¡¡¡¡¡Y regreso de nueeeeevoooooooooo!!!!! Y vengo dispuesta a armar guerra (es broma). Miles y miles de gracias por los reviews que me habéis mandado (Silvara llora de la emoción T.T). Prometo no volver a hacer capítulos como el anterior (^.^ Silvara cruza sus dedos tras la espalda mientras sonríe inocentemente).

(Severus asoma su cabeza por la pantalla del ordenador) ¡¡POR SUPUESTO QUE NO VOLVERAS A HACER UN CAPÍTULO COMO EL ANTERIOR O TE TRANSFORMARÉ EN CUCARACHA!! ¡¡TE PARECE BONITO DARME ESE SUSTO, PSICÓPATA!!.

Silvara se desespera intentando volver a meter su cabeza en la pantalla. Con mucho esfuerzo lo consigue y respira aliviada.

¡Buenoooo! Mejor dejo de decir desvaríos. Esto de las clases me está afectando demasiado. Un besote y al final comento los reviews. Aquí tenéis el capítulo.

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Capítulo 11: Compromisos y promesas.

Como la señora Pomfrey le había dicho, Silvart pudo salir a la mañana siguiente de la enfermería. Severus la acompañó hasta su habitación para que ella pudiera darse un baño y se pusiera una túnica nueva antes de bajar al Gran Comedor a desayunar. Media hora después estaba lista para volver a enfrentarse al mundo.

--"¿Seguro que te encuentras con fuerzas para bajar a desayunar?"—preguntó Severus mientras la cogía por la cintura. Ella cojeaba un poco al andar y necesitaba apoyarse.

--"Que siiii Severus. Además estoy hambrienta"—dijo ella. Para rematarlo, su estómago soltó un sonoro rugido, apoyando su respuesta.

--"¡Vale, vale! Me has convencido"—dijo Severus riendo—"Pero mantén a la fiera quieta".

Silvart se sonrojó ligeramente y empezó a caminar hacia la puerta. Salieron y se dirigieron con paso lento al comedor.

--"Por cierto, todavía tenemos una cena pendiente"—le recordó Severus—"Pero tal y como está el ambiente no creo que debamos ir a Londres".

--"No, tienes razón"—asintió ella—"Sería tentar demasiado a la suerte".

--"Bueno, ya pensaré algo"—decidió él—"Pero tendremos nuestra cena de San Valentín".

Cuando llegaron ante las puertas del comedor se detuvieron.

--"¿Lista?"—preguntó Severus.

Silvart respiró hondo y sonrió.

--"Lista"—contestó.

Abrieron las puertas y entraron. Al instante, cientos de cabezas se giraron para mirarlos. Empezaron a avanzar en medio de un sorprendente silencio. Cuando llegaron a la mesa de profesores, la sala estalló en aplausos.

Silvart les sonrió y les agradeció el apoyo antes de sentarse.

--"Nos alegramos mucho de que por fin vuelvas a estar con nosotros"—la saludó Dumbledore guiñándole un ojo.

--"Yo también me alegro de volver a estar aquí"—dijo ella—"Estar seis días en la cama no es algo que me guste demasiado"—comentó.

--"¡Que bien que ya hayag vueltog!"—dijo Fleur—"Egtuvimos muy peocupagos pog ti".

--"Pero probablemente no había nadie tan preocupado como Severus"—comentó Minerva—"No había forma de sacarlo de la enfermería".

--"¿Sabéis?"—dijo Silvart—"Aunque parezca extraño, tenía plena conciencia de lo que sucedía a mi alrededor. Oía a Severus leyéndome el libro, a vosotros preguntando por mi, a Poppy intentando convencer a algunos alumnos de que no podían pasar..."—explicó con la vista perdida—"Mi cuerpo y mis sentidos estaban ahí, pero mi mente vagaba en otra parte. Era como estar en una gran urna de cristal llena de humo, dando vueltas, buscando una salida. Creí que nunca despertaría"—terminó de contar Silvart.

--"Pero gracias a Dios ya vuelves a estar con nosotros"—Severus cogió su mano y le dio un apretón cariñoso—"Y conmigo"—añadió bajito.

--"Sobretodo contigo Severus"—dijo ella también en voz baja. Se miraron cariñosamente y continuaron con el desayuno.

Severus no había visto comer tanto a Silvart en todo el tiempo que llevaban juntos. Desde luego, después de seis días inconsciente, podía estar bien hambrienta.

El día anterior, Poppy solo consintió en darle algo ligero y aquello evidentemente, no había calmado a su estómago. Ya iba por el segundo vaso de zumo y ya tenía en el cuerpo cuatro tostadas, dos magdalenas y una especie de bollo de chocolate.

Silvart acabó lo que le quedaba de zumo y dio un suspiro satisfecho.

--"¡Por fin! En mi vida he encontrado tan delicioso el desayuno"—comento sonriente.

--"Desde luego, un poco más y te comes la mesa"—dijo Severus divertido.

--"Mejor comerme la mesa que comerme a alguien"—replicó mientras doblaba la servilleta y la ponía sobre la mesa.

Silvart se levantó y se sacudió unas pocas migas que habían en su túnica.

--"Bueno. Voy a ir a mi despacho para ver si me aclaro con todo el trabajo que tengo atrasado. El lunes tengo clase otra vez y tengo que organizarme"—le dijo a Severus.

--"¿No crees que deberías descansar un poco más antes de volver al trabajo?"—preguntó ligeramente preocupado.

--"Lo que estoy es cansada de descansar"—respondió ella un tanto fastidiada.—"Tengo que volver cuanto antes a mi ritmo de vida o me dará un ataque".

--"Esta bien, como quieras. Más tarde pasaré por tu despacho, ¿de acuerdo?"—le indico Severus mirándola. Ella asintió con la cabeza y se alejó.

Pero en vez de dirigirse a la salida, cambió el rumbo y se acercó a la mesa donde estaban sus amigos. Cojeaba ligeramente, aunque procuraba que no se notara mucho.

--"¡Bienvenida primita!"—saludó Alexis al tiempo que se levantaba y le ofrecía su silla—"¿Cómo te encuentras?"—preguntó mientras acercaba otra silla para él.

--"Mejor, mucho mejor"—contestó ella—"Y tu Valerie, ¿cómo estas?"—preguntó Silvart a su vez mirando a su amiga.

--"Todavía mejor que tú"—dijo sonriente.

--"Sinceramente, todavía no se como pudisteis cometer la imprudencia de separaros"—habló Penelope mirando seriamente a Silvart y a Anabel.

--"Cometimos un error, así que deja de echárnoslo en cara"—Anabel contestó un poco enfadada—"No somos tan perfectas como tú".

--"Chicas, chicas. Haya paz, por favor"—medió Angel intentando calmarlas.

--"De todas formas sigo pensando que fue imprudente"—murmuró Penelope.

--"Penelope"—la advirtió Jonh. Esta finalmente cerró la boca.

Después de un incómodo silencio Silvart volvió a hablar.

--"Y bien. Durante esta semana que he estado fuera de servicio, ¿ha pasado algo interesante?"—preguntó cambiando de tema.

--"No, nada interesante. Después del ataque, Hogsmeade se llenó de aurores. Estuvieron haciendo redadas pero ya no quedaba ningún mortífago"—explicó Max—"Y en tus clases te sustituimos nosotros".

--"¿Y qué se supone que les habéis enseñado?"—preguntó curiosa.

