Buahhhhh!!!! A pesar de que no me han dejado reviews les hago entrega de este segundo capítulo...

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CAPÍTULO II: "Olivos..."

Una gota de sudor recorre su frente, ¿cómo es posible sudar en Siberia? Que importa. Su cansancio, dolor y sufrimiento físico no se comparan con los de su alma. ¿Cómo puede existir un lugar con seres tan tristes? Si tan sólo su padre le permitiese aliviar todo ese mal; una tarea tan fácil para un mago...

- Lane! Apúrate con esa carretilla! Debemos terminar antes que anochezca.

Mientras traslada su pesada carga, no puede evitar recordar aquella otra, la del corazón. Tanta pobreza a su alrededor, tanta hambre, tanta desolación. Aquella anciana en muletas, esa otra niña harapienta cuyos ojos parecen hablar y pedir: "PAN", aquel otro borracho llorando y maldiciendo en la esquina por su esposa e hijos muertos...

Él podría evitar, no! mas bien "acabar" con todo eso... un mago...

- Lane! Deja de distraerte! Apura tu carga.

* * * * *

- Está nevando?

- No padre.

- Sírvete algo de comer, has de estar hambriento...

- No más que otros - responde Lane secamente, mientras cuelga su chaqueta en el perchero.

- Ya hemos conversado eso antes...

- ...

- Mira! Dumbledore nos ha enviado una carta. La ha traído su lechuza.

- Qué dice?

- Lo de siempre... muchos saludos y una invitación para ti a ingresar en Hogwarts.

- Me lo permitirás esta vez? - no se preocupa de escuchar la respuesta, sabe que no será más que silencio - voy a practicar un poco de levitación.

- No comerás?

- No tengo apetito.

- ...

Mientras ve alejarse a su hijo siente como una lágrima se le escabulle. No puede evitar ver el reflejo de su amada esposa en su hijo - Maldito Voldemort! - se le escapa la maldición.

Han pasado muchos años desde la última guerra. Demasiadas bajas, demasiados amigos caídos en batalla. Se le vienen a la mente los Potter - pobres amigos míos... -; también la imagen de Ana, su amada esposa con sus dos hijos en brazos...

* * * * *

- Qué tarde se me ha hecho! Padre, adiós! Me voy al trabajo... qué rayos... esas maletas...

- Hoy no lo harás. Irás a Hogwarts.

- No comprendo... En todo caso las clases se iniciaron hace un mes ya y no veo la razón de entrar a estudiar después de cuatro años.

- No necesitas estudiar, te he entrenado bien...

- Ya es hora?

- Sí. La guerra comenzará nuevamente...

- Madre... - se le escapa ese débil susurro desde el fondo de su alma.

- Por mi parte también viajaré.

- Qué harás?

- Debo reunir a las huestes... Dumbledore me lo encargó.

- No me dijiste eso anoche.

- No estaba seguro - responde a su hijo con un brillar en sus ojos -, eres lo único que me queda, no deseo perderte.

- Padre...

* * * * *

- Harry! Pero que ojeras tienes, parecieras como si no hubieses dormido nada - dice una maña de pelos ambulante, pero no por ello menos hermosa.

- Se nota que nadie te ha contado de los gritos que profirió anoche - Ron aparece de improviso ante sus dos amigos.

- Ron!

- Perdona Harry. No pensé ue no quisieras contárselo a Hermione.

- No es eso, sólo que...

- No te preocupes Harry. Además debo irme a estudiar. Adiós! - miente dulcemente Hermione para dejar conversar con tranquilidad a los dos muchachos.

- Gracias, amiga mía - susurra Harry, mientras la ve alejarse.

Ella, por otra parte, mientras se va, piensa que quizás no sea tan mala idea el ir a estudiar un poco, así pues ya decidida se dirige a la biblioteca. Ya llegando a ella, sumida en sus cavilaciones personales, no se fija bien al doblar una esquina y tropieza con alguien, cayendo estrepitosamente al suelo, mientras oye como se rompen unos frascos alrededor suyo.

- Mierda! Estúpida "sangre sucia"!

Hermione levanta la vista y ve a un completamente rojo y descompuesto Draco Malfoy, que la mira con una rabia y odio sin límites.

- Has arruinado mi trabajo de pociones! - Draco dice esto mientras levanta su varita dispuesto a pronunciar un conjuro.

Como toda reacción, Hermione sólo atina a cerrar los ojos y alzar los brazos cubriendo su rostro dispuesta a recibir lo que viniera... , pero no pasa nada. Abre los ojos y ve a un petrificado Draco, mas no creyó haber escuchado nada... un momento! observa como se le cae la varita de las manos y pasar del rojo de rabia a un tono completamente blanco. Si no lo viera no lo creería. Siente una presencia tras suyo y se voltea. Ve a un muchacho de su edad que jamás había visto antes, de cabellos rubios y ojos de un color plomizo casi irreal, un rostro perfecto, firme y dulce a la vez del cual brota la sonrisa más tierna y pura que jamás halla visto en su vida.

- Te encuentras bien? - le pregunta el desconocido mientras le tiende una fuerte mano para ayudarle a levantarse - por tu belleza particular has de ser Hermione - ella no atina a responder - Perdón. No me he presentado. Soy Lane Rouvaloff.
CONTINUARÁ...

Dedicado a la memoria de Clemencia Vergara.