Por los dos meses que siguieron, el chico misterioso se tardó muchísimo en leer la historia. Después del tercer capítulo, Hermione no hizo más que recibir críticas de él, que no le hicieron mejorar su humor. El muchacho le criticaba no sólo los personajes, sino también los eventos que se presentaban en los capítulos. Hermione ya se estaba cansando, no veía la hora de que el chico terminase de leer el catorceavo capítulo, que era el capítulo hasta donde había llegado, y así regresarle su historia por fin. Pero lo que ella se preguntaba más, era que si después de recuperar su historia se tendría que quedar con la curiosidad y la duda de quién había sido la persona que se la había robado, o el chico se haría descubrir alfin. Todo eso daba vueltas en su mente.
Parvati y Hermione seguían sin hablarse. Obviamente Hermione no la perdonaría por la vergüenza que le había hecho pasar, y Parvati no dejaría de tenerle envidia y celos. Simplemente, no se volverían a hablar como antes, bueno, claro está si antes lo hacían.
Eran tiempos de San Valentín, que ya el "ambiente romántico" se sentía en el aire. Muchas chicas no hacían más que preguntarse "¿Y qué le vas a regalar?" "¿Te dará algo?" "¿Qué harán hoy?" todo el día. Entre ellas se encontraban Parvati, Lavender y, para sorpresa de Hermione, Parkinson.
- ¿Qué le darás a Josh? Apenas llevan unas dos semanas y media de novios, pero sería bueno si le regalaras algo – decía Parvati a Lavender, en clase de Historia de la Magia.
- No lo sé... ¿unos chocolaticos en forma de tigre, qué te parece? Sé que le gustan los tigres.
- Uy, tigresa – bromeó Parvati y las dos se echaron a reír. Hermione, que lamentablemente estaba en un pupitre cerca de ellas, suspiró. También Parkinson y Bulstrode estaban enfrente de ellas, así que no podía más que soportar también a esas dos.
- Sabes, pienso regalarle algo a Blaise para San Valentín – dijo Pansy – pero no sé muy bien qué, y no quiero que sean chocolates.
- Ve a las cocinas y dile a los elfos de allá abajo de preparar unas galletas de chocolate en forma de corazones y serpientes – dijo Millicent. A Pansy le brillaron los ojos. Hermione bufó. ¿Galletas en forma de serpientes?
- ¡Oh vaya no está mal la idea! ¡Sí, le regalaré eso! – dijo Parvati toda emocionada.
- Uff – bufó otra vez Hermione, estaba hasta el tope por andar rodeada de semejantes idiotas. Harry, que estaba al lado suyo en el duermevela, la miró cansado.
- Yawn... ¿qué tienes, Hermione? – preguntó, restregándose los ojos.
- Uff, es que estoy cansada, todas las chicas no hacen más que hablar de sus novios y San Valentín, cómo odio estas fechas – dijo Hermione con acento cansado.
- Ah, qué bien... – dijo Harry volviendo a bostezar y poniéndose en posición de descanso, para dormir otra vez. Hermione vio a sus amigos, Ron estaba roncando con la boca abierta echado en el pupitre, y Harry iba por el mismo camino. Los entrenamientos de Quidditch se habían intensificado, y los dos chicos apenas y tenían tiempo para hacer los deberes. Hermione los miró detenidamente. Se veían como los propios angelitos. Definitivamente, siete años no eran nada, y los quería muchísmo.
Tal vez en ese mismo día de San Valentín, que no sólo era de enamorados sino también de la amistad, ella podría pasarla bien con sus amigos y divertirse un rato. Últimamente no hacía más que estudiar, tenía que prepararlo todo para su examen final, ese año era el último, y por eso no había tenido tiempo para poder pensar en su historia o en sus amigos.
Finalmente la hora había sonado, la última hora de ese Viernes. Finalmente el fin de semana. Por alguna razón, en toda la hora no había más que esperado a que sonara la campana.
- Harry, Ron, despierten – dijo Hermione sacudiendo un poco bruscamente a sus amigos del alma. Los dos abrieron los ojos de repente, viendo a todos lados.
- ¿Qué pasó? ¿Mandó tareas el profesor Binns?
