¡Sí! Por fin llegó el capítulo 5! Me tarde mucho, ¿no? Jijiji...
¡ALELUYA! A la gran J.K. Rowling se le ocurrió terminar de escribir el libro 5!!! (Nadilius llora de la emotion) Buuuuaaaaa tanto tiempo esperando... ¡ahora me tengo que apurar con este fic! Así que me pongo las pilas, y pongo a "HP y orden del fénix" en el primer lugar de "cosas por hacer"! Pondré el capítulo 6 online mañana y el 7 lo voy a terminar... Así que ¡no se asusten por tantos capítulos seguidos! Ah, y ¡MANDEN REWIEWS! Son tan estimulantes como una botella de cerveza de manteca (aunque me parece que no existe).
Capítulo 5: Carta desde Argentina
Aquella mañana de lunes parecía destinada a alegrarles el camino. Harry había pensado eso, pero sus sentimientos se dirigían hacia una sola persona: Ginny. Cuando la vio con Neville en el baile de Navidad se había quedado deslumbrado por lo linda que era en realidad. Ahora todo lo que deseaba era que ella hubiera pasado la examinación, para tenerla a su lado, ya que corrían los rumores de que cuarto y quinto año aprenderían juntos esa materia. Meditando eso, llegó a la cocina. Ahí se encontraban la Señora Figg, Sally y Arabella.
–Hola, Harry, "chiquito". El desayuno ya está listo.
–Tía, Harry no es "chiquito"–le recordó Arabella.
–Harry, ¿hoy empiezas la escuela?–le dijo ella, lanzándole una mirada elocuente.
–Sí, hoy empiezo otro año escolar.
–A propósito, ¿no ibas al "Centro Juvenil San Bruto para Delincuentes Juveniles Incurables"?
–Sí–respondió Harry, tragándose la rabia que tenía con los Dursleys.
–Si quieres te puedo llevar yo ¿te gusta la idea?–dijo la joven.
–Ay, querida, si tú lo haces me quitarías un peso de encima, hoy tengo mucho que hacer en el trabajo–dijo la Señora Figg. –Además, ni siquiera sé donde queda ese instituto.
–Claro que puedo, tía.
Cerca de las 10:00 Arabella dijo que llevaría a Harry al colegio. Ya en la esquina, se encontraron con Ron y los demás. Percy no estaba allí porque se había ido al trabajo. Evangelina y Alexis (según decía Ron) estaban ansiosos por conocer el castillo íntegramente. Harry supuso que el término íntegramente incluía la idea de romper reglas, cosa que ellos estaban acostumbrados a hacer todos los años.
Lo que ni Harry ni Ron sabían era ellos dos habían tenido una conversación muy acalorada antes de que su amigo pelirrojo despertara. Habían discutido sobre un secreto: un maravilloso secreto del que Harry se enteraría tarde o temprano, el porqué de su llegada al Hogwarts.
–Lucy, no podés ocultárselo más–le reprendía Alexis–. Es esencial que se lo digas.
–No–dijo ella con firmeza– No hasta que sea el momento indicado.
–Pero no sabemos cuando va a suceder el primer hecho, y ya conocés los riesgos...
–Los riesgos son enormes–recitó la chica de memoria–Si no encontramos a los guardianes y a ella, quién sabe lo que podría llegar a pasar...
–Pero están en este colegio, ¿verdad?
–Sí, pero no sé dónde –dijo Lucy, preocupada.
–Pero tiene que haber una manera...
–Oralie va a venir sólo cuando sea necesario, Alexis.
–Pero Lucy, ¿realmente creés en esa leyenda?
–Por supuesto que sí, y ella no es una leyenda: es real–dijo con severidad–La "Orden del Fénix" la creó, y sabés bien que mi misión es hallar a ella y a los guardianes.
–Pero no tenemos ni idea de en qué forma se hará presente...
– ¿Tenemos? Vos estás acá porque Dumbledore quería que mi estadía en el colegio pase como una cuestión familiar. ¿Te acordás? La misión es asunto mío, no quiero ponerte en peligro–finalizó Lucy.
