– ¿¡Qué es esto!?– Dijo Ginny, que al parecer estaba horrorizada.
–Ya lo veremos–dijo Harry– ¡Lumos!–Harry intentó realizar el hechizo, pero no podía.
– ¡No funciona mi varita!–chilló Ginny, a lo lejos.
– ¡La mía tampoco!–dijo Harry.
– ¡Quédense los dos en un mismo lugar, que vamos para allá!–se oyó decir a Lucy. Inmediatamente, un pequeño puñado de fuego apareció en sus manos. Ahora había luz, lo suficiente como para iluminar sus caras.
Un poco cohibido, Harry fue hacia Ginny, quien se sorprendió de tenerlo a su lado. De repente, del suelo brotó algo parecido a manos hechas de la misma oscuridad que los envolvía. Intentaron arremeter contra Ginny, pero Harry (sin darse cuenta de lo que hacía) abrazó a la chica para protegerla, ganándose así una herida en el brazo, probablemente provocada por esas cosas. A continuación, unas lenguas de fuego perforaron a aquellas "manos", salvando a los dos jóvenes de ser atacados nuevamente.
– ¡Acá están, Alexis!–gritó Lucy. Al instante, ellos estaban reunidos. Cerca, muy cerca de ellos, un ave revoloteaba.
–La magia ordinaria no sirve acá–dijo Alexis–Intentamos hacer varios encantamientos, pero ninguno funcionó.
–Yo también probé–dijo Harry. Mientras éste hablaba, el ave voló hacia Harry, el cual reconoció al pájaro.
–Hola, Fawkes–dijo.
– ¿Lo conocés, Harry?–inquirió Alexis.
–Sí, es el fénix de Dumbledore–contestó Harry.
– ¡Oh!–exclamó Lucy–Entonces será mejor que regreses con tu dueño. Si lo ves, dile que necesitamos su ayuda, ¿Entendido?
Y se fue.
– ¿Por qué le dijiste eso?–preguntó Alexis.
–Porque es la verdad–le reprendió Lucy–Realmente no sé cuánto tiempo aguantemos así...
– ¿Alguien tiene idea de lo que esto sea?–dijo Ginny.
–Supongo–explicó Lucy–que debe ser algún tipo de barrera hecha con Magia Antigua, dado el hecho de que la magia ordinaria no funcione...
–Entonces debe haber una salida–arriesgó Harry, que no entendía ni pío.
–Eso hay que intentarlo–opinó Alexis.
–Sí, pero ¿qué encantamiento sería útil para esto...?
–Dijiste que esto había sido formado por Magia Antigua. Y que la magia ordinaria no funcionaba –le recordó Ginny.
–Ginny, me refería a un encantamiento de Magia Antigua.
–Ah.
Lucy parecía estar estrujándose el cerebro. Alexis también, pero mucho menos. El chico se pasaba las manos por el cabello, despeinándoselo bastante. De repente, cuando Ginny y Harry empezaban a perder las esperanzas, Alexis soltó un suspiro, resignado.
– ¡Estamos más perdidos que turco en la neblina!
– ¡Eso es, Alexis!– Dijo Lucy. Y parándose de dónde estaba sentada, extendió la mano derecha, y gritó:
– Kaze!
Una brisita agitó levemente sus cabellos, además de apagar el puñado de fuego que los iluminaba.
– No es muy útil, ¿verdad?–dijo Ginny.
–Te lo dije miles de veces, Lucy: no te fíes de lo que diga. –Murmuró Alexis.
– ¡A buena hora me lo recordás!– Respondió.
–Bueno, creo que deberíamos encender la flama, ¿de acuerdo?–dijo Alexis, intentando calmar a su amiga.
–Dale–contestó Lucy.
Los dos se pusieron frente a frente. Alexis extendió la mano como lo había hecho Lucy.
–Intentalo. No será difícil–dijo Lucy.
