón blanco sacudió su cabeza y miró al sol con cierto desagrado. Los dragones blancos adoraban el frío y el moderado calor del sol invernal le molestaba. Su cuerpo estaba recubierto de unas escamas blancas excepto en las alas, que tenían un color iridiscente. Angel era, entre todos los dragones, el más pequeño. Mediría unos 14 metros pero esto quedaba compensado por una robusta constitución. Los dragones broncineos como él eran extremadamente ágiles debido a su tamaño. Soltó un pequeño gruñido y se volteó para ver a los dos que faltaban.

Tras una luz gris-plateada apareció Alexis. Mediría unos 18 metros y su cuerpo se encontraba recubierto por unas extrañas escamas que parecían líquidas y que reflejaban todo lo que había a su alrededor. Sacudió un poco sus alas y centró su atención en el último haz de luz.

A Silvart le estaba costando un poco transformarse. Hacía mucho tiempo que no lo hacía y por eso le requirió más tiempo que a los demás. Todos los ojos, tanto de dragones como de las personas que allí habían, estaban centrados en ella.

Cuando empezó a remitir la luz que la rodeaba y empezó a dejarse ver, todos dejaron escapar el aire que habían retenido en los pulmones sin darse cuenta. Ante ellos se erguía su profesora, con un tamaño de unos 19 metros y un esbelto cuerpo surcado de aquellas pequeñas escamas plateadas. Se movió un poco haciendo que se marcaran sus músculos y extendió las alas, sacudiéndolas varias veces antes de volver a plegarlas. Después volvió su atención hacia los dragones que la rodeaban e intentó un remedo de sonrisa, que pareció más un suave gruñido. Giró sus ojos azul cobalto hacia los alumnos y profesores y los observó un momento.

Los estudiantes la contemplaban con los ojos como platos, realmente maravillados. Después centró sus ojos en otros ojos negros que la miraban intensamente.

Severus no podía creer que aquella maravilla de la naturaleza fuera ella. Era mucho más preciosa e impresionante de lo que había esperado. Sus compañeros también resultaban increíbles pero no eran como ella. Silvart simplemente era perfecta.

Lo que Silvart leía en los ojos de Severus era algo que le resultaba difícil de creer. ¡La quería a pesar de ver lo que era!. Aquello era más de lo que ella podía esperar. Esto la alegró mucho y después de unos instantes decidió acercarse a los alumnos.

--"Bien chicos"--su voz sonaba grave y algo ronca, pero seguía siendo su voz.--"Ya estamos todos listos. Ahora lo que podéis hacer es acercaros a nosotros. Podéis tocarnos, hablarnos e incluso podéis subir sobre nuestro lomo. Ninguno de nosotros os haremos daño."--les dijo.

Los estudiantes los miraban un poco recelosos y volvían sus ojos interrogativos hacia los tres profesores que estaban con ellos.

--"Vamos muchachos, no os harán nada"--les indicó Dumbledore con una sonrisa.

Hagrid ya se había acercado a Valerie, la de mayor tamaño entre todos, y le acariciaba la testa, que ella había puesto al alcance de su mano. Estaba realmente entusiasmado.

Viendo que los alumnos todavía recelaban un poco, Severus se acercó a Silvart. Ello le miró y agachó su cabeza.

--"Como veis no hacen nada"--les Severus mientras señalaba a Hagrid que ahora estaba con Penelope, la cual también quería que le rascaran la cabeza.

--"Eres realmente preciosa Silvart"--le dijo Severus en voz baja cuando volvió de nuevo su atención hacia ella.

--"Muchas gracias Severus. Me alegro de que no te hayas asustado de mi apariencia"--contestó ella con aquella extraña voz. Notó movimiento a su alrededor y giró la cabeza. Sonrió mentalmente.--"Parece que por fin se atreven"--dijo señalando a los estudiantes.

Severus volteó a mirarlos. Harry, Ron y Hermione se habían acercado a Alexis y Jonh y intentaban mantener una conversación con ellos mientras los observaban con expresión maravillada. Draco y Ginny se habían acercado a Anabel, la cual les estaba ofreciendo su ala derecha para que subieran por ella hasta su lomo. Procurando no hacerle daño, treparon hasta allí y se sentaron entre sus enormes omoplatos.

Neville y Seamus se habían aproximado a Angel, el más pequeño de todos y le acariciaban el cuello mientras él parecía explicarles alguna cosa con una voz grave y baja.

