¡¡¡SI, SI, SI, SILVARA YA ESTÁ AQUÍ!!! Hay que ver como me animo yo solita
^.^'
Como os digo mucho últimamente (hay que ver como repito esta frase en los últimos capítulos): Mil perdones por el retraso. Esta vez he batido récords tardando en subir el capi. Pero tengo excusa: estaba muy ocupada. Espero no tardar tanto en poner el siguiente capitulo (eso creo que también lo digo demasiado).
Bueno, sobre todo dar las gracias a todos los que me enviáis reviews (y a los que leéis mi historia pero no enviáis comentarios). Me hacen mucha ilusión. Como siempre los comentaré al final del capitulo.
Quiero añadir (por si no lo he dicho otras veces), que esta historia se la dedico a la persona que más quiero: para tu Javi. Un beso.
Bien, dicho todos esto os dejo con el capitulo. Espero que os guste.
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Capítulo 12: Alas de oro.
Cuando al día siguiente por la mañana Severus y Silvart entraron en la sala de profesores todos los ojos se volvieron hacia ellos.
--"¿Y bien?"—preguntó Remus mirando a la pareja expectante.
La cara de Silvart se iluminó con una radiante sonrisa y alargó la mano en su dirección.
Allí, en el anular de su mano derecha, brillaba bajo el efecto de un rayo de sol, el anillo de compromiso que Severus le había regalado la noche anterior.
--"¡Enhorabuena!"—exclamó Remus al tiempo que se acercaba y le daba un abrazo a Silvart y después se dirigía a Severus para estrecharle la mano—"Ya creí que nunca te decidirías".
--"Estaba esperando a la mujer adecuada"—Severus sonrió mientras estrechaba la mano de Remus y lanzó una cariñosa mirada a Silvart, que en aquel momento estaba siendo felicitada por Fleur, que miraba ilusionada el anillo.
--"¿Alguien puede explicar que es lo que pasa?"—preguntó Minerva mirando confundida a las dos parejas hasta que sus ojos se posaron en la mano de Silvart.
Abrió desmesuradamente los ojos y levantó la vista sorprendida hacia Severus.
--"¡No! ¿Lo que estoy pensando es verdaderamente lo que creo que estoy pensando?"—preguntó anonadada.
--"Sí"—respondió un sonriente Severus—"Le he pedido que se case conmigo y me ha dicho que si"—concluyó ante el momentáneo estupor de los profesores allí presentes.
Cuando reaccionaron enseguida empezaron a felicitarlos.
--"¡Vaya muchacho! Te ha costado, ¿eh?"—dijo Flitwick dándole a Severus un par de golpecitos a la altura del codo. Con lo bajito que era no llegaba más arriba.
--"Sinceramente. Nunca creía que viviría para ver esto"—comentó la señora Pomfrey mientras le daba a Severus un abrazo del cual éste intentó zafarme inútilmente.
--"Ni yo tampoco. Me alegro mucho Severus"—confesó Minerva mientras intentaba coger a Severus que se había apartado intentando evitar más abrazos. No hace falta decir que no lo consiguió y tuvo que soportar el cariñoso abrazo de McGonagall.
Justo cuando la profesora Sprout empezaba a acercarse para capturarlo en otro odioso abrazo, se abrió la puerta y Sirius, que era quien estaba entrando en aquel momento se quedó parado en la puerta provocando que Mundungus, Arabella, Dumbledore, Alexis y Valerie, que iban tras él, chocaran con su espalda con la consecuencia de que Sirius acabó dándose de bruces contra el suelo.
--"Sirius, está bien que tu forma de animago sea un perro pero tampoco es necesario que te pases todo el día en el suelo"—comentó Remus mirando a su amigo con una sonrisa burlona. El resto de personas estallaron en carcajadas.
Sirius se puso en pie rojo por la vergüenza y la furia. Se sacudió la ropa y los miró altaneramente.
--"¿Se puede saber que es lo que pasa para que éste reciba tantos abrazos?"—preguntó señalando despectivamente a Severus.
--"Eso. ¿Qué es lo que pasa?"—inquirió también Albus con una luz divertida en sus ojos azules. Evidentemente lo sabía. Pero, ¿había algo que él no supiera?.
--"Pues que éste, como tú tan amablemente le has dicho, se casa"—explicó Minerva mirando ligeramente enfadada a Sirius, el cual se acababa de quedar blanco del susto.
--"¡Primita! ¡Felicidades!"—exclamó Alexis tan cerca del oído de Sirius que hizo que éste volviera a saltar llevándose una mano al oído—"Hay que ver. Y parecía tonta cuando la cambiamos por el botijo"—dijo Alexis mientras le daba a Silvart tal abrazo que incluso la levantó en el aire.
--"¡Jo! ¡No es justo! La más joven y la primera en casarse"—dijo Valerie acercándose y dándole un fuerte abrazo a su amiga. Después se dirigió a Severus—"Cuídala bien o te las tendrás que ver con una manada de vengativos dragones"—le advirtió bromeando mientras estrechaba su mano.
--"Lo haré, no te preocupes"—respondió Severus.
--"Recibid mi más cordial enhorabuena"—les felicitó Dumbledore tomando las manos de la pareja entre las suyas—"No sabéis lo feliz que me hace esto. ¿Y para cuando es la boda?"—preguntó mirando a los dos.
--"Para cuando termine el curso"—indicó Severus.
--"Y nos gustaría celebrar aquí, en la escuela, la ceremonia"—añadió Silvart.
--"Por supuesto querida. Me encanta que celebréis aquí vuestra boda"—asintió Albus.
Se le veía realmente contento. Dumbledore apreciaba mucho a Severus. Era el único que soportaba su mal carácter.
Valerie se acercó a Sirius que continuaba en estado de shock junto a la puerta.
--Oye, éste está en obsai"—dijo Valerie pasando una mano varias veces por delante de sus ojos—"¡Hoooolaaaaa! ¿Estás ahí?"—preguntó intentado que reaccionara.
--"..."—Sirius siguió embobado.
--"Sirius, amigo. Reacciona de una vez"—se acercó ahora Remus y lo sacudió un poco.
--"..."—Sirius siguió en las mismas. Ahora incluso por la boca entreabierta le caía la baba.
Aquello empezaba a ponerse divertido. Silvart se acercó y le observó con una expresión divertida.
--"Ya veréis que pronto reacciona"—dijo mientras se ponía a su lado.
--"¿Qué vas a hacer?"—preguntó Arabella que observaba interesada la expresión sumamente estúpida de Sirius.
Silvart puso sus manos alrededor de la oreja de Sirius. Volvió a mirar su cara y como no notó ninguna variación se giró hacia los demás.
--"Taparos los oídos"—les advirtió mientras murmuraba—"Sonorus".
Se volvió hacia la oreja de Sirius, tomó aire y gritó.
--"¡¡¡¡SIRIUUUUS!!!!"—el bramido fue tan potente que temblaron hasta las paredes.
Black dio un espectacular brinco y se estrelló contra la pared. La miró totalmente aterrorizado y sorprendido.
--"¡Pero tú estás loca! ¡¿Por qué demonios has hecho eso?!"—preguntó a punto de darle un ataque mientras la miraba con los ojos desorbitados.
--"¡Anda! Pues si que estaba vivo"—comentó Silvart de nuevo con un volumen de voz normal. Se echaron todos a reír mientras Sirius se incorporaba y los miraba enfadado.
--"¿Lo que habéis dicho antes es cierto?"—preguntó algo molesto. Que la persona que más detestaba (aparte de Lord Voldemort) fuera a casarse y encima con una chica tan increíble como aquella era algo que le resultaba incomprensible.
--"Sí. Vamos a casarnos. ¿Tienes algo que objetar Black?"—le confirmó Severus con su típica sonrisa despectiva "made in Severus".
Remus le lanzó a Sirius una mirada de advertencia y este se guardó cualquier comentario hiriente que pudiera tener.
--"No, nada"—se quedó pensando un momento—"¿Puedo felicitar a la novia?"—dijo finalmente mirando a Severus. Éste sonrió y asintió. Sirius estaba haciendo una tregua. Abrazó a la chica y, después de algunas reticencias estrechó la mano de Severus.
--"Bien, bien. Señores, no se ustedes pero yo tengo hambre"—habló Dumbledore mirando ligeramente orgulloso y satisfecho el apretón de manos entre los dos hombres—"¿Qué tal si nos vamos al comedor y desayunamos?"—sugirió mientras caminaba hacia la puerta.
--"Me parece una excelente idea"—añadió Mundungus siguiendolo.
El resto de profesores y miembros de la Orden del Fénix salieron tras ellos. Silvart salió con Valerie y Fleur, las cuales ya estaban proponiendo ideas para el traje de la novia. Valerie comentó algo que debía ser escandaloso porque Silvart la miró escandalizada y Fleur se puso como un tomate.
Severus se acercó a Remus, que estaba mirando a las tres chicas que iban delante.
--"¿Y tú cuando piensas pedírselo?"—le preguntó mirándolo interesado.
Remus se puso rojo y dejó de mirarlas.
-"¿Qué...? Yo... no sé... no creo que ella..."—balbuceó confundido y avergonzado.
--"¡Pero vamos! ¿Qué te impide intentarlo?"—inquirió nuevamente Severus.
--"Ya sabes lo que soy Severus. No creo que ella quiera atarse a mí"—la voz de Remus sonaba ligeramente amarga—"Además, en el caso de que se lo pidiera, nos casáramos y tuviéramos hijos, ¿qué pasaría? Puedo pasarles mi licantropía y eso no podría soportarlo"—concluyó mirando el suelo.
--"¿Qué pasa ahora?"—preguntó Sirius acercándose a ellos por detrás.
Remus no abrió la boca así que Severus tuvo que aclarárselo.
--"Pues pasa que Remus está enamorado de Fleur y, por lo que sé, ella también lo está de él. Pero es tan cobarde que no se atreve a pedirle que se case con él porque teme que ella le rechace por ser un hombre lobo"—explicó Snape de carrerilla.
--"¿Pero que tonterías son esas Remus? ¿Tan poco te valoras?"—Sirius lo miró sorprendido.
--"Me temo que esta vez estoy de acuerdo con Black"—dijo Severus—"Te valoras muy poco Remus. Por lo menos podrías intentarlo".
--"Severus tiene razón. Si no se lo preguntas nunca sabrás lo que opina ella"—añadió Sirius pasando su brazo por los hombros de su amigo.
--"No se. Tengo que pensarlo"—dijo Remus—"De todas formas gracias por el apoyo".
--"Para eso estamos los amigos ¿no?"—añadió Sirius mientras volteaba para ver a Severus que estaba tras ellos, mirando algo al fondo del pasillo.
--"¿al suelo!"—advirtió Severus agachándose mientras un pastel de nata pasaba volando sobre su cabeza.
Remus se agachó inmediatamente pero Sirius, todavía sorprendido no se agachó. Y sufrió las consecuencias. El blanco pastel dio de lleno en su cara. Remus miró a su amigo que seguía en pie con la tarta en su cara y se echó a reír. Pero se le cortó la risa de inmediato cuando otro pastel hizo blanco en su cara.
--"¡Pero que demonios...!"—empezó a decir Remus quitándose la nata de los ojos. Sirius se estaba comiendo parte de la que había en su cara.
--"Oh, oh"—dijo Severus volviéndose a poner en pie mientras miraba de nuevo al fondo del pasillo—"Más vale que empecemos a correr"—advirtió dándose la vuelta.
Remus y Sirius miraron tras él y abrieron desmesuradamente los ojos. Hacia ellos se dirigían montones de tartas de nata volando a toda velocidad y tras ellas...
--"¡¡BINGOOO!! YA LE HE DADO A DOS"—chilló Peeves palmoteando alegremente—"¡AL ATAQUEEE!".
Los tres hombres se miraron y echaron a correr hacia el comedor con toda la rapidez que les permitían sus piernas.
Las puertas del Gran Comedor se abrieron repentinamente y una tarta de nata entró volando por ellas. Tras la tarta pasaron tres personas recubiertas de nata de arriba abajo que se apresuraban a cerrar las puertas tras ellos. Una última tarta impactó en uno de ellos antes de que consiguieran cerrar las puertas.
Silvart se levantó de la mesa de profesores y aguzó un poco la vista.
--"¿Severus?"—preguntó mirando a una de las tres personas recubiertas de nata. El comedor se quedó en silencio contemplándolos.
Uno de los montoncitos de nata levantó la mano.
--"Presente"—dijo Severus mientras intentaba quitarse parte de la blanca sustancia de la cara.
--"¿Remus?"—preguntó ahora Fleur mirando a otra de las tartas andantes.
--"Yo mismo"—dijo Remus agitando levemente la mano.
--"Y yo soy Sirius, no hace falta que pregunte nadie"—dijo éste mientras se pasaba una mano por la cara para quitarse la nata.
De repente se oyó una fuerte carcajada. Todos miraron asombrados a la persona que reía sin poder parar.
Dumbledore estaba apoyándose en la mesa riendo a mandíbula batiente y mirando a los tres avergonzados hombres.
--"¡Ay! Hay que ver como se repiten las cosas"—comentó cuando pudo controlar un poco la risa—"Según recuerdo esto ya os pasó cuando erais estudiantes y también entrasteis aquí los tres llenos de nata. ¡Pero ahora resulta más divertido!"—dijo mientras empezaba de nuevo a reír.
Al instante todo el comedor se estaba riendo de los pobres hombres que se habían acercado a la mesa de profesores.
Silvart se levantó con una servilleta en la mano y empezó a limpiarle la cara a Severus. Fleur hizo lo mismo con Remus y, para asombro de todos, Valerie se acercó y se puso a hacer lo mismo con un agradablemente sorprendido Sirius.
--"Estáis para comeros"—comentó Silvart—"Sólo falta poneros una guinda en la cabeza y seríais el pastel perfecto"—añadió aguantando la risa.
--"Pues yo sigo sin verle la gracia"—dijo Severus malhumorado. Los otros dos asintieron ante lo que dijo Severus.
--"Pues debéis ser los únicos"—dijo Valerie mientras limpiaba cuidadosamente la cara de Sirius y aprovechaba para lanzarle apreciativas miradas.
Cuando consiguieron adecentarlos un poco, pudieron continuar con el desayuno. Valerie volvió a su mesa, seguida por la lastimosa mirada de Sirius. Al parecer había encontrado una nueva presa. Aunque no quedaba muy claro quien era en esta caso el cazador y quien la presa.
Tras el desayuno (café con nata ^.^), creyeron conveniente ir a darse una ducha y quitarse el pegajoso dulce de encima suyo (¿alguna se anima a ayudarlos? ¬¬').
Severus terminó de arreglarse. Puso un hechizo secante en su pelo y salió del baño. Silvart estaba cómodamente sentada en el sillón leyendo el periódico. Levantó la vista al oírlo y sonrió.
--"¡Qué pena! Con lo mono que estabas de pastelito"—dijo ella con tono burlón.
--"Ten cuidado no acabes algún día como una tarta tú también"—gruñó amenazante Severus mientras recogía unos pergaminos de su mesa—"¿Con quien tienes clase ahora?"—preguntó mientras ella se ponía en pie y se acercaba a él.
--"Adivina adivinanza..."—respondió ella poniendo los ojos en blanco y levantando las manos.
--"Mi grupo favorito. Slytherin y Gryffindor"—confirmó él—"Buena forma de retomar las clases"—añadió mientras salían de los aposentos privados de Severus. La puerta se cerró tras ellos e inmediatamente desapareció, tomando la apariencia de una pared.
--"¿Y a ti que te toca?"—inquirió ahora ella mientras avanzaban juntos por el pasillo.
--"Ravenclaw"—contestó el mirándola de soslayo y aguantando una sonrisa al ver la cara que puso ella.
--"Qué envidia. ¿Me cambias la clase?"—sugirió Silvart con carita de ángel.
