Capítulo 13: Esperanza en el alma.

Severus abrió los ojos perezosamente. La luz tenue del amanecer estaba entrando en el dormitorio. Movió un poco la cabeza para alcanzar a ver el reloj que estaba en la pared. Las siete. Ya era hora de levantarse. Volvió a girar la cabeza para mirar a la forma durmiente que estaba a su lado. Sonrió mientras deslizaba una mano por su cintura, haciéndole cosquillas.

--"Silvart, ya es hora de levantarse"—le susurró al oído y dándole después un ligero beso en el cuello.

--"Mm mm mm mm"—fue la respuesta de ella mientras se tapaba más con las sábanas.

Severus sonrió divertido.

--"¿Te importaría traducir eso al lenguaje normal?"—indicó mientras le quitaba las sábanas para poder verle la cara.

Finalmente Silvart abrió los soñolientos ojos y se giró para mirarlo.

--"Es muy pronto y quiero dormir más"—dijo mientras volvió a quitarle las sábanas de las manos de un tirón y se volvía a tapar.

--"De eso nada. Te recuerdo que tenemos una clase y después hemos quedado con Narcissa"—replicó Severus intentando quitarle nuevamente las sábanas pero ella se había aferrado a ellas como una lapa.

--"No podrás quitármelas"—dijo Silvart notando los esfuerzos de Severus.

--"Eso está por ver. Tendré que pasar al plan B"—respondió y acto seguido soltó las sábanas y empezó a hacerle cosquillas.

--"¡Para por favor!"—Silvart empezó a retorcerse intentando esquivar las manos de Severus.

--"Te dije que soltarías las sábanas"—dijo él sonriendo satisfecho y retirando las sábanas hasta el final de la cama—"Ahora arriba, perezosa"—añadió mientras detenía el ataque y se ponía en pie. Para su asombro comprobó que llevaba puesto el pijama—"No me lo puedo creer. Llevo puesto el pijama. Esto es una novedad"—comentó mientras se dirigía al baño.

--"Eso tiene fácil arreglo"—dijo Silvart algo más despierta con una sonrisa pícara y acto seguido movió la mano haciendo que la camisa del pijama saliera volando hacia una silla.

Severus abrió los ojos cogido por sorpresa y echó a correr hacia el baño, cerrando la puerta tras de si rápidamente.

--"Casi lo consigues"—dijo a través de la puerta.

--"Silvart dos, Severus cero"—fue la respuesta de ella desde el otro lado.

Severus arqueó una ceja extrañado y miró hacia abajo. Sus pantalones no estaban ahí.

--"Ya verás cuando te coja"—amenazó él mientras ella reía sin parar.

--"Tu lo has dicho. Cuando me cojas"—replicó ella mientras se levantaba y recogía los pantalones del suelo y los ponía en una silla.

Severus salió diez minutos después del baño, afeitado, duchado y envuelto en una toalla. Miró a Silvart que estaba tirada en la cama mirando el techo.

--"Ni se te ocurra"—dijo mientras cogía con fuerza la toalla al ver la mirada divertida de ella.

Silvart levantó las manos indicando que no haría nada. Se puso en pie y se dirigió al baño.

Severus no tuvo tiempo de reaccionar. Ella cerró la puerta del baño enseguida y se echó a reír.

--"¡Silvart tres, Severus cero!"—dijo desde el baño mientras sostenía en la mano la toalla.

Severus soltó un par de improperios y se puso a vestirse.

--"Tengo que ir un momento a mi despacho. Te veo en el comedor"—dijo mientras se ajustaba la capa negra.

--"¡Vale! ¡Hasta luego!"—gritó ella desde el baño.

Severus se dirigió a la puerta y la abrió para salir al corredor.

--"¡Severus! ¡Te quiero!"—volvió a gritar ella tras la puerta cerrada del baño.

Severus sonrió y agitó la cabeza. Gracias a Merlín, donde estaban sus aposentos no podía oírles nadie.

--"¡Y yo también!"—respondió y dicho esto cerró la puerta.

