Capítulo 4: Arabella Figg

Los últimos días de vacaciones fueron muy intranquilos, ya que Sally crecía con una velocidad alarmante. Sin embargo, eso no lo notó hasta que una mañana, bajando para darle la leche al "bultito chillón", se encontró con una niña con algunos dientes y mucho cabello. ¡Y eso que sólo habían pasado dos semanas desde que había llegado! En ese momento, ella tenía toda la apariencia de una beba de un año. Mientras tanto, la Señora Figg tenía un comportamiento extraño: se levantaba al amanecer y no regresaba hasta pasada la tarde. Si bien ahora tenía a Ron más cerca de él, la falta de noticias de parte de Hermione empeoraba seriamente la situación.

La mañana del lunes fue muy serena. Cumpliendo su extraña costumbre, la Sra. Figg no se hallaba, o al menos eso era lo que pensaba Harry. Al llegar a la cocina, la anciana estaba sola preparando el desayuno. ¿Sola dije? No. Sentada en la mesa, había una mujer joven, al lado de Sally. La Señora Figg debió percatarse de su presencia, porque después de un segundo dijo:

– ¡Vaya Harry! Hoy te has despertado temprano. Creo que ya conoces a Arabella. –Señaló a la mujer–Ya sabes, chiquito, mi sobrina.

–Hay, tía– dijo Arabella, sonriendo–Siempre con esa manía ¿verdad? Que yo sepa, ni Harry ni yo somos "chiquitos". ¿O sí?

Harry se preguntó porqué Arabella sabía su nombre ¿Acaso era una bruja? Pero su voz dulce lo hizo volver a la realidad.

–Mucho gusto en conocerte, Harry–le dijo ella, mientras le hacía mimos a Sally– La tía me contó que estabas aquí.–Luego añadió, mirándolo a los ojos–Si quieres, después del desayuno podemos dar una vuelta ¿Eh, tía?¿Puede?

–Sí, "chiquita", claro que puede.

–No soy "chiquita", tía.

En ese momento, Pig entró por la ventana, zumbando. La Sra. Figg estaba paralizada, pero Arabella no se inmutó. Todo lo contrario: la atajó como si aquella fuera la Sintch, y ella, la buscadora de un equipo de Quidditch. Después de la extraña escena se la entregó a Harry, diciendo:

–Parece que tienes correspondencia de tus amigos.

Harry leyó en silencio la carta que resultó ser de Ron. Le decía que esa misma tarde iría con Evangelina y Alexis al Callejón Diagon. También le preguntaba si él podría ir. Resuelto a preguntarle a Arabella (porque no quería decírselo a la Sra. Figg), Harry comió el tocino con tranquilidad. Alrededor de las 9:00 la anciana abandonó el lugar, sin avisarle antes a su sobrina que cuidara especialmente de Sally. Cuando se fue, Arabella rompió el silencio, preguntando.

– ¿Quieres ir a algún lugar en especial, Harry?

–Estee...– ¿cómo se había dado cuenta que estaba pensando eso? Pero decidió no perder más tiempo.

–Quisiera... ir a un lugar– dijo titubeando–Pero no sé si lo conoces.

– ¿Y cómo se llama?–le inquirió, con voz tranquila.

–Se llama... se llama... Callejón...

– ¿El Callejón Diagon?–preguntó– ¿Ahí quieres ir?

– ¿Lo conoces?–Arabella no se enojó por aquella pregunta.

– ¡Claro que lo conozco! Cuando yo tenía tu edad iba todos los años. Si Harry, soy una bruja, como te habrás dado cuenta.

Harry por un momento recordó lo que Dumbledore le había dicho a Sirius el año anterior:

"–...tienes que alertar a Remus Lupin, Arabella Figg y Mundungus Fletcher: el antiguo grupo..."

Cerca del mediodía, ya estaban listos. Arabella plegó el cochecito de Sally, de color rosa pálido y se acercó a la chimenea. Sacó de una bolsita un puñado de una especie de polvillo. Iba a lanzarlo al fuego que había encendido previamente, pero luego preguntó.