--"¿Y arriesgarme a perder la mazmorra? No, creo que no"—respondió él recordando la vez que ella le contó sus aventuras en un laboratorio de pociones. Fue el día que se conocieron. Cuanto tiempo había pasado de aquello. Quien le iba a decir a él que aquella chica de pelo plateado y ojos cobalto que lo arrolló en el Callejón Diagon hacía unos meses se convertiría a comienzos de verano en la señora Snape. Se quedó pensando un momento y después rió.
--"¿Qué tiene tanta gracia?"—preguntó ella picada dándole un codazo.
--"¿Has visto cómo quedarán nuestras iniciales cuando nos casemos éste verano?"—dijo él mirándola mientras ella fruncía el entrecejo.
Ella arqueó una ceja y sonrió.
--"Tienes razón. Serán S. S. y S. S."—comentó—"Señor Severus Snape y señora Silvart Snape. ¡Cuanta s! Pero me gusta como suena"—añadió mirándolo cariñosamente.
--"A mí también me gusta"—apoyó él. Se detuvo frente a una puerta—"Bien, ya hemos llegado a mi clase. ¿Te recojo antes de la comida en tu despacho?"—inquirió mientras la tomaba de la cintura para acercarla más a él.
--"No. Quiero ir a montar un poco después de la clase. Te veré en la comida, ¿de acuerdo?"—le indicó ella mientras retiraba un mechón de pelo negro de la cara de él.
--"De acuerdo. Aunque si tengo tiempo iré a verte montar"—aceptó Severus.
Ella sonrió encantada y él se inclinó para darle un suave pero inesperadamente largo beso de despedida.
Los alumnos de la casa Ravenclaw que llegaban en aquel momento se quedaron totalmente anonadados. Aquello era más de lo que esperaban ver en toda su vida. ¡El insufrible profesor Snape besando a su profesora de Defensa contra dragones!.
Era sabido por todos que mantenían una relación pero nunca habían dado tales demostraciones de cariño en medio de un pasillo y ante sus alumnos.
Silvart se separó un poco y miró de soslayo a los estudiantes.
--"Cariño, me parece que tus alumnos están en estado de shock"—comentó divertida mientras Severus volteaba ligeramente la cabeza para mirarlos.
--"Que la gente se quede así cuando nos ven juntos empieza a convertirse en una costumbre"—murmuró él mientras deshacía el abrazo y se giraba hacia sus pobres alumnos—"¿Piensan entrar en el aula alguna vez señores?"—les indicó sarcásticamente.
Ellos cabecearon afirmativamente y entraron tan rápido en el aula como sus piernas se lo permitieron.
--"Bueno amor. Será mejor que entres ahí dentro antes de que alguno provoque algún accidente"—dijo ella en señal de despedida—"Te veo luego"—y dicho esto le dio un rápido beso y escapó antes de que él pudiera cogerla.
Severus suspiró y entró en el aula, cerrando la puerta tras de sí. Se dirigió hacia la pizarra y se giró para enfrentar a los estudiantes.
--"Buenos días señores. La clase de hoy consistirá en la realización de una poción de fuerza. Tomen nota de los ingredientes"—dijo mientras cogía una tiza y comenzaba a anotarlos en la pizarra mientras al mismo tiempo empezaba a dictarlos.
Se oyó un pequeño revuelo de papeles y a los pocos segundo lo único que se oía en el aula era la tiza sobre la pizarra y el raspado de las plumas en los pergaminos.
Tras explicarles como realizar la poción, se dedicó a pasear entre las mesas mientras pensaba en la cantidad de cambios que había sufrido su vida en apenas dos días. De ser un ex-mortífago y soltero a pertenecer a la Orden del Fénix y estar prometido con la mujer más maravillosa del mundo. Había que ver la de vueltas que daba la vida. Volvió a la realidad cuando uno de los alumnos reclamó su atención. Severus localizó la mano alzada y se acercó.
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Silvart iba por el pasillo hacia su despacho mientras tarareaba una canción. En algún momento ejecutó algunos pasos de baile, lo cual provocó que los alumnos que se cruzaban con ella se preguntaban si había perdido un tornillo. Rió divertida ante la cara estupefacta de los pobres estudiantes.
--"¿Me concedería este baile?"—Silvart se volvió sonriente a la voz e inclinó ligeramente la cabeza.
--"Por supuesto Albus. Será un placer"—respondió ella alargando la mano hacia el director. Y ni cortos ni perezosos se pusieron a bailar por el corredor.
Los alumnos que los observaban sacudieron la cabeza y se dirigieron a sus respectivas clases murmurando lo locos que estaban algunos profesores.
--"Se te ve radiante"—comentó Albus mientras bailaban al ritmo de un vals imaginario.
--"Simplemente soy feliz"—dijo ella mientras continuaban dando vueltas—"Severus me quiere, el sol brilla, hace calor y en cuanto ponga mis mano sobre Lucius o Voldemort voy a retorcerles el pescuezo"—continuó con una bonita sonrisa.
Dumbledore la miró con una chispa divertida en los ojos.
--"Eso es algo que nos gustaría a todos querida"—dijo mientras daban una pequeña reverencia, dando por finalizado el vals—"Te acompaño hasta tu despacho"—añadió mientras le ofrecía el brazo. Ella lo tomó y empezaron a caminar.
--"Albus, Severus y yo queríamos pedirte una cosa"—dijo ella tentativamente—"Nos gustaría que tu oficiaras el ritual"—terminó de decir mientras lo miraba de soslayo.
--"Para mi será todo un placer. Pensaba ofrecerme yo mismo, pero como sabía que clase de ceremonia haríais..."—Albus aceptó enseguida, realmente emocionado de que hubieran pensado en él para realizar su boda.
--"Bueno, conociendo a Severus, ya deberías saber que prefiere la tradición antigua"—indicó Silvart—"Habíamos pensado también el celebrar la oda un día después de terminar el curso, ¿te parece bien?"—añadió mientras se detenían ante la puerta de su despacho.
--"¡Estupendo! Es una buena fecha. Además podéis aprovechar todo el verano para iros de luna de miel"—dijo el director con un brillo pícaro en los ojos—"Por cierto, ¿dónde pensáis vivir?"—preguntó curioso.
--"Teníamos pensado quedarnos aquí, en Hogwarts, durante el curso. En las vacaciones de Navidad y de Semana Santa, iríamos a su hacienda, Soul Lake. Y en las vacaciones de verano iríamos a la mía, Silver Falls, que está al lado del mar"—le contó ella mientras ondeaba una mano hacia la puerta para levantar los hechizos protectores.
-"Muy bien. Entonces para cuando empiece el curso tendréis acondicionada una habitación para los dos. ¿Dónde os gustaría?"—ofreció Dumbledore observándola.
--"En eso Severus me deja elegir. La única condición es que no sea cerca de la Torre Gryffindor. Así que había pensado que podríamos usar las habitaciones superiores de la Torre Slytherin. Al fin y al cabo nadie las utiliza"—pidió ella mientras entraba en el despacho.
--"Muy bien. Pues tendréis esas habitaciones. Para Severus será un gran cambio. De los calabozos a lo alto de la torre"—comentó Albus—"Aunque con la cantidad de cambios que ha habido últimamente no creo que uno más se note".
--"No, yo tampoco lo creo"—dijo Silvart sonriendo—"Bueno director, ha sido auténtico placer bailar con usted pero el deber me llama"—añadió despidiéndose del director.
--"Pues entonces te dejo. Ya sabes, cuando quieras bailar siempre estoy disponible"—se despidió también Albus—"Que tengas un buen día Silvart".
--"Igualmente Albus"—correspondió ella.
Dumbledore inclinó ligeramente la cabeza en señal de despedida y se alejó por el pasillo.
Silvart entró en el despacho y se acercó al escritorio para recoger los trabajos corregidos. Miró a su alrededor comprobando que no se dejaba nada y después salió hacia su clase.
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--"¿Entonces es verdad que se van a casar?"—preguntó Ron mirando con incredulidad a Harry, que estaba sentado a su lado.
--"Sí. Me lo ha dicho Sirius hace un rato. El tampoco se lo creía. Remus me contó que Sirius se había quedado en estado de shock cuando se enteró y que Silvart tuvo que hacerlo reaccionar con un grito"—les contó Harry a Ron y Hermione que escuchaban atentamente.
Alguien más les estaba oyendo y les miraba como si estuviera evaluando algo. Al final decidió que bien valía la pena intentarlo. Si le insultaban tampoco importaba, de todas formas sería lo más probable y ya estaba acostumbrado. Se levantó y se acercó.
--"Perdonad..."—dijo mirándoles nerviosamente.
Los otros tres giraron la cabeza, como el resto de la clase. Ya pensaban que se avecinaba otra pelea.
--"¿Qué quieres Malfoy?"—preguntó Harry un poco bruscamente. Era la primera clase y no tenía muchas ganas de bronca.
--"Estooo... solo quería... a ver... preguntaros..."—dijo él con un balbuceo muy poco normal en él.
--"Dilo de una vez. Tranquilo que no mordemos"—le ayudó Hermione viendo los problemas que tenía el chico.
Draco respiró hondo y lo soltó.
--"Quería preguntaros si podía sentarme con vosotros. Me gustaría... que pudiéramos... ser... amigos"—esto último lo dijo tan bajito que casi como le oyeron.
El trío se le quedó mirando un tanto anonadado y después se quedaron mirándose entre sí, como decidiendo que hacer. Los compañeros de casa de Draco se habían quedado helados. Sabían que Draco había cambiado mucho y que salía con Ginny Weasley pero de eso a querer juntarse con Potter y compañía...
Draco se retorció las manos nervioso y al final se dio por vencido.
--"Sabía que no querríais"—dijo en un murmullo y se dio la vuelta para volver a ocupar su escritorio.
--"Espera Draco... no te hemos dicho que no"—dijo Harry provocando que el chico se parara en seco. Se giró para mirarlos ligeramente aturdido—"Podemos intentar ser amigos siempre que dejes de insultarnos. Nada de sangre-sucia o pobretón o cosas así, ¿de acuerdo?"—añadió Harry mirando inquisitivamente.
--"¡Por supuesto que no! Tenéis mi palabra"—respondió Draco rápidamente con un brillo esperanzado en los ojos.
--"Pues entonces... ¿a qué esperas para traer tus cosas?"—comentó Hermione observándolo.
Éste asintió y rápidamente volvió a su escritorio a recoger sus libros.
--"¿Pero a ti se puede saber que te pasa?"—le preguntó Pansy ligeramente furiosa.
Crabbe y Goyle continuaban atontados, además de ser muy lentos con las palabras.
--"Que estoy harto de vosotros. De tener que fingir algo que no soy para que parezca que soy un buen Slytherin. ¡Pues ya estoy harto! Ahí os quedáis"—les gritó Draco y dicho esto cogió su bolsa y se sentó al lado de Harry, que había observado tensamente el pequeño choque de Draco y sus compañeros.
--"Sabes que esto te va a traer problemas"—le comentó Harry mientras el muchacho rubio sacaba sus libros.
--"Lo se. Pero no me importa. Estoy cansado de ser alguien que no soy, de tener que cumplir lo que mi padre espera de mi. Se acabó. Ya no aguanto más"—dijo Draco en un murmullo un tanto ruidoso.
Alguien le dio un par de palmaditas en la espalda. Levantó la vista y se encontró con los ojos canela de Hermione.
--"No te preocupes. Estaremos aquí para apoyarte. Para eso están los amigos"—le animó ella con una sonrisa. Draco le devolvió la sonrisa.
--"Gracias Hermione. Gracias a los tres"—agradeció él.
En aquel momento la profesora entró por la puerta y Hermione volvió a ocupar su sitio.
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Silvart entró pensativa en el aula, así que no se fijó en el alumno que había cambiado de sitio. Dejó la gran cantidad de pergaminos que llevaba en los brazos sobre la mesa y se volvió a mirar a sus alumnos.
--"Buenos días chicos"—les saludó mientras recorría con la vista la clase. Se extrañó un poco cuando vio el sitio de Draco vacío pero más se asombró cuando lo vio sentado al lado de Harry, Ron y Hermione. Decidió continuar con la clase y después preguntaría—"Tengo aquí vuestros trabajos. Perdonad el retraso en devolveroslos pero he estado un poco... ocupada"—les indicó mientras rodeaba la mesa para sentarse en la silla—"A medida que os vaya llamando venís a recogerlos"—y dicho esto empezó a llamarlos mientras les daba sus pergaminos correspondientes.
--"Draco Malfoy"—llamó Silvart con los trabajos del muchacho en la mano.
Éste se acercó a recogerlos.
--"Después de la clase quiero hablar contigo"—le dijo ella en voz baja mientras Draco recogía sus pergaminos. El chico asintió y ocupó de nuevo su sitio.
Después de llamar a otros cinco alumnos, Silvart terminó de repartir todos los trabajos. Se puso en pie y rodeó su escritorio para estar frente a su clase.
--"Me han dicho que mis amigos os han estado contando algunas historias sobre dragones"—empezó ella mientras se sentaba sobre la mesa—"Pues bien, me gustaría que me hicierais un pequeño resumen de las historias que más os gustaron y me lo traéis la semana que viene, ¿de acuerdo?"—preguntó ella.
La clase asintió y ella continuó.
--"Visto ese punto, continuaremos. A partir de ahora continuaremos con las clases teóricas. Aunque no descarto hacer alguna que otra clase práctica"—les explicó ella mientras se movía para poder cruzar las piernas bajo ella, como si estuviera haciendo yoga—"En lo referente al examen"—sonrió interiormente a la cantidad de murmullo y miradas extremadamente atentas que acompañaron a esta última palabra—"Tenía pensado hacer una parte teórica y otra práctica, pero de momento sólo es segura la parte teórica. La práctica ya veremos. Ahora continuaremos con la clase. Hoy hablaremos de las primeras alianzas de los dragones y los humanos"—indicó Silvart mientras los estudiantes cogían sus plumas para empezar a tomar apuntes.
Hora y media después, la campana que indicaba que ya era hora de almorzar sonó y los alumnos empezaron a recoger sus cosas y a salir del aula.
--"Te esperamos fuera Draco"—dijo Harry mirando al chico que estaba a su lado mientras los anteriores amigos de Draco salían bastante enfadados y todavía algo desconcertados por la actuación del muchacho.
Draco asintió con una ligera sonrisa y después se giró para acercarse donde Silvart le esperaba. La profesora observó como Hermione cerraba la puerta al salir y después centró su atención en el chico de ojos grises que estaba frente a ella.
--"Bueno Draco, ¿a qué ha venido ese cambio de sitio?"—preguntó curiosa mientras le indicaba su alumnos que se sentara.
--"Es muy simple. He decidido cambiar de amigos. En realidad mis compañeros de Slytherin nunca han sido mis amigos y nuca los he aguantado. Lo hacía porque era lo que mi padre quería. Pero ya estoy cansado de vivir según lo que él espera de mí. Me cansé de ser su marioneta"—le dijo Draco mientras jugaba nerviosamente con el borde de su túnica.
Silvart lo miró seria y pensativamente.
--"Sabes que te vas a meter en líos"—dijo finalmente mientras tamborileaba con los dedos en la mesa.
--"Además, estoy saliendo con Ginny y así podré estar más tiempo con ella"—continuó contando Draco—"¿Crees que he hecho mal?"—preguntó levantando la mirada.
--"No"—dijo ella negando con la cabeza—"Tan solo ha sido un poco... repentino. Pero creo que es una buena decisión. De todas formas ten cuidado y procura no meterte en líos"—añadió Silvart poniéndose en pie—"Y ahora será mejor que te vayas. Creo que tus nuevos amigos te están esperando"—le dijo con una sonrisa a Draco.
Draco se puso en pie, recogió sus cosas y despidiéndose de ella salió del aula, donde le esperaban sus nuevos amigos para ir al comedor.
Silvart salió unos pocos minutos después y una vez cerrada el aula se dirigió a su habitación para cambiarse de ropa.
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Severus consultó su reloj. La una menos cuarto. Hasta la una y media no empezaría la comida y ya no tenía ninguna clase más para dar.