--"¡Oh! Cómo no sabíamos que hacer nos dedicamos a contarles historias y leyendas sobre nuestras razas"—respondió Blanche—"Aunque reconozco que al principio nos costó calmarlos un poco. No hacían más que preguntar por ti"—le contó.

--"Son buenos chicos. Incluidos esos ariscos Slytherin"—asintió ella—"Por lo menos en mi clase". Bien, os dejo terminar de desayunar. Tengo que ponerme al día"—dijo mientras se ponía en pie—"Luego nos vemos".

Dicho esto salió del comedor y se dirigió a su despacho.

Acababa de alcanzar las escaleras cuando oyó que alguien se acercaba corriendo tras ella. Se volvió a mirar y cual no fue su sorpresa al ver a Draco acercándose. Este se paró a su lado e intentó recuperar el aliento.

--"Tranquilo Draco, respira o te dará un síncope"—le dijo Silvart viendo que el muchacho estaba rojo por la carrera.

--"Necesito hablar con usted profesora Dragg"—dijo Draco cuando pudo hablar.

--"¿Cuántas veces os he dicho que me llaméis Silvart?"—dijo ella simulando estar enfadada.

--"Perdón. Es la costumbre"—se disculpó el alumno.

--"Esta bien. Ven conmigo a mi despacho"—Silvart le indicó el camino.

Draco, al ver que a ella parecía costarle un poco subir las escaleras preguntó si necesitaba ayuda al tiempo que le ofrecía su brazo para apoyarse. Ella asintió agradecida y se cogió del alumno. Así apoyada podía avanzar más rápidamente.

Nada más entra en el despacho, Silvart encendió un enorme fuego en la chimenea. Le indicó a Draco que tomara asiento en una de los cómodos sillones que habían cerca del fuego. Ella se sentó enfrente de él.

--"Bueno Draco. ¿Qué es eso tan importante de lo que querías hablar?"—preguntó ella rompiendo el silencio.

--"Esto... primero me gustaría saber si estás bien"—preguntó Draco un poco dudoso.

--"Claro que estoy bien. ¿No se nota?"—Silvart sonrió ante la pregunta. Pero ella sabía que el joven Malfoy no quería saber eso. Que ella estaba bien saltaba a la vista—"Pero me parece que no es eso lo que quieres saber"—intentó facilitarle las cosas al chico.

--"No. Es verdad"—Draco estaba nervioso—"Yo... me gustaría... bueno, allá va"—dijo finalmente después de balbucear un poco—"Quiero, no, mejor dicho, necesito saber si mi padre estaba allí"—soltó de golpe mirándola fijamente.

Silvart se quedó dudando un rato. ¿Qué debía hacer? Podía mentirle. Sabía que aquello tranquilizaría al chico. O podía decirle la verdad, demostrarle la clase de persona que era su padre. Draco no apreciaba a su progenitor, pero aún así, seguía siendo su padre. ¿Qué hacer? Finalmente tomó una decisión.

--"Sí, tu padre estaba allí"—dijo Silvart suavemente. Que Draco conociera la verdad era la mejor solución. Tal vez así consiguieran apartarlo definitivamente de camino oscuro.

Draco dejó caer la cabeza entre sus manos y sollozó. No entendía como su padre podía haber hecho aquello a una profesora. Pero sabía que su padre era capaz de eso y de mucho más. Pero aún tenía una duda.

--"¿Cómo sabías que estaba allí?—preguntó mirando el fuego, intentando que no cayeran las lágrimas.

--"Porque reconocería sus ojos en cualquier parte. Porque son grises, como los tuyos, pero tan helados y desprovistos de sentimientos que congelarían el fuego el segundos"—explicó Silvart.

Draco no pudo retener las lágrimas de la decepción. Cerró los ojos y dejó que estas cayeran por sus mejillas.

Silvart miró hacia otro lado. Al chico no le gustaría que le vieran llorar.

--"Le odio"—la voz de Draco sonaba muy resentida—"Le he odiado siempre por ser lo que es. Y por querer que yo sea como él. Pero yo nunca seré como él. ¡Nunca!"—gritó golpeando sus rodillas con los puños cerrados.

Silvart se acercó y puso una mano sobre los hombros del muchacho.

--"Por supuesto que no eres como él"—dijo ella con voz tranquila—"Eso lo sabemos todos. Y si tu no quieres seguir el camino que te ofrece tu padre, nosotros vamos a estar aquí para apoyarte"—Silvart se agachó a su lado, buscando sus ojos—"Nunca dudes en pedirnos ayuda Draco".

El muchacho asintió agradecido.

--"¿Hay alguna cosa más de la que quieras hablar?"—inquirió ella tentativamente.

Draco levantó la vista con un brillo determinado en los ojos.

--"Sí"—dijo él—"Algunos de los alumnos de séptimo de Slytherin probablemente entrarán al servicio de Voldemort cuando acabe el curso. Tal vez ellos informaron sobre vuestra situación aquí"—explicó Draco.

Silvart procesó la información que la había dado el chico.

--"¿No sabes quienes pueden ser?"—preguntó.

--"No"—Draco negó con la cabeza—"Pero puedo intentar averiguarlo"—sugirió.

--"Eso sería arriesgado Draco"—ella negó con la cabeza a su sugerencia—"Es mejor que no te metas, ¿de acuerdo?".

--"Esta bien"—Draco aceptó un poco frustrado. Quería hacer algo más para ayudar.

--"¿Lo prometes?"—preguntó Silvart mirándolo fijamente.

--"Sí. Lo prometo"—respondió él al tiempo que se ponía en pie y se iba hacia la puerta. Silvart le acompañó.

--"Y ya sabes... para lo que necesites..."—le recordó ella.

--"Muchas gracias profesora"—agradeció él.

--"Dracooo"—Silvart arqueó una ceja.

--"Perdón"—dijo riendo levemente—"Muchas gracias Silvart".

Ella le dio una suave palmada en el hombro.

--"Y ahora vete que tus amigos te estarán buscando"—dijo mientras abría la puerta y salía el muchacho—"Adiós".

--"Adiós"—se despidió Draco y acto seguido se alejó por el pasillo.

Silvart lo vio alejarse y sonrió interiormente.

--"Por lo menos hemos salvado a uno"—pensó—"Tendré que informar más tarde a Albus y a Severus lo que me ha contado".

Cerró la puerta y se sentó en su escritorio para terminar de corregir algunos trabajos que les había mandado antes del ataque.

Le esperaba una larga mañana de trabajo.

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Severus cerró el libro de pociones que tenía sobre la mesa. Llevaba toda la mañana pensando en las mil maneras de las que podría matar a Lucius Malfoy. Ese maldito cobarde había firmado su sentencia de muerte al atacar a Silvart. En cuanto le pusiera las manos encima...

Se levantó y cogió un par de botellitas que había dejado en una esquina de la mesa. Una era la poción para Remus. Pronto sería luna llena y la necesitaría. La otra contenía una especie de crema verde claro para Silvart. Por la mañana se había quejado un poco de que le dolía el tobillo. Aquello aliviaría las molestias y le permitiría curar más rápido.

Salió del despacho y cerró la puerta tras de sí con un conjuro. En aquel momento se abrió la puerta que daba acceso a la sala común de Slytherin, dejando salir a Draco Malfoy y sus amigos, Crabbe, Goyle, Parkinson y Bullstrode.

Los ojos del joven Malfoy y los suyos se cruzaron un instante. Si las miradas pudieran matar, Draco se habría quedado en el sitio. El estudiante bajó la mirada y siguió a sus compañeros rumbo al comedor para comer.