***
Al llegar a King's Cross se encontraron con todos los Weasleys faltantes: Fred, George, Ginny y Hermione. Al ver a los gemelos, Percy frunció el entrecejo. En cambio Penélope saludó de forma especialmente cordial a Hermione.
Mientras tanto, Harry conversaba animadamente con Hermione de diversos temas: los Timos, las nuevas asignaturas...
–...Harry, ¿ya te evaluaron?–fue la pregunta de su amiga. Harry se preguntaba qué tendría de importante eso, además de marcarte para cursar una materia.
– No, no lo hicieron.
–Qué raro.
–Aún así me vino en la lista el libro de Magia Antigua...
– ¿Lo sabías?–le preguntó ella, asombrada.
– ¿Si sabía qué?
–Si ya sabías que libro tenías que comprar si no te han evaluado aún–le respondió Hermione, con recelo.
–No sé... cuando recibí la carta de todos los años, ya figuraba el nombre en la lista.
– ¿Y el libro?–le preguntó ella– Si figuraba en tu lista significa que debías comprarlo.
–Bueno, tú me lo regalaste ¿no?–repuso Harry.
–Pero ¿qué estas diciendo, Harry? yo no te he regalado ningún libro. –Hermione estaba asombrada.
La voz de la Arabella los sacó de su animada charla.
– ¡Vamos, Harry, Hermione; el tren está por partir!
Arrastraron sus baúles hasta el final del tren, dónde Ron ya estaba sentado, junto con Lucy y Alexis.
Un silbato resonó fuertemente por toda la plataforma. Arabella y Penélope los despidieron alegremente. Cuando ellas se perdieron de vista, al doblar una curva, todos se sentaron en los asientos.
– ¿Por qué tardaron tanto?–les dijo Ron, con suspicacia.
–Estábamos hablando...
–Ron, ¿tú aprobaste la examinación?–le preguntó Hermione, tratando de que no se notara la nota de intriga que tenía.
–No la aprobé–repuso él con decepción–Pero Ginny sí. ¿Y tú, Hermione?
–No, tampoco.
– ¿Harry?–inquirió él, rogando que su amigo la hubiera pasado...
–Supongo que sí.
–Nosotros ya la teníamos en el otro colegio–dijo Alexis.
– ¡Qué lastima, Hermilu! Si no seríamos más–se lamentó Lucy.
De inmediato Hermione miró a su costado. Luego pegó un pequeño grito.
– ¿Lucy? ¿Alexis?–musitó– ¿Cómo llegaron aquí?
De inmediato ellos le contaron a Hermione todo (o por lo menos, lo que podían decir) relacionado a su llegada. Después de eso Lucy sacó de su baúl un gran libro color azul. Era el mismo que Harry había recibido como regalo de cumpleaños. Lo raro, recordó Harry, era que Hermione no se lo había obsequiado, aunque éste había venido adjuntado a la carta de su amiga. Ahora, él no sabía quién se lo había enviado.
– ¿Qué tiene adentro?–inquirió Ron.
– ¡No me digan que no saben cómo abrirlo!–exclamó Alexis.
–Realmente no he podido–repuso Ginny.
–Yo tampoco–dijo Harry.
–Bueno, sólo tienen que concentrarse y pedirle (mejor dicho, ordenarle) mentalmente al libro que se abra... ¡y listo!
– ¿Nada más?–preguntaron Harry y Ginny a coro.
–No, nada más.
Ellos intentaron una y otra vez. Para sus amigos debía ser muy fácil, puesto que ellos lo habían hecho miles de veces. Igualmente, no tardó mucho tiempo en abrirlo; pero Ginny (sorprendiendo a todos) fue la primera en lograrlo.
– ¡Guau!–dijo Ron– ¿Puedo mirarlo, Ginny?
El ejemplar de Ginny tenía las hojas bastante bien conservadas a pesar de su antigüedad. Majestuosos dibujos de soles, estrellas y lunas estaban esparcidos por toda la superficie. El candado era de color dorado reluciente y en la contratapa había símbolos que ninguno conocía. Pero para Hermione debían tener algún sentido, porque al verlas su rostro adquirió una expresión de concentración extrema.
