Capítulo 13: ¿Fantasía o realidad?
Hermione abrió los ojos de par en par, sentándose sin pereza alguna, y se miró alrededor, curiosa. Se encontraba en un lugar donde el sol no se asomaba gracias a las sombrías nubes grises que le cubrían el paso a los rayos ultra-violetas, y donde no se podía ver nada a lo lejos gracias a la espesa niebla grisácea que ahí había. Hermione de repente empezó a retomar cada sentido, mientras parpadeaba repetidas veces: oído, vista, y sobretodo tacto. Podía sentir que el clima de en donde se encontraba era terriblemente bajo, posiblemente podía estar a cinco grados o menos. Hermione empezó a sentir que las manos empezaban a arderles de tanto frío que sentía, mientras se le erizaban los pelos de los brazos y sobretodo de las piernas. Intensificó la mirada para ver si almenos a una distancia de un metro podía vislumbrar cualquier ser vivo. Nada, la niebla le impedía contemplar más allá del misterioso lugar. Calló cada pregunta o duda de su mente, para prestar atención a lo que se podía oír alrededor de ella. En un principio no oyó nada, pero luego empezó a oír unos clock clock a cierta distancia de ella. El sonido iba aumentando cada vez más y más mientras que Hermione podía identificar quiénes eran los que producían tales rumores: cascos de caballos.
Por un momento pensó que lo mejor sería quedarse donde estaba y poder oír con atención a dónde se dirigían esos caballos. Pero después se percató que si los caballos se alejaban mucho, ella no los volvería a oír y se quedaría sola otra vez. Así que decidió dirigirse hacia el lugar de donde provenía el ruido. De hecho los pasos de los caballos se hacían más y más cercanos, y con ellas el bufido de sus bocas más el sonido de ruedas hechas de madera. Ah, entonces los caballos transportaban carrozas con ellos. Genial. Hermione suponía entonces que alguien la podría ayudar.
De repente, caminando, se tropezó con una piedra inoportuna y calló al suelo, raspándose la rodilla derecha. Al sentir el impacto, pudo probar dolor, pero luego lo único que sintió fue algo de ardor. Para ella era normal rasparse las rodillas, desde pequeña siempre le sucedía de hacerse daño justo en ellas, y estaba mucho más que acostumbrada a los ardores de los raspones.
Enseguida los galopes de los caballos se intensificaron, como aumentando velocidad. Hermione, que aún no se levantaba porque accidentalmente había introducido un pie en un orificio de la tierra sin darse cuenta y no lograba sacarlo más, empezó a sentir el suelo que temblaba por los pasos de los caballos. De hecho sentía que estaban cada vez más y más cerca de ella, y que iban cada vez más rápidos...
- Maldita sea, porqué no te sales estúpido pie – murmuró Hermione ayudándose con las manos para sacar el pie de ese hueco. Pero nada. Sintió ya los galopes prácticamente encima de ella, cuando subió la cabeza y la mirada la movió a su derecha. Pudo notar a lo lejos dos caballos con los ojos color amarillo canario pero de pelaje negro ceniza que transportaban detrás de ellos un carruaje enorme. Hermione sintió latir su corazón a mil por hora, si esos caballos más la carroza pasaban encima de ella, simplemente moriría pisoteada.
- ¡Deténganse! ¡Detengan los caballos! ¡POR FAVOR! – exclamó Hermione mientras intentaba inútilmente sacar su pie del orificio. Los caballos más la carroza estaban decididos a pasarla por alto. Hermione cerró los ojos, esperando sentirse golpeada por artefactos de hierro y madera. Pero aquello nunca ocurrió. Pensó de sentir las herraduras de los caballos en su cara, pero no ocurrió. De sentir las ruedas de madera antigua pisotearle las costillas, pero no ocurrió. Nada de aquello ocurrió. Hermione sólo sintió como si algo duro y pesado pasase através de ella, pero no se lastimó. Estaba intacta. Es más, había logrado deshacerse del orificio, y liberar su pie.