Con su mano extendida, murmuró un "Honou!" bastante seguro, y como pasó con Lucy, una llamita minúscula se encendió en la palma de su mano.
– ¡Excelente, Alexis!–chilló Lucy. –Bien, ahora yo diré el hechizo. – Movió el dedo índice de tal manera que los dos puñados de fuego estuvieran señalados. Luego murmuró algo. Al instante, las dos flamas se unieron, y una mucha mayor salió; iluminando por completo a todos, incluyendo a Ginny y Harry, que miraban la escena perplejos.
– ¡Miren, ya se ve el techo!–gritó Ginny.
Era cierto. El techo que hasta segundos antes había sido oscuridad infinita, ahora empezaba a hacerse visible. Cuando la oscuridad se desvaneció completamente, Harry pegó un grito ahogado. Estaban ahora en una mazmorra. Más exactamente, en el aula de Pociones, donde habitualmente se encontraba Severus Snape, el profesor titular de esa materia.
– ¡Oh, no!–gimió Ginny, visiblemente horrorizada.
– ¿Dónde estamos?–inquirió Lucy.
–Estamos en una mazmorra–respondió Harry, con la voz quebrada. –Mejor dicho, en el aula de Pociones...
–Si Snape nos ve, nos mata–murmuró Ginny.
Harry vio a un chico acercarse hacia ellos. Era raro, sin embargo, encontrar a alguien en esos momentos, cuando se suponía que todos los alumnos debían estar en el Gran Salón comiendo. El chico penetró en el corredor, pero Lucy fue rápida.
–Disculpa, ¿no sabés dónde está el Gran Salón? Nos perdimos.
–Sí, claro ¿Pueden seguirme?–dijo, observando la pierna de Harry, que tenía una herida.
–Claro.
– ¿Qué se suponen que estaban haciendo?–les preguntó– ¿Y en que casa están?
– ¿Por qué lo preguntas?–le dijo Ginny.
–Porque con las cosas que están pasando últimamente... Hoy atacaron a otro chico más, ¿saben?
– ¿Cómo fue?–inquirió Harry. Tenía la impresión de que habían retrocedido en el tiempo, y ahora, cuando el chico mencionó "Hoy atacaron a otro chico más" sintió que no habían caído en buen momento.
–Lo encontraron en la biblioteca, petrificado. Al parecer era un Gryffindor. Dicen que fue el monstruo de Slytherin. Pero les aseguro algo: esa cosa debe ser bastante poderosa, sino no hubiera atacado a treinta chicos y seguir vivito y coleando.
La suposición de Harry era correcta. Y por la cara de Ginny, las cosas no iban peor. Habían caído con la Cámara de los Secretos abierta. Ahora Harry deseaba que aquel chico, alto, de pelo negro no fuera Tom Riddle.
–Aquí los dejo–dijo el joven–El Gran Salón.
–Disculpa, ¿Cuál es tu nombre?–inquirió Lucy. "Al parecer ella me ha leído el pensamiento"pensó Harry.
–Gilbert Fletcher, prefecto de Ravenclaw a su servicio. Disculpen, tengo que hacer mi ronda nocturna...
Cuando el muchacho se fue, los cuatro se escondieron en un corredor vacío. Harry fue el primero en hablar.
–Hemos caído en mal momento–les anunció–Al parecer, cuando realizaron el hechizo aumentador, algo o alguien nos llevó cincuenta años en el pasado. –luego les contó todo lo relacionado con la Cámara de los secretos.
–Toda tu teoría está bien pero, Harry, ¿Cómo vamos a regresar al presente? Mira que nunca hemos visto los "Encantamientos avanzados"...
–La única manera–dijo Alexis, muy nervioso–sería robar un Giratiempo o algo semejante.
–Cambiando de tema, –dijo Harry–Ginny, ¿me podrías soltar el brazo?
– ¿Qué? ¡Ah sí, claro!–dijo ella. Visiblemente sonrojada, le quitó sus suaves manos de encima.