--"Tal vez todavía esté montando"—pensó mientras guardaba unos tarros con ingredientes en el armario—"Podría ir y hacerle una visita".
Cerró el armario de ébano con una pequeña llave dorada que pendía de una cadena que llevaba en el cuello.
Salió de la fría humedad de los calabozos hacia la templada y agradable luz del sol. Hacía un día de primavera realmente magnífico. Cruzó la puerta que daba al jardín y miró.
Sobre la verde hierba que rodeaba la cabaña de Hagrid había una especie de borrón negro dando vueltas a toda velocidad. Se acercó mientras el borrón empezaba a reducir sus vertiginosas vueltas hasta detenerse.
Silvart le dio un par de palmadas en el cuello a Aldebarán.
--"Estás en buena forma amigo"—le dijo cariñosamente al animal—"Me alegra ver que los años todavía no han hecho mella en ti"—el caballo resopló mientras ella desmontaba.
--"Creo que con lo que le has hecho correr se ha ganado una ración extra de comida"—comentó Severus mientras se acercaba a ella.
Observó al animal que resoplaba pesadamente después de la carrera y que, ante el comentario de Severus, relinchó en la aprobación.
--"Hola cariño"—saludó Silvart mientras conducía al caballo hasta la cuadra—"Me parece que lo de la ración extra de comida no va a poder ser. Estás demasiado gordo. Tendré que decirle a Hagrid que no te ponga tanta comida"—dijo dirigiéndose al negro animal, que resopló ligeramente frustrado.
--"¿Qué tal ha ido tu clase?"—preguntó Severus mientras cogía la montura que Silvart le había quitado al caballo y la ponía sobre un caballete de madera.
--"Excesivamente tensa"—respondió ella quitándole el bocado a Aldebarán y colgándolo en la pared—"Ha habido algunos pequeños cambios un tanto sorprendentes"—continuó ella mientras cogía una manguera y empezaba a lavar al caballo.
Severus se apartó para evitar mojarse y la contempló expectante. Tenía curiosidad por saber cuales serían esos cambios.
--"Habla de una vez que me tienes en ascuas"—la presionó mientras se apoyaba contra la puerta.
--"Draco a dejado a sus amigos de Slytherin"—soltó Silvart de golpe—"Y ahora va con Harry y compañía"—continuó contando mientras cerraba la llave del agua y dejaba la manguera en el suelo.
--"¡¿Qué?!"—exclamó Severus con los ojos muy abiertos (algo así, vamos, O_O)—"¿Y eso a que se debe?"—preguntó mientras su cabeza empezaba a analizar las consecuencias de la decisión del chico. Aunque en aquel momento sólo se le ocurría una y era PROBLEMAS.
--"En resumidas cuentas, me ha dicho que se cansó de ser la marioneta de su padre"—indicó ella dándole una palmada en los cuartos traseros al caballo, indicándole que podía irse.
--"¿Pero ese loco sabe dónde se mete? Porque no dudes en que esto no tardará en llegar a los oídos de Lucius. Se lo va a comer vivo"—comentó Severus al tiempo que salían de la cuadra y se encaminaban al castillo.
--"Sí que lo sabe. Y dice que le da igual. Que no le importa lo que piense su padre. Hasta me atrevería a decir que Draco se alegraría si a Lucius se lo tragara la tierra"—añadió ella.
Llegaron a la entrada que daba al vestíbulo y Silvart se sacudió un poco las botas para quitar el barro que tenía pegado. Se dirigieron hacia los aposentos de ella esquivando a los alumnos que salían de su última clase de la mañana.
--"Tendré que vigilar más de cerca ahora a los alumnos de mi casa. No creo que esa decisión les haya hecho mucha gracia"—dijo Severus mientras evitaba un escalón falso que provocaba una gran cantidad de accidentes al año, sobretodo entre los del primer curso.
--"No, supongo que no"—comentó ella.
Se detuvieron ante la pintura que daba acceso a la Torre Orión, donde se alojaba ella. Murmuró la contraseña y el cuadro les dejó pasar. Subieron hasta la habitación de ella y entraron.
Aun no habían cerrado la puerta cuando oyeron un aleteo en el balcón. Había un búho real en el alféizar, esperando que le dejaran entrar.
--"Que extraño. Ese búho es de la familia Malfoy"—comentó Severus extrañado mientras abría la puerta del balcón y el espléndido animal entraba y se posaba sobre la mesa. Se acercó y soltó la carta que llevaba atada a la pata. La abrió y la leyó.
--"Mierda. Esto se pone peor"—dijo mientras seguía contemplando la carta.
--"¿Qué sucede Severus? ¿De quien es la carta?"—Silvart lo miró curiosa. La intrigaba aquella carta.
Severus suspiró.
--"Es de Narcissa, la madre de Draco"—explicó él mientras doblaba la carta y la dejaba sobre la mesa—"Va a dejar a Lucius"—concluyó él llevándose una mano al puente de la nariz y apretándolo.
Silvart se quedó con la boca abierta, estupefacta.
--"¡Anda, la leche!"—consiguió decir ella finalmente—"De esta a Lucius le da un ataque"—dijo con una media sonrisa.
--"También dice que vendrá dentro de dos días, aprovechando que Lucius tiene que salir de "viaje" durante unos días, y que aprovechará para decírselo a Draco"—siguió contando Severus el contenido de la carta.
Silvart se mordió el labio, ordenando los pensamientos que tenía en la cabeza.
--"Bueno, por lo menos podremos aprovechar algo de esa situación. Que mejor manera de apartar a Draco de su padre que marchándose con Narcissa"—sugirió mientras se sentaba y se quitaba las altas botas de montar a patadas.
--"Lo que no dice es a dónde piensa ir"—comentó Severus acercándose a ella y dándole un suave beso en el pelo—"¡Uff! Hueles a caballo"—añadió en tono burlón.
--"Muy gracioso, pastelito de nata"—respondió ella sarcásticamente—"Voy a darme una ducha"—y dicho esto se levantó de un salto del sillón, cogió la túnica que estaba doblada sobre la cama y entró en el baño.
Severus le dio una galleta al búho y se dirigió con paso lento hacia el balcón. Miró hacia abajo. Junto al lago habían cinco alumnos. Dos cabezas rojas, los Weasley; una melena alborotada, evidentemente de Granger y las otras dos eran las de Potter y Malfoy, que estaban sentados en el suelo, riéndose de alguna cosa.
--"La que se va a montar en la hacienda Malfoy"—murmuró Severus ligeramente divertido. Nunca lo diría en voz alta pero le alegraba ver como la vida de Lucius se rompía en pedazos mientras que él empezaba una nueva etapa en la suya.
Se giró cuando Silvart salió canturreando del baño con una toalla liada en la cabeza.
--"Estás muy mona. Sólo te falta ponerte unas cuantas frutas alrededor de la cabeza y parecerías una cubana"—le comentó divertido.
--"¡Vaya! Estás graciosito hoy"—respondió ella mirándolo medio enfadada. Se quitó la toalla y aplicó un hechizo secante a su pelo. Después cogió un cepillo y empezó a desenredárselo—"Bien. Ya estoy lista. ¿Nos vamos a comer?"—dijo dejando el cepillo sobre la mesa.
--"Por supuesto. Ahora que me acuerdo..."—empezó a decir Severus mirándola curioso—"He oído algunos extraños comentarios de unos alumnos sobre una profesora y el director bailando por los pasillos"—la miró arqueando una ceja.
--"Los pobres alumnos van a creer que estamos locos. Eramos Albus y yo, por supuesto. Me encontró dando unos pasos de baile en el pasillo y me invitó a bailar"—le confirmó ella riendo—"Creo que no hay cosa que le guste más que bailar y poner extrañas contraseñas para acceder a su despacho".
--"Tiene sus cosas, como todos. Pero es un gran hombre y un buen director"—comentó Severus dirigiéndose a la puerta y abriéndola. Miró los escalones—"¿Se puede saber por qué no escogiste unas habitaciones que estuvieran un poquito más abajo?"—preguntó mirando las agotadoras escaleras.
Silvart rió divertida.
---"Estooo... ya tenemos habitaciones para cuando regresemos el curso que viene"—dijo mientras se ponía tras la mesa.
--"¿Y dónde están? Espero por tu bien que estén lejos de la Torre Gryffindor"—respondió él amenazándola en broma mientras intentaba rodear la mesa para alcanzarla, lo cual resultaba imposible porque ella se las apañaba para evitar que la cogiera.
--"Por eso puedes estar tranquilo. Están en la Torre Slytherin"—suspiro aliviado de Severus—"Pero... tenemos las habitaciones del ático"—terminó ella.
--"Te mato. ¿Qué manía tienes con las alturas"—dijo mientras con un par de rápidos movimientos conseguía rodear la mesa y la cogía—"Aunque eso significa que estaremos muy tranquilos y... solos"—le susurró al oído.
--"Severus... si vuelves a hacer eso no creo que bajemos a comer y la verdad, tengo hambre"—murmuró ella en un ronroneo.
--"A mí no me importaría saltarme la comida"—musitó él dándole un ligero beso en el cuello.
--"Pero a mí sí"—respondió ella con un escalofrío.
--"Como quieras"—dijo él soltándola—"Anda, vamos. Que tenemos que bajar unas cuantas escaleras"—y dicho esto salieron de la habitación rumbo al comedor.
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Los cinco estudiantes iban caminando por el pasillo. Harry, Ron y Draco hablando y Ginny y Hermione comentando algo de Aritmancia unos pocos pasos tras ellos. Llegaron hasta la puerta del comedor y se detuvieron.
--"Draco, ¿dónde vas a sentarte?"—preguntó Ron, que parecía llevarse bastante bien con el muchacho.
--"Pues no lo se. No se si estría muy cómodo en la mesa de Slytherin"—confesó él mirando de soslayo a la mesa donde se sentaban sus compañeros de casa.
--"¿Por qué no te sientas con nosotros?"—preguntó ahora Ginny mirándolo ilusionada.
--"Con... ¿vosotros? Pero... ¿no me matarán vuestros compañeros?"—preguntó dudoso mirando ahora hacia la bulliciosa mesa de Gryffindor.
--"No te preocupes. Supongo que ya se habrán enterado de lo que pasó esta mañana y no creo que le den mucha importancia"—le convenció Harry acercándose a la puerta—"Venga, vamos. Estoy hambriento y os recuerdo que después tenemos clase con Snape"—añadió poniendo cara de suplicio haciendo que los demás empezaran a reír.
--"Esta bien. Me sentaré con vosotros"—dijo mientras le ofrecía el brazo a Ginny para entrar con ella.
Ésta lo miró arrobada y se cogió de él y entraron todos juntos al comedor seguidos por las miradas hostiles de la mesa de Slytherin y las extrañadas de las otras casa. Pero nadie dijo nada. Para cuando se sentaron, ya casi nadie les prestaba atención, así que pudieron comer tranquilamente.
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Severus abrió la puerta que conducía de su oficina hasta el aula de pociones. Había visto durante la comida la entrada de Malfoy con Ginny Weasley cogida de su brazo y seguido de Potter y compañía. También se había percatado de las hostiles miradas de los estudiantes de Slytherin. Y ahora tenía clase con los quintos años de ambas casas. Tendría que controlarlos bien. El aula de defensa contra dragones no era como un laboratorio de pociones. No quería arriesgarse a perder la mazmorra.
Cuando entró los alumnos ya habían ocupado sus sitios. Pudo observar que Draco se había sentado con Harry. Se quedó mirándolo unos instantes y después empezó con la clase.
El profesor Snape había tenido clases difíciles pero como aquella ninguna. Se había pasado casi todo el tiempo controlando a los alumnos de su propia casa, descuidando su atención sobre el terror de cualquier clase de pociones: Neville Longbottom. Tras fundir su caldero le dio un par de gritos y le ordenó que se sentara con Ron y Hermione, eso sí, sin tocar para nada la poción de sus compañeros. No quería otro accidente.
Cuando sonó la campana que anunciaba el fin de la clase no pudo evitar soltar un suspiro aliviado. Se dirigió a su escritorio y se giró para llamar a Draco.
--"Señor Malfoy. Una palabra, por favor"—le dijo mirando al chico.
--"Te esperamos fuera"—le avisó Hermione mientras salía tras Ron y Harry y le lanzaba una rápida mirada al profesor de pociones.
--"¿Qué sucede profesor Snape?"—preguntó acercándose un poco al maestro.
--"La profesora Dragg me ha informado de su cambio de amigos"—dijo Severus permaneciendo de pie junto al escritorio—"Solo quería decirle que si tiene algún problema no dude en avisarme, ¿de acuerdo?"—ofreció él. Después de todo, era el Jefe e la casa Slytherin, y Draco era uno de sus alumnos.
--"Muchas gracias profesor. Pero espero no necesitar ayuda"—esto último lo dijo con una ligera sonrisa, aunque en su interior sabía que tarde o temprano tendría pelea.
Severus también sabía eso. Como si no conociera a los miembros de su casa.
--"Bien señor Malfoy. Puede irse"—le despidió Severus.
Draco saludó con la cabeza y cogiendo su bolsa salió rápidamente del laboratorio de pociones.
Cuando Severus cerró la puerta de su oficina tras de sí rogó porque no hubieran problemas con los cambios de Draco.
Aunque sabía que aquello era imposible.
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Como Severus sospechaba, los problemas empezaron dos días después, cuando empezaron a desencadenarse sucesos sorprendentes.
En el despacho del director estaban el propio director, Severus, Silvart y la subdirectora, Minerva.
--"¿Cuándo llegará , Severus'"—preguntó Minerva mirando hacia la chimenea.
--"No creo que tarde mucho. Dijo que estaría aquí a las once"—le indicó el profesor mientras tomaba asiento.
--"Tal vez deberíamos haber avisado a Draco"—comentó Silvart dándole la vuelta a una silla y sentándose a horcajadas sobre ella, apoyando después su barbilla sobre los brazos cruzados.
--"No, primero es preferible hablar con ella y saber cuales son sus planes"—habló ahora Albus—"Después ya veremos".
Justo cuando Dumbledore terminó de decir aquello, las llamas del hogar empezaron a chisporrotear con un tono verde. A los pocos segundos Narcissa Malfoy salió de entre las llamas, seguida de unas cuantas bolsas. Su equipaje, evidentemente. Severus se acercó enseguida a saludarla.
--"Buenos días Narcissa. Permite que te ayude"—saludó Severus mientras cogía un par de maletas que la mujer llevaba.
--"Narcissa, querida. Cuanto tiempo sin verte"—saludó ahora Albus acercándose a ella.
--"Yo también me alegro de veros. De verdad"—dijo ella con voz suave mirando a sus dos anteriores maestros y a Severus, antiguo compañero de clase. Después miró a Silvart, que estaba de pie junto a una silla.
Silvart miró distraídamente a Severus y éste se acercó enseguida.
--"Narcissa, permíteme presentarte a la profesora de defensa contra dragones, Silvart Dragg"—las presentó Severus.
Silvart alargó su mano hacia la mujer de cabello rubio claro y suaves ojos azules.
--"Mucho gusto señora Malfoy"—saludó mientras Narcissa estrechaba su mano.
En ese momento, justo cuando Narcissa apretó su mano, Silvart notó algo extrañamente familiar. Se quedaron mirándose fijamente durante unos instantes.
--"El placer es mío señorita Dragg"—correspondió Narcissa al saludo, soltando la mano de Silvart—"Pero preferiría que me llamaras Narcissa, si no te importa. Desearía no tener nada que ver con el apellido Malfoy"—añadió.
--"Como quieras... Narcissa"—Silvart sonrió.
--"Ahora que ya están las presentaciones hechas, ¿os apetecería tomar un té mientras discutimos la situación?"—ofreció Albus.
Aceptaron todos y se sentaron alrededor del escritorio de Dumbledore.
--"Narcissa, ¿es cierto lo que Severus nos ha dicho?"—preguntó Minerva iniciando la conversación.