– ¿Te importa si usamos los polvos flu, Harry?

–No–respondió éste. La verdad que mucho no le agradaban, pero imaginaba que Arabella sólo conocía esa forma para llegar allí. De modo que le dio la mano, mientras que ella sostenía a la beba con un brazo.

– ¿Te molesta si sostienes el cochecito?

–No, no me molesta.

–Entonces, ¡Vamos!–se metieron adentro de la chimenea encendida, echaron el polvo flu a interior y Arabella gritó.

– ¡Al Callejón Diagon!        

Harry vio una vez más la infinita sucesión de casas, cada una con su respectiva chimenea. No disfrutó el veloz viaje; el desayuno, como tantas otras veces, se le revolvía en el estómago y tenía locos deseos de vomitar. Sally aplaudía, emocionada por la velocidad, si una pizca de miedo. De repente, una manchita verdosa empezó a acercarse más y más. ¡Era el suelo! ¡Estaban llegando a destino! Rápidamente, estiró los pies. ¡Justo a tiempo! Dos segundos más tarde, los tres estaban en El Caldero Chorreante.

Salieron parpadeando al Callejón. Primero fueron a Gringotts, donde Harry sacó un poco de dinero del interior de su cámara acorazada. Luego, mientras se dirigían a la librería Flourish y Blotts se encontraron con Ron, que acababa de comprar los libros que usarían en ese curso.

– ¿Y Evangelina y Alexis?–le preguntó, una vez que Arabella se fue, dejándolo a cargo de Sally.

–Todavía siguen adentro. Me parece que quieren leerse todos los libros. –Justo después de haber dicho eso, los dos chicos salían contentos, con un bulto de tamaño considerable cada uno.

– ¡Hola Harry!–lo saludó Lucy– Parece que sos niñera a tiempo completo, ¿eh?–dijo en tono burlón, señalando a Sally.  

– ¿Por qué compraron tantos libros?–Preguntó, evitando que le recordaran su "pequeño" deber.

–Recordá, Harry, que nosotros vinimos de otro país, si te olvidaste; y algunos libros acá no nos servirán de nada. Así que tuvimos que comprar todos los que nos faltaban. Por suerte, son sólo tres– le recordó Alexis. 

El resto del día fue muy agradable. Terminaron merendando en el Caldero Chorreante, junto a Penélope, Arabella y Percy, que se les unieron después. Ellos tres hablaron muy animados sobre unos "asuntos secretos", palabra que irritó a Ron.

–Pero lo hace a propósito–susurró–Todo lo que quiere es que le preguntemos de qué se trata. 

–Harry, ¿ya te examinaron?–preguntó Lucy.

– ¿Examinarme?

–Sí, eso es por lo de las nuevas materias–Dijo Ron–Si no las pasas con una cierta nota no puedes acceder a ellas.

–"Magia Antigua"–explicó Lucy–es un pequeño grupo de asignaturas. Alquimia, latín y...

–Y adivinación avanzada. –al oír esto, Ron casi pega un grito.

– ¡ADIVINACIÓN AVANZADA!–chilló, horrorizado.

– ¡Ron, por favor, tranquilizate!–le reprendió Lucy– ¿Es que odiás tanto adivinación? Además–agregó, con la intención de calmarlo–para esa materia se necesita un verdadero vidente como profesor ¿entendés? 

–Ah–dijo, mucho más aliviado–Así está mucho mejor.            

Hacia la noche regresaron a la casa de la Sra. Figg. Al parecer, Arabella había arreglado con Penélope ir todos a King's Cross, dado que ella no se conocía muy bien la ciudad.

Opss! Estaba tan concentrada que postergué la misteriosa charlita entre Lucy y Alexis para el próximo capítulo. ¿Ok? ^-^ Bueno, mejor que preparen los ojos, ¡porque el próximo capítulo será ENORME! P.D.: El próximo capítulo está casi listo, así que no tardaré en publicarlo!  Espero sus rewiews, ¡ya saben que adoro recibirlos!