–Chicos, ¿por casualidad saben quién era Gilbert Fletcher?–dijo Lucy, sacando a Harry de una fantasía sobre Ginny y viceversa.
–No tengo ni idea–contestó Ginny.
–Ni yo–respondió Harry.
–Bueno, ¡vamos a la biblioteca!–sugirió Alexis.
– ¿No sería mejor ir a la entrada de la Cámara y delatar a Riddle?–dijo Harry en voz baja.
– ¡No!–le contestó Lucy, en un tono que le recordó a Hermione en tercero; cuando lo reprimió mientras intentaban liberar a Buckbeak, el hipogrifo, y a Sirius– ¡Esto es como si tuviéramos un Giratiempo! ¡Podemos causar una catástrofe!
Al doblar una esquina, se encontraron con la persona que en ese momento tenían menos ganas de hallar: Tom Marlvolo Riddle, el heredero de Slytherin. (N/A: para los que tienen el libro 2 de editorial Salamandra, el segundo nombre es Sorvolo)
– ¿Qué están haciendo aquí?–les preguntó. Sus ojos se fijaron en Ginny, pero luego se clavaron en Harry. Todo pudiera haber ido bien, pero el volvió a hablar. Al hacerlo, los dejó perplejos.
–Vuelvan a su sala común. –Y luego agregó con desprecio–Tal vez prefieran estar en sus camitas muertos de miedo, a que el Heredero de Slytherin los atrape... ¡Miren que está suelto! Les aseguro que destruirá a todos los sangre sucia que infectan este colegio.
–No lo creo así, Riddle–le contestó Lucy con frialdad.
– ¡Furunculus!
Al parecer, Riddle había disparado un maleficio. Iba derecho hacia Ginny, pero Harry la salvó justo a tiempo. Él y Alexis estaban bien, pero ahora le daría a Lucy. Harry cerró los ojos, no quería verla así...
Pero el impacto esperado no llegó. El chico se obligó a mirar en dirección a su amiga, y se quedó si habla.
Lucy había detenido el maleficio con la varita y finalmente, luego de unos segundos de suspensión, logró desviarlo hacia un costado.
– ¡Váyanse de aquí!–les chilló. Todos obedecieron de forma instantánea. A continuación, blandió la varita mágica ante su rival. Les llegó el sonido de su voz lanzando unos conjuros.
– ¡Obliviate! ¡Desmaius!
Dos segundos más tarde, ella apareció. Jadeante, pero bien, sin marca de maleficio alguno.
– ¿Qué le hiciste?–preguntó Ginny.
–Sólo le borré la memoria. –le respondió Lucy, con naturalidad.
–Bueno, ya nos hemos metido en serios líos–dijo Alexis con voz cortante–. A la biblioteca, ahora. Hay que tener los ojos bien abiertos.
Avanzaron unos pasos, y el chico tropezó.
– ¡Aww!
– ¡Ja! ¿Cómo era eso de "mantener los ojos bien abiertos"?
–Ya me las vas a pagar...–gruñó Alexis.
– ¿Te encuentras bien?–le dijo Harry.
–Sí, sino hubiera sido por eso...–contestó, señalando una madera.
– ¡Miren, un corredor!–murmuró Ginny. Sin dudarlo un segundo, todos entraron en él. Cuando el último pasó, se quedaron a oscuras.
–No de nuevo...–musitó Lucy.
–Déjenme a mí–dijo la voz de Harry– ¡Lumos!
Una lucecita se encendió. Inmediatamente, una sala con aspecto de tener muchos años se dejó ver.
Tenía toda la apariencia de un despacho, pero no éste no debía ser para una persona. Cuatro mullidos sillones, cada uno de un color distinto, estaban acomodados en torno a una mesa redonda. La sala estaba decorada de forma bastante extraña. Detrás de cada butaca, la decoración era distinta. Si bien había una gran biblioteca circular, el contenido de los estantes variaba según detrás de cuál asiento se hallaba.