Algunos alumnos de Slytherin se acercaron donde estaban Blanche y Max. Y los que quedaban, tanto de Gryffindor como de Slytherin se aproximaron hacia Samantha, Penelope y Valerie, que miraban con cierta pena como se alejaba Hagrid.

Hagrid se reunió con Dumbledore y se acercaron hacia Silvart y Severus, el cual acariciaba con suavidad el largo cuello de ella.

--"¡Bien, bien!"--exclamó Dumbledore sonriente.--"Ha sido todo un éxito. No se ha desmayado ninguno y parecen estar pasándolo muy bien."

--"Silvart, ¿te molestaría mucho si vengo a ver tus clases a partir de hoy?"--preguntó Hagrid mirándola esperanzado.

--"¡Por supuesto que no Hagrid! Ven cuando quieras"--respondió ella.--"Estoy seguro de que un par de amigas mías no desdeñaran tus atenciones cuando terminen las prácticas"--dijo divertida mientras miraba a Valerie y Penelope. Hagrid se puso rojo y le dio las gracias.

--"Bueno. ¿Alguno de los tres quiere subirse a mi lomo?"--preguntó mientras extendía su ala izquierda.

--"Yo creo que no. Ya estoy mayor para eso"--dijo Dumbledore.

Hagrid también negó con la cabeza y dijo que volvía con las otras dos dragonas, que le lanzaban de vez en cuando alguna mirada lastimosa.

--"Pues entonces creo que lo intentaré yo"--dijo Severus mientras se dirigía hacia el ala. Puso con cuidado un pie sobre ella y cuando comprobó que no le hacía daño subió hasta arriba. Se sentó entre las alas de ella y acarició su lomo.

Silvart volteó su cabeza para verle.

--"¿Te apetece dar un pequeño paseo?"--le preguntó.--"Será tu primer vuelo en dragón".

Severus pareció dudar un momento pero después recordó que estaba sobre la espalda de la mujer a la que quería y que ella nunca le dejaría caer.

--"De acuerdo pero... ¿dónde me cojo?"--miró a su alrededor buscando algún asidero. Pero ella no tenía ninguna pequeña cresta a la que cogerse.

--"Eso lo arreglo enseguida"--contestó ella alegremente. Murmuró unas extrañas palabras y apareció alrededor de su cuello una especie de riendas.--"Cógelas y agárrate bien. El despegue puede ser algo brusco"--le dijo.

Severus asintió y se cogió con fuerza a las riendas al tiempo que apretaba sus piernas entorno a su espalda.

--"¡Allá vamos!"--exclamó ella y encogió sus patas para tomar impulso.

Severus cerró los ojos involuntariamente y notó una sacudida un poco brusca, al tiempo tenía la sensación de que su estómago se iba hacia abajo. Cuando notó que paraban las turbulencias volvió a abrir los ojos.

Se encontraban a muchos metros sobre el suelo. El aire allí arriba no era tan frío como el de abajo. Probablemente, ella había buscado una corriente de aire caliente. Desde allí podía ver todos los alrededores de Hogwarts y en la distancia se podía ver incluso Londres.

--"¿Cómo vas cariño?"--preguntó Silvart girando levemente la cabeza para verle.

--"¡Estupendamente!"--gritó él para hacerse oír.--"¡Esto es maravilloso!".

Silvart lanzó un gruñido satisfecho y sobrevoló el bosque prohibido. En un claro pudieron ver algunos centauros que les miraban sorprendidos.

Después de dar algunas vueltas, Silvart emprendió el camino de regreso. El aterrizaje fue mucho más suave que el despegue.

Una vez se hubo posado en el suelo extendió su ala para que Severus pudiera bajar. Una vez sus pies tocaron el suelo, Silvart se alejó un poco y empezó a rodearse de la misma luz plateada de antes. Cuando la luz se extinguió volvió a aparecer con su cuerpo humano. Se acercó a Severus con una sonrisa.

--"Ha sido un paseo verdaderamente increíble"--le dijo él cuando estuvieron juntos.--"Una experiencia inolvidable".

--"Me alegro de que te haya gustado"--Silvart lo miró con un brillo radiante en los ojos.--"Cuando quieras lo repetimos"--añadió.--"Creo que ya es hora de dar por finalizada la clase"--empezó a decir cuando fue interrumpida por una carcajada de Severus que miraba realmente divertido algo que había a su espalda. Silvart, extrañada, se giró para mirar. Y se echó a reír. La visión no era para menos.