- Au – se quejó Hermione de todos modos. Había hecho mucho esfuerzo desesperado por sacarlo antes, y al hacerlo sin pensar a las consecuencias, se le había fracturado. Por el momento sentía un ligero malestar, pero pronto el tobillo no esperaría para hincharsele y luego protestar para ser curado.
- Genial – murmuró Hermione irónica. Primero que todo se había fracturado el pie izquierdo, segundo había perdido de vista los caballos. Lo único que le quedaba por hacer, antes de que dejase de oírlos completamente, era seguir el mismo camino que la carroza.
Se apoyó inteligentemente en el pie derecho y cojeando emprendió su camino. No sabía cómo haría a alcanzar los caballos almenos de tres metros si ya estaba empezando a dejar de oírlos. El dolor comenzaba a notarse cada vez más y más en el tobillo, y Hermione no tenía nada en qué apoyarse, ni siquiera un bastón. Pero luego pensó, le vino a la mente algo muy lógico: ella era una bruja.
Se detuvo, siempre apoyando el peso en la pierna derecha, y buscó con afán su varita mágica en sus bolsillos. Después de haberla encontrado, se reprochó a sí mísma cuatro cosas: una, de no haber utilizado la varita para intentar despejar la niebla, que en esos momentos se estaba disolviendo; dos, de no haber utilizado la varita para deshacerse del pie en el orificio; tres, de no haberse curado con magia el tobillo fracturado; y cuatro, de no iluminar su camino para poder ver mejor.
- Eres una idiota Hermione – se reprochó la chica, haciendo un hechizo para curar su fractura o almenos calmar el dolor por un buen tiempo. Iluminó su camino con un simple hechizo y luego despejó la niebla de su vista. Finalmente empezó a vislumbrar luces a lo lejos, más un edificio enorme. Se encaminó hacia allá, sólo ahí podría pedir ayuda.
Se puso a pensar qué demonios hacía ella en ese misterioso lugar. Realmente no recordaba nada de horas trás, ni mucho menos de días. Sólo minutos atrás había aparecido de repente en ese lugar. Sin cómo, sin porqué; simplemente había aparecido en ese lugar.
La chica continuó caminando, pero también pensando. Quién sabía si se encontraba lejos de Hogwarts, en terrenos completamente borrados del mapa. Oh sí, ella sí se recordaba de Hogwarts, no era que en ese momento sufría de amnesia total. Eso no. Simplemente no recordaba nada de los últimos minutos regresando de la biblioteca. Recordaba que había subido las escaleras hacia la torre Gryffindor, que había pasado por la sala común, que había entrado al dormitorio femenino y... ¡puff! Todo lo que seguía se confundía enseguida.
Hermione no tenía ni la más mínima idea de cuanto tiempo hubiese pasado desde ese entonces. No más de unos dos días, de seguro. Tal vez ni siquiera más de un día. Pero no tenía la certeza de que no hubiesen pasado más de seis horas. La duda le incumbía.
Finalmente empezó a divisar más cosas del edificio: tenía muchísimas ventanas, casi todas iluminadas. Una enorme puerta con el arco circular se erguía en el medio preciso del enorme edificio blanco. Hermione se detuvo un momento antes de proseguir, para contemplarlo. Ese edificio le era algo familiar. No sabía porqué, pero extrañamente podía sentir como si tuviera un vínculo especial con él.
Suspiró y continuó caminando guiándose por la luz de su varita. A lo lejos pudo identificar el carruaje que ya se había detenido delante de las enormes puertas. Hermione se preguntaba cómo demonios había hecho a sobrevivir a él.
Probablemente el carruaje y los caballos en verdad habían pasado por al lado suyo (osea detrás de ella, que estaba de espaldas) y ella cerrando los ojos no se había percatado de eso, y había sentido como si el carruaje pasara através de ella por la fuerza del galope que había sentido atrás suyo. Pero no... Hermione había visto claramente que los caballos se habían dirigido en línea recta hacia ella, y hubiese sido imposible que en una fracción de segundo los caballos hubieran cambiado dirección, porque si de verdad hubiese sido así, la carroza hubiera dado una vuelta muy violenta y se hubiese volcado inevitablemente sobre Hermione.