- Sí, pero luego se las digo, Ron, es mejor que se apuren.
- Ya vamos, ya vamos – dijo Harry. Los dos guardaron sus cosas, hasta que finalmente el trío salió por la puerta. Por unos momentos estuvo muy silencioso. Luego Hermione habló.
- ¿Y qué piensan hacer ahora? ¿Qué planes tienen?
- Bueno... yo pensaba ir donde... emh... donde...
- Giselle – le hizo el favor Harry a Ron de terminar la frase. Hermione rió, aunque algo decepcionada. Quería pasar un buen día con sus amigos, pero por lo visto Ron no estaría.
- ¿Y tú Harry?
- No lo sé... no tengo idea.
- De seguro que muchas te pedirán de ir a pasear con ellas por algún lado – dijo Hermione, con algo de resentimiento. Su amor por Harry había crecido mucho.
- ¿Quiénes muchas?
- Quién más – dijo Ron con una sonrisa burlona – tus fans, Harry. Y no puedes decir que no tienes, porque exactamente... – Ron indicó una chica que se dirigía hacia ellos – ahí viene una.
- ¿Cómo que...? – trató de preguntar Harry viendo a Ron, pero luego se dio cuenta que su amigo tenía razón.
- Emh... hola Potter... – dijo la muchacha, que Hermione reconoció al momento. Era Hannah Abbott.
- Ah, hola Abbott... – murmuró Harry, un poco confundido. Hermione, notando la situación tan incómoda, decidió alejarse, para no molestar, aunque le doliese hasta el fondo de su corazón.
- Ron, ¿no ibamos a la biblioteca? Vamos chico, ¡se nos hace tarde! ¡Nos vemos luego, Harry! – Hermione le picó un ojo a Harry, y con un Ron confundido se dirigió escaleras abajo. Harry decidió que era mejor hablar con Hannah y ya, para luego irse.
- ¿Decías, Abbott? – preguntó Harry a la chica de cabello rubio y largo, que llevaba una media cola, y parecía algo nerviosa.
- Emh... yo quería que... aceptaras esto... – dijo Hannah entregándole una pequeña caja envuelta en un lindo papel de regalo.
- Ah... gracias – dijo Harry sin saber si aceptarlo o no. Hannah lo miró detenidamente a los ojos, muy roja en cara, esperando alguna respuesta.
- Oye Abbott...
- ¿Sí?
- Si lo acepto, no pensarás que significará algo, ¿o sí? Es decir... ¿no pensarás que te tomaré en consideración, cierto? – Hannah lo miró sorprendida, prácticamente la estaba rechazando. Pero a pesar de todo, esbozó una linda sonrisa.
- Tranquilo, si quieres decir que no me haga ilusiones, tú no tienes por qué preocuparte – Harry tomó el paquete y esbozó una sonrisa de gratitud.
- Gracias, Abbott – dijo. Hannah se alejó a lo lejos y lo saludó con la mano.
- ¡Puedes llamarme Hannah! – exclamó, para luego desaparecer entre los alumnos.
***
Hermione no tenía ni idea de por qué le había dejado aquella oportunidad a Hannah. Era como traicionarse a sí mísma, como sacar la bandera blanca en medio de una batalla, y rendirse. Sí, ella tenía que batallar contra muchas fanáticas de Harry, si quería conquistar el corazón del chico. Pero lo que ella odiaba más de sí mísma era que no hacía nada para atraerlo, no hacía nada para tratar de gustarle.
Ahora se encontraba sola en la biblioteca, porque obviamente Ron había decidido ir donde Giselle, a ver si la invitaba a pasear por el lago o algo más. Pero ella, sin tener a dónde ir, había decidido quedarse ahí.
Tomó su mochila y sacó un papel que le había dado Ron antes de irse donde Giselle. Había dicho así: Esta nota me la dio una persona que quiere verte. Hermione se había quedado impresionada, porque la nota decía:
Te espero a las cinco y quince en la entrada de los jardínes. No faltes, quiero hablarte. De hace tiempo que me gustas pero no sabía cómo decírtelo.