Severus los vio alejarse y, después de recapacitar un poco, pensó que Draco no tenía la culpa de las acciones de su padre. No tendría que haberlo mirado de esa forma. Tal vez más tarde se disculparía...

Continuó su camino hacia el despacho de Silvart.

--"¡Severus!"—la voz que le llamaba era la de Remus.

--"Hola Lupin"—saludó él esperando a que Remus le alcanzara.

--"¿Vas al comedor?"—preguntó el otro profesor una vez se puso a su lado.

--"No. Primero iba a recoger a Silvart. Ya debe estar esperándome. Por cierto, toma"—dijo mientras se llevaba una mano a uno de los bolsillos de la túnica y sacaba una de las botellitas—"Tu poción"—indicó mientras se la daba.

--"Muchas gracias Severus"—Remus cogió la botella y la miró—"La verdad, no se que haría sin esto. No me cura pero ayuda mucho"—metió la botellita en la bolsa que llevaba—"Bueno, te veré en el comedor"—se despidió y se alejó.

Severus continuó su camino y llegó a su destino sin ninguna otra interrupción. Llamó dos veces a la puerta y esperó a oír la voz de Silvart.

--"Adelante"—la voz sonaba amortiguada a través de la puerta. Ella levantó la vista para ver quien entraba ahora—"¡Severus!"—exclamó alegremente.

--"Por la cara que has puesto cualquiera diría que has estado recibiendo visitas toda la mañana"—Severus se acercó y le dio un beso.

--"No te equivocas"—dijo el a abrazándole—"Debe haber pasado por lo menos media escuela, ¡incluida Trelawney! Que no hacía más que repetir que ella ya sabía lo que iba a pasar. Casi la estrangulo. Gracias a Dios que ha llegado Minerva y Sybill y su "ojo interior" se han ido"—le contó mientras con una mano señalaba la cantidad de pergaminos que habían sobre la mesa—"¡Y mira cuanto trabajo pendiente tengo todavía!".

--"No te preocupes. El fin de semana acaba de empezar"—dijo Severus—"Y no tendrías que trabajar tanto. Debes descansar para poder recuperarte bien"—le dijo severamente.

--"¡Pero si estoy bien Severus!"—replicó ella mientras se apartaba de él e iba al baño para peinarse un poco—"Tan solo tengo resentidos algunos huesos y nada más".

--"Ahora que lo mencionas. Te he traído esta crema para tu tobillo"—Severus sacó el frasco con la crema verde y lo dejó sobre la mesa.

--"Muchas gracias cariño"—dijo ella saliendo del baño y acercándose. Cogió el frasco y se sentó en la cama.

--"Para que haga mejor efecto será mejor que te lo vende"—comentó él—"¿Dónde tienes vendas?".

Silvart le indicó que había un botiquín en el baño. Abrió la puerta del armario y estudió el contenido. Casi todo eran productos muggles: mercromina, yodo, alcohol, algunas cremas, vendas... Cogió un par de vendas y salió de nuevo.

Se sentó a su lado y cogió su tobillo. Le subió un poco el camal del pantalón para dejarlo al descubierto. Se puso un poco de la crema en los dedos y la empezó a extender por el tobillo de Silvart dando un suave masaje.

Ésta se recostó en la cama y cerró los ojos. Soltó un quejido cuando Severus presionó una zona que le dolía.

Cuando ya estaba casi toda la crema absorbida, Severus tomó las vendas y se las puso en el tobillo.

--"Bueno. Esto ya está"—dijo mientras le ponía el camal del pantalón en el sitio—"Esta noche te lo volveré a cambiar. Y con un poco de suerte mañana estará curado".

Silvart abrió los ojos perezosamente. Le encantaba que le hicieran masajes y le había faltado poco para quedarse dormida.

--"¡Uff! Tengo un poco de hambre"—dijo ella mientras se incorporaba y le abrazaba, dándole un beso en el cuello—"Y si no bajamos pronto al comedor, creo que me comeré este bonito cuello"—le dio un suave mordisco que provocó que Severus empezara a reír. Le estaba haciendo cosquillas y el cuello era uno de sus puntos débiles.

--"Estate quieta"—la apartó con suavidad y con una sonrisa en los labios—"O esto se pondrá peor..."

ella sonrió pícaramente y dándole un último y suave beso en los labios se levantó. Silvart comprobó que el tobillo vendado aguantaría bien. Severus también se puso en pie.

--"¿Nos vamos?"—preguntó mientras la miraba.

Ella asintió y salieron.

--"Severus, luego tengo que contaros a ti y a Albus algunas cosas que me ha contado Draco"—le contó mientras avanzaban—"Es sobre algunos de los estudiantes de tu casa".

Severus la miró y asintió en silencio. Suponía lo que Draco le había contado: que habían alumnos que no tardarían en unirse a Voldemort. Eso era algo que ya esperaban tanto él como Dumbledore.

Llegaron al comedor en silencio. Caminaron hacia la mesa de profesores, saludando a los amigos de Silvart cuando pasaron por su lado.

Ocuparon sus sitios en la mesa y empezaron a comer. Al cabo de unos minutos ya estaban conversando animadamente con Remus y Fleur, que desde hacía unas semanas habían cambiado sus asientos al otro lado de la mesa por otros que estaban al lado suyo.

Severus hablaba en voz baja con Remus. Este asintió varias veces con una sonrisa en la cara.

--"No hay ningún problema Severus"—dijo Remus—"Fleur y yo iremos esta tarde".

--"Gracias Remus"—contestó Severus—"Iría yo mismo pero Albus no quiere que abandone los terrenos de Hogwarts tan pronto".

--"Eso es evidente Severus. Después de lo que pasó, Albus no creo que quiera arriesgarse a perder a su mejor maestro de pociones"—comentó Remus.

--"No, supongo que no"—sonrió ante el cumplido de Remus.

En aquel momento Silvart se levantó y se acercó a Dumbledore. La observaron mientras se inclinaba un poco y le decía algo al oído. Dumbledore la miró y asintió silenciosamente. Ella se enderezó y volvió a ocupar su silla. Severus la miró interrogante.

--"Después de comer Albus nos espera en su despacho"—le explicó ella.

--"De acuerdo"—asintió él—"Por cierto, ¿qué vamos a hacer esta tarde?"—preguntó curioso mientras se servía un poco de calabaza frío.

--"Pues tenía pensado intentar terminar de corregir los trabajos que se han quedado abandonados en mi escritorio"—respondió ella. Severus frunció un poco el entrecejo—"Pero si tienes alguna idea mejor, no me importa dejar que esos pergaminos sigan aburriéndose un la mesa"—añadió con un toque divertido en la voz al ver la cara de Severus.

--"Había pensado que podríamos dar un paseo por los terrenos de la escuela. Hace buen tiempo y necesitas que te de un poco el aire. Y también podríamos hacerle una visita a Aldebarán. Hagrid me ha comentado que el pobre está bastante aburrido"—le contó Severus.

--"¡Aldebarán! ¡Pobrecillo! Me había olvidado completamente de él"—exclamó ella dándose un ligero golpe en la frente con la mano.

--"Y después de eso, había pensado que no estaría mal sentarnos abrazados frente al fuego y disfrutar de un poco de tranquilidad"—terminó él de contar.

--"Me parece un plan estupendo Severus"—dijo ella mirándole—"Sobre todo la segunda parte".

--"Pues entonces eso será lo que hagamos. Primero paseamos un poco y después nos quedamos sentados frente al fuego hasta la hora de la cena"—confirmó Severus mirándola cariñosamente.