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--"Buenos días chicos"—saludó Silvart a los alumnos que estaban sentados frente a ella. Sexto año de Ravenclaw, pensó observándoles, por lo menso la clase será tranquila—"Creo recordar que en nuestra última clase estuvimos viendo algunas técnicas para protegerse de la magia de los dragones"—indicó mientras se apoyaba contra la mesa—"Continuaremos con eso, ¿de acuerdo?"—indicó Silvart mientras ocupaba su lugar de siempre, es decir, sobre la mesa. En todo el tiempo que llevaba dando clase no había usado la silla más que un par de veces.

Los alumnos se apresuraron a sacar sus pergaminos y plumas, listos para tomar apuntes. Silvart empezó recordando alguna de las técnicas que mencionaron en la clase anterior para refrescarles la memoria y acto seguido empezó a explicar algunas técnicas nuevas.

--"Recordad siempre que cuando os enfrentéis a un dragón no estaréis frente a un animal cualquiera"—les advirtió mirándolos fijamente—"Son animales extremadamente inteligentes y muy poderosos, así que debéis ser muy cuidadosos. De sobra está el añadir que, si podéis, evitad un enfrentamiento con un dragón. Pero bien, en esta clase debo enseñaros a defenderos de tan encantadores animalillos de la mejor manera posible"—concluyó mientras balanceaba distraídamente sus piernas que colgaban al estar sentada en la mesa.

La clase transcurrió en la más absoluta tranquilidad. A Silvart le encantaban aquellas clases en las que los grupos eran de Ravenclaw o Hufflepuff donde no habían tensiones en el aula. Cuando sonó la campana los estudiantes recogieron sus cosas y salieron ordenadamente del aula y se apresuraron para dirigirse a su siguiente clase.

Silvart saltó de la mesa y recogió algunos pergaminos que había dejado sobre la mesa. Mientras lo hacía su mente se perdió repasando los sucesos de los días anteriores. De todo aquello no podía salir nada bueno. Oyó una voz, parpadeó varias veces para humedecer sus ojos que había mantenido fijos mirando al vacío y giró para ver quien la llamaba.

--"Hola Valerie"—saludó mientras ondeaba una mano hacia su amiga.

--"Vaya, ¿en qué mundo estabas? Llevo llamándote un buen rato"—dijo el dragón rojo mientras entraba al aula y se acercaba a su compañera.

--"Perdona, estaba pensando"—respondió ella con una suave sonrisa—"¿Para qué me buscabas?"—inquirió Silvart mirando nuevamente a su amiga.

--"Venía para decirte que Narcissa ya ha vuelto de la mansión Malfoy con las cosas de Draco. Te está esperando en el despacho de Albus junto con su hijo, Severus y el director"—explicó su amiga mientras caminaban hacia la puerta.

--"Estupendo. Ahora los llevaré a Silver Falls para que se escondan allí"—le contó a Valerie mientras avanzaban juntas por uno de los muchos corredores de la escuela.

--"Es una buena idea. Tus terrenos están tres veces más protegidos que los de la escuela y son imposibles de encontrar por cualquier mago o muggle. Lucius no los encontrará nunca"—asintió Valerie al tiempo que se detenían ante una escalera—"Bueno Silvart, te dejo aquí. He quedado con Black para dar un paseo"—le dijo a su amiga con una sonrisa bailándole en los labios.

El dragón plateado arqueó una ceja mientras miraba a su amiga.

--"Te llevas muy bien con Sirius"—dijo mirándola divertida.

--"Si. Es muy simpático y agradable. Además es guapísimo"—añadió Valerie mientras sus ojos brillaban como si tuvieran estrellitas.

--"Si tu lo dices..."—murmuró Silvart—"¡Anda, vete! Y disfruta del paseo"—dijo en voz más alta mientras le daba una palmadita en la espalda a su amiga y empezaba a subir las escaleras—"Luego te veo Val".

--"Hasta luego, Sil"—se despidió también Valerie mientras se giraba y empezaba a alejarse por el pasillo.

