N/A: Lamento mucho el formato del capitulo primero: Sangre, nieve y profecías, tuve un pequeño desacuerdo con mi computadora * - -# * pero ya lo arreglé * ari golpeando a su PC* y volví a subir el capitulo para que sea entendible, pido mil disculpas y agradezco profundamente a quienes dejaron un review para mi * ari con lágrimas en los ojos* GRACIAS! No tienen idea de lo mucho que significan para mí, alegraron mi día.
Disclaimers: Ninguno de los personajes de Rurouni Kenshin me pertenecen, sin importar cuando llore y pataleé o que me porte bien todo el año, Watsuki-sama no me lo quiere dar * guaaaa.... yo quiero que Enishi sea mío!! *
Entre Luz y Oscuridad
Capítulo segundo:
"y los escogidos se encontraran."
"ahh... estoy muerta"- decía Kaoru mientras masajeaba sus adoloridos músculos y los relajaba en la tina. Esta vez Hiko la hizo entrenar más aun que de costumbre. La verdad es que estaba un poco raro, como desesperado para hacerla invencible, según el la batalla tendría lugar dentro de poco. Para ella, que había sido preparada y entrenada toda su vida para el encuentro le era difícil imaginar que ese día estaba tan cerca, no es que le tuviera pánico, tal vez un poco de miedo, no a la batalla en sí, sabía que todo saldría bien, por alguna extraña razón siempre estuvo segura de que todo saldría bien; no, a lo que realmente temía era a que sería de su vida después de el equilibrio volviera al universo, o sea, toda su vida lo único que había hecho era entrenar para ese día, que hacer cuando ese día pasara, no tendría misión ni objetivos. No saber para donde disparar, eso es lo que realmente la aterraba.

"ahgrr..."- con eso desapareció de la superficie, decidida a alejar tales pensamientos de su cabeza.

"ahh.."- exclamó mientras emergía a la superficie, mojando todo el pequeño cuarto de baño y apartando un mechón que cubría su rostro.- "si tan solo Kenshin me viera como mujer ni no como a una hermanita"- Pero el rurouni siempre la trataba con tal respeto que era molesto. A ella siempre le había gustado Kenshin, a quien no le gustaría si es todo lo que cualquier chica querría, un príncipe azul, caballeroso, bien educado, divino y encantador. Pero la verdad es que ella necesitaba tener a alguien a quien acudir cuando su destino se cumpliera, no existe un futuro más triste que el estar perdida y sola. Es por eso que se aferraba con todas sus fuerzas a la idea de que Kenshin alguna vez la amaría y se convencía de que ella lo amaba.

*~*~*

"Exijo ver a mi hermana"- la demanda provenía de un joven de gran altura. Sus facciones no eran exactamente masculinas pero no podría decirse que fueran femeninas tampoco. Por encima de sus pequeños lentes oscuros de armadura redonda se podían ver unos ojos de un hermoso pero frío color turquesa.

"La veras luego de que cumplas tu misión"- la voz que respondía era tan fría como el hielo.-"La cual es..."

"Acabar con la elegida de la Luz, lo sé"- le interrumpió el hermoso joven con una rabia apenas contenida- "pero quiero ver si está bien antes"

"Tendrás que confiar en mí"- la voz lanzo una carcajada que helaría la sangre de cualquiera, pero Enishi ni pestañeó- "porque si no haces lo que te ordeno, la veras muerta"

Enishi sentía la rabia y el odio correr en sus venas, sabía que el Señor de las Tinieblas no dudaría en matar a su querida hermana si él no obedecía sus malditas ordenes. Todo por culpa de ese maldito idiota de Battousai. Mataría a la elegida y luego a Battousai para que todo vuelva a ser como antes, él y su hermana viviendo en paz, siendo felices.

"Cuando lo haré?"- preguntó, no había nada en su voz que delatara la tormenta que se llevaba a cabo en su interior.

"Pronto, muy pronto"- fue todo lo que respondió la fría voz y con otra carcajada desapareció en las sombras.

'Pronto' era todo lo que sabía de ese día, además claro esta que tendría que matar la elegida.-"grrrr... maldición"- si hay algo que podría competir con su odio a Battousai es cuanto odiaba tener que seguir ordenes.