La aludida asintió ligeramente con la cabeza, sin decir nada.
--"Pero... ¿dejar a Lucius? Conociéndole, sabes que eso es peligroso"—continuó diciendo Minerva mientras miraba a la mujer que estaba frente a ella.
--"Lo se. Pero ya no aguanto más estar en esa casa, con ese monstruo que tengo por marido. Creí que con los años cambiaría pero me equivoqué"—les contó ella—"desde el nuevo regreso de Voldemort, se volvió más agresivo. Ya me cansé de aguantar sus golpes. He aprovechado que tenía que irse de viaje para recoger mis cosas y marcharme"—tras decir esto se cubrió la cara con las manos y sollozó.
--"¿Sabes a dónde vas a ir , querida?"—preguntó Albus suavemente.
--"No lo se. Tenía pensado ir a Francia y buscar allí un sitio para vivir y un trabajo"—dijo mientras se limpiaba los ojos.
Silvart la miró compasivamente unos instantes y después se inclinó para preguntarle algo a Severus en voz baja. Éste la miró y después asintió.
--"Narcissa. Supongo que no sabrás que Silvart y yo vamos a casarnos"—la informó Severus.
--"¿En serio? Felicidades a los dos"—dijo ella mirándolos gratamente sorprendida—"Ya creía que no te casarías nunca Severus"—comentó Narcissa con una sonrisa.
--"Bueno. A lo que íbamos"—habló ahora Silvart—"Tengo una casa en España. Es una bonita hacienda junto al mar. Severus y yo sólo estaremos allí los meses de verano así que hemos pensado que si quieres puedes irte a vivir allí. Dudo mucho que Lucius te encontrara en ese sitio"—ofreció Silvart mirando a la otra mujer.
--"¿De verdad haríais eso por mí?"—Narcissa los miró con los ojos muy abiertos.
--"Claro. Con tal de que no os moleste la compañía en verano... porque, ¿supongo que te llevarás a Draco?"—inquirió ahora Severus.
--"Por supuesto. Hace mucho tiempo que se que mi hijo no es como Lucius. Me escribe a menudo. En su última carta, que recibí ayer, me decía que ahora era amigo de Harry Potter y que eso le hacía sentirse realmente feliz"—les contó Narcissa.
--"Pues entonces no hay más que decir. Viviréis allí"—confirmó Silvart con una sonrisa—"Y ahora... ¿no creéis que deberíamos ir a buscar a Draco?"—sugirió mientras se empezaba a poner en pie.
--"Sí, tienes razón. Además tengo muchas cosas que contarle"—asintió Narcissa levantándose también—"¿Dónde pensáis que puede estar?"—preguntó mirando a Severus.
--"Pues... ahora creo que no tienen clase, y si está con Potter y compañía, estarán fuera"—respondió Severus dirigiéndose a la puerta.
--"Permitidme acompañaros"—pidió Dumbledore—"¡Ah! Querida, deja aquí tu equipaje. Después podrás llevártelo"—añadió dirigiéndose a Narcissa.
Salieron todos del despacho del director y una vez bajaron las escaleras, Minerva se excusó, alegando que tenía unas tutorías.
Ya casi llegando al vestíbulo, una voz femenina llamó por detrás.
--"¡Eh! ¡Silvart! Espera un momento"—dijo la voz mientras se giraban para ver acercarse a Valerie y Anabel. Se pararon a su lado y se quedaron mirando a Narcissa.
--"Chicas, os presento a Narcissa Malfoy, la madre de Draco"—Silvart hizo las presentaciones—"Estas son mis amigas Valerie Fire y Anabel Golden".
Narcissa saludó a las dos chicas pero sus ojos se quedaron enganchados con los de Anabel. Aquella sonrió. Narcissa esperaba que la muchacha no dijera nada.
Salieron todos al exterior y avanzaron por los jardines, charlando de cosas varias.
Silvart le estaba describiendo Silver Falls a Narcissa cuando llegó Hermione corriendo.
--"¡Profesores! ¡Necesitamos ayuda!"—dijo mientras se detenía ante ellos hablando entrecortadamente.
--"Respire señorita Granger. ¿Qué sucede?"—inquirió Severus mirando a la gryffindor.
--"es Draco. Estaba con Ginny en la Torre de Astronomía y subieron sus compañeros de Slytherin y se están peleando allá arriba"—contó con toda la rapidez que le permitía el poco aliento que había recuperado.
Los adultos avanzaron rápidamente hasta tener a la vista la Torre de Astronomía. Allí, casi en el borde, estaba Draco.
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--"Ginny, ¿te he dicho alguna vez que te quiero?"—preguntó Draco mirando cariñosamente a la chica pelirroja que estaba sentada a su lado en lo alto de la Torre de Astronomía. Habían subido allí para poder estar solos un rato, sin el resto de gente alrededor.
--"No. Esta es la primera vez que me lo dices"—respondió ella poniéndose ligeramente roja—"Yo... también te quiero, ¿sabes?"—le confesó ella.
Draco sonrió e iba a decirle algo cuando la trampilla de la torre se abrió y por ella salieron los antiguos amigos de Draco.
La pareja se puso en pie de un salto y Draco cubrió a Ginny a modo de escudo.
--"¿Qué queréis ahora?"—preguntó Draco tan fríamente como pudo.
--"Queremos respuestas. Queremos saber por qué ahora te juntas con la basura de Gryffindor"—demandó Crabbe acercándose un paso.
--"No creo que eso sea asunto tuyo"—respondió Draco retrocediendo un paso, pero procurando apartar a Ginny del borde de la torre.
--"No creas que esto se va a quedar así. Queremos respuestas"—terció ahora Goyle—"Y vamos a conseguirlas aunque sea a golpes"—dijo levantando los puños y acercándose también.
--"Muy bien. Si queréis pelea, la tendréis"—desafió Draco, aun a sabiendas de que con aquellas dos moles no podía.
Apartó a Ginny rápidamente cuando Crabbe atacó, esquivándole por muy poco.
Ginny gritó, diciendo que pararan.
Alguien más gritó desde abajo.
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Los profesores se acercaron alarmados al ver a Draco peligrosamente cerca del borde, esquivando golpes.
--"¡Draco!"—gritó Narcissa mirando asustada a su hijo.
Después de aquel grito todo sucedió muy rápidamente.
Draco desvió la vista para ver a su madre al pie de la torre, descuidando su atención de los dos adversarios que tenía enfrente. Crabbe golpeó y le dio, provocando que el muchacho rubio se tambaleara y cayera por el borde.
En aquel instante se veía aparecer a Harry y Ron, que habían conseguido llegar hasta arriba intentando cogerlo y fallando en el intento. Ginny chilló histérica al ver caer a Draco.
Los profesores alzaron sus varitas.
--"¡Wingar...!"—empezó a decir Silvart pero las palabras murieron en su boca cuando Draco quedó repentinamente envuelto en una luz dorada.
Cuando la luz se extinguió, lo que vieron los dejó boquiabiertos.
Draco estaba suspendido en el aire por una magnificas alas doradas, recubiertas de brillantes escamas.
Narcissa ahogó un sollozo mientras veía como su hijo se las apañaba para descender hasta el suelo.
--"¡Mama!"—gritó Draco cuando puso los pies en la tierra y corrió hacia su madre, todavía con las alas a su espalda. Madre e hijo se fundieron en un abrazo ante la muda mirada de los allí presentes.
--"Lo sabía"—consiguió decir Silvart al cabo de unos instantes—"Eres..."
--"No, por favor. Aquí no"—suplicó Narcissa—"Draco, hijo, tenemos muchas cosas de las que hablar"—dijo mientras miraba al director—"Albus, ¿podríamos volver a tu despacho?"—preguntó.
--"Sí, claro"—respondió Dumbledore saliendo de su estupor.
Severus miró a Silvart, pero ésta negó con la cabeza. De todas formas no tardarían en enterarse de la historia.
Entraron al despacho de Albus en silencio. Draco observó que allí estaban las maletas de su madre.
--"Mama... ¿qué...?"—preguntó señalando las bolsas.
Narcissa le contó su decisión de dejar a Lucius. Draco se sentó en una silla (afortunadamente las alas habían desaparecido, aunque no sabía como) y pensó sobre lo que su madre le acababa de decir. Finalmente habló.
--"¿Podré ir contigo?"—preguntó mirando a su madre.
--"Por supuesto cariño. No esperaba otra cosa. Silvart nos ha ofrecido su casa en España para vivir"—le contó su madre—"Pero ahora... hay algo más importante que debes saber"—dijo mientras tomaba asiento al lado de su hijo—"Draco, ¿recuerdas algo de la caída de la torre?".
--"Sí. Recuerdo que me recorrió una gran corriente de energía y cerré los ojos. Cuando volví a abrirlos tenían esas alas en la espalda"—relató el chico mirando pensativo el suelo.
--"Creo que ya es hora de que sepas la verdad. De quien soy yo y de quien eres tú"—empezó Narcissa—"Como tu profesora ya ha averiguado, no soy totalmente humana"—dijo mientras Draco abría los ojos desmesuradamente—"Mi madre era un dragón dorado y, por ende, tanto tu como yo lo somos. Lucius nunca supo lo que yo era. Siempre se lo oculté. Por medio de un antiguo conjuro oculté la marca del dragón en mi hombro y cuando tú cumpliste los cinco años, que es cuando suele aparecer esa marca, también puse en ti el conjuro. Quería evitar a toda costa que tu padre descubriera lo que eras"—contó Narcissa mirando alternativamente a su hijo y al resto de personas que estaban allí—"Me pasé toda mi vida rogando para que nunca dieras muestras de tus poderes. Pero sabría que algún día tendría que pasar"—tras esto Narcissa se quedó en silencio ante un aturdido Draco.
Silvart se acercó a ella.
--"Cuando nos dimos la mano esta mañana noté algo extraño. Ahora ya se que era"—dijo mirándola.
--"Entonces...¿lo has estado ocultando toda la vida, Narcissa?"—preguntó ahora Severus mirando a la mujer.
--"Sí. Pero sobre todo lo hice por proteger a Draco"—asintió ella.
--"Pero entonces... ¿ahora que hago? ¿Cómo les explico a los de ahí fuera lo que ha pasado?"—inquirió Draco mirándolos.
--"Puedes decir que yo lancé un hechizo para que te salieran alas"—sugirió Anabel—"Cómo soy un dragón dorado, se lo creerán y no te preguntarán nada más".
--"Bueno, pero... ¿podré decírselo a mis amigos? ¿A Ginny?"—preguntó nuevamente.
--"Eso es decisión suya señor Malfoy"—dijo amablemente Dumbledore—"Creo que por hoy ya han sido demasiadas sorpresas. Ahora os dejaremos solos para que habléis, Narcissa. Mientras tanto diré que te preparen una habitación para que pases aquí la noche"—ofreció Albus mientras se encaminaba a la puerta seguido por Severus, Anabel, Silvart y Valerie.
Narcissa asintió agradecida y se volvió a mirar a su hijo. Tenían mucho de que hablar.
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Una hora después, Draco se reunía con sus amigos, que le esperaban nerviosos en el vestíbulo.
Había tomado la determinación de contárselo todo y que ellos decidieran. Al cabo de diez minutos los cuatro jóvenes lo miraban alucinados. Pero no se lo tomaron mal. Era genial tener una profesora dragón, pero tener también un amigo... ¡guau!.
Draco se alegró de que no se hubieran asustado, así que, con una sonrisa, empezó a contarles los planes que habían hecho su madre y él.
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--"A esto se le llama tener una mañana completa"—dijo Silvart dejándose caer en el sillón de la habitación de Severus.
--"Pues te recuerdo que aún queda la tarde"—comentó Severus sentándose a su lado. Todavía estaba ordenando todo lo que acababa de ver y oír. Y seguía siendo increíble.
--"Sabes, tengo una estupenda idea"—propuso Silvart—"¿Por qué no nos metemos en la cama y esperamos a que termine el día? Así nos evitaremos más sorpresas".
Severus rió.
--"A pesar de ser una propuesta que me encanta me temo que voy a tener que rechazarla. Te recuerdo que tenemos clases que dar"—le indicó Severus mientras ella apoyaba la cabeza en su hombro.
--"¡Pues vaya! Sólo espero que el día no tenga más sorpresas. Hoy ya he tenido bastante"—musitó ella un poco fastidiada.
--"Sí. Y yo también"—apoyó Severus besándola cariñosamente en la cabeza.
Se quedaron así, abrazados y en silencio, hasta la hora de la comida.
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Para cuando llegó la noche, todo había regresado a la normalidad.
Los alumnos que habían visto la pequeña transformación de Draco, creyeron firmemente que Anabel había lanzado un hechizo para salvarlo. Silvart se dejó caer en la amplia cama de Severus con un sonoro suspiro.
--"Hoy a sido un día bastante largo"—comentó Severus mientras buscaba su pijama. Aunque de odas formas, no sabía ni por qué lo usaba. Cuando s despertaba por la mañana casi nunca lo llevaba.
--"Y que lo digas. Espero que no hayan más días como éstos"—dijo ella mientras se levantaba y cogía su camisón de un cajón de la cómoda. Se quitó la túnica y se lo puso. Abrió la cama y se deslizó entre las sábanas de seda oscura.
--"Gracias a Merlín que ya terminó el día"—añadió él mientras se metía en la cama con ella.
Silvart no tardó en acercarse y abrazarse a él.
--"Por cierto, he quedado mañana con Narcissa para llevarla a Silver Falls. Draco también vendrá"—le explicó ella—"Aprovechando que Lucius no está en casa, volverá un momento a la hacienda y recogerá las cosas de Draco"—terminó de contar.
--"De acuerdo. Así también podré ver yo también tu casa"—asintió Severus dándole un beso—"Buenas noches cariño".
--"Buenas noches"—respondió ella.
Unos minutos después, los dos estaban completamente dormidos.
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¡¡¡SIIIIIIIIIIII!!! ¡Por fin he conseguido terminar el capítulo! Han sido ¡16 páginas! Cada vez lo hago más largo. Aunque supongo que no os importa. Ya que tardo tanto, por lo menos lo hago larguito. Tengo los dedos hechos polvo de tanto escribir.
Ahora paso a comentar los reviews:
Patty Potter: chica, cuando veo tus reviews que quieres que te diga... ¡soy feliz! Me encantan tus super comentarios, en serio. Aquí te he puesto otra escena de Draco y Ginny (¿verdad que son monos? ^.^). Me preguntabas que eran las magdalenas. Pues son una especie de bizcochos. A mi me gustan rellenas de chocolate. Bueno Patty, espero que cuando leas este capi te guste. Espero tus comentarios. Un beso.
Lady Susyte: (las ondas mentales de Silvara no logran traspasar el casco de Susyte y a Silvara se le funden los plomos). Tranquila que dejaré tu mente en paz. No es que no me guste Sirius, es que simplemente le veo pinta de fanfarrón y quinceañero buscalíos. Así que me gusta meterlo en enredos. Muchas gracias por tu review y un beso.
Polgara: ya ves, al final sólo he puesto un capítulo y he tardado un montón. A ver si para el próximo no tardo tanto (siempre digo lo mismo. Parezco un disco rallado). Espero que te guste este capítulo también. He sacado más a Draco. Un abrazo y un beso.
Tomoyo: ya he comprado más kleenex, así que llora todo lo que quieras. Silvart me ha dicho que te presta a Sevvie solo un ratito, pero cuando ha ido a buscarlo a desaparecido. Hay que ver lo escurridizo que es. Espero que este capitulo no te haga llorar (no hay nada triste). Así que guardaré la caja de pañuelos para otra ocasión. Un beso.
También quiero darle las gracias a May Potter por sus comentarios en el messenger. No se por qué no me salen tus reviews. Vuelve a intentarlo otra vez.
Ahora, y como siempre os digo (Silvara pone el cd que ha grabado con sus típicas y reiterativas palabras):
¡¡¡DEJADME REVIEWWWWWWW!!! QUE NO CUESTA TANTO!!!