Tras uno de color azul vaporoso, libros y elementos de Astronomía y apuntes. Detrás del de color rojo escarlata, cajas con etiquetas que decían cosas como: "Polvo de comezón" o "Píldoras ácidas"; tras el verde jade, frascos llenos de cosas extrañas y jaulas; y detrás del amarillo canario, registros, libros de pedagogía, mapas y carpetas. En la mesa, en cambio, estaba tallado el escudo del colegio Hogwarts.
– ¿Alguien me puede decir qué es esto?
–Ni idea–dijo Lucy.
De repente, una voz, casi fantasmal, se oyó. Susurraba un nombre.
–Oralie... Oralie... Oralie...
– ¿Q–que pasa?–tartamudeó Harry.
–No lo sé–dijo Lucy, con la voz ligeramente temblorosa. Una décima de segundo después, otra voz, pero esta vez de hombre empezó a decir en voz apenas aludible.
–Oralie... sal de tu prisión... despierta...–Una tercera voz, dulce y femenina, empezó a hablar; formando, entre las tres, un coro.
–Te necesitamos alerta... Oralie... debes ayudar a la Orden y a los restauradores...–Las voces se fueron apagando hasta desaparecer por completo. Cuando todo fue silencio, alguien porfirió un gemido. Era Alexis.
–Ginny, por favor...
– ¡¿Qué le ha pasado?!–preguntó Harry, muy asustado.
Lucy se acercó hacia ella, hizo algo con su mano, y se tranquilizó.
No le pasa nada grave. –Dijo ella–Sólo está inconsciente. Harry, ¿te importaría cargar a Ginny?–dijo Lucy, guiñándole un ojo.
–No, no me molesta, Lucy. –respondió éste. Tomó a Ginny con suavidad y la cargó. Harry la contempló por un instante; parecía un ángel.
– ¿Listos? ¡Vamos!–dijo Alexis. Salieron de la sala y dieron en un pasillo.
Al instante siguiente, una luz cegadora resplandeció a lo lejos; una música vagamente conocida inundó el desierto corredor; y un borrón escarlata salió de la nada. Después de unos segundos, un ave se acercó revoloteando hacia ellos.
– ¡Fawkes!–musitó Harry.
– ¡Volviste!–chilló Lucy– ¿Te envía tu dueño?
Fawkes asintió.
– ¿Qué debemos hacer?– dijo ella. El ave formó con sus alas un círculo.
–Parece... parece que vamos a tener que ponernos en círculo los tres.
Ellos (incluyendo a Ginny) se tomaron de las manos, formando la figura que Lucy les había indicado. Fawkes se puso en el centro y batió las alas.
Inmediatamente todo se volvió borroso. Harry veía pasar manchas grandes y voluminosas. El cabello de Ginny se revolvía. Sentía que todos estaban allí, pero no los podía ver.
Al rato todo se volvió nítido. Cayeron suavemente en el vestíbulo, si lastimarse. Dejó a Ginny en el suelo y se incorporó. Lucy y Alexis estaban acariciando las plumas de Fawkes.
– ¿Dónde estamos?–dijo Harry, mientras levantaba a Ginny, que seguía inconsciente.
–Retornamos al presente, Harry. –le contestó Alexis. Un débil gemido se escuchó, Ginny se había despertado. Se sonrojó al ver a Harry. Éste la ayudó a incorporarse.
– ¿Qué pasó?–murmuró.
–Te desmayaste–dijo Lucy–Pero ya hemos regresado.
De repente, el profesor Dumbledore apareció, seguido de Snape y McGonagall. La profesora McGonagall corrió hacia donde estaban Harry y Ginny. Fawkes, por su parte, voló hacia Dumbledore, quién lo recibió sonriendo.
–Albus, ¿traigo a la señora Pomfrey?–dijo la profesora McGonagall.