"Demonios, mejor voy a entrenar, necesito romper algo"- maldijo por lo bajo antes de tomar su wattou. Su ropa, de típico estilo chino hecha de seda blanca con detalles en azul y naranja hizo un pequeño ruido al salir al patio. Al entrar en la luz de la luna un brillo delató el pequeño aro que llevaba en la oreja izquierda.

*~*~*

Kenshin se encontraba observando el lago, o al menos eso parecía hacer. Lo que en verdad hacía era recordar. El suave aroma a flores de ciruelo haciendo desaparecer el metálico olor a toda la sangre que el derramó. Los ojos más negros que él hubiera visto jamás, parecían absorberlo, trasladarlo al infinito, donde nada importaba más que estar con ella para siempre, aun después de saber la verdad. Aun no se perdona todo aquello, el destruyó su vida y luego la hirió de muerte. Siempre quiso creer que talvez ella siguiera con vida. Cuando volvió al lugar donde todo había pasado luego de ser arrojado por Enishi, no había nadie, solo los cuerpos de los que intentaron matarlo y la sangre que desaparecía poco a poco al ser cubierta por la nieve que caía como un silencioso llanto. - "Si sólo supiera que demonios pasó"- el poder de Enishi fue asombroso, muy parecido al que sentía en Kaoru-dono cuando entrenaba duro. Estaba preocupado por ella, es decir, sabía que era fuerte, tal vez más que él, pero igual, seguía siendo solo una joven, casi una niña, y tiene la carga de salvar el universo sobre sus hombros. Es cierto había sido entrenada prácticamente desde que podía caminar por si sola, pero era tan dulce, tierna y inocente, pura, sin ninguna mancha de maldad. No era justo que alguien así tuviera que arriesgar su vida. Él haría hasta lo imposible para que viviera, no permitiría que otro ángel como su querida Tomoe sufriera o perdiera su vida. Ese es el juramento que hizo mientras caminaba alejándose del lugar donde la perdió.

"Tomoe, siempre te amaré"- le dijo al viento mientras este hacia volar sus cabellos que parecían sangre bajo la luz de la luna. Mientras caminaba de vuelta al palacio una solitaria lagrima corrió por su mejilla izquierda donde la cicatriz en forma de cruz marcaba su bello rostro.

*~*~*

"Estas seguro que este es el lugar?"- preguntó un ansioso Sano mirando a su alrededor. Era un hermoso claro justo en medio del bosque. En el fondo se podía oír una gran cascada.

"Si, por enésima vez... SI! - fue la respuesta de un muy furioso Hiko. - "Este es el lugar que está señalado en las profecías. El lugar donde se definirá el futuro del universo"- con esto la mirada de Hiko se ensombreció. Notando una mano en su hombro miró a su lado para encontrar a una sonriente Kaoru.

"Todo saldrá bien, no tienes porque preocuparte"- había tal determinación y seguridad en su mirada que levantó un poco los ánimos de todos, pero a Hiko se le formó un nudo en la garganta y por un instante estuvo apunto de abrazar a su pequeña con todas sus fuerzas, decirle la verdad y llevarla muy lejos, donde no tenga que arriesgar su preciosa vida nunca, pero se contuvo justo a tiempo.

Megumi no se encontraba mejor que Hiko, adoraba a Kaoru como si fuera su hermana pequeña, es cierto que siempre la estaba molestando, ¿pero no es eso lo que hacen los hermanos? 'Oh, Kami-sama... y ella está tan...

