UN AMOR SECRETO



"Querido diario:

Estoy muy mal. Llevo dos semanas sin escribirte porque no he tenido ánimos como para escribir lo que voy a escribir o para contárselo a alguien:

Un lunes fui al aula de dcao porque se me olvidó allí el libro que nos mandó leer el profesor Binns, y allí me encontré a Harry besándose con la chica nueva esa, la española con nombre raro, creo que se llama Aida (n/a. Jijiji... yo liándome con Harry y mi otra yo... bueno, no digo nada). Naturalmente, no entré a recoger el libro, me quedé paralizada. Había en mí una lucha interior... quería romper a llorar como nunca antes habría llorado, pero a la vez no quería, pues me hice la promesa de no volver a derramar una lágrima por él. Seguía ahí de pie viendo la escena, sin poder moverme, pestañear ni llorar. De repente sentí que alguien se acercaba a mí por detrás, pero no me volví a ver quién era. Esa persona se iba acercando cada vez más, hasta que pude sentir su aliento en mi nuca. Se acercó a mi oído y me susurró:

-No llores por él, no merece tus lágrimas.

Reconocí la voz perfectamente y me volví, pero solo vi una capa negra y su pelo rubio desaparecer por un pasillo.

Me fui a mi habitación, pues necesitaba pensar bien en todo lo ocurrido: el amor de toda mi vida besándose con la española... y las palabras de Draco, que merecían mucha atención, ya que no dijo eso de una manera fría o con ganas de hacer daño, como hace siempre que se dirige a un Gryffindor... lo dijo de una manera dulce... no sé cómo explicarlo...

Los días siguientes me estuve fijando en él y estuve ignorando el hecho de que Harry estuviera saliendo con la española, pues las palabras de Draco significaron mucho para mí y me dieron fuerza, pues tenía mucha razón: él nunca supo valorar el amor que yo le ofrecía, y eso no fue culpa mía. El caso es que noté a Draco bastante raro. Ahora su hobbie no era insultar a los Gryffindors, era pasear solo por el castillo y los terrenos del colegio. Lo observo siempre por la ventana de mi cuarto, que da al lago. Se suele sentar apoyado en el tronco grueso de un árbol que hay cerca del lago, mirándolo y tirando piedrecillas.

De repente me encontré con que lo observaba todas las tardes, y me gustaba hacerlo. Sentía el impulso de bajar al lago y preguntarle el porqué de su comportamiento tan anormal. Poco a poco (bueno, poco a poco no, más bien fue radicalmente) me olvidé de Harry... que hiciera con la española lo que le diera la gana, yo estaba más ocupada pensando en Draco.

Aún no me puedo creer que me guste Draco Malfoy (sí, me gusta, lo tengo muy claro... me ha hecho olvidarme de Harry y no puedo quitármelo de la cabeza... siempre estoy pensando en Draco, a todas horas), es un amor imposible... él es... Draco Malfoy, un Slytherin hijo de un mortífago y que ha odiado de siempre a mi familia. Me siento fatal porque sé que nunca estaré con él, y me sorprende estar tan afectada, pues a estas alturas ya debería estar acostumbrada a los amores no correspondidos pero...

El otro día leí un poema de Manuel Acuña que me gustó mucho:

"Comprendo que tus besos

jamás han de ser míos;

comprendo que en tus ojos

no me he de ver jamás;

y te amo, y en mis locos

y ardientes desvaríos

bendigo tus desdenes,

adoro tus desvíos

y en vez de amarte menos

te quiero mucho más"

Ahora, sólo una pregunta cruza mi mente: ¿le amo?"





"Querido diario:

Estoy muy confusa... he descubierto a Draco mirándome continuamente, y no con una mirada de odio o asco... era una mirada dulce...

Ahora mismo estoy sentada en el suelo mirando de vez en cuando por la ventana. Él está ahí, en el lago, como todas las tardes en los últimos días. No lo veo muy bien, pues la torre de Gryffindor está muy alta, pero juraría que está triste... ¿por qué? Estoy preocupada por él. Si por mí fuera bajaría ahora mismo y estaría con él... pero no me atrevo... pero ¿por qué no hacerlo? Últimamente no se mete con nadie, ni habla con mucha gente (por lo menos cuando lo observo) quizá debería intentarlo... sí... allá voy."

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Ginny cerró el diario de golpe, se puso su capa y fue con paso directo hacia el retrato. Hermione la llamó, pero no le hizo caso, estaba muy ocupada pensando en lo que le diría a Draco.

Abrió la puerta que da a los terrenos del castillo. Sintió como una pequeña ráfaga de aire helado le acariciaba la cara y las manos descubiertas. Miró hacia su objetivo. Draco seguía sentado y con aire melancólico.

Ginny se acercó, lenta y temblorosa hacia Draco, intentando hacer el menor ruido. Todo estaba en silencio. Sólo se oía el viento, que soplaba fuerte a ratos, y el agua del lago cuando Draco tiraba alguna piedrecilla.

-¿Qué haces aquí, Virginia?

Ginny no se esperaba eso. No se esperaba que Draco, sin haberla mirado, hubiera sabido quién era; no se esperaba que Draco la hubiera llamado por su nombre, y no se hubiera referido a ella como "Weasley"; y aún más le sorprendió que el tono de su voz no sonara frío, helado... Tenía un tono triste y dulce a la vez.

-Quería tomar un poco el aire y te vi aquí. Sentí el impulso de acercarme, pero si lo deseas puedo irme por donde he venido.

Draco la miró. Ginny no sabía describir esa mirada... llena de tantos sentimientos... era como si quisiera explicar muchas cosas con una sola mirada. Draco negó con la cabeza.