–No será necesario, Minerva–respondió Dumbledore–Harry y los demás irán por su cuenta. Pero avísale de todas maneras.
–Severus, ve a buscar a Sophie. –le dijo Dumbledore a Snape.
–Chicos–dijo, dirigiéndose a Lucy, Alexis, Ginny y Harry–necesito hablar con ustedes un momento en mi despacho.
Los cuatro se dirigieron al despacho, del que sólo Harry conocía el camino exacto. La entrada estaba custodiada por una gárgola de piedra que (según Harry) en ocasiones podía ser más linda que la cara de Snape.
– ¡Tarta de crema!–dijo Dumbledore. Era la contraseña, dado que al instante, la gárgola les cedió el paso.
Después de que la escalera los elevara, penetraron en el despacho. Al parecer, todo estaba igual que el año anterior; pensó Harry. Pero había alguien más allí, con ellos. Sentada en una silla, la profesora Sophie Dainiwano los miraba gravemente. Con un movimiento de su varita, hizo aparecer más asientos; dónde Harry y los demás chicos se acomodaron. Dumbledore se sentó en otra silla, ubicada detrás de su escritorio; con las patas que terminaban en sendas garras.
–Necesitaría que me expliquen que pasó en cuanto desaparecieron.–dijo Dumbledore.
Lucy le contó al profesor Dumbledore todo lo sucedido a partir de ese momento. Nadie la interrumpió, sólo cuando mencionó el encuentro con Riddle.
–Señorita Méndez, ¿dice que el Señor Riddle les lanzó un maleficio? Supongo que conoce los riesgos de ese tropiezo.
–Sí, Profesor, los conozco. –dijo Lucy–Intenté repararlo borrándole la memoria... No estoy muy segura de que haya funcionado.
–Una salida bastante ingeniosa, Señorita Méndez. Es muy probable que surgiera efecto.
Ella siguió explicando hasta el final. Cuando terminó su relato, Dumbledore se dirigió a la profesora Dainiwano.
– ¿Qué crees que haya podido causar todo esto, Sophie?
–Es posible, Albus, que la súbita desaparición de Méndez y sus compañeros se deba a la convocación de algún tipo de "espíritu" oscuro; dado el hecho de que sólo ellos quedaran aprisionados.
– ¿Y la transportación al pasado?
–Eso es una cuestión muy interesante. Como relató la Señorita Méndez; tal vez al convocar a un atributo de un elemento principal debilitara al "espíritu", pero, lo más extraño radica en la acción sorpresiva de (en vez de devolverlos y desaparecer), que éste los llevara cincuenta años en el pasado...
–Sophie, ¿te importaría llevar a la señorita Weasley a la enfermería?–dijo Dumbledore. Ella se fue con Ginny, que tenía un aspecto debilitado. Cuando la profesora se fue, Dumbledore se dirigió a Harry, Alexis y Lucy.
–Espero que todavía tengan energías para oírme. Hay algunas precauciones que deben tener en cuenta. Primero, eviten ir solos por los pasillos; segundo; no se alejen mucho de los profesores; y tercero, no salgan del colegio después de terminada la hora de cenar. ¿Entendido?
–Bueno. Harry, señor Euquia ya pueden ir a su sala común–les indicó Dumbledore, luego de que les escuchara–Tengo que intercambiar algunas palabras con la señorita.
Harry bajó la escalera, sumido en sus pensamientos. ¿Cómo estaría Ginny? Pero realmente, su mente volaba hacia Lucy. No le gustaba... pero algo en él parecía saltar de alegría al oírla. Era bastante inteligente, y la forma en que había parado el maleficio... ¿Podría ser ella un mortífago? Aunque era amigable, a él le parecía que debía esconder algunas cosas; dado que cuando él le preguntó acerca de sus padres, no lo oyó.
–Hola, Harry...–Alexis intentaba llamar su atención– ¡Harry!
– ¿Eh? ¿Qué?–obviamente el chico estaba más que confundido.