'Segura, como si con solo eso bastara... oh, Jou-chan...' Sano apenas podía contener las lágrimas, siempre había sido optimista y no tenía duda de cuan fuerte era, pero también conocía sus limitaciones, y una de ellas, la peor, era que no podía pelear en vez de su querida Jou-chan, tampoco podría interponerse, la profecía decía que solo los elegidos podrían pelear, la lucha era solo de ellos, y no había nada que el pudiera hacer para ayudar a quien el consideraba como su hermanita menor, su hogar, que rezar. Que haría él si perdiera a Kaoru o a Megumi, la mujer que amaba. 'No podría soportarlo'

Kenshin nunca había admirado tanto a alguien como admiraba ahora a Kaoru. Su valentía era extraordinaria. Es decir, estaba parada ahí, decidida a salvar el universo y segura de que lo lograría aunque tendría que pelear con el elegido de la Oscuridad y con el mismo Señor de las Tinieblas para lograr su objetivo. Tan pura e inocente y sin embargo tan determinada y decidida. Le recordaba a las flores del desierto, tan bellas y delicadas, y como solo su voluntad y fortaleza las mantenía con vida. 'Y haré hasta lo imposible para que continúe así, con vida'

El cielo ya empezaba a oscurecerse, al mismo tiempo que el sol desaparecía en el horizonte dejando pequeños trazos naranjas. En el instante en que apareció la primera estrella también lo hicieron cinco sombras, solo una de ellas era humana, las otras cuatro eran demonios, traídos del mismo infierno, o mejor dicho, creados ahí, era lo que les pasaba a los humanos luego de siglos de estar allí, perdían su esencia de ser humano.

"Aquí están"- informó Kaoru- "solo no olvides Megumi que aun tienes que enseñarme a hacer tu famoso dulce, y que todos ustedes tienen que probarlos"- terminó con una sonrisa apartándose del grupo al igual que lo hizo Enishi, su pelea no tendría lugar hasta que apareciera Zan.

Cada uno escogió a una demonio y se lanzó al ataque. Todos podían controlar u elemento en especial, además de la energía. Kenshin utilizaba una katana y podía controlar el fuego. Hiko también usaba una katana pero él controlaba el agua. Megumi el viento y Sano la tierra. Los demonios también podían controlar los elementos, solo que estos estaban influenciados por magia negra. El demonio del fuego controlaba llamas azules, casi negras y que curiosamente daban más frío que calidez. Las aguas que controlaba el siguiente demonio eran oscuras, tanto que recordaban más al petróleo. El viento que controlaba un demonio de aspecto larguirucho era frío y siniestro. El último demonio parecía hecho de un barro oscuro y reseco como la tierra que dominaba.

*~*~*

Las batallas que acontecieron fueron de los mismos elementos encontrados. Kenshin se colocó en su famosa posición battou, el demonio del fuego simplemente lo miró con una expresión idiota en su horrible rostro, era un demonio de poco altura, aun menos que Kenshin, tan delgado que parecía un pequeño esqueleto ambulante. Su sonrisa idiota se hizo aun mas evidente en su rostro mientras hacía aparecer dos bolas de ese fuego oscuro y frío en cada mano, tenía la piel tan estirada que uno prácticamente podía ver su cráneo y los huesos de sus horribles manos con dedos tan largos como garras. Kenshin simplemente evadió las bolas de fuego y se lanzó al ataque desenvainando su espada, ésta se encontraba en llamas. Con un grito de guerra ambos fuegos se encontraron cuando el demonio, en un desesperado intento de salvar su vida maldita lanzó una gran onda de fuego.

*~*~*

Al mismo tiempo el resto también se encontraban en una ardua batalla. Hiko que lo único que quería era velar por la seguridad de Kaoru, no estaba dispuesto a alargar la historia en cuanto a este maldito demonio. El demonio, que era tan grande y fornido como Hiko, apenas tuvo tiempo para hacer una barrera defensiva de agua negra cuando un muy furioso Hiko lo atacó con su técnica del Dragón de Nueve Cabezas. A continuación Hiko hizo aparecer un enorme remolino de agua y lo lanzó al ahora herido demonio.

*~*~*

Los vientos huracanados hacían que sus largos cabellos volaran y se desparramaran a su alrededor, resaltando su bella figura vestida en un kimono violeta con largos tajos a ambos lados para permitirle mayor movimiento. Ambos huracanes chocaron uno contra el otro mandando una onda que destruyó varios árboles. Ambos, Megumi y el demonio larguirucho, luchaban para no ceder y destruir al otro. Por un instante pareció que el demonio ganaría, pero Megumi recordando la promesa que hizo a Kaoru sacó energías y logró mandar ambos huracanes a su enemigo.