Ella le devolvió la mirada y después continuaron con su comida y con las conversaciones que tenían con sus compañeros.

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--"Gotas de limón"—le dijo Severus a la gárgola de piedra que guardaba las escaleras que conducían al despacho de Dumbledore. Ésta abrió los ojos, los miró y después se apartó para dejarles pasar. Un minuto después golpeaban la puerta del despacho del director.

--"Adelante, por favor"—apenas habían dado un golpe sonó la voz de Albus desde el interior.

Abrieron la puerta y entraron. Allí habían más personas de las que esperaban ver.

Estaban, además de del director, Arabella Figg, Mundungus Fletcher, Remus, Minerva y, para disgusto de Severus, Sirius Black. La Orden del Fénix al completo.

--"¿Qué hace aquí la Orden del Fénix?"—preguntó Severus mirando con desagrado a Black.

Silvart miraba con curiosidad a las personas de la habitación y arqueó una ceja ante el cruce de miradas entre Severus y Sirius.

--"Han venido para hacer planes Severus"—explicó Dumbledore—"Así que os agradecería que dejarais vuestras disputas para otra ocasión"—añadió mirando severamente a los dos hombres.

--"Por favor, ¿alguien podría hacer las presentaciones?"—dijo Silvart avanzando unos pasos—"Es que, veréis, me siento un poco... como os diría yo... ¿olvidada?"—los miró a todos mientras retrocedía para ponerse al lado de Severus.

--"¡Mil perdones querida!"—exclamó Albus acercándose a ella—"Enseguida hago las presentaciones"—le dijo mientras la tomaba de un brazo y se acercaban a la mujer de cabello rubio que estaba al lado de Remus—"Esta es Arabella Figg"—la presentó Dumbledore. Silvart estrechó la mano que le ofrecía ella.

--"Así que tu eres la que ha conseguido cazar a Severus"—dijo Arabella con una sonrisa.

--"Sí, esa soy yo"—respondió ella también sonriendo—"Aunque debería decir que más que cazarlo lo que hice fue tirarme encima de él".

Arabella se echó a reír.

--"Me parece que esa es la única forma de que Severus se fije en alguien"—comentó intentando sofocar la risa.

--"Bueno. Menos cachondeo, ¿vale?"—Severus estaba rojo de la vergüenza—"Y dejad de hablar como si yo no estuviera aquí".

--"Tranquilo Severus"—habló Albus mientras dirigía a Silvart frente a un hombre bajito de pelo castaño oscuro—"Este es Mundungus Fletcher, otro miembro de la orden".

Silvart estrechó la mano del hombre.

--"Encantado señorita"—saludó Mundungus inclinando levemente la cabeza.

--"Lo mismo digo"—respondió ella con una brillante sonrisa.

--"Bien. Y el último"—ahora Albus la condujo ante un hombre de la edad de Severus, alto, delgado, con el pelo negro y unos brillantes ojos azules—"Sirius Black".

--"Es un placer señorita"—dijo Sirius sonriendo levemente mientras tomaba la mano que Silvart le ofrecía y la besaba.

Severus se tensó un momento pero sonrió interiormente cuando vio que Silvart, al retirar la mano, la limpiaba disimuladamente en su túnica.

--"La señorita es Silvart Dragg, nuestra profesora de Defensa contra Dragones. Bueno. Ahora que ya están hechas las presentaciones, ¿tomamos asiento?"—Albus señaló una pequeña sala contigua a su despacho en la que había una mesa y varias sillas de aspecto cómodo.

Entraron y se sentaron. Severus puso bastante distancia entre él y Sirius y Silvart se sentó a su lado.

--"¿Os apetece un poco de te?"—preguntó Dumbledore a los allí reunidos. Ante las respuestas afirmativas hizo aparecer varias tazas humeantes y unas pastas.

--"Muy bien. Creo que ya podemos empezar la reunión"—dijo Albus. Miró a Silvart—"¿Tenías algo que comentarnos, Silvart?"—preguntó mientras removía tranquilamente su te.

--"Pues sí. Es sobre el joven Draco Malfoy"—dijo ella mientras se acomodaba en la silla.

--"¿Malfoy? ¿Draco Malfoy? ¿El hijo de Lucius?"—Sirius arqueó las cejas con expresión incrédula—"¿Qué le pasa a esa pequeña rata?".

--"Oye Black, si hay algo que no me gusta es que insulten a mis alumnos. Y mucho menos cuando lo único que pretenden es ayudar"—respondió Silvart fríamente y con un brillo peligroso en los ojos que provocó que Sirius se hundiera más en su asiento.

--"Calmaos. Sirius los comentarios despectivos guardatelos para ti"—medió McGonagall entre los dos—"Continua Silvart".

--"Como iba diciendo, esta mañana tuve una pequeña charla con Draco. En cierto modo, puede decirse que vino a pedirme ayuda. No quiere seguir los pasos de su padre. Es más, me dejó bastante claro que le odia"—les explicó Silvart—"Le prometí que le ayudaríamos y que le apoyaríamos en su decisión".

--"Si esos son los sentimientos del joven Malfoy, entonces le ayudaremos"—dijo Dumbledore pensativamente.

El resto de personas asintieron, apoyando aquella decisión.

--"No quiero ni imaginar como se pondrá Lucius cuando se entere"—comentó Severus.

--"¿Y cómo has conseguido ese nivel de confianza con el chico, Silvart?"—preguntó Arabella curiosa.

--"El muchacho me aprecia. Con un poco de paciencia conseguí romper sus barreras y vi que bajo tanta frialdad y desprecio, había un chico asustado por lo que pasaba a su alrededor"—explicó ella sonriendo suavemente—"Una vez rota la coraza, apareció el auténtico Draco. Sólo era cuestión de escucharle, de prestarle un poco de atención".

--"Desde luego, el chico ha demostrado ser el extremo opuesto de su padre"—habló Remus mirándoles—"Incluso conmigo es agradable".

--"También me contó que hay algunos alumnos del último curso que probablemente se unirán a Voldemort"—continuó contando ella—"Pero lo que no sabía eran los nombres de estos estudiantes".

Dumbledore agitó la cabeza apesadumbrado.

--"Es una lástima. ¿Supongo que le habrás prohibido que intente hacer averiguaciones?"—preguntó con un tono de advertencia en la voz.

--"Por supuesto. Fue lo primero que le dije"—le aseguró ella.

--"De acuerdo. Pues entonces pasemos a otro punto"—indicó el director—"Ahora trataremos sobre la protección de la escuela. Tenemos que hacer planes".

--"¿Pero de verdad crees que Voldemort intentará entrar en Hogwarts, Albus?"—preguntó Mundungus con una mirada escéptica.

--"No lo se. A medida que pasan los días se vuelve más poderoso. Pero de momento no creo que vaya a intentarlo"—respondió Dumbledore—"Aunque de todas formas, más vale prevenir que curar".

--"Silvart, Albus nos comentó que algunos de tus amigos se quedarían en las escuela para ayudar en su protección"—habló Arabella mirando a la joven que estaba a su lado.

--"Ajá"—asintió ella—"He hablado con ellos y ya hemos organizado una especie de turnos"—explicó ella—"Cada semana, cuatro de mis amigos se quedaran aquí, y junto conmigo, ya seremos cinco dragones los que estaremos protegiendo la escuela. Los demás se hospedarán en Hogsmeade. Organizaremos los grupos dependiendo de las obligaciones que tenga cada uno. Si por ejemplo, Anabel tiene asuntos que atender una semana y no puede venir, la sustituirá otro dragón"—terminó de contarles.