–Oigan, ¿qué hacen sus padres?–preguntó Ron, cuando se recuperó de su asombro.
–Bueno, –dijo Alexis– mis papás son Muggles. Papi trabaja como canciller en el gobierno local y mamá es cocinera.
–Ah–dijo Harry–entonces viaja constantemente, ¿verdad?
–Ahá–dijo Alexis– Ser canciller no es cosa de risa, papá sale de un aeropuerto y se mete en otro, es muy duro para nosotros. Claro que tiene sus ventajas, sabe cinco idiomas.
– ¿Tanto?–dijo Hermione
–Sí: alemán, francés, inglés, italiano y portugués.
– ¿Y tú, Lucy?–dijo Harry, pero ella no le respondió.
De repente, unos golpecitos en la ventana los sacaron de su ensimismamiento. Una lechuza de color castaño tirando a rojizo esperaba ansiosa por entrar. Lucy la tomó y le desató la carta de su patita. La leyó en silencio. Luego se la pasó a Alexis, murmurando:
–Parece que finalmente Martín lo ha intentado.
– ¿Quién es Martín?–preguntó Ron.
–Es el fantasma de un chico–explicaba Lucy–que murió cuando una Bludger le dio en la nuca. Cayó de veinte metros. ¿Cuántos años tenía cuando le pasó eso?
–Trece–contestó Alexis.
–Nunca pensé que alguien podía llegar a ser asesinado por una Bludger–comentó Harry.
– ¿Quieren leerla?–preguntó Lucy, agitando el trozo de pergamino.
–Si no te molesta...–dijo Hermione.
Los tres miraron el papel que Alexis les pasó. Tres caligrafías distintas de mezclaban, indicando que tres personas lo habían escrito. (N/A: originalmente las tenía en tres tipos de letras distintos, pero como acá no se iban a notar, los puse así. Ojalá que lo entiendan.)
Queridos Lucy y Alexis:
Acá todo anda muy bien, Martín aprobó el examen de Aritmomancia. El torneo de Quidditch de desarrolla como siempre, los de séptimo (Ala Norte) casi le rompen el brazo a Karina, (le hicieron un Stooging) pero se salvó. Los agresores eran de nuevo Lucas, Pablo y Nicolás. El Superior Juan los castigó. ¡Tienen que recoger madera petrificada del Bosque de Fuego! Por mí hubiera preferido que los torturaran. ¡Con ese asunto no se bromea, Pancho! Espero que para cuando Filiberto esté allí ustedes ya hayan llegado a Hogwarts. Mándenos fotos mágicas del lugar en cuanto puedan (si es que eso está permitido). La semana pasada logramos hablar con el director: si tenemos buenas calificaciones tal vez te visitamos en tu invierno (nuestro verano). Espero que por sus pagos las cosas anden tan fenomenales que por acá.
Hasta la próxima carta,
Pancho, Glinda y Martín
–Parece que a tus amigos les gusta mantener contacto contigo–dijo Ron.
–Sí, ellos nos escriben una vez al mes.
– ¿Puedo preguntarte algo?–dijo Ginny.
–Sí.
– ¿Qué es el Bosque de Fuego?
–Es uno de los cuatro bosques que rodean el colegio. –Explicó Lucy– Ahí hay animales realmente peligrosos: dragones, mantícoras, duendes...
– ¿Hay escregutos de cola explosiva?–preguntó Harry.
– ¿Y qué es eso?–dijo Alexis–No me suena conocido...
– ¿Pero fueron?–cuestionó Hermione con tono de reproche.
– ¡Claro!–dijo Lucy–Miles de veces.
– ¿Qué son los Superiores?–dijo Harry.
–Son el equivalente a sus prefectos. Hay dos por cada ala del colegio. Pueden castigar, quitar puntos, detener, y otras cosas más. –dijo Alexis.
–Lucy, ¿Martín está estudiando aún?–preguntó Ginny.