Hermione finalmente descubriría quién era ese famoso admirador secreto al que Parvati le había confesado sus sentimientos y el que la había rechazado. Bueno, al menos pensaba que era él. No podía más que estar curiosa, y no veía la hora de que llegasen las cinco y quince. Para sorpresa suya, guardó la tarea que estaba haciendo, y tomó unas hojas en blanco (que llevaba siempre consigo), para escribir el capítulo quince de su historia.
"Capítulo 15: "
- Eh... luego le pongo el título...
"Capítulo 15:
Hillary no sabía qué hacer. Sus sentimientos hacia Henry estaban cambiando, cosa que en parte le preocupaba. Siempre había visto en él una persona encantadora y gentil, pero nunca lo había visto como alguien posible para enamorarse. ¿Posible que ahora se estuviera enamorando? Después de año y medio de amistad, ¿ahora era cuando se enamoraba de él?
Se levantó de su cama, en donde se encontraba recostada, y pareció saber a dónde quería dirigirse, pero en un momento se detuvo. Se estaba mordiendo la uña de su pulgar derecho, y miraba a todos los lados de su habitación.
- Bien, ¿y dónde dejé mis zapatos? – dijo Hillary observando su habitación que estaba patas arriba. – Bueno Hillary, creo que tendrás que arreglar un poco este cuarto, o la McGranitt te va a matar – Hillary tomó su varita y se puso las manos en la cadera. Miró a todos lados, y decidió empezar por su ropa que estaba regada por toda la habitación.
Con unos pocos hechizos su habitación quedó reluciente y como nueva, casi que ni Hillary se creía el buen trabajo que había hecho, o mejor dicho, que la varita y sus hechizos habían hecho. De repente la controladora de habitación Maybelle McGranitt entró por la puerta. Andaba con su típica túnica anticuada, y con sus ojos grises penetrantes miraba la habitación con ojo crítico.
- Muy bien, señorita Terriers. Se ve que se lleva mejor con las actividades manuales que con los estudios – dijo McGranitt. Hillary se esforzó por sonreír, realmente le caía mal esa profesora.
- Sí, profesora – fue lo único que se limitó a decir Hillary. La chica vio fijamente como su profesora de cabello corto, casi como un hombre, se iba de la habitación. Suspiró, siempre que la McGranitt iba a inspeccionar cada habitación, sentía caérsele el mundo encima.
- Bueno – se dijo, tomando los zapatos – ahora sí que debemos desemperezarnos. Ha llegado la hora de darse una vueltecilla por las afueras de Hoobdargs – se peinó un poco el cabello ondulado marrón ocsuro y salió por la puerta, cerrando con llave su habitación propia.
Bajó las dos escaleras que dirigían al recibidor de la escuela, y pasó por la Puerta Grande. Al salir se dirigió rápidamente a los parques, no quería que niños de primer grado le quitasen el puesto de los columpios, que eran su atracción favorita. Al llegar, se sentó en uno de ellos, que al contacto de la quinceañera empezó a mecerse solo.
Obviamente la sensación no era la mísma que ella había sentido siempre en un columpio no-mágico, y con nostalgia recordaba su infancia. Recordaba aquellos días en los que no tenía nada en qué pensar, en los que era libre de toda procupación y presión. Cuando con sus amigas iba a los parques, quien llegaba primero podía tomarse el columpio, mientras que quien no lograba agarrarlo tenía que esperar su turno y cogerlo más tarde. Ah, aquellos tiempos, suspiraba Hillary daría todo por volver a esa vida de antes. Hillary se miró alrededor, mientras que el columpio se continuaba a mecer solo. Abajo habían unos chicos de primero y segundo grado que la miraban con fastidio, y estaban de brazos cruzados. Parecían estar enojados porque una chica tan mayor se meciera en un columpio. Hillary se sonrojó. Hizo detener el columpio al rozar la tierra con los pies, y finalmente pudo bajarse. Los chiquillos continuaban a mirarla con desprecio, aún mientras se alejaba. Hillary suspiró. En esa escuela también había encontrado gente muy diferente a la que ella se había acostumbrado a tratar.
Sin más ganas de hacer nada, se regresó al edificio, para volver a encerrarse en su habitación. No quería hacer ejercicio, y por nada del mundo estudiaría un Viernes. De todos modos entró al recibidor, y subiendo por las escaleras de la izquierda se dirigió al Dormitorio Femenino. En el que, para su desgracia, al entrar en el Salón Popular, se encontró con Lorraine, chismoseando con un par de chicas, o mejor dicho, idiotas.