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Casi diez minutos después Silvart llegaba ante la puerta del despacho de Albus.

--"¿Por qué... habrán... tantas... escaleras... en este... maldito... castillo?"—se preguntó mientras intentaba recuperar el aliento después de la subida. Cuando consiguió respirar normalmente llamó a la puerta y entró.

Dentro, sentados ante una mesa cerca del calor de la chimenea, se encontraban Albus, Severus, Narcissa y Draco tomando un pequeño almuerzo.

--"Buenos días"—saludó Silvart mientras se acercaba y tomaba asiento—"¿Habéis dejado algo para mí?"—preguntó mientras cogía una taza que le tendía Narcissa.

--"Sí, tranquila. Aquí hay galletas y emparedados para un regimiento"—respondió Severus mientras le alcanzaba un plato con pastas.

--"Que buena pinta tiene esto..."—comentó Silvart mientras cogía una pasta de aspecto delicioso—"En cuanto terminemos el almuerzo nos vamos. Pasaremos todo el día fuera recorriendo mis tierras"—les indicó al tiempo que le echaba más azúcar a su café.

--"¡Maravilloso! Un día de excursión"—comentó Albus—"Daré aviso a los elfos para que nos preparen comida"—ofreció el director.

--"No será necesario Albus. Los elfos que trabajan para mí ya están avisados de que llegaríamos hoy y tendrán la comida lista"—dijo Silvart mientras bebía un poco de café, y maldiciendo después en voz baja porque se había quemado la lengua con el líquido demasiado caliente—"Por cierto, ¿sabéis montar a caballo?"—preguntó mirando a Narcissa, Albus y Draco.

Todos movieron la cabeza afirmativamente.

--"¿Por qué lo preguntas?"—inquirió Narcissa mirando a la joven de cabellos plateados con un brillo interrogante en los ojos.

--"Silver Falls abarca mucho terreno y quiero mostraros también la zona de los bosques de plata"—respondió Silvart al tiempo que doblaba su servilleta y la dejaba sobre la mesa—"Resultará más cómodo ir a caballo. Por la ropa no os preocupéis. Os dejaré el equipo necesario. Bien, yo ya he terminado. Cuando queráis nos vamos"—y dicho esto se puso en pie, seguida por los demás. Con un movimiento de varita, Severus hizo levitar las pertenencias de Narcissa y Draco. Silvart cogió un puñado de polvos flu y se giró hacia las llamas del hogar.

--"Silver Falls"—dijo al tiempo que lanzaba los polvos al fuego.

Inmediatamente estos chisporrotearon en verde y Silvart, dando una última mirada a sus acompañantes, cruzó a través del fuego. Una vez pasó ella, el resto fueron detrás.

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En cuanto estuvieron al otro lado, el grupo de magos observó el lugar al cual habían llegado.

Se encontraban en una habitación no muy grande y sin muebles. Lo único que había allí era la chimenea y una puerta al otro lado de la sala.

Severus se giró para mirar a Silvart, la cual estaba sacudiéndose un poco de ceniza que había en su túnica.

--"¿Dónde estamos?"—preguntó mirándola un tanto confuso. Se suponía que iban a una mansión no a... donde quiera que estuvieran.

--"En la única habitación de toda la casa que está conectada a la red flu"—aclaró ella mirando a sus acompañantes—"La única forma de entrar en la casa, aparte de la puerta principal, es esta y además se encuentra restringido el acceso. Sólo las personas que yo designo pueden entrar"—les explicó mientras se dirigía a la puerta.

--"Con esa seguridad parece casi una fortaleza. ¿Tampoco puede aparecerse nadie en los terrenos?"—preguntó Albus curioso.

--"No, tampoco. El que lo intentara acabaría destrozado por la barrera mágica que envuelve toda la zona"—indicó Silvart—"Aquí estaréis seguros"—añadió mirando a Narcissa y Draco. Seguidamente abrió la puerta—"Si me hacéis el favor de seguirme os mostraré la casa y los alrededores".