I
I
I
I
I
I
I
V
Como os digo mucho últimamente (hay que ver como repito esta frase en los últimos capítulos): Mil perdones por el retraso. Esta vez he batido récords tardando en subir el capi. Pero tengo excusa: estaba muy ocupada. Espero no tardar tanto en poner el siguiente capitulo (eso creo que también lo digo demasiado).
Bueno, sobre todo dar las gracias a todos los que me enviáis reviews (y a los que leéis mi historia pero no enviáis comentarios). Me hacen mucha ilusión. Como siempre los comentaré al final del capitulo.
Quiero añadir (por si no lo he dicho otras veces), que esta historia se la dedico a la persona que más quiero: para tu Javi. Un beso.
Bien, dicho todos esto os dejo con el capitulo. Espero que os guste.
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Capítulo 12: Alas de oro.
Cuando al día siguiente por la mañana Severus y Silvart entraron en la sala de profesores todos los ojos se volvieron hacia ellos.
--"¿Y bien?"—preguntó Remus mirando a la pareja expectante.
La cara de Silvart se iluminó con una radiante sonrisa y alargó la mano en su dirección.
Allí, en el anular de su mano derecha, brillaba bajo el efecto de un rayo de sol, el anillo de compromiso que Severus le había regalado la noche anterior.
--"¡Enhorabuena!"—exclamó Remus al tiempo que se acercaba y le daba un abrazo a Silvart y después se dirigía a Severus para estrecharle la mano—"Ya creí que nunca te decidirías".
--"Estaba esperando a la mujer adecuada"—Severus sonrió mientras estrechaba la mano de Remus y lanzó una cariñosa mirada a Silvart, que en aquel momento estaba siendo felicitada por Fleur, que miraba ilusionada el anillo.
--"¿Alguien puede explicar que es lo que pasa?"—preguntó Minerva mirando confundida a las dos parejas hasta que sus ojos se posaron en la mano de Silvart.
Abrió desmesuradamente los ojos y levantó la vista sorprendida hacia Severus.
--"¡No! ¿Lo que estoy pensando es verdaderamente lo que creo que estoy pensando?"—preguntó anonadada.
--"Sí"—respondió un sonriente Severus—"Le he pedido que se case conmigo y me ha dicho que si"—concluyó ante el momentáneo estupor de los profesores allí presentes.
Cuando reaccionaron enseguida empezaron a felicitarlos.
--"¡Vaya muchacho! Te ha costado, ¿eh?"—dijo Flitwick dándole a Severus un par de golpecitos a la altura del codo. Con lo bajito que era no llegaba más arriba.
--"Sinceramente. Nunca creía que viviría para ver esto"—comentó la señora Pomfrey mientras le daba a Severus un abrazo del cual éste intentó zafarme inútilmente.
--"Ni yo tampoco. Me alegro mucho Severus"—confesó Minerva mientras intentaba coger a Severus que se había apartado intentando evitar más abrazos. No hace falta decir que no lo consiguió y tuvo que soportar el cariñoso abrazo de McGonagall.
Justo cuando la profesora Sprout empezaba a acercarse para capturarlo en otro odioso abrazo, se abrió la puerta y Sirius, que era quien estaba entrando en aquel momento se quedó parado en la puerta provocando que Mundungus, Arabella, Dumbledore, Alexis y Valerie, que iban tras él, chocaran con su espalda con la consecuencia de que Sirius acabó dándose de bruces contra el suelo.
--"Sirius, está bien que tu forma de animago sea un perro pero tampoco es necesario que te pases todo el día en el suelo"—comentó Remus mirando a su amigo con una sonrisa burlona. El resto de personas estallaron en carcajadas.
Sirius se puso en pie rojo por la vergüenza y la furia. Se sacudió la ropa y los miró altaneramente.
--"¿Se puede saber que es lo que pasa para que éste reciba tantos abrazos?"—preguntó señalando despectivamente a Severus.
--"Eso. ¿Qué es lo que pasa?"—inquirió también Albus con una luz divertida en sus ojos azules. Evidentemente lo sabía. Pero, ¿había algo que él no supiera?.
--"Pues que éste, como tú tan amablemente le has dicho, se casa"—explicó Minerva mirando ligeramente enfadada a Sirius, el cual se acababa de quedar blanco del susto.
--"¡Primita! ¡Felicidades!"—exclamó Alexis tan cerca del oído de Sirius que hizo que éste volviera a saltar llevándose una mano al oído—"Hay que ver. Y parecía tonta cuando la cambiamos por el botijo"—dijo Alexis mientras le daba a Silvart tal abrazo que incluso la levantó en el aire.
--"¡Jo! ¡No es justo! La más joven y la primera en casarse"—dijo Valerie acercándose y dándole un fuerte abrazo a su amiga. Después se dirigió a Severus—"Cuídala bien o te las tendrás que ver con una manada de vengativos dragones"—le advirtió bromeando mientras estrechaba su mano.
--"Lo haré, no te preocupes"—respondió Severus.
--"Recibid mi más cordial enhorabuena"—les felicitó Dumbledore tomando las manos de la pareja entre las suyas—"No sabéis lo feliz que me hace esto. ¿Y para cuando es la boda?"—preguntó mirando a los dos.
--"Para cuando termine el curso"—indicó Severus.
--"Y nos gustaría celebrar aquí, en la escuela, la ceremonia"—añadió Silvart.
--"Por supuesto querida. Me encanta que celebréis aquí vuestra boda"—asintió Albus.
Se le veía realmente contento. Dumbledore apreciaba mucho a Severus. Era el único que soportaba su mal carácter.
Valerie se acercó a Sirius que continuaba en estado de shock junto a la puerta.
--Oye, éste está en obsai"—dijo Valerie pasando una mano varias veces por delante de sus ojos—"¡Hoooolaaaaa! ¿Estás ahí?"—preguntó intentado que reaccionara.
--"..."—Sirius siguió embobado.
--"Sirius, amigo. Reacciona de una vez"—se acercó ahora Remus y lo sacudió un poco.
--"..."—Sirius siguió en las mismas. Ahora incluso por la boca entreabierta le caía la baba.
Aquello empezaba a ponerse divertido. Silvart se acercó y le observó con una expresión divertida.
--"Ya veréis que pronto reacciona"—dijo mientras se ponía a su lado.
--"¿Qué vas a hacer?"—preguntó Arabella que observaba interesada la expresión sumamente estúpida de Sirius.
Silvart puso sus manos alrededor de la oreja de Sirius. Volvió a mirar su cara y como no notó ninguna variación se giró hacia los demás.
--"Taparos los oídos"—les advirtió mientras murmuraba—"Sonorus".
Se volvió hacia la oreja de Sirius, tomó aire y gritó.
--"¡¡¡¡SIRIUUUUS!!!!"—el bramido fue tan potente que temblaron hasta las paredes.
Black dio un espectacular brinco y se estrelló contra la pared. La miró totalmente aterrorizado y sorprendido.
--"¡Pero tú estás loca! ¡¿Por qué demonios has hecho eso?!"—preguntó a punto de darle un ataque mientras la miraba con los ojos desorbitados.
--"¡Anda! Pues si que estaba vivo"—comentó Silvart de nuevo con un volumen de voz normal. Se echaron todos a reír mientras Sirius se incorporaba y los miraba enfadado.
--"¿Lo que habéis dicho antes es cierto?"—preguntó algo molesto. Que la persona que más detestaba (aparte de Lord Voldemort) fuera a casarse y encima con una chica tan increíble como aquella era algo que le resultaba incomprensible.
--"Sí. Vamos a casarnos. ¿Tienes algo que objetar Black?"—le confirmó Severus con su típica sonrisa despectiva "made in Severus".
Remus le lanzó a Sirius una mirada de advertencia y este se guardó cualquier comentario hiriente que pudiera tener.
--"No, nada"—se quedó pensando un momento—"¿Puedo felicitar a la novia?"—dijo finalmente mirando a Severus. Éste sonrió y asintió. Sirius estaba haciendo una tregua. Abrazó a la chica y, después de algunas reticencias estrechó la mano de Severus.
--"Bien, bien. Señores, no se ustedes pero yo tengo hambre"—habló Dumbledore mirando ligeramente orgulloso y satisfecho el apretón de manos entre los dos hombres—"¿Qué tal si nos vamos al comedor y desayunamos?"—sugirió mientras caminaba hacia la puerta.
--"Me parece una excelente idea"—añadió Mundungus siguiendolo.
El resto de profesores y miembros de la Orden del Fénix salieron tras ellos. Silvart salió con Valerie y Fleur, las cuales ya estaban proponiendo ideas para el traje de la novia. Valerie comentó algo que debía ser escandaloso porque Silvart la miró escandalizada y Fleur se puso como un tomate.
Severus se acercó a Remus, que estaba mirando a las tres chicas que iban delante.
--"¿Y tú cuando piensas pedírselo?"—le preguntó mirándolo interesado.
Remus se puso rojo y dejó de mirarlas.
-"¿Qué...? Yo... no sé... no creo que ella..."—balbuceó confundido y avergonzado.
--"¡Pero vamos! ¿Qué te impide intentarlo?"—inquirió nuevamente Severus.
--"Ya sabes lo que soy Severus. No creo que ella quiera atarse a mí"—la voz de Remus sonaba ligeramente amarga—"Además, en el caso de que se lo pidiera, nos casáramos y tuviéramos hijos, ¿qué pasaría? Puedo pasarles mi licantropía y eso no podría soportarlo"—concluyó mirando el suelo.
--"¿Qué pasa ahora?"—preguntó Sirius acercándose a ellos por detrás.
Remus no abrió la boca así que Severus tuvo que aclarárselo.
--"Pues pasa que Remus está enamorado de Fleur y, por lo que sé, ella también lo está de él. Pero es tan cobarde que no se atreve a pedirle que se case con él porque teme que ella le rechace por ser un hombre lobo"—explicó Snape de carrerilla.
--"¿Pero que tonterías son esas Remus? ¿Tan poco te valoras?"—Sirius lo miró sorprendido.
--"Me temo que esta vez estoy de acuerdo con Black"—dijo Severus—"Te valoras muy poco Remus. Por lo menos podrías intentarlo".
--"Severus tiene razón. Si no se lo preguntas nunca sabrás lo que opina ella"—añadió Sirius pasando su brazo por los hombros de su amigo.
--"No se. Tengo que pensarlo"—dijo Remus—"De todas formas gracias por el apoyo".
--"Para eso estamos los amigos ¿no?"—añadió Sirius mientras volteaba para ver a Severus que estaba tras ellos, mirando algo al fondo del pasillo.
--"¿al suelo!"—advirtió Severus agachándose mientras un pastel de nata pasaba volando sobre su cabeza.
Remus se agachó inmediatamente pero Sirius, todavía sorprendido no se agachó. Y sufrió las consecuencias. El blanco pastel dio de lleno en su cara. Remus miró a su amigo que seguía en pie con la tarta en su cara y se echó a reír. Pero se le cortó la risa de inmediato cuando otro pastel hizo blanco en su cara.
--"¡Pero que demonios...!"—empezó a decir Remus quitándose la nata de los ojos. Sirius se estaba comiendo parte de la que había en su cara.
--"Oh, oh"—dijo Severus volviéndose a poner en pie mientras miraba de nuevo al fondo del pasillo—"Más vale que empecemos a correr"—advirtió dándose la vuelta.
Remus y Sirius miraron tras él y abrieron desmesuradamente los ojos. Hacia ellos se dirigían montones de tartas de nata volando a toda velocidad y tras ellas...
--"¡¡BINGOOO!! YA LE HE DADO A DOS"—chilló Peeves palmoteando alegremente—"¡AL ATAQUEEE!".
Los tres hombres se miraron y echaron a correr hacia el comedor con toda la rapidez que les permitían sus piernas.
Las puertas del Gran Comedor se abrieron repentinamente y una tarta de nata entró volando por ellas. Tras la tarta pasaron tres personas recubiertas de nata de arriba abajo que se apresuraban a cerrar las puertas tras ellos. Una última tarta impactó en uno de ellos antes de que consiguieran cerrar las puertas.
Silvart se levantó de la mesa de profesores y aguzó un poco la vista.
--"¿Severus?"—preguntó mirando a una de las tres personas recubiertas de nata. El comedor se quedó en silencio contemplándolos.
Uno de los montoncitos de nata levantó la mano.
--"Presente"—dijo Severus mientras intentaba quitarse parte de la blanca sustancia de la cara.
--"¿Remus?"—preguntó ahora Fleur mirando a otra de las tartas andantes.
--"Yo mismo"—dijo Remus agitando levemente la mano.
--"Y yo soy Sirius, no hace falta que pregunte nadie"—dijo éste mientras se pasaba una mano por la cara para quitarse la nata.
De repente se oyó una fuerte carcajada. Todos miraron asombrados a la persona que reía sin poder parar.
Dumbledore estaba apoyándose en la mesa riendo a mandíbula batiente y mirando a los tres avergonzados hombres.
--"¡Ay! Hay que ver como se repiten las cosas"—comentó cuando pudo controlar un poco la risa—"Según recuerdo esto ya os pasó cuando erais estudiantes y también entrasteis aquí los tres llenos de nata. ¡Pero ahora resulta más divertido!"—dijo mientras empezaba de nuevo a reír.
Al instante todo el comedor se estaba riendo de los pobres hombres que se habían acercado a la mesa de profesores.
Silvart se levantó con una servilleta en la mano y empezó a limpiarle la cara a Severus. Fleur hizo lo mismo con Remus y, para asombro de todos, Valerie se acercó y se puso a hacer lo mismo con un agradablemente sorprendido Sirius.
--"Estáis para comeros"—comentó Silvart—"Sólo falta poneros una guinda en la cabeza y seríais el pastel perfecto"—añadió aguantando la risa.
--"Pues yo sigo sin verle la gracia"—dijo Severus malhumorado. Los otros dos asintieron ante lo que dijo Severus.
--"Pues debéis ser los únicos"—dijo Valerie mientras limpiaba cuidadosamente la cara de Sirius y aprovechaba para lanzarle apreciativas miradas.
Cuando consiguieron adecentarlos un poco, pudieron continuar con el desayuno. Valerie volvió a su mesa, seguida por la lastimosa mirada de Sirius. Al parecer había encontrado una nueva presa. Aunque no quedaba muy claro quien era en esta caso el cazador y quien la presa.
Tras el desayuno (café con nata ^.^), creyeron conveniente ir a darse una ducha y quitarse el pegajoso dulce de encima suyo (¿alguna se anima a ayudarlos? ¬¬').
Severus terminó de arreglarse. Puso un hechizo secante en su pelo y salió del baño. Silvart estaba cómodamente sentada en el sillón leyendo el periódico. Levantó la vista al oírlo y sonrió.
--"¡Qué pena! Con lo mono que estabas de pastelito"—dijo ella con tono burlón.
--"Ten cuidado no acabes algún día como una tarta tú también"—gruñó amenazante Severus mientras recogía unos pergaminos de su mesa—"¿Con quien tienes clase ahora?"—preguntó mientras ella se ponía en pie y se acercaba a él.
--"Adivina adivinanza..."—respondió ella poniendo los ojos en blanco y levantando las manos.
--"Mi grupo favorito. Slytherin y Gryffindor"—confirmó él—"Buena forma de retomar las clases"—añadió mientras salían de los aposentos privados de Severus. La puerta se cerró tras ellos e inmediatamente desapareció, tomando la apariencia de una pared.
--"¿Y a ti que te toca?"—inquirió ahora ella mientras avanzaban juntos por el pasillo.
--"Ravenclaw"—contestó el mirándola de soslayo y aguantando una sonrisa al ver la cara que puso ella.
--"Qué envidia. ¿Me cambias la clase?"—sugirió Silvart con carita de ángel.