--"Estupendo. Es una buena idea"—dijo Remus—"Una pregunta, ¿tus amigos tendrían algún inconveniente en compartir casa con Sirius, Arabella y Mundungus?"—preguntó mirándola.

Silvart se encogió de hombros.

--"No creo que haya ningún problema"—le aseguró ella.

--"Mundungus, tu has estado por el Ministerio estos últimos días, ¿has oído algo interesante?"—Dumbledore pasó a otro tema.

--"¡Bah! Nada del otro mundo"—dijo Mundungus dejándose caer contra el respaldo de su asiento—"Fudge sigue tan imbécil como siempre, los aurores están confundidos por el repentino ataque que sufristeis y están empezando a ponerse nerviosos porque desde ese ataque no a habido ninguno más. Temen un ataque a gran escala"—les contó el hombre.

--"No se. No creo que hayan más ataques como ese. No ahora que saben que estaremos más alerta"—dijo Severus apoyando su barbilla en la mano.

--"Eso espero"—comentó Dumbledore—"Bueno, ahora sólo me queda hacer una petición a la Orden del Fénix y es..."—Albus estaba repentinamente serio—"... admitir a dos miembros más".

Todos los que estaban allí reunidos le miraron con expresión confundida.

--"¿A quién Albus?"—preguntó Arabella sorprendida.

Albus se puso en pie y caminó hasta situarse tras Severus y Silvart.

--"A ellos dos"—dijo mientras ponía sus manos sobre los hombros de la sorprendida pareja.

--"¡P-pero Albus!"—balbuceó Severus.

Silvart abrió la boca pero no consiguió articular ninguna palabra.

Sirius se puso en pie, empujando violentamente hacia atrás su silla.

--"¡No! ¡Me niego Albus!"—exclamó enfadado mientras miraba al director—"Ella vale"—señaló a Silvart—"Pero él... por ahí si que no paso"—Sirius miró furioso a Severus que seguía sentado sin saber que decir.

--"Sirius, cálmate"—Arabella se levantó e intentó tranquilizarle—"Aunque se que no te agrada la idea, creo que Albus tiene razón. Ellos merecen estar en la Orden".

--"¡Él! ¡Él no merece estar en esta Orden! ¡¿Y dónde queda todo lo que hizo en el pasado?!"—Sirius estaba fuera de sí.

--"¡Sirius! Ya basta"—tronó Dumbledore imponiendo silencio.

La habitación quedó en silencio. Sólo se oía la respiración agitada de Black y el golpeteo de las botas de Silvart en el suelo debido a nerviosismo.

--"Volved a ocupar vuestros asientos"—ordenó el director—"Severus a demostrado ser un espía eficaz en muchas ocasiones, casi llegando a perder la vida cuando Voldemort le descubrió. A protegido a tu ahijado en muchas ocasiones y está investigando nuevas pociones que nos ayuden a combatir los efectos negativos de algunas de las maldiciones imperdonables"—enumeró Albus—"Lo pasado, pasado está. Ya se arrepintió de sus errores. Justo es que ingrese en la Orden"—concluyó Dumbledore.

Todos permanecieron en silencio. Sirius estaba pensativo. Dumbledore tenía razón. Severus había arriesgado muchas cosas por ellos y nadie supo nunca apreciarlo.

--"¿Y ella?"—preguntó Sirius nuevamente cuando se hubo calmado.

Albus miró serenamente a la no tan tranquila Silvart.

--"Ella me ofreció su ayuda y apoyo incondicional cuando vino a enseñar aquí. Además ayuda también la protección de la escuela"—les explicó Albus a los otros miembros de la Orden—"Considero apropiado que se una a nosotros como un miembro más".

Mundungus se puso en pie.

--"Bueno, ¿y qué opinan los aludidos?"—preguntó mirando a la callada pareja que estaba hundida en sus sillas.

Severus alzó la vista.

--"Yo... no sé que decir... no creo que merezca estar en la Orden"—musitó con un tono confundido en la voz—"Pero si me aceptáis, será un honor ingresar en ella"—dijo un poco más firmemente.

--"Bueno, yo..."—habló Silvart ahora, mirándoles también—"Digo lo mismo que él. Si me aceptáis entre vosotros me sentiré muy honrada".

Arabella sonrió y se levantó.

--"Pues entonces, si nadie más tiene nada que objetar, sois bienvenidos a la Orden"—miró a Dumbledore, que seguía tras ellos mirándolos alternadamente—"¿No crees que deberías imponerles la marca de la Orden?"—preguntó Arabella al ensimismado director.

--"Sí, tienes razón"—dijo mientras rodeaba las sillas y se ponía frente a ellos—"¿Podéis levantar vuestra manga derecha?"—preguntó al tiempo que Severus y Silvart se ponían en pie.

Se levantaron las mangas, dejando los antebrazos al descubierto. Dumbledore cogió su varita y la puso sobre la piel de Severus. Albus musitó unas extrañas palabras en latín que no entendió y empezó a notar un agradable calor en el antebrazo.

Cuando Albus terminó de hablar bajó los ojos hacia su brazo y soltó una respiración que no sabía que estaba aguantando.

En su pálida piel relucía con un brillo blanco y plateado la figura de un fénix.

--"Bienvenido a la Orden del Fénix Severus"—Albus estrechó su mano con fuerza y lo miró con cariño. El resto de miembros también le dieron la bienvenida, siendo el más reticente Sirius.

--"Ahora te toca a ti, querida"—dijo mientras se giraba hacia Silvart y tomaba su brazo.

Realizó el mismo conjuro y al poco tiempo el fénix blanco brillaba en su brazo. Sus ahora compañeros la felicitaron por su incorporación.

Silvart miró la nueva marca en su piel y sonrió.

--"Como siga así, dentro de poco voy a tener marcas por todas partes"—comentó divertida.

--"¿Y eso?"—preguntó Minerva sorprendida.

--"Bueno, esta ya es la tercera. La primera es la que me distingue como dragón plateado"—dijo mientras abría un poco el cuello de su túnica y les enseñaba el tatuaje del hombro—"La segunda es la que distingue como maestro dragón"—esta vez levantó la manga de su brazo izquierdo. En su antebrazo estaba perfilada en negro una hermosa letra china que significaba dragón—"Y ahora esta. Por eso digo que dentro de poco no me quedará sitio para más marcas".

--"No, desde luego"—afirmó Remus estudiando con curiosidad la letra china.

--"Bien, señores y señoras, creo que con esto podemos dar por finalizada esta reunión"—dijo Dumbledore guardando su varita y dirigiéndose hacia la puerta que llevaba a su despacho. Los demás le siguieron y salieron de la sala.

Severus miró el reloj de la pared. Habían pasado casi dos horas. Dos horas increíbles. Todavía no podía creer que ahora era miembro activo de la Orden del Fénix. Pensó en la otra marca que tenía en el antebrazo izquierdo.

Albus había conseguido, después de una serie de hechizos, bloquear los poderes de la marca y así evitar que Voldemort pudiera causarle algún daño o intentara convocarlo. Lamentablemente, no habían podido hacerla desaparecer, aunque seguían intentándolo. Buscó a su alrededor. Alguien le estaba mirando. Silvart. Estaba a su lado diciéndole algo. Sacudió un poco la cabeza y prestó atención.

--"Perdona cariño, ¿qué decías?"—preguntó mirándola.

--"Desde luego estabas en las nubes y creo que todavía no has bajado"—le dijo burlonamente—"Por si no te has dado cuenta, es la primera vez que me llamas cariño en público".