Salieron de la habitación y fueron a parar a una hermosa sala decorada en un elegante estilo oriental. Todo pintado de blanco, el suelo de madera y los muebles de caoba, ébano y cerezo. También había allí una buena cantidad de aparatos muggles que Draco estudió con curiosidad.

--"Es una sala preciosa"—comentó Narcissa observando un delicado jarrón de cristal con unas hermosas orquídeas blancas y rojas—"¿Toda la casa está decorada igual?"—preguntó mientras miraba por una ventana el cuidado jardín del exterior.

--"Sí. Me gusta mucho la sobriedad y elegancia oriental, sobre todo el estilo japonés. Procuro que todo tenga un equilibrio. Venid por aquí y os mostraré vuestras habitaciones"—dijo mientras señalaba con un ligero movimiento de la mano hacia otra puerta.

Subieron por una escalera hasta el segundo piso, donde se encontraban los dormitorios. Los condujo hasta dos habitaciones bastante más espaciosas de lo que parecían a simple vista.

--"Estas serán vuestras habitaciones. Espero que os gusten"—dijo Silvart mientras Narcissa y Draco observaban las dos estancias, una frente a la otra.

--"A mi me encanta. Es más grande que la que tenía en casa"—comentó Draco al tiempo que se acercaba a la cama y se sentaba—"¡Qué blandita! Me encanta"—añadió mientras se tumbaba mirando al techo.

--"Me alegra que te guste. Si quieres puedes decorarla a tu gusto. A mi no me supone ningún problema"—le comentó Silvart mientras salían de la habitación y continuaban recorriendo la casa.

Habían unas cuantas habitaciones de invitados, las cuales ocupaban los amigos de Silvart cuando iban a pasar unos días. También les mostró los baños, enormes y todos hechos en mármol blanco y negro con vetas plateadas y finalmente, el dormitorio principal.

La habitación de Silvart era armoniosa en formas y colores. No había nada que desencajara. Antiguos grabados japoneses en las paredes de un blanco suave, estores de color marfil en los amplios ventanales que miraban al mar, muebles sencillos de maderas nobles como la caoba, el ébano y el cerezo, algún sencillo jarrón con una única rama cubierta de hermosas orquídeas blancas y rosadas...

--"¡Vaya! Es preciosa. Realmente me gusta como has decorado tu casa"—comentó Narcissa rompiendo el silencio.

Severus se quedó mirando a Silvart. Con lo vivarachas que parecía la mayor parte del tiempo, nunca habría pensado que su casa sería tan equilibrada. Todo en la casa inducía a la tranquilidad. Era el lugar ideal para reposar. Prestó atención a algo que ella señalaba cerca de una pared.

--"Tras el biombo está mi despacho. Dentro de la casa, es el lugar más seguro que existe. Guardo cosas de mucho valor ahí dentro así que si la casa ya tiene protección, en esa habitación es el doble de grande"—le explicaba a Dumbledore, que era el que había preguntado por el biombo—"Bien, y ahora que ya hemos visto la casa, ¿queréis que os enseñe el jardín y el bosque?"—inquirió a sus acompañantes con una sonrisa.

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Cuando el dragón plateado los condujo al jardín trasero cuatro bocas cayeron abiertas al contemplar el maravilloso espectáculo.

En un rincón del jardín n pequeño estanque con una pequeña cascada y lleno de nenúfares y peces de colores inundaba el aire con el armonioso sonido del agua al caer. Dispersos por el jardín, los árboles con la flor de la sakura dejaban caer alguno de sus rosados pétalos dándole un ambiente místico. Los rosales con toda clase de rosas exhibían toda su variedad de colores con sus pétalos aterciopelados.

--"A la profesora Sprout le encantaría este jardín"—comentó Dumbledore mientras cogía un pétalo de sakura y lo observaba.

--"La invitaré para que venga a verlo"—dijo Silvart sonriendo al tiempo que un elfo domestico aparecía de Merlín sabe dónde.