--"¿Y arriesgarme a perder la mazmorra? No, creo que no"—respondió él recordando la vez que ella le contó sus aventuras en un laboratorio de pociones. Fue el día que se conocieron. Cuanto tiempo había pasado de aquello. Quien le iba a decir a él que aquella chica de pelo plateado y ojos cobalto que lo arrolló en el Callejón Diagon hacía unos meses se convertiría a comienzos de verano en la señora Snape. Se quedó pensando un momento y después rió.
--"¿Qué tiene tanta gracia?"—preguntó ella picada dándole un codazo.
--"¿Has visto cómo quedarán nuestras iniciales cuando nos casemos éste verano?"—dijo él mirándola mientras ella fruncía el entrecejo.
Ella arqueó una ceja y sonrió.
--"Tienes razón. Serán S. S. y S. S."—comentó—"Señor Severus Snape y señora Silvart Snape. ¡Cuanta s! Pero me gusta como suena"—añadió mirándolo cariñosamente.
--"A mí también me gusta"—apoyó él. Se detuvo frente a una puerta—"Bien, ya hemos llegado a mi clase. ¿Te recojo antes de la comida en tu despacho?"—inquirió mientras la tomaba de la cintura para acercarla más a él.
--"No. Quiero ir a montar un poco después de la clase. Te veré en la comida, ¿de acuerdo?"—le indicó ella mientras retiraba un mechón de pelo negro de la cara de él.
--"De acuerdo. Aunque si tengo tiempo iré a verte montar"—aceptó Severus.
Ella sonrió encantada y él se inclinó para darle un suave pero inesperadamente largo beso de despedida.
Los alumnos de la casa Ravenclaw que llegaban en aquel momento se quedaron totalmente anonadados. Aquello era más de lo que esperaban ver en toda su vida. ¡El insufrible profesor Snape besando a su profesora de Defensa contra dragones!.
Era sabido por todos que mantenían una relación pero nunca habían dado tales demostraciones de cariño en medio de un pasillo y ante sus alumnos.
Silvart se separó un poco y miró de soslayo a los estudiantes.
--"Cariño, me parece que tus alumnos están en estado de shock"—comentó divertida mientras Severus volteaba ligeramente la cabeza para mirarlos.
--"Que la gente se quede así cuando nos ven juntos empieza a convertirse en una costumbre"—murmuró él mientras deshacía el abrazo y se giraba hacia sus pobres alumnos—"¿Piensan entrar en el aula alguna vez señores?"—les indicó sarcásticamente.
Ellos cabecearon afirmativamente y entraron tan rápido en el aula como sus piernas se lo permitieron.
--"Bueno amor. Será mejor que entres ahí dentro antes de que alguno provoque algún accidente"—dijo ella en señal de despedida—"Te veo luego"—y dicho esto le dio un rápido beso y escapó antes de que él pudiera cogerla.
Severus suspiró y entró en el aula, cerrando la puerta tras de sí. Se dirigió hacia la pizarra y se giró para enfrentar a los estudiantes.
--"Buenos días señores. La clase de hoy consistirá en la realización de una poción de fuerza. Tomen nota de los ingredientes"—dijo mientras cogía una tiza y comenzaba a anotarlos en la pizarra mientras al mismo tiempo empezaba a dictarlos.
Se oyó un pequeño revuelo de papeles y a los pocos segundo lo único que se oía en el aula era la tiza sobre la pizarra y el raspado de las plumas en los pergaminos.
Tras explicarles como realizar la poción, se dedicó a pasear entre las mesas mientras pensaba en la cantidad de cambios que había sufrido su vida en apenas dos días. De ser un ex-mortífago y soltero a pertenecer a la Orden del Fénix y estar prometido con la mujer más maravillosa del mundo. Había que ver la de vueltas que daba la vida. Volvió a la realidad cuando uno de los alumnos reclamó su atención. Severus localizó la mano alzada y se acercó.
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Silvart iba por el pasillo hacia su despacho mientras tarareaba una canción. En algún momento ejecutó algunos pasos de baile, lo cual provocó que los alumnos que se cruzaban con ella se preguntaban si había perdido un tornillo. Rió divertida ante la cara estupefacta de los pobres estudiantes.
--"¿Me concedería este baile?"—Silvart se volvió sonriente a la voz e inclinó ligeramente la cabeza.
--"Por supuesto Albus. Será un placer"—respondió ella alargando la mano hacia el director. Y ni cortos ni perezosos se pusieron a bailar por el corredor.
Los alumnos que los observaban sacudieron la cabeza y se dirigieron a sus respectivas clases murmurando lo locos que estaban algunos profesores.
--"Se te ve radiante"—comentó Albus mientras bailaban al ritmo de un vals imaginario.
--"Simplemente soy feliz"—dijo ella mientras continuaban dando vueltas—"Severus me quiere, el sol brilla, hace calor y en cuanto ponga mis mano sobre Lucius o Voldemort voy a retorcerles el pescuezo"—continuó con una bonita sonrisa.
Dumbledore la miró con una chispa divertida en los ojos.
--"Eso es algo que nos gustaría a todos querida"—dijo mientras daban una pequeña reverencia, dando por finalizado el vals—"Te acompaño hasta tu despacho"—añadió mientras le ofrecía el brazo. Ella lo tomó y empezaron a caminar.
--"Albus, Severus y yo queríamos pedirte una cosa"—dijo ella tentativamente—"Nos gustaría que tu oficiaras el ritual"—terminó de decir mientras lo miraba de soslayo.
--"Para mi será todo un placer. Pensaba ofrecerme yo mismo, pero como sabía que clase de ceremonia haríais..."—Albus aceptó enseguida, realmente emocionado de que hubieran pensado en él para realizar su boda.
--"Bueno, conociendo a Severus, ya deberías saber que prefiere la tradición antigua"—indicó Silvart—"Habíamos pensado también el celebrar la oda un día después de terminar el curso, ¿te parece bien?"—añadió mientras se detenían ante la puerta de su despacho.
--"¡Estupendo! Es una buena fecha. Además podéis aprovechar todo el verano para iros de luna de miel"—dijo el director con un brillo pícaro en los ojos—"Por cierto, ¿dónde pensáis vivir?"—preguntó curioso.
--"Teníamos pensado quedarnos aquí, en Hogwarts, durante el curso. En las vacaciones de Navidad y de Semana Santa, iríamos a su hacienda, Soul Lake. Y en las vacaciones de verano iríamos a la mía, Silver Falls, que está al lado del mar"—le contó ella mientras ondeaba una mano hacia la puerta para levantar los hechizos protectores.
-"Muy bien. Entonces para cuando empiece el curso tendréis acondicionada una habitación para los dos. ¿Dónde os gustaría?"—ofreció Dumbledore observándola.
--"En eso Severus me deja elegir. La única condición es que no sea cerca de la Torre Gryffindor. Así que había pensado que podríamos usar las habitaciones superiores de la Torre Slytherin. Al fin y al cabo nadie las utiliza"—pidió ella mientras entraba en el despacho.
--"Muy bien. Pues tendréis esas habitaciones. Para Severus será un gran cambio. De los calabozos a lo alto de la torre"—comentó Albus—"Aunque con la cantidad de cambios que ha habido últimamente no creo que uno más se note".
--"No, yo tampoco lo creo"—dijo Silvart sonriendo—"Bueno director, ha sido auténtico placer bailar con usted pero el deber me llama"—añadió despidiéndose del director.
--"Pues entonces te dejo. Ya sabes, cuando quieras bailar siempre estoy disponible"—se despidió también Albus—"Que tengas un buen día Silvart".
--"Igualmente Albus"—correspondió ella.
Dumbledore inclinó ligeramente la cabeza en señal de despedida y se alejó por el pasillo.
Silvart entró en el despacho y se acercó al escritorio para recoger los trabajos corregidos. Miró a su alrededor comprobando que no se dejaba nada y después salió hacia su clase.
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--"¿Entonces es verdad que se van a casar?"—preguntó Ron mirando con incredulidad a Harry, que estaba sentado a su lado.
--"Sí. Me lo ha dicho Sirius hace un rato. El tampoco se lo creía. Remus me contó que Sirius se había quedado en estado de shock cuando se enteró y que Silvart tuvo que hacerlo reaccionar con un grito"—les contó Harry a Ron y Hermione que escuchaban atentamente.
Alguien más les estaba oyendo y les miraba como si estuviera evaluando algo. Al final decidió que bien valía la pena intentarlo. Si le insultaban tampoco importaba, de todas formas sería lo más probable y ya estaba acostumbrado. Se levantó y se acercó.
--"Perdonad..."—dijo mirándoles nerviosamente.
Los otros tres giraron la cabeza, como el resto de la clase. Ya pensaban que se avecinaba otra pelea.
--"¿Qué quieres Malfoy?"—preguntó Harry un poco bruscamente. Era la primera clase y no tenía muchas ganas de bronca.
--"Estooo... solo quería... a ver... preguntaros..."—dijo él con un balbuceo muy poco normal en él.
--"Dilo de una vez. Tranquilo que no mordemos"—le ayudó Hermione viendo los problemas que tenía el chico.
Draco respiró hondo y lo soltó.
--"Quería preguntaros si podía sentarme con vosotros. Me gustaría... que pudiéramos... ser... amigos"—esto último lo dijo tan bajito que casi como le oyeron.
El trío se le quedó mirando un tanto anonadado y después se quedaron mirándose entre sí, como decidiendo que hacer. Los compañeros de casa de Draco se habían quedado helados. Sabían que Draco había cambiado mucho y que salía con Ginny Weasley pero de eso a querer juntarse con Potter y compañía...
Draco se retorció las manos nervioso y al final se dio por vencido.
--"Sabía que no querríais"—dijo en un murmullo y se dio la vuelta para volver a ocupar su escritorio.
--"Espera Draco... no te hemos dicho que no"—dijo Harry provocando que el chico se parara en seco. Se giró para mirarlos ligeramente aturdido—"Podemos intentar ser amigos siempre que dejes de insultarnos. Nada de sangre-sucia o pobretón o cosas así, ¿de acuerdo?"—añadió Harry mirando inquisitivamente.
--"¡Por supuesto que no! Tenéis mi palabra"—respondió Draco rápidamente con un brillo esperanzado en los ojos.
--"Pues entonces... ¿a qué esperas para traer tus cosas?"—comentó Hermione observándolo.
Éste asintió y rápidamente volvió a su escritorio a recoger sus libros.
--"¿Pero a ti se puede saber que te pasa?"—le preguntó Pansy ligeramente furiosa.
Crabbe y Goyle continuaban atontados, además de ser muy lentos con las palabras.
--"Que estoy harto de vosotros. De tener que fingir algo que no soy para que parezca que soy un buen Slytherin. ¡Pues ya estoy harto! Ahí os quedáis"—les gritó Draco y dicho esto cogió su bolsa y se sentó al lado de Harry, que había observado tensamente el pequeño choque de Draco y sus compañeros.
--"Sabes que esto te va a traer problemas"—le comentó Harry mientras el muchacho rubio sacaba sus libros.
--"Lo se. Pero no me importa. Estoy cansado de ser alguien que no soy, de tener que cumplir lo que mi padre espera de mi. Se acabó. Ya no aguanto más"—dijo Draco en un murmullo un tanto ruidoso.
Alguien le dio un par de palmaditas en la espalda. Levantó la vista y se encontró con los ojos canela de Hermione.
--"No te preocupes. Estaremos aquí para apoyarte. Para eso están los amigos"—le animó ella con una sonrisa. Draco le devolvió la sonrisa.
--"Gracias Hermione. Gracias a los tres"—agradeció él.
En aquel momento la profesora entró por la puerta y Hermione volvió a ocupar su sitio.
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Silvart entró pensativa en el aula, así que no se fijó en el alumno que había cambiado de sitio. Dejó la gran cantidad de pergaminos que llevaba en los brazos sobre la mesa y se volvió a mirar a sus alumnos.
--"Buenos días chicos"—les saludó mientras recorría con la vista la clase. Se extrañó un poco cuando vio el sitio de Draco vacío pero más se asombró cuando lo vio sentado al lado de Harry, Ron y Hermione. Decidió continuar con la clase y después preguntaría—"Tengo aquí vuestros trabajos. Perdonad el retraso en devolveroslos pero he estado un poco... ocupada"—les indicó mientras rodeaba la mesa para sentarse en la silla—"A medida que os vaya llamando venís a recogerlos"—y dicho esto empezó a llamarlos mientras les daba sus pergaminos correspondientes.
--"Draco Malfoy"—llamó Silvart con los trabajos del muchacho en la mano.
Éste se acercó a recogerlos.
--"Después de la clase quiero hablar contigo"—le dijo ella en voz baja mientras Draco recogía sus pergaminos. El chico asintió y ocupó de nuevo su sitio.
Después de llamar a otros cinco alumnos, Silvart terminó de repartir todos los trabajos. Se puso en pie y rodeó su escritorio para estar frente a su clase.
--"Me han dicho que mis amigos os han estado contando algunas historias sobre dragones"—empezó ella mientras se sentaba sobre la mesa—"Pues bien, me gustaría que me hicierais un pequeño resumen de las historias que más os gustaron y me lo traéis la semana que viene, ¿de acuerdo?"—preguntó ella.
La clase asintió y ella continuó.
--"Visto ese punto, continuaremos. A partir de ahora continuaremos con las clases teóricas. Aunque no descarto hacer alguna que otra clase práctica"—les explicó ella mientras se movía para poder cruzar las piernas bajo ella, como si estuviera haciendo yoga—"En lo referente al examen"—sonrió interiormente a la cantidad de murmullo y miradas extremadamente atentas que acompañaron a esta última palabra—"Tenía pensado hacer una parte teórica y otra práctica, pero de momento sólo es segura la parte teórica. La práctica ya veremos. Ahora continuaremos con la clase. Hoy hablaremos de las primeras alianzas de los dragones y los humanos"—indicó Silvart mientras los estudiantes cogían sus plumas para empezar a tomar apuntes.
Hora y media después, la campana que indicaba que ya era hora de almorzar sonó y los alumnos empezaron a recoger sus cosas y a salir del aula.
--"Te esperamos fuera Draco"—dijo Harry mirando al chico que estaba a su lado mientras los anteriores amigos de Draco salían bastante enfadados y todavía algo desconcertados por la actuación del muchacho.
Draco asintió con una ligera sonrisa y después se giró para acercarse donde Silvart le esperaba. La profesora observó como Hermione cerraba la puerta al salir y después centró su atención en el chico de ojos grises que estaba frente a ella.
--"Bueno Draco, ¿a qué ha venido ese cambio de sitio?"—preguntó curiosa mientras le indicaba su alumnos que se sentara.
--"Es muy simple. He decidido cambiar de amigos. En realidad mis compañeros de Slytherin nunca han sido mis amigos y nuca los he aguantado. Lo hacía porque era lo que mi padre quería. Pero ya estoy cansado de vivir según lo que él espera de mí. Me cansé de ser su marioneta"—le dijo Draco mientras jugaba nerviosamente con el borde de su túnica.
Silvart lo miró seria y pensativamente.
--"Sabes que te vas a meter en líos"—dijo finalmente mientras tamborileaba con los dedos en la mesa.
--"Además, estoy saliendo con Ginny y así podré estar más tiempo con ella"—continuó contando Draco—"¿Crees que he hecho mal?"—preguntó levantando la mirada.
--"No"—dijo ella negando con la cabeza—"Tan solo ha sido un poco... repentino. Pero creo que es una buena decisión. De todas formas ten cuidado y procura no meterte en líos"—añadió Silvart poniéndose en pie—"Y ahora será mejor que te vayas. Creo que tus nuevos amigos te están esperando"—le dijo con una sonrisa a Draco.
Draco se puso en pie, recogió sus cosas y despidiéndose de ella salió del aula, donde le esperaban sus nuevos amigos para ir al comedor.
Silvart salió unos pocos minutos después y una vez cerrada el aula se dirigió a su habitación para cambiarse de ropa.
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Severus consultó su reloj. La una menos cuarto. Hasta la una y media no empezaría la comida y ya no tenía ninguna clase más para dar.