-¿No qué? -preguntó Ginny.

-Que no deseo que te vallas.

No se esperaba esa contestación. Se esperaba algo más... en realidad no sabía lo que se esperaba. Como el tronco era bastante gordo, Ginny se sentó al lado de Draco. Olía muy bien... una mezcla de colonia, gomina y after- shave (n/a. Se escribe así? Bueno, da igual, me has entedido no? El caso es que huele de muerte el tío). Ginny imitó a Draco, cogió unas piedrecillas del suelo y se puso a tirarlas al lago. Draco cortó el silencio.

-¿Por qué estás sola? ¿No deberías estar con tus amigas o con el trío?

-No me apetecen sus compañías.

-¿Y la mía sí?

-Sí en estos momentos.

De nuevo hubo silencio, pero esta vez más violento. Ginny decidió decirle algo.

-¿Y tú? ¿Por qué estás solo? Últimamente siempre te veo sin compañía.

-¿Para qué tener compañía si tengo amigos tan imbéciles?

-La verdad Draco, y sin ánimo de ofender, tienes toda la razón: tener unos amigos como Crabbe y Goyle es una buena razón para andar solo.

Draco la miró extrañado.

-Eres la primera persona que no es de mi familia que me llama Draco.

-Ya que tú te has tomado la libertad de llamarme por mi nombre... ¿Por qué no hacerlo yo?

En realidad no tenía pensado llamarle por su nombre en ningún momento, se le escapó.

-Se me hace raro que te dirijas así a mí, sin insultarme.

-Llevo un tiempo sin querer insultarte.

Ginny no supo qué contestar a eso... ¿era una insinuación? No... imposble...

-¿Qué te ocurre Draco? ¿Por qué estás tan raro?

-Porque mi padre quiere que sea un mortífago como él, y yo no quiero estar mi vida sirviendo al Señor Tenebroso.

Ginny tampoco se esperaba una respuesta tan directa. Parecía que quería decir algo más.

-Y... estoy enamorado de una chica de la que no me debería haber enamorado, porque jamás se fijará en mí como yo deseo, y al enamorarme de ella estoy enfrentándome a mi orgullo y mi familia.

Muchos pensamientos pasaban como balas por la cabeza de Ginny: primero la insinuación de unos segundos antes, y luego lo que le había dicho... que estaba enamorado, y según la descripción que había dado... o se había enamorado de una muggle o... quizás de ella.

-A mí me pasa exactamente lo mismo. Me he enamorado del que no debía, pero no me arrepiento.

-¿Potter?

-No, incluso al lado del chico del que estoy enamorada se puede decir que tengo muchas posibilidades con Harry.

-Nunca pensaba que estaría hablando de esto contigo.

-Yo tampoco.

-Y me gusta.

-A mí también.

Volvió a haber un silencio, pero esta vez menos violento. Al parecer... ¿Ginny se estaba haciendo amiga de Draco? Al menos en dos semanas Ginny había conseguido con Draco lo que no pudo con Harry en tantos años: entablar una conversación. Draco habló:

-Será mejor que volvamos al castillo... ya es muy tarde y hace más frío.

Ginny asintió. Draco se levantó y le extendió su mano a Ginny para ayudarla a hacer lo mismo. Cuando Ginny cogió la mano de Draco, ambos sintieron la misma sensación... pero lo que no sabían es que unos ojos verdes los observaban desde hacía unos minutos desde la torre de Gryffindor.

Llegaron al vestíbulo.

-Bueno, yo me tengo que ir hacia las mazmorras.

Ginny asintió.

-Hasta luego.

Draco y Ginny se sonrieron antes de dirigirse a sus salas comunes.

Ginny entró en la sala común con una sonrisa de oreja a oreja, que se le borró directamente. Harry avanzaba hacia ella, y parecía enfadado... muy enfadado.

-Ven ahora mismo.

-¿Qué quieres?

-Tengo que hablar contigo.

Con resignación Ginny siguió a Harry a un rinconcito de la sala común.

-¿Se puede saber qué coño hacías con Malfoy?

-¿Es eso lo que te preocupa?

-Sí.

-Pues no es asunto tuyo lo que yo haga o deje de hacer con Draco.

-¿Draco?

A Ginny se le volvió a escapar su nombre.

-¿Ahora le llamas Draco? Ginny, no es buena compañía para ti. ¿Acaso no recuerdas quién es? Draco Malfoy, Ginny. el mismo que nos ha insultado tantas veces. Me asombra que ahora te juntes con él, después de todos los insultos que ha dirigido hacia tu familia.

-Ha cambiado, Harry. Mira, sé lo que hago ¿sabes? Si me quiero juntar con Draco, lo hago, y punto. Tú no tienes que ir detrás de mí diciéndome lo que está bien y lo que está mal.

-¡Harry! ¿Dónde te habías metido? Te he estado buscando.

Aida se acercó a Harry y le dio un beso en la mejilla. Harry no había despegado sus ojos verdes de los ojos castaños y furiosos de Ginny.

-Ya hablaremos de esto Ginny. Por ahora no les diré nada a tus hermanos, pero como te vuelva a ver con él lo haré.

Harry se dio la vuelta, le dio la mano a Aida y se fueron.

"Eso, vete con tu españolita a que te baile unas sevillanas y te haga una paella... a mí déjame en paz", pensó Ginny llena de rabia. Subió a su habitación y decidió dormirse. No tenía hambre, así que no iba a bajar a cenar, por muy tentadora que fuera la idea de ver a Draco.