Inocencia Por: L.G.

**** 1 Llora, pequeño

Disclaimer: El Conde Drácula pertenece indiscutiblemente a Bram Stoker. Los demás personajes son creación mía.

A/N: Este es mi homenaje al famoso conde, que fue mi favorito hasta que descubrí a los vampiros de Anne Rice.

Ahhh, me olvidaba, para quienes no conocen mis otros escritos, este contiene slash.muy moderado, pero slash al fin, en este caso vampiro/humano. También contiene algunas escenas violentas. La advertencia de siempre, si no les gusta, hagan click en el botón de retroceso y borren de sus mentes este humilde producto de mi imaginación.

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Se llamaba Hiram, eso fue todo lo que pudieron descubrir por los sollozos entrecortados del pequeño niño. Lo hallaron junto al carruaje volcado, abrazado del cadáver de su madre, semidevorado por los lobos. El niño estaba aterrorizado, pero ileso. Los gitanos murmuraron entre sí e hicieron varios signos con las manos, en dirección al castillo que se alzaba al otro lado del bosque.

La escena era terrible, el cochero había tratado de escapar y estuvo a punto de lograrlo, pues se encontraban casi en las afueras del bosque maldito, al que los gitanos ni de día se atrevían a entrar. Sin embargo, fue alcanzado por las criaturas de la noche, en un número superior a dos docenas, a juzgar por las huellas. Los feroces y hambrientos lobos habian atacado primero a los caballos, quienes, al tratar de huir aterrorizados, hicieron volcar el carruaje en el que se encontraba la familia de Hiram.

Los gitanos leían las huellas, que les contaron lo que sucedió a continuación: Las bestias se lanzaron sobre los caballos, ignorando los latigazos del desesperado cochero. Luego, se lanzaron sobre él y sobre los padres de Hiram, pero el niño no fue tocado. Esto era incomprensible para ellos, las bestias habían, innumerables veces, atacado a sus caravanas, asesinando hombres, mujeres y niños sin distinción, pero en este caso no había sido así.

Volvieron al campamento, llevando a Hiram, luego de sepultar los restos de su infortunada familia, levantando un montículo de piedras que señalaría el lugar. El campamento no quedaba muy lejos de allí, por eso habían oído los gritos esa noche, pero estaban tan asustados por la proximidad del castillo, que no se atrevieron a acercarse hasta que hubo amanecido.

Allí, los Ancianos celebraron consejo, mientras Hiram esperaba, llorando aún, pues las mujeres no se atrevían a acercarse. Se hablaba de una vieja leyenda, sobre la maldición que pesaba en la siniestra criatura que vivía en el castillo, de la cual sólo podría liberarse si bebía la sangre de un inocente, a quienes ni siquiera sus sirvientes se atreverían a tocar. Los hombres que habían hallado al niño, decían que los lobos no lo habían tocado, no tenía ni un solo rasguño y la sangre que lo cubría era la de su madre. Quienes escuchaban la historia, señalaban al niño con el brazo extendidos y los dedos en forma de "V" y luego repetían el signo en dirección al castillo, para después llevarse la mano a la frente, repitiendo las palabras que, según sus mentes supersticiosas, los librarían del mal.

Finalmente, el Consejo de Ancianos decidió llevarse al niño, y fue Zara, la mujer más anciana de la caravana, quien decidió hacerse cargo de él. Muchos hombres y mujeres no estuvieron de acuerdo con esa decisión, y continuaban murmurando y haciendo signos, a pesar de que no se atrevían a cuestionar abiertamente la decisión de los Ancianos.

Zara se acercó al niño y lo tomó de la mano. El pequeño observó con sus grandes y asustados ojos azules el bondadoso rostro de la anciana, y aunque no entendía sus palabras, supo que podía confiar en ella, y lentamente se levantó para seguirla. La anciana y el niño caminaron de la mano a través de la multitud reunida, que se abrió para dejarles paso hacia la tienda más grande, ubicada en el centro del campamento, la cual pertenecía únicamente a Zara, quien debía este privilegio al hecho de ser la más anciana del Consejo y a haber sobrevivido a todos sus familiares.
Zara lo había criado lo mejor posible, enseñándole las costumbres y dialectos gitanos, pero también le enseñó el lenguaje culto, usado por los nobles, y le habló de las costumbres de otros pueblos. Él la llamaba cariñosamente "abuela", haciendo que el corazón de la anciana se llenara de orgullo. Pero era un niño solitario, los otros niños gitanos no jugaban mucho con él, pues sus padres se los prohibían, llenándolos de temores supersticiosos.

Cuando tuvo diez años, Zara le contó todo lo que sabía sobre su llegada con los gitanos. El muchacho se sintió destrozado. Siempre había sabido por Zara, que no pertenecía a ese pueblo, pero ella no le decía cómo había llegado allí - "Cuando seas mayor", repetía cada vez que él preguntaba. Esa revelación lo afectó profundamente, ahora se explicaba por qué los niños rehuían su presencia y hacían signos para protegerse del demonio cada vez que lo veían sin la compañía de Zara.