–Sí. –Ella se dirigió a todos– No es obligatorio, pero si un fantasma quiere terminar con sus estudios, puede. Aunque es algo bastante difícil.
***
La tarde pasó como siempre. Jugaron unas partidas de Snap Explosivo y hablaron de Quidditch. Todos comentaban las medidas de seguridad que se habían colocado en torno al colegio. Ginny pensaba que pondrían dragones, Lucy insistía con los guardianes esmeraldas (luego de una breve explicación). Aunque ninguno sabía exactamente que pasaría ese año. Curiosamente, no se encontraron ni a Malfoy ni a sus amigotes Crabbe y Goyle en todo el día. Finalmente, el Expreso de Hogwarts terminó por aminorar la marcha. Todos bajaron a la estación de Hogsmeade. Cuando apenas habían dado unos pasos una voz conocida los saludó. Era Hagrid.
– ¡Harry, Ron, Hermione! ¿Están bien?
–Sí Hagrid, muy bien–respondió Ron.
– ¡Chicos, nos vemos luego!–dijo Lucy de repente. Y se fue, seguida por Alexis.
– ¿Dónde irá?–preguntó Hermione.
Con la intriga sembrada en sus mentes, Harry, Ron, Ginny y Hermione se subieron a un carruaje, deseando llegar al castillo. Harry trataba de no ponerse nervioso. Ginny estaba sentada a su lado, lo cual lo sonrojaba. Cruzaron la cerca que separaba el campo del colegio y sus terrenos, flanqueada por sendas estatuas que representaban la figura de unos cerdos alados.
La profesora McGonagall los esperaba a la entrada del castillo. A su lado había una criatura pequeña, de ojos diminutos y cabeza mediana, que lo miraba con curiosidad. Harry sabía que eso no era un elfo, pero juzgó inoportuno preguntar, por lo que siguió a los demás hacia el Gran Salón. Caminaron silenciosamente hacia la mesa de Gryffindor, donde ya había muchos alumnos sentados, conversando animadamente. Los gemelos Weasley y Lee Jordan, su mejor amigo miraban con intensa tristeza la mesa. Ellos terminarían Hogwarts ese año, cosa que justificaba su estado de ánimo. Harry recorrió con la vista la mesa de los profesores. Al parecer estaban todos: Flitwick, Sprout, Sinistra, y (lamentablemente) Snape. Pero había tres, que no podía distinguir bien, que no había visto nunca.
– ¿Quiénes serán?–murmuró–No hay tantas materias, ¿o si?
–Probablemente enseñen algunas de las nuevas. –dijo Hermione.
En ese momento, las puertas del Gran Salón se abrieron y la Profesora McGonagall entró, conduciendo a los chicos de primer año. Harry pudo distinguir a Lucy y Alexis entre la multitud. En la fila parecía haber más gente de lo habitual. Parecían nerviosos, pero miraban asombrados el Gran Salón. La profesora colocó sobre un taburete un sombrero ajado, sucio y remendado: el Sombrero Seleccionador; que en vida le había pertenecido a Godric Gryffindor, uno de los cuatro fundadores del colegio, y creador de la casa a la que Harry, Hermione y todos los Weasley pertenecían. Cuando éste fue puesto en el taburete, se abrió una costura parecida a una boca, y el sombrero empezó a cantar.
Más de mil años tengo, aunque no lo aparente
Y es que la magia que contengo es demasiado fuerte.
Testigo he sido de miles de historias,
Mentes y personas aún me conmemoran.
Hoy de cuatro individuos hablaré
Que nunca quedarán en el ayer.
Helga Hufflepuff, la flor del campo
Apreciaba el esfuerzo y el trabajo.
Godric Gryffindor, joven aventurero,
Era un imán para los enredos.
Salazar Slytherin, siempre misterioso,
Miraba a sus alumnos orgulloso.
Y Rowena Ravenclaw, la niña aplicada,
Hablaba del firmamento con voz embelesada.
Sólo debes de probarme, nada más,
Y te diré a quien de ellos te parecerás.
Mirando tu mente me enteraré
A que casa debes pertenecer.