Severus se quedó pensando un momento ante las miradas un tanto alucinadas de los demás.

--"¿Y qué? ¿Te molesta?"—dijo finalmente arqueando una ceja.

--"¡En absoluto! Me encanta"—ella sonrió y acercándose le dio un beso.

--"¡Oh! ¡Por favor! Los arrumacos en otra parte"—exclamó Sirius un poco molesto.

La pareja lo miraron divertidos.

--"¿Qué pasa Sirius? ¿Te incomoda? ¿Y tu sentido del romanticismo?"—preguntó Mundungus mientras intentaba contener la risa ante la expresión de Sirius.

--"Sois imposibles. Ahí os quedáis"—y dicho esto salió del despacho. Aún no había cerrado la puerta cuando los que quedaban dentro estallaron en carcajadas.

--"¡Pobre Sirius!"—dijo Remus secándose una lágrima—"Creo que no está muy acostumbrado".

--"Pues si no le gusta, que no mire"—comentó Silvart—"¿Nos vamos, amor? Creo que teníamos un bonito plan para esta tarde"—dijo volviéndose hacia Severus.

--"Por supuesto"—respondió él mientras la cogía de la cintura y la conducía fuera del despacho—"Nos vemos"—se despidió de los allí presentes y salieron rumbo al jardín.

--"La Orden crece"—comentó Arabella cuando se fueron.

--"Sí. Y con dos magos muy poderosos"—apoyó Dumbledore.

Permanecieron unos instantes en silencio y después salieron todos, dejando el despacho vacío.

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Severus y Silvart pasaron una agradable tarde paseando por los jardines de la escuela. Con el buen tiempo habían florecido los rosales y el jardín estaba realmente precioso.

Ninguno de los dos acababa de creerse lo que había pasado unas horas antes y varias veces se encontraron mirando sus brazos para comprobar que aquello había sido real y no un sueño compartido.

Visitaron al caballo de Silvart, el cual pateó varias veces el suelo enfadado porque su dueña no había ido a visitarle en muchos días. Para calmar su enfado, Severus conjuró unas cuantas manzanas que ofreció al animal. A éste se le pasó el mal humor enseguida y entre él y Silvart le dieron la fruta cortada en trozos.

Ahora, y después de haber cenado con los amigos de Silvart en el gran comedor, a quienes les contaron lo sucedido iniciando una nueva ronda de felicitaciones, se encontraban tranquilamente sentados en un cómodo sillón frente al fuego.

Severus estaba leyendo una revista sobre pociones y Silvart dormitaba apoyada en su pecho. Desvió la mirada del artículo que estaba leyendo y la miró con ternura. Se había quedado dormida y respiraba tranquilamente.

--"Mañana será el día, mi vida"—murmuró mientras le daba un suave beso sobre su plateado pelo. Ella rebulló un poco y después sonrió. Por lo visto estaba teniendo un bonito sueño.

Procurando no despertarla, dejó la revista en una mesa auxiliar y levantándose con cuidado, la cogió en brazos para llevarla hasta la cama. La dejó sobre ésta y sacó su camisón.

--"Vamos Silvart, ¿no pensarás dormir con la túnica?"—dijo intentando despertarla.

Ella se limitó a musitar algo y continuó durmiendo.

--"Desde luego, Alexis tenía razón. Duermes como una roca"—comentó para sí mismo divertido mientras la enderezaba en la cama. Para su sorpresa se quedó sentada.

Después de unos minutos consiguió quitarle la túnica y ponerle el camisón. Con delicadeza apartó el cobertor y las sábanas y la metió en la cama.

Mientras Severus se ponía su propio pijama echó un vistazo a su habitación. Desde que ella había entrado definitivamente en su vida, le había consentido hacer cambios en sus aposentos en las mazmorras. Según ella faltaba un toque femenino.

Había sustituido algunos de los muebles, demasiado oscuros, por otros de madera más clara. También había puesto algunas fotografías y algún cuadro. Lo único que no había puesto eran espejos. Decía que la molestaban y que la ponían nerviosa. En su propia habitación, aparte del espejo del tocador no había ningún otro espejo.

Se metió en la cama y se acercó a ella. Enseguida ella se abrazó a él como si fuera un osito de peluche. Severus le dio un beso y sonrió.

--"Sí, mañana será el día"—musitó.

A los pocos minutos él también estaba dormido.

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El domingo amaneció igual de espléndido que el sábado. Silvart abrió lentamente los ojos mientras intentaba desperezarse. Pero algo se lo impedía. Los brazos de Severus estaba rodeándola y no la dejaban estirarse.

Lo miró cariñosamente unos instantes y después sopló levemente sobre su cara. Severus rebulló molesto pero no se despertó. Ella sonrió divertida y volvió a intentarlo. Finalmente consiguió que abriera un ojo, bastante adormilado todavía.

--"Así que eras tu laque me estaba incordiando"—dijo él con voz soñolienta.

--"Claro. Es que no puedo levantarme si no me sueltas"—contestó ella dándole un beso en la nariz.

--"Mmm... ¿Acaso debería soltarte?"—replicó él escondiendo la cabeza en su cuello y dándole suaves besos.

--"Mira por dónde, se me han pasado las ganas de levantarme"—dijo Silvart riendo por las cosquillas que le hacía Severus.

Este la miró y después la besó. Ya desayunarían más tarde. Mucho más tarde...

Una hora antes de la comida, Severus caminaba tranquilamente hacia la sala de profesores. Había dejado a Silvart en su habitación. Ella quería darse un buen baño y adelantar un poco de trabajo. Quedaron en verse más tarde en el comedor.

Severus había quedado con Remus para que éste le diera cierta cosa que le había encargado el día anterior. Cuando entró a la sala de profesores, Remus y Fleur ya estaban esperándolo.

--"Buenos días Severus"—saludó Remus—"No se os ha visto por el desayuno"—comentó burlonamente.

--"Estooo... no. Estabamos cansados y nos hemos quedado descansando"—respondió a la indirecta de Remus.

--"Sí, seguro"—asintió Remus mientras cogía un pequeño paquete que había sobre la mesa—"Toma. Lo que me encargaste".

Severus cogió el paquete que le tendía Remus.

--"Es pegsioso Severus"—comentó Fleur—"Es una buegna elegción".

--"Muchas gracias Fleur"—dijo Severus mientras guardaba el paquete en un bolsillo.

--"¿Qué? ¿Ya has asimilado que eres un nuevo miembro de la Orden del Fénix?"—preguntó Remus mientras tomaba asiento.

--"Sí, tranquilo. Ya lo he asumido. Aunque debo confesarte que ayer por la noche todavía no acababa de creérmelo"—Severus se apoyó en la mesa y miró por la ventana que había enfrente.

--"Por cierto. Lamento el espectáculo de Sirius. Ya sabes como es"—Remus estaba un poco avergonzado por la reacción de su amigo.

--"No importa Remus. No tienes que disculparte. Black es así y no tiene remedio"—Severus le restó importancia al asunto—"Creo que podríamos ir bajando al comedor ¿no?"—dijo cambiando de tema.

--"Es una buena idea"—apoyó Remus poniéndose en pie y ofreciendo su brazo a Fleur.

Severus les miró. Hacían buena pareja y parecían llevarse muy bien. Quien sabía si en un futuro...

Llegaron al comedor con una Fleur que no podía casi tenerse en pie por la risa. Al parecer le habían estado contando gamberradas que hicieron cuando eran estudiantes en Hogwarts. Fleur en su vida había oído tanta barbaridad junta.