--"Tal vez todavía esté montando"—pensó mientras guardaba unos tarros con ingredientes en el armario—"Podría ir y hacerle una visita".
Cerró el armario de ébano con una pequeña llave dorada que pendía de una cadena que llevaba en el cuello.
Salió de la fría humedad de los calabozos hacia la templada y agradable luz del sol. Hacía un día de primavera realmente magnífico. Cruzó la puerta que daba al jardín y miró.
Sobre la verde hierba que rodeaba la cabaña de Hagrid había una especie de borrón negro dando vueltas a toda velocidad. Se acercó mientras el borrón empezaba a reducir sus vertiginosas vueltas hasta detenerse.
Silvart le dio un par de palmadas en el cuello a Aldebarán.
--"Estás en buena forma amigo"—le dijo cariñosamente al animal—"Me alegra ver que los años todavía no han hecho mella en ti"—el caballo resopló mientras ella desmontaba.
--"Creo que con lo que le has hecho correr se ha ganado una ración extra de comida"—comentó Severus mientras se acercaba a ella.
Observó al animal que resoplaba pesadamente después de la carrera y que, ante el comentario de Severus, relinchó en la aprobación.
--"Hola cariño"—saludó Silvart mientras conducía al caballo hasta la cuadra—"Me parece que lo de la ración extra de comida no va a poder ser. Estás demasiado gordo. Tendré que decirle a Hagrid que no te ponga tanta comida"—dijo dirigiéndose al negro animal, que resopló ligeramente frustrado.
--"¿Qué tal ha ido tu clase?"—preguntó Severus mientras cogía la montura que Silvart le había quitado al caballo y la ponía sobre un caballete de madera.
--"Excesivamente tensa"—respondió ella quitándole el bocado a Aldebarán y colgándolo en la pared—"Ha habido algunos pequeños cambios un tanto sorprendentes"—continuó ella mientras cogía una manguera y empezaba a lavar al caballo.
Severus se apartó para evitar mojarse y la contempló expectante. Tenía curiosidad por saber cuales serían esos cambios.
--"Habla de una vez que me tienes en ascuas"—la presionó mientras se apoyaba contra la puerta.
--"Draco a dejado a sus amigos de Slytherin"—soltó Silvart de golpe—"Y ahora va con Harry y compañía"—continuó contando mientras cerraba la llave del agua y dejaba la manguera en el suelo.
--"¡¿Qué?!"—exclamó Severus con los ojos muy abiertos (algo así, vamos, O_O)—"¿Y eso a que se debe?"—preguntó mientras su cabeza empezaba a analizar las consecuencias de la decisión del chico. Aunque en aquel momento sólo se le ocurría una y era PROBLEMAS.
--"En resumidas cuentas, me ha dicho que se cansó de ser la marioneta de su padre"—indicó ella dándole una palmada en los cuartos traseros al caballo, indicándole que podía irse.
--"¿Pero ese loco sabe dónde se mete? Porque no dudes en que esto no tardará en llegar a los oídos de Lucius. Se lo va a comer vivo"—comentó Severus al tiempo que salían de la cuadra y se encaminaban al castillo.
--"Sí que lo sabe. Y dice que le da igual. Que no le importa lo que piense su padre. Hasta me atrevería a decir que Draco se alegraría si a Lucius se lo tragara la tierra"—añadió ella.
Llegaron a la entrada que daba al vestíbulo y Silvart se sacudió un poco las botas para quitar el barro que tenía pegado. Se dirigieron hacia los aposentos de ella esquivando a los alumnos que salían de su última clase de la mañana.
--"Tendré que vigilar más de cerca ahora a los alumnos de mi casa. No creo que esa decisión les haya hecho mucha gracia"—dijo Severus mientras evitaba un escalón falso que provocaba una gran cantidad de accidentes al año, sobretodo entre los del primer curso.
--"No, supongo que no"—comentó ella.
Se detuvieron ante la pintura que daba acceso a la Torre Orión, donde se alojaba ella. Murmuró la contraseña y el cuadro les dejó pasar. Subieron hasta la habitación de ella y entraron.
Aun no habían cerrado la puerta cuando oyeron un aleteo en el balcón. Había un búho real en el alféizar, esperando que le dejaran entrar.
--"Que extraño. Ese búho es de la familia Malfoy"—comentó Severus extrañado mientras abría la puerta del balcón y el espléndido animal entraba y se posaba sobre la mesa. Se acercó y soltó la carta que llevaba atada a la pata. La abrió y la leyó.
--"Mierda. Esto se pone peor"—dijo mientras seguía contemplando la carta.
--"¿Qué sucede Severus? ¿De quien es la carta?"—Silvart lo miró curiosa. La intrigaba aquella carta.
Severus suspiró.
--"Es de Narcissa, la madre de Draco"—explicó él mientras doblaba la carta y la dejaba sobre la mesa—"Va a dejar a Lucius"—concluyó él llevándose una mano al puente de la nariz y apretándolo.
Silvart se quedó con la boca abierta, estupefacta.
--"¡Anda, la leche!"—consiguió decir ella finalmente—"De esta a Lucius le da un ataque"—dijo con una media sonrisa.
--"También dice que vendrá dentro de dos días, aprovechando que Lucius tiene que salir de "viaje" durante unos días, y que aprovechará para decírselo a Draco"—siguió contando Severus el contenido de la carta.
Silvart se mordió el labio, ordenando los pensamientos que tenía en la cabeza.
--"Bueno, por lo menos podremos aprovechar algo de esa situación. Que mejor manera de apartar a Draco de su padre que marchándose con Narcissa"—sugirió mientras se sentaba y se quitaba las altas botas de montar a patadas.
--"Lo que no dice es a dónde piensa ir"—comentó Severus acercándose a ella y dándole un suave beso en el pelo—"¡Uff! Hueles a caballo"—añadió en tono burlón.
--"Muy gracioso, pastelito de nata"—respondió ella sarcásticamente—"Voy a darme una ducha"—y dicho esto se levantó de un salto del sillón, cogió la túnica que estaba doblada sobre la cama y entró en el baño.
Severus le dio una galleta al búho y se dirigió con paso lento hacia el balcón. Miró hacia abajo. Junto al lago habían cinco alumnos. Dos cabezas rojas, los Weasley; una melena alborotada, evidentemente de Granger y las otras dos eran las de Potter y Malfoy, que estaban sentados en el suelo, riéndose de alguna cosa.
--"La que se va a montar en la hacienda Malfoy"—murmuró Severus ligeramente divertido. Nunca lo diría en voz alta pero le alegraba ver como la vida de Lucius se rompía en pedazos mientras que él empezaba una nueva etapa en la suya.
Se giró cuando Silvart salió canturreando del baño con una toalla liada en la cabeza.
--"Estás muy mona. Sólo te falta ponerte unas cuantas frutas alrededor de la cabeza y parecerías una cubana"—le comentó divertido.
--"¡Vaya! Estás graciosito hoy"—respondió ella mirándolo medio enfadada. Se quitó la toalla y aplicó un hechizo secante a su pelo. Después cogió un cepillo y empezó a desenredárselo—"Bien. Ya estoy lista. ¿Nos vamos a comer?"—dijo dejando el cepillo sobre la mesa.
--"Por supuesto. Ahora que me acuerdo..."—empezó a decir Severus mirándola curioso—"He oído algunos extraños comentarios de unos alumnos sobre una profesora y el director bailando por los pasillos"—la miró arqueando una ceja.
--"Los pobres alumnos van a creer que estamos locos. Eramos Albus y yo, por supuesto. Me encontró dando unos pasos de baile en el pasillo y me invitó a bailar"—le confirmó ella riendo—"Creo que no hay cosa que le guste más que bailar y poner extrañas contraseñas para acceder a su despacho".
--"Tiene sus cosas, como todos. Pero es un gran hombre y un buen director"—comentó Severus dirigiéndose a la puerta y abriéndola. Miró los escalones—"¿Se puede saber por qué no escogiste unas habitaciones que estuvieran un poquito más abajo?"—preguntó mirando las agotadoras escaleras.
Silvart rió divertida.
---"Estooo... ya tenemos habitaciones para cuando regresemos el curso que viene"—dijo mientras se ponía tras la mesa.
--"¿Y dónde están? Espero por tu bien que estén lejos de la Torre Gryffindor"—respondió él amenazándola en broma mientras intentaba rodear la mesa para alcanzarla, lo cual resultaba imposible porque ella se las apañaba para evitar que la cogiera.
--"Por eso puedes estar tranquilo. Están en la Torre Slytherin"—suspiro aliviado de Severus—"Pero... tenemos las habitaciones del ático"—terminó ella.
--"Te mato. ¿Qué manía tienes con las alturas"—dijo mientras con un par de rápidos movimientos conseguía rodear la mesa y la cogía—"Aunque eso significa que estaremos muy tranquilos y... solos"—le susurró al oído.
--"Severus... si vuelves a hacer eso no creo que bajemos a comer y la verdad, tengo hambre"—murmuró ella en un ronroneo.
--"A mí no me importaría saltarme la comida"—musitó él dándole un ligero beso en el cuello.
--"Pero a mí sí"—respondió ella con un escalofrío.
--"Como quieras"—dijo él soltándola—"Anda, vamos. Que tenemos que bajar unas cuantas escaleras"—y dicho esto salieron de la habitación rumbo al comedor.
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Los cinco estudiantes iban caminando por el pasillo. Harry, Ron y Draco hablando y Ginny y Hermione comentando algo de Aritmancia unos pocos pasos tras ellos. Llegaron hasta la puerta del comedor y se detuvieron.
--"Draco, ¿dónde vas a sentarte?"—preguntó Ron, que parecía llevarse bastante bien con el muchacho.
--"Pues no lo se. No se si estría muy cómodo en la mesa de Slytherin"—confesó él mirando de soslayo a la mesa donde se sentaban sus compañeros de casa.
--"¿Por qué no te sientas con nosotros?"—preguntó ahora Ginny mirándolo ilusionada.
--"Con... ¿vosotros? Pero... ¿no me matarán vuestros compañeros?"—preguntó dudoso mirando ahora hacia la bulliciosa mesa de Gryffindor.
--"No te preocupes. Supongo que ya se habrán enterado de lo que pasó esta mañana y no creo que le den mucha importancia"—le convenció Harry acercándose a la puerta—"Venga, vamos. Estoy hambriento y os recuerdo que después tenemos clase con Snape"—añadió poniendo cara de suplicio haciendo que los demás empezaran a reír.
--"Esta bien. Me sentaré con vosotros"—dijo mientras le ofrecía el brazo a Ginny para entrar con ella.
Ésta lo miró arrobada y se cogió de él y entraron todos juntos al comedor seguidos por las miradas hostiles de la mesa de Slytherin y las extrañadas de las otras casa. Pero nadie dijo nada. Para cuando se sentaron, ya casi nadie les prestaba atención, así que pudieron comer tranquilamente.
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Severus abrió la puerta que conducía de su oficina hasta el aula de pociones. Había visto durante la comida la entrada de Malfoy con Ginny Weasley cogida de su brazo y seguido de Potter y compañía. También se había percatado de las hostiles miradas de los estudiantes de Slytherin. Y ahora tenía clase con los quintos años de ambas casas. Tendría que controlarlos bien. El aula de defensa contra dragones no era como un laboratorio de pociones. No quería arriesgarse a perder la mazmorra.
Cuando entró los alumnos ya habían ocupado sus sitios. Pudo observar que Draco se había sentado con Harry. Se quedó mirándolo unos instantes y después empezó con la clase.
El profesor Snape había tenido clases difíciles pero como aquella ninguna. Se había pasado casi todo el tiempo controlando a los alumnos de su propia casa, descuidando su atención sobre el terror de cualquier clase de pociones: Neville Longbottom. Tras fundir su caldero le dio un par de gritos y le ordenó que se sentara con Ron y Hermione, eso sí, sin tocar para nada la poción de sus compañeros. No quería otro accidente.
Cuando sonó la campana que anunciaba el fin de la clase no pudo evitar soltar un suspiro aliviado. Se dirigió a su escritorio y se giró para llamar a Draco.
--"Señor Malfoy. Una palabra, por favor"—le dijo mirando al chico.
--"Te esperamos fuera"—le avisó Hermione mientras salía tras Ron y Harry y le lanzaba una rápida mirada al profesor de pociones.
--"¿Qué sucede profesor Snape?"—preguntó acercándose un poco al maestro.
--"La profesora Dragg me ha informado de su cambio de amigos"—dijo Severus permaneciendo de pie junto al escritorio—"Solo quería decirle que si tiene algún problema no dude en avisarme, ¿de acuerdo?"—ofreció él. Después de todo, era el Jefe e la casa Slytherin, y Draco era uno de sus alumnos.
--"Muchas gracias profesor. Pero espero no necesitar ayuda"—esto último lo dijo con una ligera sonrisa, aunque en su interior sabía que tarde o temprano tendría pelea.
Severus también sabía eso. Como si no conociera a los miembros de su casa.
--"Bien señor Malfoy. Puede irse"—le despidió Severus.
Draco saludó con la cabeza y cogiendo su bolsa salió rápidamente del laboratorio de pociones.
Cuando Severus cerró la puerta de su oficina tras de sí rogó porque no hubieran problemas con los cambios de Draco.
Aunque sabía que aquello era imposible.
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Como Severus sospechaba, los problemas empezaron dos días después, cuando empezaron a desencadenarse sucesos sorprendentes.
En el despacho del director estaban el propio director, Severus, Silvart y la subdirectora, Minerva.
--"¿Cuándo llegará , Severus'"—preguntó Minerva mirando hacia la chimenea.
--"No creo que tarde mucho. Dijo que estaría aquí a las once"—le indicó el profesor mientras tomaba asiento.
--"Tal vez deberíamos haber avisado a Draco"—comentó Silvart dándole la vuelta a una silla y sentándose a horcajadas sobre ella, apoyando después su barbilla sobre los brazos cruzados.
--"No, primero es preferible hablar con ella y saber cuales son sus planes"—habló ahora Albus—"Después ya veremos".
Justo cuando Dumbledore terminó de decir aquello, las llamas del hogar empezaron a chisporrotear con un tono verde. A los pocos segundos Narcissa Malfoy salió de entre las llamas, seguida de unas cuantas bolsas. Su equipaje, evidentemente. Severus se acercó enseguida a saludarla.
--"Buenos días Narcissa. Permite que te ayude"—saludó Severus mientras cogía un par de maletas que la mujer llevaba.
--"Narcissa, querida. Cuanto tiempo sin verte"—saludó ahora Albus acercándose a ella.
--"Yo también me alegro de veros. De verdad"—dijo ella con voz suave mirando a sus dos anteriores maestros y a Severus, antiguo compañero de clase. Después miró a Silvart, que estaba de pie junto a una silla.
Silvart miró distraídamente a Severus y éste se acercó enseguida.
--"Narcissa, permíteme presentarte a la profesora de defensa contra dragones, Silvart Dragg"—las presentó Severus.
Silvart alargó su mano hacia la mujer de cabello rubio claro y suaves ojos azules.
--"Mucho gusto señora Malfoy"—saludó mientras Narcissa estrechaba su mano.
En ese momento, justo cuando Narcissa apretó su mano, Silvart notó algo extrañamente familiar. Se quedaron mirándose fijamente durante unos instantes.
--"El placer es mío señorita Dragg"—correspondió Narcissa al saludo, soltando la mano de Silvart—"Pero preferiría que me llamaras Narcissa, si no te importa. Desearía no tener nada que ver con el apellido Malfoy"—añadió.
--"Como quieras... Narcissa"—Silvart sonrió.
--"Ahora que ya están las presentaciones hechas, ¿os apetecería tomar un té mientras discutimos la situación?"—ofreció Albus.
Aceptaron todos y se sentaron alrededor del escritorio de Dumbledore.
--"Narcissa, ¿es cierto lo que Severus nos ha dicho?"—preguntó Minerva iniciando la conversación.