--"Ama Silvart, los caballos ya están preparados"—indicó el elfo mientras fijaba sus enormes ojos verdes en la joven—"¿Comerán aquí o prefiere que les preparemos algo para llevar?"—inquirió servicialmente mirando a su ama.

Silvart se giró para mirar a sus invitados.

--"¿Qué os apetece? ¿Comer aquí o fuera?"—preguntó ella mientras el elfo se dedicaba a observarlos a todos atentamente.

--"¿Qué nos sugieres?"—preguntó Severus mirándola. Ella sonrió.

--"Hace buen tiempo y en el bosque hay un lugar magnifico al lado del lago, ideal para un picnic"—sugirió Silvart.

--"Pues entonces creo que comeremos fuera"—concluyó un sonriente Albus. No había nada que le gustara más un picnic.

--"Muy bien. Ya lo has oído Westik. Prepara comida para llevar y ponla en las alforjas"—Silvart le dio las debidas instrucciones al elfo—"Y los demás a cambiarse de ropa. La encontrareis preparada en vuestras respectivas habitaciones"—dijo dirigiéndose a Narcissa y Draco—"Y en una de las habitaciones de invitados encontrarás ropa para ti Albus"—añadió mirando al director.

--"¿Y yo que me pongo?"—preguntó Severus.

--"Tu ropa está en mi habitación"—aclaró ella—"¡Venga! Dentro de diez minutos nos vemos en la entrada"—dijo mientras echaba a andar al interior de la casa y desaparecía por las escaleras, seguida por sus invitados.

Severus cerró la puerta del dormitorio.

--"Desde luego tienes una casa increíble"—comentó mientras se acercaba a Silvart y la rodeaba por detrás con sus brazos.

--"Es una casa muy personal. La ideé de forma que siempre que viniera aquí, encontrase un remanso de paz"—explicó ella mientras se apoyaba contra él—"Será mejor que nos cambiemos. Hay un buen paseo hasta llegar al lago"—añadió al tiempo que se soltaba, se giraba y poniéndose de puntillas le daba un suave beso.

Severus la retuvo unos instantes y después la soltó.

Cinco minutos después Silvart estaba completamente vestida y observaba divertida como Severus se peleaba con una bota.

--"Yo de ti me sentaría. Acabarás en el suelo"—justo terminó de pronunciar ella estas palabras cuando Severus cayó al suelo—"Te lo advertí"—dijo Silvart soltando una carcajada.

Severus se puso en pie murmurando cosas poco claras por lo bajo y se sentó en la cama para terminar de ponerse la bota.

--"Ya estoy listo. Vamos, que nos estarán esperando"—dijo Severus mientras le dirigía una mirada asesina a su prometida que aún seguía riéndose por lo bajo. Ella asintió con la cabeza y salieron del dormitorio.

Cuando llegaron bajo, Albus, Narcissa y Draco ya los estaban esperando ante la puerta completamente equipados.

--"Me alegro de que la túnica para montar que te he dejado te venga bien Albus"—comentó Silvart mirando al director.

--"Sí. Además es muy cómoda"—respondió él. Albus llevaba una especie de túnica de ante verde oscuro, larga hasta los pies pero con una curiosas aberturas a los lados que le permitían moverse.

Narcissa, Draco, Severus y Silvart llevaban pantalones y camisa, mucho más cómodo para ellos que la túnica.

--"Pues si ya estamos todos listos, vámonos"—indicó Silvart mientras abría la puerta y salía al exterior—"Muy bien. Vamos a ver... Narcissa, tu irás en el caballo castaño. Se llama Dune, ¿de acuerdo?"—Silvart señaló al corcel castaño y Narcissa se acercó para montarlo mientras Severus lo sujetaba—"Bien. Albus, tu montarás en aquel blanco. Su nombre es Biakko"—indicó ahora al director que se acercó y montó sobre el animal con bastante facilidad para un hombre de su edad—"Ahora tu Draco. Irás en aquel gris. Se llama Tormenta".