Así que Hermione no le encontraba una respuesta lógica a lo sucedido. ¿Los caballos en verdad habían pasado encima de ella... o através de ella? La Gryffindor sacudió la cabeza tratando de espantar esas dudas inútiles de su cabeza. De nada le serviría a ella averiguar cómo había hecho a evitar morir bajo los cascos de unos caballos y ruedas de un carruaje, si ni siquiera sabía donde se encontraba.
Finalmente empezó a divisar personas en la entrada del monolítico edificio, ya que se encontraba muy cerca de ellas. Pensó entonces que mejor sería verlas de lejos y no dejarse mostrar hasta después de hacerse una idea de quienes eran esas personas. Tal vez de ese modo las reconocería. Soy una genio, lo sé se sonrió Hermione al pensar en tal verdad.
Caminó lo más sigilosamente que pudo hasta esconderse detrás del carruaje y se deshizo del hechizo de iluminación. Empezó a regular así su respiración para que nadie la llegase a descubrir y trató de oír lo que las tres personas hablaban entre sí.
- ... Los padres de la muchacha prefieren retirarla desde ahora, aunque sólo falte un mes para el término de las lecciones – dijo la voz grave y profunda de un hombre. – Dicen que no quieren que su hija sufra otra recaída... bah...
- Bueno, si así prefieren, que así sea – se oyó la voz de una mujer, al parecer severa y estricta. – No veo el porqué de oponerse a tal desición.
- Tiene razón, profesora – se oyó una tercera voz, posiblemente de un hombre muy anciano y con un dejo de sabiduría. También se oía cansado – nosotros no somos nadie para decidir si la chica debe permanecer o no en la escuela. Pero el problema ahora es – prosiguió el anciano – que no podemos entregarle la boleta porque aún le faltan muchas notas para poder hacerle el promedio.
- ¡Pero si da igual! Con tal, ella nunca se empeñó en el estudio como se debe – interrumpió la profesora, con tono arrogante. – Daría lo mismo, sus notas quedarían igual de bajas.
- Maybelle – dijo con calma la voz del anciano – no podemos hacer un promedio en base sólo a esas notas, son muy pocas, y lo sabes. Tenemos que encontrar una solución y tal vez así...
- Lamento interrumpirlo, director – dijo la primera voz, la del otro hombre – pero, ¿podríamos discutir este asunto en su despacho? Me parece que este no es el ambiente adapto para...
- Oh sí, sí – dijo el anciano en tono de disculpas – sí por favor, entremos y tal vez así nos podremos hacer preparar un té con galletas para calentarnos un poco – Hermione pudo oír un bufido departe de la profesora.
- Si usted lo dice... – pero antes de que se pudieran mover del lugar, se oyeron pasos provenientes desde el interno del castillo. Las puertas, antes entreabiertas, se abrieron de par en par para hacer ver una tropa de muchachos todos jadeantes y con expresiones en los rostros de preocupación. Hermione se asomó para ver mejor.
- ¡Director Diblente! ¡Profesora McGranitt! ¿Es verdad que...?
- ¡Profesores! ¡Díganos que no se irá!
- ¡No puede irse así como así!
- ¡Debe recuperarse!
- ¡Aún no está del todo bien!
- ¡Chicos! – exclamó la profesora McGranitt. Hermione se detuvo a observarla. Le era extrañamente familiar. – ¡Pero qué hacen aquí a estas horas de la noche! ¡Vuelvan a sus dormitorios! ¡A-HO-RA!
- ¡Pero profesora! – exclamó una muchacha, con tono suplicante. Hermione la observó atentamente. Tenía la certeza de que la conocía de algún lugar. – ¡Nosotros estamos preocupados! ¡Queremos saber si...!
- Ya muchachos, ya. No pasa nada. Vuelvan a sus dormitorios y mañana se les notificará todo sobre...