La aludida asintió ligeramente con la cabeza, sin decir nada.
--"Pero... ¿dejar a Lucius? Conociéndole, sabes que eso es peligroso"—continuó diciendo Minerva mientras miraba a la mujer que estaba frente a ella.
--"Lo se. Pero ya no aguanto más estar en esa casa, con ese monstruo que tengo por marido. Creí que con los años cambiaría pero me equivoqué"—les contó ella—"desde el nuevo regreso de Voldemort, se volvió más agresivo. Ya me cansé de aguantar sus golpes. He aprovechado que tenía que irse de viaje para recoger mis cosas y marcharme"—tras decir esto se cubrió la cara con las manos y sollozó.
--"¿Sabes a dónde vas a ir , querida?"—preguntó Albus suavemente.
--"No lo se. Tenía pensado ir a Francia y buscar allí un sitio para vivir y un trabajo"—dijo mientras se limpiaba los ojos.
Silvart la miró compasivamente unos instantes y después se inclinó para preguntarle algo a Severus en voz baja. Éste la miró y después asintió.
--"Narcissa. Supongo que no sabrás que Silvart y yo vamos a casarnos"—la informó Severus.
--"¿En serio? Felicidades a los dos"—dijo ella mirándolos gratamente sorprendida—"Ya creía que no te casarías nunca Severus"—comentó Narcissa con una sonrisa.
--"Bueno. A lo que íbamos"—habló ahora Silvart—"Tengo una casa en España. Es una bonita hacienda junto al mar. Severus y yo sólo estaremos allí los meses de verano así que hemos pensado que si quieres puedes irte a vivir allí. Dudo mucho que Lucius te encontrara en ese sitio"—ofreció Silvart mirando a la otra mujer.
--"¿De verdad haríais eso por mí?"—Narcissa los miró con los ojos muy abiertos.
--"Claro. Con tal de que no os moleste la compañía en verano... porque, ¿supongo que te llevarás a Draco?"—inquirió ahora Severus.
--"Por supuesto. Hace mucho tiempo que se que mi hijo no es como Lucius. Me escribe a menudo. En su última carta, que recibí ayer, me decía que ahora era amigo de Harry Potter y que eso le hacía sentirse realmente feliz"—les contó Narcissa.
--"Pues entonces no hay más que decir. Viviréis allí"—confirmó Silvart con una sonrisa—"Y ahora... ¿no creéis que deberíamos ir a buscar a Draco?"—sugirió mientras se empezaba a poner en pie.
--"Sí, tienes razón. Además tengo muchas cosas que contarle"—asintió Narcissa levantándose también—"¿Dónde pensáis que puede estar?"—preguntó mirando a Severus.
--"Pues... ahora creo que no tienen clase, y si está con Potter y compañía, estarán fuera"—respondió Severus dirigiéndose a la puerta.
--"Permitidme acompañaros"—pidió Dumbledore—"¡Ah! Querida, deja aquí tu equipaje. Después podrás llevártelo"—añadió dirigiéndose a Narcissa.
Salieron todos del despacho del director y una vez bajaron las escaleras, Minerva se excusó, alegando que tenía unas tutorías.
Ya casi llegando al vestíbulo, una voz femenina llamó por detrás.
--"¡Eh! ¡Silvart! Espera un momento"—dijo la voz mientras se giraban para ver acercarse a Valerie y Anabel. Se pararon a su lado y se quedaron mirando a Narcissa.
--"Chicas, os presento a Narcissa Malfoy, la madre de Draco"—Silvart hizo las presentaciones—"Estas son mis amigas Valerie Fire y Anabel Golden".
Narcissa saludó a las dos chicas pero sus ojos se quedaron enganchados con los de Anabel. Aquella sonrió. Narcissa esperaba que la muchacha no dijera nada.
Salieron todos al exterior y avanzaron por los jardines, charlando de cosas varias.
Silvart le estaba describiendo Silver Falls a Narcissa cuando llegó Hermione corriendo.
--"¡Profesores! ¡Necesitamos ayuda!"—dijo mientras se detenía ante ellos hablando entrecortadamente.
--"Respire señorita Granger. ¿Qué sucede?"—inquirió Severus mirando a la gryffindor.
--"es Draco. Estaba con Ginny en la Torre de Astronomía y subieron sus compañeros de Slytherin y se están peleando allá arriba"—contó con toda la rapidez que le permitía el poco aliento que había recuperado.
Los adultos avanzaron rápidamente hasta tener a la vista la Torre de Astronomía. Allí, casi en el borde, estaba Draco.
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--"Ginny, ¿te he dicho alguna vez que te quiero?"—preguntó Draco mirando cariñosamente a la chica pelirroja que estaba sentada a su lado en lo alto de la Torre de Astronomía. Habían subido allí para poder estar solos un rato, sin el resto de gente alrededor.
--"No. Esta es la primera vez que me lo dices"—respondió ella poniéndose ligeramente roja—"Yo... también te quiero, ¿sabes?"—le confesó ella.
Draco sonrió e iba a decirle algo cuando la trampilla de la torre se abrió y por ella salieron los antiguos amigos de Draco.
La pareja se puso en pie de un salto y Draco cubrió a Ginny a modo de escudo.
--"¿Qué queréis ahora?"—preguntó Draco tan fríamente como pudo.
--"Queremos respuestas. Queremos saber por qué ahora te juntas con la basura de Gryffindor"—demandó Crabbe acercándose un paso.
--"No creo que eso sea asunto tuyo"—respondió Draco retrocediendo un paso, pero procurando apartar a Ginny del borde de la torre.
--"No creas que esto se va a quedar así. Queremos respuestas"—terció ahora Goyle—"Y vamos a conseguirlas aunque sea a golpes"—dijo levantando los puños y acercándose también.
--"Muy bien. Si queréis pelea, la tendréis"—desafió Draco, aun a sabiendas de que con aquellas dos moles no podía.
Apartó a Ginny rápidamente cuando Crabbe atacó, esquivándole por muy poco.
Ginny gritó, diciendo que pararan.
Alguien más gritó desde abajo.
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Los profesores se acercaron alarmados al ver a Draco peligrosamente cerca del borde, esquivando golpes.
--"¡Draco!"—gritó Narcissa mirando asustada a su hijo.
Después de aquel grito todo sucedió muy rápidamente.
Draco desvió la vista para ver a su madre al pie de la torre, descuidando su atención de los dos adversarios que tenía enfrente. Crabbe golpeó y le dio, provocando que el muchacho rubio se tambaleara y cayera por el borde.
En aquel instante se veía aparecer a Harry y Ron, que habían conseguido llegar hasta arriba intentando cogerlo y fallando en el intento. Ginny chilló histérica al ver caer a Draco.
Los profesores alzaron sus varitas.
--"¡Wingar...!"—empezó a decir Silvart pero las palabras murieron en su boca cuando Draco quedó repentinamente envuelto en una luz dorada.
Cuando la luz se extinguió, lo que vieron los dejó boquiabiertos.
Draco estaba suspendido en el aire por una magnificas alas doradas, recubiertas de brillantes escamas.
Narcissa ahogó un sollozo mientras veía como su hijo se las apañaba para descender hasta el suelo.
--"¡Mama!"—gritó Draco cuando puso los pies en la tierra y corrió hacia su madre, todavía con las alas a su espalda. Madre e hijo se fundieron en un abrazo ante la muda mirada de los allí presentes.
--"Lo sabía"—consiguió decir Silvart al cabo de unos instantes—"Eres..."
--"No, por favor. Aquí no"—suplicó Narcissa—"Draco, hijo, tenemos muchas cosas de las que hablar"—dijo mientras miraba al director—"Albus, ¿podríamos volver a tu despacho?"—preguntó.
--"Sí, claro"—respondió Dumbledore saliendo de su estupor.
Severus miró a Silvart, pero ésta negó con la cabeza. De todas formas no tardarían en enterarse de la historia.
Entraron al despacho de Albus en silencio. Draco observó que allí estaban las maletas de su madre.
--"Mama... ¿qué...?"—preguntó señalando las bolsas.
Narcissa le contó su decisión de dejar a Lucius. Draco se sentó en una silla (afortunadamente las alas habían desaparecido, aunque no sabía como) y pensó sobre lo que su madre le acababa de decir. Finalmente habló.
--"¿Podré ir contigo?"—preguntó mirando a su madre.
--"Por supuesto cariño. No esperaba otra cosa. Silvart nos ha ofrecido su casa en España para vivir"—le contó su madre—"Pero ahora... hay algo más importante que debes saber"—dijo mientras tomaba asiento al lado de su hijo—"Draco, ¿recuerdas algo de la caída de la torre?".
--"Sí. Recuerdo que me recorrió una gran corriente de energía y cerré los ojos. Cuando volví a abrirlos tenían esas alas en la espalda"—relató el chico mirando pensativo el suelo.
--"Creo que ya es hora de que sepas la verdad. De quien soy yo y de quien eres tú"—empezó Narcissa—"Como tu profesora ya ha averiguado, no soy totalmente humana"—dijo mientras Draco abría los ojos desmesuradamente—"Mi madre era un dragón dorado y, por ende, tanto tu como yo lo somos. Lucius nunca supo lo que yo era. Siempre se lo oculté. Por medio de un antiguo conjuro oculté la marca del dragón en mi hombro y cuando tú cumpliste los cinco años, que es cuando suele aparecer esa marca, también puse en ti el conjuro. Quería evitar a toda costa que tu padre descubriera lo que eras"—contó Narcissa mirando alternativamente a su hijo y al resto de personas que estaban allí—"Me pasé toda mi vida rogando para que nunca dieras muestras de tus poderes. Pero sabría que algún día tendría que pasar"—tras esto Narcissa se quedó en silencio ante un aturdido Draco.
Silvart se acercó a ella.
--"Cuando nos dimos la mano esta mañana noté algo extraño. Ahora ya se que era"—dijo mirándola.
--"Entonces...¿lo has estado ocultando toda la vida, Narcissa?"—preguntó ahora Severus mirando a la mujer.
--"Sí. Pero sobre todo lo hice por proteger a Draco"—asintió ella.
--"Pero entonces... ¿ahora que hago? ¿Cómo les explico a los de ahí fuera lo que ha pasado?"—inquirió Draco mirándolos.
--"Puedes decir que yo lancé un hechizo para que te salieran alas"—sugirió Anabel—"Cómo soy un dragón dorado, se lo creerán y no te preguntarán nada más".
--"Bueno, pero... ¿podré decírselo a mis amigos? ¿A Ginny?"—preguntó nuevamente.
--"Eso es decisión suya señor Malfoy"—dijo amablemente Dumbledore—"Creo que por hoy ya han sido demasiadas sorpresas. Ahora os dejaremos solos para que habléis, Narcissa. Mientras tanto diré que te preparen una habitación para que pases aquí la noche"—ofreció Albus mientras se encaminaba a la puerta seguido por Severus, Anabel, Silvart y Valerie.
Narcissa asintió agradecida y se volvió a mirar a su hijo. Tenían mucho de que hablar.
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Una hora después, Draco se reunía con sus amigos, que le esperaban nerviosos en el vestíbulo.
Había tomado la determinación de contárselo todo y que ellos decidieran. Al cabo de diez minutos los cuatro jóvenes lo miraban alucinados. Pero no se lo tomaron mal. Era genial tener una profesora dragón, pero tener también un amigo... ¡guau!.
Draco se alegró de que no se hubieran asustado, así que, con una sonrisa, empezó a contarles los planes que habían hecho su madre y él.
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--"A esto se le llama tener una mañana completa"—dijo Silvart dejándose caer en el sillón de la habitación de Severus.
--"Pues te recuerdo que aún queda la tarde"—comentó Severus sentándose a su lado. Todavía estaba ordenando todo lo que acababa de ver y oír. Y seguía siendo increíble.
--"Sabes, tengo una estupenda idea"—propuso Silvart—"¿Por qué no nos metemos en la cama y esperamos a que termine el día? Así nos evitaremos más sorpresas".
Severus rió.
--"A pesar de ser una propuesta que me encanta me temo que voy a tener que rechazarla. Te recuerdo que tenemos clases que dar"—le indicó Severus mientras ella apoyaba la cabeza en su hombro.
--"¡Pues vaya! Sólo espero que el día no tenga más sorpresas. Hoy ya he tenido bastante"—musitó ella un poco fastidiada.
--"Sí. Y yo también"—apoyó Severus besándola cariñosamente en la cabeza.
Se quedaron así, abrazados y en silencio, hasta la hora de la comida.
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Para cuando llegó la noche, todo había regresado a la normalidad.
Los alumnos que habían visto la pequeña transformación de Draco, creyeron firmemente que Anabel había lanzado un hechizo para salvarlo. Silvart se dejó caer en la amplia cama de Severus con un sonoro suspiro.
--"Hoy a sido un día bastante largo"—comentó Severus mientras buscaba su pijama. Aunque de odas formas, no sabía ni por qué lo usaba. Cuando s despertaba por la mañana casi nunca lo llevaba.
--"Y que lo digas. Espero que no hayan más días como éstos"—dijo ella mientras se levantaba y cogía su camisón de un cajón de la cómoda. Se quitó la túnica y se lo puso. Abrió la cama y se deslizó entre las sábanas de seda oscura.
--"Gracias a Merlín que ya terminó el día"—añadió él mientras se metía en la cama con ella.
Silvart no tardó en acercarse y abrazarse a él.
--"Por cierto, he quedado mañana con Narcissa para llevarla a Silver Falls. Draco también vendrá"—le explicó ella—"Aprovechando que Lucius no está en casa, volverá un momento a la hacienda y recogerá las cosas de Draco"—terminó de contar.
--"De acuerdo. Así también podré ver yo también tu casa"—asintió Severus dándole un beso—"Buenas noches cariño".
--"Buenas noches"—respondió ella.
Unos minutos después, los dos estaban completamente dormidos.
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¡¡¡SIIIIIIIIIIII!!! ¡Por fin he conseguido terminar el capítulo! Han sido ¡16 páginas! Cada vez lo hago más largo. Aunque supongo que no os importa. Ya que tardo tanto, por lo menos lo hago larguito. Tengo los dedos hechos polvo de tanto escribir.
Ahora paso a comentar los reviews:
Patty Potter: chica, cuando veo tus reviews que quieres que te diga... ¡soy feliz! Me encantan tus super comentarios, en serio. Aquí te he puesto otra escena de Draco y Ginny (¿verdad que son monos? ^.^). Me preguntabas que eran las magdalenas. Pues son una especie de bizcochos. A mi me gustan rellenas de chocolate. Bueno Patty, espero que cuando leas este capi te guste. Espero tus comentarios. Un beso.
Lady Susyte: (las ondas mentales de Silvara no logran traspasar el casco de Susyte y a Silvara se le funden los plomos). Tranquila que dejaré tu mente en paz. No es que no me guste Sirius, es que simplemente le veo pinta de fanfarrón y quinceañero buscalíos. Así que me gusta meterlo en enredos. Muchas gracias por tu review y un beso.
Polgara: ya ves, al final sólo he puesto un capítulo y he tardado un montón. A ver si para el próximo no tardo tanto (siempre digo lo mismo. Parezco un disco rallado). Espero que te guste este capítulo también. He sacado más a Draco. Un abrazo y un beso.
Tomoyo: ya he comprado más kleenex, así que llora todo lo que quieras. Silvart me ha dicho que te presta a Sevvie solo un ratito, pero cuando ha ido a buscarlo a desaparecido. Hay que ver lo escurridizo que es. Espero que este capitulo no te haga llorar (no hay nada triste). Así que guardaré la caja de pañuelos para otra ocasión. Un beso.
También quiero darle las gracias a May Potter por sus comentarios en el messenger. No se por qué no me salen tus reviews. Vuelve a intentarlo otra vez.
Ahora, y como siempre os digo (Silvara pone el cd que ha grabado con sus típicas y reiterativas palabras):
¡¡¡DEJADME REVIEWWWWWWW!!! QUE NO CUESTA TANTO!!!
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