Una de las mujeres del Consejo, Darah, alentaba esta conducta. Ella había pedido que lo abandonaran en el bosque cuando lo hallaron, pues traería mala suerte a su pueblo, sin embargo, Zara se había opuesto férreamente, logrando convencer a los otros miembros de que el niño era inofensivo. Por esto, el pequeño Hiram se ganó para siempre el odio de Darah, quien en secreto hacía miles de cosas para mortificarlo, como extraviar su cubo de agua para que tuviera que ir dos veces al arroyo y luego correr para alcanzar a la caravana, o empujarlo fingiendo un tropiezo, para volcar su vaso de leche y dejarlo sin desayunar. Pero Hiram era de naturaleza tranquila y sabía que esto le causaría un disgusto a su abuela, por eso callaba.

Desde que supo lo ocurrido con sus padres, Hiram deseó ver la tumba de ellos y Zara le confesó que ella lo había hecho todos los años, en el aniversario del día que lo hallaron, pues la caravana se detenía una semana cerca de ese lugar, en su éxodo anual hacia el sur del país. También le prometió que irían juntos la vez siguiente, promesa que cumplió, pues todos los años, el primero de noviembre, iban ambos a aquél lugar, señalado aún con el montículo de piedra que los gitanos erigieran. Hiram se arrodillaba allí y hacía el signo de la cruz, pues ese era uno de los pocos recuerdos que guardaba de su madre, cuando rezaban juntos. Zara lo esperaba respetuosamente, a cierta distancia, hasta que él se levantaba y juntos emprendían el regreso al campamento.

Esta conducta le sirvió a Darah de pretexto para sembrar el recelo y la desconfianza en los hombres y mujeres de su pueblo.

- "Es brujería", decía, "lo vi haciendo un signo extraño con la mano derecha. Zara está bajo su embrujo, pues no hace nada"

Las sencillas gentes que la escuchaban murmuraban asustados, y hablaban entre ellos, siempre señalando el castillo. Nunca se habían atrevido a ir tan cerca del bosque, ni siquiera de día, y este niño lo hacía sin ningún temor.

- "Debe adorar a algún demonio", decía Darah, "quizá al mismo monstruo que habita en el castillo"

Y las mujeres prohibían a sus hijos jugar e incluso hablar con Hiram.
Pasaron así seis años. Hiram se había convertido en un hermoso muchacho, sus cabellos eran negros como la noche y hacían resaltar más sus bellos ojos azules y su tez, que a pesar de la vida al aire libre, se conservaba fresca y lozana. Su cuerpo era delgado y varonil, firmes músculos se adivinaban bajo la delgada tela de la camisa blanca que usaba y los pantalones negros y sandalias hacían que sus piernas parecieran aún más largas y esbeltas. Vestía sencillamente, como todos en la caravana, pues vivía según las costumbres gitanas, en todo, excepto en una cosa.

A pesar de tener dieciséis años, conservaba su inocencia. Contrario a las costumbres, que le exigían conocer mujer a los quince, Hiram aún no lo había hecho. Le dijo a Zara que aún no estaba preparado y ella lo aceptó, pero el Consejo había sido otra cosa.

- "Él muchacho no es del todo un gitano y no puede regirse por todas nuestras costumbres", explicó Zara

- "Él vive con nosotros desde los seis años y debe respetar las costumbres", dijo Darah, obteniendo un murmullo de aprobación.

- "Pero no debemos forzarlo a hacer algo que no desea, él ha observado y respetado todas nuestras otras costumbres obedientemente"

- "No se puede elegir cuáles costumbres son de nuestro agrado y cuáles no. Si se adoptan nuestras costumbres, deberán ser todas", continuó implacable Darah.

Zara finalmente logró un plazo máximo de un año, contado a partir de esa fecha, para que Hiram se decidiera a tomar una esposa, de lo contrario, sería expulsado.

Esa noche, mientras le explicaba a Hiram lo ocurrido en el Consejo, la anciana sintió un dolor en el pecho y tuvo que ser asistida por el muchacho para llegar a su lecho. Él preparó luego un té de las hierbas que Zara le indicó y se lo dio a la anciana, que se quedó pronto dormida. Hiram veló toda la noche su sueño, temía tanto que algo le pasara a su abuela que estaba atento al menor suspiro o cambio de respiración para examinarla cuidadosamente. Cuando ella se levantó, Hiram salió para cumplir sus deberes: llenar su cubo de agua, recoger leña, ordeñar las cabras y preparar el desayuno. Cuando volvió a la tienda, encontró a su abuela echando las cartas.

- "¿Qué pasa, abuela?"

- "Mira", dijo ella

En la pequeña mesa quedaban tres cartas, dos de ellas simbolizaban la muerte y una el amor.

- "¿Qué significa?"

- "Pronto te dejaré, mi niño. Mi día está cerca. Debes prometerme algo: cuando yo me haya ido, dejarás la caravana e irás al sur"

- "¡No abuela! ¡no puedes dejarme!", dijo él, arrodillándose y hundiendo la cabeza en el regazo de Zara.

- "Escúchame", dijo ella con dulzura, levantándole el hermoso rostro lleno de lágrimas, - "esto forma parte de la vida. Los ancianos se van y los jóvenes quedan. Pero este no será más un lugar para ti. En el baúl guardo un traje que no es de gitano, cuando llegue el día, te lo pondrás y abandonarás la caravana. También llevarás mis joyas, pues necesitarás dinero. Las cosas que te enseñé te servirán entonces. Promételo mi niño"

- "Lo prometo", sollozó Hiram

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Bueno, esto fue el comienzo, ya me dirán si vale la pena que continúe esta historia, con sus reviews.

Gracias!