Notas de la Autora: Hoolaa!! Este es mi primer fic, asi que porfa sean buenos conmigo y r&r, porfa... Bueno, advierto que este no es un k&k, no me malinterpreten, adoro a Kenshin, es solo que prefiero a Enishi. Pero igual habrá un poco de k&k, pero será un e&k. Espero que les guste, se desarrolla en un universo alternativo, con cosas sobrenaturales y magia.

Disclaimers: Rurouni Kenshin pertenece al gran Watsuki Nobuhiro. Yo solo estoy lo estoy tomando prestado por diversión.



Entre Luz y Oscuridad

Prologo

"Cada mil años nace una elegida, la guerrera de la luz, quien está encargada de restaurar el equilibrio entre luz y oscuridad. Esa eres tu, Kamiya Kaoru. Ahora deja eso y comienza de nuevo, ahora!".

" ta bien"-dando un respingo- "pero tienes que darme un descanso de vez en cuando, esto puedo volver loco a cualquiera, elegida o no!"

Era un hermoso día de primavera, pétalos de sakura cubrían el suelo y el lago del hermoso jardín en que se hallaban los protagonistas de esta rutina mañanera. La primera figura pertenecía a un hombre alto, de larga cabellera oscura que ondeaba, junto con su larga capa blanca, al viento. Era realmente apuesto.

"vamos, otra vez!"- decía el apuesto hombre con una sonrisa burlona al notar el creciente enojo en su pequeña aprendiz.

'uno de estos días, shisou, voy a...' pensaba la segunda figura mientras hacia aparecer una pequeña bola de energía en la palma de su mano y la lanzaba contra uno de los blancos voladores. Falló por poco y terminó dándole a una de las ramas de un hermoso árbol de sakura. El aire se llenó de pequeños pétalos de un rosa pálido, los cuales envolvieron la figura de una pequeña niña de aproximadamente unos siete años. Tenía una apariencia increíblemente frágil, con su largo pelo negro-azulado recogido en una cola de caballo, el cual contrastaba con su piel de un blanco nieve. Pero en sus ojos uno podía ver una gran fortaleza, superada solo por su pureza. Eran los ojos más bellos y azules que uno podría ver jamás.

"otra vez! No comerás nada hasta que lo logres"- en la mirada de la niña uno prácticamente podría ver llamas, notar esto solo divertía más a su maestro, quien solo aumentó su sonrisa- "Más vale que lo hagas pronto. Hoy cocina mi otro baka deshi"

El cambio en la mirada de la niña fue asombroso. "Kenshin!"-exclamó con una sonrisa soñadora en su pálido rostro y una mirada de determinación apareciendo en su ojos azules- "muy bien!, terminemos con esto de una vez!"- dijo haciendo aparecer la bola de energía, esta vez una en cada mano y lanzándolas a los blancos, acertando justo en el centro y haciéndolos añicos. Y no se detuvo hasta que no quedó ni un solo blanco entero.

"Mmm... no esta mal. Ahora, después de que hagas el idiota delante del baka de Kenshin, como siempre"-las llamas volvían a aparecer en los ojos de la pequeña- "seguiremos con la práctica de artes marciales y luego kendo"- y con esto dirigió sus pasos al comedor, su sonrisa burlona una vez más apareciendo en su varonil rostro.

*~*~*

La casa, o mejor dicho palacio, era simplemente impresionante. Tenia todos los shojis decorados con delicados diseños tradicionales. En el comedor uno podía ver una larguísima mesa típica japonesa, ahora puesta con una hermosa vajilla de porcelana e impresionantes manjares llevados a la mesa por un pequeño joven pelirrojo de unos dieciocho años. Había llegado hace un mes y ya se había convertido en el cocinero preferido de todos los habitantes de la casa. Las facciones del joven podrían decirse que eran femeninas, a excepción de una cicatriz en forma de cruz sobre su mejilla izquierda y poseía los ojos más extraños que Kaoru había visto en su corta vida, eran de un hermoso color violeta y cuando se enojada se volvían de un dorado que helaba la sangre.

"ah.. ohajou gozaimazu, shisou, Kaoru-dono"- saludo el joven, haciendo una pequeña reverencia.

"ohajou, Kenshin"-dijo la pequeña con una hermosa sonrisa.

"ohajou, baka"- a este saludo de su maestro, la mirada del joven se volvió dorada por un instante.

"Oi, comida!!"-la voz pertenecía a un niño bastante alto para sus once años y con un apetito feroz que estaba demostrando en ese instante, al prácticamente saltar sobre la comida.

"Sagara Sanozuke!! Deja un poco para los demás, me muero de hambre!!"- fue la respuesta de la niña a tal comportamiento por parte de quien se supone debe ser su guardián.

"olvídalo tanuki, es una batalla perdida" - decía otra niña de unos diez años al ingresar también al comedor, jugando con un mechón de su cabellera color azabache.

"no me llames tanuki, para tu información, Takani Megumi, yo poseo un nombre"- le respondió Kaoru con llamas apareciendo en su mirada azul-

"maa maa, niñas, coman que el pescado está delicioso"- fue la manera en el pelirrojo terminó la discusión.

*~*~*

Luego de la comida Hiko cumplió lo que había dicho. Razón por la cual Kaoru se encontraba esa hermosa tarde de primavera, en un jardín de ensueño, realizando quinientas katas con una bokken mientras mantenía en el aire tres esferas de energía. Mientras Hiko se encontraba sentado en una roca cercana bebiendo sake y dirigiendo de vez en cuando a su aprendiz frases alentadoras como estas:

"vamos enana, si a eso llamas una kata, no tienes ninguna oportunidad de vencer siquiera a una hormiga"- uno podía sentir el aura de furia que envolvía a Kaoru aumentando a cada palabra de su shisou.

------------------------------------- 11 años después --------------------- --------------------------

La escena no había cambiado mucho, Hiko Seijuro seguía sentándose a beber sake en la misma roca y seguía dirigiendo ácidos comentarios a su aprendiz, solo que ésta, en vez de ser una niña de siete años, era ahora una hermosa joven de dieciocho años. Su fragilidad le daba ahora un aire de feminidad exquisita, cuando no se encontraba furiosa, pero aun furiosa era hermosa. Seguía siendo un tanto pequeña, pero con un temperamento de temer y unos ojos totalmente transparentes cuando se trataba de expresar lo que sentía. Ahora se encontraba haciendo impresionantes movimientos con una espada de filo invertido con zafiros incrustados en el mango, al igual que en la funda. Sus movimientos más bien parecían pertenecer a una hermosa danza que a unos ataques mortales realizados con una gracia infinita. La espada resplandecía con un halo azul que le permitía cortar árboles como si fuera mantequilla.

"bueno, es suficiente por hoy. Vamos enana, muero de hambre"- esa era la forma en que generalmente Hiko terminaba una sesión excelente de entrenamiento. Kaoru por otro lado...

"no soy ninguna enana!"

"si, claro Jo-chan, no eres ninguna enana" - ese era el saludo de Sanosuke, apoyando su fornido brazo sobre la cabeza de Kaoru. Quien echaba humo por la nariz. Lo siguiente que supo Sano es que algo bastante duro lo había golpeado en la cabeza.

"Oi, Jo-chan eso duele!"





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