Todos prorrumpieron en aplausos. La profesora McGonagall se apresuró a desenrollar un gran pergamino.
–Cuando escuchen su nombre, vendrán hacia aquí a sentarse en el taburete y se colocarán el sombrero–explicó a los chicos de primer año que estaban atrás de ella–no se pararán hasta que éste diga el nombre de la casa que formarán parte. Luego, se sentarán en la mesa que les corresponda. ¡Aklen, Caroline!
– ¡Slytherin!
La mesa de Slytherin estalló en aplausos. Harry vio a Malfoy, que parecía haber llegado recién, vitoreando a Caroline Aklen cuando se sentó.
– ¡Avet, Fhilip!
– ¡Ravenclaw!
– ¡Beclit, Sally!
– ¡Gryffindor!
– ¡Blliet, Daniel!
– ¡Hufflepuff!
– ¡Bruccielli, Marco!
– ¡Ravenclaw!
– ¡Bones, Emeric!
– ¡Ravenclaw!
– ¡Cronowell, Marie!
– ¡Hufflepuff!
– ¡Cassy, Arwen!
– ¡Slytherin!
– ¡Devinen, Robert!
– ¡Slytherin!
– ¡Difgot, Alison!
– ¡Ravenclaw!
– ¡Dustint, Leander!
– ¡Hufflepuff!
– ¡Eluqia, Alexis!
Harry miró a Alexis, que temblaba completamente, acercarse al taburete. Después de lo que pareció una eternidad, el sobrero gritó:
¡Gryffindor!
Harry, Ron y Hermione aplaudieron a rabiar a Alexis. Se sentó al lado de Harry, que le había guardado un asiento también para Lucy.
–Nervioso, ¿no?–le dijo Ron.
–Casi me desmayo por la ansiedad–le contestó–. Espero que Lucy venga acá.
La ceremonia transcurrió con tranquilidad. Chicos y chicas pasaron ante el sombrero para ser seleccionados.
– ¡Malfoy, Sonia!
Cuando la profesora McGonagall dijo eso, los murmullos se expandieron como una enfermedad contagiosa. Ron, por su parte, hizo una mueca de asco; al ver aquello, Hermione le dio un pisotón.
– ¿Por qué ponés esa cara, Ron?–dijo Alexis, intrigado.
–Aquella niña debe ser pariente de Malfoy–explicó Harry.
– ¿Y quién es ese tal Malfoy?–inquirió Alexis. Nadie le contestó.
– ¡Qué lástima!–dijo Ron–Creí que no había alcanzado el tren.
Alexis miró a Draco y luego a Sonia. No eran nada parecidos entre ellos dos. Sonia Malfoy tenía el mismo color de cabello que el Slytherin, pero ahí se acababa la similitud. Sus ojos no eran ni grises ni fríos, eran azules; su rostro, bondadoso; y ningún rastro despectivo o de odio. Ella se acercó al taburete, se colocó el Sombrero y esperó. Inmediatamente éste dio un veredicto que ninguno hubiera esperado.
– ¡Ravenclaw!
– ¡Melikrov, Arthur!
– ¡Gryffindor!
Todos los Gryffindors vitorearon a Arthur Melikrov, que ocupó un asiento cercano al de Hermione.
– ¡La siguiente es Lucy!–dijo Alexis–Por favor, que esté con nosotros.
– ¡Méndez, Evangelina!
–Por favor…–repitió Alexis.
No tuvieron que esperar mucho. El sombrero inmediatamente gritó:
– ¡Gryffindor!
– ¡Bravo, Lucy!–gritó Alexis, rebosante de felicidad.
–Gracias–dijo ella. – Me alegro de que estemos todos juntos en esta casa.
Finalmente, con Wellington, Conrad (Slytherin) la ceremonia de selección dio fin. La profesora McGonagall se llevó el sombrero. El Profesor Dumbledore se puso de pie, bastante más serio de lo habitual, pero esperanzado al verlos allí.
–Bienvenidos a este nuevo año escolar. Es mi deber dar algunos anuncios. Por lo tanto, les ruego que me presten su atención.