- Ohh, pero quién se encuentra aquí. Nuestra querida y preciada Hilly Terry. ¿Por qué esa cara? – dijo acercándose mientras que Hillary fruncía el ceño.
- Me llamo Hillary Terriers, para tu información – dijo con desprecio. Lorraine guiñó.
- Oh, no me digas que sigues enfadada por lo de ayer, ¿o sí? – dijo Lorraine con lástima fingida.
- Cómo no olvidarlo – susurró Hillary, como una serpiente, y frunciendo más el ceño. Lorraine la miró con asco.
- Resentida social – murmuró, antes de alejarse y bajar por las escaleras que Hillary había apenas subido, junto a sus amigas.
- Calma Hillary, calma – se dijo a sí mísma cuando se dirigía a su habitación. – No hay por qué enfadarse. Otros días más, y estás lejos de esta escuela del demonio por todo el verano."
Hermione se detuvo un segundo. Tal vez había exagerado con el aborrecimiento que sentía Hillary hacia Hoobdargs y su gente. Pero qué más daba. Nadie leía esa historia. Las únicas personas que la habían leído hasta ahora eran Harry, y... el chico misterioso.
De repente sintió como si una pequeña chispa explotara a su derecha. Al volverse, notó que de la chispa había aparecido una nota. Hermione la tomó rápidamente.
Granger.
No me gustó tu capítulo doce. No debiste hacerle eso a David, te quedó muy mal. Tampoco debiste poner a Lorraine en la escena del duelo. No debió interrumpir. Me parece que tu historia está tomando un rumbo equivocado.
Y.O.
Hermione no hizo más que apretar el pergamino en su mano, y hacerlo añicos. Ya se estaba hartando de todas las críticas que en esos dos meses había recibido por el chico misterioso. ¡Que se las dijera en cara, entonces! Estaba hasta el cuello de recibir críticas y notas anónimas, y que para más, mitad de su historia la tuviera él. Aún después de leer los capítulos, muchos de ellos se los había quedado. Y eso a Hermione le estaba fastidiando. Miró hacia atrás, la persona anónima debía de estar cerca para hacer aparecer esa nota al lado suyo. Madame Pince la miró extraña.
- ¿Qué pasa, querida? – preguntó Pince. Hermione suspiró.
- Nada, Madame Pince, es que sentí que me observaban – Madame Pince se extrañó aún más. – Pero no me haga caso, debo estar algo cansada.
- Mejor vaya a descansar, señorita. Hoy es Viernes, y las tareas las puede hacer mañana – dijo razonablemente la bibliotecaria. Hermione miró su reloj.
- Sí, ya me voy a... ¡oh no, la cita! ¡Son las cinco y cinco! ¡Debo escapar, Madame! – Hermione guardó sus cosas rápidamente en su mochila, y como un rayo se dirigió escaleras abajo para el vestíbulo.
Después de llegar, abrió las puertas como pudo y salió corriendo hacia los jardínes. No quería llegar tarde, y entre tanta bajadera de escaleras se le habían hecho ya las cinco y diez. Al llegar, se detuvo un momento para respirar, y miró por todos lados a ver si encontraba a alguien.
Después de unos segundos, al entrar en el primer jardín notó una persona. Ahí estaba...
N/A: Mil gracias por todos los reviews que he recibido: Minue, fram!, Agatha-NP, Hikaru Ceres, Belu slitherin, lora chang, Sarah Crockfort, Diel, vegalone86 (viste ya te mencioné otra vez jujuju ^^'), Hermione-Iris, Hermione_de_Potter, kendeer, Akira Akizuki (loka esto es un HHm!) y Natty. Bueno la verdad me esperaba más reviews, de algunas personas que esperaba leyeran, pero bueh, almenos recibí ^^'. Espero que ahora dejen también, me imagino q la última palabra las dejó =O.
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡REVIEWS!!!!!!!!!!!!!!!
*soN gRaTis Y HacEN seNTir BieN A La eSCriTorA*