- ¡Nosotros lo queremos saber ahora, director! – se oyó la voz de un joven del que se deducía fácilmente que estaba en plena pubertad. Hermione, al notarlo, no despegó los ojos de aquel muchacho. Se notaba que tenía almenos... unos quice o dieciseis años. Además le recordaba a alguien de Hogwarts, pero no sabía con certeza quien. Hermione ya se estaba desesperando.
- Melfoors – murmuró con tranquilidad Diblente – ayudaste a la chica a llevarla a la enfermería y te agradecemos de corazón por haber cuidado de ella tan pacientemente. Pero de lo que estabamos discutiendo en este momento la profesora McGranitt y el Presidente del Consejo Estudiantil no les concierne a ustedes. Es algo que por el momento no podemos confiar, hasta que estemos seguro de ello. Así que por favor, sean pacientes...
- Director – dijo otro chico, que al verlo, Hermione sintió que su corazón empezó a latir a mil por hora – nosotros somos los amigos de Hillary, y tenemos derecho a preocuparnos de ella. ¿Nos va a ocultar acaso la situación en la que ella de ahora en adelante tendrá que vivir?
- ¡Sí profesor! Henry tiene razón, no puede dejarnos con la intriga así no más – dijo el otro chico. – Hablaremos con los señores Terriers si es necesario. Pero por favor, no nos oculte más la verdad.
Hermione abrió los ojos de par en par. Todo regresaba. El último que había hablado había sido David; el otro chico había sido Henry; la otra chica había sido Kelly. Y las demás personas... Maybelle McGranitt, Juve Silente, el Presidente del Consejo Estudiantil, las amigas de Kelly, Jane y Titty. Todos personajes de su propia historia, personajes que estaban discutiendo sobre la principal protagonista de ella: Hillary Terriers.
Hermione se dio cuenta que había sido transportada a su propia historia.
*
Todo se oscureció de un momento a otro. Ni la niebla, ni las luces de las ventanas, ni la gente, ni el carruaje y los caballos, ni nada se veía ya. De hecho no se sentía ya el viento soplar inculcando terror al congelar los huesos, ni mucho menos se sentía flotar la niebla alrededor. No se oía bufar a los caballos entre sí, ni las protestas ya de los alumnos desesperados por saber la suerte de su compañera; ni las voces de los profesores. Nada. Absolutamente nada. Todo se había vuelto oscuro como la noche y tenebroso como el infierno.
Hermione se encontraba en medio de una interna lucha mental. Parte de ella se quería quedar en el mundo de la historia, otra menos fuerte quería volver al mundo al que ella pertenecía normalmente. Pero mientras tanto todo alrededor y en ella permanecía oscuro y tenebrosamente silencioso. Sí, silencioso. Porque la batalla no era através de voces mentales. No era através de los sentidos. Era sólo através de palabras, que componían frases no pronunciadas. Así de simple. Su mente leía claramente los mensajes que recibía de las dos partes. Y así se resolvía la lucha. Sin utilizar los sentidos. Através de cortas frases. Así de simple.
Claro, así de simple para la mente. ¿Y qué hay de la parte neutral? ¿La parte que razonaba los mensajes pasados por la mente? Esa era la parte "consciente" de Hermione, la parte que tenía que decidir cual rumbo escoger. Porque la mente sólo recibía los mensajes de las dos partes y los procesaba. Pero no los interpretaba. Esa labor tocaba única y explícitamente a la consciencia de Hermione. Es decir, la que tenía que razonar sobre los mensajes que le pasaban las dos simples partes.