*~*~*

Sano estaba harto del maldito demonio que luego de echarle barro a los ojos se lanzaba ahora al ataque. Sano lo esquivó justo a tiempo y limpiando su apuesto rostro mandó una ola de tierra y rocas al demonio, quien no tuvo ni la menor oportunidad de escapar.

*~*~*

Kaoru observaba todos estos combates con nerviosismo, no había nada que quisiera más que lanzarse a ayudar a sus amigos, pero sabía que cada batalla estaba predestinada y que nadie podía interferir en la batalla de otro.- "mou!"- exclamó sin darse cuenta, pero Enishi si lo hizo.

"No deberías preocuparte tanto, después de todo una vez que acabe contigo todos morirán, cuando la oscuridad cubra al universo"- dijo Enishi fijando su mirada oculta por sus gafas en ella por primera vez. 'Bonita'. Era bastante más pequeña que él, talvez incluso más que Tomoe. Tenia el largo cabello azabache sostenido firmemente en una alta cola de caballo. Sus facciones eran finas y delicadas, su piel tan blanca como la nieve. Y poseía los ojos más bellos que había visto en toda su vida, eran de un azul tan hermoso e intenso que brillaban como si fueran piedras preciosas. Por un momento quedó perdido en esos ojos tan bellos y profundos como dos fuentes de agua cristalina. Pero se recuperó para seguir su recorrido. Vestía un simple gi blanco con el pecho envuelto con telas y una hakama oscura. Enishi también notó la hermosa espada que llevaba en la cintura, estaba hecha de plata y algunos metales mágicos como la de Enishi, pero ésta llevaba zafiros incrustados mientras la de él tenía turquesas.

Al sentir la mirada de este apuesto joven recorrerla con admiración un rubor se le subió al rostro. Era realmente apuesto, nunca había visto un cabello tan raro, era entre blanco y plateado, corto y parado, parecido al de Sano. Era alto y delgado. Sus ojos eran de un tono entre azul claro y verde. En la espalda llevaba una enorme espada, una wattou, un arma casi del peso de un hombre liviano, muy buena para ataques pero difícil de adaptar a la defensa. Pero al recordar el porqué estaba aquí su mirada azul se ensombreció. Tendría que matar, siempre había dejado ese pensamiento de lado pero ahora dudaba, la vida era un tesoro precioso y pensar que tendría que arrebatar una vida humana le provocaba un nudo en la garganta. Matar a un demonio era distinto, ellos se creaban de las almas condenadas o sea que el matarlos los libraba y obtenían descanso, pero un ser humano...

En ese instante el sol desapareció por completo, la luna brilló en total esplendor más grande que nunca mientras Zan se le acercaba y los combates llegaban a su fin, era el momento de empezar la batalla de los escogidos. Kaoru posó su mano derecha en el mango de su espada y la izquierda en la funda lista para atacar, a la vez que Enishi desenfundaba la suya y se colocaba en la estancia del tigre. Ambos se lanzaron al ataque al mismo tiempo, cuando sus espadas hicieron contacto Zan tocó la luna, todo oscureció en un segundo y de pronto un resplandor envolvió todo el lugar, cegando a todos por unos instantes.

"Que demonios!"- fue la expresión de Hiko y mientras trataba de aclarar la vista como todos los demás un pensamiento le vino a la cabeza 'Kaoru'- "Kaoru! ¿Donde estás?!"- gritó mientras miraba frenéticamente a todos lados. Al escuchar esto a todos les entró la gota de pánico y al mirar a su alrededor notaron que en todo el bosque solo se encontraba ellos cuatro y las cenizas de los que fueron los demonios.
'Y cuando Zan toque la Luna los escogidos se encontraran y se perderán. En sus manos el destino del universo estará.....'
N/A: Que les pareció? Las escenas de pelea me dan jaqueca, espero que hallan quedado al menos entendibles. Por cierto el lunes empiezo las clases * terminaron mis vacaciones de verano... guaaaaa...* probablemente tarde más en subir nuevos capítulos, pido disculpas de antemano. Me dejan un mensajito porfa? Es ese botoncito azul justo debajo, porfa...