Draco asintió y alcanzando el estribo de la montura se subió de un salto. Una vez estuvieron todos sobre sus caballos, Silvart y Severus se acercaron a los que montarían ellos.

--"¿Y este cómo se llama?"—preguntó Severus mientras subía a un hermoso corcel negro con las crines blancas.

--"Ese es Seiryuu"—respondió ella mientras subía a su montura, un caballo con un pelaje rojizo como el fuego—"Y este es mi buen Suzaku. Junto con Aldebarán es uno de mis mejores caballos"—añadió mientras le daba una palmada en el cuello al animal—"Bien, pues si ya estamos todos listos... ¡en marcha!"—y dicho esto encabezo la marcha en dirección al bosque.

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Media hora después de estar recorriendo varias sendas del bosque y de que Silvart les mostrara algunos de los seres mágicos que allí habitaban, entre los que había unicornios, pegasos, elfos de los bosques y centauros, tomaron una senda un poco más angosta, bordeada de zarzamoras y pequeñas plantas de fresas silvestres.

Al cabo de unos diez minutos de avanzar por ella empezó a oírse el sonido de una cascada.

--"Ya estamos llegando"—dijo Silvart rompiendo el silencio del grupo, que estaba disfrutando de la serenidad del ambiente—"Tras ese recodo encontraremos el lago".

Efectivamente, al girar el recodo la senda se interrumpió bruscamente dando paso a un enorme claro con un hermoso lago de aguas plateadas y una rugiente cascada que inundaba el aire con el sonido del agua al caer.

--"Creo que fue una buena idea comer aquí fuera"—comentó Draco mirando a su alrededor—"Este lugar es estupendo. Como me gustaría enseñárselo a mis amigos"—añadió con un tono de voz esperanzado.

--"Puedes invitarles en las vacaciones de veranos, ¿verdad Severus?"—dijo Silvart mirando al profesor a su lado, el cual puso cara de susto.

--"Estooo... sí, claro Draco. Puedes... invitarles en verano"—respondió finalmente.

¡Pobre Severus! Ahora también tendría que aguantar a Potter en verano.

--"Señores, no se ustedes, pero yo tengo un poco de hambre. ¿Qué tal si comemos?"—comentó Albus mientras desmontaba y estiraba un poco sus agotados músculos y huesos.

--"Esa es una idea que apoyo totalmente"—dijo Silvart desmontando también—"Junto a la cascada hay un lugar estupendo para sentarnos".

Los tres que quedaban montados, bajaron de los caballos y siguieron al dragón y al director, que ya habían empezado a avanzar hacia el lugar que había señalado antes Silvart.

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Las horas pasaron muy rápido para disgusto de los excursionistas. Habían pasado la tarde en el lago, charlando de todas las cosas imaginables, menos, claro está, de las cosas que estuvieran relacionadas con la oscuridad que amenazaba al mundo mágico. No querían enturbiar un día tan magnífico con pensamientos tan lúgubres.

El sol ya empezaba a ocultarse cuando volvieron a montar para retomar el camino de vuelta a la casa.

El bosque empezaba a iluminarse ahora con la luz que desprendían el lago y la cascada, además de las pequeñas hadas luminosas que flotaban por el bosque, totalmente absortas en sus juegos. Cuando llegaron a la casa ya había caído la noche y empezaba a refrescar.

Westik y tres elfos más esperaban ante la puerta para recoger a los caballos y llevarlos a las cuadras.

--"¿Qué tal han pasado el día, ama Silvart?"—preguntó cortésmente Westik mientras cogía las riendas de uno de los animales.

--"Muy bien. Gracias Westik"—apenas terminó de decir esto cuando otro elfo salió corriendo de la casa con una carta en la mano.

--"¡Ama, ama!"—gritó el pequeño sirviente mientras se ponía a la altura de Silvart—"¡Acaba de llegar esto para usted a través de la chimenea!".

Silvart cogió rápidamente el sobre de las manos nerviosas del elfo y lo miró atentamente.

--"Es de Valerie"—dijo dirigiéndose a los otros—"Debe haber pasado algo"—mientras añadía esta frase su rostro se ensombreció. Había abierto el sobre y leía la escueta misiva.