Cuando llegaron a la mesa la chica ya se había calmado un poco, aunque seguía teniendo las mejillas rojas por el sofoco. Silvart, que ya estaba sentada en la mesa, puso cara de "que alguien me lo explique" mientras miraba a Fleur que se sentó a su lado. Severus ocupó la otra silla que estaba a su lado.

--"¿Has disfrutado del baño?"—preguntó mientras desdoblaba su servilleta.

--"Sí, mucho"—respondió ella. Miró de nuevo a Fleur—"¿Se puede saber que le pasa?"—preguntó mientras la señalaba distraídamente.

--"Nada. Tan sólo le estabamos contando historias de nuestros días de estudiantes"—explicó Severus acariciando disimuladamente su mano.

--"Ahh. Ahora entiendo el ataque de risa"—Silvart asintió comprensiva. Cogió su copa y bebió un poco—"¿Qué vas ha hacer esta tarde?"—le preguntó mientras volvía a dejar la copa en la mesa.

--"Eh... pues tengo algunas pociones que preparar para los suministros de la enfermería"—dijo Severus. Era una excusa que mantendría a Silvart alejada de las mazmorras durante toda la tarde.

Ella puso cara de pena y a Severus casi le dio lástima no poder pasar la tarde con ella. Pero tenía muchas cosas que preparar para aquella noche. Tenía que ser una noche especial.

--"Bueno, no importa. Ya pensaré en algo con lo que ocuparme. Esta mañana después del baño terminé con todo el trabajo atrasado que tenía y ahora tengo mucho tiempo libre"—le contó mientras inspeccionaba las patatas, las cuales parecía realmente deliciosas, bien doraditas y crujientes.—"¡Ya se! Draco me dijo que quería enseñarme unos dibujos que había hecho. De paso le enseñaré yo los míos y tal vez podamos dibujar algo entre los dos y ponerlo en clase"—a Silvart se le empezaban a iluminar los ojos, como cuando se le ocurría una idea.

--"Parece un buen plan. Pero ni se os ocurra hacer dibujos para la clase de pociones"—le respondió Severus medio serio, medio divertido.

--"Mmm..."—Silvart puso cara de considerar la idea.

--"Ni lo pienses siquiera"—Severus la miró amenazadoramente.

--"Es broma. Tranquilo, que no tocaremos tu aula"—rió ella mientras le daba un suave golpe en el brazo.

Nada más terminar de comer, Silvart se acercó a Draco y le comentó su idea. El chico aceptó enseguida y después de quedar con ella en su despacho, salió disparado del comedor hacia su dormitorio para recoger sus dibujos y sus lápices.

Cinco minutos después ya estaba en el despacho de Silvart, la cual le esperaba con dos tazas de un fragante té de jazmín y unas pastas. Sobre la mesa habían unos cuantos portafolios y un montón de lápices. Aquella iba a ser una tarde entretenida.

Severus echó un último vistazo a la sala que acababa de redecorar para aquella noche. Había quedado bien. Cerró la puerta y salió de sus aposentos. Se encaminó hacia la sala de profesores a través de un pasadizo oculto.

Una vez allí, escribió algo en un pergamino y se dirigió a la ventana. De uno de sus bolsillo sacó un pequeño silbato de plata que Silvart le había regalado. Sopló y esperó.

A los pocos minutos, Blade se posaba en el alféizar y miraba a Severus con curiosidad. Severus acarició la cabeza del emplumado animal y después ató el pergamino a su pata.

--"Espero cinco minutos antes de llevárselo, ¿de acuerdo?"—le indicó al águila, que escuchaba atentamente sus instrucciones.

Con un pequeño chillido de asentimiento, el animal echó a volar de nuevo. Severus cerró la ventana y salió de la sala.

Se encaminó hacia una de las aulas cuyos balcones daban al jardín. Sabía que Silvart estaría allí fuera y quería comprobar que Blade entregaba la carta.

Cuando encontró la sala que buscaba entró y se acercó al balcón. Lo que vio en el exterior le provocó tal ataque de risa que tuvo que apoyarse en el alféizar para evitar caer.

Allí, en medio del jardín, había un enorme dragón rojo patas arriba que parecía defenderse de otro dragón dorado que estaba a su lado con expresión amenazadora. Evidentemente eran Valerie y Anabel. La escena habría resultado incomprensible, ya que los dos monstruos no se movían en absoluto, si no fuera porque a unos metros de ellos habían dos personas tumbadas sobre un enorme pergamino y rodeadas de lápices.

Silvart y Draco habían conseguido convencer a las dos chicas para que posaran para ellos en forma de dragón. Éstas habían aceptado encantadas. Severus sonrió viendo los esfuerzos de Draco por mover una de las enormes garras de Valerie hasta otra posición.

--"Ponla un poco más a la izquierda Draco"—sugirió Silvart mirando la composición que tenía ante sí—"Y Anabel, pon tu expresión un poco más furiosa, ¿vale?"—se dirigió ahora a su amiga.

Se oyó un chillido en el aire. Silvart desvió la vista de los dragones y localizó a Blade, que se acercaba planeando sobre los rosales. Musitó un conjuro y un guante de cuero cubrió su mano y parte de su brazo. Lo extendió y esperó a que el águila se posara. Después de hacerle un par de mimos le quitó la carta que llevaba y la dejó marchar.

Miró el sello del lacre y sonrió. Era de Severus. La abrió leyó.

"Querida Silvart:

Te espero esta noche a las ocho y media en mis aposentos. Ven arreglada.

Severus"

Ella sonrió y guardó la carta. Miró su reloj. Eran casi las cinco. A las seis se iría a su habitación y empezaría a arreglarse. Draco se acercó y viendo la cara embobada de su profesora preguntó.

--"¿Te sucede algo?"—la miró curioso.

--"No, nada. Pero a las seis me tengo que ir. Tango algunas cosas que hacer así que ya terminaremos esto otro día, ¿de acuerdo?"—le explicó ella.

--"Sin ningún problema"—Draco parecía conforme—"Yo creo que ahora ya están bien puestas"—comentó señalando a los dos dragones.

Silvart miró y asintió.

--"Sí, a ver si son capaces de quedarse quietecitas una hora más. Venga, vamos a continuar con esto"—dijo ella mientras volvía a recoger su lápiz y se ponía manos a la obra. Draco se tumbó a su lado e hizo los mismo.

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Silvart miró por enésima vez el reloj de la pared. Las ocho. Y todavía no sabía que ponerse. Tenía el armario abierto de par en par y varios vestidos en las manos.

--"Muy bien Silvart. Respira hondo y vuelve a mirar los vestidos que tienes en la mano"—se dijo a sí misma mientras empezaba a mirar de nuevo lo que tenía en las manos.

Dos minutos después se decidió por uno. Se lo puso y se miró apreciativamente en el espejo. Sonrió. Estaba perfecto. Cogió el colgante que Severus le había regalado en Navidad y se lo puso.

Mirándose una última vez en el espejo, cogió su capa y echándosela sobre los hombros, salió rumbo a los calabozos.

A las ocho y media en punto sonaron dos golpes en la puerta. Severus e acercó y abrió. Fuera estaba Silvart envuelta en una capa negra.

--"Me encanta tu puntualidad"—comentó él mientras le ofrecía su brazo.

--"Gracias"—respondió ella tomándolo y entrando a la habitación.

--"Si me permites..."—Severus se puso tras ella y tomó su capa al tiempo que se inclinaba y le daba un suave beso en el cuello—"Estas preciosa".

Ella sonrió encantada.