Este año, ningún alumno podrá salir del castillo a partir de las ocho de la tarde en adelante, salvo en los horarios correspondientes a Astronomía. Debido a los acontecimientos de público conocimiento, este año vendrán Aurors a custodiar todos los accesos al colegio. Nadie saldrá a los terrenos fuera de los recreos, excepto los alumnos que asistan a Cuidado de Criaturas Mágicas o cualquier materia que implique estar al aire libre.
Harry imaginó que se refería a Voldemort, que en el curso anterior había retornado.
–Como todos saben, el Bosque que rodea el colegio está terminantemente prohibido, como también Hogsmeade para 1er y 2do año y chicos sin autorización.
Cambiando de tema, en este curso se reanuda el campeonato de Quidditch. Agregando que el equipo ganador podrá ver las finales del Mundial Juvenil, que tendrá lugar este verano.
Mucho revuelo siguió a ese anuncio. Harry estaba emocionado. El Mundial Juvenil de Quidditch era torneo en el cual participaban las selecciones todo el mundo, cuyos jugadores generalmente eran muy jóvenes. Cuando los ánimos se calmaron un poco, el Profesor Dumbledore volvió a hablar.
–Por último, me alegra anunciarles la llegada de una nuevas profesora–todos el mundo se quedó mudo–La señorita Sophie Dainiwano, para Magia Antigua. Respecto a Defensa Contra las Ates Oscuras, el nuevo titular llegará (por motivos personales) mañana por la mañana. También quiero presentarles a dos alumnos nuevos, que nos acompañarán durante un tiempo: la señorita Evangelina Méndez y el señor Alexis Euquia, ambos procedentes de Argentina. Bueno, me parece haber dicho todo lo necesario: ¡A comer, chicos!
Las fuentes y bandejas se llenaron de comida. Todos empezaron a comer. Mientras tanto, Harry, Ron, Lucy, Alexis y Hermione conversaban animadamente.
–No puedo creer es que tengamos alguien como Dainiwano en el colegio…
– ¿Qué tiene ella de importante?–preguntó Hermione
–Hermilu, Sophie Dainiwano es una de las mejores hechiceras en Magia Antigua. –dijo Lucy, que no podía ocultar su emoción.
–Ahá, y no tiene más de treinta años–agregó Alexis, con la boca llena, pues había empezado a probar algo. –Realmente este año será interesante…
– ¡Sí!–dijo Lucy– Dicen que es candidata a formar parte del Consejo de Oriente.
– ¿De veras?– dijo Hermione.
–En serio, "Hermilu"–le confirmó Alexis.
–Wow!–Dijo Ron. – ¿No se percataron de algo?
– ¿De qué?–dijo Alexis.
– ¡De que no tenemos Adivinación Avanzada!
– Qué lástima...–se lamentó Lucy.
– ¿Por qué lástima?–dijo Harry. –Yo no quiero que me predigan la muerte con más frecuencia...
– ¿La de Adivinación te hace eso?–le contestó Alexis.
Mientras tanto, los otros Gryffindors acribillaban a Arthur Melikrov con preguntas.
–Arthur, ¿De dónde vienes?
– ¿Tienes hermanos?
– ¿Y dónde estudiabas?
Sorpresivamente, se pudo escuchar una de las tantas preguntas que Arthur contestaba.
– ¿Cómo llegaste aquí?
–...Es algo vergonzoso...No me enteré jamás que tenía poderes mágicos, porque yo iba a un internado Muggle...
En ese momento, las velas se apagaron, todos enmudecieron y el Gran Salón se desvaneció, dejando sumido en la más profunda oscuridad a todo el colegio. Todos los alumnos habían desaparecido.
Yen el próximo capítulo...
Una oscuridad profunda se ha cernido sobre el colegio. Pero... ¿porqué sólo Harry, Lucy, Alexis y Ginny se pueden ver a sí mismos? Será misión de los estudiantes extranjeros resolver este problema con su magia avanzada. Sin embargo, las cosas no salen como se estaba esperado...