Levantó la vista y miró seriamente a los demás.

--"Hay que volver. Han habido varios ataques a padres de alumnos muggles"—esta frase hizo que los demás se pusieran pálidos.

--"Será mejor que nos demos prisa"—dijo Albus mientras se dirigía con paso rápido hacia la entrada seguido unos instantes después por los demás.

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Apenas diez minutos después, las llamas en la chimenea del despacho de Albus chisporrotearon con un color verdoso y de entre ellas aparecieron Albus, Severus, Silvart y Draco.

En el despacho ya los esperaban la Orden del Fénix junto con Alexis y Valerie.

--"Draco, será mejor que te retires a tu dormitorio"—indicó Severus al alumno que estaba tras él observando a todos atentamente.

Draco asintió con la cabeza y salió del despacho.

En cuanto se cerró la puerta, Severus volvió a centrar su atención en los presentes.

--"Bien. ¿Quiénes han sufrido ataques?"—preguntó Albus con voz seria y cansada.

Arabella se adelantó para hablar.

--"Han sido varios. De Hufflepuff han sido asesinados los padres de dos alumnos: James Conrad y Anne Marie Petterson. De Ravenclaw han sido tres: los padres de Joane Callister, Peter Downey y los de los hermanos Halce"—enumeró Arabella—"Y de Gryffindor sólo han caído unos padres: los de Hermione Granger"—este último nombre lo dijo en voz queda mientras se escuchaba un sollozo proveniente de la profesora McGonagall.

La habitación estaba en un silencio total. Había tanta tensión que se habría podido cortar con un cuchillo. Dumbledore estaba consternado, Severus tres veces más serio que de costumbre con la mente perdida en sus pensamientos y Silvart estaba pálida. Los padres de Hermione... de su pequeña amiga y alumna Mione...

--"¿Por qué?"—su voz sonó queda y confusa—"¿Por qué? ¿Qué han hecho estas personas para merecer eso?"—Silvart no entendía aquellos asesinatos sin sentido.

--"No han hecho nada. Solamente ser muggles. Ese era su único crimen ante la intolerancia de Voldemort"—dijo Sirius con rabia contenida.

De pronto Silvart sintió que el mundo giraba demasiado deprisa a su alrededor y empezó a caer. Severus, que estaba a su lado fue rápido en cogerla para evitar que se golpeara al caer.

--"¡Silvart! ¿Qué te pasa?"—exclamó Severus mientras la cogía en brazos.

--"Está muy pálida. El cansancio del día y estas últimas noticias deben haber agotado sus fuerzas"—dijo Albus mientras observaba a la desmayada joven—"Tal vez deberías llevarla con Poppy. No tiene muy buen aspecto"—añadió mientras observaba las ojeras que empezaban a marcarse bajo las oscuras pestañas. No tenía muy buen aspecto.

--"De acuerdo"—Severus asintió—"¿Qué vamos a hacer con respecto a los ataques?"—preguntó mientras se dirigía hacia la puerta acompañado de Alexis y Valerie, que observaban a su amiga preocupados.

Dumbledore suspiró con pesadez.

--"Mañana organizaremos una reunión para estudiar cual será nuestro próximo paso. Y también hablaremos con esos pobres muchachos"—indicó Albus seriamente—"Ahora será mejor que la lleves hasta Poppy. Usa la chimenea. Después bajaré para ver como está".

Valerie cogió polvos flu y los echo al fuego indicando que quería ir a la enfermería. Atravesó las llamas seguida de Severus con Silvart en brazos y tras ellos pasó Alexis.

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Severus paseaba impaciente por la sala de espera de la enfermería.

--"Como sigas dando vueltas vas ha hacer un surco en el suelo"—comentó Alexis en tono de bromas, intentando animar el ambiente.

--"Ya hace veinte minutos que está ahí dentro"—dijo sentándose en una silla—"¿Por qué tarda tanto?"—a los dos segundos ya estaba otra vez de pie caminando.