--"Tú también estás muy elegante"—comentó ella. Severus llevaba una túnica bastante parecida a las que solía usar normalmente pero de color azul oscuro.

Dejó la capa cuidadosamente doblada sobre una silla y volteó para mirarla bien. Contuvo la respiración un instante.

Si antes había dicho que estaba preciosa se equivocaba. Estaba realmente increíble. Había optado por un maravilloso vestido de largo desigual en color rojo oscuro y con un profundo corte delantero que dejaba su tostada piel a la vista. Como en Navidad, el único adorno que lucía era el colgante de la gema verde que, al lado del color rojo creaba un bonito contraste.

Se acercó a ella de nuevo y tomándola por la cintura la besó. Después de unos instantes rompió el beso y se apartó un poco.

--"Si me haces el honor de acompañarme al comedor"—dijo él ofreciéndole nuevamente su brazo.

--"Será un placer"—ella se cogió de él y dejó que la condujera hasta otra sala.

Silvart dejó escapar un suspiro cuando entraron. La sala estaba completamente iluminada por la tenue luz de cientos de velas, en el centro había una mesa con servicios para dos y con algunos de los platos que más le gustaban a ella. Un gran fuego ardía en la chimenea, caldeando la estancia.

Severus la condujo hasta la mesa y le retiró la silla para que se sentara. Él ocupó la silla que estaba frente a ella. Silvart miró a su alrededor y después volvió a mirarle a él.

--"Veo que has estado ocupado esta tarde"—le dijo divertida—"Evidentemente estas pociones requerían mucho trabajo".

--"¿Te gusta?"—preguntó él cogiendo cariñosamente su mano.

--"Me encanta. Esta realmente precioso"—contestó ella.

La cena transcurrió tranquilamente. Silvart le contó lo que había estado haciendo ella por la tarde y sobre la imposibilidad de mantener a dos dragones quietos durante más de tres horas.

Terminada la cena, Severus sugirió que podrían sentarse frente al fuego. Se levantaron y mientras Silvart se acomodaba en el sofá, Severus cogía dos copas y una botella de champán. Las llenó y dándole una a ella, se sentó a su lado.

Permanecieron unos instantes en silencio, disfrutando de la mutua compañía.

--"¿Te he dicho alguna vez lo feliz que me haces?"—dijo Severus mirándola con un brillo cariñoso en los oscuros ojos.

--"Sí. Muchas veces. ¿Te he dicho alguna vez lo feliz que me haces tú a mí?"—preguntó ella a su vez mientras apoyaba su cabeza contra el hombro de Severus.

--"Ajá. Más veces de las que puedo recordar"—respondió él.

Se quedó pensando un instante. Ahora o nunca. Dejó su copa sobre una mesilla que estaba a un lado y, antes de que Silvart pudiera comprender lo que estaba haciendo, puso una rodilla en el suelo, mientras con una mano tomaba una de las de ella y con la otra cogía una pequeña caja de terciopelo negro.

La miró directamente a los ojos. Ella le devolvió la mirada, sin poder creer en lo que él estaba punto de hacer.

Finalmente, Severus habló.

--"Silvart, yo... nunca he hecho esto y llegó un momento en el que pensé que nunca lo diría. No soy gran cosa, pero te quiero como nunca he querido a nadie y me gustaría compartir mi vida contigo"—dijo firmemente mientras abría la cajita. Dentro estaba aquel precioso anillo que tanto le había gustado a ella. Lo cogió y se lo puso en el dedo—"¿Quieres casarte conmigo?"—preguntó finalmente mirándola esperanzado e ilusionado, aunque también se podía distinguir un brillo nervioso en sus ojos.

Silvart se quedó parada, completamente muda. Lo había hecho. Acababa de pedirle matrimonio. Miró el anillo en su mano y después a él. Sólo tenía una respuesta para esa pregunta.

--"Sí"—respondió con voz emocionada.

Severus parpadeó momentáneamente aturdido. Creyó no haber oído bien.

--"¿Qué has dicho?"—preguntó atontado.

--"Que sí, que quiero casarme contigo. Y que quiero compartir mi vida contigo"—volvió a repetir ella.

Severus no cabía en sí de la alegría. ¡Le había dicho que sí!. Se levantó y la besó.

--"Te quiero Severus"—dijo ella cuando dejó de besarla.

--"Yo también te quiero Silvart. Más que a mi vida"—correspondió él—"Mañana les daremos la noticia a todos, ¿de acuerdo?"—sugirió él.

--"Por supuesto"—apoyó ella—"Pero ahora podríamos celebrar nuestro tardío San Valentín y nuestro reciente compromiso"—susurró Silvart suavemente dándole un ligero beso.

--"Me parece una buena sugerencia"—dijo él soltando su plateada melena y besando su cuello—"tenemos toda la noche para nosotros".

Con un último beso, la cogió en brazos y desaparecieron tras la puerta que daba su dormitorio.

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¡¡¡¡¡POR FIN LO LOGREEEEE!!!!! He terminado el capítulo. Ante todo mil y un perdones por este retraso. Ahora que mis problemas se han solucionado y ya tengo las clases un poco más organizadas (y también tengo una semana de vacaciones ^.^) espero poder empezar con el siguiente capítulo. Muchísimas gracias a todos por vuestro apoyo. Me animáis a seguir escribiendo. Ahora respondo a los reviews:

Melliza: si me cargo a Silvart me quedo sin final feliz (y a mi no me gustan los finales tristes ^.^). Y no, no creo que Hagrid pegue mucho con un dragón. Además, le gustaba Madame Maxime.

Alpha: si que es mala tu hermana. En verdad fue una pena que no pudieran ir a Londres pero creo que con este capitulo ya queda todo arreglado.

Honguito: me encanta tu nick! Es muy original!. Y menudo pedazo de review que me mandaste. GRACIAS!!! Bueno, mi opinión es que Severus, al ser siempre rechazado, tiene escondidos sus sentimientos, probablemente no queriendo exponerse a sufrir más daño. Pero con Silvart sí que es capaz de abrir su corazón.

Lady Susyte: (Silvara conecta su mente con Lady Susyte) es broma ^.^ Muchas gracias por tu reviews. Espero que este capitulo también te guste.

Polgara: ya le ha regalado el anillo!! Y, aunque no la ha podido llevar a cenar fuera de la escuela, ha organizado una cenita la mar de romántica. Mucho mejor que cenar fuera!

Liza: mil perdones por tardar tanto con este capitulo. Y tranquila, que de momento no voy a darte más sustos. De momento...

Patty Potter: lo tuyo si que son reviews chica! Me paso media hora leyendo. Me encanta!! No te preocupes, que te pondré en cuanto pueda una escena Draco/Ginny. Cómo te fue con Alexis? El muy pillín no me ha contado nada ^.^ Perdón por tardar tanto con el capi. Espero no ser tan lenta con el siguiente. Un beso.

Slythy: pues aquí tienes el capi. Espero que sea de tu agrado.

Tomoyo: (Silvara le da un clinex a Tomoyo para que se seque las lágrimas) Has visto que capi con final feliz que me he montado? Espero tu opinión. Pero no llores que me quedo son pañuelos! Un beso

Bloody-fan-of-hp: debo decir que me siento muy honrada por tu opinión. Muchas gracias. Espero que este capítulo también te guste.

Y ahoraaaaaaaaaaa... la típica frase de siempre (nunca me cansaré de repetirla):

DEJAD REVIEWSSSSS!!!!! QUE ME HACEN MUCHA ILUSIÓN!!!!!

Hasta el próximo capítulo. Un beso a todos!!!