La consciencia tenía que hacer todo por sí mísma, sin recibir ayuda de nadie. Tenía que decidir rápidamente, porque las consecuencias de esta lentitud serían realmente desagradables para la parte física. Así que se debía apurar, trabajar bajo presión, como siempre solía hacerlo. Pero esta vez estaba un poco perezosa, además de confundida y preocupada. Sí, preocupada, porque ese tipo de enigma nunca se lo habían propuesto. ¿Cómo podía elegir entre dos partes? ¿Dos vidas? ¿Dos mundos? No tenía que esas dos opciones. ¿Fantasía o realidad? Esa era la pregunta. Vivir en la fantasía sería como vivir en el paraíso: cero preocupaciones, problemas, angustias, miedos. Todo parecía tan fácil. Pero no; en verdad no era así. Vivir en la fantasía tenía sus condiciones; condiciones realmente severas. Así que en ese caso, era mejor elegir la realidad: sí, las angustias, miedos, preocupaciones y problemas no se perdían, pero se tenía la certeza de poder vivir sin seguir ciertas reglas, es decir, libre. Pero entonces la parte positiva de la fantasía se perdía en la realidad. Y bien, de nuevo se hallaba uno con el dilema: ¿Fantasía o realidad?
La consciencia de Hermione trabajaba lo más rápido posible: recibía con paciencia forzada cada una de las razones por las cuales se debería quedar en la fantasía, y las razones por las cuales debía de vivir en la realidad. Todas eran tan convincentes, pero ninguna más que la otra. Siempre emparejaban en todo. ¿Cómo resolver tal enigma? No se podía hacer un referendum ni nada por el estilo. Además que debía de actuar rápido, porque si no, hasta que no se decidiera por una sola vía de escape, la parte física de Hermione se iría de vacaciones, o en pocas palabras, quedaría en coma.
Le quedaban ya pocos minutos para decidirse entre la fantasía y la realidad. Habían pasado tantas horas desde que la parte física de Hermione se había desmayado, que la consciencia había perdido sólo tiempo en tratar de sacar a Hermione de sus sueños e ilusiones, sacarla de ese estado de ensueño. Nada más le quedaba un minuto. Un sólo minuto para decidir una cosa tan importante. Cuarenta y cinco segundos. Rápido. ¿Optimismo o pesimismo? ¿Felicidad más condiciones o sufrimiento más libertad? ¿Fantasía o realidad?
ESTE ES EL FINAL.
Del capítulo.... XDDD
N/A: Muajajaja! Soy malvada, sono malvaggia, I'm evil =)!! Jajajajajaja.
Ya me imagino como están ustedes ahora, con la mente revuelta porque no entienden nada, y están apunto de amenazarme a muerte (tranquilos, a mí me pasa lo mismo con las mates @_@ XDD). Creo que en base a este capítulo ustedes creerán aún más en sus sospechas (no diré cuales), y las darán por verdaderas: ¿Pero quién dice que es así =)? Es muy probable que sea como ustedes dicen, pero yo no he dicho la última palabra, no he revelado nada, he sido una niña buena =^^= (angelito) jaja pero la verdad sus sospechas a veces hasta me dan IDEAS de cómo seguir el fic... así que sigan refiriéndomelas (en sus REVIEWS), en serio que me ayudan a pensar en ciertas posibilidades para seguir.
Bueno para cerrar esta breve nota les dejo con una frase que leí en un free talk del manga "Fushigi Yûgi" que me pareció muy significativa. La autora (Yuu Watase) relata a sus lectores la tristeza que probó en hacer que muriera un personaje digamos importante de la historia (Nuriko, para quien sabe de este manga). Y dice así: "La mayor parte de ustedes pensará che sentirme triste es absurdo, porque en fin de cuentas es el autor quien crea la historia: pero en verdad, les aseguro que son los personajes quienes la crean".
Al leer esa frase y lo que seguía del free talk comprendí rápidamente cuanta razón tenía. Sí, quien escribe la historia es el autor, pero quienes en verdad la desarrollan son los personajes, ya que uno al describir lo que hacen y lo que sienten prueba los mismos sentimientos de ellos (o almenos así me pasa a mí). Creo que los escritores que se toman con empeño su trabajo de escribir, es decir, que escriben con muchas ganas, pueden llegar a comprender como yo lo hice.
Bueno ^^ eso era todo.
¡¡¡¡¡¡¡REVIEWS!!!!!
*quE sI nO loS dejaN mE vieNE algO*