Se abrió la puerta de la sala y los tres miraron rápidamente a ver quien entraba, con Severus dispuesto a lanzarse al cuello de Poppy para preguntarle por qué había tardado tanto. Pero no era la medibruja sino Albus.

--"¿Todavía no sabéis nada?"—inquirió curioso.

Severus negó con la cabeza mientras observaba a su amigo. Tenía la impresión de que había envejecido en cuestión de minutos.

--"No te preocupes. Seguro que está bien. Sólo será agotamiento"—intentó tranquilizarlo Albus.

Unos instantes después la puerta volvió a abrirse y esta vez pasó Poppy con unos cuantos papeles en las manos.

Severus se acercó de un salto.

--"¿Cómo está? ¿Qué le pasa?"—preguntó desesperado.

--"Tranquilo Severus. Está bien. Pero si no te calmas el que va a necesitar tratamiento serás tú"—respondió Poppy mirando al profesor amenazadoramente—"Bien. Le he hecho unos cuantos exámenes y ya tengo los resultados"—continuó la medibruja.

Todos esperaban impacientes el diagnostico de Poppy.

--"Lo que tiene es bastante simple. Silvart está embarazada"—concluyó mirando fijamente a Severus.

Severus le devolvió la mirada en estado de shock.

--"Que está... ¿embarazada?"—no acababa de creer lo que la señora Pomfrey había dicho.

--"¡Enhorabuena Severus!"—Albus fue el primero en reaccionar y se acercó a felicitar al futuro padre—"Me alegro mucho por los dos".

--"¡Vaya! Me has hecho tío, Severus. Me encanta. ¡Felicidades!"—le felicitó ahora Alexis dándole un fuerte apretón de mano a un todavía aturdido Severus.

Valerie también le felicitó efusivamente.

El profesor al final pareció reaccionar.

--"Pero, ¿cómo está ella?"—inquirió girándose hacia Poppy.

--"Esta bien. Sólo agotada. La he dejado durmiendo. Y sí, te he preparado una cama a su lado para que te quedes con ella"—añadió al ver las intenciones de Severus de preguntar si podía quedarse.

--"Gracias Poppy"—agradeció ausentemente Severus mientras se dirigía hacia la enfermería.

--"Bien muchachos. Creo que por hoy yo ya he tenido bastante. Mañana nos veremos en la reunión"—dijo Dumbledore mientras se acercaba a la chimenea—"Por lo menos el día no ha terminado con otra noticia trágica. Unas vidas se apagan y otras nacen"—y dicho esto desapareció entre las llamas verdes del fuego.

Alexis y Valerie salieron unos segundos después a toda velocidad para ir a contarles la feliz noticia a los demás del grupo.

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Severus observó a la joven que descansaba plácidamente en la cama. Su rostro había recuperado su color normal y las ojeras ya casi habían desaparecido. Acarició con suavidad la larga melena plateada cuidadosamente colocada sobre la almohada.

--"Padre... voy a ser padre... Si supieras lo feliz que me ha hecho oír esa noticia"—dijo Severus quedamente sin dejar de acariciar su pelo—"Nunca creí que la vida pudiera regalarme algo tan maravilloso como tu. Ahora tengo más ganas que nunca de luchar para vencer a Voldemort. Ya no por ti o por mí o por todos los demás, sino por nuestro hijo. Para que no crezca en un mundo tan oscuro como en el nosotros hemos vivido. El será la nueva esperanza con la que miraré al futuro"—continuó diciendo en voz baja y suave para no despertarla.

Severus se separó de ella y se acercó a la cama que Poppy había preparado. La empujó un poco y la pegó a la de ella. Se acostó y tomó su mano entre las suyas. En cuanto su cabeza tocó la almohada notó lo cansado que estaba.

La observó un poco más con cariño en los ojos hasta que estos empezaron a cerrarse.

--"Mi esperanza... Te quiero..."—musitó antes de caer en un profundo sueño, sujetando la mano de Silvart cerca de él.