Unos metros más allá de ellos estaba el impresionante dragón rojo, Valerie, tumbada patas arriba mientras Hagrid y unos cuantos alumnos le rascaban la inmensa tripa. La cara de felicidad que ponía el dragón era realmente cómica, incluso le caían las babas de lo bien que estaba.

Se acercaron al grupo y Silvart requirió la atención de sus alumnos.

--"Bueno chicos, por hoy ya está bien"--les dijo. Y miró a sus amigos--"Y vosotros ya podéis volver a la forma humana".

Poco a poco se vieron rodeados de las luces de colores y cuando se extinguían aparecían de nuevo el grupo de chicos y chicas en su cuerpo humano. La única que parecía un poco reticente era Valerie, pero tras un toque de atención por parte de Silvart, se transformó a regañadientes.

--"Espero que lo hayáis pasado bien"--habló Silvart.--"Pero la próxima clase no será tan divertida porque tendréis que empezar a poner en práctica vuestros conocimientos"--explicó.--"Ahora os sugiero que vayáis a descansar un rato antes de la comida. Se terminó la clase".

Los alumnos recogieron sus cosas y se encaminaron al castillo comentando emocionados la clase tan estupenda que habían tenido. Desgraciadamente, como había dicho su profesora, la siguiente clase no sería tan fácil.

Silvart se reunió con Severus, que estaba hablando con Dumbledore y Hagrid. Al poco se les unieron el resto de dragones.

--"No ha estado mal para ser una toma de contacto"--dijo Alexis.--"Por cierto Severus, ¿qué tal por ahí arriba?"--le preguntó refiriendose al pequeño paseo que habían dado él y Silvart.

--"Sinceramente, increíble"--contestó sonriendo. En su vida había disfrutado de una experiencia semejante. Volar con la escoba no era lo mismo que volar a lomos de un dragón.

--"Bueno señores y señoritas"--habló Albus.--"Creo que ustedes también deberían descansar un poco antes de la comida. Nos veremos en el comedor"--y se dirigió junto con Hagrid al castillo.

Poco después les siguieron los que quedaban. Severus y Silvart iban tras ellos, caminando juntos.

--"Creo que voy a darme un baño para relajar mis músculos"--dijo ella.--"Hacía tanto tiempo que no me transformaba que ahora me duele todo"--arqueó un poco la espalda y estiró sus brazos hacia atrás.

--"Si quieres puedo darte una poción que te relaje un poco los músculos"--le dijo Severus mirándola.--"O...".

--"¿O qué?"--Silvart se acercó un poco y le dio un ligero empujón con la cadera.

--"O puedo darte un pequeño masaje"--terminó él con voz suave.

Silvart se llevó dos dedos a los labios dándose ligeros golpecitos, como si estuviera pensando.

--"Pues entonces me parece que vas a tener darme un masajito..."--le dijo sonriendo.

Cuando entraron al castillo se dirigieron hacia las torres con el resto del grupo y se separaron cuando llegaron a la entrada de la Torre Andrómeda. Se despidieron de ellos y quedaron en verse en la comida.

Severus y Silvart se dirigieron a la torre donde vivía ella y desaparecieron en la habitación hasta la hora de la comida.

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¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! ¡¡¡He conseguido terminar este capítulooooooooooooo!!! Mil perdones por el retraso, pero he estado un poquito ocupada y no podía escribir. Espero que esta tardanza no se vuelva a repetir. Además ya tengo el próximo capítulo en mente. Empiezan los problemas con los mortífagos y probablemente sea un capítulo un poco triste (si escribo lo que tengo pensado). Pero ya veremos.

Ahora contesto a los reviews:

Cali-chan: ¡Muchas graciassssss! Tienes razón, ya era hora de darle al pobre de Sevvie un poquito de felicidad, que se la merece. Y mil perdones por tardar tanto con este capítulo.

Patty Potter: ¡Gracias a ti también! La verdad, Sevvie sabe hacer muchas cosas, que no hay que olvidarse de que es humano, no una piedra. Y por cierto, el final no será triste, pero algún episodio sí que lo será, como por ejemplo el siguiente. Lo dicho, me gustan los finales felices.

Mithril: muchas gracias. Y como he mencionado antes: Mil perdones por el retraso.

Ahora ya he terminado. Una última cosa, aunque no menos importante: ¡¡¡DEJADME REVIEWSSSSSSSSSS!!! ¡¡¡GRACIASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS!!!