–Te estaba diciendo que voy a esperar a Lucy acá abajo. ¿Me escuchaste?
–Sí, sí...–contestó vagamente, mientras continuaba su camino hacia la sala común. No tardó en volver a pensar. ¿Qué era eso de los espíritus? ¿Y qué significaba eso de "magia ordinaria" y "magia antigua"? ¿Y no se suponía que no se podía hacer magia sin una varita? ¿Y quién era Oralie? ¿Y qué era esa sala? ¿Y porqué sólo Ginny se había desmayado? ¿Y por qué...?
Había llegado al cuadro de la dama gorda, que ocultaba la sala común de Gryffindor de los demás.
– ¿Contraseña?–le dijo ella, cuando lo vio.
"¡Oh, no!", pensó Harry. No tenía ni la más remota idea de cuál era la contraseña de ese curso escolar. Afortunadamente, la ayuda no tardó en llegar. El mismo ser que había visto segundos antes, cuando entró en el Gran Salón, se encontraba allí.
– ¿Necesita algo?–preguntó el ser. Su voz era calurosa, afable y dulce.
–Sí. No conozco la contraseña de mi casa ¿Podría ayudarme?– dijo Harry.
–Está usted intentando ingresar a la sala común de Gryffindor, señor. ¿Pertenece a esta casa, señor?
–Sí–dijo Harry– Disculpe, ¿Quién es usted?
–Mi nombre es Sammy, señor; Guardián Esmeralda al servicio de la casa Gryffindor.
–Ah–Harry recordó que Lucy le había dicho que los guardianes esmeraldas se ocupaban de cuidar lugares importantes. Supuso que velarían las entradas a las casas. Cuando volvió su mirada hacia Sammy, estaba preguntándole algo a la dama gorda.
–Señora, ¿este chico pertenece a la casa Gryffindor?
– ¡Por supuesto, Sammy!–contestó ella.
–Gracias, señora–se volvió hacia Harry y le contestó–Señor, la contraseña por ahora es "luna nueva".
–Gracias, Sammy–cuando dijo eso, Hermione apareció, seguida por Alexis y Lucy.
– ¡Por fin te encuentro, Harry!–dijo Hermione, sin aliento–Ron está desesperado, está buscando a Ginny.
–Ginny está en la enfermería. La Señora Pomfrey debe estar atendiéndola ahora. –respondió Harry.
–Será mejor que entre, Prefecta Granger–Sammy le decía esto a Hermione. Harry, Alexis y Lucy se sorprendieron.
– ¿"Prefecta Granger"?–Repitió Alexis– ¿Hermione...?
– ¿Acaso sos prefecta...?–dijo Lucy.
–Eh... Sí–dijo, ella, algo cohibida–Sammy, no es necesario que lo digas.
–Discúlpeme, señorita Granger–y se fue.
– ¿Contraseña?–dijo la señora gorda de nuevo.
–"Luna nueva"–dijo Lucy. –El cuadro giró sobre sus goznes, y les dejó acceder a la sala común de Gryffindor. Harry y Alexis subieron a su dormitorio, que en la puerta exhibía un cartel con la leyenda "Quinto curso". Harry se puso el pijama y se tiró en su cama adoselada. Un leve golpe sordo le indicó que Alexis también se había desplomado en ella.
– ¡Qué cosa!– suspiró Alexis– Y pensar que pasó mi primer día.
–Mañana empezará la rutina diaria–dijo Harry. –Y a propósito, ¿cómo llegaste? Si no sabías el camino...
– Nos fue a ayudar la "sabelotodo"–dijo Alexis, obviamente refiriéndose a Hermione–. Hasta mañana Harry.
–Hasta mañana–dijo Harry. Y se durmió.
PD.: El capítulo 7 es una sopresita! Sólo les adelanto algo: a los fanáticos de Lucy (¬¬Sybill) les va a gustar! ¡Y bromas, bromas! Bye, bye! ^-^
